TESIS DOCTORAL ADAPTACIÓN PSICOSOCIAL AL EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA. UN PROGRAMA DE INTERVENCIÓN NOELIA CASANUEVA CARMONA DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA 2017     TESIS DOCTORAL ADAPTACIÓN PSICOSOCIAL AL EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA. UN PROGRAMA DE INTERVENCIÓN NOELIA CASANUEVA CARMONA Conformidad de los directores de la Tesis: Maria Isabel Fajardo Caldera Florencio Vicente Castro 2017     AGRADECIMIENTOS Como si de una gestación se tratase, todos los conocimientos que en esta Tesis Doctoral se depositan, han ido gestándose durante varios meses, en los que han podido evolucionar, gracias en parte, a todas aquellas personas que aportaron conocimientos, vivencias y experiencias, y que dieron sentido y continuidad al estudio de este tema. Dicen que los comienzos nunca son fáciles. Hace seis años, gracias a mi profesora Mª Isabel Fajardo Caldera hizo que llegara a mi vida un tema de investigación: “la gestación adolescente”, y sin saber ni cómo ni por qué, un día descubrí que sería yo quien habría llegado hasta él por primera vez. Todo tiene su sentido, de modo que, como cualquier gestante que está esperando un bebé, el proceso de investigación se convirtió en un estímulo para mí, y aunque colmaría de incertidumbre e inseguridad algunos momentos de mi vida, principalmente me ayudó a crecer y me aproximó a un tema del que era difícil poder tomar distancia. De ese modo, cual gestante, fui aproximándome a una realidad que involucraba un núcleo importante de factores. Aunque este tema genere bastante interés social, no es una realidad temática simple o acuciante en cuanto a su estructuración, como sí ocurre detrás de otros temas de investigación más abordados en nuestro país dentro de la psicología evolutiva. Razón de más, para que este cúmulo de deseos durante este primer proceso de investigación me impulsara a seguir manteniendo en marcha lo que ya, desde la primera idea se había gestado. A mitad de la “gestación”, comencé a asistir a los primeros congresos, ellos hicieron que, cual movimiento fetal o primera ecografía, pudiera compartir con otros lo alcanzado, esto de alguna manera mitigó ciertos sentimientos de inquietud, que convivieron con una clara motivación y esfuerzo personal. En este periodo cargado de ilusión y expectativas, emprendí e inicié el contacto con la muestra, que sería mi principal objeto de preocupación. Es a ellas, a las gestantes adolescentes que apostaron por este tema y decidieron “hacerse escuchar”, a las que agradezco el privilegio de poder haber compartido una realidad impregnada de tan exquisita sensibilidad. Por ello, especialmente a una de ellas, por su paciencia infinita durante todo el embarazo y maternidad, agradezco su especial implicación en la investigación, y a ella quiero expresarle la gran suerte que me ha supuesto poder conocerla, pues me ha hecho descubrir los altibajos y los conflictos psicológicos que muchas veces impregnan esta realidad. Gracias a fundaciones sin ánimo de lucro como Provida, Red Madre o la ayuda de algunas matronas y algunos centros asistenciales, fui avanzando en el conocimiento de esta realidad y así fui aproximándome al tramo final del “embarazo”. Con todo mi afecto y admiración, quiero agradecer en primer lugar, a la directora. Mª Isabel Fajardo Caldera su inestimable ayuda y acompañamiento, pues fue quien desde un principio   alentó mi aprendizaje, fue quien me hizo comprender qué tipo de deseos y motivaciones podían subyacer a estas gestaciones y cómo una historia vital detrás, cargada de carencias, trascienden en cada comportamiento y opinión que ellas protagonizan. Isabel me impulsó y fue quien de forma instintiva me condujo a conocer más del “desarrollo psicológico femenino”, pues al igual que en “la esterilidad psicógena”, la manifestación de los conflictos que experimentan tanto la mujer que está embarazada, como la que aún no puede estarlo, constituyen una realidad compleja. Su interés, sabiduría y motivación son un privilegio para mi proyecto. A nivel personal, igualmente le agradezco el tiempo compartido, el cual ha favorecido esta construcción conjunta. Es por ello, que la considero también, parte artífice de este proyecto y un pilar sustancial en mi aprendizaje académico y personal. Y en esta línea de agradecimientos, también quiero dar las gracias a Florencio Vicente Castro, por su asesoramiento, colaboración y paciencia; por saber bien cómo encauzar, reorientar, y dar coherencia a algunas de las dudas que siempre aparecen. Sin el entusiasmo, sabiduría y confianza de ambos, sería difícil que este trabajo viera la luz Es pertinente reconocer y agradecer a Pilar Javato, quien fue presidenta de Red Madre Extremadura, el permitirme indagar en este tema y posibilitar el contacto con personas significativas para la investigación. Asimismo, hago extensivo el agradecimiento al resto de profesionales que han posibilitado que abriera los ojos ante una realidad que demandaba atención. No tendría sentido finalizar los agradecimientos sin hacer especial mención a las personas de mi entorno más inmediato: familia y amigos, que tal vez sin ser conscientes de ello, son los que, sin duda, me han transmitido “fe ciega” haciendo que la dedicación y el esfuerzo fuesen más llevaderos. A todos mis amigos, en especial a Raquel, Mª del Mar, Amalia y Estrella hago extensivo mi agradecimiento, pues me han alentado en algunos momentos dándome consejos y apoyo, siendo pilares importantes presentes a cada paso que doy en la vida. No pueden faltar tampoco, mis compañeros de trabajo y amigos, especialmente Teresa, Gonzalo, Edu y Gema, con ellos he compartido algunos de los primeros sinsabores que se producen cuando hay que compaginar trabajo e investigación. Aunque el camino puede ser incierto, uno puede aprovechar la ocasión para aprender, y gracias a ellos, tengo el ejemplo vivo de cómo ser verdaderos maestros en la profesión y en la vida. Como no podía ser de otra forma, mucho de lo conseguido se lo debo sin duda a mis abuelos, y a su alentadora comprensión, son desde que era una niña hasta día de hoy, mi principal apoyo moral. Ellos me inculcaron valores que me acompañarán siempre como ejemplo de vida. Ama ha sido para mí una segunda madre y ahora además, una amiga y compañera de vida. Asimismo,   también doy las gracias a mi abuelo Juan que siempre está detrás de muchas decisiones importantes, ofreciéndome consejo y cariño; y a mi tío Javier, por haberme transmitido la importancia de poner alma y corazón en aquello que emprendemos. Particularmente, quiero expresar un inmenso agradecimiento a mi padre por su cariño y por su ejemplo vital de esfuerzo, constancia, dedicación y amor por el trabajo bien hecho. Eres para mí un modelo a seguir en la vida. Asimismo, a mis hermanos María, Lara y Nacho quiero agradecerles sus abrazos e historias, proporcionándome siempre el equilibrio y la alegría que necesito en cada momento. Por último, quiero hacer especial mención a dos personas, pues sin ellas, no tendría sentido alguno este proyecto. Una de ellas es mi madre, pues es la persona que me hizo descubrir que de alguna manera yo inconscientemente había llegado a este punto por alguna razón. Por ser ella, madre adolescente, la persona que mejor ha inspirado este proyecto. Pero también, por ser ella, un ejemplo de superación como muchas otras gestantes y un ejemplo de vida. Ella es la prueba fehaciente de que todo se puede conseguir si uno lo desea con todas sus fuerzas. Gracias a ella puedo hoy versar sobre el tema no sólo desde el conocimiento y la razón, sino desde el corazón puesto en cada palabra del trabajo. Por último, mi mayor reconocimiento va para Jaime, porque a pesar del desconcierto, el desánimo o la desesperación que me han invadido durante tantos momentos del proceso de investigación, has sabido siempre ser sustento seguro, has sabido acompañarme siempre de la mejor forma posible y has sabido comprenderme dedicando tu tiempo en que yo pueda cumplir mi sueño. Gran parte de esta “gestación” te la debo a ti y a tu forma de ver el mundo. Siendo conocedores de la escasez de publicaciones que en nuestro país versan sobre esta temática de estudio, a continuación, dará comienzo una pequeña aproximación psicosocial a este proceso gestacional tan particular: el embarazo que tiene lugar en la adolescencia.     A mis padres y abuelos, Quienes algún día me inculcaron: “Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo” Ludwig van Beethoven (1770.1827).               RESUMEN La gestación en la adolescencia constituye una realidad psicosocial compleja. Artículos de investigación publicados en las últimas décadas han favorecido un modesto avance del conocimiento sobre esta problemática, constatando que sus consecuencias son múltiples y afectan a diferentes ámbitos de la vida de la adolescente. Adaptarse a las modificaciones que una gestación y maternidad implican, supone para ellas un auténtico desafío vital. Se concibe, pues, esta investigación como un medio que pretende aunar planteamientos teóricos y empíricos con el objeto de poder concretizar algunas evidencias y propuestas de cambio que den visibilidad al tema. Para tal efecto, el marco teórico presentado se articulará en torno al conocimiento de la realidad de la gestante adolescente y pondrá de relieve su naturaleza multidimensional y compleja, así como el grado de inconsistencia existente entre algunas investigaciones. Simultáneamente, el marco empírico aportará un estudio científico exhaustivo de variables, con el objeto de conocer cómo es este proceso gestacional en una muestra de 56 adolescentes españolas de entre 14 y 20 años. La Tesis concluye con una exposición de aseveraciones relativas al papel que desempeñan en la gestación, múltiples variables como: “el apoyo de la pareja”, “el afecto recibido en la infancia” o determinados “rasgos de personalidad”. Las conclusiones cuestionan la influencia inmediata, directa y única de la variable “edad” como predictora de problemas de adaptación al embarazo. Cabe añadir, que dados los efectos adversos de la gestación adolescente y siendo conocedores del impacto positivo que ejerce el apoyo de las iguales sobre ellas, se ha diseñado un programa de intervención que propone como reto fundamental: “anticipar la identificación de la adolescente con el rol materno antes del nacimiento de su bebé, preparándola así, para una maternidad más positiva, responsable y regulada”. PALABRAS CLAVE Embarazo, adolescente, adaptación, maternidad, gestantes, programa, intervención.     ABSTRACT The pregnancy in the adolescence constitutes a reality psicosocial complex and a motive of worry for different sectors of the company. Articles of investigation published in the last decades have favored a modest advance of the knowledge on these problematics, stating that his consequences are multiple and concern different areas of the life of the teenager. To adapt to the modifications that a gestation and maternity imply, he supposes for them an authentic vital challenge. This investigation is conceived, so, as a way that tries to unite theoretical and empirical expositions in order are able determine some evidences and offers of change that give visibility to the topic. The theoretical framework presented will be articulated around the knowledge of the reality of the adolescent pregnant and will highlight its multidimensional and complex nature, as well as the degree of inconsistency among some investigations. Simultaneously, the empirical framework will provide a comprehensive scientific study of variables, to know how this gestational process is in a sample of 56 Spanish adolescents aged between 14 and 20 years. The Thesis concludes with an exhibition of affirmations relative to the paper that they recover in the gestation, multiple variables as: the support of the pair, the affection received in the infancy or certain features of personality. The conclusions question the immediate, direct and only influence of the variable age as predictora of problems of adjustment to the pregnancy. It is necessary to add, that given the adverse effects of the teen gestation and being connoisseurs of the positive impact that exercises the support of the equal ones on them, there has been designed a program of intervention that proposes as fundamental challenge: " to anticipate the identification of the teenager with the mother role before the birth of his baby, preparing her this way, for a more positive, responsible and regular maternity ". KEY WORDS Pregnancy, adolescent, adaptation, maternity, pregnant, program, intervention.     ÍNDICE                                                                                                                                                                                                                                                                                             Páginas Capítulo 1 .................................................................................................................................... 29 LA GESTACIÓN ADOLESCENTE EN PSICOLOGÍA ............................................................ 29 1.1. Ser adolescente ............................................................................................................ 29 1.2. Ser gestante ................................................................................................................... 38 1.3. Ser gestante y adolescente ............................................................................................ 39 1.4. Breve recorrido histórico de la gestación y el papel de la gestante en la literatura psicológica y social hasta finales del siglo XX .................................................................... 42 1.5. Breve recorrido histórico de la gestación adolescente española en la literatura psicológica y social desde finales del siglo XX hasta la actualidad. ................................... 49 Capítulo 2 .................................................................................................................................... 55 EPIDEMIOLOGÍA Y CARACTERÍSTICAS PSICOSOCIALES DE LA GESTACIÓN ADOLESCENTE EN LA ERA ACTUAL. ................................................................................. 55 2.1 Breve aproximación a la actualidad y epidemiología de la gestación adolescente en el mundo. ................................................................................................................................. 55 2.2 Actualidad del embarazo adolescente en España ........................................................... 61 2.3 El embarazo adolescente en Extremadura: situación actual ......................................... 66 Capítulo 3 .................................................................................................................................... 71 APROXIMACIÓN A LOS TIPOS DE CAMBIOS QUE SE PRODUCIRÁN DURANTE LA GESTACIÓN ADOLESCENTE ................................................................................................. 71 3.1 Cambios físicos en la gestante adolescente .................................................................. 74 3.2. Cambios psicológicos y sociales interrelacionados ...................................................... 77 3.3 Cambios: adquisición de nuevas responsabilidades ...................................................... 80   Capítulo 4 .................................................................................................................................... 85 MODELOS TEÓRICOS CAUSALES EXPLICATIVOS SOBRE LA GESTACIÓN EN LA ADOLESCENCIA ....................................................................................................................... 85 4.1 El modelo cognitivo ....................................................................................................... 88 4.2. Modelo comportamental .............................................................................................. 91   1     4.3. Modelo psicosocial ....................................................................................................... 93 Capítulo 5 .................................................................................................................................. 101 HISTORIA DE VIDA FAMILIAR, ANTECEDENTES EN EL DESARROLLO DE UNA GESTACIÓN TEMPRANA ...................................................................................................... 101 5.1. Inestabilidad familiar antecedente a la gestación. ....................................................... 103 5.2 Carencias afectivas en el seno familiar: ausencia paterna. .......................................... 108 5.3 Presencia de deseos ...................................................................................................... 116 Capítulo 6 .................................................................................................................................. 121 RIESGOS Y OPORTUNIDADES EN LA GESTACIÓN ADOLESCENTE ......................... 121 6.1. Vulnerabilidad gestante: preocupaciones y dificultades. ............................................ 123 6.2. Fortaleza gestante: motivaciones, significación en el proyecto de vida, percepción de los movimientos fetales ..................................................................................................... 142 Capítulo 7 .................................................................................................................................. 155 ENTORNO SOCIAL DE LA GESTANTE ............................................................................... 155 7.1 El papel del apoyo social en la gestación adolescente ................................................. 155 Capítulo 8 ................................................................................................................................ 175 EXPERIENCIAS DE INTERVENCIÓN EN LA GESTACIÓN .............................................. 175 8.1. La gestante adolescente y su adaptación a la maternidad: experiencias de cambio durante el embarazo. .......................................................................................................... 175 8.2. Repercusión de una intervención adecuada en el desarrollo de la gestante y del nuevo ser. ...................................................................................................................................... 182 Capítulo 9 .................................................................................................................................. 185 ADAPTACIÓN A LA GESTACIÓN Y MATERNIDAD ........................................................ 185 9.1. Aceptación/adaptación: diferenciación y relación entre ambos conceptos ................. 185 9.2 La aceptación y adaptación a lo largo del embarazo: modificaciones y reacciones de la gestante .............................................................................................................................. 189 9.3 Aceptación y su vinculación al rol materno en el proceso gestacional ........................ 193 9.4. Adaptación durante el proceso de gestación adolescente ........................................... 195 Capítulo 10 ................................................................................................................................ 203 METODOLOGÍA ...................................................................................................................... 203 10.1 Delimitación del problema: planteamiento de la investigación ................................. 203 10.2. Hipótesis de investigación ........................................................................................ 204   2     10.3. Propuesta metodológica ............................................................................................ 206 10.4. La muestra: objeto de investigación ......................................................................... 206 10.5 Variables principales de investigación ...................................................................... 208 10.6. Diseño de investigación y procedimiento de recogida de datos .............................. 209 10.7 Instrumentos de medida ............................................................................................. 210 10.8 Análisis de los datos .................................................................................................. 213 Capítulo 11 ................................................................................................................................ 215 PRESENTACIÓN DE RESULTADOS .................................................................................... 215 11.1 Caracterización descriptiva sociodemográfica .......................................................... 215 11.2 Cuestionario de Evaluación Prenatal (Armengol et al. 2007) .................................... 236 11.3. “Cuestionario de Valoración del Matrimonio de los Padres y Experiencia Afectiva en la Infancia” (Vallejo, 1998). .............................................................................................. 316 11.4. Cuestionario de Valoración de rasgos emocionales de personalidad para la gestante adolescente (Vallejo, 1998). .............................................................................................. 329 11.5. Análisis inferencial de correlaciones: “Cuestionario de Valoración de Matrimonio de los padres y Experiencia Afectiva en la infancia” y “Cuestionario de Rasgos emocionales de Personalidad”. ............................................................................................................... 340 11.6 Análisis inferencial, correlación de ítems correspondientes a todos los cuestionarios y discusión de resultados. ..................................................................................................... 343 11.7. Diseño factorial. Análisis del efecto de diferentes variables independientes sobre una variable dependiente: Adaptación al embarazo ................................................................. 351 Capítulo 12 ................................................................................................................................ 395 DISCUSIÓN DE RESULTADOS ............................................................................................. 395 Capítulo 13 ................................................................................................................................ 405 PRESENTACIÓN DE CONCLUSIONES ................................................................................ 405 13.1. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo sociodemográfico de la muestra objeto de estudio. ................................................................................................. 406 13.2. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo del Cuestionario de Evaluación Prenatal de Armengol et al. (2007) ................................................................. 408 13.3. Conclusiones obtenidas a partir del análisis inferencial de hipótesis formuladas en Cuestionario de Evaluación Prenatal. ................................................................................ 409 13.4. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo de la valoración del matrimonio de los padres de las gestantes y el afecto recibido por ellos en la infancia (Vallejo, 1998). .................................................................................................................. 410 13.5. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo de los rasgos emocionales de personalidad (Vallejo, 1998) .............................................................................................. 412   3     13.6. Conclusiones extraídas a partir del análisis de las correlaciones en: Cuestionario de Evaluación Prenatal, Cuestionario de Valoración de Matrimonio de los padres y afecto recibido por ellos en la infancia y Cuestionario de Rasgos Emocionales de Personalidad. ........................................................................................................................................... 414 13.7. Conclusiones extraídas a partir del diseño factorial ................................................. 416 Capítulo 14 ................................................................................................................................ 421 LIMITACIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN ......................................... 421 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................................................... 425 ANEXOS Anexo I ...................................................................................................................................... 487 ESTUDIO DE UN CASO .......................................................................................................... 487 Anexo II .................................................................................................................................... 497 RECOLECCIÓN CUALITATIVA DE DATOS: ENTREVISTAS .......................................... 497 Entrevista I: Historia personal y vida familiar, relaciones con personas significativas ..... 497 Entrevista II: Fortaleza y debilidad en la gestación adolescente ....................................... 518 Anexo III ................................................................................................................................... 541 Anexo IV ................................................................................................................................... 543 Anexo V ..................................................................................................................................... 545 Anexo VI ................................................................................................................................... 547 PROGRAMA DE INTERVENCIÓN…………………………………………………………543 ÍNDICE DE TABLAS Tabla 11.1. Estadísticos de frecuencias. Edad de las gestantes…………………………………………216 Tabla 11.2 Parámetros descriptivos: media, mediana y moda. Edad de las gestantes…………..………217 Tabla 11.3. Estadísticos de frecuencias. Planificación del embarazo…………………………………...217 Tabla 11.4 Estadísticos de frecuencias. Ocupación durante el embarazo……………………….……....218 Tabla 11.5 Estadísticos de frecuencias. Estdo civil……………………………………………………..220 Tabla 11.6.  Estadísticos de frecuencias. Nivel cultural……………………………………………........222 Tabla 11.7. Estadísticos de frecuencias. Nivel socioeconómico………………………………………...223 Tabla 11. 8. Estadísticos de frecuencias. Tipos de familia a la que pertenece como hija……………….225 Tabla 11.9 Estadísticos de frecuencias. Cambios de residencia durante la gestación…………………..226 Tabla 11.10 Estadísticos de frecuencias. Personas con las que residía antes de la gestación………..…226 Tabla 11.11. Estadísticos de frecuencias. Personas con las que reside durante la gestación……………227   4     Tabla 11.12. Estadísticos de frecuencias. Participación en redes sociales………………………………228 Tabla 11.13. Estadísticos de frecuencias. Personas que más apoyo proporcionan………………...........229 Tabla 11.14 Estadísticos de frecuencias. Personas apoyo indiferente……………………………….….230 Tabla 11.15 Estadísticos de frecuencias. Personas menos apoyo proporcionan………………………...231 Tabla 11.16. Estadísticos de frecuencias. Personas que más ha decepcionado a la gestante…………...232 Tabla 11.17. Estadísticos de frecuencias. Percepción sobre las causas de embarazo…………………...234 Tabla 11.18. Estadísticos de frecuencias. Circunstancias y problemas específicos……………………..234 Tabla 11.19. Estadísticos medias. Dimensiones del proceso de gestación……………………………...238 Tabla 11.20. Estadísticos de medias. Dimensiones del proceso y relación con el padre………………..239 Tabla 11.21. Estadísticos de medias. Dimensión aceptación del embarazo…………………………….240 Tabla 11.22. Estadísticos de frecuencias. Dimensión aceptación del embarazo……………………….240 Tabla 11.23. Estadísticos de frecuencias. Ítem 1……………………………………………………….241 Tabla 11.24. Estadísticos de medias. Ítem 1……………………………………………………………241 Tabla 11.25. Estadísticos de frecuencias. Ítem 33……………………………………………………...243 Tabla 11.26. Estadísticos de medias. Ítem 33…………………………………………………………..243 Tabla 11.27. Estadísticos de frecuencias. Ítem 2……………………………………………………….244 Tabla 11.28. Estadísticos de medias. Ítem 2……………………………………………………………244 Tabla 11.29. Estadísticos de medias. Ítem 34…………………………………………………………..246 Tabla 11.30. Estadísticos de medias. Dimensión relación con el padre del hijo……………………......249 Tabla 11.31. Estadísticos de medias. Preparación al parto……………………………………………..254 Tabla 11.32. Estadísticos de medias. Todos los ítems de dimensión preparación al parto……………..255 Tabla 11.33. Estadísticos de medias. Calidad de relación con la madre.………………………………..260 Tabla 11.34. Estadísticos de frecuencias. Mi madre ya espera a su nieto.……………………………..262 Tabla 11.35. Estadísticos de medias. Preocupación por el embarazo. …………………………………269 Tabla 11.36. Estadísticos de medias. Preocupación por el embarazo. Todos los ítems………………...270 Tabla 11.37. Estadísticos de frecuencias. Ítem 18……………………………………………………...271 Tabla 11.38. Estadísticos de frecuencias. Ítem 21……………………………………………………...272 Tabla 11.39. Estadísticos de frecuencias. Ítem 25……………………………………………………...272 Tabla 11.40. Estadísticos de frecuencias. Ítem 30……………………………………………………...273 Tabla 11.41. Estadísticos de frecuencias. Ítem 37……………………………………………………...273 Tabla 11.42. Estadísticos de medias. Identificación satisfactoria con el rol materno………………….275 Tabla 11.43. Estadísticos de medias. Identificación satisfactoria con el rol materno…………………..275 Tabla 11.44. Estadísticos de frecuencias. Ítem 40……………………………………………………...276 Tabla 11.45. Estadísticos de frecuencias. Ítem 41……………………………………………………...277 Tabla 11.46. Estadísticos de frecuencias. Ítem 39……………………………………………………...277   5     Tabla 11.47. Estadísticos de frecuencias. Ítem 39………………………………………………………278 Tabla 11.48. Estadísticos de frecuencias. Ítem 42………………………………………………………279 Tabla 11.49. Estadísticos de medias. Ítem 42……………………………………………………..........279 Tabla 11.50. Estadísticos de frecuencias. Ítem 42……………………………………………………...280 Tabla 11.51. Estadísticos de medias. Calidad de relación con el padre………………………………...282 Tabla 11.52. Estadísticos de frecuencias. Calidad de relación con el padre……………………………282 Tabla 11.53. Estadísticos de frecuencias. Ítem 43……………………………………………………...283 Tabla 11.54. Estadísticos de frecuencias. Mi padre me da buenos consejos…………………………...283 Tabla 11.55. Estadísticos de frecuencias. Mi padre ya espera a su nieto………………………………284 Tabla 11.56. Estadísticos de frecuencias. Cuando mi padre y yo estamos juntos discutimos………….285 Tabla 11.57. Estadísticos de frecuencias. Mi padre me da ánimos cuando dudo de mi misma………..286 Tabla 11.58. Estadísticos de frecuencias. Mi padre me anima a hacer las cosas a mi manera…………286 Tabla 11.59. Estadísticos de medias. Adaptación al embarazo sin tener en cuenta la figura paterna......288 Tabla 11.60. Estadísticos de medias Adaptación al embarazo en función de la figura paterna………...288 Tabla 11.61. Correlación de Spearman. Ítem 1 y aceptación…………………………………………..291 Tabla 11.62. Variables predictores y dependientes. Ítem 1 y aceptación………………………………291 Tabla 11.63. Tabla Anova. Ítem 1 y aceptación………………………………………………………..292 Tabla 11.64. Variables predictoras y dependientes. Ítem 1 y aceptación………………………………292 Tabla 11.65. Variables predictoras Rho Spearman. Ítem 2 y aceptación………………………………293 Tabla 11.66. Variables predictoras. Ítem 2 y aceptación……………………………………………….293 Tabla 11.67. Tabla Anova. Ítem 2 y aceptación………………………………………………………..294 Tabla 11.68. Variables predictoras. Ítem 2 y aceptación……………………………………………….294 Tabla 11.69. Variables predictoras (Rho Spearman). Ítem 2 y aceptación……………………………..295 Tabla 11.70. Correlación de Spearman. Ítem 3 y adaptación. ………………………………………....295 Tabla 11.71. Variables predictoras. Ítem 3 y adaptación……………………………………………….296 Tabla 11.72. Tabla Anova. Ítem 3 y adaptación………………………………………………………..296 Tabla 11.73. Variables predictoras (Rho Spearman). Ítem 3 y adaptación…………………………….297 Tabla 11.74. Variables predictoras y dependientes. Ítem 3 y adaptación………………………………297 Tabla 11.75. Tabla de correlación de Spearman. Ítem 20 y adaptación………………………………..298 Tabla 11.76. Variables predictoras. Ítem 20 y adaptación……………………………………………...299 Tabla 11.77. Tabla de Anova. Ítem 20 y adaptación…………………………………………………...299 Tabla 11.78. Variables predictoras. Ítem 20 y adaptación……………………………………………...300 Tabla 11.79. Variables predictoras. Ítem 20 y adaptación……………………………………………...300 Tabla 11.80. Tabla de correlación de Spearman. Ítem 31 y adaptación………………………………...301 Tabla 11.81. Variables predictoras. Ítem 31 y adaptación………………………………………………302 Tabla 11.82. Tabla de Anova. Ítem 31 y adaptación……………………………………………………302   6     Tabla 11.83. Variables predictoras. Ítem 31 y adaptación………………………………………………303 Tabla 11.84. Variables predictoras. Ítem 31 y adaptación………………………………………………303 Tabla 11.85. Tabla de correlación de Spearman. Ítem 33 y aceptación…………………………………304 Tabla 11.86. Variables predictoras. Ítem 33 y aceptación……………………………………………...304 Tabla 11.87. Tabla de Anova. Ítem 33 y aceptación……………………………………………………305 Tabla 11.88. Variables predictoras. Ítem 33 y aceptación……………………………………………...305 Tabla 11.89. Variables predictoras. Ítem 33 y aceptación……………………………………………...305 Tabla 11.90. Tabla de correlación de Spearman. Ítem 34 y aceptación…………………………………306 Tabla 11.91. Variables predictoras. Ítem 34 y aceptación………………………………………………307 Tabla 11.92. Tabla de Anova. Ítem 34 y aceptación…………………………………………………….307 Tabla 11.93. Variables predictoras. Ítem 34 y aceptación………………………………………………308 Tabla 11.94. Variables predictoras. Ítem 34 y aceptación………………………………………………308 Tabla 11.95. Tabla de correlación de Spearman. Ítem 38 y adaptación………………………………...309 Tabla 11.96. Variables predictoras. Ítem 38 y adaptación……………………………………………...309 Tabla 11.97. Tabla de Anova. Ítem 38 y adaptación…………………………………………………...310 Tabla 11.98. Variables predictoras. Ítem 38 y adaptación……………………………………………...310 Tabla 11.99. Variables predictoras. Ítem 38 y adaptación……………………………………………...310 Tabla 11.100. Tabla de correlación de Spearman. Aceptación y adaptación…………………………...311 Tabla 11.101. Variables predictoras. Aceptación y adaptación…………………………………………312 Tabla 11.102. Tabla de Anova. Aceptación y adaptación………………………………………………312 Tabla 11.103. Variables predictoras. Aceptación y adaptación…………………………………………312 Tabla 11.104. Variables predictoras. Rol materno y adaptación………………………………………..313 Tabla 11.105. Variables predictoras. . Rol materno y adaptación………………………………………314 Tabla 11.106. Tabla de Anova. Rol materno y adaptación……………………………………………..314 Tabla 11.107. Variables predictoras. Rol materno y adaptación……………………………………….315 Tabla 11.108. Estadísticos de frecuencias. Ítem 1……………………………………………………...317 Tabla 11.109. Estadísticos de frecuencias. Ítem 2……………………………………………………...318 Tabla 11.110. Estadísticos de frecuencias. Ítem 3………………………………………………………319 Tabla 11.111. Estadísticos de frecuencias. Ítem 4………………………………………………………319 Tabla 11.112. Estadísticos de frecuencias. Ítem 5………………………………………………………320 Tabla 11.113. Estadísticos de frecuencias. Ítem 6……………………………………………………....321 Tabla 11.114. Estadísticos de frecuencias. Ítem 7………………………………………………………322 Tabla 11.115. Estadísticos de frecuencias. Ítem 8………………………………………………………323 Tabla 11.116. Estadísticos de frecuencias. Ítem 9………………………………………………………323 Tabla 11.117. Estadísticos de frecuencias. Ítem 12……………………………………………………..326 Tabla 11.118. Estadísticos de frecuencias. Ítem 13……………………………………………………..326   7     Tabla 11.119. Estadísticos de frecuencias. Ítem 14……………………………………………………..327 Tabla 11.120. Estadísticos de frecuencias. Ítem 15……………………………………………………..328 Tabla 11.121. Estadísticos de frecuencias. Ítem 5………………………………………………………331 Tabla 11.122. Estadísticos de frecuencias. Ítem 8………………………………………………………331 Tabla 11.123. Estadísticos de frecuencias. Ítem 11……………………………………………………..332 Tabla 11.124. Estadísticos de frecuencias. Ítem 15……………………………………………………..333 Tabla 11.125. Estadísticos de frecuencias. Ítem 23……………………………………………………..334 Tabla 11.126. Estadísticos de frecuencias. Ítem 27……………………………………………………..335 Tabla 11.127. Estadísticos de frecuencias. Ítem 33……………………………………………………..336 Tabla 11.128. Estadísticos de frecuencias. Ítem 37……………………………………………………..336 Tabla 11.129. Estadísticos de frecuencias. Ítem 38……………………………………………………..337 Tabla 11.130. Estadísticos de frecuencias. Ítem 41……………………………………………………..337 Tabla 11.131. Estadísticos de frecuencias. Ítem 42……………………………………………………..338 Tabla 11.132. Estadísticos de frecuencias. Ítem 43……………………………………………………..338 Tabla 11.133. Estadísticos de frecuencias. Ítem 45……………………………………………………..339 Tabla 11.134. Correlaciones Spearman. Ítem 1, 4, 5, 8, 13 y 45………………………………………..340 Tabla 11.135. Correlaciones Spearman. Ítem 5, 6, 8, 9, 10, 11, 13 y 14………………………………..341 Tabla 11.136. Correlaciones Spearman. Ítem 10, 13 y 14………………………………………………341 Tabla 11.137. Correlaciones Spearman. Ítem 7, 12, 13 y 14……………………………………………342 Tabla 11.138. Correlaciones Spearman. Ítem 9 con 13 y 14……………………………………………342 Tabla 11.139. Correlaciones Spearman. Ítem 13 y 14…………………………………………………..343 Tabla 11.140. Correlaciones Spearman. Ítem 53 y 55…………………………………………………..343 Tabla 11.141. Correlaciones Spearman. Ítem 67, 75, 77 y 85…………………………………………..344 Tabla 11.142. Correlaciones Spearman. Ítem 65, 81, 82 y 83.………………………………………….344 Tabla 11.143. Correlaciones Spearman. Ítem 25, 27, 71 y 78.………………………………………….345 Tabla 11.144. Correlaciones de Spearman. Ítem 13 con 84 y 85……………………………………….345 Tabla 11.145. Correlaciones Spearman. Ítem 32,84 y 85.………………………………………………346 Tabla 11.146. Correlaciones Spearman. Ítem 16 y 78…………………………………………………..346 Tabla 11.147. Correlaciones Spearman. Ítem 18 con 27, 63, 61 y 68.………………………………….346 Tabla 11.148. Correlaciones Spearman. Ítem 20 con 21, 63, 69, 71, 79 y 80…………………………..347 Tabla 11.149. Correlaciones Spearman. Ítem 25 con el 12 y 79………………………………….…….347 Tabla 11.150. Correlaciones Spearman. Ítem 27 con 12 y 18…………………………………………..348 Tabla 11.151. Correlaciones Spearman. Ítem 28 con 30, 32, 33 y 46.………………………………….348 Tabla 11.152. Correlaciones Spearman. Ítem 32 con el 27, 28 y 35.…………………………………...349 Tabla 11.153. Correlaciones Spearman. Ítem 33 con el 5, 25, 26, 28 29, 30 y 34……………………...349 Tabla 11.154. Correlaciones Spearman. Ítem 35 con 53………………………………………………..350   8     Tabla 11.155. Correlaciones Spearman. Ítem 47 con 48 y 53…………………………………………..350 Tabla 11.156. Correlaciones Spearman. Ítem 57 con 1…………………………………………………350 Tabla 11.157. Correlaciones Spearman. Ítem 58 con el 12, 5, 26, 32 y 47.…………………………….351 Tabla 11.158. Factores intersujetos. Relación con la pareja y la madre………………………………...354 Tabla 11.159. Contraste de Levene. Adaptación al embarazo…………………………………………..355 Tabla 11.160. Estadísticos descriptivos. Adaptación al embarazo……………………………………...355 Tabla 11.161. Pruebas de efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….356 Tabla 11.162. Comparaciones múltiples de Scheffé. Adaptación al embarazo. ………………………..357 Tabla 11.163. Comparaciones múltiples de Scheffé. Adaptación al embarazo…………………………357 Tabla 11.164. Subconjuntos Homogéneos. Adaptación al embarazo…………………………………...358 Tabla 11.165. Variables predictoras. Adaptación al embarazo……………………………………….....358 Tabla 11.166. Pruebas de efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….362 Tabla 11.167. Estadísticos descriptivos. Valoración del afecto que reciben……………………………362 Tabla 11.168. Contraste de Levene. Adaptación al embarazo…………………………………………..363 Tabla 11.169. Pruebas de efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….364 Tabla 11.170 Comparaciones múltiples de Scheffé. Adaptación al embarazo…………………….........364 Tabla 11.171. Subconjuntos homogéneos. Adaptación al embarazo……………………………………365 Tabla 11.172. Comparaciones múltiples de Scheffé. Adaptación al embarazo.………………………...365 Tabla 11.173. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo……………………………………..366 Tabla 11.174. Factores intersujetos. Adaptación al embarazo…………………………………………..367 Tabla 11.175. Variables predictoras. Adaptación al embarazo………………………………………….369 Tabla 11.176. Estadísticos descriptivos. Adaptación al embarazo……………………………………...370 Tabla 11.177. Contraste de Levene. Adaptación al embarazo…………………………………………..371 Tabla 11.177. Pruebas de Efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….371 Tabla 11.178. Comparaciones múltiples. Adaptación al embarazo.…………………………………….371 Tabla 11.179. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo.……………………………………..372 Tabla 11.180. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo……………………………………..372 Tabla 11.181. Factores intersujetos. Adaptación al embarazo…………………………………………..375 Tabla 11.182. Estadísticos descriptivos. Adaptación al embarazo……………………………………...376 Tabla 11.183. Contraste de Levene. Adaptación al embarazo…………………………………………..377 Tabla 11.184. Pruebas de Efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….377 Tabla 11.185. Comparaciones múltiples de Scheffé. Adaptación al embarazo. ………………………..378 Tabla 11.186. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo.……………………………………..378 Tabla 11.187. Comparaciones múltiples. Adaptación al embarazo……………………………………..379 Tabla 11.188. Factores intersujetos. Adaptación al embarazo…………………………………………..382 Tabla 11.189. Estadísticos descriptivos. Adaptación al embarazo……………………………………...383   9     Tabla 11.190. Contraste de Levene. Adaptación al embarazo…………………………………………..384 Tabla 11.191. Pruebas de Efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….385 Tabla 11.192. Comparaciones múltiples. Adaptación al embarazo.……………………………………385 Tabla 11.193. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo……………………………………..386 Tabla 11.194. Comparaciones múltiples. Adaptación al embarazo.…………………………………….386 Tabla 11.195. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo.……………………………………..387 Tabla 11.196. Factores intersujetos. Adaptación del embarazo…………………………………………390 Tabla 11.197. Estadísticos descriptivos. Identificación con el rol materno……………………………..390 Tabla 11.198. Contraste de Levene. Adaptación al embarazo…………………………………………..391 Tabla 11.199. Pruebas de Efectos intersujetos. Adaptación al embarazo……………………………….391 Tabla 11.200. Comparaciones múltiples. Adaptación al embarazo. …………………………………...392 Tabla 11.201. Subconjuntos de Scheffé. Adaptación al embarazo……………………………………..393 Tabla 11.202. Comparaciones múltiples. Adaptación al embarazo. ……………………………………393 ÍNDICE DE FIGURAS Figura 0.1 Síntesis de los contenidos a abordar en el trabajo de investigación…………………………..23 Figura 0.2 Realidad psicosocial: gestación adolescente…………………………………………….........24 Figura 1.1 Factores más influyentes en la salud de la población…………………………………………31 Figura 1.2 Continuo operacional de salud-dolencia (Magro, 2005)….…………………………………..32 Figura 1.3. Cambios físicos que acontecen en la pubertad………………………………………….........34 Figura 1.4. Criterios que definen la identidad por orden de importancia………………………………...35 Figura 1.5. Criterios que definen la identidad del adolescente y la identidad del adulto………………...36 Figura 1.6. Embarazo adolescente: implicaciones y consecuencias……………………………………...41 Figura 1.7. Intervenciones en salud sexual en menores de 18 años ……………………………………. 42 Figura 1.8. Embarazos adolescentes: aspectos relevantes en su evolución………………………………45 Figura 1.9. Puntos clave en la descripción de estudios sobre el embarazo adolescente desde 1980..........53 Figura 2.1. Descripción de objetivos sobre la prevención de embarazos precoces………………............56 Figura 2.2. Problemas a los que se enfrentan gestantes adolescentes en España ………………………..65 Figura 3.1. Cambios generales presentes en la gestación adolescente…………………………………...74 Figura 3.2: Problemas físicos experimentados por gestantes durante el embarazo……………………...76 Figura 3.3. Problemas emocionales experimentados por gestantes………………………………………77 Figura 3.4. Síntesis de cambios sociales y psicológicos presentes en la gestación adolescente………….79 Figura 3.5. Deseos y responsabilidad que protagonicen los adolescentes………………………..............81 Figura 3.6. Asunción de responsabilidades en el embarazo adolescente…………………………………83 Figura 4.1. Modelos explicativos en torno al embarazo adolescente…………………………………….86 Figura 4.2. Modelo causal cognitivo explicativo del embarazo adolescente……………………………..90 Figura 4.3. Modelo causal comportamental explicativo del embarazo adolescente……………………...92   10     Figura 4.4. Modelo causal psicosocial explicativo del embarazo adolescente…………………………...99 Figura 5.1. Inestabilidad familiar antecedente a la gestación adolescente……………………………...108 Figura 5.2. Ausencia paterna: factores que pueden interactuar en el núcleo familiar…………………..116 Figura 5.3. Presencia de deseos: factores que pueden interactuar en el embarazo………………….......119 Figura 6.1. Síntesis de los principales factores de vulnerabilidad y fortaleza en la gestación…….........122 Figura 6.2. Síntesis de las preocupaciones presentes en gestantes adolescentes………………………..125 Figura 6.3. Síntesis de las preocupaciones presentes adolescentes…………………………………..…127 Figura 6.4. Síntesis de las preocupaciones vinculadas al miedo al parto……………………………….133 Figura 7.1. Redes de apoyo a la gestante adolescente……………………………………………..……156 Figura 7.2. Síntesis de aspectos relevantes en torno a la familia de la adolescente…………………….159 Figura 8.1. Estrategias de intervención socioeducativo…………………………………………………183 Figura 9.1. La aceptación dentro del proceso de adaptación……………………………………………187 Figura 9.2. Repercusión de aspectos de la gestación en el desarrollo del bebé……………………...….188 Figura 9.3. Reacción de la gestante ante el proceso de gestación (Fernández, 2005)….……………….190 Figura 9.4. Repercusión de personalidad, estilo de afrontamiento y aceptación en adaptación………...192 Figura 9.5. Aceptación del embarazo: síntesis de todo el marco teórico abordado.………………….…199 Figura 11.1. Estadísticos de frecuencias. Nivel de estudios alcanzados.……………………………..…219 Figura 11.2 Estadísticos de frecuencias. Tiempo aproximado de relación……………………………...221 Figura 11.3. Estadísticos de frecuencias. Relación entre la edad de las gestantes y el nivel cultural…..222 Figura 11.4. Estadísticos de frecuencias. Relación entre edad y nivel económico……………………...223 Figura 11.5. Estadísticos de frecuencias. Tipo de familia a la que pertenece como hija………………..224 Figura 11.6. Estadísticos de frecuencias. Figura significativa………………………………………......228 Figura 11.7. Estadísticos de frecuencias. Antecedentes familiares de embarazos adolescentes……….233 Figura 11.8. Estadísticos de frecuencias. Percepción general sobre la relación con su padre……..……235 Figura 11. 9 Estadísticos de frecuencias. Edad de las gestantes………………………………………...237 Figura 11. 10. Estadísticos de medias en función de la edad. Ítem 1…………………………………...242 Figura 11.11. Estadísticos de medias en función de la edad. Ítem 2.………………………………..…245 Figura 11.12. Estadísticos de frecuencias. Ojalá no estuviera embarazada.……………………………246 Figura 11.13. Estadísticos de frecuencias. Ítem 4………………………………………………………251 Figura 11.13. Estadísticos de medias en función de la edad. Ítem 4…………………………………...251 Figura 11.15. Estadísticos de frecuencias. Hablamos con frecuencia del bebé que esperamos……...…251 Figura 11.16. Estadísticos de frecuencias. A mi pareja le gusta hablar conmigo sobre el embarazo…..252 Figura 11.17. Estadísticos de frecuencias. Puedo contar con mi novio para el cuidado del bebé……...252 Figura 11.18. Estadísticos de frecuencias. Confío en que el parto se producirá sin problemas………..255 Figura 11.19. Estadísticos de frecuencias. Estoy bien informada de lo que me espera en el parto.……256 Figura 11.20. Estadísticos de frecuencias. Estoy preparada para el parto……………………………...257 Figura 11.21. Estadísticos de frecuencias. Sé de cosas que me ayudarán en el parto…………………..257 Figura 11.22. Estadísticos de frecuencias. Pienso en que podré resistir las incomodidades…………...258 Figura 11.23. Estadísticos de frecuencias. Sé lo que debo hacer cuando tenga contracciones…………258 Figura 11.24. Estadísticos de medias en función de la edad. No me cuesta hablar con mi madre.…….261   11     Figura 11.25. Estadísticos de frecuencias. Ítem 17…………………………………………………...…262 Figura 11.26. Estadísticos de frecuencias. Mi madre está ilusionada con el bebé que espero…………263 Figura 11.27. Estadísticos de frecuencias. Mi madre está contenta con el embarazo………………….263 Figura 11.28. Estadísticos de frecuencias. Mi madre me da bueno consejos……………………….….264 Figura 11.29. Estadísticos de frecuencias. Cuando mi madre y yo estamos juntas discutimos………..265 Figura 11.30. Estadísticos de frecuencias. Mi madre me da ánimos cuando dudo de mí misma………265 Figura 11.31. Estadísticos de frecuencias. Mi madre me anima a que haga las cosas a mi manera……266 Figura 11.32. Estadísticos de frecuencias. Mi madre critica mis decisiones……………………………266 Figura 11.33. Estadísticos de frecuencias. Ítem 7……………………………………………………….270 Figura 11.34. Estadísticos de frecuencias. Ítem 16……………………………………………………..271 Figura 11.35. Estadísticos de frecuencias. No me cuesta hablar con mi padre mis problemas………...285 Figura 11.36. Estadísticos de frecuencias. Mi padre critica mis decisiones……………………………287 Figura 11.37. Variables predictoras. Ítem 1 y aceptación……………………………………...............292 Figura 11.38. Variables predictoras. Ítem 2 y aceptación………………………………………………294 Figura 11.39. Variables predictoras. Ítem 3 y adaptación……………………………………………...298 Figura 11.40. Variables predictoras. Ítem 20 y adaptación……………………………………………..301 Figura 11.41. Variables predictoras. Ítem 31 y adaptación……………………………………………..303 Figura 11.42. Variables predictoras. Ítem 33 y aceptación……………………………………………..306 Figura 11.43. Variables predictoras. Ítem 34 y aceptación…………………………………………….308 Figura 11.44 Variables predictoras. Ítem 38 y adaptación ……………………………………………..311 Figura 11.45. Variables predictoras. Aceptación y adaptación………………………………………...313 Figura 11.46. Variables predictoras. Identificación con el rol materno y adaptación…………………..315 Figura 11.47. Variables predictoras. Ítem 10……………………………………………………………324 Figura 11.48. Variables predictoras. Ítem 11……………………………………………………………325 Figura 11.149. Variables predictoras Ítem 3…………………………………………………………….330 Figura 11.50. Variables predictoras. Ítem 18…………………………………………………………...333 Figura 11.51. Variables predictoras. Ítem 26…………………………………………………………...335 Figura 11.52. Medias marginales en adaptación. Relación con la pareja……………………………….353 Figura 11.53. Medias marginales en adaptación. Relación con la madre……………………………….353 Figura 11.54. Medias marginales en adaptación. Interacción pareja y madre………………………..…354 Figura 11.55. Medias marginales en adaptación. Valoración sobre el matrimonio padres……………..360 Figura 11.56. Medias marginales en adaptación. Afecto recibido por sus padres………………………361 Figura 11.57. Medias marginales en adaptación. Interacción matrimonio y afecto…………………….361 Figura 11.58. Medias marginales en adaptación. Creencia de que la vida no merece la pena………….368 Figura 11.59. Medias marginales en adaptación. Sentimientos de decepción a personas………………368 Figura 11.60. Medias marginales en adaptación. Interacción entre creencia y decepción……………...369 Figura 11.61. Medias marginales en adaptación. Calidad de relación con el padre…………………….373 Figura 11.62. Medias marginales en adaptación. Edad de las gestantes……………………………..….374 Figura 11.63. Medias marginales en adaptación. Interacción entre relación con el padre y edad………375 Figura 11.64. Medias marginales en adaptación. Aceptación del embarazo…………………………....381   12     Figura 11.65. Medias marginales en adaptación. Preocupación por el embarazo…………………...….381 Figura 11.66. Medias marginales en adaptación. Interacción entre aceptación y preocupación……..…382 Figura 11.67. Medias marginales en adaptación. Identificación con el rol materno……………………388 Figura 11.68. Medias marginales en adaptación. Preparación al parto…………………………………389 Figura 11.69. Medias marginales en adaptación. Interacción entre rol materno y preparación parto…..389 Figura 13.1. Adaptación al embarazo. Análisis final en conclusiones…………………………….........419                                           13           14     INTRODUCCIÓN: ADAPTACIÓN PSICOSOCIAL AL PROCESO GESTACIONAL EN LA ADOLESCENCIA Habrá entre ellas muchas mujeres que, conscientemente nunca desearon un embarazo, pero su inconsciente experimentará la situación en forma opuesta (Langer, 1983, p.32). Uno de los rasgos de identidad más característicos de la sociedad actual es “el cambio” (Perea Quesada, 2001). Los cambios operan en nuestro mundo constantemente y exigen idear y diseñar nuevas estrategias de adaptación y respuesta a problemas y necesidades que demanda la sociedad. La preocupación por conocer el funcionamiento de las relaciones emergentes que tienen lugar entre adolescentes y jóvenes, es común entre profesionales de la psicología y la educación, y se convierte en un elemento de gran interés al acontecer junto con movimientos sociales, que en muchos casos aceleran o dificultan el cambio social en el actual contexto global de nuestro mundo. La adolescencia constituye una etapa evolutiva fundamental en el desarrollo biológico, psicológico y social de todo individuo. Existe cierto consenso en la literatura psicológica adolescente respecto a la afirmación de que acontecerán cambios trascendentales que se sucederán tanto en las relaciones del adolescente con el entorno, como en el conocimiento y comprensión que podrá realizar de sí mismo. Autores de nuestro siglo se hacen eco de esta realidad tan cambiante y reveladora, que marca el final de una infancia y el comienzo del desarrollo de nuevas experiencias vitales propias de la adultez (Ávila, Cid Santana, García Lorenzo y Rodríguez, 2002; Antona, Rodríguez, Madrid y Aláez, 2003; Fajardo Caldera, 2004; Braconnier, 2010; Giménez, Valverde y Torres, 2010; Buxarrais, Feixa, García-Mila, Garrido, Giner, Martí, Martín, Nomen, Paula y Tei, 2012). Sin ánimo de ser excesivamente exhaustivos en la introducción, iniciamos a continuación, una breve aproximación al conocimiento de un proceso psicosocial de gestación particular: el embarazo que tiene lugar en la adolescencia. Comprender qué nos está comunicando esa futura madre con su embarazo, implica partir de la comprensión de toda una dinámica de cambios que envuelve esta realidad. Es pues, ese caminar de transformaciones, el que dotará de sentido e interés a esta investigación.   15     Transformaciones que se sucederán durante aproximadamente nueve meses, y que reflejarán la propia existencia de la adolescente. El embarazo en la adolescencia constituye una temática compleja, la pretensión de poder entender qué supone un embarazo a una temprana edad, con vistas a alcanzar una actuación constructiva conjunta entre psicólogos, educadores y otras instancias sociales, todavía es una utopía. Tal vez, porque no existe un prototipo de embarazada adolescente, es decir, no existe un prototipo de gestante adolescente común a todos los contextos. Sin embargo, sí existe algo común a todas ellas, algo que subyace a esas diferencias posibles en cuanto al ámbito social, cultural o económico, y es que, a pesar de que un embarazo sea un proceso marcadamente biológico-hormonal, el factor social va a ser decisivo en todas ellas. Está claro que el ser adolescente conlleva compartir una serie de “representaciones y unos modos de ser” propios de la misma edad en la que se encuentran (Perinat, Corral y Crespo, 2003, p.22). Antes de delimitar a qué nos referimos con los términos: “embarazo adolescente”, hemos de determinar nuestro propósito respecto al mismo. El embarazo adolescente va a ser objeto de nuestro estudio, sin embargo, no vamos a poder abarcar con alto nivel de exhaustividad ni todas las épocas históricas, ni todos los contextos o culturas en los que se va a ver mediatizado. Focalizaremos nuestro trabajo de investigación en la gestación que tiene lugar en adolescentes. Por razones de accesibilidad a la muestra y documentación principalmente, las adolescentes residentes en España, con edades comprendidas entre los 14 y los 20 años serán nuestro núcleo central de investigación. Esto delimita y concretiza bastante nuestros objetivos, si bien, dentro de esta exploración y camino nos asomaremos a un mundo de contrastes, donde es difícil modelar una imagen única de embarazada adolescente. Aunque en la actualidad siguen proliferando múltiples interrogantes en torno al tema de la gestación en la adolescencia, la sociedad va siendo cada vez más consciente de la necesidad de investigar en esta temática y de conocer las repercusiones que conlleva un embarazo en esta etapa (Grant y Heald, 1972; Steven-Simon y White, 1991; Curry, Perrin, & Wall, 1998; Ávila, Cid Santana, García Lorenzo y Rodríguez, 2002; Antona Rodríguez, Madrid, y Aláez, 2003; Fajardo Caldera, 2004; Braconnier, 2010; Giménez, Valverde y Torres, 2010; Buxarrais, Feixa, García-Mila, Garrido, Giner, Martí, Martín, Nomen, Paula y Tei, 2012).   16     El embarazo adolescente puede ser definido como una experiencia natural, que tiene lugar en mujeres con edades comprendidas entre los 12 y los 20 años aproximadamente (León, Minassian, Borgoño, & Bustamante, 2008), otros lo sitúan entre los 10 y los 20 años (Molina, 1992; Coll, 1997; García Sánchez, Hernández Manjón y Martínez, 2005; Romero, Pulido, Gutiérrez, García-Cavazos, Torres, Shea, Álvarez, 2011). Es en esta adolescencia, cuando específicamente, el embarazo puede desencadenar ciertas complicaciones médicas, siendo este riesgo mayor en las adolescentes que aún no superen los 15 años (Sina, Valdivieso, Del Pino; 2003; León, et al. 2008; Okumura, Maticorena, Tejeda y Mayta, 2015). Sin embargo, la relación directa entre el embarazo adolescente y estas complicaciones, aún no está clara, e investigaciones encabezadas por Martin-Loeches, Catalá, Ortí, Mínguez y Rius (2002), entre otras, reflejan cierta controversia al respecto. En la última década del siglo XX ha predominado un creciente interés por conocer el “bienestar psicológico” del sujeto adolescente. El ser humano de un modo u otro, siempre ha procurado satisfacer sus necesidades para lograr ese codiciado bienestar. Junto a estas necesidades también aparecen los deseos, que en esta etapa serán una constante: “…nadie está satisfecho con lo que es”. “El hiato de la insatisfacción lo pone el deseo, y nadie como el adolescente, para acentuar esa cesura, ese abismo entre lo real y lo imaginario, entre el yo y el ideal de yo” (Sánchez-Sánchez, 2008, p.35). Este alcance de bienestar implicará un consciente proceso de reflexión, mediante el cual el individuo valorará diferentes aspectos vitales. Así pues, “la templanza, la vitalidad y la trascendencia del adolescente, son términos a menudo relacionados con este estado de bienestar” (Videra-García y Reigal-Garrido, 2013, p.141). La comprensión sobre cómo es posible el alcance de bienestar por parte del adolescente, y más aún por parte de la adolescente embarazada, se erige como un objetivo fundamental para algunos investigadores y psicólogos evolutivos de la adolescencia. De hecho, la calidad de vida y la mejora del bienestar entre los individuos generan una preocupación constante y ésta es cada vez mayor en la sociedad de consumo (Magro, 2005). Sin embargo, a pesar de haber puesto en funcionamiento múltiples estrategias políticas internacionales, europeas y nacionales destinadas a optimizar ese bienestar, así como la salud reproductiva y sexual de la población adolescente, aún se suceden numerosas gestaciones en esta etapa (Colomer, 2013; Escobar y Escobar, 2013).   17     Damos comienzo pues, a una línea de investigación compleja, que esboza y delimita una etapa de revolución física, psíquica y emocional; una etapa de ambivalencias, de experimentación y, por ende, de búsqueda de respuestas a interrogantes sobre la propia existencia. Especialmente en los países más desarrollados, existe una tendencia bastante generalizada, a prolongar la edad de inicio de la maternidad por diversas circunstancias o situaciones profesionales, económicas y/o sociales (Gómez, Gallego y Díaz, 2002; Solé, & Parella, 2004; Davia y Legazpe, 2013; Rasines y Larrambebere, 2013; Rosales- Silva y Irigoyen- Coria, 2013). Sin embargo, como venimos sosteniendo, esta tendencia colisiona con la realidad de que todavía seguimos manteniendo un elevado número de gestaciones tempranas, las cuales tienen lugar tanto en países desarrollados como en los subdesarrollados. Estas gestaciones continúan suscitando dudas, específicamente para los diferentes tipos de profesionales que están en contacto directo con esta población. Este embarazo no será ajeno a un entorno social específico, es decir, esta gestación tendrá lugar en el seno de un sistema familiar determinado, donde predominarán unas interacciones determinadas entre sus miembros, las cuales a su vez, condicionarán un nivel de dependencia específico entre ellos (Calderón y Alzamora, 2006; Urreta, 2008; Simón y Aznar, 2015; Garrido y Marchán, 2016). Autores como Pacheco-Sánchez (2016) han manifestado que siempre “se ha ubicado el determinante del embarazo adolescente en la desigualdad socioeconómica que conlleva pobreza, exclusión y vulnerabilidad” (Pacheco-Sánchez, 2016, p.57). Sin embargo, este factor económico no sería el único que podría asociarse a un embarazo. Las posibles causas que subyacen a la génesis de estos embarazos “no deseados”, -que es como se suele etiquetar a los embarazos que tienen lugar en la adolescencia-, no pueden vincularse de forma única ni general a un factor socioeconómico. Por el contrario, las causas podrían estar relacionadas con variables múltiples en las que confluirían aspectos culturales, religiosos, sociales y personales, que rodearían e implicarían a la adolescente (Lafuente, 1995 citado en Fernández y Sánchez Cabaco, 2005; Chase, Maxwell, Knight & Aggleton, 2006; Calesso, 2007; Armengol, Chamarro y García-Dié, 2007; Savio Beers y Hollo, 2009; Álvarez et al., 2012). Este embarazo adolescente podría responder y entenderse teniendo en cuenta “la utilización del cuerpo como herramienta”, siendo esta utilización bastante frecuente en   18     la adolescencia. Es decir, el papel que juega la percepción del propio cuerpo en la adolescente, despierta gran curiosidad e interés para los investigadores de esta temática, pues el cuerpo no deja de ser una herramienta en continuo cambio, expresiva y comunicativa (Herrera y Barbero, 2013; Saüch y Balcells, 2013). A través del cuerpo, “el joven decide cómo quiere ser” (Sánchez-Sánchez, 2008). A través del cuerpo expresará cómo se siente y se comunicará, siendo las relaciones sexuales un nuevo modo o vía de comunicación. Paradójicamente, en esta adolescencia y juventud actual, tan condicionada tecnológicamente, es cuando más va a preponderar cierta “infracomunicación, es decir, una falta de entendimiento y de escucha en la comunicación” (Sánchez-Sánchez, 2008, p.51). Una infracomunicación a veces suplida por la utilización del cuerpo como herramienta expresiva y comunicativa. Ante esta “infracomunicación”, tan presente en nuestra sociedad, se vuelve imprescindible conocer por qué es tan necesaria “la escucha activa”. Por escucha activa entendemos aquella habilidad de escuchar no sólo lo que el otro interlocutor está comunicando directamente, sino también sus sentimientos y pensamientos que subyacen a lo que está comunicando (García Higuera, 2009). Esta escucha debe generarse en todo el entorno social en el que resida la adolescente (López-Navarrete, Perea-Martínez, Padrón-Martínez, y Espinoza- Garamendi, 2014). Muchas de estas gestantes pertenecen a ambientes desfavorecidos o a familias con carencias afectivas y/o comunicativas, por lo que “esta escucha activa” precisamente, no debería promoverse exclusivamente en el entorno más próximo familiar, sino también, en todo ese entorno social que la rodea y condiciona. Tal y como afirma Ibáñez (2015), es fundamental saber “escuchar” y además de la escucha, todos hemos de aprender a emplear un lenguaje más próximo y comprensible para ser capaces de “llegar al otro”, pues sólo así nos aseguraremos de que el mensaje que pretendemos transmitir va a llegar a su destinatario tal y como deseamos. Esta escucha además, se torna indispensable, sabiendo que, la adolescencia es un periodo ávido de transformaciones continuas, que conducirán a la adolescente a una reestructuración de sus propias fantasías, ideales e imaginarios (Escobar y Escobar, 2013).   19     “Imaginarios, eslóganes, clichés e iconos invadirán la vida del adolescente y erosionarán la individualidad del mismo” (Sánchez, 2008). En las embarazadas adolescentes, estas fantasías, ideales o imaginarios (“cómo será el bebé, se parecerá a mí, me querrá…”) pueden repercutir positivamente de cara a la maternidad, ya que pueden impulsar a la futura madre a la aceptación de lo que significa “ser madre” y de ese modo, afrontar la gestación de forma más satisfactoria. Como sostiene Pacheco-Sánchez (2016), aunque el embarazo sea accidental y en un principio genere vergüenza, soledad o desconcierto para la propia mujer, esta gestación puede suponer una “afirmación de la propia identidad, reconocimiento social y acercamiento al mundo adulto” (Pacheco-Sánchez, 2016, p. 57). Por esta razón, y a pesar de que se atisbe difícil reconocer que es posible una aceptación de un embarazo a una temprana edad, el posible rechazo inicial puede ser sólo un pequeño eslabón dentro de una larga cadena adaptativa, mediante la cual, la gestante puede ir aceptando el embarazo y, además, puede ir haciendo frente de forma efectiva a situaciones hasta el momento únicas (Lederman, 1996 en Armengol et al., 2006; Peláez Mendoza, 1997). Las experiencias o vivencias de las gestantes, como describen Vázquez, Sánchez, Caicedo y Parrado (2013), tendrán un carácter de “actualidad”, pero esta actualidad, vendrá marcada de algún modo por su “pasado”, es decir, por sus “vivencias pasadas, estructuralmente unidas a las actuales y a las expectativas del futuro” (Vásquez et al., 2013, p.359). Es frecuente, asimismo, observar en su historia de vida algunas carencias en identificaciones familiares o incluso carencias afectivas que pudieron producirse desde su niñez (Climent, 2008; Vásquez et al. 2013; Martínez-Álvarez, Fuertes-Martín, Orgaz-Baz, Vicario-Molina y González-Ortega, 2014). Todas estas experiencias pasadas y presentes van ir moldeando una imagen mental de este nuevo proceso, imagen que será elaborada desde la propia percepción individual. Tal imagen mental evidenciará la valoración que poseerá la gestante sobre dicho embarazo (Pires, 2010). Tal y como describe Pires (2010), en su mente irán tomando forma y consistencia, según su propia idiosincrasia, tres dimensiones. Una de las dimensiones corresponderá al conocimiento de la gestante sobre el desarrollo del feto, otra dimensión, se responsabilizará de la organización psíquica que experimentará la futura madre ante la maternidad, y una tercera, dirigirá su atención al bebé imaginado.   20     Es muy común el que la propia gestante “fantasee con su futuro hijo, piense en el sexo que tendrá, en los posibles nombres, se imagine los rasgos físicos y psicológicos que quizás poseerá, y también que anhele una posible actitud o personalidad del nuevo ser” (Escobar y Escobar, 2013, p.9). De este modo, la evolución y difusión de los diferentes artículos que se han publicado sobre el embarazo adolescente, suponen un avance cualitativo importante en esta temática, especialmente, los que exploran elementos determinantes de este proceso, tales como: la organización psíquica de la gestante, el ambiente, los apoyos o los afectos. Todos esos elementos constituirán un eje trascendental en este estudio. Probablemente, la dificultad en el afrontamiento de esta tarea, sea susceptible de modificarse positivamente si las gestantes perciben el apoyo psicosocial que precisan durante los aproximadamente nueve meses, durante los cuales se prolongará la gestación (Moreira y Sarriera, 2008). Investigaciones como las de: Young, Berkman y Rehr (1975); Bell, Casto y Daniels (1983); Chen, Telleen, Chen, (1995); Nitz, Ketterlinus y Brandt (1995); Davis, Rhodes y Hamilton-Leaks (1997) consideran beneficiosa la aportación del apoyo social a la vida de la gestante. Algunos autores incluso señalan ciertas figuras familiares de apoyo como promotores de bienestar gestante (Chen et al., 1995; Nitz, et al., 1995; Davis et al., 1997; Toomey, Umaña- Taylor, Jahromi, & Updegraff, 2013). Desde el ámbito psicopedagógico y psicosocial, la posibilidad de inclusión de estas gestantes en el entramado de nuestra sociedad es otra cuestión a considerar. En este sentido, podemos vislumbrar menores de edad, que se sienten obligadas a afrontar una gestación exentas de disfrutar siquiera de un tipo de apoyo familiar, social y/o académico-laboral de calidad o conforme a sus necesidades (Dias y Gomes, 2000; Gee, Nicholson, Osborne y Rhodes, 2003; Esteves y Menandro, 2005; Casanueva, 2013). Nuestro planteamiento de investigación emana, por tanto, de todas estas carencias y necesidades que manifiestan, y al mismo tiempo, propone ante ellas el alcance de dos objetivos fundamentales: “conocer cómo es la calidad de vida de las adolescentes gestantes”, el cual se abordará a través de un marco teórico y empírico, y al mismo tiempo, por otra parte, “intervenir activamente en la mejora de la calidad de vida de las mismas”, a partir del diseño de unas conclusiones que favorezcan el desarrollo de un programa de intervención específico dirigido a esta población.   21     Así pues, y una vez efectuado este primer planteamiento de objetivos, a continuación se refleja una exposición de capítulos sobre los que versará el marco teórico de este trabajo. En el primer capítulo, asistiremos a un breve compendio de autores de la psicología que irrumpen en esta temática, quienes además, esbozarán una delimitación conceptual en torno a lo que significa e implica una gestación en la adolescencia. El segundo capítulo ofrecerá una evolución histórica de la realidad del embarazo adolescente, así como una breve descripción de su epidemiología en determinadas comunidades autónomas españolas donde es mayor su incidencia. Para tal efecto, partiremos de los orígenes de la adolescencia, desde la época medieval y Edad Moderna hasta la actualidad. En el tercer capítulo se expondrán los diferentes tipos de cambios específicos y generales, más característicos en estas adolescentes: cambios físicos, sociales y psicológicos, todos ellos conectados a la propia gestación. Al hilo del estudio de su evolución histórica y de su realidad cambiante, el cuarto capítulo versará sobre los modelos teóricos significativos que han ofrecido explicaciones a estas precoces gestaciones, con el fin de hallar posibles causas a las mismas. En el quinto capítulo, se efectuará un recorrido teórico sobre determinados factores específicos, enfatizando la importancia de los mismos en la aparición de un embarazo en la adolescencia. En el sexto capítulo, y partiendo de la realidad psicosocial y el desarrollo gestante, así como de los factores causales que han condicionado el embarazo, se realizará una aproximación a la realidad individual de la adolescente, a su cotidianidad como gestante, a su propia vulnerabilidad y fortaleza. El séptimo capítulo presentará una breve descripción del entorno de la gestante. Este entorno condicionará la evolución presente y futura de la misma. A lo largo del octavo capítulo, y como resultado del análisis del proceso de gestación adolescente y de la influencia del entorno en dicho proceso, se detallarán la incidencia y la implicación del entorno y de la propia individualidad gestante en la   22     aceptación y adaptación del embarazo. Asimismo, conoceremos cómo empieza a “gestarse” esa primera identificación con el rol materno. Del capítulo noveno, se desprenderá una exposición de literatura psicológica específica focalizada en el desarrollo de experiencias de intervención destinadas a mejorar de forma efectiva la calidad de vida de la mujer en su embarazo. Estas intervenciones también pondrán en funcionamiento la prevención de problemas futuros que puedan afectar tanto a los futuros bebés como a las propias gestantes. ¿Qué sucederá en la adolescente, desde un punto de vista psicosocial, para que la adaptación a la maternidad sea posible, aun cuando el embarazo no ha sido inicialmente planificado, esperado ni tampoco aceptado? Está claro que la respuesta estará en consonancia con esta vorágine de cambios descritos, gracias a los cuales, la gestante irá aproximándose progresivamente a la maternidad. Figura 0.1 Síntesis de los contenidos a abordar en el trabajo de investigación. La  gestante   adolescente.     El  entorno  social  que   Adaptación  al    Medidas  y   Características  y   rodea  a  la   embarazo.     programas  de   evolución  de  la   adolescente.     Aceptación,   intervención.   literatura   respecto  al  tema.     Familia,  pareja,   rechazo,  cambios    ¿Pretenden  una   amigos,   de  actitud,   mejora  de  la  Vulnerabilidad  y   embarazadas...     motivaciones...   adaptación  al   fortaleza.   embarazo?   Fuente: Elaboración propia. El embarazo adolescente se vislumbra como un proceso complejo, donde las dimensiones individuales y sociales interactúan entre sí (Dunkel Schetter y Lobel 2010; Araújo, Pires, Carvalho, Canavarro y Dattilio, 2011). Por esta razón, este trabajo de investigación ha considerado la atribución del embarazo adolescente a distintos factores, tornándose vital un estudio multifactorial. Citamos pues, factores de tipo individual, pero también comunitario, donde se incluyen desde: el ambiente físico donde vive la gestante, hasta la calidad de vida actual y anterior a su gestación; pues ambos podrían estar vinculados a un embarazo temprano (Dunkel, 2011, p.535).   23     Figura 0.2 Realidad psicosocial: gestación adolescente Contexto  de  desarrollo   Modelos  explicativos  de  la   psicosocial:  antecedentes  de  la   gestación:   gestación   - Cognitivos   - Comportamentales   - Psicosociales  (historia  de   Gestación  adolescente:  proceso  que  implica  a   vida)     la  adolescente  y  al  entorno   Red  de  apoyo  a  la   gestación   Principales  cambios  más  representativos     adolescente:   § Familia   § Pareja     § Amigos   § Otras  redes  de   apoyo   Estrés   Vulnerabilidad,   preocupaciones   Fortalezas   ges tacional  y   afrontamiento   comunes     Percepción  de  movimientos  fetales,  contacto   Pre ocupación  por  sí  misma     con  nuevo  ser   Preocupación  por  el  bebé     Motivaciones.    Imaginario  de  un  futuro  personal   Preocupación  por  la  dinámica   social  y  laboral  más  óptimo   fami liar  personal  más  próxima   Aceptación  del  embarazo     Apego  madre  e  hijo     Rol  materno       Madurez  y  desarrollo  personal  de  la   Patrones  educacionales  efectivos  y  adecuados   madre             para  el  desarrollo  presente  y  futuro  del  hijo   Fuente: Elaboración propia a partir de todos los autores citados en el marco teórico. En Figura 0.2 está representada toda la información que el marco teórico y el empírico van a sustentar. Son evidentes las repercusiones que tiene “aceptar el embarazo”, “identificarse con el rol materno” y “el apego madre e hijo”, pues como podemos observar, van a determinar la madurez y el desarrollo personal de la madre, así como la afectividad y adecuación de sus patrones educacionales. Este gráfico ilustra ideas que van a ser claves en esta investigación.   24     La red social de la gestante, así como su propia vulnerabilidad y fortaleza determinarán su desarrollo, pero también el de su bebé. Es pues, ese acontecer personal junto al impacto de la red social de apoyo que rodea a la adolescente, los que van a guiarnos en el conocimiento de lo que significa e implica: “el proceso de adaptación a la maternidad”. “El embarazo adolescente será para muchas, un renacer, desde el nuevo ser podrán descubrir nuevos modos de ver la vida, descubrirán su propia plasticidad al amoldarse a nuevas responsabilidades, nuevos sentimientos y pensamientos”.   25       26     Primera parte: Marco teórico               “Es de importancia para quien desee alcanzar una certeza en su investigación, el saber dudar a tiempo.” Aristóteles (384 a. C.- 322 a. C)                   27         28     Capítulo 1 Los “recuerdos de infancia” (…) se establecen solo en una edad posterior (casi siempre en la pubertad), y que entonces son sometidos a un complejo trabajo de refundición que es enteramente análogo a la formación de sagas de un pueblo sobre su historia primordial (…) O sea, como un genuino historiógrafo, procura contemplar el pasado a la luz del presente Sigmund Freud, citado por Urribarri, 2015. CAPÍTULO 1: LA GESTACIÓN ADOLESCENTE EN PSICOLOGÍA “La adolescencia es un período biopsicosocial que podemos situar entre los 10 y los 20 años, donde tienen lugar modificaciones corporales y una adaptación a nuevas estructuras psicológicas y ambientales que conducen el paso de la infancia a la adultez” (Mafla 2008, p.43). Tomando como base teórica el hecho de que tanto la adolescencia como la gestación constituyen un período bio-psico-social en el cual se van a producir diferentes modificaciones, este capítulo tiene como finalidad aproximarnos al conocimiento de esas modificaciones, partiendo del núcleo principal de este trabajo: la gestación en la adolescencia. Específicamente, se profundizará en cómo ha ido consolidándose y extendiéndose el estudio de esta temática a lo largo de la historia. A través de una recopilación de autores cautivados e interesados por el tema, se asumirán y examinarán algunos aspectos que van a caracterizar dos realidades diferentes: “ser adolescente” y “ser gestante”. 1.1. Ser adolescente El término adolescencia procede del latín y significa “crecer o evolucionar a la madurez” (Buxarrais et al., 2012); siendo su descubridor científico Stanley Hall, constituye, además, un período que se extenderá desde los 12 a los 22-25 años aproximadamente. La investigación psicológica más actual comparte la consideración general de que todo adolescente está en transición mental, física y emocional. La adolescencia para Stanley Hall, simbolizaba algo así como el “renacer” de una persona. Stanley Hall, padre del estudio científico de la adolescencia, fue uno de los pioneros en   29     identificar aquellas características propias de la adolescencia, que en otra etapa no prevalecerían, o al menos, con tanta intensidad. En la primera mitad del siglo XX en Europa, la adolescencia apenas sufrió modificaciones significativas, sin embargo, las dos guerras mundiales y las circunstancias que se derivaron de las mismas, sin duda ejercieron un fuerte impacto en todos los adolescentes (Perinat, Corral, Crespo, Doménech, Font, Lalueza, Larraburu, Martínez, Moncada, Raguz & Rodríguez, 2003). Tal y como describen estos autores, obviamente, las trasformaciones que se produjeron en ellos, no solo eran fruto de la sociedad o de los cambios puberales, sino también de los cambios en el desarrollo de su sistema nervioso, los cuales guardarían relación con estas trasformaciones físicas, sociales y psicológicas. Se conjugan pues, las propias “transformaciones intrínsecas” del individuo con las “influencias sociales” dando como resultado que los adolescentes de hoy sean bastante diferentes a los de hace treinta años. Recientemente, Sánchez Basilio (2016), uno de los diversos nutridos autores que asumen la diferenciación entre “adolescencia” y “juventud”, referenciando al Instituto de la Juventud Español, definió “juventud” como una etapa que se extendería desde los 15 a los 29 años. Por esta razón, la “juventud” según Sánchez, confluiría en determinados años con la adolescencia si la comparásemos con los límites que propone también Stanley Hall. La adolescencia, desde una perspectiva psicológica científica, no comenzará a explorarse en profundidad hasta los últimos años del siglo XIX, tal y como recoge García Zabaleta (2004). En la actualidad, además de la “adolescencia” y la “juventud”, la “post adolescencia” es también objeto de interés. La post adolescencia actual se refiere al periodo posterior a los 18 años en el que se sucederán cambios en la vida del post adolescente. Según Padilla, García, Lugo y Vega (2016), en esta post adolescencia, el adolescente puede ser “más vulnerable a continuar inmerso en una tendencia de autoconocimiento y empoderamiento respecto a su salud, y a su vez, al reconocer la presencia de factores culturales, educativos y socioeconómicos que pueden incidir en la adaptación y autocuidado” (Padilla et al., 2016, p.23). Simultáneamente el neologismo actual “adultescencia” (edad adulta emergente) cada vez se utiliza más para referirnos a ese último periodo de la juventud, entre los 25 y 35 años, que se yuxtapone al primer periodo de la edad adulta (Buxarrais et al., 2012).   30     Retomando el tema de la adolescencia, “los adolescentes estarán atrapados en una especie de limbo, entre la niñez y el mundo de los adultos” (Macleod, 2013, p.1312). El criterio madurativo actual establece la edad de inicio de la adolescencia concretamente a partir de las primeras modificaciones puberales, y como edad de terminación, cuando la persona experimenta los cambios comportamentales propios de la vida adulta. De esta forma, autores como Dauvan y Adelsan, en Coleman (1980), pasando por Williams & McGillicuddy-De Lisi (1999), hasta autores más actuales como Rodríguez-Carrión y Traverso (2012) o Garrido y Marchán (2016), inciden en la distinción de una adolescencia temprana, media y tardía, afirmando que: la adolescencia temprana se prolongaría durante los 11-14 años, la adolescencia media desde los 14-17 años y la adolescencia tardía desde los 17-20 (22 años). En Figura 1.1 podemos identificar las diversas relaciones que se producen entre diferentes factores que influyen en nuestros adolescentes y el nivel de salud del individuo como resultado de su confluencia. Figura 1.1 Factores más influyentes en la salud de la población. Factores  de  estructura   social  de  producción   Factores  psicológicos   Factores  médico-­‐sanitarios   Factores  político-­‐económicos   Factores  socio-­‐económicos   Nivel  de  salud     de  la  población     y  del  individuo   Factores                                                               Factores  geográficos   socio-­‐psico-­‐culturales   Factores  demográficos   Fuente: Extraído de: Magro (2005). Percepción de Salud en Adolescentes: relaciones familiares y vinculación (Tesis Doctoral). Capítulo 2: Adolescencia y Salud. P.116.   31     Tal y como formula Pereira (2002), culturalmente la adolescencia está de moda y además cambia a un ritmo acelerado. Cabe preguntarse entonces, qué puede haber sucedido para que tantos cambios sociales sobrevengan en la segunda mitad del siglo XX y modifiquen en tal proporción las características de los adolescentes de estas dos últimas décadas. Asistimos pues, a una adolescencia donde los adolescentes, como sostiene Perinat (2003) “miran hacia el futuro con otra prospectiva”, están además rodeados de tecnología digital e impregnados de cambios vertiginosos producto de la globalización de la economía y de la red de comunicaciones. Existen diferentes factores o elementos que durante la adolescencia serán “protectores” o “desfavorables” para su “ecología-biología”, tal y como recoge Magro (2005) al citar a San Martin y Pastor (1988). Pues, durante el periodo que dura la adolescencia, el sujeto estará expuesto a diferentes factores sociales (las relaciones sociales), factores contextuales (el ambiente), así como factores psicológicos. Como consecuencia, la salud de un sujeto será concebida como un proceso dinámico, variable y colectivo (Magro, 2005, p. 116). En este sentido, en consonancia con el análisis que hemos efectuado sobre la salud de los adolescentes, hallamos diversos autores que defienden un modelo conceptual donde la salud vendría representada en forma de “continumm” donde situaríamos dos polos imaginarios extremos de salud. Figura 1.2. Continuo operacional de salud-dolencia (Magro, 2005). Muerte     Elevado  nivel  prematura   Perdida  de  salud   Buena  salud   de  bienestar   ZONA  NEUTRA   (No  es  posible  distinguir  lo  normal  de  lo  patológico)   Factores  sociales   Fuente: Extraído de: Magro (2005). Percepción de Salud en Adolescentes: relaciones familiares y vinculación (Tesis Doctoral). Capítulo 2: Adolescencia y Salud. P.116. Un polo positivo (elevado nivel de bienestar), un polo negativo (muerte prematura) y una zona neutral (donde no se distingue lo patológico de lo normal)   32     conformarían el continuo operacional de salud que recoge Magro (2005) citando a Hettler (1982), O´Donell (1986) y Ribeiro (1993) entre otros (ver Figura 1.2). El situarnos en la zona intermedia indicaría que estaríamos en una zona neutra donde no sería fácil distinguir lo normal de lo patológico. Una vez reconocida la diferenciación entre “salud y dolencia” en los adolescentes, indagaremos en algunas de sus características más sobresalientes. En este sentido, una de las más sorprendentes será el desarrollo del deseo sexual, que será más acentuado, pues según Cyrulnik (2003) y sus aportaciones respecto a la sexualidad, el adolescente será más sensible a un tipo de información que antes no percibía, al menos con tanta intensidad. Publicaciones de artículos exhaustivos en este tema y de principios de este siglo sugieren que en esta población predominan un desarrollo mayor de la anticoncepción, así como un mayor conocimiento sobre la sexualidad y una mayor aceptación del erotismo (Martínez y Romero, 2004). Las modificaciones puberales y los cambios fisiológicos o morfológicos acompañarán al adolescente en este desarrollo sexual, llevando consigo una apertura a la sexualidad adulta (Perinat et al., 2003). Si bien, la maduración y expresión sexual dependerán de su historia personal y de su personalidad, así como del medio cultural y ambiental en los que se desarrolle. Además de los cambios puberales de la adolescencia, ésta vendrá acompañada de nuevas interacciones entre factores cognitivos, conativos, biológicos, interpersonales y socioculturales (Perinat et al., 2003). Como consecuencia de estas interacciones entre factores y cambios que operan fruto de la pubertad, va a ser una realidad muy común la alteración de la percepción del peso o de la figura corporal. Esta alteración puede desembocar en no saber o no poder juzgar lo que es normal o anormal con respecto al tamaño del cuerpo (Valverde, De Los Santos & Rodríguez, 2010). Un gran número de adolescentes comenzará a inquietarse por los cambios corporales, así como por la propia imagen que mostrará al mundo de sí mismo. Estas imágenes, como describen Perinat et al. (2003), se harán realidad en el contexto social en el que esté inmerso el adolescente, es pues esta imagen del propio cuerpo una imagen multidimensional. Así, dentro de esta autoimagen habrá diferentes   33     formas de sensibilidad: visceral, muscular, epidérmica, las cuales integrarán dicha autoimagen. Existen diferencias entre sexos en cuanto a la preocupación por la imagen corporal. Autores como Valverde, De Los Santos y Rodríguez (2010) describen cómo mientras los varones se preocupan más por tener una imagen corporal donde predomina la musculación, las chicas poseen unos ideales de belleza más asociados a la delgadez. En Figura 1.3 podemos identificar algunos cambios que comenzarán a observarse propios de la pubertad. Figura 1.3 Cambios físicos que acontecen en la pubertad. Cambios  en  la  pubertad     Senos:  el  comienzo  ocurre  entre  los  8  y  los  13  años;  formas  adultas  entre   los  13  y  los  18  años.   Estirón:  comienza  entre  los  91/2  y  los  15  años;  talla  adulta  entre  los  13  y  los     17  años.   En  las  niñas   Vello  púbico:  aparición  entre  los  81/2  y  los  14  años;  formas  adultas  entre  los   12  y  los  17  años.     Menarquía  (primeras  reglas):  entre  los  10  y  17  años;  en  promedio     121/2-­‐13  años.     Testículos:  comienzo  entre  los  9/10  y  los  131/2  años;  maduración  completa:   entre  los  131/2  y  los  17  años.   Pene:  comienzo  entre  los  131/2  y  los  141/2  años;  desarrollo  completo:  entre     los  131/2  y  los  17  años.   En  los  varones   Vello  púbico:  comienza  entre  los  10  y  los  15  años;  realización  del  modelo   adulto:  entre  los  14  y  los  18  años.   Estirón:  comienzo  entre  los  101/2  y  los  16  años;  la  talla  adulta  se  alcanza   entre  los  131/2  y  los  171/2  años.   Fuente: Extraído de: Perinat, Corral, Crespo, Domenech, Font, Lalueza, Larraburu, Martínez, Moncada, Raguz, Rodríguez-Tomé (2003). Los adolescentes en el siglo XXI. Un enfoque psicosocial. Barcelona: UOC. Respecto a la autoestima, tal y como expone Perinat (2003), cabe subrayar que ésta correspondería a la dimensión evaluativa de la identidad e incluiría representaciones de uno mismo, así como también las creencias sobre sí mismo. Además, esta imagen se formará a partir de la infancia. Es decir, es una especie de   34     autovaloración influenciada por las vivencias, la historia personal y la valoración que las personas importantes de su entorno social hacen de él. Como afirman Zapata, Cano y Moyá (2002), los procesos psicológicos implicados en esta autoestima, serán fruto de la historia personal y de las experiencias acontecidas ante situaciones a las que han tenido que hacer frente. Los medios de comunicación están condicionando la valoración que los adolescentes efectúan sobre su apariencia física. Ha de quedar claro que, como indica Perinat (2003), si es una valoración positiva aumentará su seguridad, mientras que si es negativa crecerá la incertidumbre. Es innegable el hecho de que los perfiles de identidad adolescentes quedarán moldeados por la imagen que tengan de sí mismos y por su propia autoestima. Este perfil identitario adolescente, será como plantea Uriarte (2008) diferente al de un adulto, en primer lugar, porque el adolescente se define y describe por las carencias que observa en sí mismo y percibirá el proceso hacia la adultez como un proceso lleno de ganancias a obtener (p.303); mientras que el adulto se define por lo que es, por lo que tiene y por lo que siente en sí mismo. Figura 1.4 Criterios que definen la identidad por orden de importancia.        Identidad  adolescente                Para  ser  adulto   Identidad  adulta   Cualidades  psicológicas   La  responsabilidad  (26.9%)   1º   individuales  (35.9%):   Mejorar  las  cualidades   -­‐ Tener  responsabilidad  -­‐ Cualidades  negativas  (22.5%)   psicológicas  (45%)   (16.3%)   -­‐ Cualidades  positivas  (13.4%)   -­‐ Ser  responsable  (10.5%)   Cualidades  de  la  personalidad   2º   Estilo  de  comportamiento   Independencia  familiar  y   (19.2%)  propio  (17%)   económica  (17.3%)   -­‐ La  madurez  (7.6%)   -­‐ Otras  cualidades  (11.6%)   3º   La  dependencia  (15.8%)   Trabajo  remunerado  (15.6%)   Estilo  de  pensamiento  (14.5%)   4º   La  falta  de  responsabilidad   Tener  más  y  mayores  responsabilidades  (12.1%)   La  independencia  (14%)   5º   Metas  propias  y  disfrutar  de  ser  adolescente  (6.7%)   Formar  una  familia  (6.9%)   Tomar  decisiones  (7.3%)   6º   Seguir  formándose  (5.4%)   Tener  más  edad  (2.6%)   Las  relaciones  sociales  (4.2%)   7º   La  edad  (4.8%)     Forma  de  comportarse  propia  (4%)   La  edad  (2.8%)   8º   La  falta  de  trabajo  remunerado     El  trabajo  (2.7%)  (4.2%)   Las  experiencias  (2.7%)   Tener  familia  propia  (1.2%)   Fuente: Extraído de Uriarte (2008). Identidad después de la adolescencia. Trayectorias y características. INFAD Revista de Psicología 1(1), 295-306.   35     Gracias a esta información, podemos desentrañar y discernir la característica inmadurez que va a identificar a muchas de nuestras gestantes adolescentes, frente a la madurez psicológica característica propia de las adultas. La adolescencia se va a caracterizar por una dependencia, frente a la adultez más identificada con una independencia (Uriarte, 2008). Este autor ha elaborado un cuadro comparativo en el que esclarece los criterios que definirían la identidad por orden de importancia (Uriarte, 2008). Uriarte (2008) subraya también, cómo la identidad adolescente se definiría por los criterios: cualidades psicológicas individuales (35,9%), estilo de comportamiento propio (17%), dependencia (15,8%), falta de responsabilidad, metas propias y disfrutar de ser adolescente (6,7%), seguir formándose (5,4%), edad (4,8%), y falta de trabajo remunerado (4,2%). Las diferencias entre la percepción de identidad adolescente e identidad adulta, se resumen en Figura 1.5. Figura 1.5. Criterios que definen la identidad del adolescente y la identidad del adulto. IDENTIDAD  ADOLESCENTE   IDENTIDAD  ADULTO Se  define  por  carencias  psicológicas   Se   define   por   lo   que   es,   por   lo   que   tiene,  por  lo  que  siente   Inmadurez  psicológica   Madurez  psicológica   Dependencia   Independencia   Sin  responsabilidades   Más  y  mayores  responsabilidades   Orientado  en  el  presente   Orientado  hacia  el  futuro   Fuente: Extraído de Uriarte (2008). Identidad después de la adolescencia. Trayectorias y características. INFAD Revista de Psicología, (1), 295-306. En este sentido, podemos inferir cómo la identidad del adolescente se definiría por carencias psicológicas, inmadurez, dependencia, ausencia de responsabilidades y una orientación al presente. Sin embargo, la identidad adulta se definiría por la definición que podría hacer un adulto de él mismo en función de lo que tiene o siente, de su madurez psicológica, su independencia, sus responsabilidades y su orientación más enfocada hacia el futuro (Uriarte, 2008, p. 304). En otra instancia, si por algo es conocida la adolescencia, es por ser el momento de la vida donde “lo embarazoso es casi la regla” (Kait, 2007). El embarazo y la adolescencia, comparten entonces ciertas incógnitas e interrogantes que le son comunes: ¿es el comienzo o el fin de algo?, ¿es cierre o apertura?, ¿encuentro o despedida? (Kait, 2007).   36     La adolescencia constituye un periodo de transición, como lo es el embarazo. Como expresa Kait (2007), “la adolescencia no es una edad, no es un tiempo, es un espacio definido por una falta de lugar”, la adolescencia constituye pues, un periodo de “egoísmo” de preocupación y focalización del individuo en sí mismo. En esta etapa serán frecuentes los enamoramientos intensos y también, los rápidos desencuentros (Fajardo, Ruiz, Ventura, 2003). Las relaciones románticas entre adolescentes a menudo desplazarán o romperán relaciones familiares (Joyner y Udry, 2000; Soller, Haynie, & Kuhlemeier, 2016), pues ocasionalmente, traen consigo rupturas de relación o violencia dentro de la pareja, todo ello puede repercutir negativamente en la salud mental de los adolescentes (Joyner y Udry, 2000; Soller, Haynie, & Kuhlemeier, 2016; Longmore, Manning, Copp y Giordano, 2016). Soller et al. (2016) han examinado cómo la actividad sexual dentro de las relaciones románticas influye también en la salud mental de los mismos. Estos autores dieron visibilidad a la existencia de unas diferencias de género en cuanto a actividad sexual, así como pusieron en evidencia que esta actividad podía ser inofensiva para la salud mental del adolescente siempre y cuando, la autenticidad de la relación fuese una realidad entre ambos. En esta línea, podemos concluir que, la adolescencia constituye un periodo donde el individuo tendrá la necesidad de encontrar su rol sexual (Sánchez, 2016), siendo ésta, una fase cargada de ambivalencias. En esta dirección, Ana Freud describía la adolescencia como un periodo ávido de conflictos emocionales o desequilibrios psíquicos. Es decir, perfilamos un periodo en el que todo individuo siente y experimenta que ya no es “pequeño”, pero tampoco “se siente adulto”. Esta adolescencia traerá consigo nuevos modos de relación entre el adolescente y la sociedad en la que está inmerso. No podemos obviar, ante estos nuevos modos de relación que, como revelaron Soller et al. (2016), en algunas relaciones entre adolescentes, el ponerse de acuerdo en cuanto a la actividad sexual a practicar puede ser especialmente problemático. Esto ocurre cuando los dos miembros de la pareja, por ejemplo, no están de acuerdo sobre si practicar alguna actividad sexual, o no son capaces de armonizar o acordar cuándo practicarla. Tal y como aseveran Perinat et al. (2003), las estadísticas de las relaciones sexuales entre adolescentes muestran diferencias en función de la clase social, el entorno de residencia y otros aspectos culturales y religiosos.   37     Tal planteamiento nos lleva a dar por hecho, que la adolescencia conformará una etapa de transición hacia formas de comportamiento personal y social propias de la vida adulta. Los adolescentes van a establecer nuevas formas de interpretación de la realidad personal, física, social, de comportamiento y de actuación sobre esa realidad (Fajardo, 2003). Será transcendental en esta etapa la combinación e interacción entre los cambios de tipo corporal y psicológico que harán que, el o la adolescente se muestre irritable, rebelde, e incluso, aturdido (Fajardo Caldera, 2003, p. 40). 1.2. Ser gestante “¿Qué significa e implica ser gestante?, ¿qué tienen en común la gestación y la adolescencia?”. Para dar respuesta a estas cuestiones, hemos de comenzar acometiendo algunas de las heterogéneas acepciones que el término “embarazo” puede englobar, para posteriormente, continuar con su comprensión y definición. De este modo, en términos de: “dificultad”, “encogimiento”, “impedimento”, “falta de soltura en los modales de acción”, podemos aproximarnos a algunos de sus significados más primigenios (Kait, 2007). Heterogéneas acepciones, que permiten simultáneamente, poder caracterizarlo como uno de los procesos más trascendentales para el desarrollo de la mujer. Tradicionalmente, el feto para las gestantes, sean adultas o adolescentes, ha implicado diferentes connotaciones y acepciones a lo largo de la historia, desde ser considerado “el nacimiento de nuevas expectativas”, hasta ser entendido como producto de “los logros no alcanzados por la mujer”, o incluso “el origen de algo nuevo, el surgimiento de una nueva parte de sí misma” (Langer, 1983). A pesar de los sucesivos intentos de aunar planteamientos teóricos o esquemas conceptuales de trabajo con orientaciones precisas y concretas de actuación, el estudio del embarazo desde un punto de vista psicosocial, no ha logrado, sin embargo, la relevancia que debiera y todo ello, a pesar de las evaluaciones y connotaciones que le han rodeado (Weed y Nicholson, 2014). De igual forma, por el contrario, el papel de los mitos en esta temática sí ha sido más que notable. El mito tal y como se originó en los pueblos primitivos, “no sería sólo un relato, es una manifestación de la realidad viviente, que sigue teniendo fuerza en el mundo, especialmente en el destino de muchas personas” (Fajardo y Vicente, 1998, p.48). Pues,   38     a pesar de no tener carácter científico, éste ha obedecido a una realidad histórica, y en este sentido, la presencia de los mismos en el embarazo o en la fertilidad de la mujer, ha sido más que evidente y trascendental. El embarazo y el coito, tanto humano como animal, han sido dos realidades representadas ya desde el paleolítico superior, despertando curiosidad y suscitando un interés continuo. Los santuarios eran lugares donde se enseñaban estrategias de reproducción a “iniciados”, a la par que estos mismos “iniciados”, experimentaban una preocupación característica por temas como la reproducción, el erotismo y la sexualidad. Angulo, Eguizabalb y García (2007) precisaron este hecho, sugiriendo que desde el paleolítico, tanto hombres como mujeres, eran conscientes de su papel en la procreación, y comprendían en qué consistían la fertilidad así como la vida sexual en pareja. “Cópula, preñez y parto, estaban minuciosamente secuenciados en las mentes de nuestros antepasados” (Angulo et al., 2007). Más allá de estas representaciones, el embarazo siempre ha sido considerado un “fenómeno natural” del que surge el nacimiento de un bebé. Si bien, Dana y Marion (1993) precisaron que éste no constituiría un tema baladí, pues durante nueve meses se irá formando una vida nueva. Para Dana y Marion (1993), este embarazo fruto de la unión de dos núcleos de células, será diferente en cada mujer de acuerdo a su historia personal. Cada caso individual tendría muy poco en común con las deshumanizadas estadísticas. Es decir, aunque la edad ideal para dar a luz podría situarse entre los 20 y 29 años, lo acuciante vendría dado por vivir el embarazo de forma responsable, por lo que es preferible ser una mujer gestante de 38 años plenamente consciente y responsable, que una jovencita de 20 años irresponsable (Dana y Marion, 1993). En el siguiente apartado argumentaremos de forma más pormenorizada la importancia y el papel que desempeña una gestación en la vivencia adolescente. 1.3. Ser gestante y adolescente Tal y como afirma Sánchez (1998), “contextualizar históricamente un ámbito de investigación nos ayuda a objetivar sus conocimientos, y a entender la génesis de los pasados o actuales logros, descubrimientos, aportaciones e incluso posicionamientos científicos” (Sánchez, 1998, p. 111).   39     En las últimas décadas, y gracias a la literatura científica sobre esta materia, hemos podido avanzar en el conocimiento de la gestación adolescente (Lafuente, 1995 citado en Fernández y Sánchez Cabaco, 2005; Chase, Maxwell, Knight & Aggleton, 2006; Calesso, 2007; Armengol, Chamarro y García-Dié, 2007; Savio Beers y Hollo, 2009; Álvarez et al., 2012; Garrido y Sánchez, 2016); especialmente, al poner énfasis en el planteamiento de “la edad” como variable que incide y vuelve más “particular” el desarrollo de este complejo proceso (Garret y Tidwell, 1999; Hockaday, Crase, Shelley y Stockdale, 2000; Larson, 2004; Wilkinson, 2004). A pesar de los esfuerzos destinados a la investigación e intervención en este tema, no se ha logrado aún inspeccionar de manera significativa algunos aspectos que rodean esta problemática (Lugo, 2013). Todavía siguen predominando estereotipos y prejuicios en torno a las gestaciones tempranas, se sigue haciendo alusión a las mismas bajo connotaciones muy negativas, perfilando siempre sus limitaciones y los efectos irreversibles que ese embarazo va a suponer para sus proyectos vitales. La OMS considera que el embarazo adolescente constituye un embarazo de riesgo, debido a las repercusiones que éste comprende para la madre, para el feto, así como por las secuelas psicosociales que deja, y particularmente, por las consecuencias que resuenan en su proyecto de vida (Colomer Revuelta 2013, p.261). Colomer (2013) dadas estas consecuencias, sintetizó a través de este gráfico (Fig. 1.6), diferentes factores implicados en la promoción de la salud sexual. Gracias a él podemos identificar cómo las actividades grupales de educación sexual, el asesoramiento individualizado, los servicios de salud o la mejora en la accesibilidad a los métodos anticonceptivos pueden ponerse en marcha y así evitar nuevos embarazos no deseados o incluso reducir los riesgos o repercusiones del mismo.   40     Figura 1.6. Intervenciones en salud sexual en menores de 18 años.   Politicas     nacionales  y   Programas  de  salud  sexual     comunitarias     -­‐ Promoción  de  salud,  marketing     En  relación  a:     social.     -­‐ Salud  sexual.   -­‐ Educación  escolar  en  sexualidad  y   -­‐ Contracepción.     relaciones.     -­‐ Embarazo  en  la   -­‐ Trabajo  comunitario  con  grupos     adolescencia.   vulnerables.     -­‐ Programas  de       detección  de  ITS.       Patrones  y     Servicios  de  salud  sexual     tendencias     -­‐ Detección  y  manejo  de  ITS.   Prevalencia  e   -­‐ Asesoramiento  y  prescripción     incidencia  de:   Redes  de  salud   de  anticoncepción.     sexual  y  -­‐ ITS.   -­‐ Seguimiento  y  apoyo  al  prevención  de   -­‐ END.   ITS  y  END.   embarazo.     -­‐ IVE.   -­‐ Servicio  de  IVE       Factores  sociales       -­‐ Normas  culturales.   Servicios  de  atención  primaria   -­‐ Actitudes  públicas.   de  salud     -­‐ Cambios  sociales.   -­‐ Patrones   -­‐ Consejo  rutinario  individualizado     migratorios.   sobre  prevención.   -­‐ Avances  en  la   -­‐ Detección  y  actuación  en     investigación   adolescentes  de  riesgo   aplicada  a  la  salud.   -­‐ Visita  domiciliaria  a  la  adolescente     embarazada  o  madre.   Fuente: “Prevención del embarazo en la adolescencia”. Colomer y Martínez (2013) En ese apartado, hemos podido dilucidar cómo algunas propuestas del pasado sobre el embarazo aún se siguen sosteniendo, conformando núcleos o ejes de investigación en nuestro presente. Así, en la actualidad, se siguen fomentando y/o actualizando programas que ya se acometían años antes para prevenir los embarazos adolescentes u otras enfermedades de transmisión sexual. Es incuestionable llegar a la conclusión de que, a pesar del progreso acaecido estos últimos años, hemos de prosperar más en cuanto a resultados y propuestas a alcanzar en este ámbito.   41     La investigación publicada en las últimas décadas, coincide en constatar que las consecuencias vinculadas al proceso de gestación durante la adolescencia son múltiples, al igual que los significados que las adolescentes atribuyen a esta maternidad. De igual forma, Escobar y Escobar (2013) advierten que estos significados estarían determinados por instancias psíquicas, las cuales, de manera interrelacionada, darían sentido a este proceso. La adopción del rol materno, por ejemplo, supondría un proceso cognitivo y social aprendido gracias a la interacción, que condicionaría, además, la forma de afrontar un embarazo (Garrido y Sánchez, 2016). Figura 1.7 Embarazo adolescente: implicaciones y consecuencias. ¿Es  Iinalmente  el   Atribución  de   embarazo   signi5icados  a  la   adolescente  un   S e c u e l a s   gestación    resultante   embarazo  de   psicosociales.   de  las  secuelas  y   riesgo?   transformaciones.   Implicaciones   en   el   proyecto  de  vida.   Fuente: Elaboración propia. En el próximo apartado se ofrecerá una visión de la gestación adolescente sujeta a su evolución histórica, no eliminando por ello, el énfasis que merecen los núcleos o ejes que vertebran el estudio de esta temática. No es una tarea sencilla reflejar una estructuración rígida del conocimiento científico acumulado en materia de embarazo adolescente dados los diferentes focos de atención que se han proyectado a lo largo del tiempo. 1.4. Breve recorrido histórico de la gestación y el papel de la gestante en la literatura psicológica y social hasta finales del siglo XX Históricamente, el embarazo adolescente se ha entendido de forma diferente en función de las connotaciones socio-culturales y los mitos que han impregnado diferentes épocas. Así, en la Edad Antigua, en Grecia y Roma, la mujer podía tener como aspiración vital ser “buena madre”, esta aspiración frecuentemente se acompañaba de una falta de reconocimiento de otros papeles de la mujer en la sociedad. A modo de ejemplo, eran   42     los maridos los que aprobaban si podía llevarse a efecto o no un contrato matrimonial (Vallejo, 1998). En Roma, eran los doce años la edad que por derecho una niña ya podía contraer matrimonio, mientras que, en la Grecia clásica, las niñas se casaban con posterioridad a su pubertad, entre los dieciséis y los dieciocho años. Enesco (2015) por su parte, afirmaba que, mientras que en Grecia prevalecía una educación más liberal e integradora, en Roma esta educación liberal perdía relevancia, y era exclusiva para los ciudadanos libres. Si la mujer proseguía después de los 16 años, por ejemplo estudiando filosofía, se vería inmiscuida en un peligro añadido, para ella misma y para su padre, pues este hecho era tachado y considerado una “hazaña” muy próxima al libertinaje. En todas las culturas, desde las más antiguas hasta las más actuales, el proceso de concepción o de aborto, no ha permanecido exento de connotaciones morales, dando lugar a diferentes formas de evaluar la licitud o ilicitud de las prácticas desarrolladas a lo largo de generaciones (Da Costa, 2011). En esta línea, podemos referenciar cómo en Grecia y en Roma, era común el infanticidio en distintas modalidades, una de ellas consistía en abandonar al hijo cerca de un templo religioso (Da Costa, 2011, p.94.). En ocasiones, tal vez por la carencia de métodos anticonceptivos, algunas madres recurrían a esta práctica como medio para eliminar un problema, así como también llevaron a efecto una serie de prácticas peligrosas para su salud física y mental muy próximas al aborto (González, 2015). Las actitudes y conductas durante la Edad Media continuaron en la misma dirección, caracterizándose por una inutilización de métodos anticonceptivos a la hora de mantener relaciones sexuales (Vallejo, 1998; Carañana, 2012), simultáneamente, además, seguían proliferando casos de infanticidio. Los métodos anticonceptivos más usuales eran ciertas drogas abortivas, las tinturas esterilizantes y la creencia en prácticas mágicas como el uso de amuletos (Vallejo, 1998), algunas personas creían que esos amuletos encerraban poderes sobrenaturales (Cartelle, 2000). En la Hispania medieval, según Corrales (2011), tener un hijo para una mujer constituía una forma de alcanzar plenitud, siempre y cuando el momento de tenerlo fuera el adecuado. Cuando el niño no era deseado, el aborto constituía una opción válida. También, se recurría a él, cuando la gestación generaba vergüenza para la mujer. El aborto se podía o no considerar delito o pecado en función de dos criterios: el   43     primero, en función del sexo del bebé, y el segundo, en función del tiempo transcurrido desde que éste nacía (Rubio, 2010). Durante el Renacimiento, las conductas sexuales fuera del matrimonio estuvieron más sometidas a control. En el siglo XVII, el embarazo era considerado “un asunto de mujeres”, siendo ellas las que tenían que afrontar y aliviar su dolor, acompañadas de frecuentes supersticiones y prejuicios sociales (Pires, 2010). Esta restricción característica continuará parte del siglo XVIII, pero sin embargo, no impedirá que muchos jóvenes no esperen hasta los veinticinco y veintinueve años para casarse (Vallejo, 1998). En realidad, los adolescentes y los adultos eran más similares de lo que lo que a la sociedad le importaba entonces reconocer; y es que tradicionalmente, se había asumido la adolescencia de forma separada respecto a la edad adulta (Macleod, 2013). En la edad Moderna, la actitud frente al aborto y la anticoncepción fue bastante ambigua. Ahora bien, en el campo obstétrico se reprobaba el aborto por razones médicas, además de por “motivos de moralidad” (Vallejo, 1998, p.27). La pérdida de un hijo por causas naturales suponía para algunas mujeres: “la decadencia, la esterilidad y la desesperanza” por no poder alcanzar la reproducción, pero para otras, constituía una fuente de alivio (Corrales, 2011). Durante el siglo XIX, el papel de la mujer continuaba relegado al hombre, incluso hasta finales de este siglo podía seguir el varón ejerciendo su voluntad sobre la mujer (Vallejo, 1998). Al mismo tiempo, los avances médicos favorecieron que los demógrafos comenzaran a advertir las consecuencias negativas de los abortos. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, dio comienzo una defensa a favor del aborto voluntario. Será en este siglo, cuando además, se reconozca la adolescencia como el conglomerado de cambios emocionales y sociales que sucederán con posterioridad a la niñez. Ya en el siglo XX, podemos incluso aludir al tema de la promiscuidad en la adolescencia. Precisamente Stanley Hall, defendía que la espera prolongada para la intimidad sexual en la adolescencia daría lugar a una sociedad más civilizada; la promiscuidad suponía entonces, “un deterioro de la sociedad”. Respecto a este tema, autores como Macleod (2013) también sugieren que este enfoque negativo se debió a los cambios acontecidos respecto a cómo la sociedad trataba a las mujeres.   44     De hecho, entre 1950 y 1960, las mujeres eran juzgadas moralmente si se quedaban embarazadas fuera del matrimonio. El descubrimiento y comercialización de la píldora anticonceptiva posibilitaría regular los nacimientos de forma eficaz y segura. De este modo, se produjo una disminución, aunque leve, de los embarazos en el mundo occidental (Pires, 2010). En el siglo XX, dados los avances citados y la influencia creciente de los medios de comunicación, comienza a extenderse el modelo de mujer basado en “madre, esposa y ama de casa”, modelo que va imponiéndose a través de los medios de comunicación   (Pires, 2010). Europa Occidental asiste a principios del siglo XX a un cambio radical de actitud respecto al aborto, el cual con frecuencia se reprueba. Al mismo tiempo, a principios del XX van surgiendo movimientos feministas en Europa que defienden la maternidad libre y responsable (Cifrián, 1986). Figura 1.8 Embarazo adolescente: aspectos relevantes en su evolución. Renacimiento:   En  la  Edad   Infan1cio  y   conductas   carencia  de   En  la  Edad  An1gua:  en   Media:  drogas   sexuales   Edad  Moderna:   Grecia  y   métodos   aborIvas  y   controladas  antes   ambigüedades  en   Roma.     an1concep1v y  fuera  del   torno  a  la   os   amuletos.     matrimonio.     anIconcepción  y  el   Aspiración:   Se  efectúan     En  la  Hispania   aborto.     "ser  buena   medieval  tener   Siglo  XVII  y  XVIII:  el  embarazo  es   En  el  campo  madre".   prácIcas   peligrosas   un  hijo  suponía   una  "cues'ón"  de   obstétrico  se   Matrimonio:   alcanzar  la   reprueba  el  aborto  para  la  salud   mujeres  y  existen   por  razones  médicas   contrato   Jsica  y   plenitud   edades  en  las  que   y  por  moIvos  de   aprobado   psicológica  de   siempre  que   es  más  adecuado   moralidad.     por  el  varón.     la  mujer.     fuera  deseado.     quedarse   embarazada.         Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico elaborado (Vallejo, 1998; Corrales, 2011; Da Costa, 2011; Enesco, 2015; Rubio, 2010; González, 2015…). Tras esta breve introducción histórica, hemos de anticipar que, las primeras referencias específicas científicas de la gestación adolescente que vamos a incorporar, emergieron a partir de la década de los años sesenta del siglo XX. Esta década, se caracterizó precisamente por un creciente control de los embarazos y obedeció a una mejora de la calidad de vida de la gestante y mujer. De hecho, las mujeres pudieron ir progresivamente alcanzando su propósito de ir regulando su fecundidad, emergiendo anticonceptivos orales y otros métodos contraceptivos o dispositivos intrauterinos (Pérez, 2009).   45     Parte de todo este progreso encontró su razón de ser en la utilización de métodos anticonceptivos, pero también, en la medicina preventiva y en el progreso social, pues fueron factores que posibilitaron un aumento del control de los embarazos no deseados (Salguero, 2005). De este modo, en esta década y siglo, en nuestro país el rol materno comenzó a tomar fuerza en forma de cambio positivo para la mujer. Según las autoras Bravo, Figueras y Gómez (2014), a través de revistas y otros medios de comunicación fue extendiéndose el ideal de “perfección maternal”, que subsistió en medio del conflicto entre la tensión que generaba conciliar el papel de la mujer en la economía de mercado, y por otra, el establecimiento de lazos sólidos y fuertes en el seno familiar. Por esta razón, se incrementaron las demandas de los servicios de salud reproductiva, así como las estrategias de reproducción asistida, las cuales posibilitaron que numerosas parejas pudieran acceder a la paternidad satisfaciendo así, su deseo de ser padres (Salguero, 2005). Como subraya este autor, durante la década de los sesenta, fruto de una progresiva y lenta emancipación de la mujer, y junto a una mayor liberalización de la sexualidad, presenciaríamos un gran progreso en torno a la anticoncepción. Respecto a esta temática reproductiva, resulta inevitable precisar la influencia de los medios de comunicación, así como la importancia de la democratización de la sociedad, las cuáles fueron dando paso firme a un mayor control sobre la reproducción (Pires, 2010). Atendiendo a estas consideraciones, Salguero (2005) describe cómo en la España de 1964, anticonceptivos u ovulísticos “reposo del ovario por indicación médica” proliferaron y se recetaban para regular el ciclo menstrual o regular el acné, lo que favoreció a su vez, un mayor control de los embarazos. De ese modo, en 1965 la venta de anticoncepción hormonal a las mujeres que podían acceder a ellas se fue extendiendo. En cuanto a los nacimientos de niños de madres adolescentes no casadas, crecieron espectacularmente en las chicas de entre 15 y 17 años, además en 1960 el 33% de los niños nacían fuera del matrimonio (Flores, González y Huertas, 1997). Macleod (2013) sostiene además, que los medios de comunicación solían emplear el término “embarazo adolescente” de forma negativa, alegando que desde los 70, a nivel mundial, la gestación adolescente fue vista como problemática. Al respecto,   46     podemos referenciar a Sánchez-Pacheco (2016) quien respaldó que existirían diferencias entre unos embarazos y otros, en función de si la pareja disponía o no de recursos necesarios para poder afrontarlo o de la existencia de problemas familiares graves. En 1977, la Encuesta de Fecundidad realizada en España a mujeres de todo el país, registró cómo las jóvenes de entre 15 y 24 años manifestaban mayor conocimiento sobre anticonceptivos eficaces que las mayores de edad, con edades comprendidas entre los 40 y 49 años. Además, el casi 90% de las jóvenes revelaron haber empleado diferentes métodos anticonceptivos, así como expresaron poseer un mayor conocimiento y práctica del “método del ritmo”, de la “lactancia prolongada”, o la “abstinencia periódica”, los “lavados vaginales” o “coitus interruptus”. Simultáneamente, algunos factores que favorecieron la baja fecundidad fueron por un lado, el mayor índice de abortos, así como el mayor grado de continencia en las parejas y en los matrimonios (Salguero, 2005). Los embarazos que se produjeron en esta década, específicamente en adolescentes, se impregnaron de connotaciones muy negativas, ya que muchos de ellos empezaron a ocurrir fuera del matrimonio (Macleod, 2013). De igual manera, a finales de los setenta, y a pesar de todos los avances significativos alcanzados, asistimos a contradicciones en lo que a derechos y deberes de la mujeres se refiere (Aguiar, 2009). A nivel internacional, aún no se habían extendido algunos derechos y deberes, y sin embargo, crecía la producción de artículos que pretendían innovar en la mejora de la calidad vida de las gestantes adolescentes, especialmente la de aquellas que se encontraban en una situación de especial vulnerabilidad. McMurray (1968) promotor de uno de los diseños de proyectos dirigidos a gestantes, fue uno de los investigadores que efectuó su estudio en el ámbito sociocomunitario y diseñó programas de atención para la optimización de la calidad de vida de estas adolescentes. Entre otros autores de esa década, podemos citar a Von Der Ahe (1969), quien verificó la influencia negativa que ejercían factores ambientales desfavorables en una gestación precoz. Todo ello, con el objetivo básico de intentar poner fin a éstos, neutralizándolos de algún modo y haciendo realidad la puesta en marcha de líneas de investigación en torno a las carencias detectadas (Von Der Ahe ,1969). Sus resultados pusieron énfasis en factores ambientales no controlados y en la potente influencia del   47     entorno familiar. Eran comunes en la muestra los hogares rotos por el alcohol y por la enfermedad psiquiátrica. Se teñía así, de graves dificultades, la realidad cotidiana de estas futuras madres, cuya situación probablemente, podría prolongarse o agravarse después de la gestación. Enfermedades psiquiátricas presentes antes y/o durante la gestación, también se relacionaron con estas dificultades. En este sentido, Gabrielson, Klerman, Currie, Tyler y Jekel (1970) indagaron en el tema del suicidio en una población de embarazadas adolescentes con “profundas dificultades”. Justo entre los años 70 y los 80 pudimos asistir a un verdadero crecimiento de servicios sociales destinados a estas gestantes, así como a un desarrollo óptimo de propuestas educacionales como respuesta (Aguiar, 2009). En los años setenta, prosiguió la preocupación respecto a la utilización de anticonceptivos como el DIU (Jekel, Klerman, y Bancroft, 1973), siendo esta medida asimismo, optimizada al ser combinada con terapias de grupo (Goldman, Murphy, y Babikian, 1973). Por su parte Lane, ese mismo año, constató que la anticoncepción para adolescentes sería una de las soluciones al problema del embarazo, considerando el DIU como “una posible salida” para aquellas adolescentes que presentaran unas circunstancias contextuales desfavorables y temieran la posibilidad de olvidar utilizar un método anticonceptivo en futuras relaciones. En estos casos, la perspectiva de investigación adoptada era médica, donde las pacientes (gestantes) sufrían las consecuencias del embarazo, para el que no se encontraban preparadas, - al menos desde una perspectiva biológica-, ni se percibían competentes para la resolución satisfactoria de la maternidad (Guerrero, Chavez, González, Peredo y Karchmer, 1975). Volviendo la mirada a estas décadas, tal y como informan Buxarrais et al. (2012), durante principios de los 70 predominó un activismo político y un compromiso social, “los muros entre la escuela y la sociedad fueron derribados, la edad para votar se bajó en algunos países y los jóvenes exigían derechos y deberes como adultos” (Buxarrais et al., 2012, p.65). Fue a partir de esta década de los 70 cuando la prevención en materia de embarazos no deseados se volvió una constante, pues fue proliferando la puesta en marcha de programas preventivos (Hambridge, 1974).   48     Schnike, (1978), con el fin de poder atender a gestantes de contextos socioeconómicos desfavorables   mediante la construcción de centros especializados, exploró novedosas alternativas donde las características individuales y la educación personalizada jugaban un papel fundamental. Las adolescentes usuarias y beneficiarias de estos centros valoraban en general estos servicios como sumamente funcionales respecto a la atención que les proporcionaban, y a la calidad de vida que pretendían y lograban fomentar (Hansen, Brown, y Trontell, 1976). Es preciso enfatizar, que lo verdaderamente preocupante durante esos años fue que muchos de los programas que se diseñaron (gran parte de ellos a nivel internacional) se quedaban en simples planteamientos y a menudo obedecían a un criterio de segregación y por ende de limitación. Los programas ofertados desde los diferentes contextos públicos y privados pretendían una mayor calidad de vida de estas gestantes, pero finalmente la mayoría de ellos se tradujeron en prácticas relativamente exitosas, pero algo aisladas y puntuales. 1.5. Breve recorrido histórico de la gestación adolescente española en la literatura psicológica y social desde finales del siglo XX hasta la actualidad. “El secreto de la supervivencia reside en saber cómo hacer que un medio hostil se convierta en tu aliado”. Lao Tse (s.VI a.C). A pesar del esfuerzo de todas estas iniciativas e investigaciones internacionales en expansión, los embarazos adolescentes fueron una realidad predominante en nuestro país, especialmente durante los años ochenta del siglo XX. Múltiples estudios reflejaron unas expectativas desfavorables en el ansiado camino hacia el éxito personal de estas futuras madres, al mismo tiempo, que conferían a esta realidad mayor visibilidad. Fue en la década de los ochenta, cuando se concedió especial énfasis a las diferencias que existían entre unos embarazos adolescentes y otros, siendo objeto de interés el conocimiento sobre cómo determinados factores, podrían influir positivamente en ellas. En este sentido, se comprobó cómo aquellas gestantes que durante su infancia y adolescencia recibieron una educación de calidad en su entorno familiar y habían disfrutado de recursos económicos suficientes, eran también las más propensas a alcanzar el éxito personal a pesar de su embarazo (Furstenberg, Brooks- Gunn y Morgan, 1987). En otras palabras, era posible evidenciar ciertos intentos   49     optimistas de percibir la situación como “un evento no tan desfavorable” siempre que se dieran estas circunstancias que podían predisponerlo positivamente. Precisamente, Langer, por la profunda descripción psicológica que realizó de las gestantes, nos hizo partícipes de todo lo contrario, es decir, profundizó en aquellos factores que podían influir negativamente en un embarazo adolescente. Así, el estrés de la mujer podría condicionar de forma negativa el embarazo. Este estrés tan propio de las gestantes se resolvería por la identificación de la mujer con personas significativas, especialmente con la figura materna. A pesar de que en la obra de Langer, la atención principal recaía en la “psique” de la gestante, no obvió por ello, otras corrientes igualmente relevantes y complementarias en el análisis de la gestación. En este sentido, Langer aludió a la influencia del ambiente en el embarazo, y así referenciaba a Margaret Mead, quien además confería al entorno, un papel protagonista sobre la gestación. En determinadas publicaciones especializadas en temas antropológicos, Mead llegó a la conclusión de que frente a las funciones propias de la mujer, cada sociedad exhibía sus propios preceptos. Unos preceptos, a los cuales las gestantes han tenido que ir adaptándose, así, en las sociedades donde el embarazo se consideraba que vendría acompañado de náuseas y el parto de dolores, la mayor parte de ellas sufrían dolores y partos difíciles. Si bien, en aquellas sociedades donde no predominaba tal áurea de tabúes y peligros en torno a la mujer, los embarazos y partos transcurrían de forma diferente y más positiva (Langer, 1983). Margaret Mead, en sus investigaciones, proyectaba cómo en las familias en las que las hijas estaban más o menos influenciadas por el modelo de sus madres, efectivamente, sufrían más o menos respectivamente durante su embarazo. Así, durante el periodo prenatal, algunas de estas mujeres presentaron gran temor al parto ante las protestas de sus madres, mientras que otras gestantes, que eran educadas sin el temor a la gestación, se exhibían frente a él con mayor tranquilidad y no presentaban dichos síntomas (Langer, 1983). En estrecha relación con los elementos reseñados, Mimoun (2004) puso énfasis a la relación que existía entre “la psique de la mujer y el ámbito ginecológico”, pues esta vinculación constituiría un eje conductor capaz de dar respuesta a alteraciones o temores presentes en la sexualidad de cualquier mujer. Damos continuidad a esta década de los 80 con investigaciones como las de Blum y Resnick, (1982), quienes entre otros muchos autores, profundizaron en cómo las   50     adolescentes, a pesar de su corta edad, tenían que tomar decisiones sexuales tan vitales y complejas, por ejemplo, decidir si proseguir con el embarazo o recurrir al aborto, siendo algunas de estas opciones escasamente respaldadas socialmente. En este sentido, ya a principios de los noventa, asistimos a un claro incremento desfavorable en el nacimiento de bebés de adolescentes, entre ellos los de las adolescentes españolas (Antona-Rodríguez, Madrid y Aláez, 2003). En España, durante los años ochenta y noventa del siglo XX, además de promoverse una gran campaña de prevención a favor del preservativo con la finalidad de reducir el VIH, los embarazos no deseados u otras enfermedades de transmisión sexual, asistimos a una especial preocupación por valorar la adaptación de la gestante a este complejo proceso. Investigaciones de los noventa encabezadas por Rhodes, Ebert y Meyers (1994) conformaron sólo una mínima muestra de todo el interés despertado en torno a los apoyos percibidos por las gestantes adolescentes. De este modo, una gran diversidad de soportes personales, académicos y médicos fueron contemplados y examinados de cara a mejorar dicha adaptación (Chen, et al., 1995). A mediados de la década de los noventa, las enfermedades psiquiátricas, las ansiedades de índole depresiva y otras preocupaciones en torno al parto, conformaron nuevos focos de atención científica. Destacamos aquí, trabajos como los de Nath et al. (1991), Thompson y Peebles-Wilkins (1992) y Nitz et al. (1995), Gómez y Díez (1988) quienes revelaron cómo las gestantes jóvenes de entre 15 y 18 años eran las más susceptibles de padecer las consecuencias negativas de un embarazo. Gómez et al. (1988) sostuvieron además, que esta gestación prematura repercutiría en los resultados neonatales, escasamente similares a los de cualquier otra gestante no adolescente. No obstante, respecto al suicidio, aún en 1997, no existía ningún estudio en España lo suficientemente sólido como para abordar la relación entre el embarazo adolescente y el suicidio durante el mismo. Tal y como se desprende de todo lo citado, resulta no excepcional, que la literatura científica vinculada a este tema, se centrase en explorar el papel que el apoyo social podía tener en una gestación de este tipo. Schuster, Kessler y Aseltine (1990) sugirieron que el apoyo familiar iba a determinar el ánimo depresivo de las gestantes adolescentes. Al mismo tiempo, en esta década autores como Nath et al. (1991),   51     Thompson y Peebles-Wilkins (1992) y Nitz et al. (1995) reflexionaron acerca de la influencia que este entorno familiar podía ejercer sobre el estrés de la misma. Por supuesto, el interés de investigación despertado en torno a estos apoyos, no eclipsó la investigación creciente que se estaba produciendo y que actualmente se produce, en torno a la influencia del propio individuo en el proceso de gestación. Así, en el siglo XXI, la maternidad adolescente empezó a ser considerada como una experiencia vital más en la vida de las mujeres, que conduce a transformaciones drásticas en el estilo de vida de las mismas (Aguiar, 2009). En materia de apoyos, autores como McDonell, Limber y Connor-Godbey (2007) hicieron visible la importancia de enfatizar trabajos más cualitativos y de carácter longitudinal, así como manifestaron la necesidad de diseñar, desde un punto de vista social, proyectos más específicos de apoyo a la gestante. En esta línea, y frente a esta situación, autores como Díaz Sáenz (2013) pusieron en marcha programas y proyectos de atención a gestantes donde se abordaban una psicoeducación y un acompañamiento psicológico, con el fin de garantizar una excelente atención médica y profesional. Las controversias continuaron y otros artículos publicados en esta línea incidieron en el apoyo familiar (Sgarbossa y Ford-Gilboe, 2004), así como en el apoyo proporcionado por las amistades de las gestantes adolescentes y otras figuras emergentes surgidas en su mayoría, fruto de las redes sociales (Suler, 2004; Subrahmanyam, Smahel y Greenfield, 2006; Subrahmanyam, Reich, Waechter y Espinoza, 2008; Fajardo y Casanueva, 2010). Al mismo tiempo, autores como Brosh, Weigel & Evans (2009) arrojaron más luz al estudio de la evaluación de estos apoyos citados, con el objetivo de analizar los tipos de apoyo que las embarazadas recibían y comprobar si gracias a éstos, podrían alcanzar sus metas educativas y profesionales. Es evidente que el apoyo obstétrico también es necesario, sin embargo, no es suficiente, éste debe complementarse con una atención adicional (Lisles, Williams, Brunsdon, y Batstone, 2011), de esta forma, lograremos maximizar el bienestar y el desarrollo de la gestante. Proyectos como el de acompañamiento psicológico o el de reestructuración cognitiva fueron altamente beneficiosos de cara a maximizar dicho bienestar (Díaz Sáenz, 2013). Pues, gracias a ellos, el embarazo adolescente dejaba a un lado estereotipos negativos dando paso a una concepción en la que era posible una vida satisfactoria.   52     Todas estas experiencias e intervenciones preventivas o posteriores al embarazo fueron beneficiosas, pues todas ellas independientemente de que su expansión fuera lenta o que su ámbito de aplicación fuese reducido, permitieron al menos en parte, reducir las consecuencias adversas del comportamiento sexual irresponsable, mejorar la calidad de las relaciones sexuales que se producían entre los jóvenes, e incluso facilitar su óptima incorporación a la vida adulta (Colomer, 2013). En Figura 1.9 se pueden identificar algunos de los puntos clave que predominaron en las últimas décadas en torno a la investigación sobre el embarazo adolescente. Figura 1.9. Puntos clave en el embarazo adolescente desde el 1980 hasta la actualidad.   Años  80  del  siglo  XX:     Principios  del  siglo  XXI.    Finales  de  los  años  80  y     Se  concibe  el  embarazo  adolescente   Expectativas  desfavorables  en   principios  del  90  del  siglo  XX:     torno  al  embarazo  adolescente.       como  proceso  complejo,  A  pesar  de  la  difusión  de   multifacético,  místico  y  holístico.     Los  artículos  que  emergen   anticonceptivos  se  suceden   proponen  soluciones  sobre   Se  suceden  los  artículos  que  numerosos  embarazos   cómo  lograr  que  puedan   exploran  las  consecuencias  sociales  adolescentes.     alcanzar  el  éxito  personal.     de  afrontar  un  embarazo.  Preservativos  para  reducir  el  VIH  y   Condicionantes  sociales  y   Se  extienden  y  se  concretan  las  embarazos  no  deseados.     familiares  determinan  el  tipo  de   necesidades  de  educación,  las   embarazo.     Proliferan  artículos  sobre  las   carencias  que  puedan  presentar  y  enfermedades  de  índole  depresiva   se  proponen  recursos,  así  como   Comienza  a  multiplicarse  el  uso   en  torno  a  embarazos  no  deseados.     programas  de  intervención  para   de  anticonceptivos  .   Implicación  del  marco  social    para   reducir  estos  embarazos.         la  mejora  de  su  realidad.     Perspectivas  más  optimistas  hacen   aparición.     Fuente: Elaboración propia a partir del capítulo 1.5 (Blum y Resnic, 1982, Langer  ,   1983,  Suler, 2004; Subrahmanyam, Smahel y Greenfield, 2006; Subrahmanyam, Reich, Waechter y Espinoza, 2008; Fajardo y Casanueva, 2010, Colomer, 2013…). En estas experiencias e intervenciones preventivas el apoyo de la pareja resultaba fundamental. Actualmente, el papel de la pareja en el embarazo es explorado dados los efectos tan positivos que tiene en el desarrollo del mismo. Garrido y Sánchez (2016), a raíz de una serie de observaciones realizadas en materia de gestación adolescente llegaron a concluir que, el disponer de una pareja con la que poder compartir responsabilidades, favorecería el que la gestante desarrolle su rol materno de forma más satisfactoria.     53       54     Capítulo 2 “Parece pues, existir en la mujer un deseo instintivo de ser fecundada y concebir un niño". Marie Langer, 1985, p.32. “La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy". Séneca.  4 a. C.-Roma, 65 d. C. CAPÍTULO 2: EPIDEMIOLOGÍA Y CARACTERÍSTICAS PSICOSOCIALES DE LA GESTACIÓN ADOLESCENTE EN LA ERA ACTUAL. El embarazo adolescente en esta segunda década del siglo XXI, se presenta adquiriendo connotaciones y matices muy diversos, que exigen un cuestionamiento del verdadero papel que tiene el apoyo social, así como la política de cada país y continente. A continuación, se proporcionará una breve aproximación a la actualidad y epidemiología de la gestación adolescente. 2.1 Breve aproximación a la actualidad y epidemiología de la gestación adolescente en el mundo. La maternidad y el embarazo en la adolescencia, han sido objeto de investigación científica especialmente en las últimas décadas. Aproximadamente 14 millones de mujeres adolescentes de todo el mundo de entre 15-19 años dieron a luz un niño en 2009, lo que corresponde al 11% de los nacimientos anuales (OMS, 2009). Según la ONU, las complicaciones en el parto son las principales causas de muerte en mujeres de entre 15 y 20 años en países en vías de desarrollo. El estar casadas en algunos países supone para las mujeres, no sólo una mayor calidad de vida, sino también mayores posibilidades de educación ante un futuro incierto. A principios de este siglo, tal y como apuntaba Perinat (2003), era ingente la cantidad de adolescentes que se quedaban embarazadas sin desearlo en nuestro país. Asistíamos simultáneamente en ésta y otras sociedades desarrolladas a unas relaciones de pareja débiles y a hogares disfuncionales donde las adolescentes experimentaban soledad e incluso podían vivir en la indigencia (Perinat, 2003; Calderón, 2006; Mendoza 2015; De Pedro y Fernández, 2014; Hernández, 2015).   55     De acuerdo con las Naciones Unidas, cada año 16 millones de niñas en el mundo menores de 18 años dan a luz, lo que representa más del 10% de los nacimientos en todo el mundo (Dickens, 2015). Tal y como refleja Dickens, a partir del documento publicado por El Comité de la FIGO sobre cuestiones que afectan a la disciplina de obstetricia, ginecología y salud de la mujer; los embarazos adolescentes se producirían debido a la exposición temprana a la actividad sexual, especialmente en las regiones de renta alta o dentro de los matrimonios precoces de ciertas culturas y grupos étnicos. A nivel mundial y tal y como recoge Garrido (2016), “cada año nacen 13 millones de niños de mujeres menores de 20 años de edad, más del 90% (11,7 millones) procedentes de países en desarrollo y el 10% (1,3 millones) restante de los países desarrollados (Organización “Save the Children” 2007)”. La OMS y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en 2011 elaboraron unas directrices sobre la prevención de los embarazos precoces y la reducción de resultados negativos para la reproducción. Las directrices incluyeron seis objetivos principales que citamos textualmente: Figura 2.1 Breve descripción de objetivos sobre la prevención de embarazos precoces. Objetivos  sobre  la  prevención  de  embarazos  precoces.   Reducir  el  número  de  matrimonios  antes  de  los  18  años.   Fomentar  la  comprensión  y  el  apoyo  a  fin  de  reducir  el  número  de  embarazos  antes  de  los   20  años.   Aumentar  el  uso  de  anticonceptivos  por  parte  de  las  adolescentes.   Reducir  las  relaciones  sexuales  forzadas.   Reducir  los  abortos  peligrosos  entre  los  adolescentes.   Incrementar  el  uso  de  servicios  especializados  de  atención  prenatal,  en  el  parto  y  posnatal.   Participar   en   diversas   iniciativas   junto   con   organismos   y   programas   conexos,   como   la   iniciativa    H4   en   la   que   también  participan  ONUSIDA,  UNFPA,  UNICEF,  ONU  Mujeres   y   el   Banco  Mundial.  La  iniciativa  tiene  por  objeto  acelerar  el  progreso  hacia  la  consecución  del   Objetivo  4  de  Desarrollo  del  Milenio  (reducir  la  mortalidad  infantil)  y  el  Objetivo  5  (mejorar   la  salud  materna)  para  2015.   Fuente. Directrices de la OMS y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). La OMS proporciona apoyo financiero y técnico a los gobiernos con el fin de poder abordar las causas de la mortalidad y morbilidad maternas, neonatales e infantiles,   56     entre ellas la desigualdad de género, el matrimonio prematuro y el acceso limitado de las niñas a la educación. Según Whitworth y Cockerill (2016), el embarazo en la adolescencia implicaría serias consecuencias, tanto para la madre, como para el feto. A nivel mundial, alrededor de 50.000 niñas adolescentes mueren cada año durante el embarazo y el parto, y las últimas estimaciones disponibles sugieren que alrededor de 1 millón de bebés nacidos de mujeres adolescentes mueren antes de cumplir un año. Más allá de las cifras que puedan aproximarse a las gestaciones adolescentes y contextualizando el planteamiento en una sociedad desarrollada, cabe preguntarse cuáles serán las posibilidades de educación y de calidad de vida de estas adolescentes que afrontan una gestación temprana. Atendiendo a este planteamiento, algunos autores ofrecen pinceladas sobre la maduración cognoscitiva de la adolescente y cómo ésta jugará un rol importante. No debemos obviar, que la adolescencia es un periodo apto para una maduración cognoscitiva, la cual implicará en la mayoría de los adolescentes, la capacidad para pensar de manera lógica. Sin embargo, esta maduración cognoscitiva no tiene por qué venir acompañada de una madurez psicosocial (Martínez y Romero, 2004). Estudios científicos en esta línea, muestran cómo se está produciendo un retraso de la pubertad y un avance de la edad adulta psicológica entre los adolescentes. Sin embargo, “el ritmo del cerebro parece ralentizarse y hacerse más complejo, alcanzando de forma más tardía un desarrollo total” (Buxarrais, Feixa, García-Mila, Garrido, Giner, Martí, Martín, Nomen, Paula y Tei, 2012, p. 70). Es evidente que internet está contribuyendo a esa modificación, desarrollo y comunicación de nuestros adolescentes (Robles-Bello, 2013). Sin duda, en la actualidad, caracterizar a las gestantes adolescentes de nuestro país o de otros países desarrollados europeos, implica conocer desde cómo es su maduración (cognoscitiva), hasta la influencia que ejerce sobre ella toda esa vorágine de cambios tecnológicos que están actuando. Tras los datos que refleja Europa, nadie discute que en España las TIC han supuesto un elemento indispensable y un eje de organización social, política y económica (UNESCO 2005 en Seybert, 2011; Sánchez-Teruel y Robles-Bello, 2013). Sánchez Teruel y Robles Bello (2013) consideran que aún hay luces y sombras respecto   57     a este tema, entre las luces, podemos subrayar que la proporción de hogares de la UE con acceso a Internet alcanzó un 73% en 2011, y que más de la mitad de los individuos (56%) de la UE empleaba Internet todos los días o casi todos los días. Internet se ha posicionado como un eje central a partir del cual se está estructurando una nueva sociedad y un “nuevo modelo social basado en la información, inmediatez y comunicación como elementos de cohesión” (Sánchez Teruel y Robles Bello 2013 p. 14). En la adolescencia especialmente, es cuando se produce un mayor incremento, empleando estas nuevas tecnologías digitales para fines de comunicación e información, así como para fines lúdicos, de ocio (chatear, jugar, bajar música y películas) o fines educativos (obtener apuntes, buscar información para complementar…). La imagen que tiene la sociedad desarrollada y tecnológica de la gestante adolescente, es la de una mujer que va a carecer de recursos económicos y de habilidades profesionales (Chase et al., 2006). Gran parte de estas gestantes permanecerán en el domicilio familiar y disfrutarán de cierta ayuda familiar, vivirán con sus padres, quienes a su vez, podrán facilitarles el poder continuar los estudios y al mismo tiempo, podrán satisfacer la necesidad de apoyo que precisarán durante la maternidad (Chase et al., 2006). Las adolescentes estarán, por tanto, condicionadas por la estructura de oportunidades que la sociedad les brinde (Miño-Worobiej, 2008), pero también, por la imagen que esta sociedad les devuelve de ellas mismas. Si bien, atendiendo a artículos recientes de principios de este siglo, también podemos hacer alusión a un embarazo adolescente que puede manifestarse en todos los grupos sociales y económicos. Sin embargo, es frecuente localizarlo en las clases sociales más desfavorecidas, pues, con frecuencia, este embarazo suele vincularse a un escaso nivel de formación y a un bajo rendimiento escolar, especialmente en mujeres menores de 20 años (Martin-Loeches et al., 2002). Son numerosas las investigaciones llevadas a efecto en torno a los estudios o al trabajo que desempeñan estas adolescentes. Al respecto, vamos a enumerar algunas de las conclusiones de tales investigaciones, que consideramos de gran interés para nuestro tema. Mientras que un número de artículos tenderá a relacionar la gestación con el abandono escolar, lo que además dificultará su acceso futuro al mundo laboral; otros han reflejado cómo estas gestantes proseguirán sus estudios aunque con grandes   58     dificultades (Stevenson, Maton, Kenneth, Teti y Douglas, 1998; Svoboda, Shaw, Barth y Bright, 2012). Esta situación conduce a una mayor dependencia de la propia familia, y en consecuencia, implicará una mayor dificultad para lograr la independencia y la autonomía, generando asimismo conflictos familiares y personales (Black y Nitz, 1996; Espinoza, 2011). Si efectuamos una comparación de la tasa de embarazos adolescentes entre algunos países europeos, Portugal ha sido uno de los que ha mostrado una tasa más alta de embarazo adolescente y hasta hace unos años, sólo fue superada por Reino Unido (Eurostat 2004 citado por Araújo et al. 2011). Aunque este fenómeno ha sido un tema de preocupación en todo el mundo, su visibilidad ha sido creciente especialmente en los países desarrollados. Reino Unido continua presentando una de las tasas de embarazo más altas de Europa, concentrándose éstas en las zonas socialmente más desfavorecidas del país (Oficina Nacional de Estadísticas, 2015 citado por Grossman, Charmaraman y Erkut, 2016). “La mayoría de estos embarazos no son planificados, aproximadamente la mitad, y todo ello aunque tenga como resultado el nacimiento de un niño, debe ser un motivo de preocupación, pues es un tema controvertido” (Grossman et al., 2016, p.177). Si bien, tal y como manifiestan Whitworth y Cockerill (2016), en el Reino Unido, específicamente en Inglaterra y Gales, la tasa de menores de 18 años embarazadas ha descendido notablemente en comparación con 2010. Pues 34,3 mujeres de cada mil estaban embarazadas en 2010, mientras que en 2011 fueron 30,9 mujeres por cada mil concepciones (entre 15-17 años de edad). A nivel mundial, el embarazo adolescente continúa siendo un problema común, presentando una incidencia más significativa en determinadas zonas geográficas, especialmente en las menos desarrolladas. A esta conclusión podemos llegar fundamentándonos en los resultados obtenidos por Sedgh, Finer, Bankole, Eilers y Singh (2015), quienes tuvieron por objeto examinar las tasas de embarazo y sus resultados (nacimientos y abortos) en una muestra amplia de adolescentes de entre 15 y 19 años de edad y de niños de entre 10 a 14 años de 21 países. La tasa de embarazo en Estados Unidos entre las jóvenes de 15 a 19 años de edad fue la más alta (57 embarazos por cada 1.000 mujeres) y la más baja se dio en Suiza (8). Las tasas fueron más elevadas también en México y en los países de África, sin embargo, entre los países con pruebas más fiables, la tasa más alta se hallaba entre los 10 y 14 años de edad y tenía lugar en   59     Hungría. En países como Haití, Zimbabwe, Tanzania o Paraguay a principios de este siglo sólo un 12% de las adolescentes mujeres usaba anticonceptivos (Raguz, 2003 citado en Perinat et al., 2003). No podemos dejar de lado el hecho de que las tasas de natalidad entre los adolescentes de países desarrollados han disminuido de manera constante durante la última década y aunque la razón exacta sea aún incierta, el aumento de la accesibilidad a la anticoncepción eficaz es una de las principales razones que se especulan (Elfenbein y Felice, 2003; Treffers, 2003 citados por Malabarey, Balayla, Klam, Shrim, & Abenhaim, 2012). Si bien, la maternidad sigue siendo un tema sumamente preocupante tal y como aseveran autores como Raguz (2003) en Perinat et al. (2003), o incluso autores más recientes como Okumura, Maticorena, Tejeda y Tristán (2015); pues es la principal causa de muerte entre mujeres de entre 15 y 19 años en muchos países  (Sina, Valdivieso, Del Pino, 2003; Raguz, 2003; León, et al. 2008; Okumura, Maticorena, Tejeda y Mayta, 2015). A través de internet, el conocimiento y el acceso a la sexualidad cada vez está más presente entre los adolescentes (Calesso, 2007). Esta situación origina que puedan establecer contacto con imágenes, vídeos o expresiones sexuales desde una temprana edad. Esta autora expone además que debido a esto, el adolescente se siente presionado socialmente para la iniciación sexual. Si bien, diferentes investigaciones apuntan que el comportamiento sexual de los adolescentes está influenciado tanto por aspectos biológicos como por los socioculturales (Ospino y Rodríguez, 2016). En este sentido, Subrahmanyam, Greenfield y Michikyan (2015) exploraron las relaciones significativas que podían existir entre la adolescencia y los medios de comunicación social. Una de las principales preocupaciones respecto a este tema era la idea de privacidad (García, García y López de Ayala, 2016). Diversos artículos indican que los adolescentes hacen uso consciente de estas redes sociales y tienen la capacidad suficiente como para controlar el acceso a su propio perfil, así como interactuar con los demás de forma regulada (Madden, Lenhart, Cortesi, Gasser, Duggan & Smith, 2013; citado por García et al., 2016). Las gestantes adolescentes, también accederán a estas redes, exhibiendo al mismo tiempo, competencia suficiente para interactuar con otras personas.   60     Todos estos datos que reflejan las estadísticas mundiales y nacionales nos llevan a poder aseverar que no hemos podido conseguir aún que los adolescentes de nuestro siglo sean competentes en materia de salud sexual y reproductiva a pesar de la vorágine de contenidos e información que están a su disposición. Además se siguen reproduciendo notables diferencias entre las regiones del mundo en cuanto a las relaciones sexuales, a la edad de contraer el matrimonio e incluso en el uso de anticonceptivos. Esta brecha entre unas zonas y otras, o entre los países desarrollados y subdesarrollados, como apunta Raguz (2003) en Perinat et al. (2003), puede explicarse por esa diferente protección sexual reproductiva. Estas gestantes no dejan de ser adolescentes que se inician en la actividad sexual y están consolidando continuamente habilidades de relación con sus iguales. Como indica esta autora, están iniciando un proceso en el que la formación de su identidad confluye con la necesidad de desarrollar su individualidad en el ámbito familiar, de amistad y de pareja. La variabilidad, por tanto, queda al servicio de estas gestaciones, en las que predominarán, por un lado, gestantes que necesiten incorporarse a un grupo para desarrollarse como ellas desean, y por otro, aquellas que precisen la compañía de la pareja o de una persona exclusivamente. 2.2 Actualidad del embarazo adolescente en España Entre los problemas a los que se expone la juventud, el embarazo no deseado es uno de los que más interés suscita en nuestro país, especialmente, por el impacto que genera en el estilo de vida de las gestantes, y por la repercusión física, emocional y económica que supone. En España cada vez más los adolescentes se inician antes en las relaciones sexuales. Según un artículo periodístico del diario ABC a fecha de 25 de noviembre de 2016, un 33% de jóvenes con edades comprendidas entre 16 y 21 años que ya habían tenido relaciones sexuales habían experimentado diferentes problemas sexuales. Entre estos problemas podemos mencionar tanto la disfunción eréctil como los problemas vinculados con el alcance del clímax. Cada vez más, un mayor número de adolescentes afirman no poder tener relaciones plenas en los tres primeros años de relación.   61     Asimismo, asistimos a una realidad nacional donde los adolescentes y jóvenes prefieren buscar información sexual en internet. Si bien, no todas las páginas web incluyen una información 100% veraz. Existen páginas web dedicadas a temas emocionales o de sexualidad, en estas páginas predomina un gran volumen de información, sin embargo, los adolescentes en su mayoría desconocen con certeza de donde proviene la fuente o si esta es científica. En España, el número de embarazos en menores de 17 años fue en progresivo aumento desde el año 2000 hasta el 2010. Las causas del embarazo han sido por lo general, escasamente entendidas (Álvarez et al., 2012). Hemos de insistir en que, a partir de 2000, concretamente en 2004, la incidencia de gestantes adolescentes sumó un total de casi veinticinco mil embarazos entre adolescentes menores de 19 años, de los cuales casi la mitad fueron interrumpidos, casi trece mil. Tal y como presenta Ibáñez Blanco (2015) actualmente, según el (INE) a fecha de 2013, “la edad a la que las mujeres tienen su primer hijo es de 30,2 años por término medio. Además, la edad media continuó ascendiendo y llegó a los 31,7 años (32,2 entre las españolas y 29,1 en extranjeras). Estas cifras se han mantenido más o menos estables hasta la actualidad “(Ibáñez-Blanco, 2015; p. 4). Según el INE, tras el ascenso que se produjo entre 1996 y 2008, la tasa de embarazos fue disminuyendo hasta llegar a 2010 a cifras de 2,5/1000 a los 15 años y 20,7/1000, a los 19 años. Entre un 60% y un 90% de estos embarazos no fueron deseados pese a que existían variaciones según el entorno sociocultural analizado (Colomer Revuelta, 2013). Ibáñez Blanco (2015) basándose en datos del INE (2013), recogió cómo en España, “la edad media de tener un hijo sería los 31’7 años, esto se debe a un cambio en la mentalidad de la sociedad española, en la que se opta por tener primero una estabilidad laboral y económica” (Ibáñez Blasco, 2015; p.11). Gracias a las investigaciones efectuadas por Raguz (2003) y a partir de una organización no gubernamental (REDESS-Jóvenes) dedicada a la salud sexual y reproductiva, se pudo verificar cómo a pesar de que los adolescentes españoles pudieran conocer los diferentes métodos anticonceptivos no se protegían suficientemente en las relaciones, pues entre otras razones se hallaron las siguientes: afectos mediatizados por   62     las relaciones, incapacidad para ejercer determinación, ausencia de poder de negociación o incluso por necesidad de dar sexo para obtener amor. Los datos recogidos en encuestas oficiales sobre el comportamiento sexual y reproductivo de los adolescentes españoles coinciden en acentuar una mayor exposición a un embarazo no planificado, un aborto, o a una infección de transmisión sexual (Colomer Revuelta, 2013). Nuestros adolescentes en general, todavía no toman decisiones adecuadas en materia de sexualidad, manteniendo vivos ciertos mitos como considerar la “marcha atrás” un método anticonceptivo parcialmente seguro, y además utilizado, tal y como sostuvieron el 34,9 % de los adolescentes encuestados en 2008 (Cordón-Colchón, 2008). En España como en el resto de Europa, se ha registrado una edad de inicio a la actividad sexual entre los 14 y los 16 años. Los embarazos no deseados, abortos y enfermedades de transmisión sexual, son resultado de las prácticas sexuales de riesgo que aún prevalecen. Entre las variables de riesgo destacamos también el consumo de sustancias y el número de parejas sexuales (Míguez-Burbano et al., 2001; citado en Carratalá, 2013). Macleod (2013) tilda la educación sexual actual como insuficiente, de modo que aunque se haya intentado retrasar el inicio de las relaciones sexuales, o mejorar el uso de los anticonceptivos, prevenir el embarazo no deseado, o incluso reducir la aparición de enfermedades de transmisión sexual, continúan siendo un imposible y una constante para la que no hay una única solución eficaz. De hecho, se ha extendido el diseño de programas y, sin embargo, gran parte de ellos muestran ineficacia (Macleod, 2013). Si bien, tal como señala Shepard (2000) citado por Sagaz (2003), la principal barrera que nos encontramos al hablar de gestación adolescente no es el acceso a escasos servicios o a información en materia sexual o la ausencia de leyes o políticas españolas al respecto, sino que residiría en las representaciones y actitudes culturales acerca de la sexualidad y la reproducción que presentan los adolescentes. Parece ser que las limitaciones residen en esas actitudes, en esos prejuicios y en las representaciones que han elaborado sobre la sexualidad (Gonzalez y Castellanos, 2014; Estefenon & Eisenstein, 2015). En lo que respecta a los abortos, entre las españolas menores de 18 años que se quedaron embarazadas en el año 2001, un 21% recurrió al aborto. En 2004, los datos   63     fueron aún más alarmantes, dado que los resultados reflejaron una tasa de 50% (Consejo Superior de Investigaciones Científicas – CSIC, 2006). Los datos publicados por el Ministerio de Sanidad indicaron que el número de abortos realizados en nuestro país había aumentado en un total 115.812 IVE en 2008, con un incremento de 3.675 con respecto a 2007 (García, Piñana, Cánovas, Luquín, Muñoz y Piñana, 2011). Un aumento de las dificultades psicológicas se detectó a raíz de estas investigaciones, ya que solían manifestarse a posteriori de estos abortos. Calesso (2007) exhibía cómo Cataluña era entre todas las comunidades autónomas españolas, la que contaba con un mayor índice de embarazos entre adolescentes. Simultáneamente, esta autora subrayó cómo las prácticas de riesgo estaban fuertemente asociadas a desventaja social, existiendo multitud de factores individuales, familiares y de comunidad que se habían identificado. Para abordar este problema se han empleado numerosas estrategias de prevención primaria, como el marketing social para la promoción de la salud sexual en la adolescencia (Colomer, 2013). En general, la actualidad de la gestación adolescente en nuestro país, podría fundamentarse en el embarazo que tiene lugar en el marco de una relación romántica, entendida ésta como relación de apoyo y respeto (Álvarez et al., 2012; Zárate, 2013). Sin embargo, esta realidad a menudo se cuestiona, pues las gestantes reconocen disponer de una capacidad o voluntad menor para decidir cuándo y cómo mantener relaciones sexuales. Tampoco debemos obviar que nuestras gestantes españolas actualmente acceden a redes sociales y navegan por internet con el fin de comunicarse y encontrar un espacio personal donde poder interactuar o entretenerse. Es bastante frecuente identificar videos de embarazadas adolescentes en plataformas como Youtube. Las redes sociales posibilitan el contacto de personas con intereses similares  (Cheng, 2014; Kaess, Parzer, Brunner, Koenig, Durkee, Carli, Wasserman, 2016). En figura 2.2 se observan algunos de los problemas a los que se enfrentan nuestras gestantes. Estos problemas a menudo se acompañan de dificultades psicológicas. Según Domenech (2003), dado que en la adolescencia los cambios fisiológicos van a venir acompañados de cambios cognitivos y emocionales, todo ello hará que estas adolescentes sean más vulnerables a las patologías psicológicas.   64     Figura 2.2 Problemas a los que se enfrentan gestantes adolescentes en España. Falta  de  maduración  o  de  condiciones  socioeconómicas  favorables.   Falta  de  apoyo  psicosocial  durante  el  proceso.   Falta  de  recursos  que  favorezcan  su  formación.   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico seleccionado. A menudo, la realidad que revelan o desean mostrar a la sociedad, no será del todo real, y con frecuencia estará en consonancia con la imagen que ellas desean proyectar (Álvarez et al., 2012.). Esta imagen no tiene por qué corresponderse inmediatamente con la realidad. De hecho, en lo que respecta a su vida en pareja, se ha comprobado que las parejas que afrontan un embarazo adolescente tienen muy bajas probabilidades de acabar en matrimonio (Sagaz, 2003, Rose-Greenland & Smock, 2013). Si bien, la incidencia de parejas que cohabitan con los niños es cada vez más generalizada (Kennedy & Fitch, 2009 citado por Rose-Greenland & Smock, 2013). Estas relaciones de pareja tan frecuentemente inestables, debido a la edad de ambos miembros, desembocan en que la gestante no pueda acceder a un nivel elevado en cuanto a calidad de vida se refiere o que incluso los ingresos se reduzcan notablemente. Esta situación conlleva asimismo la reproducción de la pobreza (Sagaz, 2003). En nuestro país, así como en otros países desarrollados, se está proyectando y extendiendo una imagen de mujer embarazada conciliadora de dos roles: por un lado, el de madre, y por otro, el de mujer trabajadora. A esta realidad optimista se le une otra que, sin embargo, no lo es tanto, y es la proliferación de divorcios y separaciones que están aconteciendo (Bravo et al., 2014; Avilés Hernández, 2015; Maldonado, 2016). Según Bravo (2014), la familia en España se enfrentaría a nuevas realidades como la inmadurez de sus miembros, la inestabilidad laboral, además de la mercantilización de la vida íntima o la exposición familiar a las redes sociales. El embarazo adolescente   65     tampoco será ajeno a estas transformaciones sociales que están teniendo lugar, siendo esta sociedad cada vez más digital e interconectada (Estefenon & Eisenstein, 2015). 2.3 El embarazo adolescente en Extremadura: situación actual Son escasos los testimonios, artículos recogidos en prensa o publicaciones especializadas sobre esta temática, que aborden de manera exhaustiva cómo las gestantes adolescentes afrontan su embarazo. Investigadores del campo científico psicológico, educativo o social manifiestan la necesidad de intervenir de forma apropiada y además oportuna. Extremadura, es entre otras regiones, una comunidad autónoma con uno de los mayores índices de madres adolescentes. El Periódico Hoy de Extremadura a fecha de 19 de octubre de 2011 proyectaba así esta incidencia y además, citaba que las comunidades autónomas con un menor índice de desarrollo económico y educativo eran también Andalucía y Murcia, estas tres comunidades presentaban “una mayor tasa de madres adolescentes”. En esta línea, la directora e investigadora Margarita Delgado analizó el desarrollo educativo y laboral de las jóvenes extremeñas para concluir que la maternidad adolescente extremeña podía desembocar en “abandono precoz de la educación y una incorporación más tardía e inestable al mundo laboral”. Ante este abandono académico precoz, la sociedad extremeña debería fomentar intervenciones que promuevan la orientación y la formación, así como programas que motiven el estudio y el desempeño profesional. No siempre los recursos económicos predicen un buen futuro profesional, pero también es cierto que el no disponer de unos recursos mínimos hace que el abandono o fracaso escolar en muchos casos sea inevitable. El Periódico de Extremadura bajo el titular: “Las adolescentes extremeñas tienen un 40% más de riesgo de embarazo” a fecha de 20 de octubre de 2011, advierte nuevamente que “las adolescentes extremeñas tienen un 40% más de riesgo que las vascas o las navarras de quedarse embarazadas precozmente”. Tal y como recoge el artículo, ser madre en la adolescencia va a repercutir en sus vidas. Uno de los hándicaps más claros que se identificaron fueron: “el acortamiento de la trayectoria educativa de los jóvenes y la falta de oportunidades profesionales". Tal y como argumentaba este   66     artículo, en Extremadura las madres precoces tendrían más dificultades para estudiar y trabajar. Otro artículo del Periódico de Extremadura a fecha de 17 de noviembre de 2013, detalla cifras en torno al aborto adolescente: “una de cada dos adolescentes embarazadas aborta”, así como informa sobre el número de embarazos que se producen en Extremadura durante la adolescencia, “más de 500 jóvenes extremeñas de entre 10 y 19 años de edad inician una gestación cada año, y casi el 50% de las jóvenes extremeñas interrumpen voluntariamente su gestación, no obstante, sigue siendo mayor el número de gestantes que decide seguir adelante. Según los estudios de Cordón (2006), matrona pacense del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, que efectuó una investigación sobre: “Mitos y creencias sexuales de una población adolescente de Almendralejo”, “la edad de inicio de las relaciones sexuales completas en los adolescentes españoles era de 16,5 años para los chicos y de 17,2 años para las chicas entre el 1988 y 1992, si bien, en el año 2005 se vería reducida hasta los 15,7 años para los chicos y los 16,5 años para las chicas. La incidencia del embarazo adolescente en Extremadura, según datos proporcionados por el Servicio Extremeño de Salud, Aplicación JARA, el número de adolescentes (nacidas hasta el año 1996) embarazadas que acudieron al servicio de Atención Primaria en el año 2014 en la Comunidad Autónoma de Extremadura fue de 163. Según la Dirección General de Salud Pública y el Registro Nacional IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), el número de adolescentes embarazadas que interrumpieron voluntariamente el embarazo en el año 2014 en Extremadura fue de 52 adolescentes de entre 10 y 14 años y 753 entre 15 a 18 años, haciendo un total de 1.273 adolescentes. En la interpretación de estos datos, según un coordinador de embarazos en el SES, cabe destacar lo siguiente: se supone que las adolescentes que acudieron a atención primaria han seguido adelante con su embarazo, ya que a este servicio acuden las embarazadas para hacer seguimiento del desarrollo del feto. Para obtener el número total de embarazos de adolescentes, se puede hacer una migración de este dato a los datos de IVE, y sumarlos (1.273 + 163; siempre cabe un   67     margen de error por varias cuestiones, pero no es común que una persona que acude a Servicios de Atención Primaria luego decida abortar). No podemos obviar el hecho de que existe un anteproyecto de ley de la mujer embarazada y de apoyo a la natalidad en esta comunidad autónoma. Así, en el capítulo primero del anteproyecto, en la exposición de motivos, se alude a la adopción de planes y medidas estratégicas de apoyo a las gestantes y madres de embarazos no deseados. Este anteproyecto pone atención a los grupos de especial vulnerabilidad, y a través de la legislación social en la materia, como el II Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia 2013-2016, se exige “la adopción de medidas como apoyo a las adolescentes gestantes y madres de embarazos no deseados”. En este sentido, Extremadura dispone de “exclusividad competencial en materia de infancia y juventud, acción social, protección a la familia, instrumentos de mediación familiar y políticas de igualdad de género” (Anteproyecto de Ley de la mujer embarazada y de apoyo a la natalidad, Exposición de Motivos, p.2). Así pues, atendiendo a estos datos reflejados, actualmente el tema del embarazo adolescente encierra todavía interrogantes en cuanto a su incidencia, prevalencia, definición, programas de intervención y tratamientos. Las investigaciones realizadas no dejan de ser preliminares en cuanto a la aportación de respuestas concluyentes a estas cuestiones.   En este capítulo, hemos conceptualizado una realidad gestante muy dependiente del contexto social en el que ésta se inserta. Dados los factores descritos, asistimos a una vulnerabilidad mayor presente en estas adolescentes frente a otras adultas, ya sea desde un punto de vista psicológico, económico, social o personal. En definitiva, el embarazo adolescente en nuestro país implica repercusiones que afectarán al desarrollo integral de la adolescente. En ocasiones estas repercusiones vendrán acompañadas de un riesgo social, incluso pobreza extrema, o bajo nivel académico (Hansen, Brown, y Trontell, 1976; Jiménez, Martín y García, 2000; Sagaz, 2003;   Huang, Costeines, Kaufman, & Ayala, 2014; Villalobos-Hernández, Campero, Suárez-López, Atienzo, Estrada, y Vara-Salazar, 2015). En estos casos, a pesar de vivir en un país desarrollado, el embarazo adolescente afectará a su futuro profesional y al alcance de una vida plena familiar (Ragaz, 2003).   68     Sin embargo, la gestación también puede proporcionar efectos positivos, de hecho, cada una de ellas será portadora de su propia fortaleza y disfrutará de un contexto social diferencial de apoyo, con el que afrontará el proceso de adaptación a la maternidad de forma particular y única. Antes de dar por término este capítulo no podemos eludir el rol que desempeñan la influencia cultural y social en el embarazo adolescente, pudiendo ser éste considerado como: “la parte visible del comportamiento íntimo que involucrará a diferentes actores y que, al mismo tiempo, reflejará un momento histórico y cultural determinado” (Martínez, Jiménez y Rodríguez, 2004).       69           70     Capítulo 3 “Los bebés son competentes mucho antes de nacer. Están dotados de una organización neuropsicológica que los vuelve aptos, antes de cualquier experiencia, de cualquier aprendizaje, para percibir, procesar y estructurar las informaciones que llegan de su entorno". Boris Cyrulnik, 2005, p. 34. CAPÍTULO 3: APROXIMACIÓN A LOS TIPOS DE CAMBIOS QUE SE PRODUCIRÁN DURANTE LA GESTACIÓN ADOLESCENTE La adolescente embarazada, independientemente de su edad, a lo largo de nueve meses aproximadamente, experimentará una serie de cambios significativos biológicos, sociales o psicológicos (Mirabal, Martínez y Pérez, 2002; Fernández y Sánchez Cabaco, 2005; Chase et al., 2006; Calesso, 2007; Savio et al., 2009; Álvarez et al., 2012). Además de estos cambios propios del embarazo, también se sucederán los característicos de la adolescencia, como por ejemplo, la maduración y el despertar sexual, que es una de las principales transformaciones conformadoras de su identidad (Míguez, 2013, p. 6). La maduración no puede ser reducida a unos cuantos cambios fisiológicos u hormonales que van a tener lugar en esta etapa, pues la maduración se refleja también en la tendencia creciente de conocer y descubrir al otro sexo. Los adolescentes se encuentran cada vez más interesados en interactuar y relacionarse con los demás, y por ello, un hito significativo será la llegada del “primer amor”. Con este primer amor, el adolescente buscará a través de cualidades y rasgos estéticos de la pareja, el bienestar del otro (Matute, 2013, p. 46). Si bien, tal y como alude Martínez Criado (2003) en Perinat et al. (2003), el proceso que lleva a las primeras parejas a unirse es un proceso complejo, en el cual los adolescentes no disponen de reglas fijas o estrategias para iniciar el acercamiento. Con el tiempo irán madurando y pondrán en práctica nuevas estrategias, pero este primer amor raramente acabará en proyecto definitivo de vida de pareja. Estas relaciones inestables pueden afectar también a las gestantes y a su identificación con el rol materno.   71     En este sentido, podemos cuestionarnos si todas las adolescentes podrán afrontar satisfactoriamente esta identificación con el rol materno. A menudo, el sentimiento de incompetencia respecto a la capacidad de ser madre genera gran desconfianza. Siguiendo a Míguez (2013), puede ser que, este sentimiento de incompetencia sea el que obstaculice su identificación satisfactoria y anticipada del rol materno. Como consecuencia, ellas estimarán que lo más apropiado será relegar el cuidado del bebé a sus madres cuando éste nazca, considerando a sus progenitoras más capacitadas para educar a su futuro hijo. El sentimiento de incompetencia respecto a “ser madre” puede confluir con otros problemas comunes adolescentes tales como la drogadicción, el consumo de sustancias (De Genna, Cornelius & Donovan, 2009), así como con otra serie de circunstancias vitales difíciles (conflictos en el seno familiar o en el grupo de amigos) que pueden condicionar también el proceso gestacional. Tal y como apunta Climent (2015): “las madres adolescentes consideran que los padres son responsables y hasta culpables de que se embaracen, debido a que no se ocupan, no las controlan, etc. (…). Hecho que asocian a las conductas “transgresoras”—comportamientos promiscuos, consumo de drogas y alcohol, desobediencia— que se vinculan, a su vez, al embarazo” (Climent, 2015, p.204). Respecto a estas conductas trasgresoras a las que Climent referenciaba, hemos de aclarar que, en nuestro país al igual que en otros países de Europa, las drogas más consumidas siguen siendo las legales (alcohol y tabaco). De hecho, tal y como plantea Moncada (2003) en Perinat et al. (2003), el patrón de consumo de alcohol por parte de jóvenes de entre 18 y 25-30 años se concentra los fines de semana y está asociado a contextos lúdicos. Es preocupante en nuestro país el consumo de alcohol en menores de 18 años, pues en muchos casos, un consumo de alcohol sin control conduce a adolescentes a desarrollar conductas de riesgo como por ejemplo la de mantener relaciones sexuales sin preservativo (Moncada, 2003). Ante estas consecuencias cabe plantearse por qué los adolescentes las consumen. Es difícil responder a esta pregunta, pero según Moncada (2003) podríamos señalar las siguientes causas: a) Por los referentes a la sustancia (capacidad para producir dependencia, efectos).   72     b) Por el individuo (personalidad o trastornos de conducta) c) Por el entorno (disponibilidad, modelos externos, influencias sociales y modas). Las adolescentes gestantes, al igual que otros adolescentes pueden recurrir al consumo de drogas por presentar una baja autoestima, una falta de habilidades de afrontamiento de estrés, una necesidad de búsqueda de sensaciones o incluso por impulsividad (Moncada, 2003 en Perinat et al., 2003). En otras ocasiones, es el entorno el que ejerce presión, así desde la familia, los amigos o incluso figuras sociales de referencia (deportistas, actores, cantantes…) pueden transmitir una incitación al consumo a través de los medios de comunicación. En algunas gestantes el consumo de alcohol puede volverse una conducta de riesgo grave por tener repercusión directa en el bebé. La gestante adolescente puede recurrir al alcohol durante el embarazo como forma de evasión, para sentirse una más dentro de un grupo de amigos o por sentirse más segura. De hecho, durante el comienzo del embarazo pueden experimentar sentimientos de inseguridad que, por otra parte, y gracias a la evolución del embarazo, pueden terminar desapareciendo. Así, a los cuatro meses de gestación, según Coronado y Sánchez (2016), éstas podrían experimentar nuevos sentimientos de confianza, armonía y competencia. Los movimientos fetales, la comunicación que se produce entre la madre y el bebé, así como la ilusión de conocer cómo será su futuro hijo, podrán motivar estos sentimientos y esta anticipada identificación con el rol materno antes del parto. En definitiva, todos los embarazos, aunque hayan sido planificados previamente y transcurran en un principio con total normalidad, -siendo además deseados-, suscitarán dificultades, cambios y sentimientos contradictorios en determinados momentos de la gestación, siendo éstos inevitables (Santos y Schor, 2003 y Armengol et al., 2007). El problema verdaderamente difícil, no radica exclusivamente en el afrontamiento de las molestias físicas, sino en el poder asumir o no la maternidad. La gestante puede situarse entre las posibilidades extremas de “no poder hacerse madre” o “asumirse sólo como madre”. Al mismo tiempo, además, “esperar a ese hijo” no tiene por qué acompañarse de la felicidad que, en un principio, habían podido estimar experimentar.   73     Figura 3.1: Cambios generales presentes en la gestación adolescente. Náuseas,  ardores  de  estómago,     Cambios  )ísicos   estreñimiento,  fatiga,     nerviosismo...   Asunción  de  responsabilidades  propias   Cambios  presentes  en  la   de  la  adolescencia  y  de  la  gestación.   gestación  adolescente   Cambios  respecto  al  futuro  profesional  y   académico.     Necesidad  de  apoyo  para  afrontar   dikicultades  psicosociales.   Cambios  psicosociales   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en capítulo 3 (Santos y Schor, 2003; Armengol et al., 2007; Míguez, 2003; De Genna, Cornelius & Donovan, 2009; Climent, 2015). Una vez sintetizados algunos de los cambios y circunstancias que deberán asumir las gestantes, a continuación, se analizarán los tres tipos principales (ver Figura 3.1), bajo los cuales, podemos incluir todas las modificaciones que van a ir experimentado. Estos cambios serán los siguientes: biológicos, psicológicos y sociales (Mirabal, Martínez y Pérez, 2002; Fernández Mateos, 2005). 3.1 Cambios físicos en la gestante adolescente Las gestantes, sean adolescentes o no, van a albergar la necesidad de afrontar satisfactoriamente los cambios que acontezcan, es decir, van a tener la necesidad imperiosa de salir victoriosas de todos ellos  (Míguez, 2013). Sin embargo, esto no será tarea fácil, pues entre todas las modificaciones que podrán sucederse, los cambios psicológicos y físicos van a afectar con gran intensidad y además posiblemente, al bebé que esperan (Sadler, Novick, Meadows-Oliver, 2016; Espinoza, Guamán y García Pavón, 2016). Jiménez, Martín y García (2000), Guerrero et al. (2012) y Álvarez et al. (2012), afirmaron que, frente al embarazo adulto, existe un mayor riesgo de complicaciones en el embarazo adolescente, así como lo asocian a una deficiente atención prenatal y   74     neonatal. Estos riesgos en su conjunto, pueden desembocar en problemas de salud para la madre y para el bebé (Chen, Wen, Krewski, Fleming, Yang y Walker, 2008; Ayadi, Kuo, Adams y Gavin, 2012; Guerrero, Cabrera, Rodríguez y Castellanos, 2012; Barlow, Mullany, Neault, Compton, Carter, Hastings, Walkup, 2013). Salazar (2006), sostenía que, en los primeros meses de embarazo en la adolescencia, iban a ser comunes: las hemorragias, la anemia, la insuficiencia en la ganancia de peso, la hipertensión, las infecciones urinarias y los abortos espontáneos. No obstante, a pesar de que la salud de la gestante pudiera verse condicionada por estas infecciones o hemorragias, o factores de riesgo social o ambiental, al mismo tiempo, también podía beneficiarse de ciertos hábitos saludables que comenzarían a raíz de conocer su estado de gestación. Así, en casos específicos, se ha comprobado cómo la gestación puede implicar transformaciones favorables en la gestante, tales como un cambio positivo de hábitos o una modificación en su estilo de vida (Phipps, Rosengard, Weitzen, Meers y Billinkoff, 2008; Black, Fleming y Rome, 2012). Existe la posibilidad de que los hábitos de la adolescente antes de su gestación no fueran saludables y su eliminación supondría tornar la gestación en ventajosa -aspecto que puede ser percibido de tal modo, tanto por las gestantes, como por sus familias-. Por ejemplo, puede ser que con la gestación, la adolescente reduzca el consumo de drogas, o también, que una mala alimentación pueda suplirse con una dieta equilibrada (Mensch, & Kandel, 1992; Claes, Lacourse, Ercolani, Pierro, Leone y Presaghi, 2005; Barlow, Mullany, Neault, Davis, Billy, Hastings y Walkup, 2013). Dado que con frecuencia este tipo de embarazo se acompaña de resultados perinatales negativos, un gran número de autores categorizan el embarazo adolescente como de alto riesgo. En este sentido, Spicer, Werner, Zhao, Choi, Lopez-Pintado, Feng, Monk (2013), entre otros muchos autores, sostienen que, en la gestación temprana existe un alto riesgo de que el bebé presente un peso inferior o de que padezca una afectación física o mental. Sin embargo, existe otro grupo de investigadores que defiende que el embarazo temprano no tiene por qué acompañarse de un riesgo mayor para la madre ni tampoco para su hijo (Lasa, Lozano, Arévalo y Aparicio, 2001).   75     El peso del bebé es una variable muy referenciada en la literatura de esta temática, ya que como algunos trabajos indican, cuando una adolescente espera un hijo, los bebés suelen pesar menos por norma general. Klein (2005) sostiene que las adolescentes embarazadas menores de 17 años tienen mayor riesgo de padecer complicaciones médicas respecto a las mujeres adultas. La incidencia de tener un bebé con bajo peso al nacer (<2.500 g) entre los adolescentes sería más del doble que la de los adultos, y la tasa de mortalidad neonatal (dentro de los 28 días del nacimiento) sería casi 3 veces mayor. La tasa de mortalidad para la madre, aunque es baja, constituiría el doble que para las mujeres embarazadas adultas. La adolescente embarazada no tiene por qué experimentar molestias físicas forzosamente, pues un buen número de mujeres no las sufren (Dania y Marion, 1983). Estas molestias permanecerán durante un periodo prolongado de tiempo, pero para una gran mayoría, desaparecerán a partir del tercer mes. Según Sibal (2001), citado por Salazar, Álvarez, Maestre, León y Pérez (2006), existirían riesgos evidentes de que la gestante pudiera sufrir ciertas molestias, pues “la adolescente embarazada tiene un sistema inmune inmaduro”. Estos autores reconocen que el promedio de los diámetros pelvianos de la adolescente no logra el tamaño necesario para permitir el recorrido saludable del feto o un alumbramiento feliz; esto generará dificultades e incluso lesiones traumáticas en el tracto vaginal. Junto a todas estas dificultades descritas, podemos incorporar otras molestias físicas que pueden tener lugar en las gestantes, y que entre otros autores, Neto, Marqués y Rocha (2008) enumeraron y clasificaron. He aquí algunos ejemplos en Figura 3.2. Figura 3.2 Problemas físicos experimentados por gestantes durante la gestación.                                                                            Problemas  físicos  experimentados  por  adolescentes   Náuseas   Desnutrición   Miembros  inferiores  edematosos   Anemia   Infección  urinaria   Acidez   Vómitos   Hipertensión  arterial   Malestar  y  mareos   Cólicos   Fuente: Extraído de:  Neto, F. X., Marques, M. S., & Rocha, J. (2008). Problemas vividos por las adolescentes durante la gestación. Enfermería global, 7(1), 6-15.   76     Según Dana y Marion (1993) las gestantes pueden experimentar: náuseas, vómitos, ardores de estómago, estreñimiento, salivación excesiva, desvanecimientos, fatiga, nerviosismo, frecuentes deseos de orinar, calambres, insomnio y cambios en el cuerpo (aumento de vellosidad, cambios en los senos, debilidad en los dientes). Para Dana y Marion (1993) además, el embarazo constituye un fenómeno natural que entraña dos grandes peligros: la ignorancia y la negligencia (Dana y Marion, 1983). 3.2. Cambios psicológicos y sociales interrelacionados “Pocas mujeres encinta lo saben, pero es algo de la mayor importancia: a lo largo de su embarazo están reviviendo la historia de su primera infancia” (Dana y Marion, 1983). La gestante adolescente, a medida que avance su embarazo, podrá ir identificándose cada vez más con su rol materno (Dias y Gomes, 2000), que será a partir de ese momento, su rol más sobresaliente. Los cambios psicológicos y sociales serán patentes en este período y actuarán junto con los fisiológicos, configurando así, un escenario a menudo convulso y de preparación para el rol materno. El desarrollo de su embarazo se verá mediatizado también por cambios emocionales, a los que hacen referencia Neto, Marqués y Rocha (2008) y entre los cuales podemos citar los que se muestran en Figura 3.3. Así, el miedo, la tristeza, la rabia, la preocupación y el malestar pueden ser algunos de los múltiples cambios emocionales que van a preponderar en este período prenatal. Figura 3.3. Problemas emocionales experimentados por gestantes. Problemas  emocionales  experimentados  por  adolescentes   Ø Sentía  miedo   Ø Tenía  mucha  tristeza   Ø Sentía  rabia   Ø Estaba  muy  preocupada   Ø Malestar  y  mareos   Fuente: Extraído de:  Neto, F. X., Marques, M. S., & Rocha, J. (2008). Problemas vividos por las adolescentes durante la gestación. Enfermería global, 7(1), p. 6.   77     Existen determinados factores de riesgo de tipo social y ambiental que rodean esta gestación, y que pueden ser más intensos e incluso más determinantes que algunos riesgos fisiológicos (Jiménez, et al., 2000; Rosengard, Phipps Pollock, 2006). Estos últimos autores, Resengard et al. (2006) exploraron las ventajas y los inconvenientes de tener un bebé durante los años de adolescencia; los resultados incluyeron cambios positivos. Entre los cambios positivos, identificaron una mejoría de las relaciones familiares en la familia de la gestante adolescente y consideraciones optimistas respecto al cambio de hábitos. Asimismo, en lo que respecta al proyecto de vida, Mantilla, López y Cortés (2015) comprobaron cómo además, “el nuevo ser”, incluso dentro del vientre, beneficiaba a la madre, en el sentido de que ella necesitaba a su bebé para saber quién era y qué lugar ocupaba en el mundo. Sin embargo, bajo el término “problema social” todavía hoy se alude a esta temática del embarazo adolescente, saliendo a la luz sus efectos más adversos. Esto se debe en parte, al hecho de que, durante la gestación se produce una “ruptura en el ciclo vital de la adolescente”. Pues, este embarazo tiene lugar generalmente de forma inesperada, tal y como sostienen Molina y González Araya (2012), y además, puede constituir un verdadero problema social, así como una problemática individual y familiar (Miller-Johnson et al., 1999;   Hockaday, Crase, Shelley y Stockdale, 2000; Crouch, 2002; Calesso, 2007; Phipps y Nunes, 2012). El objetivo principal de muchas fundaciones sin ánimo de lucro y el de algunas instituciones públicas, es el de proporcionar un imprescindible acompañamiento prenatal y prevenir nuevos embarazos no deseados. Si bien, este acompañamiento puede ser más difícil cuando confluyen factores más difíciles de controlar o regular, tales como situaciones de pobreza extrema o pertenecer a un contexto económico-cultural desfavorable (Gama, Szwarcwald, Leal y Theme Filha, 2001). Entre los cambios psicosociales que van a tener lugar en este período, podemos identificar los cambios relativos al futuro profesional y académico de las gestantes, pues éstos afectarán a los planes de futuro y a las expectativas que van a desarrollar sobre su propia maternidad, e incluso pueden tener repercusión en sus relaciones con el entorno más próximo. Los planes de futuro a partir de una gestación temprana incluyen generalmente: “una vida marcada por la experiencia familiar y una socialización de género, siendo en muchos casos, la imagen materna el ideal a seguir" (Álvarez et al.,   78     2012, p.500). El objetivo académico y profesional puede quedar relegado a un segundo plano. La combinación del nivel educativo de la gestante, su percepción de apoyo social y su personalidad, determinarán el acontecer y desarrollo de la gestación (Calesso, 2007). En esta línea, subrayamos a modo de ejemplo, un estudio diseñado y aplicado en Portugal y Brasil, en el que se identificaron algunas de las modificaciones que tenían lugar en las adolescentes que se quedaron embarazadas. Los informes de estas gestantes revelaron: absentismo escolar, falta de oportunidades para el futuro y un contexto precario de desarrollo; siendo en todos los casos sustancial el contexto de relación social de la futura madre (Dei Schirà, y Koller, 2011). Gran parte de estos cambios psicosociales que acontecerán, tendrán origen, por un lado, en la propia gestación, y por otro, en la adolescencia. Asbed Aryan (2008) argumentaba cómo la primera decepción que experimenta el adolescente surge de la experiencia emocional resultante al constatar que, a pesar de la omnisciencia que siempre ha rodeado a sus padres, ya no podrá disponer de “significados fijos y fijados de un lugar, y para siempre, listos para ser descubiertos” (p.37). Asimismo, la sexualidad también será asumida por él mismo y ya no en referencia a los padres (Asbed Aryan, 2008; p.37). Esta decepción, también puede ser experimentada por estas gestantes, ya que a menudo incluso serán menores de edad y hasta el momento, prácticamente no habrán asumido grandes responsabilidades. Figura 3.4: Síntesis de cambios sociales y psicológicos presentes en la gestación adolescente. Restablecer  su  identidad   como  adolescente,  ruptura   Cambios  sociales   del  ciclo  vital,  futuro   profesional  y  académico   alterado,  absentismo  escolar   y  menos  oportunidades.     Cambios  sociales  y   psicológicos    presentes  en  la   Decepción,  diferentes   gestación  adolescente   experiencias  emocionales,   cambios  de  signikicados  y     nuevas  experiencas   vinculadas  a  la  maternidad.     Cambios  psicológicos   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en Capítulo 3 (Asbed Aryan, 2008;  Gama, Szwarcwald, Leal y Theme Filha, 2001; Dei Schirà, y Koller, 2011; Álvarez et al., 2012…).   79     Atendiendo a los resultados del estudio encabezado por Neto, Marqués y Rocha (2008),  la resistencia al embarazo en la adolescencia ocurre, principalmente, por la falta de una relación familiar afectiva, agravada por la dificultad socioeconómica y por la inmadurez física y emocional (p.10). Estos cambios psicológicos, sociales y emocionales interrelacionados a menudo retrasan la aceptación del embarazo. A continuación profundizaremos en cómo se produce la adquisición de nuevas responsabilidades y cómo la adolescente concibe y experimenta esa experiencia subjetiva que conforma el aproximarse a la maternidad. 3.3 Cambios: adquisición de nuevas responsabilidades Las mujeres embarazadas pueden experimentar un estado de regresión, ante el embarazo que modifica por completo su ritmo de vida, rememorado la infancia y la protección que recibían de sus padres. La sociedad es cómplice de dicha regresión (Dana y Marion, 1983). Afrontar la maternidad a una temprana edad supone asumir unas consecuencias trascendentales. Stern (1997) aludía a las implicaciones adolescentes del embarazo en los siguientes términos: “las implicaciones más importantes no serán demográficas ni de salud, sino se vincularían a las consecuencias de la contradicción entre unas normas tradicionales -que se oponen al ejercicio de la sexualidad antes de la unión- y la realidad de la adolescencia como periodo fértil y apto para las relaciones sexuales.” (p.12). Las responsabilidades de cara a la maternidad crecerán a un ritmo acelerado, simultáneamente, sin embargo, también crecerá el impulso a la experimentación y la búsqueda de nuevos significados (Asbed Aryan, 2008), pues el adolescente descubre que “todo es apertura, todo es posibilidad” (p. 38). Al adolescente le atrae la idea de percibir y criticar aquello que, aunque ya sabía que existía y conocía, tal vez no comprendía con nitidez. Ahora, con el embarazo, la necesidad de experimentar y conocer puede confrontar con el tener que asumir ciertas responsabilidades. Rodríguez Tomé (2003) en Pereira et al. (2003) al respecto, se plantea si los cambios puberales podrían correlacionar significativamente con las variables cognitivas que muchos padres dan por hecho cuando consideran a sus hijos responsables de sus actos. Un estudio desarrollado en París vino a confirmar que existía una ausencia   80     completa de relación entre ambas variables. Si bien, el desarrollo sociocognitivo tan evidente que se produce en la adolescencia desempeñará un papel fundamental en la preparación para la vida adulta. Para gran parte de las adolescentes que van a ser madres, la asunción de responsabilidad, será satisfactoria, mientras que para otras, supondrá todo lo contrario, un esfuerzo y sacrificio inmenso. Respecto a esta responsabilidad, además puede suceder, que la gestante pueda dar significado a su propia existencia, o por el contrario, no le conceda trascendencia alguna, no siendo consciente de la responsabilidad que debe asumir, o incluso no valorando correctamente la importancia de asumirla (Álvarez et al., 2012). A menudo, esta asunción de responsabilidad vendrá determinada por el estilo educativo de los padres. Figura 3.5 Deseos y responsabilidades que protagonizan los adolescentes. Desea  libertad  para:   Responsabilidades  que  necesita  asumir:   Vivir   su   soledad.   Que   respeten   su   Organizar   su  espacio  personal.  Ocuparse  de   su   cuarto,   intimidad  en  su  espacio  personal.     ropa,  libros  etc.  Mantenerlo  limpio  y  ordenado.       Quedarse  solo  en  casa.   Saber   ocuparse   de   todas   las   actividades   caseras.   Colaborar  normalmente  en  las  actividades  caseras.     Organizar  su  vida.     Planificar  las  actividades  de  su  vida  cotidiana  y  llevarla   a  la  práctica   Elegir   su   destino,   más   o   menos   Organizar  su  planificación.     inmediato,   al   terminar   sus   estudios   Buscar  orientación  profesional.     escolares.   Saber   a   qué   se   quiere   dedicar  profesionalmente.     Modificar  sus  actividades  familiares.     Pactar  las  nuevas  relaciones  familiares     Tener  más   tiempo   libre   propio   y   con   Planificar  actividades  de  tiempo  libre.     sus  amigos     Pactar  las  salidas  con  sus  padres.   Ganarse  la  paga.   Moverse  en  transporte  público.     Afrontar  riesgos:  drogas,  violencia…   Elegir  a  sus  amigos     Hacerse   respetar.   Expresar   lo   que   quiere.   Saber   decir   que  “no”.  Respetar  a  todos,  saber  compartir  y  ceder  sin   someterse.  Resolver  conflictos  sin  agredirse.     Enamorarse   Encaminarse  hacia  el  amor  maduro.   Desarrollar  su  sexualidad   Aceptar   los   cambios   del   cuerpo.   Relaciones   sexuales   responsables.  Paternidad-­‐maternidad  responsable.     Afrontar  la  sexualidad  sin  riesgos.   Fuente: Vallet M. (2006). Cómo educar a nuestros adolescentes. Madrid: Praxis. P. 41.   81     Lalueza y Crespo (2003) en Perinat et al (2003), al respecto, añaden que debemos ser precavidos a la hora de tomar una postura clara, ya que la trayectoria de investigaciones sobre los estilos educativos de los padres es muy variada y no desdeñable. Los padres desplegarán sus habilidades parentales y estas dependerán de su sensibilidad ante las demandas de los adolescentes y de sus exigencias a la hora de orientar a sus hijos hacia sus metas. Si bien, respecto a la sexualidad, las normas tradicionales tenderán a una cierta restricción. Mientras que los adolescentes van a demandar mayor apertura, sus progenitores demandarán una mayor asunción de responsabilidades (ver Figura 3.5). Las primeras demandas de autonomía por parte de los adolescentes serán percibidas por los padres como amenazas de separación (Lalueza y Crespo, 2003 en Perinat et al., 2003). Esta situación puede conducir a los padres a exigir a sus hijos un mayor número de responsabilidades. El grupo de iguales, será el refugio por excelencia cuando los adolescentes no afronten las responsabilidades que debieran (sociales, familiares o académicas). Precisamente, esta irresponsabilidad es un objetivo primordial de análisis en nuestro estudio, ya que muchas de las adolescentes que ahora son gestantes no asumieron en su momento, la responsabilidad de tomar medidas anticonceptivas que evitarían el embarazo. Aunque toda la sociedad debe ser consciente del papel que juega a la hora de orientar a los adolescentes en su desarrollo, el ámbito educativo y familiar son los que deben asumir la responsabilidad más acuciante. Al igual que sucede con el resto de adolescentes, los padres de las gestantes pueden estimar que con la llegada del bebé, sus hijas iniciarán una vida separada del núcleo familiar. Esta situación puede acompañarse de una sensación general de soledad al pensar que su hija abandonará el hogar. Este síndrome más comúnmente conocido como el síndrome del nido vacío puede conducir a los padres a mostrarse más colaborativos en el cuidado del bebé, reduciendo sus exigencias y responsabilidades con respecto a sus hijas. La responsabilidad puede ser fácil de asumir siempre que la gestante resida en un contexto que pueda proporcionarle la suficiente seguridad y apoyo. Así, el contexto sociocultural de la adolescente, y específicamente la ayuda que la familia pueda   82     proporcionar al respecto, serán vitales para la adopción de la misma (Szigethy y Ruíz, 2001; Rosengard et al., 2006; Álvarez et al., 2012). Algunas adolescentes con embarazos no planificados experimentan una responsabilidad “relativa” ante el nuevo ser, exhibiendo una actitud de pasividad y resignación ante un futuro incierto. En esos casos, los futuros abuelos o personas de su entorno se ven en la obligación de responder (Álvarez et al., 2012). Si estas dificultades para asumir responsabilidades propias de su nuevo rol, se manifiestan junto a un sentimiento opuesto de autosuficiencia para poder afrontarlas y/o asumirlas, -y además la gestante no dispone de los apoyos suficientes-, posiblemente reconozcamos una mayor vulnerabilidad, que puede afectar en cierta medida a su ciclo vital, pero también, al de su bebé (Brunton, 2008). Figura 3.6. Asunción de responsabilidades en el embarazo adolescente. Asunción  de  responsabilidad  en  el  embarazo  adolescente   Depende  del  significado   Depende  de  los  apoyos,   Depende  de  los  planes  de  futuro,   que  otorguen  al  hecho   especialmente  del  apoyo   expectativas  o  proyectos  de   de  tener  un  hijo.   que  confiere  la  pareja.   futuro  que  la  pareja  mantiene.   Depende  de  vínculos  familiares.  A  veces  adoptan  una   actitud  pasiva  ante  la   La  ausencia  de  responsabilidad   El  embarazo  a  menudo   responsabilidad  que   durante  la  gestación  a  menudo  se   supone  rememorar  lo  que   deben  adoptar.     relaciona  con  la  ausencia  de   vivieron  en  su  infancia.  A   responsabilidad  antecedente  a  la   veces  supone  vivir  lo  que   gestación.   ellas  ya  habían  imaginado.     Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en el capítulo 3 (Szigethy y Ruíz, 2001; Rosengard et al., 2006; Bruntos, 2008; Dei Schirà y Koller, 2011; Álvarez et al., 2012; Shermann y Greeenfield, 2013…). Tal y como venimos apuntando, tanto el tener una pareja como figura de apoyo, como el respetar una asistencia regular a las clases, el poseer un empleo, así como tener diseñados unos planes de futuro a corto plazo, pueden ser también condicionantes positivos en la asunción de estas responsabilidades (Sherman & Greenfield, 2013). En Figura 3.6 hemos podido observar un resumen sobre la asunción de responsabilidades   83     por parte de la embarazada adolescente. Asimismo, se identifican factores que hacen modificar dicha responsabilidad. Desde un punto de vista optimista, una ausencia de responsabilidad en un primer momento tras conocer el embarazo, no tiene por qué ser perdurable en el tiempo, pues ella puede racionalizar los hechos en un futuro próximo, aceptar la gestación, y finalmente, poder hacerse cargo del bebé. Esta responsabilidad dependerá también del significado que pueda otorgar la propia gestante al hecho de “tener un hijo” y “ser madre”. A medida que avance el embarazo, muchas comenzarán a depositar sus planes, deseos y sueños en el futuro bebé, en “lo que puede ser” o “en lo que será”.       84     Capítulo 4 “El conflicto es inherente a la condición humana, y por tanto nace de la interacción con los otros.” Fernández-Henarejos & Prados, 2011; p.541. “La investigación social es un proceso de artesanía intelectual, en el que debe dosificarse con ecuanimidad el rigor y la imaginación.” C. Wright Mills, 1979, p.211. CAPÍTULO 4: MODELOS TEÓRICOS CAUSALES EXPLICATIVOS SOBRE LA GESTACIÓN EN LA ADOLESCENCIA El objetivo de este capítulo es efectuar una revisión de los principales modelos causales explicativos que existen en torno a la gestación en la adolescencia. Todo profesional implicado en esta temática debe conocer la existencia estos modelos, ya que ofrecen una visión de conjunto sobre las causas o factores que pueden anteceder a un embarazo. El embarazo adolescente, como afirman Álvarez, Pastor, Linares, Serrano y Rodríguez (2012), no siempre es fruto de una decisión planificada de una pareja adolescente. Algunos factores causales también explorados por la literatura psicológica como la ausencia de información sobre la anticoncepción entre la población joven, o el modo de vivir la sexualidad de manera más temprana y acelerada, pueden conducir también a chicas y chicos jóvenes a embarazos no planificados. En consecuencia, algunos investigadores han aportado sus propias explicaciones causales en torno a estos embarazos, las cuáles han ido evolucionando a lo largo de décadas sin a propósito buscar insertarse en un modelo específico. Incidimos en este caso, en autores como: Schnike, 1970; Luster & Small, 1994; Miller-Johnson, Miller- Johnson, Winn, Coie, Maumary-Gremaud, Hyman, Terry y Lochman, 1999; Chase et al., 2006, pues todos ellos de algún modo han ofrecido una explicación causal al embarazo adolescente. Cada explicación causal puede incluirse en cualquiera de los diferentes modelos que existen en torno a este tema.   85     Estos modelos explicativos son: el modelo comportamental, el modelo cognitivo y el modelo psicosocial. Chilman (1983), citado por Vallejo (1998) perfiló esta tipología de modelos en función del predominio de aspectos cognitivos, psicosociales o comportamentales que caracterizaban a cada uno (ver Figura 4.1). Figura 4.1. Modelos explicativos en torno al embarazo adolescente. Situación  social   Factores  que  inciden  en   Biológicos                                  Académicos   el  embarazo   Situación      psicosocial  Cultural                                          Cognitivos   Situación  biológica   Parental Chilman  tres  modelos  explicativos   de  embarazo   Cognitivo     Comportamental   Psicosocial     Falta  de  conocimiento   Actividad  sexual  sin   Contexto  desfavorable   control   Falta  de  competencia   Dificultades  personales   resolución  problemas   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en el capítulo 4 (Schnike, 1970; Luster & Small, 1994; Miller-Johnson, Miller-Johnson, Winn, Coie, Maumary-Gremaud, Hyman, Vallejo, 1998; Terry y Lochman, 1999; Chase et al., 2006…). A principios de los años ochenta, numerosas teorías ponían de relieve la existencia de diferentes causas que podían relacionarse con estos embarazos. En este sentido, hallamos autores que dieron énfasis a los “deseos de embarazo” presentes en algunas mujeres antes de conocer su gestación. Esta realidad, fue objeto de estudio e interés para Aguirre (1989), quien sustentaba y defendía la existencia de motivos conscientes e inconscientes que podían impulsar a la mujer a quedarse embarazada. A pesar de que la reflexión acerca de la naturaleza de estos deseos fue una constante en esta década, en la actualidad identificar autores que cuestionen cuales son las motivaciones que pueden condicionar e influir en estos deseos, no es una tarea fácil. Pues, como apuntan Stevens-Simons, Sheeder (2004), Finer (2010) y finalmente, Álvarez et al. (2012), desde siempre las causas relacionadas con estos embarazos han sido pobremente entendidas.   86     Según Aguirre (1989), el deseo de embarazo en la mujer, no es otro que el deseo de tener un hijo. Aguirre sostenía entonces, que siempre había un por qué consciente o inconsciente, unas causas que motivaban toda gestación. He aquí algunos ejemplos: § Necesidad de apoyo y protección. § Separación de los padres. § Deseo infantil de ser admirada, en este caso se trataría de que inmaduras, las mujeres pueden buscar el embarazo por el deseo infantil de ser admiradas y cuidadas, igual que lo fueron en su niñez. § “El embarazo como castigo frente a un sentimiento de culpa”. Es posible que en estos casos, se culpabilice inconscientemente de una muerte por no haber querido en vida como se merecía a una persona ahora fallecida. § El embarazo para “llenar un vacío”. § “El embarazo competitivo”. En este caso, sería un embarazo como respuesta a su deseo de competir con algún miembro de la familia: madre, hermana, cuñada... § El embarazo que suprime la duda de una posible infertilidad. La mujer intenta con el embarazo demostrar a la sociedad y a los miembros de su familia, o incluso a su propio marido, que realmente puede tener hijos. § Intentar con su embarazo, someter a la pareja o al marido. Es decir, su objetivo ante su nuevo estado sería alcanzar un protagonismo que antes no había alcanzado. § “Retener a un marido infiel”. Existen multitud de factores estrechamente vinculados al embarazo temprano, entre estos factores identificados podemos citar: las presiones del grupo de iguales, el temor a perder la pareja, el abandono de los estudios, los estilos de vida poco recomendables, las relaciones sexuales irresponsables, la familia disfuncional, el desconocimiento por desinformación, e incluso, el desconocimiento por bajo nivel cultural (Caballero y Méndez, 2005). Una vez enumerados algunos factores que pueden asociarse a estos embarazos, se expondrán brevemente aquellos modelos causales en los que podemos incluir cualquier teoría que aporte una explicación causal a una gestación adolescente. Esto pone de manifiesto la dificultad que entraña lograr una única propuesta que ofrezca una explicación completa y única a la incidencia de embarazos en adolescentes.   87     4.1 El modelo cognitivo Según el modelo cognitivo, el embarazo adolescente surgiría a raíz de un déficit cognoscitivo, como por ejemplo, una escasa habilidad de la gestante para resolver los problemas, o una ausencia de conocimientos en materia sexual. Al mismo tiempo, también podría asociarse a cierta incapacidad para planificar el futuro o a una deficiente formación escolar (Vallejo, 1998). Investigaciones como las de Cobliner en 1974, citado en Vallejo (1998), pusieron acento en los mecanismos psicológicos cognitivos, considerándolos detonantes importantes de estos embarazos tempranos. Entre las múltiples explicaciones causales que respaldan este modelo, podemos hallar las sugeridas por Luster y Small (1994). Estos autores identificaron algunos riesgos que conllevaba una gestación para el desarrollo adolescente, la comprensión de estos riegos constituiría la mejor manera de prevenirlos y afrontarlos. El egocentrismo, tan característico de la adolescencia, puede conducir a una adolescente a reconocerse “invulnerable”, llegando incluso a pensar que no va a quedarse embarazada, y que por tanto, podrá asumir ciertos riesgos. Este egocentrismo puede desembocar en una ausencia de control sobre la actividad sexual, y como resultado de ello, puede concluir en un embarazo no planificado. De hecho, los adolescentes a menudo, “exhiben actitudes poco realistas, como puede ser mantener relaciones sexuales sin protección por no aceptar, ni ser consciente del riego que conllevan” (Elkind, 1985). Continuando en la dirección de este modelo, diversos artículos hacen referencia a una falta de conocimiento en materia sexual por parte de los adolescentes que esperan un bebé. El embarazo y el malestar psicológico derivado de éste, podrían evitarse con una adecuada formación y asesoramiento en materia sexual (Masland, 1978). Simultáneamente, los autores Chowdhury y Mukherjee (1979), observaron cómo muchas mujeres a finales de los 70, se quedaban embarazadas siendo adolescentes y además reconocieron estar mal informadas sobre el conocimiento del propio cuerpo, su funcionamiento y las relaciones sexuales. En este sentido, ya advirtieron Levenson, Smith y Morrow (1986), que era necesario efectuar un planteamiento sobre las necesidades de información prenatal que precisaban los adolescentes, así como sus progenitores y médicos. Estos autores podemos vincularlos a este modelo, dado que situaron la causa del embarazo temprano   88     en una falta de información, y además, explicitaron las diferentes perspectivas que se debían adoptar para afrontar el “problema de la gestación”. Autores como Chanes (2000), en un amplio y exhaustivo análisis demográfico de la fecundidad adolescente en México, alegaron también, que las causas principales de la tasa de fecundidad eran una cobertura escasa de recursos y una falta de información sexual. Respecto a esta falta de información que estamos referenciando, Lasa, Lozano, Arévalo y Paricio (2001) y Wiss (2012) argumentaron también cómo una educación e información sexual deficientes explicarían la mayor parte de los casos de embarazo adolescente. Asimismo, la gestación no sería exclusivamente resultado de una desinformación, sino también podría responder a una deficiente comunicación entre los adolescentes y los adultos (Crouch, 2002, citado en Moreira y Sarriera, 2007). Además de estos problemas de comunicación, no podemos obviar el factor “presión social”, pues los adolescentes experimentarán presiones externas procedentes de los medios de comunicación y de sus iguales (Predebon, 2002 citados en Moreira y Sarriera, 2007). Estas incitaciones e ideas adolescentes, a menudo erróneas sobre la sexualidad, se sostendrán debido a que con frecuencia, el entorno familiar intentará evitar un pronunciamiento moral ante el tema sexual. Dada estas deficiencias en la información y comunicación, sería interesante abordar una propuesta de prevención que pudiera implicar la difusión de información sexual, específicamente personalizada a sus destinatarios, a través de múltiples canales, y que además, ésta pudiera adaptarse a los intereses de los adolescentes de hoy. Hemos de asumir, que a menudo, la formación sexual impartida desde los institutos y otros centros educativos, se presenta de forma dispersa o carente de interés o atractivo. El gran desafío para poder fomentar una formación de calidad reside en personalizar esa formación, dotando al mismo tiempo a los centros con recursos materiales, formales y organizativos de calidad. Las campañas de prevención pueden ser un medio eficaz en esta tarea (Álvarez et al., 2012; Lavin y Cox, 2012). Actualmente, la información sexual que poseen nuestros adolescentes procede de los iguales o de la propia red de internet. Rivero, Alba, Jaramillo, Quiroga y Luque (2012) evaluando los posibles riesgos clínicos que se asociaban al embarazo adolescente, enfatizaron esa falta de conocimiento previo acerca de las complicaciones que podían surgir. Esta “advertencia” podría prevenir numerosos embarazos no   89     deseados, así como también el desarrollo de programas de prevención primaria dirigidos específicamente a estas adolescentes (Fernández, 2005; Sousa, y Gomes, 2009; Álvarez et al. 2012). Durante las últimas décadas, la educación sexual formal ha estado circunscrita al entorno familiar, sin embargo, con el paso del tiempo, se ha ido extendiendo con rapidez a instituciones educativas y a la sociedad en general  (Mora y Hernández, 2015). Figura 4.2. Modelo causal cognitivo explicativo del embarazo adolescente. Modelo  cognitivo  en  la  explicación   de  la  gestación  adolescente   Se  relaciona  con  la   Se  relaciona  con  un   Falta  de  conocimiento  en   incapacidad  para  planificar   sentimiento  o  creencia   materia  sexual.     e l  futuro  o  con  una  deficiente   de  “invulnerabilidad”.   formación  escolar. La  gestante  por  su  edad,  tiene   La  adolescente  piensa  que  a   Esa  carencia  de  formación   una  formación  académica   ella  no  le  va  a  pasar  nada,  no   de  calidad  en  materia  de   muy  limitada  y  en  algunos   teme  evitar  el  uso  del   sexualidad  proviene  tanto   casos,  incluso  nunca  ha   preservativo  ni  lo  relaciona   de  la  familia  como  del  planificado  nada  a  largo  plazo.     con  una  conducta  de  riesgo.   entorno  social.   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en el Capítulo 4 (Pedrebon, 2002; Moreira y Sarriera, 2007; Álvarez et al., 2012; Lavin y Cox, 2012; Mora y Hernández, 2015). Es interesante admitir, llegados a este punto, que el conocimiento de un método anticonceptivo no tiene por qué implicar su utilización (Kait, 2007), pero sí podría evitar algunos embarazos no deseados. Así, la decisión de usar o no preservativo, es más una decisión de dos, que de un miembro de la pareja exclusivamente. Un ejemplo claro de esto, lo encontramos cuando identificamos cómo la mayor parte de las adolescentes españolas embarazadas que participaron en la investigación de Álvarez et al. (2012), reconocieron ceder en la no utilización de preservativo ante las presiones de la pareja, a quienes no satisfacía su utilización. Los pensamientos y representaciones que la adolescente interioriza pueden ser determinantes para su desarrollo vital (Langer, 1983). A veces, una ausencia de   90     conocimiento o un conocimiento limitado en materia sexual son reflejo de los pensamientos y representaciones que ellas han elaborado. Esta ausencia de conocimiento puede conducir a las adolescentes a gestaciones prematuras (Trindade y Menandro, 2002). De hecho, el embarazo es una manifestación de la propia persona y de su propia sexualidad, “es la parte visible del comportamiento más íntimo” (Martínez y Romero, 2004). Una última consideración respecto a este modelo cognitivo, es que el núcleo familiar a menudo, no suele ser referente en materia de formación sexual, sino todo lo contrario, suele ser transmisor de miedos.  Habría que cuestionar la responsabilidad de la familia ante la formación de los hijos, pues algunos no se responsabilizan eficazmente de su formación (Álvarez et al., 2012), situación que sin duda, puede condicionar el desarrollo de gestaciones tempranas o incluso, la aparición de futuras depresiones en la madre adolescente (Szigethy & Ruíz, 2001). Finalmente, no ha de obviarse que el paradigma cognitivo en psicología siempre ha tenido una gran tradición de rigor científico, “al tratar de explorar cada uno de los pasos o momentos que constituyen el proceso cognitivo” de un sujeto (Sanchez Casado, 1998, p.81). 4.2. Modelo comportamental “La sexualidad es más que un argumento afectivo, es un conducto lúdico y especialmente expresivo. Los jóvenes y adolescentes son sinónimo de apertura a lo novedoso de la experiencia, en la combinatoria posibilística de encuentros y accidentes amatorios múltiples” (Sánchez, 2008). Si nos aproximamos a este modelo, el embarazo respondería a una sexualidad activa sin empleo de métodos anticonceptivos, es decir, el embarazo se explicaría a partir de una elevada exposición a la actividad sexual sin anticoncepción (Vallejo, 1988). Algunos autores van más allá de estas afirmaciones y proponen que la longitud del tiempo y la edad en la que una chica está sexualmente en actividad, predecirán la ocurrencia del embarazo (Hofferth, 1987; Harvey y Spigner, 1995 citados en Hockaday et al., 2000).   91     Respecto a este tema, Morgan, Chapar y Fisher (1995), a raíz de su investigación, concluyeron cómo las chicas embarazadas tenían su primer encuentro sexual a una edad menor que el resto de chicas que dejaron para más tarde este encuentro. Estas últimas no se quedaron embarazadas durante su adolescencia. Si bien, y desde una postura opuesta a la reflejada, unos años antes, Holden, Nelson, Velásquez y Ritchie (1993) concluyeron que la edad de la primera experiencia sexual no era una variable anticipatoria de los embarazos no deseados. Figura 4.3. Modelo causal comportamental explicativo del embarazo adolescente. Modelo  comportamental  explicativo  del  embarazo  adolescente   La  gestante  al  ser  también   El  desarrollo  de  la  pubertad   La  cultura  popular  difunde  un   adolescente  siente  la   o  la  genética  condiciona  en   gran  aluvión  de  mensajes  en   necesidad  de  explorar.     parte  el  comportamiento   torno  a  la  sexualidad  que   adolescente.   moldean  su  comportamiento.   Este  riesgo  se  explicaría  por   No  hay  un  conocimiento     Sexualidad  activa,   la  asociación  de  estos   consistente  y  preciso  en   asunción  de  riesgos  y   factores  con  un  tipo   torno  a  la  sexualidad.   no  utilización  de   específico  de  relaciones   Aún  proliferan  los  mitos,   preservativos.   sexuales.   tabúes  y  falsas  creencias.   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en el Capítulo 4 (Hofferth, 1987; Holden et al., 1993; Harvey y Spigner, 1995; Hockaday et al., 2000…). La sexualidad se convierte en una vía o medio para satisfacer esa necesidad de exploración que experimentan los adolescentes. Para Sánchez (2008), la adolescencia supone estar “en tierra de nadie”, “será un momento donde lo sexual y la exploración de todas las caras y combinaciones pueden ser posibles”. “En definitiva, la adolescencia es una edad troqueladora de identidad” (Sánchez, 2008, p.53). La personalidad del individuo quedará moldeada durante la adolescencia, y será entonces cuando se produzcan transformaciones respecto a su sexualidad, sus actitudes, sus pensamientos y sus relaciones. La presencia de factores biológicos, condicionantes de determinadas formas de comportamiento, también fue asociada a los embarazos en la adolescencia. Miller et al.   92     (2001) describieron cómo efectivamente, factores como el desarrollo de la pubertad, los niveles hormonales, incluso los genes, estaban estrechamente interrelacionados con comportamientos que ponían en riesgo el embarazo a esta edad. Este riesgo se explicaría por la asociación de estos factores con un tipo específico de relaciones sexuales. Los medios de comunicación asumen un rol decisivo en el modo en que las relaciones sexuales adolescentes van a ser percibidas. De hecho, Ashcraft (2006) puso énfasis precisamente en ese gran aluvión de mensajes que se están produciendo en torno a la sexualidad en la cultura popular. Estos mensajes a menudo condicionan las identidades adolescentes predisponiéndolos a comportamientos no regulados. Este autor sugiere además, que la sociedad no debería focalizar todo su esfuerzo en retrasar la sexualidad, por el contrario, debería promover formación sobre el tema, así como fomentar el desarrollo de un currículo multicultural crítico, “que interrogue las desigualdades sociales, y posibilite generar indirectamente condiciones que reduzcan el embarazo adolescente” (Ashcraft, 2006). Dada la presencia de todos estos factores, no sería conveniente situar la causa del embarazo adolescente en una postura simplemente comportamental o cognoscitiva, hemos de tomar en consideración una vertiente más psicosocial que nos permita entender todo el proceso psicológico y social que está aconteciendo en la adolescente y en su entorno. “La conducta, es fundamentalmente un indicador de la actividad psíquica” (Fajardo y Vicente Castro, 1998; p.161). Nos adentraremos pues, en un modelo mucho más amplio y abierto a la explicación causal: el modelo psicosocial. 4.3. Modelo psicosocial “Un todo individual, manifiesta un tipo de comportamiento consecuente y moldeante de esa propia realidad que le estimula, es decir, la unidad biopsicosocial del ser humano se conceptualiza en dos planos biyectivos y de mutua influencia” (Sánchez Casado, 1999). El modelo psicosocial, al que vamos a dar comienzo en este apartado, está en consonancia con la creencia de que las causas del embarazo radican en el acontecer psicosocial de la adolescente. Si bien, no debemos obviar el hecho de que el ser humano constituye una unidad bio-psico-social. “Su naturaleza ostenta esta triple   93     determinación”, “si se prescinde de alguna de las tres dimensiones se incurre en un reduccionismo” (Sánchez, 1998). Precisamente, en los dos primeros años de vida de una persona, el desarrollo psicosocial va a depender de la interacción que se produzca entre el individuo y otras personas a las que se vinculará afectivamente, personas que “le cuidan, satisfacen sus deseos, motivaciones o intereses, al mismo tiempo que le estimulan en la exploración y comprensión de la realidad que le circunda” (Sánchez, 1998, p.101). Según el modelo psicosocial, existen variables sociales y factores psicológicos, - ya sean bajos niveles de autoestima o una pertenencia a un estrato socioeconómico determinado-, que pueden contribuir a un aumento de la incidencia de gestaciones adolescentes (Vallejo, 1998). A continuación, se revisarán trabajos que harán referencia a estos factores como antecedentes de la gestación. Acometeremos la evolución de factores internos y externos a la gestante, que además, como apunta Sánchez (2008), serán condicionantes de su psique –soma. Entre esos factores internos y externos, como apunta Sánchez (1998), será necesario un equilibrio que posibilite “afianzar la mismidad del propio individuo” (Sánchez, 1998, p.22). En primer lugar, es conveniente acentuar el papel del aprendizaje vicario en la maternidad. En muchos casos, los comportamientos de las madres de las ahora gestantes, son repetidos por las propias adolescentes. Así, Zárate (2013) referencia a autores como Swan et al. (2003); González, (2007); Diego y Huarcaya, (2008), Salazar et al. (2007); Jutte, (2010) quienes coinciden en constatar cómo las madres de las adolescentes que están embarazadas, también experimentaron la maternidad de forma precoz, evidenciándose cierta repetición transgeneracional. Mediante el aprendizaje vicario, la gestante no sólo aprendería la conducta observada del modelo “madre”, sino también por otra parte, los efectos observados en ella. En esta misma línea argumental, Miller et al. (2001), Moyeda et al. (2006), Salazar et al. (2007), Creatsas, Goumalatsos Nicos, Deligeoroglou Eythymios, Karagitsou, Calpaktsoglou Costas y Whitehead (2009) y Jutte et al. (2010) subrayaron especialmente, el gran número de adolescentes que afrontaban una gestación siendo hijas de madres adolescentes.   94     En este contexto, el ser madre adolescente no constituiría para la hija un estigma. Es probable, como indicaron Creatsas et al. (2009), que esta hija se sienta más segura, confiada y con mayor competencia respecto al afrontamiento de su embarazo en comparación con otras adolescentes embarazadas de su edad. De este modo, se produciría una doble identificación satisfactoria en la hija: una identificación con su madre y con el rol materno. Profundizar en el embarazo y la maternidad, sea adolescente o no, siempre ha precisado de la consideración de factores históricos y socioculturales inherentes a la diversidad cultural (Pires, 2010). Así, desde el plano psicosocial, el estudio de la gestación, demanda una exploración exhaustiva de factores, como por ejemplo, el entorno social que rodea a la embarazada, o también, los valores personales acumulados por ésta a lo largo de su ciclo vital (Irwin y Millstein, 1986). Así, Geronimus (1991) en Hockaday et al. (2000), trató de explicar por qué en la maternidad y paternidad adolescente era palpable cierto desgaste psicológico antecedente, es decir, previo a la gestación. Geronimus manifestó que este desgaste tenía origen en el propio ambiente social y cultural condicionante que rodeaba a la gestante. Este ambiente social era el que condicionaría su gestación (Morales, Kornblit, Páez y Asún, 2002, citados por Fernández, 2005). Hockaday, et al. (2000) igualmente, referenciaron a Furstenberg (1992), respecto al desacuerdo de éste último con la postura de Geronimus. Furstenberg (1992) atribuyó la maternidad inmadura no a la incapacidad de la adolescente para ser una persona independiente, sino a una secuencia de acontecimientos: “una relación sexual, un uso ineficaz de anticonceptivos, un embarazo y un no desarrollo de un aborto”. Si bien, lo que sí es cierto, es que no podemos asociar exclusivamente un factor determinado a la existencia de embarazos adolescentes. De hecho, factores de carácter socio-emocional parecen estar asociados también al embarazo en la adolescencia, tales como una baja autoestima o una infravaloración personal (Pires, 2010). Esta infravaloración puede tener origen en la separación, en la desidentificación, -como puntualiza Sánchez (2008)-, procesos que implican en el adolescente el duelo de hacerse adulto. En este sentido, en lo que respecta a la individualidad de la adolescente y a su idiosincrasia, la investigación empírica ha demostrado que factores como la inmadurez   95     sexual o la inestabilidad emocional, así como el sistema de creencias, valores y expectativas favorables a la actividad sexual prematrimonial se asocian a una mayor vulnerabilidad individual de experimentar un embarazo en la adolescencia (Araujo, 2011). Además de estos factores, el “separarse de la familia de origen” puede ser otro factor de impacto en la gestación prematura, si además tenemos en cuenta que, en ocasiones, las adolescentes no son capaces de separarse de “su idealización paterna”. La adolescente debe ser capaz de desprenderse emocionalmente de la imagen fijada hija-niña (Sánchez, 2008). Si bien, cada una elaborará esta alteración de forma diferente. “Los hábitos no saludables” constituyen nuevas variables psicosociales objeto de estudio por este modelo. En esta misma línea, recientemente Veloso y de Souza Monteiro (2013) pusieron de manifiesto la prevalencia de factores asociados al consumo de alcohol en adolescentes, quedando demostrada la relación que existiría entre el consumo de alcohol y el embarazo no deseado. Otros estudios precedentes corroboraron esta prevalencia, tales como los de Hockaday, et al. (2000) quienes exploraron la incidencia y la relación positiva entre el alcohol y la actividad sexual. De modo similar, otros investigadores han hallado que la actividad relacionada con la delincuencia y el consumo de alcohol podían preceder el acontecimiento de un embarazo (Swadi, 1999; Cavazos-Rehg, Krauss, Spitznagel, Schootman, Cottler, y Bierut, 2012). Por otra parte, atendiendo a Whiteley y Brown (2010), la drogadicción podría anticipar el riesgo de embarazo en la adolescencia, en estos casos la gestación sería asociada a un malestar psiquiátrico, paro, falta de apoyo social o desventaja económica. Las diferencias raciales también han sido objeto de estudio dentro de este modelo psicosocial. Las adolescentes embarazadas de diferentes razas manifestarían unos perfiles psicosociales heterogéneos entre sí, así como diferentes problemas y necesidades psicosociales derivadas del mismo (Felice, Shragg, James y Hollingsworth, 1987). En la etnia gitana, por ejemplo, los embarazos suelen acontecer a edades muy tempranas, y muchos de ellos son planificados. Esta teoría, que sostendrá que los embarazos tempranos se producirán por pertenecer a una etnia determinada, no está muy clara, más aún si tenemos en cuenta   96     que las gestantes adolescentes pertenecen a cualquier entorno social, étnico o cultural. Además, se ha concluido que los embarazos no planificados, tienden hacia una igualdad en su incidencia dentro de la pluralidad de los estratos sociales (Vallejo, 1998). Desde la década de los ochenta, autores como Robbins (1985) en Hockaday et al. (2000) culminaron su proceso de investigación teniendo como punto de mira la influencia de factores específicos, tales como las calificaciones bajas, el deseo de dejar los estudios y el bajo estatus socio-económico parental, relacionándolos con los embarazos adolescentes. Otros investigadores como Plotnick, (1992), desde esta perspectiva, incidieron en que unas expectativas educativas altas y unas actitudes positivas hacia los estudios, eran asociadas, sin embargo, a una posposición mayor de la maternidad. En un trabajo de investigación encabezado por Young, Turner, Denny y Young, (2004) quedó demostrado cómo las variables más predictivas de un embarazo eran por un lado, la pobreza interna del sujeto (locus de control, las expectativas educativas de sujetos, y la confianza de obtener el título de secundaria), así como también, su pobreza externa (el nivel de educación de los padres). Respecto a las variables de índole emocional, que podrían explicar una gestación adolescente, podríamos delimitar una heterogeneidad de dificultades de tipo emocional. Moyeda, Vega, Figueroa y Velasco (2006) describieron cómo algunas causas del embarazo temprano tenían su origen en problemas emocionales que sufrían estas adolescentes. Así, la descripción psicológica de estas futuras madres, suele caracterizarse por una imagen en la que predomina cierta pasividad y confusión, así como una pobre autoestima y una experiencia de rechazo y abandono (Newport, Wilcox y Stowe, 2002). Esta imagen además se complementaría con una limitada confianza en sí misma. En muchos casos, estos problemas son producto esencialmente, de una relación inadecuada con sus familiares desde su infancia, especialmente con sus progenitores (Moyeda et al., 2006). Según Climent (2006), estos adolescentes solo adoptarán los valores de sus padres siempre que predomine entre ellos una relación afectiva positiva. Atendiendo a los nuevos planteamientos recientes que van surgiendo en esta temática, es bastante frecuente destacar un detrimento en cuanto al interés mostrado por   97     la exploración de factores vinculados a la personalidad de los adolescentes, y que si bien, constituirían otro fuerte predictor de embarazo (Harville, Madkour y Xie, 2015). Así, mientras el neuroticismo, la escrupulosidad y la extraversión como rasgos de personalidad, podrían predecir el embarazo adolescente en mayor medida, la agradabilidad, el intelecto y la imaginación se asociarían a una menor probabilidad de quedar embarazada a esta edad. Berg, Rotkirch, Väisänen y Jokela (2013) alegaron en este sentido que: “la personalidad se asociaría diferencialmente con embarazos planeados y no planeados”. Llegados a este punto, no podemos obviar las aportaciones de Monk, Fifer, Miers, Sloan, Trien y Hurtado (2000) para quienes resultaría imposible hacer una distinción clara entre lo biológico y lo afectivo. Fruto de esta síntesis de artículos compilados, una amplia gama de factores personales y sociales estrechamente vinculados entre sí, han puesto de relieve cómo el embarazo adolescente es algo más que el reflejo de unas problemáticas prácticas sexuales o de una falta de conocimiento en materia sexual. De hecho, los embarazos suelen responder también a un marco familiar común. De igual modo, en este sentido, Vallejo (1998) postulaba cómo las familias de las gestantes solían estar encabezadas por un padre autoritario, distante, poco afectivo, donde la madre era la figura que ejercía la autoridad y el control sobre los hijos. Estas madres solían desarrollar vínculos afectivos inestables, mientras que las hijas por su parte, eran más inseguras y dependientes respecto a la figura materna (Vallejo, 1998). Sin embargo, para Climent (2006) gracias a la democratización de la sociedad estos roles tradicionales se han ido transformando profundamente. Por otra parte, algunos significados que los futuros padres van a atribuir a la feminidad y masculinidad, su forma de pensar o actuar, así como su propia expresión sexual, pueden tener origen en el esquema de prohibiciones y permisos que recibieron de sus padres en la infancia (Martínez, Jiménez, & Romero, 2004). En Figura 4.4 aparece reflejada una síntesis breve de los aspectos abordados en este modelo psicosocial explicativo del embarazo adolescente.   98     Figura 4.4. Modelo causal psicosocial explicativo del embarazo adolescente. Modelo  psicosocial  en  la  explicación  del  embarazo  adolescente   Factores  individuales  y   Comportamientos  del   Pobreza  interna  y  externa   sociales     entorno  familiar   de  la  gestante.     Niveles  de  autoestima  y   Las  bajas  expectativas   pertenencia  a  estratos   Madres  competitivas,   educativas,  la  escasa  confianza  y   socioeconómicos   idealización  paterna  o   la  escasa  predisposición  a   determinados  son  factores   conflictivas  relaciones   terminar  los  estudios  también   psicosociales  condicionantes   familiares  pueden   pueden  relacionarse  con  la   de  una  gestación  prematura. conducirles  a   gestación  precoz.   regresiones  infantiles.       Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en el Capítulo 4 (Newport, Wilcox y Stowe, 2002; Macleod, 2013; Moyeda, Vega, Figueroa y Velasco, 2006; Harville, Madkour y Xie, 2015…). Por todos estos significados y factores implicados en la gestación, es indispensable promover políticas públicas multidimensionales que atiendan las múltiples necesidades de nuestros adolescentes. Para ello, deben emplearse medios lo suficientemente atractivos como para que esta información y formación les llegue de forma apropiada. Precisamente, el embarazo adolescente, tal y como expone Macleod (2013), está mediatizado por la actuación de los medios de comunicación, los cuales se centran en el embarazo adolescente como un problema, cuando en realidad no lo es en sí mismo. Estos factores psicosociales abordados pueden ser clasificados como podemos intuir en dos ejes: el contexto social y la personalidad de la gestante. Ni los antecedentes, ni las consecuencias de la gestación, van a ser idénticas para todas ellas (Miller, Benson y Galbraith, 2001). Será a través de esa compleja interacción entorno- individuo, como podamos dar un sentido completo y una explicación certera al embarazo adolescente. No podemos dar término a este apartado sin reflejar cómo las disposiciones y actitudes de los adolescentes hacia la sexualidad, hacia el embarazo y hacia la   99     maternidad se mantienen y subyacen más allá de los cambios culturales y sociales. En este sentido, tal y como expone Vallejo (1998), si para el adolescente estas disposiciones y actitudes hacia la maternidad, hacia el embarazo y hacia la sexualidad, no son coherentes entre sí difícilmente podremos actuar frenando nuevos embarazos. Por último, también la asincronía de habilidades en los adolescentes a menudo es la “culpable” de problemas que se originan en esta etapa. Es decir, si la maduración física se anticipa a la maduración cognitiva y emocional, las adolescentes se sentirán preparadas para participar en la actividad sexual pero no tanto para afrontar las consecuencias de carácter cognitivo y emocional, como puede suponer, por ejemplo, un inesperado embarazo (Vallejo, 1998, p.78). En el próximo capítulo se efectuará una revisión teórica sobre algunos antecedentes en la historia de vida familiar de muchas adolescentes, que pudieron preceder e incluso condicionar su precoz embarazo. “Si logramos educar que brinden un mínimo de angustia y sentimiento de culpa que puedan disfrutar gozosamente de su feminidad, podremos esperar que el embarazo y el parto sean nuevamente lo que son” (Langer, 1983, p.340). “La función materna y la función paterna no son iguales ni intercambiables. Las dos figuras, paterna y materna son indispensables” (Calvo, 2015, p. 11).       100     Capítulo 5 “El futuro influye en el presente tanto como el pasado” Nietzche (1844-1900). CAPÍTULO 5: HISTORIA DE VIDA FAMILIAR, ANTECEDENTES EN EL DESARROLLO DE UNA GESTACIÓN TEMPRANA Los seres humanos “somos seres sociales que necesitamos encuentros para poder construirnos a nosotros mismos” (Fernández-Henarejos y Prados, 2011; p.541). Estos encuentros, que se inician desde la más tierna infancia, dejarán una huella única en nuestro desarrollo posterior. Las personas además, desempeñamos una multitud de roles, y como indica Loscertales (2015), actuamos “en el gran escenario de la vida, enmarcado en dos complejos cortinajes: la naturaleza y la sociedad”. La familia siempre se ha considerado un eje principal transmisor de valores, el cual facilita el ajuste de cada uno de los miembros que la componen (Musitu y García, 2016). La familia será un núcleo fundamental responsable de “nutrir”, valorar, reconocer, dar cariño y “sociabilizar” a sus miembros (Linares, 2006; citado en Serrano, 2013). Las relaciones que establecerá el niño con su familia van a desempeñar un papel principal en la prevención o desarrollo de psicopatologías futuras, tanto en la infancia como en la adolescencia (Serrano, 2013). En este capítulo, se examinarán diferentes factores que serán comunes a la historia de vida familiar de algunas gestantes adolescentes. Estos aspectos comunes no tienen por qué anteceder a todas las gestaciones que tienen lugar en la adolescencia, pero sí suelen darse con bastante frecuencia en la historia familiar de muchas de ellas. El papel del contexto familiar en el desarrollo del menor ha sido objeto de investigación a lo largo de la historia por diferentes autores tal y como postula Lena Moreira (2014), entre ellos por Torío López, Peña Calvo y Rodríguez Menéndez (2008), Musitu Ochoa, Estévez López y Jiménez Gutiérrez (2010). Además, es bien sabido que, las relaciones que en él se establecerán van a repercutir en el desarrollo de cada uno de sus miembros. En este sentido, algunas adolescentes recurren a este embarazo temprano   101     para huir de conflictos familiares, especialmente, aquellas con grandes cargas familiares (Pacheco-Sánchez, 2016). El funcionamiento familiar puede generar bienestar o malestar entre los miembros de una familia, en función de si éste es armónico o disarmónico. Este funcionamiento puede además, facilitar comportamientos saludables, o por el contrario, promover otros escasamente beneficiosos para la salud, como por ejemplo, las conductas de riesgo (Climent, 2008; Montañés, Bartolomé, Montañes y Parra, 2008). Si bien, en cada sujeto, los efectos de las variables biológicas y culturales se organizarán de una forma específica (Sánchez Casado, 1998). Así, en la adolescencia, gran parte de los problemas de salud se generan por la práctica de comportamientos de riesgo, como son el consumo drogas y las prácticas sexuales no seguras, pues constituyen junto con el suicidio, las principales causas de mortalidad entre los adolescentes según la Organización Mundial de la Salud (Polanco, 2014). Estos problemas de salud pueden iniciarse en el seno familiar. En este sentido, Lena Moreira (2014) a partir de investigaciones como las de García, Fuentes y García (2010), describía cómo los jóvenes que presentaban un menor ajuste social y mayores problemas de conducta habían sido educados con estilos parentales autoritarios y negligentes. Es decir, el estilo educativo parental condicionaba determinadas conductas de ajuste social en los hijos.   Por su parte, siguiendo esta línea argumental, Rosselló y Hernández (2004) aludieron a cómo eran frecuentes las ideaciones suicidas, los eventos estresantes y los problemas de autoestima en muchas gestantes adolescentes. En este sentido, se identificó además, una correlación alta entre la disfuncionalidad familiar y las conductas de riesgo (Climent, 2008; Santiago y Roselló, 2015; Mosquera 2016). No sólo se han identificado correlaciones entre disfuncionalidad familiar y embarazo adolescente, también, se han hallado relaciones significativas entre la funcionalidad familiar y las estrategias de afrontamiento utilizadas por las gestantes adolescentes. Autores como Zambrano, Vera y Flórez (2012) y Flórez, Gallego, Low, Crespo, Ibáñez y Téllez (2015) exploraron la funcionalidad familiar y las estrategias de afrontamiento, y evidenciaron que, en función de cómo funcionara la familia de origen, la adolescente afrontaría mejor o peor su embarazo.   102     Cabe destacar, que los comportamientos de cada miembro de la familia pueden determinar la salud de cada uno de ellos. En este sentido, Loscertales (2015) describía cómo la fuerza y la potencia vital de cada persona estarían vinculadas a su salud. En esta línea, si reflexionamos acerca del modo de actuar de cada uno de los miembros de una misma familia, así como de las relaciones que establecerán entre ellos, hallaremos una íntima relación entre estos comportamientos y la salud personal de cada uno. Los apartados que se presentan a continuación, pretenden reflejar cómo la “inestabilidad familiar”, las “carencias afectivas en el núcleo familiar”, así como la “ausencia paterna”, son factores que suelen anteceder a una gestación adolescente. Estos factores no tienen por qué estar presentes en la historia familiar de todas las gestantes, sin embargo, la literatura científica en esta temática frecuentemente los cita y son objeto de estudio para muchos aquellos que optaron por explorar la gestación en la adolescencia. 5.1. Inestabilidad familiar antecedente a la gestación. Durante los dos primeros años de vida de una persona, el desarrollo psicosocial va a depender prioritariamente de la interacción que se va a producir entre el niño y las personas a las que éste se vinculará afectivamente. Esa primera infancia, suele ser un período de tiempo en el que comienzan a conformarse las figuras de apego, es decir, empiezan a tomar forma: “aquellos adultos que le cuidan, satisfacen sus deseos, motivaciones o intereses, al mismo tiempo que le estimulan en la exploración y comprensión de la realidad que le circunda” (Sánchez Casado, 1999, p.101). En este sentido, muchas gestantes relatan experiencias que revelan una falta de cuidados o castigos inmerecidos en la infancia. Estas adolescentes embarazadas, al igual que otras muchas que no lo están, a veces sufren las consecuencias de unos padres que, como indica Serrano (2013), son incapaces de superar su propia historia personal y lo que hacen es proyectar rabia e ira contra sus seres queridos. En este sentido, llegados a este punto, es pertinente precisar a qué nos referimos cuando aludimos al término: “inestabilidad familiar”. Cuando nos enfrentamos a una inestabilidad familiar, estamos describiendo una “no óptima calidad de relación existente entre sus miembros” (Miller, 2001), una falta de comunicación, una insuficiencia o falta de supervisión familiar, apoyo o afecto (Pedrosa, Pires, Carvalho,   103     Canavarro y Dattilio, 2011). Las interacciones y dinámicas familiares tempranas son grandes modificadores de la estabilidad familiar. Durante la adolescencia de los hijos, la familia, especialmente los progenitores del adolescente, experimentarán inseguridades, ya que percibirán a sus hijos como inexpertos a la hora de evitar riesgos como puede ser el consumo de drogas (González, 2004) o en nuestro caso, a la hora de evitar un embarazo no deseado. En la adolescencia además, se va a producir un desplazamiento de intereses por parte del adolescente, el cuál progresivamente irá proyectando su foco de interés sobre el grupo de iguales. Los adolescentes no son los únicos que tienen que ir asumiendo ese distanciamiento, sino también los propios padres. Los padres han de expresar siempre con sinceridad sus propios puntos de vista y hacerles sentir a sus hijos que tienen su apoyo (Musitu y Cava, 2001; García Zabaleta, 2004). Si bien, este distanciamiento normal y habitual, puede generar cierta inestabilidad familiar si los padres no están preparados para ello. La conquista de autonomía por parte del adolescente puede desencadenar en algunos casos, un distanciamiento de los padres (Montañés, Bartolomé, Montañés y Parra, 2008). Este distanciamiento por búsqueda de autonomía no tiene por qué constituir una amenaza para el equilibrio familiar, si bien, si a este distanciamiento natural se le suma una gestación inesperada, será más fácil que se “rompa o deteriore” dicha “armonía familiar”. Existen factores contextuales que son difíciles de controlar y que también pueden modificar o “tambalear” dicha estabilidad familiar. En este sentido, recientemente, un estudio descriptivo y transversal encabezado por Simón y Aznar (2015), en el que participaron 583 jóvenes de entre 13 y 24 años de edad, casi el 30% de la muestra presentó un embarazo no planificado. El riesgo de embarazo era mayor en los casos en los que el padre de la gestante estaba desempleado, o la madre había tenido un hijo durante la adolescencia, así como en los casos en los que eran frecuentes los problemas en el hogar. Efectivamente, el riesgo de embarazo empezaba a incrementarse en entornos de inestabilidad donde predominaba el desempleo o los problemas frecuentes en la familia (Cegarra, Quintero y Hernández, 2001). El estatus socioeconómico familiar puede ser otro factor a tener en cuenta, pudiendo ser protagonista directo de la estabilidad familiar. Aunque no se suele explorar   104     la relación entre estatus familiar e inestabilidad familiar, una parte de la literatura sí que ha evidenciado que las tasas de embarazo adolescente son mayores entre las familias con problemas socioeconómicos (Coley y Chase-Lansdale 1998; Garrett y Tidwell, 1999; Pereira et al. 2005), así como en familias siendo las madres solteras (Ellis et al. 2003; Miller et al. 2005), también en madres con bajos niveles educativos (Miller et al. 2001; Pereira et al. 2005), y en historias familiares de abuso de alcohol (Haldre et al. 2009 en Pedrosa, 2011). Este estatus económico puede ser condicionante de la estabilidad familiar, ya que el clima se verá afectado y los miembros podrán verse imposibilitados a la hora de hacer frente a sus responsabilidades económicas. Asimismo, el contexto social donde reside la gestante es también otro factor significativo condicionante de la estabilidad familiar. Desafortunadamente, muchas gestantes van a vivir en barrios caóticos y desfavorecidos, este hallazgo es consistente en la literatura, y sugiere que las condiciones socioeconómicas precarias y la escasez de trabajadores profesionales o directivos en un barrio, se asociarán a un riesgo mayor de embarazo en la adolescencia, así como a una inestabilidad familiar (Lang, Rieckmann, DiClemente, Crosby, Brown, Donenberg, 2012; Nebot, Díez, Martín, Estruga, Villalbí, Pérez y López, 2016). En este tipo de barrios desfavorecidos, una intervención a tiempo en la salud afectiva y sexual de los adolescentes podría prevenir algunos embarazos no deseados (Mateos, Balsells, Molina, Fuentes-Peláez, Pastor y Amorós, 2014). En países como Argentina, Chile, Perú o Uruguay, es característico el número elevado de adolescentes embarazadas, y es allí, donde es bastante frecuente hallar adolescentes que pertenecen a hogares disfuncionales, tienen padres separados, o predominan relaciones deficitarias entre padres e hijos (Calderón y Alzamora, 2006). Las gestantes presentan además, problemas en las relaciones que entablan con sus familiares, problemas a menudo agravados por una comunicación deficitaria, que no se realiza en contextos de confianza o libertad. Gran parte de estas familias son proclives a experimentar crisis económicas y grandes déficits de comunicación (Pérez Giraldo, 2003). En este sentido, esta disfuncionalidad identificada y causada en parte, por problemas de comunicación, fue recogida e identificada por autores como González, Luengo, Molina y Meneses (1999), quienes informaron que el 47% de las adolescentes embarazadas encuestadas reflejó no vivir en el seno familiar debido a graves conflictos familiares en los que experimentaron una separación, una falta de entendimiento,   105     problemas del alcohol, o incluso, violencia familiar. Junto a esta investigación que revelaba una difícil estabilidad familiar, Prías-Vanegas y Miranda-Mellado (2009) también identificaron contextos familiares conflictivos en torno a las adolescentes que aceptaban seguir adelante con sus bebés. Esta inestabilidad familiar, como venimos sosteniendo, desempeña un papel protagonista en el desarrollo de esta tipología de gestación. Además, si analizamos la actitud o el comportamiento que mantienen algunas madres de las gestantes con sus hijas, identificaremos madres bastante provocadoras, dominantes o competidoras con ellas. Estas madres han establecido al mismo tiempo, una relación simbiótica y ambivalente con sus hijas antes de su gestación (Vallejo, 1998). En este caso, la gestación y posiblemente el ser madre, pueden constituir una vía de escape a esa relación tóxica. Dando continuidad a esta línea argumental, existirían tres factores a nivel familiar que podrían considerarse también correlatos significativos del embarazo, estos pueden ser: la composición familiar, el apoyo y la cohesión familiar. Dentro de esa composición y cohesión familiar, el abandono de hogar suele ser un núcleo importante de investigación y un antecedente común en la historia de vida de numerosas gestantes adolescentes. Así, en un estudio focalizado en adolescentes cuyos padres abandonaron el hogar, se obtuvo que estas adolescentes eran casi 3,5 veces más propensas a experimentar el embarazo que las demás que sí gozaban de la presencia del padre (Ellis, Bates y Dodge, 2003; Lang, Rieckmann, DiClemente, Crosby, Brown, Geri, 2012). Simultáneamente, un trabajo de investigación longitudinal en el que participaron unas 700 adolescentes de los EE.UU. y Nueva Zelanda, sugirió que las hijas adolescentes que habían experimentado la ausencia de su padre en su período de desarrollo infantil, eran de siete a ocho veces más proclives de experimentar un embarazo en comparación con las hijas de padres presentes en el hogar. Kait (2007) trabajando como psicoanalista en una residencia maternal española, focalizó su atención en estas problemáticas relaciones, así como en la infancia de muchas gestantes, e identificó en ellas la necesidad de sentirse apoyadas. Se refería Kait (2007) a la necesidad que experimentaban de ser escuchadas, especialmente “sobre su historia personal”. Además, añadía que, si se les proporcionaba ayuda y no estaban   106     preparadas para recibirla por diferentes motivos, por ejemplo de autoestima, posiblemente, esta ayuda sería rechazada. Sin embargo, autores como Lang et al. (2013) hallaron la no vinculación significativa entre la comunicación paterno-filial en materia sexual y el desarrollo de un embarazo. La comunicación entre padres e hijos sobre el comportamiento sexual, así como la toma de decisiones serían temas que no se corresponderían con los niveles generales de comunicación ni tampoco con el embarazo adolescente (Lang, et al., 2013). Algo similar ocurrió en otra investigación, en este caso en una efectuada en la Universidad de Texas. La comunicación intrafamiliar entre la gestante y sus padres no sólo condicionaría los sentimientos que se generarán entre los miembros de la familia, sino también la relación positiva que pudiera derivarse de la relación que establecerán entre sí en un futuro (Slater, Mitschke, Douthit, 2011). Este diálogo junto con un diálogo más interior y positivo nos posibilita aproximarnos mejor a lo que Loscertales (2015) denominaba: “mantenimiento psicoemocional”. No obstante, en lo que respecta al papel que desempeña la infancia de la adolescente en esta estabilidad familiar, sí que la trayectoria o evolución de la niñez por parte de la gestante, es decir, la presencia de trastornos de conducta en la infancia (pero no los trastornos depresivos) se ha considerado una variable vinculada a la inestabilidad familiar y también al embarazo adolescente. Es evidente que, si la gestante adolescente presentó trastornos en su infancia, éstos probablemente alterarán la estabilidad familiar. Entre las niñas con trastornos de conducta, Kovacs, Krol, Voti, en 1994 detectaron que el 54,8% se quedó embarazada siendo adolescente, por tanto, el trastorno de conducta de inicio temprano representaba un factor de riesgo para la gestación. La estabilidad familiar, desafortunadamente, también puede verse mermada si se producen abusos sexuales dentro del núcleo familiar. Para autores como Fergusson, Horwood & Lynskey (1997);   Gilbert, Widom, Browne, Fergusson, Webb & Janson (2009), el abuso sexual experimentado en la niñez se relacionaría con una mayor vulnerabilidad sexual durante la adolescencia. Como es posible inferir, existen multitud de factores que han sido objeto de interés e investigación en este apartado.   A continuación, en Figura 5.1 podemos observar una síntesis de los diferentes factores que hemos citado y que pueden mediar en esa inestabilidad familiar.   107     Figura 5.1 Inestabilidad familiar antecedente a la gestación adolescente: factores que pueden interactuar en el núcleo familiar. Contexto social deficitario. Historia familiar de déficits en Separación o divorcio Desempleo de los padres. las relaciones afectivas entre sus de los padres. miembros. Abandono de hogar. Inestabilidad familiar Figura paterna Figura materna Adolescente Déficit en las Abandono o fracaso escolar. relaciones Madres provocadoras o familiares. competidoras. Demora en el desarrollo social y cognitivo. Problemas de Problemas para llegar a comunicación. acuerdos y para asumir Desinformación acerca de los responsabilidades. problemas reproductivos. Fuente: Elaboración propia a partir de las aportaciones realizadas en esta temática. En cualquier caso, como ya hemos expresado con anterioridad, la inestabilidad familiar no tiene por qué ser solo antecedente, sino también consecuencia o efecto del tipo de embarazo tan precoz y no planificado que tiene lugar en la adolescencia. Las peculiaridades y especificidades de cada adolescente, así como su resiliencia individual para afrontar su gestación, también han de considerarse, especialmente por sus efectos de cara a un afrontamiento más eficaz (Guerrero, Cabrera, Rodríguez & Castellanos, 2012). Esta inestabilidad familiar no sólo será un factor antecedente de muchas gestaciones adolescentes, pues puede llegar también a condicionar una demora en el desarrollo social y cognitivo de muchas adolescentes que afrontan un embarazo. 5.2 Carencias afectivas en el seno familiar: ausencia paterna. La función del padre en el núcleo familiar es objeto de controversia   en la actualidad. Las figuras materna y paterna han sufrido a lo largo de la historia un gran cambio de roles. “La figura paterna se encuentra más alejada física y en ocasiones   108     afectivamente y, sin embargo, continúa siendo el epicentro de la constitución psíquica de los sujetos y de la cultura” (Hernández Leyva, 2016). En algunas familias la ausencia del padre será una realidad que antecederá a un embarazo adolescente. El embarazo adolescente al ser a menudo “no planificado”, puede ser pobremente acogido por la familia de la gestante e incluso puede llegar a ser motivo de conflicto (Rhodes, Ebert y Meyers, 1994; Micucci, 1998), y ello puede deberse a diversos factores, tal y como venimos anticipando en anteriores apartados. Autores como Climent (2008), perciben esta gestación, como una respuesta adolescente a un deseo o necesidad de revelarse frente a la educación rígida del entorno familiar. Asimismo, el embarazo puede suponer una respuesta de desafío hacia los padres e incluso una respuesta de compensación ante carencias afectivas. Tal y como afirman Vásquez et al. (2013), las vivencias del presente estarán íntimamente ligadas a las del pasado. En este sentido, es preciso abordar qué tipo de carencias afectivas van a estar relacionadas con estos embarazos adolescentes. En este sentido, la figura del padre también se acometerá, específicamente por la repercusión que va a tener en el rol a desempeñar por la adolescente. 5.2.1. Carencias afectivas en el seno familiar No basta con explorar un único factor causal de forma aislada para comprender la aparición de un embarazo en la adolescencia, es preciso explorar toda una dinámica de factores que pueden mediar y actuar predisponiéndolo. En este sentido, en opinión de Flores, González e Ibáñez (2015), así como de Betancur, Villamizar y Nieto (2016) el núcleo familiar debería de ser el centro de análisis de todo embarazo que se produjera a una temprana edad. Cada familia será diferente y particular en cuanto a la vivencia de sus propios ciclos vitales (Rojas y Linares, 2012; Betancur et al., 2016). Todas las familias tienen un origen y una evolución determinados, si se produce un embarazo inesperado por parte de un miembro, posiblemente se considere el embarazo como una anomalía en el ciclo vital de la familia. Si bien, todas las familias, afronten un embarazo adolescente o no, tendrán que asumir cambios y desarrollar estrategias para superar obstáculos (Puyana, 2006). Dos de las estrategias que pueden favorecer la cohesión entre los   109     miembros de la familia son: el apego y las relaciones afectivas   (Martínez-Álvarez, Fuertes-Martín, Orgaz-Baz, Vicario-Molina y González-Ortega (2014). El apego y las relaciones afectivas pueden ser producto de la propia estabilidad familiar o viceversa (Climent, 2008). La gestación adolescente para este autor no deja de ser producto de relaciones, intercambios o expectativas específicas, que han ido ajustándose en función de la realidad psicosocial que ha vivenciado cada una en su individualidad. Según Climent (2008), el embarazo podría constituirse ante unos castigos parentales extremos o ante una carencia de afecto o falta de control. Puede ser el caso por ejemplo, del embarazo como respuesta a normas restrictivas impuestas por los padres. Sigmund Freud fue el primero en dirigir su atención al pasado infantil de los pacientes neuróticos adultos y también, a la importancia de los vínculos primarios (Escobar, 2008). Más tarde, grandes exponentes del psicoanálisis pusieron énfasis en las teorías sobre la importancia del vínculo madre-hijo, entre ellos el psicoanalista norteamericano René Spitz (1969), uno de los pioneros en la observación directa de la relación madre-bebé, quien además describía las distintas etapas de la evolución psicogenética (Escobar, 2008). Siendo este pasado infantil tan trascendental para el desarrollo del adolescente, resulta paradójico que sea en la adolescencia cuando descubramos los problemas y dificultades que se han ido acumulando en la infancia (Serrano, 2013). En esta línea, Serrano (2013) subraya cómo los padres tienden a apreciar los problemas psicológicos de sus hijos, además de percibir que necesitan ayuda psicológica, cuando han llegado a la adolescencia, y no tanto, cuando están en el período infantil o preadolescente. Dada esta afirmación, hemos de resaltar que, a menudo detrás de una gestación puede haber una adolescente que ha necesitado ayuda psicológica, probablemente no recientemente, sino cuando era niña. Puede ser que la gestante haya sufrido carencias afectivas en su entorno familiar, y además, que la imagen que haya elaborado de sí misma no sea del todo positiva   (Quintero y Sánchez, 2015). Afortunadamente, la imagen que sustentamos sobre nosotros mismos, a menudo inconsciente, será dinámica y susceptible de ser modificada (Vaimberg y Lombardo, 2015) Los cambios de la adolescencia pueden ser afrontados de forma óptima si el adolescente ha podido desarrollar una identidad más o menos sólida a partir de las   110     interacciones para él significativas. Si se producen desajustes en estas identificaciones e interacciones, también se generarán desavenencias en las relaciones con los iguales (Sánchez Teruel y Robles Bello, 2013). Las gestantes adolescentes con frecuencia revelan haber tenido que afrontar situaciones difíciles en lo que a relaciones familiares respecta, especialmente muchas de ellas han percibido y presenciado problemas en las relaciones conyugales, o han asistido a correlatos de abandono físico, violencia o privaciones afectivas  (Betancur et al., 2016). En este sentido, Serrano (2013) evidenció que el mayor grado de síntomas psicopatológicos en los hijos de parejas adultas se producía donde el vínculo conyugal se presentaba desajustado, en comparación con los de los hijos de aquellos padres que mantenían una armonía conyugal. Las carencias afectivas llegan a ser determinantes en esta adolescencia, que resulta para muchos, estresante y llena de desajustes. Los vínculos afectivos positivos entre padres e hijos repercutirán positivamente, en el sentido de que, las adolescentes a partir de éstos, podrán conferir sentido a su propia existencia   (Climent, 2008). Muchas veces las personas no disponen de espacios para poder expresar lo que sienten o cómo se sienten, es necesario que un grupo (en nuestro caso la familia), disponga de espacios y tiempos suficientes para facilitar y fomentar el diálogo entre sus miembros   (Palacín Lois, 2015). En este sentido, el afecto y el apoyo hacia el hijo procedente de ambos progenitores, favorecerán que el niño pueda sentirse competente en la sociedad (Serrano, 2013). Este afecto y apoyo, tal y como hemos citado en capítulos anteriores, es con frecuencia bastante limitado en las gestantes. Los padres han de ser capaces de generar un clima familiar estable y afectivo, siendo conscientes además, de que la calidad de las relaciones familiares serán la clave para el desarrollo de cada uno de sus miembros (Climent, 2008). Si bien, puede ocurrir que la familia no esté preparada para crear este clima afectivo, puede ser que algún miembro sea de creencias férreas y no facilite la flexibilización de posturas   (Palacín, 2015). Es pues, necesario delimitar estas carencias y actuar en sentido opuesto a esta dirección. Este es el caso de algunas gestantes que proceden de familias con fuertes convicciones, nada flexibles y escasamente expresivas en cuanto al afecto que confieren.   111     Según Calesso (2007), con frecuencia las relaciones que las gestantes adolescentes establecen con sus progenitores son ambivalentes. Gracias a las propias verbalizaciones y expresiones de estas madres, una vez que han dado a luz, podemos esclarecer cierta inestabilidad en cuanto a los sentimientos que presentan respecto a sus padres. Pueden predominar en estas gestantes una presentación incoherente de las vivencias relacionadas experimentadas en la infancia en el seno familiar, así como una idealización o desvalorización de las figuras paterna y materna. En internet incluso se puede encontrar el siguiente planteamiento: “embarazo adolescente ¿falta de información o falta de amor?”. Las adolescentes pueden recurrir a la maternidad como posible “salida” o “respuesta” para ser más valoradas por la sociedad ante las carencias experimentadas en el seno familiar (Hoffman, Paris y Hall, 1997). Antes de poner fin a este apartado, es relevante citar a Betancur et al. (2016), quienes consideraron recientemente en sus conclusiones sobre el embarazo adolescente, que cada adolescente iba a iniciar una trayectoria vital especialmente problemática en función de la violencia que haya podido experimentar en su familia, así como en función de las carencias afectivas de las que hemos tratado en el seno familiar. Todo ello, supondrá una necesaria recomposición forzada de la familia  (Bedoya, 2011; Floréz, 2015) y un esfuerzo por parte de la gestante para afrontar la gestación mediatizada por este entorno. 5.2.2 Ausencia paterna El interés que despierta el papel del padre en el sistema familiar, así como su relevancia, constituyen una realidad histórica no novedosa para la psicología. Si bien, la mayoría de estudios que tratan el tema de la gestación adolescente focalizan su atención en la figura materna quedando relegada la figura del padre a un segundo plano. En nuestra cultura occidental, el papel de la mujer cada vez es más protagonista, las mujeres en general comparten su orgullo de ser mujeres y son conscientes del papel que desarrollan y la responsabilidad que adoptan siendo educadoras, madres, trabajadoras… La mujer no es sólo madre sino que es mujer y no tiene por qué renunciar a determinados roles.   112     Es pues, que en este apartado vamos a focalizar nuestra atención en esos núcleos familiares en los que el padre ha quedado relegado a un segundo plano. Pues aunque el padre está presente, su figura paterna como tal está ausente, ya sea porque ha delegado su rol a favor de la mujer o por cualquier otra razón. Como sostiene María Calvo Charro (2015) tal vez estamos asistiendo a un oscurecimiento de lo masculino como fenómeno colateral de la emancipación de la mujer (Calvo Charro, 2015, p. 2). El ser humano viene marcado por la necesidad de crecer, de desarrollarse y de hacerse adulto, separándose de los padres para ser autónomo e independiente. Sin embargo, antes de esta separación, el niño necesita saber de dónde viene, necesita proyectarse en el futuro, necesita la ayuda del padre y de la madre para aprender, necesita de ambos pilares. El niño precisa la figura paterna para proyectarse, para modelar, para seguir un modelo futuro, lo necesita para tener una referencia. Esta ausencia paterna en el núcleo familiar cada vez es más frecuente en la sociedad de consumo en la que vivimos. Si bien, esta ausencia no vendría determinada exclusivamente por el número de divorcios, separaciones o fallecimientos de la figura paterna, sino que a veces aunque la figura paterna está físicamente en el hogar, algunas de sus funciones estarán ausentes. Las consecuencias de la ausencia paterna en los hijos son trascendentales, siendo la huella paterna irremplazable para su desarrollo. Como recoge Calvo (2015), entre los niños que han crecido con un padre y los niños que han crecido sin un padre, existen grandes diferencias cualitativas. Los niños que han crecido con un padre tienen mayores coeficientes intelectuales, mayor capacidad cognitiva y lingüística, menores comportamientos conflictivos durante la adolescencia, mayor autocontrol, obtienen mejores calificaciones, desarrollan más la empatía y los sentimientos de compasión hacia los demás, y además, cuando se casan tienen matrimonios más estables (Calvo, 2015, p. 5). Si contextualizamos la ausencia del padre en núcleos familiares donde se ha producido una gestación adolescente, artículos científicos recientes, subrayan cómo la percepción de la gestante sobre cómo actúa su padre con ella se asocia a determinados comportamientos sexuales de riesgo (Alleyne-Green, Grinnell-Davis, Clark, Quinn, & Cryer-Coupet, 2016). Existen además, marcadores fundamentales en la trayectoria de vida de una gestante adolescente, entre los que podemos citar: la ausencia paterna, la falta de apoyo familiar o el abandono. “A mayor participación del padre biológico en la   113     vida de una mujer, más probabilidades tiene de participar en comportamientos sexuales positivos”  (Valero, Nebot y Villalbí, 1994). Aún no se conoce con exactitud y certeza por qué la ausencia paterna puede constituir un factor transcendental en esta temática. En concreto, la ausencia del padre es conceptualizada como uno de los muchos factores de estrés que covarían con otros a nivel familiar y que son asociados al embarazo adolescente. Factores como el abandono paterno se asocian a otros como la pobreza o las relaciones familiares conflictivas (Lang, Rieckmann, DiClemente, Crosby, Brown y Donenberg, 2012). Sufrir una pérdida o experimentar un trauma, son sucesos que en ocasiones, vienen acompañados de un mecanismo automático que nos dota de tiempo y nos posibilita poder asumir una pérdida. Asimismo, un duelo no concluido puede afectar notablemente a quien lo sufre. Simultáneamente, el aislamiento producido por la ausencia de alguna figura de apego, podría generar melancolía e incluso depresión en la persona (Palacín, 2015). Muchas gestantes pertenecen a familias que han tenido que asumir algún tipo de pérdida. Algunas gestantes adolescentes se sienten abandonadas por la figura paterna o materna. Este abandono no tiene por qué ser físico, puede ser emocional. En un estudio realizado en diciembre de 2012 en Madrid y dirigido a padres adolescentes, se comprobó que la mayoría de la muestra definía la inexistencia de un padre ideal en su propia experiencia personal. Las conclusiones de este estudio revelaron la necesidad de que estas gestantes pudieran disponer de mayor apoyo e información en su propio entorno familiar (Sánchez Basilio, 2015). El impacto de la ausencia del padre se considera condicionante de la actividad sexual temprana y del embarazo en la adolescencia. Si bien, en este sentido, y referenciando a Lang et al. (2003), la ausencia del padre condicionaría no sólo la actividad sexual temprana y el embarazo en la adolescencia, sino también, los problemas vinculados a la salud mental. Investigaciones como las de Ávila, Cid, García, Lorenzo & Rodríguez (2002) sostienen que existiría una correlación entre el desarrollo psicológico del individuo y la disfuncionalidad familiar, así como entre el desarrollo psicológico y la ausencia paterna. El criterio de Ávila et al. (2002) coincide en parte con el de Osofsky, que plantea que un gran número de adolescentes embarazadas proviene de familias con baja comunicación   114     entre sus miembros y con un escaso o nulo apoyo. Otros investigadores coinciden en corroborar cómo la actividad sexual se despierta por causas no sexuales, y en muchos casos la precocidad, es una forma de evadirse de una realidad que incluye fracasos escolares o incluso, una baja autoestima. El conflicto entre adolescentes y progenitores es prácticamente inevitable, e incluso en ocasiones necesario, porque formará parte de la evolución del propio adolescente y de cómo resolverá situaciones adversas. Este tema ha sido abordado por diferentes autores como Fajardo, Ruiz, Ventura y Vicente (2003) y por algunos trabajos de investigación focalizados en gestantes adolescentes, como los de Chouhy (2013). Este último, sugiere que la función paterna tendría un rol crítico en el modo en que los hijos controlan los impulsos en general, y el impulso agresivo en particular (Biller & Trotter, 1994; Haapasalo & Tremblay, 1994; Patterson & DeBaryshe 1989; citados por Chouhy, 2013). En el lado opuesto a estas afirmaciones, en las que la ausencia del padre es común a algunas historias de vida de estas adolescentes, Urreta (2008), en una búsqueda por hallar relaciones entre la ausencia paterna y embarazo adolescente, comprobó cómo en las familias aparentemente “sanas”, también se presentarían casos de embarazos adolescentes. Las representaciones mentales que las gestantes tienen de sus progenitores varones  cobran relevancia en esta línea de investigación, pues condicionan también la representación mental que van a tener estas adolescentes sobre los hombres en general, por ejemplo, de que éstos sean o no “buenos inversores sociales” (Mensch y Kandel, 1992). Una representación mental sobre ellos puede caracterizarse, en el peor de los casos, por no inspirarles la confianza suficiente como para no poder apoyarse, ni sentirse seguras con ellos. La figura paterna en el seno familiar, tal y como se ha descrito, puede ser condicionante de la actividad sexual temprana y del embarazo adolescente, si bien, no debemos obviar que no tiene por qué ser determinante para el desarrollo de una gestación. Todo el contexto social que rodea a la gestante: padres, abuelos, tíos, profesores, amigos, equipos psicopedagógicos… todos deberían orientar y guiar a la adolescente de forma oportuna, para que pueda alcanzar el éxito personal. Sin embargo, este éxito   115     social se puede tornar difícil de alcanzar, ya que, tal y como hemos referenciado, la ausencia paterna suele ser común en algunos casos y se relaciona con conductas de riesgo, así como con repercusiones negativas en diferentes contextos (ver Figura 5.2). Figura 5.2. Ausencia paterna: factores que pueden interactuar en el núcleo familiar. Ausencia  paterna  condicionante  antes  del  embarazo   Se  relaciona  con   Se  relaciona  con  la   Se  relaciona  con   conductas  de  riesgo       probabilidad  de   condicionantes  negativos  en   riesgo  de  pobreza     las  futuras  relaciones  de   pareja     Conductas  sexuales   de  riesgo.   Se  relaciona  con  la   La  ausencia  del  padre  puede   pobreza  económica  y   relacionarse  con  una  falta  Duelos  no  concluidos,   familiar.   de  confianza  suficiente  por   necesidad  de  soledad   Se  relaciona  con   parte  de  la  gestante  sobre   o  aislamiento.   vínculos  familiares   conflictivos.     su  pareja  a  la  hora  de   apoyarse  en  ella,  o  sentirse   segura.     Fuente: Elaboración propia a partir de las aportaciones realizadas en esta temática. 5.3 Presencia de deseos El interés actual que despierta el embarazo adolescente, en gran parte radica en la existencia de multitud de factores que pueden considerarse condicionantes (no únicos) de la falta de eficacia a la hora de prevenir un embarazo precoz. Aunque no constituyan un marco rígido de interpretación de información, investigaciones recientes ponen de manifiesto que la presencia de deseos vinculados a la maternidad, puede anteceder a un embarazo prematuro. Diana Dadoorian (2003) citada por Abaúnza (2012) sostuvo que, a pesar de todos los obstáculos que tienen que superar las adolescentes con un embarazo, podemos identificar embarazadas que se sienten felices con la perspectiva de ser madres, independientemente de que sus embarazos no hayan sido planificados. Puede entonces ocurrir, que la gestante desee ser madre pues, “será a través de su deseo de ser madre como se convertirá en mujer” y así alcanzará su identidad femenina” (Abaúnza, 2012, p.187).   116     Factores como la presencia de deseos vinculados a la gestación, son explorados como factores potenciales de embarazo por algunos autores (Hurtado, Avendaño y Moreno, 2014). Es conveniente conocer psicológicamente a la adolescente y partir de su infancia para poder entender su actualidad. Puede ser interesante aclarar cómo fue el matrimonio de sus padres, cómo lo percibió ella, cómo fue tratada, si a menudo exhibían muestras de afecto, o si era tratada con indiferencia. La maternidad como imposición de los deseos del otro, según Pacheco-Sánchez (2016), constituiría otra categoría relevante entre los “motivos porque”, que darían respuesta a un embarazo prematuro. Este autor afirma que la gestación sería una respuesta o manifestación de las relaciones de poder desiguales que se producen entre las adolescentes y sus parejas cuando esperan un bebé. Es una realidad el hecho de que muchos embarazos adolescentes son deseados. Así, la investigación de Sipsma, Ickovics, Lewis, Ethier y Kershaw (2011) ha sugerido la importancia del papel del deseo de embarazo en la explicación del mismo. El análisis de Sispma et al. (2008) refuerza la importancia de evaluar el deseo de embarazo específicamente entre las adolescentes sexualmente activas. Las gestantes pueden manifestar un deseo de no abortar y por ende, de aceptar la maternidad como destino o como deseo. El embarazo puede ser entonces, una respuesta al control que el entorno a menudo ejerce sobre ella. “El campo social se convierte en un dispositivo de control que reconfigura el “motivo porque” y el “motivo para” de su curso de vida. Un ejemplo claro es el sentido común sobre el aborto que no permite a las adolescentes, aun en contra de sus deseos y decisiones, interrumpir el embarazo, y las obliga a la maternidad como destino “(Pacheco-Sánchez, 2016). Por otra parte, tampoco se puede obviar el hecho de que la maternidad constituye para muchas gestantes un comienzo de un nuevo proyecto de vida (Abaúnza, 2012) así: “se es mujer porque se es madre y se es madre porque se es mujer” (Marcús, 2006, p.188; citada por Abaúnza, 2012). La transición a la adolescencia produce resistencia para algunas personas (Hurtado et a., 2014), pues puede ser que el adolescente no desee asumir que tiene que poner fin a esta etapa infantil. En esos momentos, el apoyo que reciba de las figuras parentales será esencial para su transición. Si bien, en ocasiones, ocurre que la adolescente experimenta cierta decepción, cuando comienza una relación de pareja y   117     ésta no es capaz de igualar el amor que recibió de sus padres en la infancia. De ahí, que se produzca un deseo de fuga con respecto a la pareja y le siga posteriormente, un deseo de regreso a la familia de origen (Hurtado et al., 2014). El deseo de un embarazo puede tener su génesis en la necesidad de la mujer de encontrarse a sí misma, de encontrar su identidad, pues muchas de ellas no quieren dejar atrás su infancia. En esta línea, las adolescentes entrevistadas por Hurtado et al. (2014), mostraron cómo la fuga era una forma de tramitación de la autoridad parental “con el embarazo, la adolescente podría dar respuesta urgente a su identidad…” que resulta fallida, pues al deseo de libertad le sigue de nuevo el sometimiento al deseo materno. Este deseo de quedarse embarazada puede que esté impregnado incluso de síntomas depresivos, por lo que hemos de conocer bien a la adolescente para conocer el origen de ese deseo. Debe ser prioritario asesorar a los adolescentes sobre el inicio de la anticoncepción y los médicos deben ser conscientes de que los síntomas leves de depresión pueden contribuir a la ambivalencia acerca del embarazo (Francis, Malbon, Braun-Courville, Lourdes, & Santelli, 2015). El deseo de un embarazo es diferente al deseo de tener un hijo, pues son dos opciones distintas que pueden darse de forma simultánea o independiente, pero no conviene identificarlas (Hurtado et al., 2014). Habrá gestantes que deseen experimentar la sensación de tener un niño dentro de ellas, pero no desean que ese niño salga de su propio interior. Abaúnza (2012) apunta que además, el imaginario social de la maternidad tiene gran “poder reductor”, es decir, puede suceder que todos los deseos de la mujer sean, llegado el embarazo, sustituidos por uno: “el de ser madre o tener un hijo” y este deseo será el elemento uniformador (Tubert, 1993 citado por Abúnza, 2012). En Figura 5.3 podemos identificar algunos de los factores relacionados con la presencia de deseos en las adolescentes que afrontan un embarazo. Pues, para conocer más a una persona siempre hemos de comenzar por profundizar en la expresión de sus deseos.   118     Figura 5.3 Presencia de deseos: factores que pueden interactuar en el embarazo. Presencia  de  deseos  en  la  adolescente  condicionante  antes  del  embarazo   Depende  de  cómo  ha  vivido   Depende  de  cómo   Depende  de  síntomas  depresivos,   su  infancia  la  gestante   valora  el  matrimonio   de  la  necesidad  de  ser  madre  por   de  sus  padres  cuando   alguna  razón. era  niña.   Experiencias  vitales  de   Valoración  de  los   la  infancia  pueden   vínculos  familiares,  si   La  necesidad  de  ser  madre   puede  partir  de  un  deseo  que  se   condicionar  el  deseo  de   han  sido  conflictivos  o   tener  un  hijo.   no.   origina  en  su  pareja.     Posibles  experiencias   Deseos  de  no  repetir  la   La  necesidad  de  huir  de  los   historia  de  sus  padres  si   padres  puede  conducir  a  la  de  abusos.     ésta  es  percibida  como   adolescente  el  deseo  de   negativa  o  viceversa.     quedarse  embarazada.     Fuente: Elaboración propia a partir de las aportaciones realizadas en esta temática. Además de este deseo de tener un niño, no debemos obviar que antes que gestantes son adolescentes y pueden a mediar también otros deseos más comunes fruto de su adolescencia. En este sentido, tal y como sugiere Martínez Criado en Perinat et al. (2003) es normal que exista en ella un deseo de conocer a más personas o de ampliar su grupo de amigos. Sin embargo, estos deseos pueden no ser compatibles con otras presiones externas. En el caso de estas gestantes puede ser que este deseo de salir y explorar no sea compatible con las exigencias paternas, llegando a tener que limitar la realización de algunos deseos. Nuestro propósito en el próximo capítulo será poder reproducir fielmente a partir de literatura relacionada con este tema, cómo las gestantes quedan expuestas a continuos cambios, preocupaciones y riesgos (vulnerabilidad), que van a coexistir con las motivaciones, oportunidades e ilusiones propias de este período de gestación (fortalezas). Gestantes que, a pesar de experimentar el embarazo y sus trasformaciones,   119     tienen que asumir de manera prácticamente connatural, los cambios propios de la etapa adolescente. “No se trata tanto de soportar un embarazo cuanto de dirigirlo. (…). Toda una nueva mentalidad ilumina nuestra maternidad con una proyección diferente” (Dana y Marion, 1993, p.21).                                       120     Capítulo 6 “Permítanos hablar, aunque mostremos todos nuestros defectos y debilidades: porque ser consciente de ello y no esconderlo es una señal de fortaleza”. ― Herman Melville CAPÍTULO 6: RIESGOS Y OPORTUNIDADES EN LA GESTACIÓN ADOLESCENTE “Las gestantes necesitan ser escuchadas en su particularidad subjetiva, escucharse a sí mismas en lo que desean y no, en lo que dicen que quieren o deben; cuestiones que a menudo, no van a coincidir” (Kait, 2007). En la adolescencia, el ser humano iniciará un proceso de identificaciones, de búsqueda de modelos de referencia; un proceso que vendrá acompañado de oportunidades para conocerse uno mismo y poder forjar una sana identidad (Magro, 2005). En el caso de las gestantes adolescentes, a este proceso de identificaciones, se sumarán también, los cambios físicos y psicológicos característicos de un embarazo. Durante esta gestación, además de estos cambios físicos y psicológicos que acontecerán, posiblemente la adolescente comenzará a notar numerosas presiones del contexto social del que forma parte (Dallas et al., 2000; Aguiar, 2009; Spicer, Werner, Zhao, Choi, Lopez-Pintado, Feng y Monk, 2013;  Zaker y Radzi, 2016), muchas de ellas fruto del embarazo y otras, fruto de la etapa adolescente en la que encuentra. En este sentido, la adolescente tendrá que esforzarse por afrontar y adaptarse a esas exigencias externas sociales y también a las presiones internas. Ante estas presiones, si la gestante percibe que no está en disposición de poder afrontarlas, podrán conducirla a una inevitable “vulnerabilidad” (Woodward et al., 2001; Noirhomme-Renard, Aujoulat, & Gosset, 2013). Esta tendencia al incremento de presiones externas ha dado -y está dando lugar- en la actualidad, a la proliferación de heterogéneos artículos que revelan cómo estas exigencias suelen venir acompañadas de un incremento en el nivel de ansiedad y depresión en los adolescentes. A modo de ejemplo, el nivel de estrés al que estaban   121     sometidas doscientas embarazadas adolescentes que fueron participantes en un estudio dirigido por Spicer, Werner, Zhao, Choi, Lopez-Pintado, Feng y Monk (2013)  reveló la imperiosa necesidad de que se promovieran intervenciones específicas para reducir esa sensación e incremento de exigencias. Dada esta realidad tan “exigente” que se nos presenta desde su entorno social, se torna imprescindible ahondar en la comprobación del grado de capacidad de autorregulación que poseen las futuras madres, pues esta autorregulación incidirá en su percepción para poder afrontar situaciones adversas y otros problemas de desadaptación (De la Fuente, Peralta y Sánchez, 2009). Weeda y Nicholson (2014) a partir de diversas observaciones realizadas en este tema, describieron cómo los sentimientos de vulnerabilidad con frecuencia eran los causantes de la propia vulnerabilidad. Desde un prisma optimista, además de estar expuesta a cierta vulnerabilidad, la gestante puede también disfrutar de las oportunidades que les brindarán tanto la motivación de tener un hijo, como el propio deseo de ser madre, o el iniciar un nuevo proyecto de vida. Estas oportunidades constituirán su propia fortaleza. Figura 6.1 Síntesis de los principales factores de vulnerabilidad y fortaleza presentes en la gestación adolescente. VULNERABILIDAD Y FORTALEZA EN GESTANTES ADOLESCENTES Vulnerabilidad   Fortaleza   Riesgos   Oportunidades   Autorregulación     Presiones,   -­‐  Mo1vaciones  y   preocupaciones  y   deseos  gestantes   temores  generados   -­‐  Proyecto  de  vida   fruto  de  la  gestación   -­‐  Percepción  de  los   y  la  adolescencia   movimientos  fetales   Fuente: Elaboración propia a partir de la información aportada en el Capítulo 6. Ante esta situación de posible vulnerabilidad ya anticipada, es lógico cuestionarnos qué estrategias se están poniendo en marcha en la actualidad para   122     contrarrestar dicha vulnerabilidad. Willie et al. (2016) citan varios ejemplos de estrategias que se están promoviendo: “intervenciones socio-emocionales de aprendizaje (SEL), incluyendo la programación basada en la conciencia, y el desarrollo de habilidades tales como: la gestión de la emoción, la compasión y la atención sin prejuicios”. A pesar de estas estrategias, desde un punto de vista psicológico, y partiendo de que la identidad va a seguir su proceso de consolidación, las futuras madres continuarán siendo sensibles a exigencias propias de la edad. En el próximo apartado se hará especial hincapié en la diversidad de preocupaciones, temores y dificultades que confluirán y que conformarán finalmente su propia vulnerabilidad durante el embarazo. 6.1. Vulnerabilidad gestante: preocupaciones y dificultades. La ciencia psicológica desde 1920 hasta la actualidad, ha continuado afianzándose gracias a un continuo desarrollo de ésta como ciencia, al mismo tiempo que se han publicado artículos que han generado gran discusión y controversia como, por ejemplo, el debate entre “natura-nurtura”. En la actualidad, consideramos que el comportamiento humano surge de la interacción entre ambos, “los genes” y “la experiencia” (Myers, 2011). Es indiscutible el hecho de que la psicología y todas sus vertientes están avanzando a pasos agigantados. Una de las principales preocupaciones en esta temática psicosocial, subyace del cuestionamiento sobre qué es y qué implica el término: vulnerabilidad. La vulnerabilidad tal y como la describe la RALE, hace referencia a la cualidad de lo vulnerable, la posibilidad de ser herido o de recibir lesión física o moral. Además, se refiere a ella en términos de: “débil, endeble, delicado, frágil, inerme, indefenso, desvalido”. A nivel social, la definiremos como: “determinado grado de susceptibilidad de recibir daños, inseguridad, debilidad, o desventaja frente a un peligro que representará un riesgo mayor o menor”. Bruffel (2015) cita a McDermott y Graham, (2005), y afirma que, durante años se han ido intensificando los efectos negativos asociados a estas gestaciones tempranas, mientras que, por el contrario, se han ignorado sus efectos positivos. Por consiguiente, el balance general de numerosos autores ha sido más bien negativo, de ahí que aboguemos y optemos razonablemente por intensificar los estudios que se centren en sus efectos más positivos. De hecho, en la actualidad predominan aquellos que focalizan   123     su interés especialmente en los riesgos y en las repercusiones negativas que un embarazo implica. Esta áurea que se perfila ávida de riesgo y de efectos negativos, nos conduce inexorablemente a delimitar qué es el “riesgo” en sí mismo. El riesgo comprende un doble significado, por un lado, la probabilidad de que se produzca un resultado adverso; y por otro, el riesgo como factor que aumenta dicha probabilidad (Buxarrais et al., 2012). El riesgo de vulnerabilidad aparece incluso antes de la gestación, ya que como comprobó Hernández (2015), las condiciones de vulnerabilidad son preexistentes a un embarazo, es decir, con frecuencia se presentan con anterioridad al mismo y en tres ámbitos de socialización relevantes: familia, escuela y trabajo. Los estereotipos y prejuicios siempre han estado presentes en esta temática. Investigaciones cualitativas y cuantitativas revelan que muchas adolescentes embarazadas y madres adolescentes se sienten estereotipadas y estigmatizadas (Weeda y Nicholson, 2014). En este sentido, Bruffel (2015) exploró cómo la maternidad adolescente solía asociarse a la clase obrera. Estereotipos negativos que acontecen en el contexto social de la gestante, constituyen por tanto, un tipo más de amenaza a la vulnerabilidad de la misma. Las adolescentes gestantes o con hijos reconocen tener que responder y afrontar frecuentes desafíos relacionados con actitudes desfavorables de los demás   (Weed y Nicholson, 2014). Estos autores afirman que, el componente cognitivo se manifestaría como estereotipo alrededor de las personas que pertenecen a un grupo específico, por ejemplo, “la creencia de que las adolescentes embarazadas o con hijos son irresponsables”. El estudio de la vulnerabilidad gestante no puede acometerse desde una única óptica, pues la vulnerabilidad no sólo es relativa al contexto social del que emergen prejuicios frecuentes, sino también está vinculada a la propia gestante, al entorno familiar y a los miedos o preocupaciones que emanan de ambos. A continuación, serán identificados determinados miedos y preocupaciones que pueden estar presentes en la gestación adolescente y que serán detallados en posteriores apartados del capítulo (ver Figura 6.2).   124     Figura 6.2 Síntesis de las preocupaciones presentes en gestantes adolescentes vinculadas a su vulnerabilidad. VULNERABILIDAD EN GESTANTES ADOLESCENTES Preocupación  y  temores  gestantes  vinculados  a  inevitables  cambios  en  el   entorno  familiar.   Preocupación  de  la  gestante  vinculada  al  bebé  que  espera.   Preocupación  de  la  adolescente  vinculada  a  posibles  modificaciones  en   su    trayectoria  de  vida.   Fuente: Elaboración propia a partir de los autores citados en el capítulo 6. 6.1.1. Preocupación por el entorno familiar más próximo: dinámica familiar afectada. En occidente, a partir del siglo XVIII y gracias a la Revolución Industrial, se sucedieron cambios significativos en las funciones, tipos y modelos de familia, y en las últimas décadas, se intensificaron aún más y a un ritmo vertiginoso (Fernández, 2013). Sin embargo, en el seno del núcleo familiar, cuando tienen lugar modificaciones que afectan a su dinámica, independientemente de esta evolución y progreso acaecido, la familia sigue necesitando restablecer su equilibrio. La gestante adolescente ante la pronta, inesperada y posiblemente no planificada gestación, va a tener que apoyarse en la familia para que ésta le proporcione ayuda, no sólo en la crianza del bebé, sino también para afrontar los gastos económicos que un bebé puede suponer. Todo ello, puede generar cierta inquietud y preocupación en la gestante, ya que podrá notar cómo la dinámica familiar se va viendo afectada por su embarazo. Buena parte de las adolescentes hallarán en sus familias una fuente de apoyo, si bien, otras, percibirán a sus familias como fuentes potenciales de conflicto, especialmente, si ya lo eran con anterioridad al embarazo. Cutuli (2015) presentó los cuatro grandes agentes afectados de la gestación adolescente: el bebé, la propia adolescente, la pareja y la madre. No obstante, más que verse implicados estos cuatro agentes por separado, podríamos referirnos a ellos como “núcleo familiar afectado”.   125     La adolescente gestante necesita alcanzar una identidad que le posibilite una comprensión psicológica suficiente sobre el riesgo que supone ser madre   (Brubaker y Wright, 2006). Por esta razón resulta indispensable la colaboración de la familia. Sin embargo, no siempre la familia es responsable de promover esa comprensión sobre los riesgos que implica. La familia puede estar más centrada en incrementar sus responsabilidades y en ejercer el control sobre sus miembros, que en mantener el nivel de cohesión y afecto entre ellos (Musitu y García, 2016). Al mismo tiempo, respecto a estos comportamientos de riesgo, Willie, Powell y Kershaw (2016), a partir de otra investigación en esta dirección, concluyeron que el comportamiento de ésta con anterioridad al embarazo podía determinar parte de los comportamientos de riesgo durante el mismo e incluso con posterioridad a éste. La familia, precisamente en la adolescencia, debe ser soporte seguro de todo adolescente. Especialmente, debe ser soporte en lo que respecta a favorecer y sostener relaciones afectivas satisfactorias entre sus miembros (Chen et al., 1998; Camerena, Minor, Melmer y Ferrie, 1998; Krishnakumar & Black, 2003; Brubaker & Wright, 2006). Bell et al. (1983) a partir de su investigación, en la que participaron jóvenes madres, describieron cómo muchas de ellas no podían cuidar adecuadamente de sí mismas ni tampoco de sus hijos. Esta situación evidenciaba no sólo cierta inseguridad por parte de las gestantes, sino también la presencia de un entorno familiar donde no se habían establecido unas relaciones afectivas del todo satisfactorias. Desde una perspectiva financiera familiar, como subraya Climent (2015), la maternidad adolescente también genera tensión económica a las familias, pues éstas han de destinar recursos para el nuevo miembro. Además, está comprobado según Savio, Beers y Hollo (2009), que esa maternidad adolescente disminuye la calidad de educación que proporcionan los futuros abuelos hacia sus otros hijos, ya que proveerán bastantes recursos a la educación del bebé. Esta realidad puede modificar positivamente las expectativas de los abuelos en torno al nacimiento del nuevo ser e incrementar su aceptación hacia la maternidad de sus hijos (Savio Beers & Hollo, 2009). Si bien, toda esta situación puede generar preocupación en la gestante, pues percibirá esta tensión familiar, así como las consecuencias de la misma. La familia experimentará un inesperado y precoz crecimiento con la llegada del bebé (Trinidad-Noguera, de Oca, Carrasco-Ponce, & Sánchez-Valdivieso, 2015). Este   126     crecimiento no tiene por qué ser siempre óptimo para la familia, viéndose así misma posiblemente vulnerada en valores y normas, las cuáles suelen proveerla de un sentido de pertenencia. Pueden asimismo, producirse tensiones que afectarán a la cohesión comportamental, resultando entonces imprescindible, iniciar procesos de gestión y ajuste en la “trayectoria familiar de valores” (Black, Fleming y Rome, 2012). En algunos casos, las gestantes permanecerán en el núcleo familiar y bajo la responsabilidad de su familia o tutores legales, sin embargo, otras se verán obligadas a cambiar de domicilio durante su embarazo (Kait, 2007; Aracena, Krause, Pérez, Bedregal, Undurraga, & Alamo 2012). En su investigación, Aracena et al. (2012) identificaron cómo la pérdida muestral en gestantes adolescentes obedecía a un cambio de domicilio, esta situación de cambio ante el inminente embarazo, alteraba la ya de por sí difícil gestación. Respecto a este cambio de domicilio, autores como Cochran, Ginzler y Cauce (2002), Thompson, Zittel-Palamara, y Maccio (2004) y Dworsky & Meehan (2012) expusieron cómo algunas mujeres jóvenes abandonaban o eran expulsadas de su hogar después de un embarazo, generándose así una situación familiar disfuncional. A continuación, en Figura 6,3 aparecen sintetizados algunos factores que reflejan cómo la dinámica familiar se ha visto de algún modo afectada con la gestación. Figura 6.3 Síntesis de las preocupaciones presentes en gestantes adolescentes Dinámica  familiar  afectada   Incapacidad  y  falta  de   Modificaciones  en  las  relaciones  diádicas  y  triádicas  familiares   autosuficiencia  por  parte  de  la  gestante  para     desempeñar  tareas   Delegación  de   Tensión  financiera   Estrés   responsabilidades  a  favor  de   la  familia   Fuente: Elaboración propia a partir de la aportación de autores reflejados en este capítulo. Ante estos cambios familiares, las gestantes pueden precisar encontrar estabilidad en aquellos contextos donde van a establecer también otros vínculos afectivos. Si optan   127     por afrontar el embarazo con sus familias, tratarán de buscar en ellas su empatía y comprensión. Especialmente, evitarán la inseguridad o el descontrol en sus relaciones (Richardson, et al, 1995; Wiemann, Rickert, Berenson y Volk, 2005; Atuyambe, Mirembe, Annika, Kirumira & Faxelid, 2009). La preocupación que puede experimentar la embarazada ante los cambios que pueden producirse en el entorno familiar, vendrá determinada también, por las condiciones anteriores de la familia, las cuáles pueden generar estrés en la gestante (Sánchez Cabaco, 2005; Bjorn, Jesus, & Morales, 2013). Así, si las discusiones y los enfrentamientos eran la tónica habitual en la familia antes del embarazo, la gestante puede presentar estrés al anticipar las repercusiones que puede tener el comunicar su estado de gestación por primera vez a la familia. Este estrés puede verse reducido con la práctica de relajación, pues es una estrategia muy eficaz, tal y como defienden autores como Bjorn et al. (2013) o Merchán y Rodríguez (2015). En este sentido y desde una perspectiva más optimista, la propia inestabilidad familiar podrá verse beneficiada a raíz de la gestación, por un fortalecimiento de los lazos afectivos familiares durante el embarazo, ya que, al ser tan inesperada, puede alentar a la familia a proporcionar más ayuda (Richardson, et al., 1995; Sherman y Greenfield, 2013). La familia entonces, en estos casos optará por prepararse para la llegada del bebé. Tal y como hemos sintetizado, las múltiples consecuencias que el embarazo genera en la adolescente y en sus familias se traducen en vulnerabilidad; y gran parte de esta vulnerabilidad tiene un origen anterior al embarazo. Pese a la dificultad que entraña generalizar en este tema, hemos de reconocer que las adolescentes sin hogar van a presentar perfiles más adversos, unas características individuales de alto riesgo en la gestación, que además afectan a su salud y suelen generar desavenencias familiares. Estas adolescentes estarán menos conectadas a sus estudios, a sus padres y a la sociedad, tal y como lo demuestran algunas investigaciones recientes (Haley, Roy, Leclerc, Boudreau & Boivin, 2004; Thompson et al., 2008). Por el contrario, en gestantes que presentan mayor estabilidad económica y familiar, la vulnerabilidad se presentará de forma diferente, y tal vez, menos intensa. Es posible que incluso esta vulnerabilidad, bien gestionada, pueda conducirla al éxito   128     personal. Es importante la significación que otorguen las gestantes a este proceso (Stern, 2004) y también el apoyo que reciban de su núcleo familiar más próximo. Una recomendación inmediata apuntada por Stern (2004) y que puede actuar sobre esta vulnerabilidad con el fin de mejorarla, puede ser la de proporcionar ayudas a las familias para que fomenten el mantenimiento de la gestante o su continuidad académica en el colegio o instituto, así como también, estimular y apoyar actividades colectivas para jóvenes que han dejado de acudir a los centros educativos. Al mismo tiempo, sería interesante crear grupos de apoyo y subsidio a estas gestantes. 6.1.2 Vulnerabilidad gestante asociada a temores y preocupaciones en torno al parto y al bebé que espera El miedo al parto es un miedo “normalizado” asociado a una percepción del acto de parir como un evento cargado de riesgos. ¿Tienen las mujeres por lo general miedo al parto? ¿Qué sentido tiene el miedo al parto en la sociedad de la información y del control experto de la salud? ¿Por qué se percibe el parto como un acto arriesgado? (I Font, 2015; p. 129). El miedo ocasional a “pasarlo mal en el parto”, el “miedo al momento de dar a luz”, el “miedo al dolor”, o incluso el “miedo a la muerte en el parto”, son miedos ciertamente normales o esporádicos en cualquier tipo de gestación. Puede que las gestantes presenten incluso el papel de “enfermas”. La edad temprana gestacional es un factor que puede relacionarse, o en este caso, correlacionarse con la baja preparación al parto, tal y como indicaron Ontiveros-Pérez y López-España, (2010), pero esto no quiere decir que todas las adolescentes tengan que contrarrestar con la misma intensidad dichos miedos relacionados con el parto. Este miedo al parto suele estar presente no sólo en las gestantes adolescentes, sino también en las gestantes adultas. Nos planteamos a continuación, en qué medida puede ser ese miedo al parto, o a otros acontecimientos de la gestación, miedos naturales y normales, así como también nos preguntamos si esos miedos pueden llegar a constituir una fuente de vulnerabilidad para la adolescente. Deustch en Langer (1983) afirmaba que el parto era “la reminiscencia más exacta que podemos extraer de nuestro propio trauma del nacimiento”.   129     Durante el transcurso del embarazo, la gestante puede experimentar un miedo tan aceptado y extendido como es el “miedo al parto” por percibir una situación de peligro real para su bebé o para su propia vida. Éste es el caso de aquellas gestantes, que por su altura, constitución o edad, conciben el parto como una amenaza real (Murdock, 1998). Murdock (1998) aportó al respecto, que los bebés nacidos de madres adolescentes, también solían presentar mayor predisposición a retraso mental, daño cerebral y lesiones en el parto. Las adolescentes por su parte, también serían más propensas a padecer un parto prematuro o a sufrir un desprendimiento prematuro de la placenta. Chen et al. (2008), Romero et al. (2011), Tsikouras, Dafopoulos, Trypsianis, Vrachnis, Bouchlariotou, Liatsikos y Teichmann (2012) son autores más recientes que se suman a los anteriores, evidenciando complicaciones que sí suelen aparecer durante estos embarazos tempranos: anemia, enfermedad hipertensiva, parto obstruido después de la ruptura prematura de las membranas y un aumento de la mortalidad neonatal. En esta línea, Meier, McFarlane (1994), y más recientemente Norris, Howell, Wydeven, Kunes y Connell (2009) y Lee, Ea, Mitchell Herzfeld, Lowenfels, Greene, Dorabawila y DuMont (2009) enfatizaron la importancia y el riesgo que conllevaba el parto en las jóvenes, así como indicaron posibles programas que podían reducir sus resultados adversos, específicamente, en adolescentes en situación de desventaja social. Las adolescentes frente a otras gestantes adultas, pueden estar más expuestas a estos miedos o preocupaciones, dada la tendencia que predomina en estos casos de dar a luz bebés con bajo peso. Respecto a este tema, Wendland y Levandowski (2011), así como Romero et al. (2011) evidenciaron cómo se estaba produciendo una mayor incidencia de mortalidad infantil, así como mayores complicaciones en el parto de adolescentes, en comparación con el parto de mujeres adultas. Todo este panorama gestante es susceptible de acompañarse de cierta vulnerabilidad asociada también a los problemas psicológicos que pueden aflorar en este proceso y ante la “angustia” que puede acompañarlos. Para Langer (1983), “la angustia frente al parto tiene raíces mucho más inconscientes, pues renacen todos los temores irracionales”. De esta forma, la mujer se siente ante el parto como si estuviese frente a un examen final. Estas alteraciones sufridas por la mujer sea adolescente o no, si son excesivas o de gran intensidad pueden además alterar al feto, por lo que indirectamente puede dañar y/o preocupar doblemente a la gestante (Newport, et al. 2002).   130     Aguirre de Cárcer (1989) propulsor de innovadoras técnicas en materia de embarazo, investigó algunos miedos que solían acontecer durante la gestación. Uno de los miedos más característicos que el autor identificaba en las gestantes, era el miedo a la muerte durante el parto, pues “el carácter profundo y no racional que causa este temor en la gestante es manifiesto”. Así, a pesar de los avances médicos y tecnológicos, aún muchas gestantes no han sido capaces de desterrar este tipo de miedo. Ese miedo al parto como consecuencia de un riesgo real de ser gestante adolescente, unido a la vergüenza de exponer públicamente su embarazo, llegan a actuar como barrera frenando un afrontamiento eficaz de la gestación. Además, tal y como sostienen Álvarez et al. (2012), algunas reconocen haber previsto que el embarazo les supondría asimilar cambios físicos, sin tener en cuenta otros cambios, como los psicológicos. Todo este panorama de dificultades y nuevas alteraciones a experimentar, pueden además alterar al feto, por lo que indirectamente dañará y/o preocupará doblemente a ella y a su entorno más próximo (Newport et al., 2002). Es preciso llegados a este punto, cuestionarnos en qué medida, estos miedos a determinados acontecimientos de la gestación, son miedos “normales” y “habituales” y cuándo pueden llegar a ser gravemente perjudiciales y dañinos para el feto. Es preciso entonces clarificar también a qué responden estos miedos. Las preocupaciones normales que pueden invadir a la adolescente han de comprenderse tomando en consideración tres etapas dentro del embarazo, durante las cuales, se van a ir produciendo cambios que van ir influyendo y afectando de forma diferencial. Estos cambios fueron descritos por Tippelt (1983), citado por Sánchez Cabaco (2005), quien describió de forma pormenorizada estas preocupaciones diferenciales en función de tres períodos que generarían un fuerte impacto emocional a la mujer. El primero de los tres periodos da comienzo cuando la gestante sabe que está esperando un bebé. En este período va a tener lugar una desorganización en los trastornos del proceso de percepción y aceptación del embarazo. Esto ocurre dado que ella va a experimentar una incertidumbre, situación que se prolongará hasta que comunique a su pareja que está esperando un hijo. La reacción de la pareja será variable en función de si el hijo es deseado o no (Sánchez Cabaco, 2005). Si es deseado el hijo, el embarazo probablemente, generará estados de ánimo propensos al optimismo, sin embargo, si no es deseado, la sensación de bienestar podrá limitarse a sentimientos de inquietud o disgusto.   131     La mayor toma de conciencia del propio cuerpo surgirá a raíz del final del primer trimestre, alrededor del cuarto mes. A partir de ese momento, la gestante comenzará la segunda fase: “percepción de movimientos fetales”. La forma física y la de su hijo serán objeto de preocupación, también su bienestar, y emprenderá el desarrollo de conductas protectoras. Una de estas conductas puede ser la de evitar ambientes nocivos o la de mejorar hábitos alimentarios (Lafuente, 1995, citado en Sánchez Cabaco, 2005). En esta línea, Heavey (2010) apuntaba que las adolescentes debían reducir conductas que implicasen riesgos para su salud, tales como dejar de fumar o controlar el peso corporal (Swadi, 1999; Claes, Lacourse, Ercolani, Pierro, Leone & Presaghi, 2005). Durante el tramo final del embarazo, la gestante sentirá que su futuro bebé es parte de su familia. Se trata de una etapa donde predominará cierta ambivalencia de sentimientos, ya que se generarán nuevas expectativas en torno a cómo será y cómo se comportará el bebé. Todo ello, podrá dar origen a la manifestación de conflictos en la gestante, y en ocasiones, se evidenciará incluso una gran dependencia y “una necesidad del otro”, especialmente, de un adulto responsable que colabore en este proceso (Álvarez et al., 2012; Smith, Gilmer, Salge, Dickerson y Wilson, 2013). Simultáneamente, durante este embarazo y considerando los resultados de Heavey (2010), las adolescentes necesitarán adquirir un aprendizaje completo sobre los riesgos que implica para su salud, la práctica de ciertos hábitos o adicciones. Si aprenden y adoptan dichos hábitos se sentirán mejor con ellas mismas. De ese modo, se exhibe una conexión entre el sistema biológico y el psicológico en la gestante (Ingham, y Massey, 1999 citados por Chase et al. 2006; Wellings y Kane, 1999; Swann, Bowe, McCormick y Kosmin, 2003). Nuestra sociedad acepta como prácticamente normales, la presencia de dificultades comunes a las gestantes durante el embarazo. Si bien, un número creciente de investigaciones comprobaron cómo parte de estas dificultades surgían como consecuencia de conflictos psicológicos subyacentes en las gestantes y, por eso su tratamiento podría acometerse y verse beneficiado principalmente, desde medios psicoterapéuticos. Sobre este tema predomina una gran controversia y polémica, podemos mencionar algunas observaciones realizadas desde un enfoque estrictamente psicoterapéutico, donde citamos a Flanders, Dunbar y Squier (citados en Langer, 1983). Pues tal y como defendía Langer: “la mujer embarazada no sólo ha de ser atendida por   132     un médico obstétrico, sino también, por un especialista en medicina psicosomática” (Langer, 1983, p.290). Es fundamental atender a estos conflictos psicológicos, impregnados a menudo de cierto “miedo irracional”, pues éstos pueden predisponer a una reacción peligrosa de la gestante hacia el cuidado de su salud y con ello, indirectamente afectar a la protección y salud del bebé. Cabe añadir, que si la gestante no realiza las revisiones periódicas, o si no recibe una formación adecuada, le será más difícil afrontar el embarazo con normalidad, incluso podrá anticipar un parto prematuro. Un servicio especializado, equilibrado y personalizado destinado a las gestantes puede ser muy útil en el afrontamiento de estos riegos (Thompson, et al, 2008), así como también, tal y como sostiene Fernández (2005) una prevención primaria desde el área sanitaria, psicológica y social (Nonacs y Cohen, 2002; Marks, Siddle y Warwick, 2003; citados por Fernández, 2005). Figura 6.4 Síntesis de las preocupaciones vinculadas al miedo al parto o a que le suceda algo al bebé. Preocupaciones vinculadas al miedo al parto o a que le suceda algo al bebé. Existen miedos habituales Miedos y preocupaciones Nuevas investigaciones característicos de cualquier fundamentados en artículos reflejan que no existe gestación científicos mayor vulnerabilidad en estas gestantes adolescentes Miedo al parto, miedo a dar a Diferentes autores luz, miedo a que el niño exponen el riesgo real de nazca prematuro… Las gestantes no tienen por estar embarazada en la adolescencia. qué asumir una Estas preocupaciones pueden Bajo peso al nacer del vulnerabilidad mayor que la evolucionar a medida que bebé, partos prematuros… de otras gestantes adultas. transcurre el embarazo. Fuente: Elaboración propia a partir de lo sintetizado en este Capítulo 6. Algunos de los factores que hemos presentado en este apartado aparecen reflejados en Figura 6.4, estos factores condicionan de algún modo el embarazo adolescente. Hemos de acentuar que, mientras muchas de estas preocupaciones son ciertamente normales, otras pueden generar problemas psicológicos en la gestante.   133     Si se le dispensa el apoyo necesario, las medidas sanitarias y el asesoramiento adecuado, las preocupaciones sobre los peligros que puede correr el bebé de una adolescente, no tienen por qué venir acompañados de tales dificultades y consecuencias negativas. Así, Creatsas et al. (2006) exploraron básicamente esas preocupaciones durante el embarazo de un grupo de adolescentes, examinando grupos de primigestas bajo un estudio prospectivo. Las complicaciones del embarazo que se observaron en las adolescentes fueron muy similares o inferiores a las halladas en mujeres de edad superior, -siendo la tasa de cesáreas más baja en los embarazos adolescentes-. Llegamos a la conclusión, de que no toda gestación adolescente va a generar complicaciones permanentes e inevitables si ésta se acompaña de los apoyos y las medidas de atención pertinentes. La vulnerabilidad debe dejar de ser un problema y debemos poder afrontarla poniendo en marcha estrategias de afrontamiento positivo dirigidas a las gestantes y a sus parejas. Ello podría ayudar a disminuir el impacto negativo de aquellos factores, que en muchos casos, tienen un origen anterior a la gestación (McCullough y Scherman, 1991). A modo de ejemplo, Willie, Powell y Kershaw (2016) expusieron cómo la violencia en la pareja antes del embarazo llegaba a afectar a la calidad de la relación que mantendrían ambos durante el mismo. En años venideros proseguirán los embarazos y éstos posiblemente vendrán nuevamente acompañados de miedos y en definitiva, de vulnerabilidad; así las razones que perpetúan este problema suele ser una cuestión multifactorial basada en aspectos comportamentales, de tradición, sociales, culturales o religiosos (Álvarez et al., 2012; Mersky y Reynolds, 2007; Haldre, Rahu (2009). No obstante, ante esta situación, y aunque el embarazo y el parto se acompañen de manifestaciones de malestar, angustia y dolor, en gran medida condicionados por factores físicos, psicogenéticos o sociales de la gestante, como indicaba Langer (1983), gracias a la educación, la escucha y la formación podremos reducir muchos de estos miedos y por ende, parte de esa vulnerabilidad tan asociada y admitida. 6.1.3. Vulnerabilidad asociada a nuevas metas, aspiraciones y proyecto de vida de la adolescente. Los cambios metabólicos y hormonales, unidos a otros factores ambientales y culturales, van a ir dejando en la gestante una “huella única y peculiar reflejada en su   134     vida psíquica”. “Todas las funciones que suponen la maternidad se acompañan de reacciones emotivas que variarán individualmente” (Aguirre, 1989, p.80). Para conocer la vulnerabilidad gestante, no sólo podemos focalizar nuestra atención en el bebé o en el entorno familiar de la gestante, hemos de advertir también, su repercusión en el desarrollo psicosocial de la embarazada. Para ello, es preciso considerar una serie de factores que influyen en ese desarrollo, factores que van desde la maduración emotiva, sexual y afectiva (Aguirre, 1989), hasta factores de tipo económico y social, sin obviar su salud física y su situación familiar (Black et al., 2012). Todos los factores que influyen en la gestante impactarán de alguna manera en un determinado tipo de afrontamiento caracterizado por una percepción de incapacidad o capacidad para manejar las situaciones   (Carmona-Monge, Marín-Morales, Peñacoba- Puente, Carretero-Abellán y Moreno-Moure, 2012). Este afrontamiento supondrá un efecto negativo o positivo en la condición psicológica de la gestante. En ocasiones, las creencias que poseen sobre el embarazo no están definidas desde el comienzo del mismo, pues ellas van descubriendo día a día lo que significa maternidad y lo que implica el sentimiento de competencia respecto a su nuevo rol (Álvarez, 2012). En esta línea, Moyeda et al. (2006) expusieron cómo algunas madres después de seis años de haber experimentado la maternidad, aún no se habían adaptado completamente a su rol materno. Esto sucedía porque en algunos casos, estas madres habían delegado voluntariamente los cuidados del niño a un tercero, quien por lo general era la abuela (Black y Nitz, 1996; McKinley, Brown y Caldwell, 2012; Brandyn-Dior, Brown y Howard, 2012), perdiendo así el interés en el cuidado del bebé. Otras madres suelen centrar toda su atención en el bebé o en el entorno familiar, ignorado sus propias aspiraciones personales (Hernández-Valencia 2015). Esa incapacidad para ser madre, ese deseo de delegar responsabilidades, o incluso esa incapacidad para afrontar situaciones relacionadas con el embarazo, ponen de relieve esta vulnerabilidad asociada al “cambio de planes” o al “nuevo proyecto de vida”. Es decir, la gestante puede percibir que con la llegada del bebé, no va a poder cumplir algunos de sus objetivos, planes o metas futuras, lo que incluso puede dificultar además, el poder hacer frente a responsabilidades vinculadas a la maternidad.   135     A nivel psicológico, la gestante puede plantearse por qué se ha quedado embarazada, quién es el responsable, si es ella o el padre del bebé (Armengol et al., 2007). Es posible, que a su vez cuestione todo lo que ha alcanzado hasta entonces y analice su propia historia de vida (Brazelton y Cramer, 1993 citado en Armengol et al., 2007). En esos momentos de dudas e incertidumbres, la gestante necesitará orientación, precisará saber cómo puede organizar su vida, compaginar los estudios, encontrar un empleo o incluso conocer sus preferencias y lo que desea hacer en un futuro próximo. Para tal efecto, necesitará a diferentes figuras de apoyo, pues no debemos olvidar, que es todavía adolescente. En este sentido, los padres, los amigos y la escuela, serán los principales agentes protagonistas en esta etapa (Rodríguez y Mirón, 2012; Ferrer, Pérez y Montero, 2015). Estos familiares serán los que puedan orientar a la gestante en sus propios proyectos, ayudándole a decidir qué quiere hacer, cómo lo puede hacer y cómo conseguirlo. Para ello es vital, que el embarazo no sea concebido como una ruptura de su proyecto de vida. Cabe argumentar, que las ideas previas o las valoraciones que desarrollan las embarazadas con la gestación, van a variar también en función del tipo de embarazo. Esta misma percepción e ideas previas suelen además, ser diferentes entre un embarazo planificado y un embarazo no planificado (Fernández, 2005). No obstante, estas valoraciones no sólo estarán en función del nivel de planificación, sino también dependerán del desarrollo de las funciones biológicas y psicológicas características de la gestante, las cuáles se activarán progresivamente durante el período prenatal mediante el contacto con el nuevo ser (Armengol, et al., 2007). Como apunta Sánchez Cabaco (2005), los cambios se producirán en función del avance gestacional, donde la imagen que elaborarán sobre sí mismas, tanto física como psicológica, también irá cambiando. Hemos de advertir que, los problemas de salud mental serán bastante comunes en los futuros padres adolescentes. Estos problemas pueden tener un impacto significativo negativo en el embarazo, generando un desajuste psicológico y físico en la gestante, así como en el desarrollo del bebé que esperan (Climent, 2008). En estos casos, la intervención de la familia extensa o incluso de una asociación o centro asistencial, puede ser un “salvavidas” a la hora de estabilizar su situación (Savio et al., 2009). No olvidemos además, que las preocupaciones que pueden experimentar sobre sus propios cambios son múltiples y en muchos casos entendibles, dados los escasos apoyos   136     recibidos ya desde su infancia por personas de su entorno más próximo (Kait, 2007; Richardson, Barbour, Bubenzer, 1995; Sherman y Greenfield, 2013). En este sentido, hemos de referenciar también la importancia que adquiere el grado de madurez que presenta la adolescente durante su gestación. En este sentido, la madurez implicará una mayor confianza en sí misma, así como una mayor seguridad para poder afrontar la sucesión de acontecimientos (Aguiar, 2009; Espinoza, 2011). Esta madurez se basa en una serie de cualidades como es la independencia, que implica tener criterio para apreciar la realidad de las situaciones o la capacidad para tomar una decisión y la voluntad para llevarla a cabo. “Cuando estas cualidades no existan, hemos de pensar que estamos ante una inmadurez psicológica” (Aguirre de Cárcer, 1989, p.80). La madurez de las gestantes podría entonces facilitar la asunción de nuevas responsabilidades, sin tener que renunciar a proyectos vitales que antes tenían marcados, haciendo que la gestante se adapte mejor a los nuevos retos vitales. El embarazo adolescente, por tanto, conlleva una gran carga y un esfuerzo emocional que vuelven más vulnerables a unas adolescentes que a otras. A causa de toda esta situación, las decisiones se verán afectadas y éstas determinarán su propio futuro y el de sus hijos  (Flórez, Gallego, Low, Crespo, Ibáñez y Téllez, 2015). Estas decisiones trascendentales como venimos argumentando, podrán generarles miedo al tener que verse obligadas a dejar atrás otros proyectos y otras personas. Este miedo a cierta pérdida social puede compaginarse con el auténtico miedo de la gestante “que va, paradójicamente unido al hecho de dar la vida a un nuevo ser”, “porque la presencia del niño durante el embarazo se vivencia conformando una unidad con la madre” (Aguirre, 1989, p.83). 6.1.4. Vulnerabilidad y riesgo: sintomatología de estrés, ansiedad o depresión gestacional Todas las personas experimentarán ansiedad, estrés o depresión en algún momento o circunstancia de sus vidas.  La severidad de la ansiedad y las situaciones que la desencadenan difieren, predominando cinco categorías principales: trastorno de angustia, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno por fobias, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno por estrés postraumático (Gerrig y Zimbardo, 2005).   137     Tradicionalmente, las adolescentes embarazadas han sido consideradas un grupo de riesgo para los síntomas depresivos y de ansiedad, sin embargo, investigaciones recientes han indicado que estos riesgos dependerán en gran medida de diferentes factores, tales como las condiciones socioeconómicas o los contextos culturales en los que el embarazo se produzca  (Pires, Araujo-Pedrosa y Canavarro, 2011). Algunos especialistas en la temática adolescente describen también síntomas de depresión en adolescentes embarazadas, que son a menudo similares a los de los adultos en cuanto a su expresión sintomática. No obstante, existe una diferencia con respecto a los adultos, y es que en los adolescentes, los síntomas los sobrepasan en cuanto a destructividad (Buxarrais et al., 2012). Según autores como Buxarrais et al. (2012), una predisposición genética, modificaciones en la estructura familiar, dificultades a nivel de relación familiar, la presión y el sobreesfuerzo, son factores que suelen generar situaciones de malestar y sufrimiento. Para Fernández (2013), no sólo la adolescente puede ser la máxima perjudicada, sino también la pareja, así los síntomas de la depresión pueden extenderse durante el parto o incluso con posterioridad a la maternidad o paternidad de ambos. Las parejas de las gestantes pueden experimentar cambios de humor, cambios emocionales e incluso pueden llegar a sufrir depresión (Fernández, 2013). Cabe plantearse entonces, cómo puede manifestarse esa sintomatología depresiva y a lo que puede predisponer. En este sentido, cuando el adolescente presenta sintomatología depresiva se hace palpable una vulnerabilidad neurobiológica subyacente, que puede predisponerle a sufrir episodios crónicos y repetitivos (Rao, Hammen y Polonia, 2010). De ahí, que resulte muy oportuna una intervención a tiempo, así como un examen de sus potencialidades y debilidades. El apoyo social, el disponer de figuras de apego, el relacionarse positivamente con las personas del entorno, son factores psicosociales susceptibles de analizarse cuando se manifiesta una depresión adolescente. Al respecto, Barnet, Joffe y Duggan, así como Birkeland, Thompson y Phares (2005), o Buman, Valenzuela et al. (2008), Sieguel y Brandon (2014), también descubrieron relaciones entre el apoyo social y los síntomas de depresión posparto, así como una fuerte asociación entre el apoyo social y los síntomas depresivos perinatales en adolescentes.   138     Una dificultad añadida al estudio de la depresión en gestantes, es que estas gestantes son excluidas de la muestra cuando se profundiza en el desarrollo gestacional, ya que tienen mayor probabilidad de ofrecer resultados adversos. Gran parte de los estudios sobre esta temática, o bien, excluyen a las mujeres con trastornos psiquiátricos, o bien, obtienen tasas muy bajas de participación en la muestra (Alder et al., 2007, Ross y McLean, 2006). La depresión no suele presentarse de forma aislada, a menudo identificamos problemas en otras áreas de funcionamiento psicosocial que se suman a estos síntomas. En este sentido, se han hallado síntomas depresivos que están fuertemente asociados a una ruptura de la relación, a una menor confianza entre los futuros padres, a mayores niveles de conflicto familiar, a mayores niveles de alienación sexual y a relaciones sexuales sin protección (Steele et al., 2000, Connell y Goodman, 2002; Klomeck et al., 2007; Monroe et al., 1999; Starr y Dávila, 2008; citados en Gretchen, 2010). Otros problemas psicosociales que se han asociado a estos síntomas depresivos en adolescentes son: las relaciones entre iguales, la ideación suicida, la ansiedad y el abuso de sustancias (Becker y Grilo, 2006; Measelle et al., 2006 citados por Ely, Flaherty y Cuddeback, 2010; Chabrol et al., 2007;   Keenan-Miller, Hammen y Brennan, 2007; Young et al., 2005; Fernández, 2013). Además, la depresión tiene graves repercusiones en los individuos afectados, en sus familias y en la sociedad en general, llegando a relacionarse ésta con la ideación suicida. Ceballos, Suárez, Arenas y Salcedo (2013) evaluaron la relación que existía entre depresión e ideación suicida en embarazadas adolescentes colombianas y concluyeron con una relación significativa entre las variables estudiadas, confirmando los hallazgos de otros estudios exploratorios (Rosselló y Hernández, 2004). Debido a la falta de información y por ende, a la necesidad de aumentar nuestro conocimiento relacionado con el funcionamiento de la salud mental de estas adolescentes, especialmente en lo que respecta a gestantes deprimidas, se ha desarrollado una escala multidimensional denominada “Adolescent Assessment Scale” (MAAS), subescala de depresión. Los casos estudiados bajo esta escala y en situación de riesgo reflejaron niveles más altos de problemas psicosociales adicionales (Gretchen, 2010).   139     En lo que a comunicación paterno-filial respecta, cabe añadir que un déficit en la comunicación entre padres e hijos suele asociarse también a la presencia de síntomas de ansiedad y depresión (Estévez, Musitu y Herrera, 2005). No sólo sintomatología depresiva puede aparecer en estas adolescentes, la ansiedad, o el miedo a lo desconocido, o a lo que no se ha experimentado nunca, se materializa también con la llegada de la maternidad y con el miedo a asumir el rol materno. Entre las preocupaciones más comunes podemos citar: las que giran en torno a si podrán ser buenas madres, si cambiará la relación de pareja, cómo se repartirán el cuidado del bebé, si podrán continuar con su horario de trabajo, si la pareja deberá renunciar a su vida social y si podrán mantener una gran familia (Murkoff, Eisenberg y Hathaway, 2003; Fernández, 2013). En esta línea, también los sentimientos de rechazo, la exclusión o la amenaza a ser evaluada de forma negativa, a menudo son explorados, ya que desembocan en estados de ánimo negativos. Weed y Nicholson (2014) recientemente examinaron lo que ellos denominaron: “el cerebro social” durante la adolescencia, y ello les proporcionó orientaciones sobre las respuestas de los jóvenes a la evaluación social negativa del entorno. Estos estudios coincidieron con los de Sebastian, Viding, Williams y Blakemore (2010) y Somerville (2013) quienes sostuvieron que los resultados de esa evaluación negativa podían desencadenar un aumento de la respuesta de cortisol junto con un mayor retraso para lograr un equilibrio. Otras investigaciones vinculadas a estudios de neuroimagen han revelado que el dolor de la exclusión social se experimenta de manera similar al dolor físico, también revelaron cómo algunos adolescentes solían ser menos capaces de regular su angustia en comparación con otros adultos. Como podemos comprobar, la depresión y la ansiedad están más vinculados a la adolescencia y a la gestación de lo que comúnmente se considera (Horwitz, Hill y King, 2011). Los resultados de Horwitz et al. (2011) sugirieron que los estilos de afrontamiento centrados en la emoción (por ejemplo, auto-culpa) y el afrontamiento evitativo (por ejemplo, desconexión conductual) se asociaban a la depresión y a la ideación suicida en estas gestantes adolescentes. La necesidad de investigar en este campo es indiscutible, teniendo en cuenta el elevado número de adolescentes que experimentan un embarazo no planificado. La   140     presencia de problemas psicosociales sobre los que es posible actuar, evidencia una necesaria llamada a la investigación y a la justicia social, ya que a menudo esta población permanece ignorada (Gretchen, 2010). La gestación anticipada y la complejidad de cambios a los que hay que hacer frente, pueden desembocar en consecuencias perjudiciales que no van a pasar inadvertidas para las gestantes, para sus hijos, ni para la sociedad en general. 6.1.4.1. Estrés gestacional El estrés no sólo debe ser explorado por su repercusión en la gestante, sino por la repercusión notable que puede tener sobre el futuro hijo que espera. En este sentido, autores como Dunkel, Schetter y Lobel (2010) evidenciaron una significativa y negativa relación entre éste y el crecimiento fetal. La transición a la paternidad para ambos miembros de la pareja puede suponer un tiempo marcado por la emoción y la anticipación, pero también puede ser un periodo de estrés elevado, tal y como sostienen Petch, Halford, Creedy & Gamble (2012), así como Williams & Rueda (2016) entre otros autores. Impulsar intervenciones focalizadas en la eliminación de conductas de afrontamiento desadaptativas puede resultar beneficioso para evitar el estrés, al mismo tiempo, también puede ser útil el introducir o mejorar conductas de afrontamiento positivas o poner en práctica intervenciones que favorezcan un apoyo de calidad. En esta línea, además de intervenciones eficaces, hemos de favorecer una comunicación abierta y fluida entre padres e hijos. La comunicación intrafamiliar, las habilidades y la competencia profesional serán de notable importancia (López- Navarrete et al., 2014, p.236). Las embarazadas han de mantener una óptima calidad de vida durante su embarazo, sin embargo, a veces el estrés resulta inevitable, dado que muchas conviven en un ambiente familiar o de pareja desfavorable. Este es el caso de muchas adolescentes que sufren agresiones por parte de su pareja, en este sentido, ha quedado demostrada una relación entre el estrés y la exposición a la violencia en la pareja, que a su vez serán predictores de una deficiente calidad de vida para estas mujeres (Willie, Powell y Kershaw, 2016).   141     En ocasiones, el estrés prenatal parece ser inevitable, así como sus efectos sobre el desarrollo de la madre y del recién nacido (Dunkel, 2011). No se atribuye tanto la causa del estrés al contexto o al estatus social de las gestantes, sino más bien, y de forma más generalizada se señala directamente a la adaptación o desadaptación de la adolescente a su maternidad. En esta dirección, la desadaptación a la maternidad se relacionaría con problemas de autoestima, con estrés, con sentimientos de culpa y con pensamientos confusos (Gretchen, Flaherty y Cuddeback, 2010). Como podemos apreciar, el estrés va estar presente en numerosas gestaciones, y especialmente, en aquellas gestantes que afrontan un embarazo no deseado. El estrés puede aparecer ante una evaluación muy negativa que la adolescente puede realizar ante tareas como proteger o proveer cuidados a su bebé. Antes de concluir este apartado, se hará especial alusión a una conclusión, a la que llegaron Vázquez, Blanco, Torres, Otero y Hermida (2013), sin perjuicio de todo lo mencionado anteriormente, pues parece claro que, a pesar de que existan programas de prevención para la reducción de los síntomas de depresión y estrés, únicamente algunos han demostrado incidir significativamente sobre la depresión o el estrés. Urge la necesidad de poner en marcha proyectos con un adecuado rigor metodológico que posibiliten poder prevenir eficazmente la depresión, el estrés y la ansiedad durante la gestación. 6.2. Fortaleza gestante: motivaciones, significación en el proyecto de vida, percepción de los movimientos fetales La vulnerabilidad presente en la gestante, junto con su fortaleza, la cual es fundamentalmente opuesta a la primera, ponen de relieve la dualidad que predomina en toda adolescente. Esta fortaleza será abordada en este capítulo, donde se acometerá su investigación. A pesar de ser ésta, una temática escasamente atractiva para la literatura psicológica, podemos citar a autores interesados en ella, como: Buchholz y Gol (1986), Lesser, Anderson y Koniak-­‐Griffin (1998), Gutierrez, Ramos, Ramirez y Damaris (2009), Trejos (2010) entre otros. Como punto de partida, hemos de referenciar a Araújo (2011), quien afirmaba que las adolescentes gestantes no tenían por qué presentar mayor riesgo de vulnerabilidad que sus compañeras no gestantes. En su investigación no se hallaron diferencias entre   142     los niveles de ajuste o adaptación de estas adolescentes embarazadas y los de sus compañeras que se encontraban viviendo bajo las mismas condiciones socioeconómicas pero no estaban embarazadas. La gestación no tiene por qué concebirse como una problemática sin salida favorable. Conocer cómo son las gestantes, cómo sienten, cómo piensan y cómo actúan, proporciona una información valiosa tanto en el ámbito psicológico, como en el educativo y el social. Es fundamental identificar no sólo los factores de riesgo, sino también los factores de protección (Giménez, Valverde y Torres, 2010). Diversas investigaciones revelan que los resultados para muchas madres adolescentes y sus hijos no tienen por qué ser necesariamente pesimistas. La experiencia positiva del embarazo en mujeres, tal y como afirman Burton (1990), Medora, Goldstein y Von Der Hellen (1994), Merrick (1995) además de otros más actuales como Wilson y Huntington (2006), sugiere que la visión de la adolescencia y la maternidad como problemáticas estará en función del tipo de imperativos sociales y políticos que predominen. En consecuencia, a continuación se perfilarán las fortalezas que suelen caracterizar a la adolescente durante su embarazo. Entre las fortalezas susceptibles de análisis destacamos: el planteamiento de las motivaciones y emociones positivas que pueden fortalecer la gestación, así como las representaciones que elaborará la futura madre en torno a la maternidad, sus deseos y también la percepción de los movimientos fetales. 6.2.1 Fortaleza gestante: motivaciones y emociones positivas En este apartado, efectuaremos una breve aproximación a las motivaciones acontecidas en la gestación, siendo éstas múltiples, heterogéneas y asociadas a un tipo de embarazo que responderá a la propia individualidad gestante. Las motivaciones de la embarazada con la gestación, con el nuevo ser, constituirán una pieza clave relevante en este proceso, ya que fomentarán el fortalecimiento psicológico de la gestante (Fernández, 2005). La motivación es un término bajo el cual, se designa a un conjunto de procesos que están implicados en el mantenimiento y dirección de una conducta. La palabra motivación viene del latín y significa “mover”, todos nos movemos hacia estímulos o   143     actividades y nos alejamos de otros (Gerrig y Zimbardo, 2005). Para estos autores, “la expectativa” en la motivación del comportamiento es fundamental, ya que la probabilidad de que realicemos una conducta estará determinada por las expectativas de obtener una meta y por el valor personal de dicha meta. Seligman respecto al tema de las motivaciones exploraba el estilo explicativo y el grado de optimismo o pesimismo de las personas, pues éstos afectaban a su actividad o pasividad, a su persistencia o a su capacidad para rendirse fácilmente, para tomar riesgos o para optar por lo seguro. La necesidad de logro sería otra fuerza motivacional que conduciría a los sujetos a alcanzar diferentes niveles de logro personal (Gerrig y Zimbardo, 2005). Esta necesidad de logro nos impulsa al éxito y a evaluar nuestros propios comportamientos, así las prácticas de crianza pueden producir niveles altos o bajos de necesidades de logro (Gerrig y Zimbardo, 2005). Las gestantes en nuestro caso, al aproximarse a la maternidad pueden experimentar ilusión y una necesidad de salir victoriosas de todas las transformaciones que experimentarán, todo ello gracias a estas motivaciones que se sucederán durante el embarazo. Según hemos descrito, cuando se alude a la ilusión de la gestante adolescente ante la llegada del hijo, ésta puede convertirse en la mejor motivación para poder afrontar fácilmente el embarazo. Incluso, un embarazo no planificado puede responder a un vacío producido por una pérdida de una figura que ha podido ser importante para la gestante (Miller-Johnson, Winn, Coie, Maumary-Gremaud, y Lochman, 1999; Meyers y Battistoni, 2003  Svoboda, Shaw, Barth y Bright, 2012), y que con la llegada del bebé de algún modo podría suplirse. Aguirre de Cárcer en 1989, ya propugnaba la existencia de unas motivaciones primarias y secundarias en toda gestante. Cuando las primeras necesidades no eran satisfechas, éstas se hacían mucho más fuertes, más básicas, implicando mayor necesidad, influyendo de un modo decisivo en el comportamiento de la mujer y en su modo de vida. Una vez que la necesidad primaria había sido cubierta, al menos hasta un mínimo, las motivaciones secundarias pasarían a adquirir entonces, mayor trascendencia. En este sentido, las adolescentes manifestarán motivaciones comunes al resto de embarazadas, comunes al resto de adolescentes, pero también, experimentarán las propias de su idiosincrasia. Las motivaciones han sido analizadas por autores como:   144     Olalla (2012), Álvarez et al. (2012), Finocchario-Kessler, Sudor, Dariotis, Anderson, Jennings, Keller y Trent (2012), estos últimos autores pusieron énfasis en cómo el deseo de tener hijos no se veía disminuido por enfermedades o infecciones. Además de no verse disminuido ese deseo de tener hijos a pesar de padecer enfermedades, esos deseos a veces no son reconocidos ni verbalizados por las propias gestantes. Así, un tercio de las adolescentes españolas participantes en un estudio encabezado por Álvarez et al. (2012) reconocieron que su embarazo fue deseado, el resto de gestantes participantes manifestaron una actitud de conformismo y resignación ante éste. Las jóvenes que desearon el embarazo, indicaron además, que su objetivo era tener un hijo, sin embargo, no argumentaron los motivos que influyeron en esa decisión. Posiblemente, estos motivos no fueron expuestos porque, como indicó Aguirre (1989), el embarazo suele venir acompañado de introversión en la gestante. Si profundizamos en este tema, nos daremos cuenta de que actualmente, no se acomete extensamente la interpretación de lo psíquico que en ella acontece. Una motivación durante su embarazo, que sí puede ser visible en su entorno, es el tener junto a ella a su pareja o futuro padre de su hijo. Es característico de la adolescencia el aprender a conocerse uno mismo mediante el acercamiento a los otros, las relaciones íntimas, el depender menos de los progenitores y el desplazarse al lado de la pareja con la que poder planificar y llevar a efecto planes de vida en común (Della Mora, 2006). Todas estas motivaciones focalizadas en profundizar en el conocimiento de cómo es su pareja o cómo será como padre, pueden facilitar a la gestante el afrontamiento de circunstancias o eventos nuevos de la vida. Si bien, las motivaciones de las gestantes no son fruto únicamente de esta gestación, por el contrario, algunas de estas motivaciones han tenido origen en la más tierna infancia (Langer, 1983) e incluso en la adolescencia. Parte de estas motivaciones pueden ser similares a las que presentaban cuando eran niñas, al mismo tiempo, algunas motivaciones pueden chocar con la necesidad de depender de sus padres (Morales, Kornblit, Páez y Asún, 2002; citado en Fernández Mateos, 2005). Así las adolescentes pueden tener la sensación de estar reviviendo todas aquellas expectativas que tenían cuando eran niñas respecto a su rol materno, pudiendo incluso notar cierta predisposición favorable a la maternidad gracias a esas motivaciones.   145     Fernández Mateos (2005) por su parte, acentuaba también el papel que desempeñan las emociones positivas y negativas a la hora de sortear los obstáculos del proceso gestacional. Así, la adolescente podía adoptar tras una primera valoración negativa o de rechazo, otra postura de aceptación y adaptación al embarazo a través de emociones positivas. La diferencia podía deberse no sólo a las emociones implicadas, sino también a la valoración del embarazo como: daño, amenaza o desafío. Las reacciones emocionales que se pueden manifestar durante la gestación serán numerosas y heterogéneas. De ese modo, progresivamente, gracias a estas emociones y también motivaciones, la gestante puede progresar desde una difícil aceptación de su embarazo, a un acercamiento cargado de ilusión y de expectativas. Este acercamiento hará posible y realidad poder afrontar de forma óptima su embarazo y maternidad (Álvarez et al., 2012). Esta aproximación a la maternidad que argumentamos, evidencia que se va a producir un desvío de las motivaciones. Esto se produce porque como indica Aguirre (1989), “durante el embarazo se producirá una desviación de energías psíquicas del mundo externo al interno, al nuevo ser”   (Aguirre, 1989; p. 94). Este desvío de motivaciones constituirá el estadio preliminar del sentimiento maternal con el que surgirán nuevas motivaciones. En consecuencia, Aguirre (1989) describía que durante la gestación, las embarazadas sin darse cuenta, “perdían interés por situaciones externas” (Aguirre, 1989; p. 94) y se centraban en el nuevo ser. No es posible delimitar cada una de estas motivaciones o emociones que van a experimentar las gestantes, porque principalmente, son múltiples, ilimitadas y diferentes entre sí. Según Della Mora (2006), entre las oportunidades y motivaciones de las jóvenes que no están embarazadas, probablemente no hallaremos el deseo de cuidar un bebé, o de preparar sus cosas, ni tampoco experimentarán ciertos temores, presiones y confusiones propios de una gestación. Es preciso afirmar, por tanto, que estas motivaciones gestantes serán trascendentales en el embarazo, pues van a correlacionar con la aceptación del rol materno. Así, atendiendo a Amar y Jiménez (2005), la propia aceptación del nuevo rol (el rol materno), o la satisfacción por su embarazo, estarán estrechamente relacionados con dicho estado motivacional y con la adaptación social y el bienestar general de la   146     gestante. Serán estas motivaciones las que posibiliten a la gestante adaptarse a su nueva e incipiente maternidad. 6.2.2. Imaginario sobre el futuro y representaciones en torno a la maternidad La gestación puede suponer un desafío para la gestante, pues el embarazo no es una experiencia estática, sino un proceso dinámico lleno cambios, enriquecimiento y desafíos, es un periodo rico en transformaciones y representaciones que puede posibilitar la adquisición e identificación progresiva de la gestante con el rol materno (Aguiar, 2009). Aguiar (2009) considera que “cuando existe un proyecto adaptativo de maternidad, un embarazo es una época que psicológicamente (…) favorece la preparación para ser madre” (p.37). A continuación, vamos a efectuar una breve aproximación al “imaginario sobre el futuro y a las representaciones maternales” que supondrá tal vez, la entrada a esta prematura maternidad. Durante el embarazo, la capacidad de gestión de la gestante de su propio proyecto personal, dependerá de los deseos, las representaciones y las reflexiones que posibilitarán la preparación de la gestante para ser madre (Aguiar, 2009). Las ilusiones, los deseos, las expectativas y los temores serán realidades presentes en toda gestación aunque no sean del todo visibles (Manieu, 2002; Fernández Mateos, 2005; Aguiar, 2009; Pires, 2010;   Escobar y Escobar, 2013). Cada gestante experimentará sus propias representaciones en torno a la maternidad y compondrá su propio imaginario característico sobre su futuro aún por construir. Es común que en la adolescente gestante haya surgido un deseo de quedarse embarazada, lo que no significa que exista un deseo de llevar a efecto el embarazo. Durante la gestación, las adolescentes al igual que las gestantes adultas, pueden considerar sus embarazos como deseados conscientemente, sin embargo, para otras, aunque sus embarazos sean intencionados pueden no ser completamente deseados (Pires, 2010). En ambos casos intuimos que las implicaciones sobre los planes de futuro serán diferentes, pues toda gestación es diferente y sugiere cambios heterogéneos en la vida de la adolescente y posiblemente, implicará la apertura a nuevos y diferentes proyectos de vida.   147     El imaginario sobre el futuro de la gestante como madre, como mujer, es vital y básico para la aceptación de la gestación, este imaginario mediará en su proceso de adaptación al embarazo. Estas representaciones conjugadas y combinadas entre sí, van a constituir un fuerte predictor del tipo y calidad del vínculo que la madre va a desarrollar con su bebé a partir del nacimiento (Manieu, 2003). Respecto a estas representaciones, resultaría interesante conocer aspectos de las mismas tales como: en qué momento se producen, cómo se originan, de qué están compuestas, o cuál es su utilidad terapéutica. Como a continuación se detallará, estas representaciones pueden además, implicar un aumento de la resistencia materna ante problemas que puedan presentarse. Pires (2010) argumenta al respecto, cómo las representaciones, especialmente maternales que acabamos de referenciar, ejercen gran influencia sobre las interacciones reales que se establecerán entre la madre y el bebé. Fundamentalmente, la interacción hará posible que el bebé capte los elementos representacionales de la madre. Estas representaciones en las gestantes, pueden fomentar una resistencia o fortaleza mayor ante los problemas. Algunos estudios experimentales también han contribuido a poder clarificar estas representaciones. Así, Fernández (2005), hace referencia a un estudio en el que participaron 146 mujeres embarazadas, junto con sus parejas, a quienes se les aplicó el Cuestionario de Vinculación Afectiva Prenatal EVAP de Lafuente (1995). Los resultados manifestaron que a medida que avanzaba la gestación, más concretamente a partir del tercer trimestre, la variable “actitud hacia el embarazo” cambiaba y, además, aumentaban las “conductas de fantaseo”. Por otra parte, Fernández Mateos (2005) sostenía que ambos padres percibían al ser nacido, incluso antes de su nacimiento, como un individuo que comenzaba a entablar con ellos nuevas formas de comunicación. Stern et al. (1989) desarrollaron una entrevista específica que consistía en explorar aquellas representaciones que estaban presentes en la mujer durante su embarazo, en ellas se analizaban los deseos y los temores que ésta experimentaba respecto al bebé, así como también la valoración que hacía de su historia y de su futura maternidad. Estas representaciones llegaban a condicionar las actitudes que las gestantes iban a desarrollar frente al ejercicio de la maternidad.     148     Manieu (2003) describió, cómo tradicionalmente, el psicoanálisis había centrado su interés en los aspectos intrapsíquicos o mentales (representacionales) como determinantes fundamentales de cualquier relación, específicamente de aquellas que se generan entre los progenitores y sus hijos. Hockaday et al. (2000), quienes no hicieron referencia a los aspectos intrapsíquicos o puramente mentales de las gestantes, sí identificaron en ella la presencia de un imaginario sobre su futuro, en este imaginario podríamos encontrar las expectativas que sostienen sobre sus propios planes futuros. En este sentido, además de subrayar estos aspectos relativos a las representaciones maternas, tampoco puede pasar inadvertido el imaginario sobre el futuro, es decir, las metas y planes futuros que presentan estas adolescentes durante su embarazo. En esta misma dirección, Farber (1989), Camerena, Minor, Melmer y Ferrie (1998) a finales del siglo XX, sostuvieron que precisamente las aspiraciones jugaban un papel protector en las adolescentes, así como también, la confianza. Estas aspiraciones van cambiando a lo largo de la vida, por tanto, el imaginario sobre su futuro no sólo tendrá su origen en la gestación, sino en las propias expectativas anteriores al embarazo. El embarazo implicará comportamientos y conductas visibles para el entorno de la gestante, pero al mismo tiempo, es un proceso puramente simbólico colmado de representaciones, imaginarios, fantasías y aspiraciones sólo accesibles para la gestante y mujer (Manieu, 2003). Las adolescentes primíparas sentirán esta primera gestación de forma diferente a otras gestaciones que probablemente, acontecerán en otro momento de sus vidas, irán así definiéndose como madres, iniciando su nuevo proyecto vital. Algunas mujeres tenderán desde el inicio del embarazo a generar ideas y planes sobre cómo desean o esperan que se produzca el parto, el nacimiento del hijo y los planes de futuro, pero otras precisarán más tiempo, más información, e incluso más ayuda de profesionales de la salud (Aguiar, 2009). En el interior de la mujer no sólo se gesta otra vida, sino una reestructuración de su identidad (Manie, 2003) “se gesta una reestructuración de su identidad como mujer, como futura madre de su bebé, como pareja de su compañero, como trabajadora, como hija de sus padres cuando era una niña, como hija de sus padres que ahora también será madre de su propio hijo/a y como un miembro más de la cadena trans e intergeneracional de su familia extensa y de la especie” (Manieu, 2003; p.10).   149     6.2.3. Percepción de los movimientos fetales La literatura científica sobre la percepción de los movimientos fetales en gestantes es muy amplia y heterogénea. Numerosos autores se hacen eco de las incidencias de estos movimientos en el desarrollo gestacional (Harrington, Thompson, Jordan, Page, Carpenter y Campbell, 1998; Berbey, Manduley yVigil, 2001; Froen, Arnestad, Frey, Vege, Saugstad, Stray-Pedersen, 2001; Efkarpidis, Alexopoulos, Kean, Liu, Fay, 2004; Sergent, Lefevre, Verspyck y Marpeau, 2005; Unterscheider, Horgan, Greene y Higgins, 2010), especialmente, por su importancia en el desarrollo afectivo y en los vínculos emocionales que se establecerán entre la madre y el bebé. Las percepciones de los movimientos fetales por parte de la gestante afectarán a su propia salud, así como influirá en su conducta, favoreciendo un óptimo crecimiento y desarrollo de su futuro bebé (Shieh Kravitz y Wang, 2001). Por su parte, Fernández Mateos, (2005) respecto a la percepción de estos movimientos fetales, acentuaba su papel mediador en el proceso de apego. Según sus últimas investigaciones, autores como Maiello (1999), Janov (2000), Shieh et al. (2001), Armstrong (2002), Franck y Spencer (2003) identificaron los movimientos fetales como parte fundamental en la formación del vínculo afectivo madre-hijo desde la vida prenatal. Junto a estos movimientos fetales, Klauss (1979) citado por Shaffer (2000) afirmó que los efectos del contacto temprano entre la madre y el bebé ni eran tan duraderos ni tan intensos como se pensaba. El contacto que se establecería entre madres e hijos en el momento del nacimiento implicaría ventajas importantes mayores para los bebés y su cuidado, sin embargo, este contacto no sería crucial, ni suficiente para el desarrollo de apegos intensos entre padres y niños. Por el contrario, en el lado opuesto, Shaffer (2000) citando a Kennel, Voos y Klaus (1979) explicó cómo las hormonas favorecerían los vínculos emocionales entre la madre y el hijo. Estos autores sugirieron que las hormonas implicadas en el momento del parto, podían contribuir a centrar la atención de la madre en el bebé, y además, posibilitarían una mayor predisposición a establecer vínculos emocionales con él. Si bien, si las hormonas desaparecían antes de que la madre pudiera tener un contacto amplio con él, la madre quedaría menos receptiva. La percepción de los movimientos fetales es uno de los primeros indicadores que recibe la gestante de que “el nuevo ser” está vivo dentro de ella. Esta percepción genera   150     una fortaleza que posibilitará a la gestante en determinados momentos, poder asumir y gestionar las dificultades que se presenten. De esta forma, entre el bebé y ella puede producirse una conexión, que como afirma Di Prietro (2012), se generaría entre el funcionamiento psicológico materno y el sistema nervioso del feto en desarrollo. Así, en el caso de que la mujer manifestase angustia, la angustia tendría efectos directos en el desarrollo del feto. Dada esta interesante conexión, hemos de precisar que la comprensión de los factores que pueden afectar a la percepción de estos movimientos es uno de los objetivos actuales de profesionales sanitarios, así como también lo es, el poder determinar la causa de una disminución de los movimientos fetales observados y reflejados en algunos informes maternos sometidos a estudio en embarazadas adolescentes (Hijazi y East, 2009).   Manieu (2002) al respecto de estos movimientos fetales, apuntó que el diagnóstico prenatal había tenido un desarrollo gradual desde los años 50 hasta la actualidad. Estos movimientos fetales junto con la ecografía, posibilitan a las gestantes la producción de emociones y refuerzan el vínculo afectivo madre-hijo (Arteaga, 2001 citado por Pires, 2010). No se trataría exclusivamente de un examen médico para la gestante, sino de un encuentro o acercamiento entre la madre y su bebé. Fernández Mateos (2005) recopiló investigaciones en las que citó a Relier (1994) y Lafuente (1995), quienes aportaron información reveladora sobre cómo los movimientos del bebé, que son experimentados a partir del cuarto mes de embarazo, despertaban sentimientos de aproximación de ésta hacia el feto. Estos movimientos se tornaban especialmente evidentes a medida que avanzaba la gestación (Field, Diego, Hernandez- Reif, Figueiredo, Schanberg y Kuh, 2007). En general, el desarrollo de numerosas técnicas diagnósticas ha posibilitado la detección más precoz de un número mayor de anomalías materno-fetales en el curso de un embarazo. Álvarez et al. (2012) en su inquietud por conocer las motivaciones, creencias y valores de las embarazadas adolescentes españolas, informaron que las que no deseaban su embarazo, percibieron que su responsabilidad respecto al embarazo era relativa y manifestaron una actitud de conformismo. Sin embargo, como resultado de determinados movimientos fetales, posteriormente, se iba manifestando en ellas, una tendencia a racionalizar los acontecimientos, llegando a afirmar que el hijo era incluso deseado o planificado. Este vínculo que va creciendo desde las primeras percepciones se   151     desarrolla de manera paralela al desarrollo fetal y a la percepción que la futura madre va teniendo del feto (Kohut, Dewey y Love, 2002). La ecografía tiene también un papel significativo en la gestación y su objetivo es básicamente investigar las malformaciones que puede presentar el feto (Manieu, 2002). En el contexto de un embarazo adolescente o fuera de él, la ecografía y la percepción de los movimientos fetales, suelen ser un pilar fundamental sobre el que se asienta el rol materno. Este rol comenzará a iniciarse durante la gestación. La actividad fetal regular percibida por las mujeres embarazadas ha sido considerada un signo de bienestar fetal (Berbey, Manduley, Vigil-De, 2001; Raynes- Greenow, Gordon, Li y Hyett, 2013). Por otra parte, la disminución de los movimientos fetales se ha asociado a un mal resultado perinatal. En lo que respecta a la exploración de estas percepciones en torno a los movimientos del feto, podemos citar los trabajos de Radestad y Lindgren (2012). Las entrevistas realizadas a 40 mujeres aportaron resultados en los que los movimientos fetales se clasificaron en siete categorías: fuertes y poderosos, grandes, lentos, de estiramiento, de lado a lado, de luz y sobresaltados. Casi todas las mujeres percibían los movimientos del feto al final del embarazo, así como una presión interna. Raynes-Greenow, Li y Hyett (2013) advierten que, algunas mujeres que participaron en su estudio, sintieron la necesidad de buscar consejo cuando se dieron cuenta de un movimiento fetal inusual. De las mujeres preocupadas por los movimientos fetales inusuales, sólo una buscó ayuda dentro de las 24 horas. En este sentido, las mujeres que experimentan preocupación por movimientos fetales reducidos no deberían esperar hasta el día siguiente para la evaluación (Froen, Arnestad, Frey, Vege, Saugstad, Stray-Pedersen y Risk 2001; Holm, Saastad, Stray-Pedersen, Børdahl y Froen, 2009). La literatura psicológica disponible sugiere además que estos movimientos fetales favorecerán precisamente el bienestar del feto, siendo la disminución de estos movimientos asociada a una serie de patologías del embarazo (Hijazi y East, 2009). Hay pruebas contradictorias, tal y como exponen Hijazi y East (2009), en torno a si la edad gestacional, el sobrepeso y la obesidad, afectan a la percepción de estos movimientos. Esta falta de consistencia en estos estudios, puede estar relacionada con pequeños tamaños muestrales y con una falta de definición de factores que pueden estar afectando   152     a la capacidad de las mujeres para percibir los movimientos del bebé. Existen ciertas evidencias acerca de factores psicológicos que pueden influir en la percepción (Hijazi y East, 2009). En consonancia con lo expuesto, podemos cuestionarnos si podrán las adolescentes motivarse durante el embarazo gracias a estos movimientos fetales. Aguirre de Cárcer (1989) exponía que independientemente de la edad y situación de la embarazada “afortunadamente, la naturaleza ha sabido elaborar medios capaces de vencer los temores más profundos” (Aguirre de Cárcel, 1989; p. 117). Así, frente al miedo profundo que representa para la gestante morir en el parto, “hay en ella una idea, también profunda de sobrevivir, de continuarse en el hijo”  (Aguirre de Cárcel, 1989; p. 117). Es como si volviera a ser “inmortal”, su cuerpo seguirá viviendo a través de sus hijos y de sus nietos. Numerosas adolescentes, no manifiestan verbalmente sus propias incertidumbres o sus problemas psicológicos, los cuáles se exteriorizarán en su entorno más inmediato, siendo su estado a menudo incomprensible para ellas. Por ello, es difícil encontrar gestantes que verbalicen ese acontecer que el embarazo les ocasiona. Antes de finalizar este apartado, no debemos obviar, el hecho de que las madres no son las únicas que pueden entablar comunicación con el bebé, sino también, las parejas, los futuros abuelos y otros miembros de la familia. Las parejas suelen hablar al bebé, llamarlo cariñosamente o acariciar el vientre de la madre (Barranco, 1993). Estos comportamientos manifiestos motivan a la gestante a poder avanzar en su gestación, pudiendo gestionar de forma más optimista las circunstancias más difíciles.   153                       154     Capítulo 7 “El ser humano es, en efecto, un “organismo”, pero que, con vistas a su propia relación con la realidad y con los otros sujetos en la cual está inserto y frente a la posible transformación, sitúa sus actividades, además de en un nivel orgánico, en un nivel supraorgánico (Vicente y Fajardo, 1998; p.164). CAPÍTULO 7: ENTORNO SOCIAL DE LA GESTANTE 7.1 El papel del apoyo social en la gestación adolescente El apoyo social desempeña un rol fundamental en la gestación adolescente. Desafortunadamente, no todas las gestantes podrán contar con recursos afectivos suficientes o de calidad para hacer frente a los posibles obstáculos que acontezcan durante su embarazo. Precisamente en este tema, Bowlby, pionero en desarrollar el concepto de “vínculo afectivo”, cuya influencia hoy es incuestionable, entre otros aspectos, reflexionó sobre las repercusiones que una falta de vinculación podía tener en la presencia de enfermedades psíquicas (Pires, 2010). La literatura es extensa respecto al conocimiento del apoyo social que reciben estas adolescentes durante su embarazo (Barrera, 1986; Camerena, Minor, Melmer, y Ferrie, 1998; Gee, Nicholson, Osborne y Rhodes, 2003; Letourneau, Stewart, y Barnfather, 2004; Quinlivan, Luehr y Evans, 2004; Chase, Maxwell, Knight y Aggleton, 2006; Brosh, Weigel y Evans, 2009; Ghosh, Wilhelm, Dunkel-Schetter, Lombardi y Ritz, 2010; Bartlett y Coulson, 2011; Barak, A., & Grohol, 2011; Cohen, Lisles, Williams, Brunsdon y Batstone, 2011). Si bien, escasas son las investigaciones que han examinado con detalle las relaciones existentes entre el apoyo social y su repercusión en el desarrollo del embarazo. En esta línea, podemos citar algunas investigaciones recientes como las de Aracena, Krause, Pérez, Bedregal, Undurraga y Alamo (2013); Posada (2014) o las de Angley, Divney, Magriples y Kershaw (2015). La literatura psicológica en esta temática sugiere además que, el bienestar emocional adolescente correlacionará con factores que incluyen, por un lado, la percepción de permanencia por parte de los apoyos recibidos, y por otra, el tener la sensación o el sentimiento de continuidad en el proceso vital (Nitz, et al., 1995; Stevenson et al., 1999). En la gestación adolescente, el disponer de este apoyo social   155     repercutirá no sólo en un aumento de bienestar (Sherman y Greeneld, 2013), sino también posibilitará, mejorar los resultados del embarazo en general y favorecer el crecimiento óptimo fetal. Moreira y Sarriera (2008) definieron tres aspectos centrales relacionados con el concepto de apoyo social, éstos eran: el apoyo emocional (autoestima), el apoyo socio- emocional (afecto, la comprensión y la aceptación por parte de otros) y el apoyo instrumental (información, ayuda económica, ayuda y asesoramiento). Todos estos apoyos persiguen el bienestar emocional de las personas. En Figura 7.1 aparece reflejada una síntesis de los aspectos que se van a explorar en este capítulo que versa sobre las redes de apoyo a la gestante. Figura 7.1 Redes de apoyo a la gestante adolescente Redes de apoyo Estrechamente vinculadas a la historia Diferentes tipos de apoyo personal y al contexto social de apoyo previo a la gestación Historia personal En función del de la gestante Emocional, informacional Material, contexto de la gestante y material sociocultural y psicosocial Vínculos de apego de tipo afectivo y emocional con las figuras de apoyo Figuras de apoyo que sostienen los anteriores Reduce el estrés y otras psicopatologías y Contribuye a un cambio positivo en la favorece el bienestar psicosocial aceptación del embarazo y adopción de un rol materno adecuado Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico expuesto en el Capítulo 7. 7.1.1. La familia La familia tiene una función interna de protección y promoción del desarrollo de sus miembros y una función externa de socialización. Algunos estudios han sugerido que el sistema familiar es además, un recurso indispensable en la prevención primaria del embarazo adolescente (Casper 1990, Olson & Worobey, 1984; Quinlivan, Luehr & Evans, 2004).   156     Coleman (1980) afirmaba que el grado en que un adolescente o joven incorpora a sí mismo las actitudes y características pertenecientes a otras personas, dependerá del grado de cariño experimentado en sus relaciones con los padres. De ese modo, en las adolescentes lo importante sería la disposición de un modelo positivo con el que poder identificarse. Este modelo vendría representado por alguien que haya resuelto sus problemas de identificación sexual, ésta podría ser por ejemplo, su propia madre. Con respecto a la tarea de los progenitores, éstos deberían funcionar como modelos adecuados, manteniendo unas relaciones positivas y firmes que faciliten el desarrollo de sus hijos.   En este sentido, cabe destacar, que estas relaciones no son siempre tan positivas en todas las familias como cabría esperar. Estudios recientes como los de Serrano (2013), aluden a problemas que emanan de estas relaciones, ya sean relaciones parento- filiales o interparentales. Serrano asocia la aparición de psicopatología en los hijos a estos problemas en las relaciones. Por su parte, Parra, Oliva y Sánchez Queija (2004) manifestaron cómo unas buenas relaciones familiares, junto con una comunicación eficaz generaban efectos muy positivos en el desarrollo y ajuste del adolescente. De todas las relaciones familiares, el apoyo parental es el que favorecería una autoestima más alta, una mayor satisfacción vital, menor malestar psicológico, un mejor ajuste escolar y una mayor estabilidad en las relaciones de pareja (Parra et al., 2004). La familia por tanto, se revela como un pilar clave en el desarrollo de la gestante adolescente (Letourneau, Stewart, & Barnfather, 2004). Para conocer cómo es el apoyo que ofrece la familia en este embarazo, debemos revisar la relación familiar y la calidad de ésta antes del mismo. Este apoyo anterior a la gestación es transcendental, puesto que una inadecuada estructura y una carencia de apoyo familiar sería un factor de alto riesgo en la aparición de depresión adolescente (Field et al., 2007; Tzilos, Zlotnick, Raker, Kuo, & Phipps, 2012).     Desde un punto de vista optimista, el estudio Moreira y Sarriera (2008) reflejó cómo a nivel general, las gestantes adolescentes se sentían bastante satisfechas con el nivel de apoyo social recibido procedente de su propia familia, amigos y compañeros. Puede ser que el afrontar la gestación para algunas adolescentes fuera un proceso difícil   157     y angustioso, pero para otras, gracias a este apoyo, la gestación suponía una experiencia plena (Trindade y Menandro, 2002; Santos y Schor, 2003). En sentido opuesto a este optimismo en cuanto al apoyo que reciben las gestantes y su efecto positivo en la gestación, autores como Dukewich, Borkowski y Whitman (1996); Crouch, Milner, Thomsen (2001); Blinn-Pike, Mingus (2000) resaltan la falta de apoyo y además el abuso infantil sufrido a menudo por estas adolescentes (de Paúl y Domenech, 2000). Un estudio dirigido por estos autores vascos evidenció que las madres adolescentes mostraban puntuaciones potenciales más altas de abuso infantil y depresión que las madres adultas. Las madres con recuerdos de castigos físicos severos reflejaron altas puntuaciones de abuso en la infancia, y las madres con recuerdos de castigos físicos obtuvieron puntuaciones más elevadas en depresión. La familia se convierte como observamos, en protagonista de la gestación, especialmente, y más aún, en aquellas adolescentes menores de edad cuyas parejas se han desentendido como futuros padres o como futuras parejas (Sherman & Greenfield, 2013). Es ahí, donde resulta especialmente vital la actuación de estos agentes de socialización. Las hermanas mayores también desempeñan un papel importante en esta red de apoyo. Aunque la investigación sobre este tema no es muy extensa, los últimos estudios han indicado que las relaciones de apoyo procedente de las hermanas mayores, disminuirían los síntomas depresivos y la ansiedad (Gee, Nicholson, Osborne y Rodhes, 2003). Diversos trabajos revisan los factores que influyen en la autoestima durante la adolescencia y en su mayoría, coinciden en enfatizar la importancia de las relaciones que se establecen dentro del seno familiar. Así, la literatura ha apuntado con bastante rotundidad, que los adolescentes que se sienten apoyados y protegidos por sus progenitores y familiares más próximos son los que tienen una autoestima más elevada (Chen et al., 1995). Por otra parte, advertir los efectos de la relación madre-hija será vital para poder ahondar en cómo va afrontando la gestante su embarazo. En este sentido, estudios exploratorios sobre el tema reflejaron cómo cuando las abuelas se posicionaban bajo una postura de dominio, el conflicto con la adolescente no resultaba tan perjudicial para la salud psicológica de la joven (Stevenson et al., 1999; Brandyn-Dior Brown y   158     Caldwell, 2012). Al mismo tiempo, otras investigaciones sugirieron que el apoyo social sostenido por las figuras maternas podría estabilizar el logro del bienestar en las hijas. Figura 7.2: Síntesis de aspectos relevantes en torno a la familia de la adolescente durante su embarazo. Como  necesidad  primaria  el   ser  humano  necesita   La  familia  puede  favorecer  la  promoción  del     establecer  relaciones   desarrollo  de  cada  uno  de  sus  miembros.   afec1vas.   Algunos  autores  como  Parra,  Oliva  y   Las  relaciones  familiares  y  la  calidad   Sánchez  Queija  manifiestan  que  el   de  las  mismas,  determinan  la   mantener  buenas  relaciones  familiares,   aparición  de  psicopatologías  en  la   una  buena  comunicación  y  un  afecto  de   infancia  y  adolescencia.   calidad    favorecerán  el  ajuste  adolescente   y  su  desarrollo.   Una  carencia  de  apoyo  familiar   Según  estudios  como  los  de  Moreira  y  Sarriera   tendrá  repercusión  en  la   (2008)  algunas  gestantes  adolescentes  perciben   gestante  adolescente,  de  hecho,   como  sa1sfactorios  los  apoyos  que  reciben  de   se  relaciona  con  la  depresión   su  familia.  Otros,  sin  embargo,  hallan  una  historia  de  abuso  sexual  en  el  seno  familiar  de   durante  el  embarazo.   muchas  de  ellas.   Fuente: Elaboración propia a partir del marco teórico elaborado en Capítulo 7. La figura materna, se constituye como una figura de apoyo por excelencia para la gestante, pues, una buena relación suele asociarse a una disminución de la depresión materna y, posteriormente tras el nacimiento, favorece el sentimiento y competencia necesarios para que la adolescente pueda reconocerse como buena madre (Shanok y Miller, 2007; Benson, 2004). En consonancia con este planteamiento, podemos referenciar investigaciones en las que se evidencia cómo el que las abuelas ofrezcan una gran cantidad de ayuda durante la gestación de sus hijas, correlaciona con gestantes menos satisfechas con sus parejas y están más estresadas (Stevenson et al., 1998; Brandyn-Dior Brown y Caldwell, 2012; Toomey, 2013). Esto sugiere que, el apoyo de la abuela es generalmente   159     beneficioso, si bien, demasiada ayuda puede dar lugar a resultados opuestos, y por lo tanto, perjudiciales para la hija. A pesar de que la futura abuela pueda ejercer una influencia positiva sobre la educación de su hija adolescente, y además le proporcione apoyo social significativo, las relaciones entre ambas a veces resultan bastante difíciles (Moyeda et al., 2006). Las futuras abuelas incluso pueden limitar activamente el acceso del padre a estar con el bebé (Krishnakumar & Black, 2003). Este comportamiento podría estar relacionado con la desaprobación del joven padre de recibir apoyo económico de los abuelos maternos, o bien, por el propio deseo del joven de proporcionar apoyo financiero al niño. Simultáneamente, la relación de la pareja puede verse erosionada por la cercanía de la relación abuela-hija (Krishnakumar y Black, 2003). Así, un vínculo muy fuerte entre la abuela y la madre adolescente, coincide en muchos casos con una insatisfactoria relación entre los padres adolescentes (Krishnakumar y Black, 2003). Sin embargo, si la relación de la gestante con los miembros de su familia se ve erosionada, la gestación puede verse afectada también (McNeil, & Murphy (2010). Este desequilibrio, suele originarse cuando la adolescente que convive con su familia antes del embarazo anuncia su noticia. La estructura familiar entonces, queda alterada por la llegada de este hijo inesperado. James et al. (2012) al respecto, sugirieron que los padres de estas gestantes, experimentarán emociones abrumadoras ante este inesperado embarazo. La familia, en definitiva, jugará un papel esencial en este embarazo, especialmente porque supone una ayuda y auxilio ante situaciones extremas o desfavorables tales como la acumulación de tareas a las que van a tener que hacer frente, así como en la asunción de responsabilidad (James et al., 2012). El apoyo por parte de los padres no solo será indispensable en cuanto al apoyo financiero, sino también como hemos reiterado, en cuanto a los cuidados que pueden aportar al bebé (Zagury, 1996; Calesso, 2007). Antes de poner fin a este apoyo familiar, hemos de advertir, que la adopción del rol materno en estas madres adolescentes primerizas es vital, así como lo es determinar si el apoyo de la pareja y el de la familia (materna o paterna), ya sean juntos o por separado, son factores que favorecen que la gestante primeriza adopte o no el rol   160     materno (Hidalgo y Coronado, 2011). A veces la familia condiciona algo tan fundamental como es el que la gestante pueda o no identificarse con el rol materno. 7.1.2. La pareja La gestación es un proceso que no sólo concierne a la gestante, pues implica también al hombre y futuro padre del bebé. La pareja puede condicionar el deseo de la gestante de tener un bebé e incluso la satisfacción por continuar el embarazo (Crockenberg y Leerkes, 2003). En este apartado, nuestra pretensión pasa por acentuar aquellas dificultades o aspectos positivos, que pueden vivirse en el seno de una pareja que afronta un embarazo. A continuación se presentarán algunos estudios psicosociales en torno al futuro padre del bebé, que nos aportarán más luz sobre qué es lo que siente cuando se prepara para afrontar la paternidad y qué tipo de apoyo suele proporcionar a la gestante. Todo ello teniendo en cuenta que en la adolescencia “la relación de pareja a menudo se rige bajo una concepción idealizada del amor romántico y viene marcada por una fuerte dependencia emocional” (Gil García, 2016, p.5). Estudios como el de Kershaw et al. (2013) y Mendiola, Ornelas, Garza, Pérez, y Lugo (2014) revelan que el amor romántico mejora el bienestar físico y mental de los futuros padres. Pues el amor romántico se asociaría directamente a un mejor ajuste de la relación de pareja (Ratelle et al 2013; Graham 2011 citados por Kershaw, 2013). El futuro padre del bebé durante el embarazo tendrá que afrontar tantas dificultades y desventajas como las gestantes  (Bunting y McAule, 2004). El futuro padre posiblemente no se sentirá suficientemente preparado para ser padre, al igual que a menudo le ocurre a la gestante. García Sánchez, Hernández y Manjón Sánchez (2011) reiteran que además, estas parejas se caracterizan por ser de menor duración y más inestables, aspecto que suele acentuarse por la presencia del hijo, ya que algunas se formalizarán forzadamente por el propio hijo que tienen en común. Todo este acontecer, nos conduce ineludiblemente a reflexionar cómo una relación afectiva adecuada entre los progenitores en la etapa prenatal, puede servir de entrenamiento para la adaptación a la maternidad y a la paternidad. Este apoyo es fundamental para que la futura madre adolescente pueda establecer una relación sana madre-hijo (Pires, 2010, p.107). Esta relación afectiva ejercerá también una influencia   161     muy positiva en el desarrollo biopsicosocial del bebé especialmente en su primer año de vida. Atendiendo a Fernández (2013), muchos adolescentes no desearán casarse simplemente porque esperen un hijo, la estabilidad en la pareja suele ser lo más deseable. Si bien, independientemente de la edad del futuro padre del bebé, el tener el primer hijo afectará a la vida en pareja de forma multidimensional. Por ejemplo, la relación de pareja puede que tienda a reforzarse mediante un lazo muy fuerte y que éste se prolongue por muchos años (McVeigh y Baafi, 2002;  Climent, Rodríguez, Maris y Climent, 2006 citados por Fernánez Núñez, 2013). Puede ser también, que al conocer la noticia la pareja decida vivir en la misma residencia. El fenómeno de la cohabitación, como apunta Fernández (2013), es reciente y suele ser habitual en estos casos. Si bien, a pesar de que ambos vivan juntos y tomen ciertas decisiones conjuntas, la madurez emocional será relativa a estas edades. Braconner (2010) en su famosa clínica psiquiátrica de orientación psicoanalítica americana de Topeka, había propuesto siete criterios de madurez emocional, que corresponderían según él, al acceso al estatus de adulto en este ámbito: “La   capacidad   de   hacer   frente   a   la   realidad   de   forma   constructiva,   la   capacidad   de   hacer  frente  a  los  cambios,  la  capacidad  de  distanciamiento  y  el  control  suficiente  de  los  síntomas   producidos  por  tensiones  momentáneas  o  por  la  ansiedad,  la  capacidad  de  experimentar  tanta  o   más   satisfacción   dando   que   recibiendo,   la   capacidad   de   establecer   relaciones   estables   y   consistentes   con   los   demás   teniendo   en   cuenta   la   satisfacción   y   la  necesidad  de  ayuda  de   cada   uno,  la  capacidad  de  sublimar,  es  decir,  de  dirigir  la  energía  pulsional  agresiva  hacia  actividades   constructivas  y  creativas  y  la  capacidad  de  amar” (Braconner, 2010; p.43). La falta de madurez emocional también podría condicionar la calidad de la relación que mantendrían ambos adolescentes. A su vez, la calidad de la relación que mantienen se relacionaría con la actitud de la pareja frente al embarazo (Crockenberg y Leerkes, 2003). En este sentido, es frecuente que el adolescente, dada su corta edad, no actúe como una figura de apoyo real estable, ni tampoco como futuro padre. Además, existe una probabilidad elevada de que la pareja abandone y huya de la situación (Vernon, 1991). Mariano y Álvarez (1994) advirtieron que el apoyo mutuo de la pareja resultaba imprescindible para ambos, ya que les permitiría ayudarse mutuamente. Este apoyo   162     mutuo debería manifestarse en la intimidad de la pareja y en el entorno familiar, de ese modo, podrían compartir mejor la expectación de tener un hijo en común (Sipsma, Divney, Niccolai, Gordon, Magriples y Kershaw, 2012). Continuando en esta línea, Mariano y Álvarez (1994) describieron los resultados y cambios observados en las parejas de adolescentes que habían asistido juntos a talleres de pareja. En estos talleres se trataron a lo largo de diferentes sesiones, temas tales como: la importancia de las relaciones de pareja y su relación con la calidad de vida del feto, el momento del parto, el postparto, las relaciones afectivo-sexuales durante este período y los estilos educativos. Estos talleres podían facilitar la búsqueda de soluciones comunes en el seno de la pareja, sin embargo, esta puesta en común a veces se atisba difícil, principalmente por la falta de acuerdo entre ambos. La falta de acuerdo es uno de los hándicaps que las parejas más jóvenes afrontan durante su convivencia (Falcão y Salomão, 2006). Así, con esta gestación puede aumentar la insatisfacción conyugal y la tensión atribuidas también a los cambios en el reparto de roles (Cowan y Cowan, 2000; Cowan y Cowan, 2007; Perry-Jenkins et al, 2007; citados en Fernández, 2013). A estas reacciones, a menudo se suman, por otra parte, la interferencia de la familia del adolescente, que puede dificultar o posibilitar la relación de pareja en sí, así como puede contribuir al cumplimiento del rol paterno. Es decir, la familia del varón podrá desincentivarle en la asunción de su responsabilidad como padre (Bunting y McAuley, 2004). Esto último especialmente se producirá en los chicos más jóvenes y con metas de iniciar una carrera universitaria (González et al., 1999). Los amigos también podrán influir fuertemente en el futuro padre generando dudas acerca de la gestante y su presunta paternidad (García Sánchez et al., 2011). Sería necesario realizar estudios de seguimiento para observar el desempeño del rol paterno en estos varones y el impacto a largo plazo que la paternidad puede generar en sus vidas. García Sánchez et al. (2011) revelaron además, que los sentimientos de aislamiento producidos por juicios por parte de la familia hacia él, podían incitar al adolescente a desear distanciarse de su pareja. Esta situación, puede llegar a agravarse, si tiene una fuerte dependencia económica y afectiva de la familia o unas altas expectativas académicas o laborales (García Sánchez y otros, 2011).   163     Por ello, buscar un empleo o abandonar los estudios, pueden ser motivos suficientes como para rechazar no sólo la relación de pareja, sino también la paternidad. En otra instancia, existe la posibilidad de que el adolescente se plantee y decida ser independiente de su pareja, entonces éste se posicionará en un segundo plano, pero responsabilizándose de su hijo (García Sánchez et al., 2011). En ese caso, también se enfrentará a carencias por su baja capacitación y escolaridad insuficiente, sin poder acceder a trabajos de buena calidad o bien remunerados. En cuanto a los padres adolescentes que residen en entornos de bajo nivel socioeconómico, los resultados no son más tranquilizadores. González, Toledo, Luengo, Molina, y Meneses (1999) pusieron en marcha un estudio en el que participaron varones que pertenecían a sectores socio-económicos desfavorables, éstos presentaron mayor riesgo de abandono de hogar que los adultos. La causa de abandono sería el 47% producida por graves conflictos familiares, siendo el 64% de ellos dependientes económicamente de sus familias. Al igual que las gestantes adolescentes, algunos autores aseveran que los futuros padres suelen pertenecer a estratos socioeconómicos bajos, además no alcanzan niveles académicos altos y tienen mayor predisposición a tener menos oportunidades de empleo que sus iguales sin hijos (Bunting y McAuley, 2004). Atendiendo a estudios más optimistas y recientes sobre la influencia de la pareja en la gestación adolescente, no sólo se obtienen resultados psicológicos favorables para la propia embarazada, sino al mismo tiempo, también para el bebé (Martin, McNamara y Milot, 2007; Alio, Mbah, Grunsten, y Salihu, 2011). Respecto a esto último, Martin et al. (2007)   y  Misra et al. (2010) sacaron a la luz hallazgos que indicaban un impacto positivo en los resultados del parto. Los artículos que efectúan un análisis exhaustivo en torno a los padres adolescentes son todavía bastante limitados, Wendland y Levandowski (2011) pusieron así de manifiesto, que resultaba imprescindible, más investigación sobre este tema, incluyendo diseños longitudinales con poblaciones de gran heterogeneidad socio- económica y cultural. Hemos de concluir que, en los últimos años la contribución masculina en el embarazo adolescente se ha pasado por alto. Tuttle (1988) en una revisión profunda de la literatura sobre las características de los padres de los niños nacidos de madres   164     adolescentes, descubrió cómo aunque los padres de los niños nacidos no eran adolescentes, estos padres sí presentaban un desarrollo y una maduración similar al de los varones adolescentes. Las adolescentes gestantes al describir a sus parejas recalcan cierto desinterés y además exhiben una falta de participación paterna en tareas cotidianas y de apoyo (Bunting y McAuley, 2004). Sin embargo, sobre este aspecto existen discrepancias entre el nivel de implicación que percibe la gestante por parte de su pareja y el que percibe la propia pareja. Por último, según estudios como los de Kershaw, Murphy, Divney, Magriples, Niccolai y Derrick (2013), el ser víctima o perpetrador de violencia durante la infancia y adolescencia se asociará a una deficiente relación de pareja. Es importante reducir la violencia en la pareja entre los padres de los adolescentes, porque los patrones de resolución de conflictos pueden extrapolarse a los hijos en la edad adulta   (Martínez- Álvarez, Fuertes-Martín, Orgaz-Baz, Vicario-Molina y González-Ortega (2014). Los niños que presencian actos de violencia por parte de sus padres tienden a desarrollar pobres habilidades para resolver conflictos y son más propensos a cometer actos de violencia cuando llegan a la adultez (Halford et al., 2000 citado por Kershaw, 2013). Desafortunadamente, la violencia en la pareja es una realidad presente en muchos adolescentes. El problema se torna mucho más complejo al comprender que las repercusiones no se limitarán a la mujer solamente, sino que afectarán también a su bebé (Tiwari Chan, Fong Leung, Brownridge y Lang, 2008; Hans, 2016). Es curioso observar cómo los padres adolescentes no suelen participar en programas de apoyo financiero, social o psicológico ofrecidos prácticamente en exclusividad a las madres adolescentes. Sin embargo, numerosos programas de atención prenatal comienzan a desarrollarse en torno al cuarto o quinto mes de gestación y están dirigidos a ambos progenitores (Fernández, 2005). Los propios adolescentes a menudo necesitan tiempo, no sólo para poder madurar, sino para poder desear, imaginar y esperar a su hijo, y por tanto, precisarán tiempo para poder participar en la formación prenatal tanto como la gestante.     165     7.1.3. El Apoyo de los iguales En las sociedades occidentales, la adolescencia siempre ha sido una etapa muy larga, y ello ha favorecido “la cultura de los iguales”, que lejos de estar exenta de dificultades, ha propiciado el conflicto de ciertos valores, costumbres y tradiciones. Por este motivo, el adolescente siempre ha necesitado el apoyo emocional de figuras sociales además del apoyo que recibe de su propia familia (Musitu, et al., 2001). Para Sherman et al. (2013), el bienestar de la gestante se correlacionaría con el apoyo familiar y el de la pareja, sin embargo no con el apoyo de los amigos. Los amigos constituyen un núcleo de apoyo fundamental para el adolescente. Sin embargo, hemos de poner acento en que en ocasiones, la influencia de los amigos puede ser negativa, especialmente, cuando éstos se implican en conductas de riesgo o cuando los adolescentes perciben escaso apoyo familiar. Si bien, la pandilla ofrece a todo adolescente un sentimiento de pertenencia ante situaciones complicadas, permitiéndole poder avanzar en el camino de la identidad (Coleman, 1980; Musitu, et al., 2001). Margaret Mead citada en Langer (1983), evidenciaba que el conflicto adolescente, que suele comenzar con los padres, se podría reducir concediéndoles a los adolescentes más libertad, exigiéndoles menos dependencia y tolerando más las diferencias individuales. Por eso, si esta etapa fuese más corta y si la sociedad permitiera al adolescente facilitar su integración en la adultez, entonces esta etapa sería tal vez, menos problemática. Esta situación podría resolverse mediante el apoyo que solicitará y posiblemente encontrará en sus iguales. Necesitará a sus iguales para el desarrollo de su propia identidad, para aprender nuevas cosas, para la interacción y socialización, así como para la construcción de relaciones (Shermann & Greenfield, 2013). La llegada del bebé podrá influir en las relaciones sociales que mantendrán con sus amigos (Fernández, 2013). Además, tal y como prosigue Fernández (2013) y Diaz Saenz (2013), el bebé va a requerir cuidados y las gestantes tendrán que solicitar y recibir ayuda de otras personas. Los amigos pueden mejorar el bienestar de las adolescentes embarazadas, si bien, sobre ello podemos hallar una gran disparidad de trabajos tanto dirigidos a embarazadas, como a madres adolescentes, que como resultado obtienen correlaciones positivas o no evidencian ningún tipo de correlación (Stevenson et al., 1999; Thompson y Peebles Wilkens, 1992; Richardson et al., 1995).     166     Es de suponer, que estas gestantes, al igual que el resto de adolescentes de su misma edad, desplazarán su centro de interés de la familia al grupo de iguales (Parra et al., 2004; Martínez, 2013). Si bien, ahora con la gestación, los iguales no tendrán por qué ser los propios amigos confidentes, pues las diferencias en aspiraciones y objetivos ahora pueden ser notables debido a la maternidad (Unterscheider, Horgan, Greene y Higgins, 2010; Shermann & Greenfield, 2013; Fernández Núñez, 2013). Los nuevos roles que van a tener que asumir las gestantes supondrán nuevos modos de preparación para la vida adulta (Allca, 2007). Asumir estos roles con mayor o menor grado de dificultad, también dependerá de: la independencia que haya asumido con respecto a la autoridad, la inclusión en los grupos de iguales, la sensibilidad a ser evaluada y las dificultades provenientes del entorno (Fajardo y Casanueva, 2010). Estos roles y expectativas son difíciles de asumir y por eso, las adolescentes se apoyarán en las iguales que en algunos casos, serán también gestantes. El modo que tienen de contactar y comunicarse con otras gestantes que pueden residir en diferentes puntos de la geografía, suele ser a través de los foros en línea y redes sociales. Las adolescentes suelen participar en estos sitios no sólo para establecer amistades y desarrollar una comunidad de apoyo a través de internet, sino también para solicitar asesoramiento relacionado con el embarazo. Publicaciones sobre estos foros y redes revelan la posibilidad de que el apoyo social de otras embarazadas puede mejorar el bienestar de las adolescentes (Sherman y Greenfield, 2013). En ocasiones, el grupo de amigos intentará ejercer influencia sobre la gestante para que ésta se ajuste al grupo. La adolescente puede verse sometida entonces a una fuerte presión por participar en actividades de ocio que antes realizaba, pero que ahora por su gestación, no podrá desarrollar (Sherman y Greenfield, 2013). Conviene señalar, que la influencia del grupo de iguales será más o menos poderosa en función, de la relación que la adolescente mantenga con su familia, en concreto, del grado de apoyo materno que ésta reciba (Musitu et al., 2001). En definitiva, el apoyo que percibe la gestante adolescente de sus iguales puede ser subjetivo. Quinlivan, Luehr y Evans (2004) evidenciaron que en muchos casos, las madres adolescentes podían sobrestimar el alcance y la disponibilidad de apoyo por parte de sus amigos y compañeros de clase durante la gestación, y posteriormente,   167     encontrarse insatisfechas con los niveles de apoyo y de comunicación recibidos después de que el niño hubiera nacido. 7.1.4. Otras figuras de apoyo social Las gestantes adolescentes precisan de una comunicación de calidad entre sus iguales, iguales con las que poder comunicarse en el mismo “lenguaje”. Psicólogos sociales, tal y como indican Gómez Berrocal en Morales et al. (2008), han profundizado en diferentes contextos de comunicación intergrupal con el fin de conocer qué papel desempeñan las estrategias de comunicación en el mantenimiento de esa identidad social característica de los adolescentes. La embarazada adolescente, por ser embarazada, no limita su socialización a una relación exclusiva con la familia, pareja o amigos de siempre. La gestante tiene necesidades sociales con su entorno social y plural. Entre estas necesidades se encuentran la de socializar y establecer relaciones auténticas con personas de confianza, lo que a menudo le resultará difícil de encontrar, ya que necesitará referentes con los que poder identificarse y sentirse segura de sí misma. Precisamente, las redes sociales proporcionan en muchos casos, un lugar cómodo donde contactar con otras gestantes con vivencias o experiencias de vida similares, compartiendo la misma edad (Csipke y Horne, 2007; Custers y Van den Bulck, 2009; Eichhorn, 2008; Mulveen y Hepworth, 2006  citados por Sherman & Greenfield, 2013). En Internet las gestantes pueden comunicarse, algunas de ellas están incluso dispuestas a ayudar o asesorar a los demás, independientemente de la importancia del caso o de sentirse preparadas para ello. El hecho de compartir en común una gestación, convierte a las redes sociales en un entorno muy eficaz para fomentar información y ayuda, siendo esta ayuda más común de lo que cabría esperar. Como señala Fernández (2013), las personas a menudo tienden a prestar más ayuda en contextos digitales que en la vida real (Wallace, 2001). Como indica Wallace (2001), en la red tienden a sincerarse, llegando a reconocer y aportar detalles íntimos de su vida privada, sabiendo que no son personas de su círculo más próximo de confianza. Dejando a un lado este apoyo digital, Fernández (2013) considera que pueden darse también formas de colaboración e interaccion en diferentes entornos donde la adolescente puede establecer relaciones y lazos afectivos. El entorno académico, puede ser un ejemplo claro de entorno donde la adolescente puede proveerse de apoyo social,   168     y sentirse orientada, al menos, académicamente (Estupiñán-Aponte y Rodríguez- Barreto, 2009). Sin embargo, este apoyo percibido es especialmente infrecuente en ellas, frente al abandono de estudios, que desafortunadamente suele ser más común. Por otra parte, fundaciones sin ánimo de lucro constituyen para ellas, otras posibles alternativas y vías de apoyo social, donde poder afrontar el embarazo con mayores facilidades de tipo: económico, psicológico y social. Estas fundaciones pueden satisfacer algunas de esas necesidades que no pueden ser cubiertas por ellas mismas, ni por personas de su entorno más inmediato, como su familia o pareja. En este sentido, Cobliner (2008) confirmó que no siempre las parejas respondían a estas necesidades. Entonces en este caso, una persona o mentor que acompañe a las gestantes a superar con menor dificultad el embarazo, podría tener un papel relevante (Clear, Williams y Crosby, 2012). Así, durante las tres etapas en las que podemos estructurar el desarrollo de un embarazo, las necesidades van a ser diferentes y las funciones de un “mentor” que pueda satisfacerlas, también lo serán. En la primera etapa del embarazo, según el estudio de Cobliner (2008), los mentores que estaban en contacto directo con estas embarazadas adolescentes, solían manifestar dificultades para poder establecer relaciones y vínculos con las gestantes adolescentes a las que estaban dispuestos a ayudar, pues se producía una evasión por parte de ellas, una desconfianza, y además una característica preservación constante de su intimidad. El rechazo que se producía en determinados casos, parecía subyacer a estas dificultades de relación. Por otra parte, la segunda etapa, se prolongó durante el nacimiento del niño, momento en el que las adolescentes se encontraban desbordadas y donde la presencia de los mentores era esencial. En la tercera etapa, las dificultades surgidas fruto de las discusiones mantenidas con los mentores, condujeron a las madres a dejar de lado, el contacto tan frecuente con los mismos. Estas fundaciones sin ánimo de lucro, estas figuras o mentores en contacto directo con la muestra, o incluso el entorno académico que orienta y puede gestionar algunas de sus necesidades, no llegan a alacanzar la accesibilidad, facilidad, confianza y atractivo que sí despiertan las redes sociales. Las redes sociales en este momento, constituyen el lugar de mayor encuentro y apoyo social entre las gestantes que tienen la oportunidad de disponer de recursos   169     tecnológicos y económicos que hacen posible una comunicación digital. Las iguales, gestantes suponen para las adolescentes, una ayuda para conocerse mejor, un reconocer sus propias transformaciones, mirándose en la otra como un espejo y ser importante para la otra. Podríamos decir, que el vincularse con otras gestantes, también adolescentes, desempeña dos funciones importantes: una fuente de apoyo para conseguir la independencia emocional de la familia, y por otra, la afirmación frente a los adultos, así como compartir experiencias con otras personas con similares problemas (Fajardo y Casanueva, 2010). Suler, (2004); Tynes, Reynolds y Greenfield (2004); Ravert, Hancock, e Ingersoll (2004); Subrahmanyam, Reich, Waechter, y Espinoza (2008); Waldrip, Malcolm, y Jensen-Campbell (2008) sin priorizar su atención en las gestantes, indicaron hasta qué punto las redes sociales podían llegar a ser determinantes para la consolidación de amistades o para la definición de nuevas relaciones entre adolescentes. Cox, Bevill Forsyth y Missal (2005) observaron cómo las adolescentes podían comunicarse y hablar sobre temas interesantes a través de foros de discusión en internet, donde se abordaba tanto el cuidado de niños, hasta el transporte gratuito o la venta de útiles para el bebé. Las adolescentes aportaron que las razones que subyacían a su participación en un grupo de madres, era la búsqueda principalmente de amistad. Este apoyo tan determinante en su embarazo incidirá en su autoestima y en la forma en la que ella asumirá el rol materno (Flórez, Gallego, Low, Crespo, Ibáñez & Téllez, 2015). Por lo tanto, el apoyo social de las iguales, en este caso gestantes, puede desempeñar un papel importante en la predicción de bienestar. Así, algunas madres jóvenes o adolescentes embarazadas pueden en un primer momento sufrir cierto aislamiento en su centro educativo o en su entorno de amistad, que puede verse solucionado progresivamente con las redes sociales. Cada vez más, en esas redes podrán encontrar y conectarse con otras adolescentes que están viviendo experiencias similares (Ravert et al., 2004). Si bien, en estas redes sociales podemos observar una “hipocresía aparente”, ya que se generan ideales, los defienden, produciéndose así una idealización de la realidad (Casanueva, Fajardo y Bermejo, 2010). Grupos de apoyo en redes sociales pueden servir de soporte y ayuda, favoreciendo el denominado “empowerment” a través del desarrollo de nuevas relaciones interpersonales, el intercambio de conocimientos y la toma de decisiones (Suler, 2004). Simultáneamente las gestantes podrán beneficiarse del poder psicológico de la escritura   170     (Suler, 2004; Barak y Grohol, 2011; Bartlett y Coulson, 2011). Pues, buscarán en las iguales el espejo donde mirarse para poder resolver sus propios problemas. Los grupos de apoyo en las redes sociales, por lo general no se encuentran en la vida diaria, el contacto entre los miembros suele producirse únicamente a través del ordenador, por lo que pueden experimentar así el “efecto de desinhibición online” (Suler, 2004). Este efecto consiste en que los participantes se encuentran cómodos expresando sus opiniones o experiencias personales desde el anonimato. Este efecto de desinhibición, también puede desencadenar conductas negativas y comentarios hostiles (Sherman y Greeneld, 2013). El hecho de que las adolescentes no embarazadas se conecten a las redes sociales buscando un entorno de acceso a la música actual o de expresión de su identidad, contrasta con el que las adolescentes embarazadas busquen otros objetivos como el reconocimiento social o la búsqueda de amistad. Estas últimas, debido a su embarazo, experimentarán una serie de cambios en el estado de ánimo, así como cierta preferencia por encontrar un refugio entre sus iguales (Fajado, Casanueva y Bermejo, 2011). Se pone de relieve nuevamente la necesidad de que estas futuras madres reciban una atención física y psicológica específica no sólo durante el embarazo, sino también en el parto y el puerperio, ya que ello repercutirá en su salud y en la de sus hijos (Flórez, Gallego, Low, Crespo, Ibáñez y Téllez, 2015). Antes de dar término a este apartado, hemos de acentuar que, la investigación más actual plantea como línea de investigación futura el poder evaluar la naturaleza de esas amistades y las relaciones entre iguales gestantes. Todo ello, ha de tener en consideración el hecho de que las amigas con las que experimentan una comunicación en línea, pueden contribuir a una clase única de apoyo durante el embarazo, siendo ésta especial y diferente al apoyo proporcionado por otras iguales no gestantes (Fajardo, Casanueva y Bermejo, 2010; Sherman y Greeneld, 2013). 7.1.5. Las gestantes adolescentes en Internet Internet se ha convertido en una parte indispensable de la vida cotidiana de los adolescentes, con más de 3 mil millones de usuarios en todo el mundo (Kaess, Parzer, Brunner, Koenig, Durkee, Carli y Wasserman, 2016), esta situación está dando lugar a   171     un número cada vez más creciente de padres estén buscando sobre el tema asesoramiento de profesionales de la psiquiatría y psicología infantil y adolescente. Carli, Durkee y Wasserman (2013), Cheng (2014) y Kaess et al. (2016) han detectado que junto con un mayor acceso a internet también se han generado psicopatologías derivadas de esta conexión. Así, estos autores han asociado el uso patológico de internet con una variedad de psicopatologías, así como con una reducción de la calidad de vida del usuario. Tal y como plantea Justo (2016), el consumo, la publicidad, así como la creación de nuevos lenguajes han fomentado el desarrollo imparable de las nuevas tecnologías y del mundo virtual. Como consecuencia de estos cambios sociales se está otorgando un papel cada más que relevante a la imagen del propio cuerpo. Asistimos pues, a una “construcción postmoderna del sujeto”, “esta construcción queda reflejada, como si de un espejo se tratara, en la construcción del sujeto adolescente postmoderno” (Justo, 2016, p.8). Cada vez más adolescentes, entre ellas las gestantes, utilizan Internet para conocer gente. Sin embargo, este comportamiento se considera a menudo arriesgado (Van Ouytsel, Van Gool, Walrave, Ponnet y Peeters, 2016). En un estudio dirigido por Van Ouytsel, participaron 57 adolescentes de entre 15 y 18 años de edad residentes en Flandes. Los resultados demostraron que las redes sociales jugaban un papel importante en la búsqueda de información relacional, llegando internet a condicionar la información que sobre las relaciones tenían estos adolescentes. Las fotos y las actualizaciones de estado fueron consideradas las fuentes más importantes de información a la hora de conocer las relaciones que establecían entre ellos. Hasta la fecha han proliferado las investigaciones que versan en torno al grado en que las personas inician relaciones románticas en Internet o en línea (Korchmaros, Ybarra, Mitchell, 2015). Sin embargo, sólo alrededor del 3-26% de estas relaciones son románticas (Donn y Sherman, 2002, Knox et al., 2001, Madden y Lenhart de 2006, McKenna et al., 2002, Smith y Duggan, 2013; Stevens y Morris, 2007; citados en Korchmaros et al., 2015, p.15). La gran velocidad a la que se asimila la información que procede de internet y la pérdida del entorno físico real como consecuencia de esta conexión, han supuesto que se focalice la atención sobre las desventajas y las repercusiones que tiene el uso   172     continuado y sin control de la red (Justo, 2016). Los adolescentes optan por estos entornos digitales porque es donde pueden dar comienzo a nuevas experiencias de entretenimiento, nuevas identificaciones y todo ello desde casa, simplemente desde su dormitorio. Estas gestantes, al ser también adolescentes, podrán acceder a estos entornos digitales. No sólo Facebook o Tuenti son plataformas que posibilitan nuevas formas de comunicación, también otras como Youtube, -que es un sitio web donde los usuarios pueden subir y compartir vídeos-, les permitirá mostrar al mundo su realidad como adolescentes y gestantes. En la plataforma de internet “Youtube” se pueden visionar vídeos en los que las gestantes expresan lo que sienten, qué supone un embarazo, las dificultades que están afrontando e incluso las repercusiones que la gestación está teniendo en sus vidas. Reflejan a menudo cómo son prejuzgadas por la sociedad y cómo son capaces de afrontar los cambios. Con frecuencia reciben comentarios de apoyo por parte de otras gestantes adolescentes, por lo que sienten que éste puede ser un lugar donde sentirse seguras y cómodas. En esta plataforma no es necesario interactuar cara a cara con otros usuarios, lo que genera en la adolescente una predisposición favorable para sincerarse y contar abiertamente lo que no sería capaz de contar a otra persona físicamente. A modo de ejemplo, en un vídeo publicado a fecha de 28 de enero de 2013 en la plataforma Youtube, podemos observar a una adolescente de 18 años que decide explicar al mundo su realidad a través de un vídeo. En este vídeo ella busca trasmitir sus sentimientos y su experiencia de embarazo a través de mensajes escritos bajo un hilo musical como trasfondo. En los mensajes escritos se puede leer: “no veo la hora de tener a mi hija en brazos” y pregunta: “¿entonces por qué me juzgan, me ponen apodos o me miran mal?” (Galaz, 2013). Asimismo expresa que ella sigue siendo ella misma a pesar del embarazo, “solo que está creciendo”. Simultáneamente, de esta información podemos inferir que el objetivo de la adolescente con la emisión del vídeo es buscar comprensión, apoyo social, así como reivindicar cómo la sociedad debería ser más empática con el tema. En otros vídeos de Youtube en los que aparecen gestantes narrando su problemática, podemos identificar también factores comunes. En primer lugar, se puede apreciar un deseo de las gestantes de transmitir a los demás su “verdad”, es decir, su situación real bajo su propia   173     percepción; en segundo lugar, no sólo describen los cambios negativos sino también los positivos, entre los que se encuentran el pensar en el bebé. Cada vez más adolescentes recurren a contenidos digitales y redes sociales para entretenerse. La necesidad de interactuar está generando que la televisión tal y como la conocemos hoy en día, pase a un segundo plano. Los usuarios, en nuestro caso los adolescentes, prefieren y tienden a una tecnología más bidireccional, con la que no solo reciben información sino también pueden emitirla (Agostini & Willington, 2016; Pagán, Martínez, Máiquez & Ayala, 2016).                           174     Capítulo 8 No podemos afirmar de estas deducciones, que toda mujer que haya pasado por episodios dramáticos en su infancia sea incapaz de ser buena madre, pues, aunque influyan los primeros años también influyen lo s posteriores, pudiendo hallar experiencias correctoras en el contacto con personas bondadosas. Vicente y Fajardo, 1998. “Desarrollo psicológico femenino y trastornos procreativos”, p. 265. CAPÍTULO 8: EXPERIENCIAS DE INTERVENCIÓN EN LA GESTACIÓN 8.1. La gestante adolescente y su adaptación a la maternidad: experiencias de cambio durante el embarazo. Este capítulo pretende dar a conocer determinadas propuestas o experiencias de intervención internacionales y nacionales que han sido diseñadas y/o implementadas, siendo sus principales destinatarias las gestantes adolescentes. En lo que respecta a esta temática, algunos autores internacionales proponen una gran variabilidad de programas, autores como los que a continuación se citan: Pillow (2006), Moreno, Canelón y Becerra (2006), Rodríguez, Sanabria, Álvarez, Gálvez, Castañeda y Rojo (2008), Viñas, Chávez, Virrella, Santana y Escalona (2008), López- Cano y Restrepo-Mesa (2014), Bute, Come, Lauten, Sanematsu, Moore, Lynch y Chumbler (2014) y que constituyen solo una mínima parte de los autores que se dedican a diferentes experiencias que se pueden diseñar en esta temática. Determinados programas o “experiencias piloto” dirigidos a gestantes adolescentes han sido relacionados con campañas de salud pública. Entre sus objetivos hallamos reducir el embarazo adolescente en la sociedad, así como promover prácticas sexuales más seguras entre jóvenes (Doniger, Adams, Utter y Riley, 2001; Pinkleton, Austin, Cohen, Chen y Fitzgerald, 2008). Este capítulo aporta elementos para la reflexión y el análisis de experiencias preventivas, y también, para una promoción en educación sexual responsable. Si   175     instamos a que en la gestante tengan lugar una apertura y una aceptación de su incipiente maternidad, constituye una necesidad imperiosa iniciar este capítulo enfatizando la necesaria inclusión de la misma en su contexto más próximo. Esta inclusión no sólo ha de fundamentarse en el seno familiar y de amistad, sino también, en todo ese núcleo social educativo, que conforma la comunidad escolar, y que componen a su vez, especialmente, sus compañeros y profesores. La necesidad de dar respuestas a múltiples interrogantes que nos acucian sobre la inclusión de estas futuras madres en su centro educativo, impulsa la lectura y revisión de documentación científica sobre programas preventivos, así como la revisión de políticas sociales generales. Si bien, a pesar de que es diversa la literatura científica al respecto, podemos nombrar a algunos autores internacionales que, a modo de ejemplo, exploraron esta temática (Molina, Ferrada, Pérez, Cid, Casanueva y García, 2004; Krichesky, 2005; Kerry, 2009; Corona y Peralta, 2011; Del Pezo Panchana, 2015). Evidenciamos que serán heterogéneas las posibles propuestas a realizar, pero asimismo es preciso subrayar aquellas que además están en la línea de una pretensión de abordaje más integral con la gestante (Rodríguez et al., 2008) y que además posibiliten “gestar” un buen desenvolvimiento de la adolescente en su entorno académico. Si bien es cierto, este abordaje integral no supone una tarea especialmente fácil, pues, la adolescencia constituye una etapa difícil, y más aún si concurre con una inesperada gestación (López-Cano y Restrepo-Mesa, 2014). Es una etapa en la que cualquier intervención debe sentar los cimientos de una comunicación adecuada y de una firme autoestima. En esta línea, una óptima intervención, tal y como sostienen, Moreno, Canelón y Becerra (2006), debería ser aquella que pueda aunar una estructura de estrategias y técnicas que faciliten la comunicación de la gestante con el grupo social al que pertenece. Esta comunicación podría complementarse con estrategias que favorezcan la autoestima de la adolescente (Moreno et al., 2006). En este sentido, son ellas quiénes, además demandan ser escuchadas en su entorno social, así como exhiben la necesidad de tener más libertad en la expresión de sus puntos de vista (Bute et al., 2014). Siendo conscientes de que la gestante objeto de estudio es ante todo adolescente, debería formar parte de su rutina diaria, tanto el asistir al centro educativo al que pertenece, como continuar sus estudios asistiendo a sus clases ordinarias. Si bien, desafortunadamente, esta realidad va a restringirse en aquellas adolescentes cuya opción   176     preferente o probablemente única durante su embarazo, sea abandonar sus estudios (Molina, et al., 2004; Kerry, 2009; Corona y Peralta, 2011; Zárate, 2013; Del Pezzo Panchana, 2015). Phipps, Salak, Nunes y Rosengard (2011) manifestaron que a pesar de que suelen alcanzar unos logros educativos menores que sus iguales no gestantes, como además afirmaron anteriormente Stevenson et al. (1998), sus aspiraciones no tienen por qué corresponderse con esos logros reducidos. En el lado opuesto a esta línea de investigación, encontramos a Phipps et al. (2011) quienes añaden que las adolescentes con embarazos no deseados suelen ser más propensas a reducir sus expectativas y aspiraciones académicas o laborales iniciales a medida que acontece la gestación, debido a las transformaciones imprevistas que hacen aparición y que modifican parte de su proyecto de vida. Estas experiencias y transformaciones imprevistas precisan ser reconducidas por adultos formados, como pueden ser los diferentes educadores. El modo en que los educadores confieren significado a las experiencias de sus alumnos y a sus preocupaciones, puede influir en el deficiente u óptimo desarrollo de un programa, y por tanto, en el abandono o continuidad escolar de sus alumnos. En esta línea, Wright y Davis (2008) examinaron cómo los educadores de entornos tradicionales y otras escuelas de secundaria públicas conceptualizaban las experiencias de sus estudiantes embarazadas de forma positiva. Los resultados finales sugerían la importancia de analizar las percepciones que los educadores presentaban sobre las embarazadas adolescentes, así como las medidas de apoyo que sostenían. Los educadores y su modo de conceptualizar las experiencias de sus alumnos, nos conducen a una inevitable reflexión sobre la cultura del centro educativo. Pues, los actores sociales que intervienen en él, son los que pueden posibilitar brindar una nueva oportunidad a aquellas adolescentes que deseen continuar sus estudios (Krichesky, 2005). La cultura de un centro tiene dos posibles funciones: por una parte, la de ejercer un control instrumental que estaría estrechamente vinculado al trabajo de los profesores y alumnos respecto al proceso enseñanza-aprendizaje; y por otra, una función expresiva, más vinculada al mantenimiento de la cohesión social (Galindo, Pérez, Muñoz, Suárez, Expósito y Janssen, 2003). Si atendemos a estas variables interpersonales y a la cohesión social, se pronostica una situación desfavorable para las gestantes que se incorporan al centro educativo, pues cuando éste es partícipe de su gestación, ellas suelen experimentar desprotección, incomprensión social, y en general, comienzan a ser   177     conscientes de que su situación en el centro educativo se está viendo afectada por su “precoz” embarazo (Del Pezo, 2015). El tránsito y experimentación de cambios físicos visibles, potencian sentimientos de vergüenza e inseguridad en ellas (Gaete, 2011). Estos sentimientos además, como hemos anunciado, podrán acrecentarse o disminuir en función de la propia cultura educativa del centro y de su funcionamiento. En casos más extremos, las gestantes llegan a abandonar sus estudios al reconocer su gestación, lo que vuelve aún más difícil que pueda volver a producirse un regreso o inclusión (Estupiñán-Aponte y Rodríguez- Barreto, 2009). Como afirman Phipps et al. (2014), siendo conocedores de que una alta proporción de adolescentes embarazadas desea continuar sus estudios haciendo carreras universitarias, constituye un reto más que atractivo el implementar programas adolescentes para gestantes, madres y sus parejas, dirigidos a evitar que se produzca una desvinculación de su entorno académico (Hodgkinson, Beers, Southammakosane y Lewin, 2014). Son escasas las políticas locales en España que se desprenden de esta temática. Si bien, podemos citar una medida relativamente reciente, que acordaba promover en las gestantes adolescentes formación académica, con los mismos contenidos y objetivos académicos que “sus iguales” no embarazadas, y además fuera del ámbito escolar. Así, recientemente, el Parlamento Regional de Murcia en 2014, planteó esta propuesta en la que se pretendía incluir determinados casos específicos de embarazadas y madres para que pudieran recibir educación a distancia, facilitando de ese modo a las futuras madres continuar sus estudios desde su residencia familiar. De esta forma, pretendían “evitar” a la gestante la “vergüenza de acudir a clase embarazada” y con ello, reducirían el fracaso escolar. Si bien, atendiendo a esta línea de propuesta, nos planteamos: ¿estaríamos logrando así una inclusión de la gestante?, o más bien, ¿estaríamos segregándola socialmente a favor de una hipotética mejora de su rendimiento académico?, ¿debemos priorizar la mejora del rendimiento académico de la gestante sobre el cese de su rutina académica normal? Es preciso en todo caso, promover servicios escolares que atiendan eficazmente a estas adolescentes, pero siempre, bajo un carácter integral, tal y como apuntaban Setzer y Smith en 1992.   178     Es una necesidad acuciante el disponer de programas de calidad para estas gestantes, es preciso formar por ello, a los profesores en estrategias que “incluyan” a las adolescentes con sus “iguales”, así como facilitar su implicación y adaptación al entorno social, comunitario y familiar, mejorando por qué no, en la medida de lo posible, su “calidad de vida”. Campos, Barbieri, Torloni y Guazzelli (2012) son autores que, a raíz de sus investigaciones en maternidad adolescente, concluyeron que estas madres obtenían significativamente menor dominio en lo que respecta a las relaciones sociales en comparación con los adolescentes sin hijos. “La maternidad a una edad temprana puede tener un efecto negativo en la calidad de vida de las adolescentes” (p.383). En otra instancia, el acceso a una buena calidad de vida puede tornarse en utopía si nos referimos a la realidad de numerosas adolescentes que disponen de bajos recursos económicos y que son dependientes de su núcleo familiar. La búsqueda de un programa integral que favorezca esta calidad de vida se atisba cada vez más difícil, pues en la adolescencia “todo modelo adolece de una cierta rigidez y tiende a no contemplar todas las experiencias” (Buxarrais et al., 2012). En esta línea, concretamente, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) celebrada en 1994 en El Cairo, tal y como informaron Denno, Hoopes y Chandra-Mouli (2015), se puso de manifiesto que la salud reproductiva constituía: "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, en todos los asuntos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos". Programas de atención a la salud reproductiva, como es caso del Programa de Acción de la CIPD, posibilitaron estructurar y clasificar las necesidades de nuestras gestantes, así como conocer qué servicios específicos eran imprescindibles a la hora de abordar la calidad de vida. Entre estos servicios, los autores Denno et al. (2015) citaron el asesoramiento y los servicios de planificación familiar, la atención prenatal, postnatal y perinatal, así como el tratamiento de enfermedades e infecciones o la prevención de enfermedades de transmisión sexual. En lo que respecta a esta prevención, Fernández Mateos (2005), desde el área social reiteraba que la prevención debía preparar a la mujer para poder afrontar situaciones complicadas familiares y sociales futuras, es decir, debería ir encaminada a actuar sobre los perfiles de riesgo detectados. De ello se desprende que todo programa   179     no sólo debe formar para intervenir, sino también para prevenir situaciones adversas futuras. Todo programa debe promover la prevención y la “construcción”, es decir, debe preparar para “hacer”, para “lograr objetivos”, y en nuestro caso con las gestantes, para “afrontar un futuro cercano”. La gestante debe ser capaz de “sentirse competente” para afrontar situaciones adversas y presiones a las que puede estar sometida en su entorno más próximo, hablamos de presiones internas o externas (Fajardo et al., 2004). Hay cierta evidencia como subrayan Phipps et al. (2012), de que en determinados casos hallamos adolescentes que no utilizan anticonceptivos cuando estiman que sus objetivos vitales son inalcanzables. Asimismo, también adolescentes con elevadas aspiraciones, desarrollan conductas sexuales de riesgo que pueden desembocar en embarazo si no tienen claro que podrán alcanzar las metas propuestas. Las gestantes se pueden beneficiar también de programas no específicos para ellas, sino dirigidos o focalizados en un principio, a adolescentes en su generalidad. Si bien, en este sentido, cualquier programa de intervención que tenga como población destinataria a adolescentes, debería dirigirse al contexto social específico en el que éste se efectúe. Si esto es así, lograremos fomentar cambios más significativos, realistas y optimistas, pues la intervención individual se podría ver reforzada (Sánchez Teruel y Robles Bello, 2013). En el ámbito familiar, o en su caso, en el ámbito residencial, tal y como exhiben Sánchez Teruel y Robles Bello (2013), será útil trabajar las relaciones entre adolescentes, y también cómo poder afrontar los conflictos o incluso cómo regular los afectos. Sin embargo, este trabajo dirigido o focalizado en el contexto, con frecuencia no resulta sencillo de abordar cuando se anhela conseguir resultados positivos a corto y a medio plazo (Buxarrais et al., 2012). Además de contemplar el contexto y el sujeto objeto de intervención, -en nuestro caso la gestante-, como protagonista del programa, toda intervención con adolescentes debe ser enmarcada en un modelo que la sustente. Existen modelos óptimos de intervención, como son los modelos psicodinámicos, conductuales y cognitivo- conductuales, todos ellos de gran tradición psicológica (Sánchez Teruel y Robles Bello, 2013). Estos programas pretenden promover acciones que favorezcan una integración social del sujeto mediante metodologías distintas. Tal y como sostienen estos autores,   180     todo ello puede articularse mediante una intervención desde distintos marcos (clínico, académico, familiar…). La cautela ha de ser imprescindible al caracterizar el grupo de gestantes como colectivo, especialmente, en materia de educación. Kerry (2009) cita el papel de la educación en las gestantes y madres adolescentes del Reino Unido. En este sentido, la política actual de este país en materia de gestación y educación ha puesto de relieve la necesidad de mejorar las posibilidades de vida de aquellas chicas que se quedan embarazadas. Por ello, promueven la permanencia en el sistema educativo de las que están en edad de continuar sus estudios obligatorios. Si bien, esta permanencia puede suponer tener que gestionar cambios en los diferentes contextos, no sólo en el académico. La gestión de cambios en contextos, también incluye la gestión de los apoyos y recursos que son precisos en cada uno de ellos. Podemos hacer especial mención a un programa recientemente implementado, que es el encabezado por Asheer, Berger, Meckstroth, Kisker y Keating (2014) para madres adolescentes. Este programa ha logrado delimitar, y poner en práctica los servicios sociales necesarios para ayudar a estas gestantes. Los responsables de estos programas estimaron que la mejor vía de actuación consistía en vincular a las participantes con el apoyo que precisaban, para así, lograr mejorar sus resultados durante 2016. Concluimos este apartado apuntando la necesidad de implementar, como sostiene Fernández (2005), intervenciones que proporcionen información y también formación, que además puedan ser desempeñadas por aquellos profesionales que deseen diseñar programas de intervención o programas formativos, como son: los terapeutas de pareja, terapeutas de familia, otros profesionales de la psicología, de la sanidad o del ámbito educativo, social o cultural. Todas las prácticas, actividades y propuestas de calidad que se efectúen y sean coherentes con las características de las adolescentes a las que van dirigidas, posibilitarán no sólo un óptimo afrontamiento de la gestación, sino también una primera transición a la identificación con el rol materno.   181     8.2. Repercusión de una intervención adecuada en el desarrollo de la gestante y del nuevo ser. La situación actual de la gestación en la adolescencia es compleja, no podemos eludir el hecho de que la adolescencia es un periodo de duelo para muchos adolescentes. Toda intervención que se reconozca óptima debe actuar sobre el plano biopsicosocial de toda gestante, pero también sobre el bebé que espera. Tal y como sostiene Fernández Mateos (2005), todo recién nacido desde los primeros meses de vida es moldeable, es moldeable ante una madre que ejercerá de moduladora. Las interacciones de la madre van a regular, como indica la autora, los mecanismos neurológicos del niño que además condicionarán sus sentimientos. La madre por tanto, contribuye a su desarrollo y contribuye a moldear su cerebro. Así, incluso antes del nacimiento, el comportamiento de la madre y el desarrollo de su futuro bebé estarán vinculados. El intervenir en aquél ámbito laboral o académico en el que la futura madre participe activamente   debe ser una prioridad, pues su actividad será moldeable y condicionante también en el desarrollo del bebé. Tras la consideración expuesta, la base que sostiene cualquier método de estimulación prenatal, se fundamentará en el alcance de experiencias sensitivas tempranas que puedan influir en el desarrollo del mismo (Fernández Mateos, 2005; Romero et al., 2011). En numerosos casos estos programas se responsabilizan de desarrollar sentidos como el tacto o la audición, los cuales son influenciables desde el mundo extrauterino. Estos métodos emplean la música fundamentalmente para fomentar una vinculación afectiva de los padres con el ser no nacido (Fernández, 2005). La mayoría de los programas establecen como etapa crítica de aplicación alrededor de los cuatro-cinco meses de vida gestacional. De Coronel, Parada, Vélez y Ospino (2013) llevaron a efecto un programa de trabajo donde no sólo se tomó en consideración la parte física de la madre, sino además sus dimensiones: emocional, religiosa, cultural y social. En este tipo de intervención holística se empleó también el término: “flexibilidad”, para referirse a unas estrategias de intervención socioeducativa. Los programas dirigidos a fomentar el desarrollo del bebé, deben adaptarse a los objetivos y a las necesidades individuales de cada madre. En determinadas situaciones puede resultar muy productivo poner en práctica ejercicios de relajación, especialmente   182     para tratar el estrés. De Anda, Darroch, Davidson, Gilly y Morejón (1990) abordaron programas de intervención donde el manejo del estrés se realizaba durante cinco semanas y a través de ejercicios de relajación. Los resultados revelaron una reducción mayor en las manifestaciones cognitivas y afectivas del estrés, así como un incremento de la confianza en su capacidad para lidiar con él. Autores como Compas, Connor- Smith, Saltzman, Thomsen & Wadsworth (2001) y otros posteriores como Bergman, Sarkar, O'Connor, Modi & Glover (2007) hallaron cómo el estrés durante el embarazo tendría repercusiones graves en el desarrollo neurológico y psiquiátrico del niño. Existen diferentes formas de intervenir, autores como Shearer, Gyaben, Gallagher y Klerman (2005) establecieron cinco categorías de intervención, que fueron definidas literalmente de la siguiente forma: Figura 8.1“Estrategias de intervención socioeducativa”  Shearer et al. (2005). Servicios   de   salud   reproductiva   (RHS):   se   refieren   a   intervenciones   orientadas   a   modificar   directamente  el  comportamiento  sexual  de  los  adolescentes  a  través  de  la  prestación  de  servicios  de  tipo  clínico.   Educación  para   la   salud   reproductiva   (RHE):   intervenciones   orientadas   a  modificar   directamente   el   comportamiento  sexual  de  los  adolescentes  a  través  de  la  provisión  de  la  educación  relacionada  con  la  sexualidad   Programas   para   adolescentes   embarazadas   y   padres   (PPT):   intervenciones   que   ayudan   a   embarazadas   y   padres   adolescentes   médicamente   y   educativamente   y   que   tienen   por   objeto   prevenir   los   embarazos  posteriores  antes  de  que  los  adolescentes  alcancen  determinados  hitos  académicos.   Programas  de  participación  masculina  (MI):  intervenciones  dirigidas  directamente  a  los  varones  jóvenes.   Programas  de  comunicación  entre  padres  e  hijos   (PCC):   intervenciones  dirigidas  a   la  profundización  de   los   niveles   de   confort,   lo   que   aumenta   la   frecuencia,   y   la  mejora   de   las   comunicaciones   de   los   padres   con   los   adolescentes.   El   suministro   de   información   relacionada   con   la   sexualidad   es   también   parte   de   este   tipo   de   programas.   Fuente: Elaboración propia a partir de todo lo recopilado en: “Categorización de los modos de intervención ante la maternidad adolescente” Shearer, Gyaben, Gallagher y Klerman (2005). Otros programas que reportan grandes beneficios a largo plazo, son los que se basan en la denominada: “escritura expresiva” (Bute et al., 2014). Esta escritura mejora la conciencia de la gestante sobre sí misma, mejora su confianza, reduce la ansiedad, mejora el estado de ánimo, la salud física, la comprensión de acontecimientos vitales experimentados, reduce el estrés y mejora la comunicación (Baikie y Wilhelm., 2005; Abad y William, 2006). El conocimiento de nuestros propios pensamientos y emociones favorece un autoanálisis que pondrá de relieve nuestra actitud crítica frente a los demás. Deben promoverse intervenciones donde las adolescentes sean capaces de desarrollar un autoanálisis personal y un conocimiento de las propias experiencias (Bute et al., 2014). Para estos autores, “el diario” constituiría una buena técnica de aprendizaje activo ya   183     que posibilitaría una autoevaluación sobre cuál es la perspectiva de los demás sobre uno mismo y sus circunstancias. Sin embargo, aún predomina una escasa información sobre intervenciones que se relacionadas con la auto-expresión de la experiencia personal (Bute et al., 2014). A través de esta estrategia, las adolescentes embarazadas podrían comunicar mejor sus sentimientos, mientras que al mismo tiempo, los responsables del programa podrían intervenir y responder a las necesidades adolescentes no satisfechas. Esta estrategia podría beneficiarse de otras herramientas educativas como, por ejemplo, el aprender a tomar decisiones asertivas, tal y como apuntó Sanabria (2012). Bute et al. (2014) también exploraron esta escasa información e intervención que predominaba en torno a la perspectiva de la “autoexpresión de la experiencia”. Estos autores defendieron una perspectiva que no estaba basada en una comunicación unidireccional, es decir, no apostaron por una comunicación donde el personal sanitario exclusivamente difundiera información relevante a la gestante, sino que sería la propia gestante quien tenía que expresar e informarse de forma bidireccional con el personal sanitario. Para Zárate (2013), todo programa que esté dirigido a las futuras madres y al bebé que esperan debería centrarse en el desarrollo de la autoconfianza, la autoestima, las habilidades sociales, la educación y el desarrollo profesional. Sin embargo, también debemos dirigirnos a su contexto de apoyo; las psicoterapias en este caso, pueden ayudar a identificar trastornos psicológicos o contribuir a conocer las causas de los mismos, pueden ser, en definitiva, una rica fuente de información. A raíz de la literatura científica expuesta a través de una síntesis de propuestas recogidas, concluimos delimitando qué es lo que debería aunar un programa de intervención óptimo dirigido a cualquier gestante adolescente que precise mejorar su adaptación a la maternidad. Estimamos que este programa “objetivo” será aquél que apueste, de modo específico o general “por la consecución de la calidad de vida de la gestante, promoviendo una atención y responsabilidad de la misma con respecto a su propia salud y a la de su futuro hijo”. Los objetivos concretos pueden desprenderse de cada programa específico y de cada población al que éste se dirija, pero en general, “deben contribuir a una mejora de la adaptación de la gestante a la maternidad, sin que ésta la excluya de la sociedad y de sus posibilidades académicas o laborales”.                                                       184     Capítulo 9 “A través de la conducta el sujeto emite información acerca de cuáles son sus formas básicas de relación y en última instancia de organización y respuesta de su personalidad”. Vicente y Fajardo, 1998. “Desarrollo psicológico femenino y trastornos procreativos” CAPÍTULO 9: ADAPTACIÓN A LA GESTACIÓN Y MATERNIDAD En capítulos anteriores, hemos explorado la vulnerabilidad y la fortaleza de la gestante, así como la influencia que ejerce el contexto social y de apoyo en el transcurso de la gestación. Este capítulo tiene por finalidad arrojar luz sobre aquellos artículos que exploran la aceptación y adaptación de la gestante al embarazo (Langer, 1983; Lederman, 1996; Fernández, 2005; Armengol et al., 2007; Lafuente, 2008; Ontiveros & López, 2010; Figueiredo, Tendais y Dias, 2014). En este sentido y en esta temática específica, hemos de comenzar anticipando algunos interrogantes a los que necesitamos dar respuesta para comprender bien algunos conceptos, por ejemplo: a qué nos referimos cuando mencionamos el término “adaptación” o el término “aceptación” del embarazo, o cuáles son las diferencias entre ambos, o cuál es el papel de la aceptación dentro del proceso gestacional. Para dar respuestas a estas cuestiones, precisamos al mismo tiempo, comprender las bases teóricas que subyacen a estos conceptos. En este sentido, existe cierta difusión de estudios relacionados con la aceptación y adaptación de la adolescente a su embarazo (Langer, 1983; Lederman, 1996; Fernández, 2005; Armengol et al., 2007; Ontiveros & López, 2010) que a continuación serán objeto de análisis. 9.1. Aceptación/adaptación: diferenciación y relación entre ambos conceptos Como hemos anticipado en otros capítulos, las gestantes, al ser conscientes del precoz y tal vez, inoportuno embarazo, van a manifestar posiblemente actitudes de rechazo y pasividad ante él, máxime si el embarazo no ha sido planificado (Fernández Mateos, 2005).   185     Si bien, la ilusión por el futuro bebé, la calidad de relación que mantengan con la madre o la pareja, entre otros factores, pueden tornar este rechazo previo en una “aceptación” provisional (Armengol et al., 2007). Por tanto, la aceptación del embarazo sería un paso previo, pero imprescindible para alcanzar la adaptación final a la gestación. Calesso (2007) citando a Maldonado (1994) alude a los diferentes factores que pueden ser desencadenantes de la “adaptación prenatal” y detalla cómo las vivencias y los sentimientos positivos experimentados por la gestante durante el embarazo, así como el apoyo recibido de sus familiares, son factores que contribuirían a su adaptación. Lederman (1996) por su parte, explorando las dimensiones que se podían desglosar de todo este complejo proceso que conforma la “adaptación psicosocial al embarazo”, y basándose igualmente, en entrevistas con embarazadas de diversas edades, logró efectuar un exhaustivo cuestionario que permitía evaluar la adaptación al proceso gestacional a través de siete dimensiones psicosociales de evaluación prenatal: “aceptación del embarazo”, “identificación con el rol materno”, “calidad de la relación con la madre”, “calidad de relación con la pareja”, “preparación al parto”, “miedo al dolor”, “pérdida de control durante el parto”, y “preocupación por el bienestar propio y del bebé”. Para Lederman la aceptación del embarazo conformaría una dimensión más dentro del proceso de adaptación gestacional. Por su parte, Armengol Chamarro y García Dié (2007) efectuaron una adaptación del cuestionario de Lederman, conservando las dimensiones siguientes: “aceptación de la gestación”, “preparación al parto”, “identificación con el rol materno”, “calidad de relación con la madre” y “calidad de relación con la pareja”. La aceptación, al igual que la adaptación, sería un proceso lento o gradual, donde convivirán sentimientos, experiencias y conflictos en la mujer. El afrontamiento de estos cambios y la aceptación del proceso gestacional pueden ser una realidad y no un imposible (Armengol et al., 2007). En lo que respecta a la adaptación gestacional, es cierto que estará relacionada con la búsqueda de salud por parte de la gestante (bio-psico-social), ella deberá desear, aceptar y también buscar esa adaptación. Si bien, el adaptarse a las exigencias propias de la crianza de sus futuros hijos, así como a la adquisición de nuevas responsabilidades, no siempre será una tarea fácil, y a menudo irá acompañada de tasas   186     significativamente más altas en estrés, depresión, abuso de sustancias o ideación suicida (Hodgkinson, Beers, Southammakosane y Lewin, 2013; Bute et al., 2014). La adaptación puede ser difícil y la maternidad que se aproxima también puede ser más o menos satisfactoria, como apunta Lafuente (2008). La satisfacción dependerá de factores como: el apoyo social, el estilo afectivo y la relación de pareja. Por tanto, la maternidad precisa de un proceso de adaptación durante el cual la gestante va a comenzar a aproximarse afectivamente al bebé, se va a preparar para su crianza y para compatibilizar los roles a desempeñar (Lafuente, 2008). Figura 9.1. La aceptación dentro del proceso de adaptación (Armengol et al., 2007). DIMENSIONES EN LA ADAPTACIÓN PRENATAL: ACEPTACIÓN DEL EMBARAZO COMO PARTE DEL PROCESO GESTACIONAL Calidad de relación con la pareja Preparación al parto Aceptación de la gestación Estado psicológico y “autoaceptación” de la gestante Calidad de relación Identificación con el con la madre rol materno Calidad en la vinculación madre e hijo Adaptación gestacional Fuente: Elaboración propia a partir del “PSQ Dimensiones en el proceso de Gestación” Armengol et al. (2007) y Lafuente (2008). Simultáneamente, esta adaptación prenatal, si tiene lugar, puede generar extensos beneficios y consecuencias no sólo a la gestante, sino también al feto y a la calidad de vinculación que se establecerá entre la madre y el hijo. Es por ello, que Lafuente (2008) informó sobre hallazgos empíricos que sugieren que el estado psicológico de la gestante, su “autoaceptación” y la calidad de la relación que mantenga con la pareja, no sólo contribuirán a favorecer dicha adaptación prenatal, sino también, podrán tener una repercusión positiva en el bebé que espera. De hecho, los embarazos deseados con frecuencia suscitan actitudes y sentimientos de felicidad en los progenitores, pero también generan satisfacción al feto.   187     Estas actitudes y sentimientos de felicidad son percibidos y respondidos por el niño, que junto a la gestante, van perfeccionando una capacidad de resiliencia mayor a los cambios, volviéndose éstos menos vulnerables a las situaciones difíciles que acontecerán durante este periodo (Relier, 1994; Little y Hepper, 1995 y Monk, 2000; citados en Fernández, 2005). Figura 9.2. Repercusión de aspectos de la gestación en el desarrollo del bebé. FACTORES QUE INFLUYEN EN EL FETO Y FUTURO HIJO Calidad de Estado Felicidad de Satisfacción relación con psicológico los Aceptación del bebé, la pareja de la gestante progenitores del embarazo beneficios Fuente: “Elaboración propia” a partir de aportaciones (Lafuente, 2008; Fernández, 2005). En esta adaptación, los lazos afectivos y los apoyos familiares son factores determinantes. Publicaciones como las de Ontiveros-Pérez y López- España (2010) revelaron cómo las primigestas que mantenían una óptima relación con el futuro padre de su hijo, siendo éste su marido o pareja formal, exhibían una mayor adaptación psicosocial en las dimensiones “relación con la pareja” y “aceptación del embarazo”. En esta línea, por su parte, Foley et al. (1995) a raíz de numerosas entrevistas con gestantes de todas las edades, concluyeron que la realidad gestante suele ser mucho más “dura” para una familia monoparental que para otra que no lo es. Estas consecuencias coincidirían, además, con Lederman et al. (2006), quienes describieron cómo la mujer acompañada de su pareja alcanzaría mayor seguridad y mayor compromiso materno durante la gestación, que la que carecería de la misma. Sin embargo, a pesar de estos apoyos y relaciones que pueden acontecer en el desarrollo gestacional, en ocasiones, resulta inevitable una difícil primera aceptación del embarazo, y ésta puede traducirse en un primer rechazo de la gestante hacia su propio estado y puede acompañarse de síntomas somáticos que de múltiples formas podrán manifestarse. Así, Figueiredo et al. (2014) recogen un aumento de síntomas somáticos (como la fatiga o la interrupción del sueño) y síntomas psicológicos (como la ansiedad o la depresión) en adolescentes embarazadas en detrimento de los recogidos en las embarazadas adultas.   188     En este sentido, respecto a esta temática, podemos subrayar lo que declaraba Langer a finales del siglo XX sobre el embarazo: “las tendencias adversas al embarazo entrarán en conflicto” (Langer, 1983, p.61), y por tanto, como detallaba la autora, se revelarán en el plano psicológico y psicosomático, incitando angustias y trastornos típicos (Langer, 1983). Entre estos últimos, sostiene Langer, los más frecuentes serán los de tipo oral, anal, de crisis y de antojo. Especialmente, síntomas como las náuseas y los vómitos se sumarán a la embarazada, así como también las diarreas, que pueden ser un ejemplo común de exteriorización. “En algunos casos, pueden llegar estos síntomas a ser antecedentes de un aborto, lo que implicará entonces, un indicio claro de rechazo a la maternidad” (Langer, 1983, p.61). 9.2 La aceptación y adaptación a lo largo del embarazo: modificaciones y reacciones de la gestante Como hemos introducido al comienzo del capítulo, la mujer puede desempeñar posteriormente, una segunda valoración sobre su experiencia como gestante y poner en marcha estrategias suficientes, que posibiliten poder afrontar mejor la adversidad y modificar su actitud negativa hacia el polo positivo de la adaptación. Por otra parte, si transcurrido un tiempo, la gestante no encuentra los recursos necesarios para hacer frente a la situación, probablemente se movilizarán otras respuestas de estrés, produciéndose así un agotamiento de los procesos cognitivos, afectivos y una alteración del sistema fisiológico y motor (Reevé, 1994; Fernández Abascal, 1997; citados por Fernández, 2005). El ajuste psicológico necesario para afrontar con éxito la futura maternidad, a menudo parece estar relacionado con la capacidad de la madre para adaptarse a los cambios (Figueiredo et al., 2014). De este modo, el embarazo no deseado puede tener lugar a través de tres categorías distintas, como ya referenciamos en otro capítulo: los embarazos no deseados que terminan aceptándose y ajustándose a los cambios, los embarazos no deseados en un comienzo, pero que se adaptan posteriormente y, en tercer lugar, los que no se aceptan ni se adaptan. Las estrategias de afrontamiento que pueden exhibir son también muy diversas: evaluación positiva, reacción depresiva, negación, planificación, desarrollo personal, control emocional, distanciamiento… (Fernández, 2005).   189     Figura 9.3: Reacción de la gestante ante el proceso de gestación (Fernández, 2005) REACCIÓN AFECTIVA DE TODA GESTANTE HACIA LA PERCEPCION DEL PROCESO DEL EMBARAZO: EMOCIONES POSITIVAS (felicidad, ACEPTACIÓN DEL alegría y satisfacción) EMBARAZO   EMOCIONES PRIMERA VALORACIÓN NEGATIVAS DAÑO MOVILIZACION INMEDIATA MIEDO ANSIEDAD   DE RESPUESTA AL ESTRÉS DEPRESION AMENAZA HIPERACTIVIDAD DEL SNA. IMPULSO HACIA LA ACCIÓN: EVITACIÓN DESAFÍO HIPERACTIVIDAD DEL SNA. IMPULSO HACIA LA ACCIÓN: APROXIMACIÓN SEGUNDA VALORACION La mujer g e s t a n t e e v a l ú a l a s c a p a c i d a d e s y r e c u r s o s d e   los que dispone para hacer frente a la s i t u a c i ó n e s t r e s a n t e RESPUESTA ÉXITO: menos activación del SNA. RESPUESTA DE FRACASO: más activación del SNA, ansiedad. R espuestas de afrontamiento dirigidas al problema y a la Menos activación del SNA emoción Más activación del SNA ANSIEDAD Fuente: Extraído de “El vínculo afectivo con el niño por nacer” (Fernández, 2005). Fernández (2005) prosigue en la exploración de esta aceptación, enfatizando la ambivalencia de sentimientos y emociones que acontecerán. En ocasiones, es el propio contexto social el que se ve impregnado de situaciones problemáticas que influirán en la aceptación del embarazo. De este modo, por ejemplo, los recursos económicos insuficientes asumen la responsabilidad del incremento de dificultades en su adaptación general a la gestación. Si bien, los recursos económicos también podrán interceder en otras dimensiones: “preparación al parto”, “relación con la pareja” y “relación con la madre” (Ontiveros-Pérez y López-España, 2010). Si bien, respecto a esa “relación con la madre”, cuando se producen conflictos, el hecho de residir con ella, puede incrementar el nivel de estrés en la gestante, y en el caso de que la futura abuela no haya establecido unas normas claras, la adolescente puede permanecer en un segundo plano respecto al cuidado de su hijo y relegar el cuidado del bebé a la abuela (Black y Nitz, 1996).   190     Además de la “relación madre e hija”, otros factores como la edad, los ingresos económicos y el nivel de escolaridad correlacionaron directamente con la aceptación del embarazo (Ontiveros-Pérez y López-España, 2010). Por otra parte, la dimensión “preparación para el parto” descrita por Lederman, fue igualmente relacionada significativamente con los ingresos económicos, la escolaridad y la edad gestacional. En este sentido, también, cuanto menores eran los ingresos económicos, la escolaridad y la edad que presentaba la gestante, menor era también la preparación al parto. Otro de los hallazgos reportados en este estudio, fue la relación existente entre las mujeres con escolaridad baja y la aceptación del embarazo. Al respecto, Delabra (2005) y Lederman et al. (2006) en Ontiveros-Pérez y López-España (2010) hallaron cómo las mujeres con menor nivel de escolaridad exhibían también una menor aceptación del embarazo. Si bien, no conviene generalizar ni focalizar exclusivamente nuestra atención en factores contextuales y de apoyo en la gestante. La propia estructura psicológica de la mujer y su actitud frente al embarazo han interferido siempre en la aceptación gestacional, ya sea en la evolución del embarazo, como en el transcurso del parto (Fernández, 2005). Todos los trastornos psicológicos que acontecen antes de la gestación, pueden persistir durante el embarazo, sin embargo, la gestante suele llegar a una mayor aceptación del proceso a medida que éste prosigue y va intensificándose más su unión materno-filial (Langer, 1983). La personalidad de la gestante junto con su estilo de afrontamiento, ejercerán una función clave en el día a día de su gestación, favoreciendo una inhibición o exhibición del proceso de aceptación y, por tanto, manifestando una mayor o menor adaptación final al embarazo. Las actitudes o la madurez de las gestantes también son observadas. Otro de los factores más identificados en la exploración de la aceptación del embarazo, y que podría incluso modificar la estructura psicológica de la gestante, es la percepción de los movimientos fetales (Fernández, 2005). La mujer, que al principio de su embarazo suele mostrar temores y miedo al fracaso, a medida que avanza, va experimentando fantasías maternales y puede ir sintiendo cada vez más a su bebé.   191     Figura 9.4. Repercusión de personalidad gestante, estilo de afrontamiento y aceptación de la gestación en la adaptación durante el embarazo. FACTORES EN LA GESTANTE QUE AFECTAN EN SU ADAPTACIÓN PRENATAL Personalidad de la gestante Estilo de Aceptación afrontamiento Adaptación a la Madurez gestación gestación Fuente: “Elaboración propia” a partir de aportaciones (Fernández, 2005). El papel del deseo en la aceptación del embarazo también influirá en el progreso y desarrollo vital del futuro hijo que espera. Los resultados de diversos estudios con embarazadas revelan el impacto que ejerce el deseo de ésta de tener un hijo en el futuro desarrollo físico y emocional de éste (Kanoy, Ulku-Steiner, Cox, Burchinal, 2003). Los niños de madres a quienes se les denegó el aborto y tuvieron hijos no deseados, concluyeron con una mortalidad más alta y también, manifestaron un porcentaje más alto de desventaja cerebral, disfunción cerebral mínima, así como también, otro tipo de problemas emocionales y físicos. Este estudio desveló que aumentaba la proporción de niños amamantados durante menos tiempo por estas madres, así como en los niños se incrementaron las probabilidades de padecer castigos físicos y/o maltrato postnatal (Kanoy, Ulku-Steiner, Cox, Burchinal, 2003). Como hemos podido comprobar, la adaptación al embarazo difiere enormemente de una mujer a otra, pues mientras que unas gestantes se sienten más predispuestas a afrontar el proceso, otras tienen que hacer un gran esfuerzo para poder adaptarse. Ser madre es algo más que afrontar los cambios físicos y psicológicos de una gestación. “La maternidad para muchas jóvenes de sectores populares implica un proyecto de vida y mucha satisfacción, ya que la falta de oportunidades de su entorno da lugar a que la maternidad sea un objetivo en su autorrealización”  (Zárate, 2013).       192     9.3 Aceptación y su vinculación al rol materno en el proceso gestacional Durante el embarazo se producirá la adquisición de un rol preponderante por parte de la mujer: el rol materno. El embarazo es un buen momento para prepararse para ser madre. Esta realidad nos conduce a plantearnos: ¿qué es para la gestante ser madre? Jung (1965) tiene una respuesta a nuestra cuestión, pues expone: “la estructura es lo que siempre se encuentra ya, es decir es lo que en todas las cosas ya estaba, es la precondición. Eso es la madre: la forma que contiene todo lo viviente” (citado por Fajardo, 1998, pág. 274). Este apartado pretende dar a conocer cuál es la relación entre la identificación satisfactoria con el rol materno en la gestación y la aceptación del embarazo. Damos comienzo así, aportando una distinción entre “la aceptación de la gestación” y la “identificación de la gestante con el rol materno”, pues ambos van mantener una relación y una vital función no sólo en el embarazo, sino posteriormente, tras el nacimiento del bebé. ¿Qué papel juega el rol materno en la gestación? Hidalgo y Coronado (2011) citando a Rubin (1984), introducen el concepto de “rol materno”, definiéndolo como un complejo proceso cognitivo social, que tiene por objeto la unión madre-hijo y la identificación de ésta con la maternidad. Con el embarazo deseado, esto suele ser menos complejo, porque los padres suelen exhibir actitudes positivas que implican el desarrollo de conductas como es el caso de la conducta de anticipación a los cambios (Fernández Mateos, 2005). No es motivo de asombro que el estado emocional de la madre adolescente se encuentre en constante amenaza por parte del medio social en el que esta se desenvuelve (Espinoza Lecca, 2011). Una mayor probabilidad de ser excluida socialmente suele ser una realidad presente en las adolescentes más jóvenes (Botting, Rasato y Madeira, 1998 en Chase et al., 2006). Concretamente estos mismos autores examinaron en su estudio que dos de cada cinco madres eran estigmatizadas por su embarazo. Estas madres a su vez, presentaron mayores dificultades para aceptar la responsabilidad de ser madre. Enfatizando el papel del apoyo social en el rol materno, hemos de advertir que si durante el embarazo, la joven y futura madre, no disfruta del apoyo materno, paterno, de pareja, o de cualquier otra persona que pueda escuchar y dar respuesta a sus preguntas,   193     puede que acreciente su angustia y su “no aceptación del embarazo”. Esta situación por ende puede incrementar la dificultad para identificarse con el rol materno (Melender y Lauri, 2002; Canuso, 2003; citados en Fernández, 2005). Como reflejamos en capítulos anteriores, la capacidad para fantasear sobre el futuro del niño, sobre su crianza, y sobre una misma como madre, facilitará la integración del ser aún no nacido. De ese modo, la imagen que elaborará la futura madre de sí misma, pronosticará una aceptación y adaptación a la maternidad, lo cual supondrá una mayor aceptación de su responsabilidad como madre, siendo progresivamente más consciente de que el feto es una persona con la que puede y debe vincularse afectivamente (Fernández, 2005). Simultáneamente, habría que analizar la propia visión que tiene la gestante sobre lo que implica la maternidad. Martínez y Rodríguez (2008) en esta línea, afirmaron que la adopción del rol materno era un proceso interactivo y evolutivo que se producía durante cierto período de tiempo, durante el cual, la madre va sintiéndose vinculada a su hijo, y adquiere una mayor competencia en cuidado del mismo. Asimismo, durante el embarazo, mientras la mujer adulta va a generar expectativas optimistas frente a su hijo y frente a ella misma como madre; la adolescente posiblemente manifestará expectativas diferentes y las adecuará a su manera de afrontar los cambios según su madurez. Martínez y Rodríguez (2008) continúan aludiendo que, los cambios del embarazo en el cuerpo de la mujer, irán modificando y suscitando nuevas transformaciones, al igual que sus expectativas, que influirán también, en la adopción del rol materno. Las diferencias entre unas gestantes y otras pueden responder a una seguridad o inseguridad con respecto a su capacidad o competencia para ser madre. Asimismo, estas futuras madres podrán imaginar o proyectar una imagen por la que estiman que desempeñarán adecuada o inadecuadamente su rol materno. El experimentar inseguridad en su papel de madres, guarda relación con la incertidumbre respecto a su propio futuro. Entonces, el sentirse seguras como madres afectará a su habilidad para cuidar al bebé, influirá en sus propios planes de futuro, y al mismo tiempo, les reforzará positivamente. De ahí que la interpretación y la significación que éstas realizan de la maternidad puedan mejorar o empeorar el desempeño del rol materno.   194     En definitiva, “ser madre” para Pires (2010): “contribuye a la integración de la narrativa biográfica, dando sentido a la propia existencia, permitiendo una madurez o un alcance de una identidad sólida y consolidada” (p. 41). En esta adquisición del rol materno será igualmente importante “el plan de futuro”, el cual estará marcado por la experiencia familiar; y simultáneamente por su socialización de género, su historia de vida, así como por el imaginario sobre el cuidado de sus futuros hijos (Álvarez et al., 2012). A lo largo de este apartado, hemos querido explicar brevemente los conflictos que tienen lugar en las embarazadas adolescentes, los cuáles no provienen exclusivamente de las propias molestias físicas en sí, sino que tendrán una base o naturaleza muy similar a la esterilidad psicógena, es decir, tendrán una base psicológica determinada por factores sociales. “Cuanto más inseguro está uno mismo de su propia identidad, mayor es su temor” (Rank, citado en Fajardo y Vicente, 1998, p. 280). 9.4. Adaptación durante el proceso de gestación adolescente Es fundamental identificar y valorar si la adolescente se está adaptando a su embarazo y a lo que éste implica, pues ello nos permitirá detectar actitudes y conductas que revelan rechazo o indiferencia hacia el nuevo ser, y que además, pueden dañar al feto en forma de abuso activo o pasivo (cuidados prenatales escasos, consumo de alcohol) o de violencia física (Lafuente, 2008). Durante los nueves meses que aproximadamente se extenderá la gestación, se producirán en la mujer, como hemos venido describiendo en anteriores capítulos, profundas adaptaciones físicas y psíquicas que repercutirán en grandes transformaciones físicas y psicológicas (Armengol et al., 2007). Conocer entonces cómo se adaptan las gestantes no es una tarea sencilla y es además foco de interés para investigadores como Lafuente (2008), Pires (2010) o de Coronel, Parada, Vélez y Ospino (2013). La población en general, identifica y delimita colectivos que por diversas causas, se encuentran en situación de desventaja social y que habitualmente, muestran una integración social más deficiente, como puede ser el caso de adolescentes que están experimentando situaciones difíciles por múltiples causas (Sánchez Teruel y Robles Bello, 2013). Esta es la situación de muchas de nuestras gestantes adolescentes, quienes   195     pueden son vulnerables a los cambios sociales y económicos que se generan en su entorno con la llegada del embarazo. Para Lafuente (2008), la adaptación de la gestante a ese embarazo tiene que ver, con la aproximación afectiva al feto a través del pensamiento, por ejemplo, al imaginar cómo será el bebé, al hacerse una idea del carácter de su hijo…Desear, planificar y aceptar el embarazo es la mejor forma de realizar una adecuada transición a la maternidad. Sin embargo, ser hijos de padres ausentes, estar enfermos, encontrarse en situación de desempleo, y además con una economía precaria, o ser menores que viven con su familia extensa (abuelos, tíos u otros parientes), son algunas de las situaciones que influyen en la constitución de exclusión (Sánchez-Teruel y Robles Bello, 2013), y que además dificultarán la adaptación de la gestante a la maternidad. Al referirnos a la adaptación a gestación implicamos intrínsecamente la adaptación a la maternidad, es decir, nos referimos a la capacidad por la cual la adolescente va a poder ir acomodándose/amoldándose a su medio. Para Sánchez Teruel y Robles bello, (2013) se diría que una persona o un colectivo está ajustado o adaptado cuando es capaz de aprovechar los recursos que su medio social le aporta y muestra un comportamiento que coincide con el que el entorno espera de él. Esta adaptación precisa de atención por parte de diferentes sectores de la sociedad, como pormenorizan Atuyambe, Mirembe, Annika, Kirumira y Faxelid (2008), “las adolescentes embarazadas buscan atención sanitaria en los sectores modernos y tradicionales de salud con el fin de conseguir seguridad y empatía”. Por consiguiente, esta adaptación gestacional podrá conectar estrechamente con ese deseo de seguridad y empatía que las adolescentes precisan y necesitan encontrar y que mediarán positivamente en su embarazo. La adaptación prenatal puede tener extensos beneficios y consecuencias en el feto y en la calidad de vinculación que se establecerá entre la madre y el hijo. Es por eso, que Lafuente (2008) informa sobre hallazgos empíricos que sugieren que el estado psicológico de la gestante, su autoaceptación y la calidad de la relación que mantiene con la pareja no sólo pueden contribuir a esta adaptación prenatal, sino también al desarrollo adecuado del bebé que espera. Investigaciones recientes como las de Sadler, Novick, Meadows-Oliver (2016) identifican la funcionalidad reflexiva o “RF” como “la capacidad de imaginar los   196     pensamientos, sentimientos, necesidades e intenciones dentro de uno mismo y de los demás”, estos autores aseveran que para la “crianza sensible” es fundamental esta funcionalidad que, sin embargo, no se halló en las adolescentes embarazadas de su muestra. Nuevamente se observaron problemas de desarrollo en las participantes, así como problemas en los entornos familiares y vecinales. Este estudio concluye con la descripción de una capacidad limitada de “RF” por parte de las adolescentes, siendo además las relaciones con sus parejas ambivalentes y difíciles. Según Palacios (2015), cualquier persona independientemente de la circunstancia en la que se encuentre, puede beneficiarse de su relación con un Grupo de Apoyo o Grupo de ayuda mutua, pues, aunque los miembros de ese grupo puedan ser muy diferentes entre sí, está demostrado que los que asisten a ellos tienen mejor calidad de vida. En consonancia con lo expuesto, resulta oportuno preguntarse: ¿cuándo podemos considerar que hay un ajuste o adaptación en este colectivo? Para poder responder de forma adecuada a la pregunta deberíamos evaluar el funcionamiento de la gestante en sus diferentes contextos. Conforme mejor sea el ajuste y en mayores contextos, mayor será su adaptación. Para lograr una mejora de este ajuste, hay que fomentar intervenciones tempranas, la pareja en este ajuste es sustancial, ya que si la relación de pareja es de calidad, también mejorará la calidad de vida mental y física de cada uno de los futuros padres, y por tanto, estaremos fomentando la adaptación a la maternidad y el desarrollo óptimo del nuevo ser. Prueba de ello, son los artículos de autores como Kershaw, Murphy, Divney, Magriples, Niccolai y Gordon (2013) que exhiben una vinculación significativa entre la relación de pareja durante el embarazo adolescente y la calidad mental y física de la vida de las parejas jóvenes que esperaban un bebé. En definitiva, hay investigaciones optimistas, tal y como apuntan Chase et al. (2006), que estudian experiencias positivas en aquellos adolescentes y jóvenes que se están aproximando a ser padres, incluyendo el logro de una mayor identidad de estatus, placer y emociones intensas. En algunos casos, llegan a mejorar sus relaciones con los padres y con la familia (Musick, 1993; Tabberer, Prendergast y Webster, 2000 citados en Chase et al., 2006; Hanna 2001). Al mismo tiempo, el embarazo puede ser una manera de proveer a las adolescentes del amor que necesitan y poder convertir a esa   197     persona a la que aman en el eje de su vida (Corlyon y McGuire, 1999 en Chase et al., 2006). En todo este proceso, la gestante puede llegar a dar sentido a su vida. En definitiva, tanto su personalidad como su entorno mediatizarán el desarrollo del rol materno. Tras dilucidar a lo largo de este capítulo algunas cuestiones vinculadas a factores que están en juego en esta adaptación tan particular a la gestación, las reflexiones que han surgido nos han conducido a acentuar la importancia de regular el equilibrio personal. Pues no sólo la calidad de la relación entre los miembros de la pareja o el apoyo social, van a ser determinantes en la adaptación final, simultáneamente, esta adaptación, dependerá de uno mismo y de sus habilidades y competencias particulares de las que disponga. A lo largo de este estudio, hemos abordado los conflictos en embarazadas adolescentes los cuáles no provienen exclusivamente de las propias molestias físicas en sí, sino tendrán una base o naturaleza muy similar a la esterilidad psicógena: una base psicológica. La complejidad de la gestación pues, no reside exclusivamente o esencialmente en el hecho biológico, sino en el hecho psicológico, que acontece con gran intensidad. En Figura 9.5 se presenta un esquema en el que se sintetizan todos y cada uno de los aspectos sobre los que hemos indagado en el marco teórico, especialmente en este capítulo 9. Las adolescentes que han iniciado su separación con respecto a los adultos, con sus figuras paternas, sentirán que ese proceso de individuación se rompe con la llegada del bebé. Este bebé puede “romper esa individuación” al necesitar de nuevo a esos adultos para su cuidado (Fajardo y Vicente, 1998).   198     Figura 9.5. Aceptación del embarazo. Síntesis de todo el marco teórico abordado. ACEPTACIÓN DEL EMBARAZO ENTORNO GESTANTE ADOLESCENTE EL EMBARAZO Y SU REDES DE APOYO   PRIMERA SIGNIFICACIÓN PARA LA FAMILIA: estabilidad de la ADOLESCENTE (DESEOS) familia, implicación. VALORACIÓN DAÑO / AMENAZA / EL EMBARAZO COMO PAREJA: satisfacción con el DESAFÍO RESPUESTA embarazo, implicación. (Fernández, 2005) MOTIVACIONES CONSCIENTES IGUALES: identificación E INCONSCIENTES CONTEXTO SOCIAL: apoyo del contexto AFRONTAMIENTO DE CAMBIOS CONTRADICTORIOS académico, laboral, social, servicios y fundaciones sin AFRONTAMIENTO DE CAMBIOS BIO- AFRONTAMIENTO DE á n i m o d e l u c r o . P S I C O - S O C I ALES CAMBIOS BIO-PSICO- SOCIALES INTERNET Propios de la adolescencia: ambivalencias, d e s e o s e x u a l , c a m in o h a c i a l a identidad, Propios de la gestación: separación de los padres necesidad de buscar apoyo en la familia, la pandilla no TIPOS DE APOYO sirve ahora para identificarse P S I C O S O C I A L D E BILIDAD (disponer o no del apoyo de GESTANTE la pareja, de la madre y del FORTALEZA padre) PREOCUPACIONES GESTANTE Y TEMORES EN SOCIOCULTURAL MOTIVACIONES Y TORNO AL BEBÉ: NUEVAS EMOCIONES miedo a que padezca VALORACIONES (nivel cultural familiar, POSITIVAS posibilidades.) anomalías, RESPUESTAS DE prematuridad. REPRESENTACION AFRONTAMIENTO FÍSICO ES MATERNALES DIRIGIDAS AL PREOCUPACIONES (vivienda, alimentación E IMAGINARIO PROBLEMA O A asistencia sanitaria) Y TEMORES EN SOBRE EL LA EMOCIÓN TORNO A SÍ FUTURO (Fernández, 2005) MISMA: cambio de imagen corporal, PERCEPCIÓN DE cambios psicológicos, MOVIMIENTOS emociones negativas, FETALES Y miedo a la soledad. CONTACTO CON EL NUEVO SER PREOCUPACIONES Y TEMORES EN NUEVO TORNO AL PROYECTO DE Programas NÚCLEO FAMILIAR VIDA AFECTADO: percepción de inestabilidad familiar. ¿Aceptación del embarazo ? ¿Identificación con rol materno? ¿Adaptac ión al embarazo? Fuente: Elaboración propia, a partir del marco teórico elaborado en Capítulo 9 (Fernández, 2005 y otros).   199       200     Segunda parte: Marco empírico   “Cuanto más sólido, bien definido y espléndido es el edificio erigido por el entendimiento, más imperioso es el deseo de la vida... por escapar de él hacia la libertad.” Feyerabend, 1981.                                                                                                                                 201         202     Capítulo 10 “Las revoluciones científicas consisten en que un problema de investigación reemplaza a otro superándolo de un modo progresivo” Imre Lákatos, 1982. CAPÍTULO 10: METODOLOGÍA Tras este marco teórico, donde han sido efectuadas una justificación e introducción de objetivos a alcanzar, a continuación se presentarán de forma pormenorizada, las variables objeto de estudio y las hipótesis empleadas en la investigación. Así mismo, y de forma complementaria, se llevará a efecto la sistematización, es decir, una descripción de la muestra, instrumentos, procedimiento y análisis de resultados obtenidos. La metodología seleccionada parte de una exploración exhaustiva de la literatura científica especializada y afín al marco teórico propuesto. Dicha metodología se nutre también de consultas realizadas a profesionales vinculados a este tema: trabajadores de fundaciones sin ánimo de lucro y centros de madres, otros profesionales que han investigado en esta temática, así como matronas en contacto directo con parte de la muestra. 10.1 Delimitación del problema: planteamiento de la investigación Categorizar a nuestras gestantes conlleva partir de la consideración de que el embarazo adolescente puede constituir una realidad que difiere, al menos en algunos aspectos, a la gestación adulta. El centro de interés de esta investigación recae en el estudio psicosocial de la gestación que tiene lugar en adolescentes españolas. Por tanto, el análisis psicosocial de lo que expresa la adolescente con su embarazo y cómo puede afrontarlo, constituyen dos ejes fundamentales de estudio. Tal y como indicaba Lafuente (2008), la maternidad precisa de un proceso de “adaptación”, pues la gestante tiene que comenzar a aproximarse afectivamente al bebé, necesita prepararse para su crianza y aprender a compatibilizar los roles a desempeñar (Lafuente, 2008). La maternidad constituye para muchas gestantes un comienzo de un nuevo proyecto de vida (Abaúnza, 2012).   203     Tras la aproximación al marco teórico que contextualiza este estudio y desde un punto de vista psicosocial, delimitamos a continuación nuestro objetivo principal: “conocer cómo es el proceso gestacional en una muestra de embarazadas adolescentes españolas, es decir, profundizar en la comprensión de cómo se adaptan a los cambios que una gestación implica, así como aportar conclusiones que posibiliten el diseño de un modelo de intervención que pueda mejorar dicha adaptación”. Con el fin de lograr y cumplir con el citado objetivo general, a continuación se formularán los siguientes objetivos específicos: 1. Describir las características sociodemográficas de las gestantes de la muestra. 2. Describir los principales cambios experimentados por las adolescentes en su gestación, desde su vulnerabilidad y fortaleza percibidas. 3. Analizar el proceso de adaptación a la gestación, mediante el estudio de las dimensiones siguientes: aceptación del embarazo, preparación al parto, identificación con el rol materno, calidad de relación con la madre y calidad de relación con la pareja. A este análisis, se incorporarán también las observaciones y resultados obtenidos vinculados a la dimensión calidad de relación con el padre. 4. Analizar determinados aspectos vitales de su infancia y del matrimonio de sus padres para conocer algunas características y antecedentes familiares a esa prematura gestación. 5. Identificar algunas características de la personalidad de las gestantes que pueden condicionar de algún modo la propia gestación. 10.2. Hipótesis de investigación Una hipótesis es una tentativa y un enunciado verificable acerca de las relación existente entre causas y consecuencias (Gerrig y Zimbardo, 2005, p.24). Según estos autores, las hipótesis se expresan de modo que anticipan ciertos resultados a partir de unas determinadas condiciones. Las hipótesis que a continuación se van a formular, conformarán el hilo conductor del proyecto, y fueron planteadas a raíz de artículos publicados con anterioridad a este estudio. Éstas serán las siguientes:   204     Edad de la gestante • Las gestantes de la muestra mayores de edad se adaptan al embarazo significativamente mejor que las menores de edad. Calidad de relación que mantiene con personas significativas • A medida que la calidad de la relación entre la gestante y su pareja sea mayor también lo será su adaptación al embarazo. • A medida que aumenta la calidad de la relación entre la gestante y sus figuras paterna y materna, también lo hará su nivel de adaptación al embarazo. Aceptación del embarazo, identificación con el rol materno, preparación al parto y preocupación por el bebé durante el embarazo • El hecho de que la gestante considere que el momento en el que se quedó embarazada fue en general un buen momento, correlacionará positivamente con la aceptación del embarazo. • El que la pareja y la gestante dialoguen sobre el bebé con frecuencia antes de su nacimiento correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. • El que la gestante pueda contar con el apoyo de su pareja durante el parto correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. • El que a la gestante le cueste aceptar el embarazo correlacionará negativamente con la adaptación al mismo. • La identificación satisfactoria con el rol materno correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. Valoración sobre el matrimonio de los padres y el trato recibido por ellos durante su infancia • La valoración que la gestante realice sobre el matrimonio de los padres, así como de la percepción del afecto que recibió de ellos en la infancia, correlacionará positivamente con la adaptación a su embarazo. Valoración sobre los rasgos emocionales de personalidad durante la gestación • Las percepciones negativas que la gestante pueda mantener durante su embarazo, como por ejemplo: “creer que la vida no merece la pena” o “mantener una actitud   205     pesimista frente a su incipiente gestación”, se relacionarán significativamente con una adaptación más deficiente al embarazo. Tras la comprobación de cada una de estas hipótesis planteadas y resueltas entre los diferentes apartados del próximo capítulo, se originaron otras relaciones, y por tanto, otras hipótesis pudieron confirmarse. A lo largo del marco empírico, se irán formulando y comprobando hipótesis nuevas que complementarán a las citadas. 10.3. Propuesta metodológica La propuesta metodológica de este trabajo se desarrolla en el marco de dos contextos diferentes: las fundaciones sin ánimo de lucro: Provida y Red Madre, y las redes sociales: Tuenti y Facebook. Ambas fundaciones sin ánimo de lucro, Provida y Red Madre, son servicios a nivel nacional vinculados a la intervención social con sedes ubicadas en las diferentes comunidades autónomas. El objetivo de estas fundaciones es dar respuestas a las demandas de atención social procedentes de gestantes y madres en situación desfavorable. Estas dos fundaciones posibilitaron la obtención de gestantes como muestra de investigación. Si bien, fueron las redes sociales Facebook y Tuenti, las que facilitaron el acceso a gran parte de la muestra, pues gracias a ellas se pudo contactar con gestantes adolescentes de toda la geografía española. Gestantes adolescentes, que además, estaban conectadas a grupos de embarazadas y madres jóvenes que compartían una misma realidad en internet: “hacerse madres”. 10.4. La muestra: objeto de investigación La muestra objeto de investigación la conforman 56 adolescentes españolas con edades comprendidas entre 14 y 20 años, siendo seleccionada entre febrero de 2014 y mayo de 2015. De las 56 gestantes que componían la muestra, 28 de ellas tenían entre 18 y 20 años; donde 7 gestantes tenían 20 años, 14 de ellas tenían 19 años y otras 7 tenían 18 años. Asimismo, la muestra también incluye 27 gestantes de entre 15 y 17 años, donde 10 tenían 17 años, 13 tenían 16 años y 4 tenían 15 años. Finalmente, se incorporó una gestante de 14 años a la investigación antes de cerrar definitivamente la muestra.   206     El tipo de muestreo empleado fue el muestreo no probabilístico, cuya consecuencia directa es que atenta a la validez externa de nuestro estudio y a su representatividad en la población de gestantes españolas. No obstante, se ha optado por definir unas categorías de interés en la población, como por ejemplo: que cumplieran cierto criterio de edad, que fueran primigestas, que tuvieran la posibilidad de acceder a nuevas tecnologías, o que tuvieran un nivel cultural suficiente que les posibilitase la cumplimentación adecuada de los cuestionarios diseñados. La dificultad que supone este muestreo “por cuotas” es que en nuestro caso, como sucede en otras investigaciones, desconocemos las proporciones generales de la población de gestantes españolas que cumplen determinados criterios. En este sentido, por ejemplo, desconocemos el número de gestantes españolas embarazadas con edades comprendidas entre los 14 y 20 años que tienen acceso a las nuevas tecnologías. En consecuencia, no podemos ofrecer las garantías que un muestreo probabilístico y además por cuotas, sí podría aportar a nuestra investigación. Al ser una muestra de difícil localización, el procedimiento “bola de nieve” “frecuentemente empleado en la investigación psicosocial” (Cubo et al., 2011, p.131) también se llevó a efecto. Este procedimiento se caracteriza porque en la muestra se identifican casos y esos casos sirven para identificar nuevos casos, y así sucesivamente, hasta llegar a un número de casos determinados. Este procedimiento además se suele utilizar en investigaciones con drogodependientes, tal y como señalan Cubo et al. (2011). En lo que respecta a la muestra, sería una muestra de conveniencia, pues han sido seleccionados todos los casos disponibles de acuerdo a los criterios establecidos. El número de participantes fue reducido, dada la especial vulnerabilidad de estas gestantes y su baja predisposición a responder a varios cuestionarios y un registro de datos extenso. Los criterios empleados en la restricción de la muestra fueron los siguientes: 1. No fueron incluidas en la muestra adolescentes mayores de 20 años. 2. Se descartaron las gestantes que no fueron primerizas. 3. No fueron incluidas en la muestra las adolescentes que padecían enfermedades graves, las cuáles podían dificultar la cumplimentación y/o recogida de datos.   207     4. Se descartaron igualmente, aquellas cuyo nivel sociocultural les imposibilitaba responder al cuestionario aun recibiendo ayuda específica. 5. No fueron incluidas las adolescentes que no disponían de recursos tecnológicos que facilitasen la recogida de información en la investigación. 6. Otro criterio de selección de muestra tuvo en cuenta la plena disponibilidad para aportar información confidencial durante el proceso de investigación y para responder a los cuestionarios y dudas derivadas del mismo. En los casos en los que fue posible efectuarlas, se procedió a la realización de llamadas telefónicas a través de las cuáles, se explicaba aquello que suponía una dificultad a la hora de entender correctamente lo que se estaba preguntado, logrando no sólo una mayor comprensión, sino también, una mayor cantidad y calidad de información que se desprendía de todo el proceso. Asimismo, a lo largo de toda la investigación, se mantuvo contacto directo continuado con dos de ellas (una gestante de 19 años, y otra de 16 años). Con el resto de muestra, el contacto fue puntual y específico, limitado a cuestiones que solicitaba la investigación. 10.5 Variables principales de investigación A continuación, se identifican las variables principales que forman parte del estudio, cada una de ellas responde a un ítem, o bien a conjunto de ítems, algunos de ellos vinculados a dimensiones de cuestionarios, que en apartados posteriores se describirán pormenorizadamente. VD: Adaptación al embarazo Aceptación del embarazo VI: • Aceptación del embarazo • Identificación con el rol materno • Preparación al parto • Preocupación por sí misma y por el bebé • Calidad de relación con la madre • Calidad de relación con el padre   208     • Calidad de relación con el futuro padre del bebé • Valoración del matrimonio de los padres durante su infancia • Afecto recibido por los padres durante su infancia • Percepción que poseen de sí mismas 10.6. Diseño de investigación y procedimiento de recogida de datos En lo que respecta al diseño de investigación y al procedimiento de recogida de datos se optó por la utilización de cuestionarios y entrevistas a través de una participación libre y voluntaria. Los objetivos del estudio fueron explicitados antes y durante el momento de aplicación, garantizando la confidencialidad de los testimonios. De acuerdo con los objetivos propuestos en el planteamiento, el procedimiento ha sido estructurado en fases, acordes a la recogida y análisis de datos en cada una de las etapas de investigación. La primera fase supuso una búsqueda y selección aleatoria de embarazadas adolescentes, que se estimó que podían cumplir con los requisitos definidos previamente para la investigación. Esta selección se realizó a través de las redes sociales “Tuenti” y “Facebook”, ya que en ellas predominan grupos de adolescentes embarazadas y madres de toda España. Simultáneamente, se efectuaron llamadas telefónicas a centros de madres adolescentes, se establecieron contactos con Red Madre y Provida en España, así como consultas a matronas extremeñas para obtener posibles participantes. Una matrona de la provincia de Badajoz colaboró en la difusión del cuestionario entre su grupo de embarazadas y madres que participaban en su blog personal. Como resultado de esta colaboración se agilizó e incrementó el volumen de la muestra. Posteriormente a esta primera fase, se procedió al envío de solicitudes de participación, siempre vía telemática. Las propias participantes difundieron la temática de investigación en su entorno social más próximo, lo que favoreció que por cada participante que se incorporaba, otra posible voluntaria se unía y solicitaba información. De ese modo, el cuestionario iba difundiéndose por las redes sociales y se incorporaban nuevas posibles participantes. Una vez obtenida la información pertinente y básica de participación, a través de dos enlaces online a cuestionarios y preguntas abiertas en Google Drive, sus respuestas   209     fueron examinadas. La información obtenida era relativa a las variables sociodemográficas más básicas, de cuáles deseábamos obtener datos: procedencia, edad, estado civil y otros aspectos de interés para el estudio. En forma de preguntas abiertas, también se procedió a la recogida de datos en torno a los principales cambios y percepciones que sostenían en torno a la gestación. La metodología empleada en esta fase ha posibilitado que cada participante pudiera expresar su opinión libre y subjetiva. Además, al tener que expresar y escribir sus respuestas vía online, sin tener que estar presente físicamente ningún entrevistador, se fomentaba su libertad de expresión. A modo de síntesis se ha efectuado: 1. Una búsqueda y selección de entrevistas y cuestionarios. Se eligieron aquellos cuestionarios que cumplían con los criterios de fiabilidad y validez. 2. Realización de llamadas telefónicas y envío de correos electrónicos, manteniendo conversaciones en redes sociales, solicitando permisos, así como entrevistas a través de mensajería instantánea y cumplimentación de cuestionarios a través de Google Drive. 3. Análisis descriptivo e inferencial para explorar el proceso gestacional. 4. Análisis inferencial para conocer la adaptación al proceso gestacional. 5. Descripción de un caso. 6. Exposición de conclusiones al respecto y diseño provisional de un programa. 10.7 Instrumentos de medida Para continuar con este razonamiento de un modo científico y fehaciente, fueron empleados cuestionarios y entrevistas como medio de obtención de información y relación con las participantes de la muestra. Los cuestionarios y preguntas abiertas fueron administrados y recogidos mediante Google Drive. 10.7.1 Entrevistas Las entrevistas sirvieron de rapport para la posterior aplicación de cuestionarios. El objetivo de estas entrevistas era examinar los detalles del proceso y así poder operar y evaluar cualitativamente cómo había transcurrido la gestación.  Se recopilaron datos   210     sociodemográficos y de interés general, que posteriormente, darían paso al planteamiento y estudio del tema. En esta recopilación de datos cualitativos se recogió información relativa a: por un lado, sus datos sociodemográficos más básicos y de interés general, por otro lado, su vida e historia familiar (relaciones, conflictos, pérdidas de personas significativas) y por último, se registró información relacionada específicamente con su modo de afrontar la gestación. 10.7.2 Cuestionarios 10.7.2.1 Cuestionario de Valoración del matrimonio de sus padres y Afecto recibido en la infancia (Vallejo, 1998) En este cuestionario se evalúa la percepción que las gestantes poseen sobre la calidad de la convivencia familiar que disfrutaron durante su infancia y el afecto recibido por parte de sus progenitores. Incluye también, el nivel de confianza mutua entre los padres, el tiempo que pasaban juntos, las manifestaciones de cariño, la frecuencia de las discusiones que mantenían y cómo fueron tratadas en la infancia. Es decir, esta entrevista refleja el afecto que ellas recibieron de sus progenitores entre los 7 y los 12 años. Se trata de una entrevista empleada por Mª Reyes Vallejo (1998) en su investigación, que además realizó a adolescentes gestantes de la provincia de Sevilla y que publicó en su Tesis Doctoral sobre el embarazo en la adolescencia en el año 1998. Esta entrevista puede aportar información cualitativa imprescindible a nuestra investigación. Esta valoración del matrimonio de los padres así como el afecto recibido en la infancia por parte de ellos, aparecen reflejados en dos bloques dentro del Cuestionario General que elaboró Vallejo. En este cuestionario se comprobó la fiabilidad del mismo y una vez eliminados los ítems que presentaban una correlación baja, la autora obtuvo un alfa de Cronbach de 0,91 para la escala referida al matrimonio de los padres. En lo que respecta a cómo fueron tratadas en la infancia, es decir, al afecto que recibieron de sus padres, se obtuvo un valor de alfa de 0,85.   211     10.7.2.2 Cuestionario de Valoración de rasgos emocionales de personalidad (Vallejo, 1998) Este cuestionario incluye cinco subescalas, tres de ellas vinculadas a tres componentes neuróticos (ansiedad, depresión y hostilidad) y dos referidas a extraversión (emociones positivas y calidad de afecto). Este cuestionario es una combinación del Inventario de Personalidad NEO de Costa y McCrae (1978, 1985) y otros de la Escala de Valoración de la Ansiedad de Hamilton (1959).   Para interpretar los resultados, Vallejo (1998) empleó un criterio basado en la consideración de puntuaciones elevadas como índice positivo y las puntuaciones más bajas como deficiencias en el aspecto evaluado. Se comprobó la fiabilidad del mismo y una vez eliminados los ítems que presentaban una correlación baja, la autora obtuvo un alfa de Cronbach de 0,74, que reflejaría un índice de fiabilidad aceptable. 10.7.2.3 Cuestionario: Evaluación Prenatal de Lederman (1996) adaptado por Armengol, Chamarro y García Dié (2007) El cuestionario de Evaluación Prenatal de Armengol et al. (2007) es el instrumento principal de esta investigación. El Cuestionario de Adaptación Prenatal fue diseñado originariamente por Regina Lederman en el año 1996. Dispone de siete dimensiones que describirían el proceso psicosocial por el que transita toda mujer durante su embarazo. Las siete dimensiones de adaptación materna aportadas por el equipo de Lederman (1996) corresponden a la motivación y aceptación que experimentan las gestantes durante el embarazo, así como también se relaciona con los procesos involucrados en la evolución del papel maternal, y otros procesos de preparación emocional. Los ítems del cuestionario posibilitan además, la evaluación de la adaptación prenatal materna. Este cuestionario responde a un vacío en la evaluación psicosocial de la gestación, y muestra en este sentido, cualidades psicométricas aceptables, consistencia interna e indicio de poseer validez predictiva. Armengol et al. (2007) verificaron empíricamente seis dimensiones de las siete dimensiones propuestas en un principio por Lederman. Estas dimensiones fueron: aceptación del embarazo, identificación con el rol materno, calidad de relación con la madre, calidad de relación con la pareja, preparación al parto, preocupación por sí misma y por el bebé.   212     Este cuestionario puede aplicarse mediante administración individual o también colectiva. Cuenta con 42 ítems y el tiempo aproximado de aplicación es de 30 minutos. La escala de valoración comprende los valores: “nunca”, “a veces”, “mucho” y “siempre”. La población a la que va dirigida es principalmente población gestante sin límite de edad. En relación a las propiedades psicométricas, su fiabilidad, según el alpha de Cronbach sería alta: 0,856. El valor del coeficiente Thetha (θ=0.93) también nos indicaría la aceptable unidimensionalidad del constructo evaluado (Muñiz, 1992; Carmines y Zeller, 1979 citado por Armengol et al. (2007). Posee validez y el proceso de validación se realizó con adolescentes, esta versión cumple con todas las propiedades psicométricas básicas: una adecuada fiabilidad y validez.     10.8 Análisis de los datos Una vez seleccionados los instrumentos de evaluación, se procedió al tratamiento estadístico de los mismos con el soporte informático SPSS para Windows, versión 18. Los diferentes estudios estadísticos que se llevaron a efecto fueron: 1. Análisis descriptivo: con el objetivo de conocer la distribución de la muestra en cada una de las variables objeto de nuestra investigación. 2. Análisis de correlaciones: con la finalidad de conocer la relación existente entre diferentes variables del estudio. 3. Diseño factorial: con el fin de observar el efecto de variables independientes sobre variables dependientes.         Los análisis estadísticos de los datos efectuados en esta muestra exigen una necesaria “replicabilidad” futura con nuevas muestras, ya que la muestra empleada es bastante reducida y además, el número de variables implicadas es elevado. Todos los análisis a efectuar (descriptivos, inferenciales) proporcionarán unas conclusiones, pero éstas también se complementarán con las observaciones y entrevistas realizadas. El marco teórico nutre el proceso de investigación y es de donde parte toda investigación, así para Hernández Pina (1997) citado por Cubo et al. (2011), “las hipótesis se enmarcarán alrededor del marco teórico de la investigación, de los conocimientos poseídos y del problema de investigación” (p.73).                                         213                       214     Capítulo 11 “Muy al contrario, surge la sospecha de que la ausencia de grandes dificultades es el resultado de la disminución en contenido empírico provocado por la eliminación de alternativas, y de los hechos que pueden descubrirse con su ayuda.” Feyerabend, 1986; p.11. “Tratado contra el método”   CAPÍTULO 11: PRESENTACIÓN DE RESULTADOS A continuación, y de acuerdo a los objetivos propuestos, se detallan los resultados obtenidos en la muestra objeto de estudio. En primer lugar, se presentará una descripción sociodemográfica y posteriormente, se acometerá un análisis descriptivo e inferencial de los resultados a partir de cada instrumento empleado. 11.1 Caracterización descriptiva sociodemográfica Estimamos que, desde un punto de vista psicosocial, si pretendemos profundizar en cómo son las participantes de la muestra, no podemos limitarnos a conocer datos sociodemográficos muy básicos (edad, residencia o estado civil), pues, también resulta interesante conocer otras variables de interés, como por ejemplo: el nivel de estudios alcanzado, el tipo de familia a la que pertenece, los apoyos deseados, o incluso, los apoyos reales disponibles durante su embarazo. Con el fin de lograr nuestro propósito y siendo necesario un esfuerzo investigador, a continuación, se analizarán descriptivamente y de forma pormenorizada, las variables sociodemográficas y otras de interés general que, incitarán a la exploración del efecto que cada una de ellas puede ejercer sobre la gestación adolescente. Edad Si atendemos a la variable “edad”, observamos cómo nuestra muestra consta de 56 adolescentes con edades comprendidas entre los 14 y los 20 años. El 7,1% de las gestantes (4 gestantes) tiene 15 años, un 23,2% tiene 16 años, el 17,9% 17 años, y otro 12,5% corresponde a la parte de la muestra que tiene 18 años.   215     En total se contabilizan 28 gestantes de entre 14 y 17 años y otras 28 adolescentes de entre 18 y 20 años. La muestra cuenta con una única gestante de 14 años. Esta agrupación nos permite poder comparar ambos grupos de gestantes y determinar qué diferencias pueden existir entre ellas en función de cada variable seleccionada. Tabla 11.1 Estadísticos de frecuencias Edad de las gestantes Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado 14 1 1,8 1,8 1,8 15 4 7,1 7,1 8,9 16 13 23,2 23,2 32,1 17 10 17,9 17,9 50,0 18 7 12,5 12,5 62,5 Válidos 19 14 25,0 25,0 87,5 20 7 12,5 12,5 100,0 Total 56 100,0 100,0 Estos porcentajes resultantes no son representativos de la población gestante adolescente española, ya que la muestra no ha podido ser seleccionada mediante procedimientos probabilísticos rigurosos. Por ello, únicamente podemos generalizar los resultados a nuestra muestra objeto de estudio. Si atendemos a los principales parámetros descriptivos podemos determinar que: - La media de edad de la muestra es de 17,57 años. - La moda es 19, pues es el dato más común y el que más se repite. - La mediana es de 17,5 años, es decir, el 50% de los datos de nuestra muestra pertenecen a menores de edad y otro 50% son mayores de esa edad.   216     Tabla 11.2 Parámetros descriptivos: media, mediana, moda Edad de las gestantes Planificación del Edad de la gestante embarazo N Válidos 56 56 0 0 Perdidos Media 17,57 Mediana 17,50 Moda 19 Desv. típ. 1,628 Varianza 2,649 Percentiles 25 16,00 50 17,50 Planificación del embarazo En el análisis descriptivo de la variable “planificación del embarazo” extraemos la evidencia de que la mayor parte de los individuos participantes (83,9 %) no planificó el embarazo. La “no planificación del embarazo” no implica directamente la negación del deseo de ser madre. Puede ser que, como indicábamos en el marco teórico, la gestante desee tener un bebé, aunque no llegue a planificar su embarazo. Por esta razón, con frecuencia las gestantes se ven implicadas en una maternidad no esperada ni prevista, pero a medida que ésta transcurre, algunas reconocen en ellas un deseo imperioso de ser madres. Tabla 11.3 Estadísticos de frecuencias Planificación del embarazo Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos No 47 83,9 83,9 83,9 Si 9 16,1 16,1 100,0 Total 56 100,0 100,0   217     Ocupación durante el embarazo En lo que concierne a la “ocupación de las gestantes durante el embarazo”, identificamos cómo el 32,1% de la muestra asiste a las mismas clases a las que asistía con anterioridad al mismo. Por otra parte, el 16,1% afirma estar trabajando durante el embarazo, mientras otro 12,5% estudia aunque no asiste a clases presenciales. Lo más relevante de esta variable es que la mayor proporción de la muestra (39,3%) ni estudia ni trabaja durante su embarazo. Respecto a este porcentaje de gestantes que ni estudia ni trabaja, sería interesante determinar si esa falta de ocupación se debe a su embarazo, si es por decisión personal o por condicionantes familiares, económicos o sociales. En este sentido, habría que plantearse igualmente, si han abandonado los estudios opcionalmente o si se han visto “obligadas” a posponerlos. Convendría dilucidar también, si el abandono es fruto de una desmotivación temporal o si es la consecuencia de una decisión definitiva, reflexionada o incluso consensuada con su entorno familiar. Tabla 11.4 Estadísticos de frecuencias Ocupación durante el embarazo Frecuencia % Estudio y asisto a las mismas clases a las que asistía antes de mi 18 32,1 embarazo Estudio durante el embarazo pero no asisto a las clases presenciales 7 12,5 Trabajo 9 16,1 No estoy ocupada en nada ahora mismo (no estudio ni trabajo) 22 39,3 56 100,0 Total Nivel de estudios Aunque ya conocemos “la ocupación” de la muestra durante el embarazo, hemos de precisar cómo será nivel de estudios alcanzado por cada una de ellas.   218     La mitad de la muestra reflejó no haber finalizado Educación Secundaria Obligatoria durante su gestación, mientras que, por el contrario, prácticamente la otra mitad (41,1%) sí consiguió cumplir el objetivo académico propuesto. Figura 11.1 Estadísticos de frecuencias Nivel de estudios alcanzados Como indica el gráfico, aproximadamente la mitad de las gestantes han puesto fin a sus estudios de educación secundaria. No obstante, gracias a las entrevistas se pudo dilucidar una realidad no tan optimista, ya que, durante el embarazo, una parte importante de la muestra frenó su continuidad académica. Un freno en principio “temporal”, que en algunos casos, llega a convertirse en “permanente” cuando no existe detrás una intervención u orientación psicosocial adecuada. Estado civil Con respecto al estado civil de las participantes, algo más de la mitad muestral (57,1%) alegó disfrutar de la compañía de su pareja y futuro padre de su hijo. Sin embargo, 18 futuras madres (32,1%) reconocieron no disponer del apoyo que el padre de su hijo podría proporcionar, siendo además solteras. Simultáneamente, hallamos 5 adolescentes prometidas (8,9%) y sólo una gestante que está casada. En ambos casos, las participantes fueron mayores de edad.   219     Tabla 11.5 Estadísticos de frecuencias Estado civil Frecuencia Porcentaje Mi pareja es el futuro padre de mi hijo y ejercerá como pareja y padre cuando nazca el bebé 32 57,1 Estoy soltera, el futuro padre de mi hijo ejercerá como padre pero no como pareja 18 32,1 Estoy prometida con el futuro padre de mi hijo 5 8,9 Estoy casada con el futuro padre de mi hijo 1 1,8 Total 56 100,0 Comunidad autónoma de residencia En la variable “comunidad autónoma de residencia” identificamos cómo gran parte de las gestantes españolas de la muestra residen en Extremadura (17), también podemos hallar adolescentes de Andalucía (9), de Comunidad Valenciana (7) o Madrid (6). El resto de gestantes se reparten entre otras comunidades autónomas como: Islas Canarias (4 gestantes), Castilla la Mancha (3 gestantes) y Cataluña (2 gestantes). Finalmente, también localizamos gestantes en las siguientes comunidades: 2 gestantes en Galicia, otras 2 adolescentes en Islas Baleares, 2 más en Castilla y León, una en Murcia y otra en Cantabria. El hecho de que la mayor parte de las gestantes sean extremeñas no es un resultado representativo o generalizable a la población adolescente de nuestro país, ya que en nuestro caso hemos tenido mayor accesibilidad a esta muestra dada la ubicación del estudio. Tiempo aproximado de relación con el futuro padre de su hijo antes de conocer su embarazo Si atendemos a la variable “tiempo aproximado de relación con el futuro padre de su hijo antes de conocer su embarazo”, e independientemente de si durante su embarazo la adolescente mantenía o no una relación de pareja con éste, observaremos cómo predominan las relaciones de pareja duraderas frente a las esporádicas.   220     Figura 11.2 Estadísticos de frecuencias Tiempo aproximado de relación En este sentido, el 33,9% de las adolescentes afirmó mantener una relación de pareja que se prolongó “entre cuatro meses y un año”, mientras que para otro 33,9% esta relación se prolongaría “entre uno y tres años”. El resto de los datos recogidos se reparten por igual, pues una de ellas tuvo una relación con el futuro padre de su hijo inferior a 2 semanas, y otra gestante, mantuvo una relación que se prolongó aproximadamente entre dos semanas y un mes. Nivel cultural En lo que concierne a la variable “nivel cultural”, el 41,1% muestral alegó poseer un nivel cultural medio, el 14,3% de ellas un nivel cultural medio-alto y otro 14,3% reconoció tener un nivel cultural medio-bajo. Pereira et al. (2003) consideraba al respecto, que la variable social y cultural del adolescente no sería una simple variable secundaria que vendría a modificar el desarrollo, sino más bien sería un gran determinante del mismo.   221     Tabla 11.6 Estadísticos de frecuencias Nivel cultural Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos Alto 7 12,5 12,5 12,5 Bajo 10 17,9 17,9 30,4 Medio 23 41,1 41,1 71,4 Medio-alto 8 14,3 14,3 85,7 Medio-bajo 8 14,3 14,3 100,0 Total 56 100,0 100,0 Cabe precisar que, el nivel cultural es el percibido por ellas, por lo que no tiene por qué vincularse inmediatamente con la realidad, pues los cuestionarios fueron anónimos y no se les solicitaba ninguna prueba que confirmase su nivel. A pesar de que diez gestantes reconocieron poseer un nivel cultural bajo, éste no era lo suficientemente bajo como para impedirles responder adecuadamente a los ítems. Desde un punto de vista descriptivo y complementario a los datos aportados por las gestantes, en Figura 11.3 podemos apreciar cómo a medida que el nivel cultural era mayor en la adolescente, la edad media de la gestante también lo era. Figura 11.3 Estadísticos de frecuencias Relación entre la edad de la gestante y nivel cultural Nivel socioeconómico En lo que respecta al nivel socioeconómico de la muestra, dado que una parte de ellas aún no se había emancipado, se consideró el nivel socioeconómico de su familia de   222     origen. Esta dependencia adolescente respecto a su familia se explicaría en parte, porque como defiende Perinat (2003), en la adolescencia del siglo XXI aún “se mantiene a los adolescentes en un estado de semidependencia de la familia” en lo que respecta a lo psicológico (en cuanto al infantilismo que les caracteriza) pero también a lo económico (p.83). En este sentido, se puede apreciar en Tabla 11.7 la distribución de porcentajes: nivel medio-bajo (21 gestantes), medio-alto (15 gestantes) y nivel bajo (15 gestantes). Tabla 11.7 Estadísticos de frecuencias Nivel socioeconómico Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos Alto 1 1,8 1,8 1,8 Bajo 15 26,8 26,8 28,6 Medio 4 7,1 7,1 35,7 Medio-alto 15 26,8 26,8 62,5 Medio-bajo 21 37,5 37,5 100,0 Total 56 100,0 100,0 Desde un punto de vista complementario a los datos aportados por las gestantes, Figura 11.4 aporta información descriptiva sobre cómo que a medida que el nivel socioeconómico es mayor en la muestra, la edad media de la gestante también lo es. Figura 11.4 Estadísticos de frecuencias Relación entre la edad de la gestante y el nivel socioeconómico   223     Este análisis efectuado es meramente descriptivo, por lo que no sería preciso evidenciar una significatividad en los resultados sin realizar el pertinente análisis inferencial. Lo que sí podemos deducir de la imagen es que contamos únicamente con una gestante que presenta un nivel socioeconómico alto y además tiene 15 años. Tipo de familia a la que pertenece como hija Si indagamos en la variable “tipo de familia a la que pertenece como hija”, se puede comprobar cómo el 46,4% de las gestantes alegó pertenecer a una familia no numerosa y con graves problemas familiares. Algo menos de la mitad, es decir, un 21,4% sostuvo pertenecer a una familia no numerosa y sin graves problemas. Los problemas familiares se dieron en un 58,9% de la muestra. En esta variable se mostraron ejemplos de problemas para facilitar su identificación. Figura 11.5 Estadísticos de frecuencias Tipo de familia a la que pertenece como hija El formar parte de una familia con graves problemas familiares (enfermedades graves, abandono de hogar, alcoholismo...) puede generar estrés y en el caso del adolescente, incluso interferir en la capacidad para afrontar otras presiones externas.   224     Tabla 11.8 Estadísticos de frecuencias Tipo de familia a la que pertenece como hija Frecuencia Porcentaje Soy hija de una familia no numerosa y sin graves problemas familiares (divorcios 12 21,4 conflictivos, enfermedades graves, graves conflictos familiares, abandono de hogar, alcoholismo...) Pertenezco a familia numerosa y sin graves problemas familiares (divorcios conflictivos, enfermedades graves, graves conflictos familiares, abandono de hogar, alcoholismo...) 11 19,6 No pertenezco a familia numerosa pero sí hay problemas graves familiares (divorcios conflictivos, enfermedades graves, o bien graves conflictos familiares, abandono de 26 46,4 hogar, alcoholismo...) Pertenezco a familia numerosa y con graves problemas familiares (divorcios conflictivos, enfermedades graves, graves conflictos familiares, abandono de hogar, 7 12,5 alcoholismo...) Total 56 100,0 De este modo, y gracias a las entrevistas efectuadas, entre los diferentes problemas graves que acontecieron en las familias de las gestantes se hallaron: divorcios conflictivos, enfermedades, graves conflictos familiares, abandono de hogar y alcoholismo. Únicamente 7 gestantes pertenecían a familias numerosas e identificaron graves problemas familiares. El resto de la muestra, es decir 26 gestantes, no pertenecían a familias numerosas, pero sí acentuaron la existencia de problemas familiares de este tipo. Estos resultados no son muy optimistas si partimos de que únicamente 23 gestantes negaron presenciar problemas familiares graves en sus familias de origen. Cambio de residencia durante la gestación En el análisis descriptivo de la variable “cambio de residencia durante la gestación” el 75% de las participantes alegó vivir con las mismas personas con las que residía antes del embarazo. Por otra parte, otro 25% modificó el lugar de residencia durante el mismo. Las causas atribuibles a estos cambios de residencia fueron muy dispares. En las entrevistas podremos dilucidar mejor cómo y por qué surgieron estos desplazamientos.   225     Tabla 11.9 Estadísticos de frecuencias Cambios de residencia durante la gestación Frecuencia Porcentaje Antes del embarazo vivía con las mismas personas con las que vivo durante el embarazo 42 75 Durante el embarazo vivo con otras personas con las que no vivía antes de enterarme que estaba embarazada. 14 25 Total 55 100,0 Personas con las que residía antes de su embarazo En lo que concierne a la variable: “personas con las que residía antes de la gestación”, la mayor parte de los casos registrados arrojaron los siguientes resultados: mientras un 67,9% aún vivía con sus padres, únicamente 9 gestantes confirmaron residir con sus parejas. Gracias a las entrevistas realizadas se pudo esclarecer cómo la crisis económica o la falta de recursos, motivaron su permanencia en el hogar familiar. En cuanto a la minoría muestral de los casos examinados, podemos identificar cómo una gestante vivía en un centro asistencial, otra gestante residía con sus abuelos y otra última con otros familiares, sin ser éstos sus padres. Tabla 11.10 Estadísticos de frecuencias Personas con las que residía antes de la gestación Frecuencia Porcentaje Porcentaje Porcentaje válido acumulado Centro asistencial 1 1,8 1,8 1,8 Compañeros de piso 4 7,1 7,1 8,9 Abuelos 1 1,8 1,8 10,7 Familia extensa (no padres) 1 1,8 1,8 12,5 Válidos Familia (padres) 38 67,9 67,9 80,4 Familia de la pareja 2 3,6 3,6 83,9 Pareja 9 16,1 16,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 Personas con las que reside durante la gestación Al conocer los resultados de la variable: “personas con las que reside durante la gestación”, identificamos cómo la mayor parte ellas continúan viviendo con sus padres   226     (57,1%), y únicamente dos gestantes reconocieron residir con familiares sin ser éstos sus progenitores. Tabla 11.11 Estadísticos de frecuencias Personas con las que reside durante su gestación Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Compañeros de piso 5 8,9 8,9 10,7 Familia (padres) 32 57,1 57,1 67,9 Familia de la pareja 4 7,2 5,4 73,2 Familia extensa (no 2 3,6 3,6 76,8 padres) Pareja 13 23,2 23,2 100,0 Total 56 100,0 100,0 Tras esta exposición de resultados, podemos evidenciar una leve disminución del porcentaje de gestantes que reside con sus padres durante el embarazo en comparación con la cifra de adolescentes que residía con ellos antes del mismo. Algunas participantes al conocer que esperaban un hijo experimentaron la necesidad de iniciar una vida separada de su núcleo familiar. Sin embargo, en muchos casos la inexperiencia en el cuidado del bebé les condujo a frenar este distanciamiento. Afortunadamente, hay familias que se muestran bastante colaborativas con la adolescente durante el embarazo. No obstante, cabe reconocer, que se ha notado un leve descenso que puede deberse a que, tal vez algunas parejas disponen de recursos económicos suficientes, los cuales les han posibilitado poder independizarse, o bien la familia se los ha proporcionado y gracias a ellos, han podido iniciar una vida juntos (23,2 % del total). Participación en redes sociales y/o grupos de madres o embarazadas de internet En cuanto a la variable “participación en redes sociales y/o grupos de madres o embarazadas de internet”, casi la mitad de la muestra (44,6%) confirmó que utilizaba las redes sociales en su tiempo libre, aunque declaró también, no participar activamente en grupos de embarazadas y madres. Por otra parte, un 32,1% además de pertenecer a estas redes sociales, comentaba y visitaba activamente estos grupos (Tuenti y Facebook). En total, únicamente 13 gestantes negaron pertenecer a dichas redes sociales. Es evidente que internet está modificando el trato personal y las relaciones de las gestantes de nuestra investigación, transformando ineludiblemente su modo de interacción, no quedando reducido exclusivamente a su entorno más próximo.   227     Tabla 11.12 Estadísticos de frecuencias Participación en redes sociales Frecuencia Porcentaje Pertenezco a estas redes sociales y además comento o escribo en grupos de 18 32,1 madres y embarazadas en la red social Pertenezco a redes sociales pero no escribo en grupos de embarazadas o 25 44,6 madres adolescentes que comentan por internet No pertenezco a estas redes sociales ni tampoco a los grupos de gestantes 13 23,2 adolescentes Total 56 100,0 Figura identificada como significativa e imprescindible para afrontar un embarazo adolescente Gracias a la exploración de la información extraída a partir de la variable “figura identificada como significativa para afrontar un embarazo adolescente” podemos concluir cómo el 41,1% de ellas eligió como figura imprescindible a la pareja a la hora de afrontar un embarazo adolescente. Figura 11.6 Estadísticos de frecuencias Figura identificada como significativa para afrontar un embarazo adolescente En este caso, nos interesaba conocer qué figura de apoyo era la más deseada, aunque no fuera la figura que más apoyo real dispensara a la gestante. La segunda persona más elegida y significativa para ellas fue la madre (23,2%), y posteriormente, el padre (12,5%).   228     Persona que más apoyo proporciona a la gestante durante el embarazo Siguiendo esta argumentación, basada en el apoyo que precisan las gestantes, la persona que más apoyo les proporciona durante el embarazo es la madre (28,6%). Muy próxima a la puntuación obtenida por la madre, podemos determinar otras figuras de apoyo, como la pareja, elegida por 12 de ellas (21,4%), así como el mejor amigo/a (19,6%). Tal y como indicaba Serrano (2013) el afecto y el apoyo procedente de ambos progenitores, favorecerán el que el hijo pueda sentirse competente en la sociedad. En cuanto al resto de casos registrados, identificamos los siguientes porcentajes: la hermana 10,7%, la abuela 7,1%, el hermano 3,6%, el padre 3,6%, y por último, sólo una gestante de la muestra optó por una amiga en la red social, así como otra identificó a su tía como persona que más apoyo le estaba proporcionando. Como podemos comprobar, aunque en las redes sociales las gestantes se relacionen a menudo con sus “iguales” también gestantes, no consideran que el apoyo recibido sea equiparable al que proporcionan otras figuras para ellas más significativas. Como ya se ha reflejado en el marco teórico, la disposición de apoyo por parte de figuras significativas puede repercutir positivamente en la adopción del rol materno. Tabla 11.13 Estadísticos de frecuencias Personas que más apoyo proporcionan durante la gestación Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Abuela 4 7,1 7,1 7,1 Amiga red social 1 1,8 1,8 8,9 Hermano 2 3,6 3,6 12,5 Hermana 6 10,7 10,7 23,2 Madre 16 28,6 28,6 51,8 Mejor amigo/a 11 19,6 19,6 71,4 Ninguno 1 1,8 1,8 73,2 Padre 2 3,6 3,6 76,8 Pareja 12 21,4 21,4 98,2 Tía 1 1,8 1,8 100,0 Total 56 100,0 100,0   229     Persona que menos apoyo ha proporcionado a la gestante, resultando esta carencia indiferente para la gestante Una vez que conocemos “los apoyos percibidos”, si examinamos la variable “persona que menos apoyo ha proporcionado a la gestante, resultando esta carencia indiferente para ella” comprobaremos que para el 25% muestral “ninguna figura” podría acogerse a este perfil. Es decir, no pueden señalar a una persona de las citadas, cuyo deficiente apoyo les genere indiferencia, si bien, sí podemos esclarecer cómo el 14,3% de la muestra optó por el “cuñado o cuñada”. Tabla 11.14 Estadísticos de frecuencias Persona que menos apoyo proporciona resultando indiferente para la adolescente Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Abuela 1 1,8 1,8 1,8 Amigo/a 3 5,4 5,4 7,1 Compañeros 5 8,9 8,9 16,1 Cuñado/a 8 14,3 14,3 30,4 Hermano/a 1 1,8 1,8 32,1 Madre 7 12,5 12,5 44,6 Ninguno 14 25,0 25,0 69,6 Padre 4 7,1 7,1 76,8 Pareja 3 5,4 5,4 82,1 Profesores 4 7,1 7,1 89,3 Suegra 2 3,6 3,6 92,9 Tía 4 7,1 7,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 Persona que menos apoyo ha proporcionado a la gestante y además esa carencia le ha afectado En lo que respecta a la variable “persona que menos apoyo ha proporcionado a la gestante y además esa carencia le ha afectado”, hemos identificado que para un 21,4% de las adolescentes, el padre sería la figura que menos apoyo proporcionaría durante el embarazo. A este porcentaje mencionado, le sigue la proporción muestral que mantiene que sería la pareja (17,9 %) la figura que mejor representaría el menor apoyo percibido.   230     Simultáneamente, la madre de la gestante sería también la persona que menos apoyo ofreció a su hija con un 16,1% de representación. En la muestra hallamos también figuras como: “la amiga”, “los profesores”, o “la tía” de la gestante, quienes además prácticamente no han recibido puntuación. Esta baja puntuación puede deberse a que probablemente, aunque puedan experimentar falta de apoyo por parte de estas figuras, esa carencia no les afecta tanto como la falta de apoyo materno, paterno o de pareja. En el análisis de las entrevistas se pueden complementar más datos al respecto. Tabla 11.15 Estadísticos de frecuencias Persona que menos apoyo proporciona y esa carencia afecta a la gestante Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Abuela 3 5,4 5,4 5,4 Amiga 1 1,8 1,8 7,1 Amigo 3 5,4 5,4 12,5 Compañeros 3 5,4 5,4 17,9 Cuñado/a 6 10,7 10,7 28,6 Hermano/a 2 3,6 3,6 32,1 Madre 9 16,1 16,1 48,2 Ninguno 3 5,4 5,4 53,6 Padre 12 21,4 21,4 75,0 Pareja 10 17,9 17,9 92,9 Prima 2 3,6 3,6 96,4 Profesores 1 1,8 1,8 98,2 Tía 1 1,8 1,8 100,0 Total 56 100,0 100,0 Persona que más ha decepcionado a la gestante en su embarazo Igualmente, siguiendo tal argumentación sobre los apoyos recibidos, a continuación nos interesa saber cuál será la “persona que más ha decepcionado a la gestante en su embarazo”. Tabla 11.16 nos muestra cómo el padre sería la figura más elegida por las adolescentes (25%).   231     Si bien, otro 25% de la muestra reconoce que ninguna persona de las citadas le ha decepcionado durante su embarazo. Es un hecho a destacar el que un 16,1% muestral coincidiese en determinar que la figura materna era la figura que más les había decepcionado en cuanto al apoyo proporcionado. Esta información revela que pueden existir problemas de convivencia o de otro tipo entre sus madres y ellas. Las entrevistas dan buena prueba de ello. Tabla 11.16 Estadísticos de frecuencias Persona que más ha decepcionado a la gestante Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos Abuela 1 1,8 1,8 1,8 Amigo/a 3 5,4 5,4 7,1 Cuñado/a 3 5,4 5,4 12,5 Hermano/a 1 1,8 1,8 14,3 Madre 9 16,1 16,1 30,4 Ninguno 14 25,0 25,0 55,4 Padre 14 25,0 25,0 80,4 Futuro padre 10 17,9 17,9 98,2 de su hijo Tía 1 1,8 1,8 100,0 Total 56 100,0 100,0 Antecedentes familiares de menores de 19 años embarazadas El registro de resultados obtenidos en la variable “antecedentes familiares de menores de 19 años embarazadas” reveló cómo las gestantes en general, conocen diferentes personas de su entorno más próximo social o familiar que también se quedaron embarazadas muy jóvenes (con menos de 19 años). En nuestra muestra, el 30,4% afirmó que sus madres también tuvieron un embarazo siendo adolescentes menores de 19 años. El 10,7% de ellas indicó que una conocida de su entorno social más cercano también se quedó embarazada antes de los 19 años, y por último un 7,1% confirmó que alguna de sus hermanas también había tenido un hijo antes de esa edad.   232     Figura 11.7 Estadísticos de frecuencias Antecedentes familiares o sociales de menores de 19 años gestantes Causas que motivaron su gestación Al indagar sobre la atribución de las causas que motivaron su gestación identificamos cómo una parte de ellas (25%) atribuyó la causa de su embarazo a “un despiste al no cuidarme en las relaciones sexuales”. Por otra parte, el 19,6% reflejó que “estaba o estábamos bajo los efectos del alcohol o drogas” en el momento de la concepción. Si continuamos con en el análisis de estos datos, comprobaremos que un 16,1% afirmó que “fue buscado”, seguido de las que sostuvieron que “directamente no lo pensaron” (14,3%). Únicamente tres gestantes reconocieron no recordar lo que sucedió y otras dos futuras madres no encontraron explicación a por qué sucedió. Tal y como se puede contrastar en las entrevistas, no suelen ser muy explícitas a la hora de hablar por qué se quedaron embarazadas. Mientras gran parte de la sociedad sitúa las causas que explican los embarazos tempranos en factores sociales, tales como una falta de atractivo en los programas de prevención en materia sexual, una desinformación o una falta de formación por parte de algunos adolescentes, e incluso por factores religiosos o incluso políticos; las gestantes no lo atribuyen a causas externas a ellas mismas ni tampoco a factores sociales.   233     Tabla 11.17 Estadísticos de frecuencias Percepción de la gestante sobre las causas que motivaron su embarazo Frecuencia Porcentaje 14 25 Por un despiste al no cuidarme en las relaciones sexuales Estaba/ o estábamos bajo los efectos del alcohol o drogas 11 19,6 Hubo un fallo en los métodos anticonceptivos que suelo utilizar 10 19,7 Esa noche nunca la olvidaré, pero no encuentro explicación a por qué 2 3,6 sucedió Directamente no lo pensamos 8 14,3 Fue buscado 9 16,1 No me acuerdo de lo que sucedió 3 5,4 Total 56 100,0 Problemas presentes en la familia de origen Dando continuidad a esta línea de investigación sociodemográfica, y ampliando el análisis con una nueva variable: “circunstancias y problemas identificados en la familia de origen” advertimos cómo el mayor porcentaje de gestantes (25%) reveló que en su familia no tenían lugar ninguno de los problemas que se citan a continuación. Tabla 11.18 Estadísticos de frecuencias Circunstancias y problemas específicos identificados en la familia de origen Frecuencia Porcentaje Ningún problema 12 21,4 Problemas económicos 11 19,6 Depresión 2 3,6 Mi padre maltrató a mi madre (psicológica y/o físicamente) 3 5,4 Mis padres tienes formas de ser o actuar conflictivas 11 19,6 Padres divorciados o separados 6 10,7 Fallecimiento de mi padre 2 3,6 Problemas con el alcohol 8 14,3 Mi madre abandonó el hogar 1 1,8 Total 56 100,0 El 19,6% de ellas aludió a “problemas económicos”, al igual que otro 19,6%, que reconoció que sus padres exhibían formas de ser o actuar conflictivas. Por otra parte, el   234     14,3% muestral identificó “problemas de alcohol en la familia” y un 5,4 % identificó problemas de “maltrato del padre hacia la madre”. En lo que respecta a las dos gestantes que señalaron problemas vinculados a la “depresión”, hemos de aclarar que no podemos corroborar si responden a un diagnóstico propiamente de depresión o se trataría de otro tipo de trastorno distinto, más relacionado con trastornos adaptativos. Percepción general que posee la gestante respecto a la relación que mantiene con su padre En cuanto a la variable “percepción general que posee la gestante respecto a la relación que mantiene con su padre”, el 35,7% muestral argumentó mantener una relación que calificaría como “regular”. Figura 11.8 Estadísticos de frecuencias Percepción general que posee la gestante respecto a la relación con su padre Por otra parte, otro 25% muestral consideró que esta relación era “buena”, mientras que el 14,3% sostuvo “no mantener ninguna relación”. Por último, un 8,9 % manifestó tener una relación “pésima” con su progenitor, mientras que otro 3,6% (dos gestantes) representaría el porcentaje de gestantes cuyos padres habían fallecido. En general, este gráfico evidencia la presencia de conflictos entre las gestantes y sus padres, siendo las causas múltiples, -como ya detallaremos en el análisis de las entrevistas-.   235     Los problemas familiares que las gestantes han identificado pueden condicionar la relación que mantienen con sus progenitores. Esto explicaría por qué gran parte de la muestra ha calificado la relación que mantiene con su padre como “regular”. La ausencia paterna recordemos, puede correlacionar con el desarrollo psicológico del individuo y con la disfuncionalidad familiar. La mayoría de estudios publicados en esta línea confirman la acuciante influencia que ejerce la familia en el individuo. 11.2 Cuestionario de Evaluación Prenatal (Armengol et al. 2007) A continuación se efectuará un análisis descriptivo e inferencial a partir de los resultados obtenidos en el Cuestionario de Evaluación Prenatal. El propósito de este apartado es desarrollar una descripción pormenorizada de las características psicosociales de este período previo al nacimiento del bebé. 11.2.1 Análisis descriptivo. Cuestionario de Evaluación Prenatal Armengol et al. (2007), tras efectuar los oportunos análisis de validez y fiabilidad precisos con el fin de diseñar este cuestionario de Evaluación Prenatal, descubrieron cómo se había producido una “unidimensionalidad” del constructo explorado. En este sentido, aunque pueda parecer contradictorio, dado que este cuestionario constaba de siete dimensiones diferentes, se descubrió cómo estas dimensiones eran consideradas a su vez microdimensiones, que además formarían parte de un constructo más general que englobaría a cada una de ellas. Es entonces cuando citan a Delassus (2002) y al término “maternología”. Armengol et al. (2007), bajo el término “maternología” hicieron alusión a la denominada “maternidad psíquica” y ésta podía tener lugar en mujeres de cualquier edad. “Maternología” sería todo aquello que transcurre en la “psique” de la mujer y está relacionado con la maternidad y sus representaciones. Por ejemplo, la mujer antes de dar a luz puede pensar en el bebé, cómo va a cuidarlo, puede imaginar cómo será, cómo será ella como madre, si lo querrá… Según Armengol et al. (2007), no existen numerosos instrumentos que valoren la adaptación de la mujer al embarazo y a la futura maternidad. El objetivo de diseñar este cuestionario era aproximarse a ello, a esa “gestación mental paralela”. Estos autores tomaron entonces como referencia el PSQ de Lederman, lo adaptaron y validaron.   236     En este sentido, y gracias al cuestionario de Armengol et al. (2007), iniciaremos un análisis descriptivo sobre la “adaptación de la adolescente a la maternidad” a través de dimensiones que estarán estrechamente vinculadas entre sí. El análisis de las informaciones aportadas por las propias gestantes en las entrevistas, nos condujo también a anticipar la posibilidad de que esta maternidad psíquica fuera una realidad entre nuestras adolescentes. Tal y como se observa en Figura 11.9, nuestra muestra constaría de 56 gestantes de entre 14 y 20 años. Las respuestas a las que podían optar fueron: “mucho”, “con frecuencia”, “a veces” o “nunca”, según el grado de acuerdo con los ítems planteados. Figura 11.9 Edad de las gestantes Distribución de la muestra según la edad Tal y como representa el gráfico en Figura 11.9, la distribución de la muestra según la variable “edad” quedaría así: el 50% de las gestantes es menor de edad y el otro 50% mayor de edad, y además, menor de 21 años. En Tabla 11.19 se muestran las cinco dimensiones que conforman el Cuestionario de Evaluación Prenatal propuesto por Armengol et al. (2006). Dado que las puntuaciones de las medias en las seis dimensiones superan el 5 sobre 10, y aun siendo conscientes de que no son puntuaciones excesivamente altas, podemos confirmar que en general, las adolescentes se han adaptado al embarazo, aunque no a un nivel que podría ser el deseado (valores más próximos a 10).   237     Como se puede apreciar en Tabla 11.19, la puntuación más alta en todo el cuestionario correspondería a la que se da en la dimensión “identificación con el rol materno” con un 7,46 de media sobre 10. De forma complementaria a la exploración de estas dimensiones, se ha incorporado una nueva dimensión: “calidad de relación con el padre”, dimensión que no había sido considerada inicialmente por Armengol et al. (2007). Por ello, y con el fin de mantener los mismos índices y criterios de fiabilidad y validez de los autores, se decidió incluir esta dimensión, aunque si bien, no de forma integrada al cuestionario, sino por separado y con propósito informativo. A tal efecto, tan sólo se ha sustituido la figura materna por la paterna en los ítems que pertenecían a la dimensión “calidad de relación con la madre”. Tabla 11.19 Estadísticos de medias Dimensiones que conforman la adaptación al proceso de gestación Preocupación Identificación Aceptación Relación con Preparación Calidad de relación en el satisfactoria del embarazo la pareja al parto con la madre embarazo rol materno N Válidos 56 56 56 56 56 56 Perdidos 0 0 0 0 0 0 Media 6,536 5,010364 6,843112 6,031746 6,582341 7,46652 Mediana 6,500 5,781250 7,142857 6,111111 6,666667 8,12500 Moda 10,0 ,0000 5,0000 5,5556a 8,8889 8,750 Desv. típ. 2,3700 3,7857372 1,9771149 1,9409885 1,9676962 1,699848 Asimetría -,068 -,304 -,111 ,025 -,198 -,791 Curtosis -1,107 -1,517 -1,088 -,949 -,998 -,159 Percentile 25 4,500 ,000000 5,000000 4,444444 4,861111 6,25000 s 50 6,500 5,781250 7,142857 6,111111 6,666667 8,12500 75 8,500 8,359375 8,571429 7,500000 8,472222 8,75000 En Tabla 11.20, sin embargo, la puntuación vinculada a la “calidad de relación con el padre” es inferior a 5, y también inferior a la dimensión “calidad de relación con la madre”. Este resultado puede explicarse partiendo de la consideración, de que algunas gestantes manifestaron   mantener una difícil o nula relación con sus padres varones durante la gestación por diversos motivos (ver en anexos las entrevistas realizadas sobre su historia personal y vivencias durante el embarazo).   238     Entre las razones que alegaron las gestantes para justificar dicha relación encontramos: la presencia de desacuerdos y problemas de comunicación, problemas vinculados a una escasa ilusión paterna ante el nacimiento del bebé y una falta de confianza paterno-filial a la hora de conversar sobre diversos problemas. Tabla 11.20 Estadísticos de medias Dimensiones en la adaptación al proceso de gestación junto a la relación con el padre Aceptación Relación Calidad de Preocupación Identificación del con la Preparación relación con en el satisfactoria Calidad de relación embarazo pareja al parto la madre embarazo rol materno con el padre Valido 56 56 56 56 56 56 56 s Perdid 0 0 0 0 0 0 0 o Media 6,536 5,0103 6,843112 6,031746 6,582341 7,46652 4,871032 6 Mediana 6,500 5,7812 7,142857 6,111111 6,666667 8,12500 5,555556 5 Moda 10,0 ,0000 5,0000 5,5556a 8,8889 8,750 ,0000 Desv. típ. 2,3700 3,7857 1,97711 1,9409885 1,9676962 1,699848 2,7355191 3 Cabe destacar, que la “aceptación del embarazo” es una de las dimensiones más importantes en la “adaptación al embarazo”, no sólo porque es una dimensión de cuyo desenvolvimiento dependerá la propia gestante y su nuevo proyecto de vida, sino también, porque de esta dimensión dependerá su futuro hijo. Dimensión: aceptación del embarazo Serán los ítems 1, 2, 31, 33 y 34 los que aportarán la información necesaria para poder comprender mejor la dimensión “aceptación del embarazo”. A continuación, incidiremos en los resultados de los estadísticos descriptivos relativos a cómo la gestante acepta su gestación. Tal y como se puede apreciar en las medias, predomina cierta heterogeneidad de respuestaw entre las adolescentes. La puntuación más alta es la asociada al afrontamiento de las molestias del embarazo con facilidad, y la menor, la que se corresponde al inoportuno momento de acontecer el embarazo, siendo esta puntuación inferior a 5.   239     Tabla 11.21 Estadísticos de medias Dimensión aceptación del embarazo Aceptación del embarazo N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,536 Mediana 6,500 Moda 10,0 Desv. típ. 2,3700 La media en la dimensión “aceptación del embarazo” es 6,536, puntuación que puede explicarse, dado que probablemente, el momento en el que las gestantes se quedaron embarazadas no fue el más apropiado. La mayoría de ellas recordemos, afrontan un embarazo no planificado, asediado por problemas familiares y/o de pareja. La puntuación más alta reflejada en esta dimensión es la que corresponde al ítem 2, relativo a: “las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas”. A continuación, procederemos a un análisis más exhaustivo de los ítems pertenecientes a esta “aceptación del embarazo”. Tabla 11.22 Estadísticos de frecuencias Dimensión aceptación del embarazo: medias de todos los ítems Estadísticos Ítem 1. El momento en el Ítem 2. Las que me he quedado molestias del Ítem 33. Hasta embarazada es en embarazo puedo Ítem 31. Me el momento, éste Ítem 34. Ojalá no general un buen hacerlas frente sin cuesta aceptar ha sido un estuviera momento problemas este embarazo embarazo fácil embarazada N Válidos 56 56 56 56 56 Perdidos 0 0 0 0 0 Media 4,955 7,054 5,759 6,652 5,223 Mediana 3,750 7,500 5,000 7,500 5,000 Moda 2,5 5,0 5,0 7,5 2,5 Desv. típ. 2,9959 2,4359 2,7353 2,6662 2,8315 La tabla que mostramos en la parte inferior de este análisis evidencia cómo la mayor parte de las respuestas (50% muestral) coinciden en reflejar cómo “el momento” en el que se quedaron embarazadas “nunca” fue un buen momento.   240     Tabla 11.23 Estadísticos de frecuencias “El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento” Ítem 1. El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 13 23,2 23,2 23,2 Con frecuencia 3 5,4 5,4 28,6 Mucho 12 21,4 21,4 50,0 Nunca 28 50,0 50,0 100,0 Total 56 100,0 100,0 Si bien, a esta puntuación (el 50% de gestantes que “nunca” valoró positivamente el momento en el que aconteció su embarazo) le sigue el porcentaje de aquellas que optaron en sus respuestas por la opción de “a veces” (23,2%) y “mucho” (21,4%). Es evidente tal variabilidad, considerando que cada familia responde a esta realidad de forma diferente, y dispone de unos objetivos y planes de futuro heterogéneos. Tras esta información se presentarán las posibles diferencias existentes entre las gestantes mayores y menores de edad en el ítem: “el momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento”. Tabla 11.24 Estadísticos de medias “El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento” Ítem1. El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento N Válidos 56 Perdido 0 s Media 4,955 Mediana 3,750 Moda 2,5 Desv. típ. 2,9959 Asimetría ,824 En Figura 11.10 identificamos algunas diferencias (aún desconocemos si significativas o no) entre las gestantes menores de 18 años y las mayores de edad.   241     Figura 11.10 Estadísticos de medias en función de la edad Grupo de comparación edades en ítem 1. Tal y como podemos apreciar, revisando las puntuaciones específicas del grupo de adolescentes menores de edad, comprobamos cómo sus valores son inferiores a 5, mientras que las mayores de edad obtienen puntuaciones más elevadas. Por tanto, en lo que respecta a la valoración del embarazo, las mayores de edad se muestran más optimistas que las menores de edad, ya que probablemente estas últimas se sienten menos preparadas. Tras estas apreciaciones, se efectuará la descripción del ítem 33 (Tabla 11.25), “hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil”, que también pertenece a la dimensión “aceptación del embarazo”. El análisis de los resultados pertenecientes a este ítem, revela que “con frecuencia” este embarazo está siendo fácil de afrontar para algunas participantes (33,3%), si bien, otra parte de la muestra declara que “nunca” le ha resultado fácil afrontar esta gestación (23,8%). Las diferentes circunstancias personales y/o tal vez los propios apoyos percibidos son los que dan sentido a estas respuestas tan heterogéneas. El hecho de que las gestantes convivan en el hogar familiar con sus progenitores o dependan económicamente de otros miembros de su familia, pueden dar sentido también a ese supuesto “afrontamiento fácil”.   242     Tabla 11.25 Estadísticos descriptivos de frecuencias “Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil” Ítem33. Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 14 25,0 25,0 25,0 Con frecuencia 17 30,4 30,4 55,4 Mucho 15 26,8 26,8 82,1 Nunca 10 17,9 17,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 Los resultados que nos ofrece Tabla 11.26, representan una muestra donde la media del ítem baremada sobre 10 es de 6,65, por tanto, el embarazo por lo general, no ha sido una tarea excesivamente difícil de afrontar para las adolescentes. En las entrevistas muchas de ellas reflejan sin embargo, molestias físicas y dolores bastante notorios. Tabla 11.26 Estadísticos descriptivos de medias “Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil” Ítem33. Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,652 Mediana 7,500 Moda 7,5 Desv. típ. 2,6662 Asimetría -,204 Tras este breve análisis, continuaremos con un ítem estrechamente relacionado con este primero: “las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas”. Los resultados dependerán de lo que entienda la gestante por “molestias”. Pues por ejemplo, algunas de ellas no consideraron “molestias” a las dificultades de carácter emocional.   243     Tabla 11.27 Estadísticos de frecuencias “Las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas” Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 20 35,7 35,7 35,7 Con frecuencia 14 25,0 25,0 60,7 Mucho 18 32,1 32,1 92,9 Nunca 4 7,1 7,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 En el análisis de esta variable (Tabla 11.27), subrayamos una gran variabilidad de respuestas, siendo el porcentaje ligeramente mayor para las gestantes que consideran que sólo “a veces” pueden afrontar las molestias del embarazo con facilidad (35,7%), seguido de las que sostienen que pueden hacerlas frente con facilidad “mucho” (32,1%). Si atendemos a las medidas de centralización de este ítem, la media toma el valor de 7,05, teniendo una mediana de 7,5 (es decir, el 50% de los valores están por debajo de ese valor) y una moda de 5. Esta media tan alta nos indica que, por lo general, la muestra contrarresta sin problemas las molestias del embarazo. Tabla 11.28 Estadísticos de medias “Las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas” Ítem2. Las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas N Válidos 56 Perdidos 0 Media 7,054 Mediana 7,500 Moda 5,0 Desv. típ. 2,4359 Asimetría -,116 Error típ. de asimetría ,319 Curtosis -1,194 A partir de todos estos datos sugeridos, verificaremos a continuación si desde una perspectiva descriptiva, predominan diferencias entre las gestantes mayores y menores   244     de edad. Las menores de edad se han designado como Grupo 1 y las mayores de edad como Grupo 2. En Figura 11.11 se observa cómo el afrontamiento de las molestias del embarazo  no parece vincularse a la edad. Figura 11.11 Estadísticos de medias en función de la edad Las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas Una vez que hemos puesto de manifiesto determinados conocimientos inherentes a los resultados obtenidos sobre cómo las gestantes han afrontado las molestias del embarazo, ahora nos detendremos en el análisis de un nuevo ítem: “ojalá no estuviera embarazada”. Al indagar sobre él se puede advertir cómo una parte de la muestra (el 41,1%) “nunca” se ha identificado con la expresión “ojalá no estuviera embarazada”. Esto evidencia que las gestantes aceptan su embarazo y posiblemente, muchas han podido además ir adaptándose al mismo. La disconformidad reflejada en las respuestas de este ítem, siendo “nunca” (41,1%) y, “a veces” (26,8%) las respuestas más comunes, confirma que a pesar de que el embarazo puede no haber sido planificado por una parte de la muestra, una vez que decidieron continuar con él, quedaba descartada por completo la opción de no seguir adelante.   245     Figura 11.12 Estadísticos de frecuencias “Ojalá no estuviera embarazada” A continuación, se examinarán las diferencias que pueden existir entre las adolescentes mayores (Grupo 2) y las menores de edad (Grupo 1)   en relación a este ítem. En Tabla 11.29 se pueden examinar con mayor exhaustividad las medias obtenidas en cada grupo de edad que fue objeto de análisis. Tabla 11.29 Estadísticos de medias “Ojalá no estuviera embarazada” GRUPO EDAD Estadístico Ítem 34. Ojalá no 1 Media 5,446 estuviera Intervalo de confianza para la Límite inferior 4,389 embarazada media al 95% Límite superior 6,504 Desv. típ. 2,7262 2 Media 5,000 Intervalo de confianza para la Límite inferior 3,850 media al 95% Límite superior 6,150 Desv. típ. 2,9659 Desde un punto de vista descriptivo, prácticamente no es posible identificar diferencias en función de la edad. Por consiguiente, en este caso, la aceptación del   246     embarazo no estaría tan vinculada a la mayoría de edad como podríamos anticipar en un principio, ya que el grupo que conforman las adolescentes mayores de 18 años ha obtenido una puntuación ligeramente inferior a las menores. Discusión de resultados en dimensión: aceptación del embarazo Gracias a la argumentación anteriormente efectuada, podemos confirmar que uno de los ítems más significativos de esta dimensión ha sido el ítem 1, el cual hacía alusión al momento en el que se quedaron embarazadas, y es donde verificamos un acuerdo en una mayoría significativa. De hecho, el embarazo no tuvo lugar en el momento más oportuno, ya sea debido a la juventud de la muestra, a la probable carencia de preparación para el mismo o a cualquier otro motivo vinculado a sus circunstancias personales, familiares o sociales. Un gran número de gestantes coincide en aseverar que “nunca” se han sentido identificadas con la expresión “ojalá no estuviera embarazada”. Las respuestas a este ítem son la confirmación de que, a pesar de que muchos embarazos no fueron esperados ni planificados, no cambiarían ya su deseo de estar esperando un bebé. Comprenderemos mejor la amplia negación de este ítem si partimos del hecho de que las embarazadas, posiblemente tras un breve rechazo inicial, comenzaron a mostrar afecto hacia él, lo que probablemente les pudo eximir de reconocerse en tal expresión. Conforme a lo comentado además, gran parte de la muestra ha afrontado las molestias del mismo con relativa facilidad (6,536 de puntuación media). Es decir, a pesar de la evaluación negativa del embarazo tan evidente que han realizado en un principio, -tal y como también señalaba Fernández (2005)-, a medida que ha avanzado la gestación, la evaluación ha dejado de ser tan negativa para ser más positiva. La extensa aceptación del embarazo por parte de la mayoría de las adolescentes, adquiere sentido cuando se observan las motivaciones e ilusiones que exhiben con “el nuevo ser”. Pues, independientemente de los apoyos que reciban, es incuestionable que gran parte de ellas, focalizan su centro de interés en el bebé, convirtiéndose éste en un medio o incluso en un mecanismo de defensa ante problemas del exterior (familiares o de pareja).   247     Esta aceptación mayor o menor del embarazo, como si de un continuo se tratase, supone a la adolescente situarse en un polo positivo o negativo durante el embarazo. Es decir, la aceptación no implicaría una simple resignación, sino una conformidad positiva hacia el embarazo. Gracias al análisis inferencial que se realizará posteriormente, podremos verificar nuevos datos en torno a esta aceptación e incluso será posible delimitar relaciones entre esta dimensión y otros ítems. Del mismo modo, revelaremos qué acontecerá en la dimensión “calidad de relación con el futuro padre de sus hijos”. Dimensión: calidad de relación con el futuro padre de sus hijos Con el fin de obtener diversas conclusiones que arrojen luz a esta dimensión, se interpretarán las puntuaciones recogidas en los ítems 3, 4, 11, 15, 19, 20, 27 y 38. Ya a simple vista, evidenciamos que las puntuaciones son superiores a 4, lo que probaría un notable grado de acuerdo muestral con respecto a los mismos. Las gestantes adolescentes podían mantener o no una relación de pareja con quienes serán los futuros padres de sus hijos, por ello, en todos los ítems en los que se hacía referencia a la calidad de la relación que existía entre ellos, las adolescentes tenían la posibilidad de marcar la opción “no mantengo relación de pareja con él”. Está claro que las puntuaciones medias en esta dimensión no van a ser muy elevadas, partiendo de la consideración de que hay gestantes que mantienen una relación problemática con sus parejas y que otras incluso han puesto fin a las mismas. La media de los ítems que pertenecen a esta dimensión es de 5,01 sobre 10, por lo que es una puntuación baja, pero a la vez algo más alta que en otras dimensiones. Esta media en parte, puede responder al hecho de que muchas de ellas han experimentado una ruptura sentimental con el futuro padre de su hijo una vez conocido su estado de gestación. El ítem que cuenta con un menor grado de acuerdo es el que se refiere a la limitada ayuda que suele proporcionar el varón en el hogar familiar.   248     Tabla 11.30 Estadísticos de medias Dimensión relación con el padre del hijo que espera Ítem 20. Ítem 3. Ítem 11. A Ítem 15. Como Puedo Hablamos Ítem 4. mi pareja pareja nos contar con Ítem 27. En el con Cuando le gusta comunicamos el soporte momento de Ítem 38. Puedo frecuencia estoy muy hablar muy bien entre Ítem 19. de mi tomar contar con mi marido del bebé nerviosa y conmigo nosotros (los Me ayuda marido o decisiones, o novio para en casa novio compartir el cuidado que alterada sobre el problemas, cuando lo durante el siempre nos del bebé hasta que esperamos me apoya embarazo dificultades) necesito parto ponemos de haya nacido acuerdo Válidos 56 56 56 56 56 56 56 56 0 0 0 0 0 0 0 0 Media 5,089 5,179 4,777 5,089 3,973 4,714 4,821 5,536 Mediana 5,000 6,250 5,000 5,000 2,500 5,000 5,000 7,500 Moda ,0 ,0 ,0 ,0 ,0 ,0 ,0 10,0 Desv. típ. 4,0442 4,0970 3,8517 3,9590 3,7470 4,6932 4,0412 4,2830 Las puntuaciones bajas en por ejemplo: “me ayuda en casa cuando lo necesito” (3,973) ponen de manifiesto cómo la limitada colaboración en el hogar por parte del varón, puede ser suplida por la familia de la gestante, recordemos que el 57,1% de ellas reside todavía con sus padres. La puntuación más elevada en esta dimensión es la que se corresponde con el   ítem 38: “puedo contar con mi novio para compartir el cuidado del bebé hasta que haya nacido”. No obstante, no es un resultado muy optimista, siendo por ejemplo, las puntuaciones relativas a la dimensión “aceptación del embarazo” superiores a éstas. Toda esta breve argumentación en torno a esta dimensión se verá complementada a continuación con el análisis de cada una de las variables o ítems que la conforman. En primer lugar, comenzaremos explorando la variable: “cuando estoy nerviosa y alterada mi pareja me apoya”. Los resultados revelan que “mucho” o “con frecuencia” las gestantes mantienen relación con los futuros padres de sus hijos, lo que les lleva a sentirse apoyadas cuando están nerviosas. Si bien, algo más del 30% de la muestra no mantiene ninguna relación de pareja, y por tanto, no disfrutará de este tipo de apoyo cuando experimente nerviosismo. El apoyo de la pareja en situaciones difíciles puede ayudar a consolidar la relación y además, puede prevenir psicopatologías en un futuro próximo.   249     Figura 11.13 Estadísticos de frecuencias “Cuando estoy nerviosa y alterada mi pareja me apoya” A continuación, se efectuará un breve análisis descriptivo en torno a las posibles diferencias que pueden existir entre las mayores (Grupo 2) y las menores de edad (Grupo 1) en relación a este ítem. Si atendemos a Figura 11.14, no se apreciarían grandes diferencias, ya que el grupo mayor de edad (5,710) ha obtenido una puntuación ligeramente superior a las menores de edad (4,64). Figura 11.14 Estadísticos de medias en función de la edad “Cuando estoy muy nerviosa y alterada mi pareja me apoya” Si bien, las menores de edad reflejan una puntuación media inferior a 5, por lo deducimos que no se sienten suficientemente apoyadas por sus parejas. Una de las   250     razones que pueden dar sentido a este resultado, es que, durante la adolescencia, algunas parejas se ven limitadas a la hora de desafiar obstáculos propios de la madurez, especialmente por la falta de experiencia de ambos para identificar y satisfacer sus necesidades. Tras este breve análisis, exploraremos las respuestas que emergen de otra variable “hablamos con frecuencia del bebé que esperamos”. En lo que concierne a este ítem, el 28,6% muestral revela que ambos miembros de la pareja conversan “mucho” sobre el bebé que esperan, mientras el 25% muestral sólo “a veces” reconoce hablar de él (ver Figura 11.15). Teniendo como punto de partida la información anterior, se determinó evaluar de qué modo la pareja dialogaba sobre el embarazo. Los resultados indicaron que disminuía el porcentaje de aquellos que dialogaban “mucho” sobre el bebé (28,6%) en comparación con los que conversaban “mucho” sobre el embarazo (21,4%). En efecto, predominaba ligeramente el interés por tener al bebé, por encima del deseo de experimentar o compartir un embarazo. Figura 11.15 Estadísticos de frecuencias “Hablamos con frecuencia del bebé que esperamos”   251     Figura 11.16 Estadísticos de frecuencias “A mi pareja le gusta hablar conmigo sobre el embarazo”. Se ha destinado un apartado de las entrevistas (ver en anexos) a la investigación psicosocial sobre el tipo de relación que establecerían entre ambos. Las relaciones que mantienen las parejas son bastante dispares, algunas relaciones son temporales, otras tóxicas, pero también, aparecen relaciones algo más estables. Figura 11.17 Estadísticos de frecuencias “Puedo contar con mi novio para compartir el cuidado del bebé hasta que haya nacido”. Respecto a la calidad de la relación que las gestantes mantienen con sus parejas, cabe informar que el 35,7% de ellas estimó poder disponer “mucho” de su pareja para   252     compartir el cuidado del bebé tras su nacimiento. Dentro de las tareas de cuidado podemos incluir: alimentar, cambiar, bañar y otras labores domésticas (preparar biberones o preparar la cuna). Teniendo en consideración estas labores y que la mayoría de las gestantes reside con su familia, es entendible que no se haya obtenido un resultado positivo mayor. Discusión de resultados: calidad de relación con las parejas Gracias a los resultados y a las valoraciones efectuadas por las participantes, podemos concluir que, en general, las adolescentes que tienen pareja pueden disfrutar del apoyo de ésta durante el embarazo. El matiz optimista respecto a la relación que mantienen lo aporta el ítem 3, pues presenta una media muestral de 5,08. Es evidente, que el compartir un hijo implicará hablar de él, pero si no se tiene pareja, las gestantes no podrán disfrutar de esta experiencia. De hecho, el mayor porcentaje de gestantes declaró hablar “mucho” del bebé que esperaban, mientras únicamente una gestante expresó que “nunca” conversaba con su pareja sobre el bebé. Dicho esto, confirmamos que, las adolescentes que tienen y disfrutan de una pareja, encuentran en ella, un apoyo para afrontar esta situación (media: 5,1). Si bien, simultáneamente, mantienen una relación ciertamente inestable, que explicaría lo lejos que está esta puntuación 5,11 de 10. De este modo, pueden así, contar con su pareja para compartir el cuidado del bebé hasta su nacimiento (media: 5,54), pero carecen de ayuda en otros aspectos, como por ejemplo, en las tareas más relacionadas con el hogar (media: 3.97). En este sentido, tampoco tendrán la certeza de poder disponer de estos futuros padres en el parto (media 4, 71). Las gestantes reconocen encontrar dificultades para ponerse de acuerdo con ellos (media 4,82), al mismo tiempo que observamos cierta inestabilidad en estos apoyos, y en definitiva, en la relación que mantienen. Las gestantes que tienen pareja, en su mayoría afirman que sólo “a veces” les gusta hablar del embarazo (26,8%). Con esta afirmación deducimos que tal vez, prefieren hablar del bebé y de su futuro hijo que conversar sobre los cambios propios de la gestación. En lo que concierne a la comunicación en el seno de la pareja, el mayor porcentaje se ha localizado en la frecuencia “mucho” (24,6%), sin embargo, es un porcentaje   253     insuficiente que revela que la mayoría restante no puede disfrutar de esta comunicación con la frecuencia que tal vez debería. Las parejas y las madres de las adolescentes son quienes en ocasiones, posibilitan a éstas verbalizar sus frustraciones, sus temores, pero también serán a menudo, origen de los mismos. Las futuras abuelas, como veremos posteriormente, van a reflejar cierto entusiasmo por estar junto a sus nietos y por ayudar a sus hijas en este período. Estas dos fuentes de apoyo: pareja y madre, serán esenciales en el afrontamiento del embarazo, en cuanto a que podrán hacer más llevadero el camino de transición a la maternidad de la futura madre. Dimensión: preparación para el parto Los ítems que formarán parte de la dimensión “preparación para el parto” serán los siguientes: 5, 12, 13, 23, 24, 26 y 29. En Tabla 11.32 podemos observar detenidamente la distribución de los porcentajes relativos a la preparación del mismo. La mayor puntuación en esta dimensión se da en el ítem 5, relativo a “confío en que el parto se producirá sin problemas y con normalidad”. Si bien, la menor puntuación la localizamos en “podré resistir las incomodidades del parto” y en “estoy bien informada de lo que me espera en el parto”. Es probable, que los riesgos a los que se exponen ante un embarazo temprano, justifiquen esa inseguridad y desconfianza de cara al parto. Tabla 11.31 Estadísticos de medias Preparación al parto Preparación al parto N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,843112 Mediana 7,142857 Moda 5,0000 En Tabla 11.31 observamos cómo las participantes se sienten por lo general, preparadas para el parto (media: 6,84). En la red social han podido encontrar consejos e información procedentes de sus iguales, también gestantes, que les hace sentirse de   254     algún modo preparadas para afrontarlo. Deberíamos determinar entonces, qué entienden por “estar bien informadas”. Tabla 11.32 Estadísticos de medias Preparación al parto Ítem 24: Sé Ítem 29: Ítem 5. Confío Ítem 12: Estoy Ítem 13: Sé lo Ítem 23: de cosas Ítem 26: Pienso Me siento en el parto se bien informada que debo Estoy que pueden que podré bien producirá sin de lo que me hacer cuando prepara ayudarme resistir las informada problemas y espera en el tenga da para durante el incomodidades sobre el con normalidad parto contracciones el parto parto del parto parto Válidos     56 56 56 56 56 56 56   0 0 0 0 0 0 0 Media   7,366 6,741 7,188 6,875 6,607 6,563 6,563 Mediana   7,500 7,500 7,500 7,500 7,500 7,500 7,500 Moda   10,0 5,0 7,5 7,5 5,0 5,0 7,5 Desv.  típ.   2,5858 2,6077 2,3385 2,578 2,5419 2,7619 2,3627 3 Asimetría   -,606 -,148 -,296 -,297 -,189 -,203 -,107 Curtosis   -,365 -1,174 -,892 -1,045 -,580 -,946 -,851 En lo que respecta a la confianza que la adolescente puede depositar en el parto, en Figura 11.18 identificamos cómo el 39,3% manifestó que confiaba “mucho” en que éste fuera a producirse sin problemas, mientras sólo un 7,1% muestral declaró que “nunca” confiaba en ello. Figura 11.18 Estadísticos de frecuencias “Confío en que el parto se producirá sin problemas y con normalidad”.   255     Las puntuaciones registradas en el ítem “estoy bien informada de lo que me espera en el parto” muestran resultados muy heterogéneos. El 30,36 % de las gestantes coincidió en señalar la respuesta “a veces”, mientras otro 14,29 % optó por la opción “nunca”, siendo ésta, la puntuación con la menor frecuencia registrada. Figura 11.19 Estadísticos de frecuencias “Estoy bien informada de lo que me espera en el parto”. Una vez que hemos explorado la percepción que tienen las gestantes sobre la información de la disponen sobre el parto, comprobaremos si se sienten preparadas para afrontarlo y cuáles pueden ser las causas. Recordemos que, la embarazada, en el momento del parto, será la principal protagonista y la que juega un papel activo. Además, en el parto es indispensable disponer de unos conocimientos básicos fundamentales, así como también es vital, que ella se sienta capacitada para poder afrontarlo de forma satisfactoria. En este sentido, tal y como se observa en el gráfico 11.20, el 32,14% de la muestra “con frecuencia” reconoce sentirse preparada para el parto. Resulta interesante ver cómo una parte de ellas se siente preparada para afrontarlo a pesar de su corta edad. Cuando una gestante se aproxima a la fecha del parto, suelen surgir miedos e inseguridades, incluso a menudo pueden sufrir insomnio. Estos resultados optimistas reflejan que, o bien, las gestantes tienen lejos la fecha del parto o disponen de la suficiente información y formación sobre el mismo que les permite poder confiar en sus capacidades para poder afrontarlo.   256     Figura 11.20 Estadísticos de frecuencias “Estoy preparada para el parto” En el análisis del conocimiento que poseen acerca de las estrategias que pueden ayudarles a afrontar más fácilmente el parto, identificamos cómo “a veces” (32,14 %) es la respuesta más común en ellas, frente a la respuesta “nunca” (16,07 %). Continuamos en la misma línea, argumentando que, nuestra muestra es bastante heterogénea en determinadas respuestas. Figura 11.21 Estadísticos de frecuencias “Sé de cosas que pueden ayudarme durante el parto”. Respecto a si las gestantes podrán resistir las incomodidades del parto, el 37,5% muestral estima que “a veces” podrá resistirlas, mientras que únicamente el 16,07 % no confía en poder frenar esas incomodidades.   257     Figura 11.22 Estadísticos de frecuencias “Pienso en que podré resistir las incomodidades del parto” Por último, el análisis de la variable “sé lo que debo a hacer cuando tenga contracciones”, revela que el 33,9% de la muestra “con frecuencia” sabrá lo que tiene que hacer cuando aparezcan las contracciones. Únicamente el 7,1% desconoce cómo actuar o qué hacer cuando llegue el momento del parto. En este ítem, la proximidad de las gestantes al momento del parto influye, ya que suelen acudir a cursos de preparación al parto a mitad o al final del embarazo, condicionando entonces, la valoración que pueden aportar sobre la información y preparación que tienen sobre él. Figura 11.23 Estadísticos de frecuencias “Sé lo que debo hacer cuando tenga contracciones”.   258     Discusión  de  resultados:  preparación  al  parto   Es lógico pensar que puedan existir diferencias en la dimensión “preparación al parto”, en función del momento del embarazo en el que las gestantes se encuentren. Tras el análisis del ítem “sé lo que tengo que hacer cuando tenga contracciones”, hemos podido comprobar cómo las gestantes respondieron: “con frecuencia” y “a veces”   con un 64,3% de representación entre ambas opciones. Dependiendo del momento del embarazo en el que cada una se sitúe, ello podrá influir en el conocimiento sobre cómo ha de ser su actuación cuando se aproxime el momento del parto y se produzcan las primeras contracciones. Antes de dar por término esta dimensión, hemos de advertir que, no podemos confirmar una ausencia total de preparación para el parto en la muestra, pero tampoco podemos asegurar que la información que las gestantes posean sea la más oportuna, científica o fiable. Por lo anteriormente expuesto, aunque el conocimiento sobre el parto haya sido evaluado de forma aceptable, aún queda bastante camino por recorrer, eso sin mencionar la necesidad de actuar sobre la calidad de la información que reciben.   Dimensión:  calidad  de  relación  con  la  madre A continuación y a partir del análisis de los ítems 6, 9, 10, 14, 17, 22, 28, 32 y 36 daremos a conocer el tipo de relación que existe entre las gestantes y sus progenitoras. Las puntuaciones no son elevadas en todos los ítems, las mayores puntuaciones corresponden a los ítems 22 y 36 (“discuten a menudo con sus madres” y “las madres critican sus decisiones”). El análisis de los resultados procedentes de estas dos variables muestra una calidad de relación con la madre algo afectada por factores similares a los descritos en las variables sociodemográficas. Las puntuaciones en ítems como el 6 o el 28, relativos a “mi madre está ilusionada con el bebé que espero” o “mi madre me da ánimos cuando dudo de mi misma” presentan curiosamente puntuaciones bastante similares. Ciertamente, estos resultados perfilan de nuevo una muestra heterogénea, dada la disparidad de respuestas que las gestantes han ofrecido. En las entrevistas también se puede dilucidar grandes diferencias entre las familias a las que pertenecen las adolescentes.   259     Determinar un perfil único de relación madre-hija resulta bastante complejo, por un lado, porque identificamos grandes diferencias entre las gestantes encuestadas, y por otro, porque mientras que los desacuerdos en temas familiares son bastante comunes, también lo son los apoyos y consejos que las adolescentes reciben de sus madres en momentos difíciles. Tras esta breve disertación, damos comienzo al análisis de los ítems que formarán parte de esta dimensión con el fin de obtener una visión general de la misma. Tabla 11.33 Estadísticos de medias Calidad de relación con la madre Ítem 9: Mi Ítem 14: Ítem 22: Ítem 36: Ítem 6: Mi madre No me Ítem 17: Cuando mi Ítem 28: Mi Ítem 32: Mi Mi madre está está Ítem 10: cuesta Mi madre y yo madre me madre me madre ilusionada contenta Mi madre hablar con madre estamos da ánimos anima a critica con el con mi me da mi madre ya juntas, cuando que haga mis bebé que embaraz buenos sobre mis espera a discutimos dudo sobre las cosas a decision espero o consejos problemas su nieto a menudo mí misma mi manera es Válidos 56 56 56 56 56 56 56 56 56 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Media 6,384 5,536 6,116 5,982 6,339 6,786 6,295 5,982 6,563 Mediana 5,000 5,000 5,000 5,000 6,250 7,500 5,000 5,000 7,500 Moda 5,0 5,0 5,0a 2,5a 5,0 5,0 5,0 5,0 5,0 Desv. típ. 2,6509 2,6847 2,6509 2,7252 2,5657 2,5546 2,7382 2,6405 2,7204 Asimetría ,044 ,467 ,051 ,110 ,005 -,026 ,039 ,197 -,070 Curtosis -1,217 -1,004 -1,196 -1,272 -1,105 -1,240 -1,294 -1,142 -1,294 El análisis del ítem 14 “no me cuesta hablar con mi madre sobre mis problemas” revela una comunicación madre-hija que dependerá en gran parte de las circunstancias familiares que estén experimentando. En este sentido, el 58,9% reconoce haber experimentado problemas familiares graves. Así, por ejemplo, un entorno familiar conflictivo podría influir en la dificultad para comunicar los problemas que pudieran estar experimentando. Al conocer estos resultados vamos a indagar sobre las diferencias que pueden darse entre las menores de edad (Grupo 1) y las mayores de edad (Grupo 2) en el ítem 14. Como se aprecia en Figura 11.25, el grupo de gestantes mayores de edad ha reflejado puntuaciones más bajas que las menores, si bien, hemos de recordar que se trata de un análisis descriptivo. Los resultados pueden responder a que las menores de   260     edad necesitan conversar con sus madres de sus problemas con mayor frecuencia que las mayores de edad, especialmente debido a su juventud y a la falta de experiencia en la materia. No obstante, prácticamente las diferencias son imperceptibles (6,339 en menores de edad frente a 5,625 en mayores de edad). Si bien, no debemos caer en el error de generalizar, ya que la muestra presenta una gran diversidad de gestantes, donde algunas mayores de edad necesitan hablar con sus madres de los problemas tanto o más como las menores de edad. Figura 11.24 Estadísticos de medias en función de la edad No me cuesta hablar con mi madre sobre mis problemas El ítem 17 “mi madre ya espera a su nieto”, también pertenece a la dimensión calidad de relación con la madre y a continuación será objeto de análisis. La relación gestante-madre en ocasiones puede ser conflictiva, sin embargo, esta realidad no tiene por qué afectar a la relación que la abuela establecerá con su nieto. De hecho, como podemos verificar en Tabla 11.34, una gran parte de ellas espera su llegada.   261     Tabla 11.34 Estadísticos de frecuencias Mi madre ya espera a su nieto Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 18 32,1 32,1 32,1 Con 16 28,6 28,6 60,7 frecuencia Mucho 12 21,4 21,4 82,1 Nunca 10 17,9 17,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 En este sentido, la mayoría de las madres de las participantes manifestaron un deseo de conocer a su nieto (82,1%). Hallamos resultados muy repartidos, pues un 32% alegó que “a veces” su madre esperaba a su nieto, mientras otro 28,6% advirtió que “con frecuencia” lo esperaba. Estos resultados nos conducen a poder confirmar que las abuelas en general, sí esperan a sus nietos durante el embarazo de sus hijas. Figura 11.25 Estadísticos de frecuencias Mi madre ya espera a su nieto En cuanto a la ilusión que experimentan las madres con el bebé que sus hijas esperan, el 33,9% de las participantes reconoce que esta ilusión sólo tiene lugar de   262     forma ocasional, es decir, “a veces”. Si bien, se aprecian puntuaciones próximas a ésta que reflejarían cierta heterogeneidad muestral. Figura 11.26 Estadísticos de frecuencias Mi madre está ilusionada con el bebé que espero. Figura 11.27 Estadísticos de frecuencias Mi madre está contenta con el embarazo De este modo, en Figura 11.27 identificamos también, cómo el 33,93% de las abuelas de las gestantes “a veces” están contentas con el embarazo de sus hijas,   263     mientras que otro 17,66%, es decir, el menor porcentaje de la muestra, corresponde a las que declaran que sus madres “nunca” están contentas con el embarazo. Deducimos pues, que el embarazo generará ilusión pero no causará excesivo entusiasmo entre las futuras abuelas, a pesar de que el bebé pueda ser bien recibido en un futuro próximo. Figura 11.28 Estadísticos de frecuencias Mi madre me da buenos consejos Respecto a los consejos que pueden recibir de sus madres, las gestantes “con frecuencia” y “a veces” reconocen que sí los reciben. El menor porcentaje se asocia a las que argumentan que esos buenos consejos los reciben “mucho”. Al indagar más en la dimensión “calidad de relación que mantienen con las madres”, podemos inferir cómo en lo que respecta a las discusiones que ambas mantienen, los porcentajes más altos corresponden al grupo de gestantes que “mucho” (30,4%) y “a veces” (37,5%) discuten con ellas cuando pasan tiempo juntas. Asistimos de nuevo a una gran variabilidad de respuestas en la muestra (Figura 11.29). Es normal que las discusiones entre las gestantes y sus madres sean frecuentes, pues como apuntábamos en el marco teórico, se encuentran en la adolescencia y están experimentando cambios bruscos físicos, emocionales, sociales y psicológicos.   264     Figura 11.29 Estadísticos de frecuencias Cuando mi madre y yo estamos juntas discutimos a menudo. En lo que concierne a si las gestantes suelen ser animadas por sus madres cuando lo necesitan, hallamos porcentajes muy repartidos entre las distintas opciones. Por un lado, aproximadamente un 30% de ellas estima que “a veces” son animadas y otro 25% considera que esto ocurre “mucho”. Por el contrario, también predominan gestantes que reconocen que “nunca” disfrutaron de ese apoyo emocional que les hubiera gustado recibir y que las madres podrían haberles proporcionado cuando dudaban de sí mismas (21,43%). Figura 11.30 Estadísticos de frecuencias Mi madre me da ánimos cuando dudo de mí misma   265     En lo que respecta al ítem 28 “mi madre me anima a que haga las cosas a mi manera”, éste representa la concesión de autonomía por parte de la madre a la gestante a la hora de actuar. En este caso, el 33,93% de ellas sostiene que “a veces” son animadas a hacer las cosas a su manera, no obstante, los porcentajes están bastante repartidos. Figura 11.31 Estadísticos de frecuencias Mi madre me anima a que haga las cosas a mi manera. Figura 11.32 Estadísticos de frecuencias Mi madre critica mis decisiones Si atendemos al análisis de cómo la adolescente toma sus propias decisiones durante su embarazo, detectamos cómo un 30,36% coincide en desvelar que “a veces”   266     se producen críticas por parte de sus madres. A esta proporción de gestantes, le sigue el 28,57% que manifiesta ser criticada “mucho” durante el embarazo. Discusión de resultados: calidad de relación con las madres En lo que respecta a la ilusión que manifiestan las futuras abuelas por sus nietos, sólo un 21,4% de las gestantes indicó que sus madres se sentían “muy ilusionadas”. Ante esta información cabría preguntarse, si esa limitada ilusión de las futuras abuelas está afectando al apoyo que confieren a sus hijas durante la gestación. Probablemente, este porcentaje no muy elevado se deba a muy diversas causas, entre ellas, la juventud de las adolescentes. Estas puntuaciones continúan en la línea de lo anteriormente expuesto, no son negativos los resultados, pero sin embargo, no predominan puntuaciones cercanas a 10. Estos resultados también pueden deberse al inevitable impacto inicial que posiblemente han podido experimentar las madres al conocer el embarazo de sus hijas. Respecto al hecho de no costarles esfuerzo conversar con sus madres sobre sus problemas durante la gestación, la mayor parte de ellas alegó que “nunca” sucedía. Estas puntuaciones intermedias no muy claras evidencian cómo con frecuencia pueden producirse dificultades y situaciones de tensión familiar fruto no sólo de un embarazo, sino de una adolescencia. En relación a si discutían madres e hijas, los resultados revelan evidentes problemas de comunicación o desacuerdos entre ambas. Resultaría interesante conocer cómo eran las discusiones antes del embarazo para observar si fueron verdaderamente significativas durante la gestación. Si indagamos en cómo las madres y futuras abuelas durante el embarazo fomentaron la ansiada independencia necesaria para que la hija pudiera ser autónoma en su rol, asistiremos a una limitada concesión. Ello puede deberse a la corta edad y limitada experiencia en materia de embarazo, y a que ceder y dejar a las gestantes “hacer las cosas a su manera” implicaría por parte de las abuelas, facilitar una independencia en la toma de decisiones para la cual a su juicio, pueden no estar suficientemente preparadas. De hecho, las abuelas parecen no estar muy dispuestas a darles esa concesión de libertad.   267     No debe obviarse en absoluto que las madres, partiendo de la gestación de sus hijas, podrían haber tomado una postura tal vez, de mayor sobreprotección hacia ellas, lo que podría desembocar también en una actitud excesivamente crítica hacia las mismas. Cuando las gestantes se aproximan a la maternidad, con frecuencia reciben consejos sobre el cuidado de sus bebés. Sin embargo, estos consejos llegan sin pedirlos y a veces en forma de crítica no constructiva. A ellas, en estos casos, les gustaría que los demás fueran respetuosos, ofreciendo consejos sólo cuando ellas los precisan y/o solicitan. Antes de dar por término esta dimensión, podemos concluir que, las futuras abuelas sí esperan a sus nietos durante el embarazo de sus hijas y por lo tanto, se entiende que exista un apoyo y un deseo común general respecto al nacimiento del bebé. Dimensión: Preocupación por el bienestar propio y del bebé El análisis de las preocupaciones por el bienestar propio y del bebé en nuestra muestra arroja puntuaciones muy heterogéneas, que responden también a la propia individualidad y peculiaridad de cada adolescente participante que afronta su embarazo. El conocimiento de estas preocupaciones es fundamental, especialmente, porque puede ser necesaria una asistencia psicológica y por el impacto que puede causar el embarazo desde un punto de vista psicológico en la futura madre (Neto, Marques & Rocha, 2008). Al observar el gráfico de medias de los ítems que confieren sentido a esta dimensión (Tabla 11.35 y 11.36), identificaremos cómo la puntuación media de los ítems implicados en la dimensión, supera el cinco sobre diez, siendo la media 6,58. Las puntuaciones más altas se dan en el ítem 7: “me preocupa que el bebé pueda tener alguna enfermedad o problemas físicos o mentales” y en el ítem 8: “soy pesimista, me pongo en lo peor cuando me duele algo”. Las puntuaciones inferiores corresponden al ítem 37:“no puedo dejar de pensar en los problemas que puedan surgir en el parto”, estas puntuaciones pueden estar relacionadas con el hecho de que algunas de ellas todavía no han percibido que el momento del parto esté próximo en el tiempo. Es posible que la gestante sienta que el   268     día del parto queda lejano en el tiempo como para pensar en problemas y dificultades que puedan derivarse del mismo. El apoyo que pueda proporcionar la pareja durante el parto podrá atenuar las preocupaciones y temores de la adolescente. Además, afrontar un embarazo juntos, puede ser una forma de poder estrechar lazos y compartir una experiencia vital que marcará sus vidas. Tabla 11.35 Estadísticos de medias Preocupación en el embarazo N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,582341 Mediana 6,666667 Moda 8,8889 Desv. típ. 1,9676962 Asimetría -,198 Curtosis -,998 Al comienzo del análisis de los resultados registrados en esta dimensión, llama nuestra atención cómo en el ítem “me preocupa que el bebé pueda tener alguna enfermedad o problemas físicos o mentales” el 37,5% de ellas reconoció experimentar esta preocupación de forma ocasional, es decir, tan solo “a veces” (ver figura 11.33). Argote y Vásquez (2007) expusieron cómo muchas gestantes antes del nacimiento intentaban evitar situaciones que les generaban sentimientos negativos (tristeza, rabia, angustia) pues sabían que estos podrían afectar a sus bebés. En nuestro caso además, estas preocupaciones ocasionales pueden explicarse dada la juventud de las gestantes y a que las enfermedades físicas no han sido para ellas un motivo de preocupación en su pasado más reciente. Estas preocupaciones son ciertamente normales, como afirman Dana y Marion (1983), “la mujer cuando llega a ser madre adquiere una dimensión nueva, una visión más amplia de la existencia; multiplica sus funciones y sus responsabilidades” (Dana y Marion, 1983; p. 59.   269     Tabla 11.36 Estadísticos de medias Preocupación en el embarazo Ítem7. Me preocupa Ítem 21: Ítem 25: Ítem 35: que el Ítem 8. Tengo Me Ítem 30: Tengo Ítem 37: bebé Soy Ítem 16: miedo a angustia Me miedo No puedo pueda pesimist No dejo Ítem 18: Me que n las preocup de dejar de tener a, me de pensar preocupa puedan posibles a que perder pensar en alguna pongo en los que el parto hacerm complica algo el bebé los enfermeda en lo problema se e ciones pueda ir durante problemas d … peor… s… alargue… daño… del parto mal … el parto … Válidos 56 56 56 56 56 56 56 56 56 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Media 6,205 6,161 5,893 6,027 5,759 5,982 5,804 5,938 5,491 Mediana 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 Moda 5,0 5,0 7,5 5,0 5,0 5,0 5,0 5,0 5,0 Desv. típ. 2,5669 2,8189 2,6297 2,6448 2,2320 2,5530 2,1902 2,5921 2,4504 Asimetría ,154 ,092 ,101 ,243 ,464 ,195 ,321 ,195 ,309 Curtosis -1,090 -1,365 -1,190 -1,131 -,393 -1,040 -,468 -1,088 -,918 Percentiles 25 5,000 3,125 2,500 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 2,500 50 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 75 7,500 9,375 7,500 7,500 7,500 7,500 7,500 7,500 7,500 En esta Tabla 11.36 hemos podido identificar las medias obtenidas en cada uno de los ítems que conforman esta dimensión. Figura 11.33 Estadísticos de frecuencias Ítem 7: Me preocupa que el bebé pueda tener alguna enfermedad Además de esta preocupación en torno a que el bebé pueda tener alguna enfermedad, articularemos el análisis de otro ítem interesante relativo a esta dimensión:   270     “me preocupa que el bebé pueda tener alguna enfermedad” (ítem 16). En este caso, el menor porcentaje lo reúne el 16,07% de las adolescentes, quienes se perciben pesimistas respecto al tema (con una frecuencia de “mucho”). Figura 11.34 Estadísticos de frecuencias Ítem 16: No dejo de pensar en los problemas que el bebé pueda tener. Tabla 11.37 Estadísticos de frecuencias Ítem 18: Me preocupa que el parto se alargue más de lo normal y eso le afecte al bebé Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 12 21,4 21,4 21,4 A veces 21 37,5 37,5 58,9 Con frecuencia 11 19,6 19,6 78,6 Mucho 12 21,4 21,4 100,0 Total 56 100,0 100,0 Como se puede apreciar en Tabla 11.37, los porcentajes están bastante repartidos en cuanto al miedo a que el parto pueda alargarse más de lo normal. Estos resultados nos sorprenden, pues estas adolescentes frente a otras adultas, como apuntan Neto y Rocha (2008), constituyen un grupo de riesgo, están más sujetas a complicaciones como: la eclampsia, la anemia, el parto prematuro y a tener recién nacidos de bajo peso (Neto y Rocha, 2008, p.3).   271     Continuando con el estudio de esta dimensión, identificamos también cómo la mitad de las participantes desveló que “a veces” les daba miedo poder sufrir daños en el parto (50%), por otra parte, únicamente 7 de ellas reconocieron experimentar “mucho” miedo. Tabla 11.38 Estadísticos de frecuencias Ítem 21: Tengo miedo a que puedan hacerme daño en el parto Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 9 16,1 16,1 16,1 A veces 28 50,0 50,0 66,1 Con frecuencia 12 21,4 21,4 87,5 Mucho 7 12,5 12,5 100,0 Total 56 100,0 100,0 Tabla 11.39 Estadísticos de frecuencias Ítem 25: Me angustian las posibles complicaciones del parto. Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 12 21,4 21,4 21,4 A veces 20 35,7 35,7 57,1 Con frecuencia 14 25,0 25,0 82,1 Mucho 10 17,9 17,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 Respecto a los miedos e inseguridades que suelen atormentar a las gestantes durante el embarazo, advertimos también, cómo “a veces” se angustian al pensar en las posibles complicaciones que pueden aparecer (35,7%). De la muestra, sólo a 10 de ellas les angustia “mucho” la idea de que acontezcan diversas complicaciones. En la misma dirección, evidenciamos cómo el 46,4% de ellas “a veces” siente preocupación por este tipo de complicaciones. Como apuntaban Argote y Vásquez (2007), aunque el embarazo y el parto sean procesos normales, propios de la mujer, y además tengan un marcado carácter biológico, en cada cultura se conciben de forma diferente. Es decir, el embarazo no deja de ser un proceso biológico que está moldeado   272     por la sociedad, de hecho cada familia lo percibe de forma diferente. Esto explicaría en parte, por qué nuestros porcentajes están tan repartidos y las respuestas son tan heterogéneas entre las participantes. Tabla 11.40 Estadísticos de frecuencias Ítem 30: Me preocupa que algo pueda ir mal en el parto Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 9 16,1 16,1 16,1 A veces 26 46,4 46,4 62,5 Con frecuencia 15 26,8 26,8 89,3 Mucho 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 En consonancia con lo que venimos argumentando, a continuación examinaremos si las gestantes tienen pensamientos frecuentes relacionados con problemas que pueden sufrir en el parto. En este caso, observaremos cómo a 6 adolescentes les invade “mucho” este tipo de pensamientos, mientras a otras 19 gestantes sólo les sucede “a veces”. Como se puede deducir, predomina de nuevo una gran heterogeneidad de respuestas entre las participantes en cuanto a la preocupación que manifiestan. Tabla 11.41 Estadísticos de frecuencias Ítem 37: No puedo dejar de pensar en los problemas que pueden surgir en el parto Ítem 37: No puedo dejar de pensar en los problemas que pueden surgir en el parto Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 16 28,6 28,6 28,6 A veces 19 33,9 33,9 62,5 Con frecuencia 15 26,8 26,8 89,3 Mucho 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 Discusión de resultados: preocupación por el bienestar del bebé y de sí misma Todos los ítems en esta dimensión han superado la media (5), sin embargo, algunos de ellos han alcanzado una puntuación ligeramente más elevada, como es el caso del miedo a perder el bebé.   273     En esta línea, tras examinar la muestra, advertimos cómo “a veces” una gran parte de ellas ha experimentado preocupación sobre aspectos relacionados con el bebé. Identificamos también, como el mayor acuerdo en esta dimensión se da en un 46,4% de ellas, quienes “a veces” han mostrado preocupación al anticipar que algo pudiera ir mal durante el parto. La variabilidad de respuestas manifestadas pone de relieve cómo la personalidad de cada gestante, es única y diferente al resto, siendo el miedo al parto un miedo particular en cada una de ellas. Tras esclarecer los resultados de esta dimensión, hemos podido probar cómo algunas adolescentes “a veces” reconocen angustiarse por problemas que podrían acontecer en el parto, aproximadamente el 33,9% de ellas así lo expresó. Este porcentaje está muy próximo al de las gestantes que, “nunca” o “con frecuencia” se angustian por este tema. Las adolescentes en general, experimentan ciertos miedos ante el parto, aún desconocido y no experimentado. No obstante, el mayor miedo que mostraron atendiendo a sus afirmaciones, fue el miedo a perder el bebé. El contar o disponer de una figura de apoyo importante, tener confianza en sus posibilidades o incluso, ser optimista, son factores que pueden ayudar a la gestante a preocuparse por el embarazo, pero en su justa medida. Como afirman Dana y Marion (1983), “la adaptación del organismo a este embarazo provocará molestias más o menos importantes, muchas desaparecerán a partir del tercer mes” (Dana y Marion, 1983; p. 47). A continuación damos paso a la exploración de otra de las dimensiones más importantes para la gestante, ya que de ella dependerá el buen transcurso del embarazo así como su futura maternidad. Se trata de la dimensión: “identificación satisfactoria con el rol materno”. Dimensión: identificación satisfactoria con el rol materno Para poder extraer información relevante de esta dimensión, hemos de profundizar en el análisis de los ítems 39, 40, 41 y 42 del cuestionario.   274     Tabla 11.42 Estadísticos de medias Identificación satisfactoria con el rol materno N Válidos 56 Perdidos 0 Media 7,46652 Mediana 8,12500 Moda 8,750 Desv. típ. 1,699848 Asimetría -,791 Curtosis -,159 En Tabla 11.42 aparece representada la media obtenida en esta dimensión a partir de los ítems que la conforman. Es una media relativamente alta si la comparamos con otras dimensiones del cuestionario. Tabla 11.43 Estadísticos de medias Identificación satisfactoria con el rol materno Identificación satisfactoria Ítem 39. Ya Ítem 40. Creo que Ítem 41. Tengo la con el rol materno siento afecto por puedo ser una sensación de que Ítem 42. Estoy feliz el bebé buena madre disfrutaré del bebé con este embarazo N Válido 56 56 56 56 s Perdid 0 0 0 0 os Media 8,080 6,920 8,214 6,652 Mediana 7,500 7,500 10,000 7,500 Moda 10,0 7,5 10,0 7,5 Desv. típ. 2,1315 2,0775 2,1167 2,2501 Asimetría -,838 -,126 -,780 -,193 Curtosis -,121 -,578 -,606 -,657 Percentiles 25 7,500 5,000 7,500 5,000 50 7,500 7,500 10,000 7,500 75 10,000 7,500 10,000 7,500 Las puntuaciones son bastante altas especialmente en algunos ítems (como por ejemplo, el ítem 39), lo que evidencia que las gestantes tienen muy presente que ya   275     sienten afecto por el bebé, se sienten felices, y además, por lo general, creen que podrán ser buenas madres. Respecto al ítem 41: “tengo la sensación de que disfrutaré del bebé”, y tal y como confirman las entrevistas, las gestantes pueden imaginarse durante su embarazo a sí mismas junto a sus bebés disfrutando de su compañía. Las adolescentes se identifican además, con el rol materno, esta realidad es determinante para su adaptación al embarazo y maternidad. Hemos de precisar que, aunque algunas adolescentes no se encontraban en estado avanzado de gestación cuando respondieron a este cuestionario, todas habían asumido que seguirían adelante, ello explicaría además este resultado tan optimista. Las participantes estiman que con frecuencia podrán ser buenas madres (42,9%), estas respuestas son alentadoras en lo que respecta a la adaptación al embarazo, ya que únicamente 3 gestantes creen que “nunca” podrán ser buenas madres. Cabría preguntarse al respecto qué significa ser buena madre para estas adolescentes. Tabla 11.44 Estadísticos de frecuencias Ítem 40. Creo que puedo ser una buena madre Ítem 40. Creo que puedo ser una buena madre Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 3 5,4 5,4 5,4 A veces 18 32,1 32,1 37,5 Con frecuencia 24 42,9 42,9 80,4 Mucho 11 19,6 19,6 100,0 Total 56 100,0 100,0 Nuestro propósito a continuación, a partir de las respuestas registradas, es conocer la ilusión que manifiestan frente al hijo que esperan. Para tal efecto, hemos de recurrir al análisis del ítem “tengo la sensación de que disfrutaré del bebé”. En él se refleja cómo más de la mitad de las gestantes esperan disfrutar de su bebé (51,8%). Únicamente una de ellas niega tener la sensación de que disfrutará de él, siendo este un resultado alentador para la investigación.   276     Tabla 11.45 Estadísticos de frecuencias Ítem 41. Tengo la sensación de que disfrutaré del bebé. Ítem 41. Tengo la sensación de que disfrutaré del bebé Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Nunca 1 1,8 1,8 1,8 A veces 11 19,6 19,6 21,4 Con 15 26,8 26,8 48,2 frecuencia Mucho 29 51,8 51,8 100,0 Total 56 100,0 100,0 Por otra parte, también hemos de examinar los porcentajes que se obtienen en el ítem 39 “ya siento afecto por el bebé”, en él la mayor puntuación recae en “mucho” (46,4%) y “con frecuencia” (33,9%); siendo “nunca” (3,6%) y “a veces” (16,1%) las opciones menos seleccionadas por la muestra, pues no alcanzarían el 20% del total. Este resultado optimista refleja una identificación con el rol materno bastante satisfactoria. Sin embargo, no hemos de obviar que, 11 gestantes o bien sólo “a veces” (9 gestantes) o “nunca” (2 gestantes) han sentido afecto por él. Tabla 11.46 Estadísticos de frecuencias Ítem 39. Ya siento afecto por el bebé Ítem39. Ya siento afecto por el bebé Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 9 16,1 16,1 16,1 Con frecuencia 19 33,9 33,9 50,0 Mucho 26 46,4 46,4 96,4 Nunca 2 3,6 3,6 100,0 Total 56 100,0 100,0 A pesar de no ser el 19,7% un porcentaje muy elevado, sí nos alarma, ya que, según la información vertida, estas gestantes no sentirían con frecuencia afecto por su bebé. Volviendo a Neto y Rocha (2008), hemos de recordar que la gestante a menudo se enfrenta a una inestabilidad emocional y a una necesidad de afecto, y a veces, más que   277     dar apoyo necesita recibirlo. Probablemente, estas gestantes que no sienten afecto por el bebé necesiten también recibir afecto por parte de su entorno familiar o social más próximo. En Tabla 11.47 se representa el análisis de las medias de centralización del ítem 39. En él la media toma el valor de 8,08, teniendo una mediana de 7,5 (es decir, el 50% de los valores están por debajo de ese valor) y una moda de 10. En lo que respecta a las medidas de posición, el primer cuartil toma un valor de 7,5 (es decir, el 25% de los datos están por debajo de ese valor) y el tercer cuartil un valor de 10 (es decir, el 75% de los datos están por debajo de ese valor). Tabla 11.47 Estadísticos de medias Ítem 39: Ya siento afecto por el bebé Ítem 39. Ya siento afecto por el bebé N Válidos 56 Perdidos 0 Media 8,080 Mediana 7,500 Moda 10,0 Desv. típ. 2,1315 Asimetría -,838 Error típ. de asimetría ,319 Curtosis -,121 Error típ. de curtosis ,628 Mínimo 2,5 Máximo 10,0 Percentiles 25 7,500 50 7,500 75 10,000 Una vez que conocemos el afecto que presenta la gestante por su bebé, nos detendremos en el ítem 42: “estoy feliz con el embarazo”, en él podemos comprobar cómo la mayor puntuación se va a localizar en “a veces” (30,4%), mientras que la opción “nunca” (10,7%) será la puntuación más baja obtenida en la muestra.   278     Tabla 11.48 Estadísticos de frecuencias Ítem 42. Estoy feliz con este embarazo Ítem 42. Estoy feliz con este embarazo Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 17 30,4 30,4 30,4 Con frecuencia 23 41,1 41,1 71,4 Mucho 10 17,9 17,9 89,3 Nunca 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 Estos resultados que acabamos de presentar perfilan una identificación con el rol materno bastante optimista. En cuanto a las medidas de centralización del ítem 42 (ver Tabla 11.51), podemos advertir que la media de este ítem toma el valor de 6,65, teniendo una mediana de 7,5 (es decir, el 50% de los valores están por debajo de ese valor) y una moda también de 7,5. En lo que respecta a las medidas de posición, el primer cuartil tendría un valor de 5 (es decir, el 25% de los datos están por debajo de ese valor) y el tercer cuartil un valor de 7,5 (es decir, el 75% de los datos están por debajo de ese valor). Esto refleja que la felicidad predominaría en un 75% de la muestra. En este sentido y continuando con la exploración de este ítem: “estoy feliz con el embarazo”, percibimos algunas diferencias entre las mayores (Grupo 2) y las menores de edad (Grupo 1). Tabla 11.49 Estadísticos de medias Ítem 42. Estoy feliz con este embarazo Ítem 42. Estoy feliz con este embarazo N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,652 Mediana 7,500 Moda 7,5 Desv. típ. 2,2501 Asimetría -,193 Error típ. de asimetría ,319   279     Las diferencias en función de la edad respecto al sentimiento de felicidad con el embarazo, no son muy evidentes (6,429 frente a 6,875). Las mayores de edad se sienten ligeramente más felices con el embarazo que las menores, dado que, la mayor parte de las que han planificado su embarazo son mayores de edad. Estas diferencias han sido detectadas mediante un análisis descriptivo, por esta razón, no podemos confirmar que sean significativas sin realizar el pertinente análisis inferencial. Tabla 11.50 Estadísticos de medias Estoy feliz con este embarazo. Diferencias entre grupos GRUPO EDAD Estadístico 1 Media 6,429 Intervalo de confianza para la Límite inferior 5,577 media al 95% Límite superior 7,281 Mediana 7,500 Ítem 42. Estoy feliz con este embarazo Varianza 4,828 2 Media 6,875 Intervalo de confianza para la Límite inferior 5,975 media al 95% Límite superior 7,775 Mediana 7,500 Varianza 5,382 Desv. típ. 2,3199 Discusión de resultados: identificación con el rol materno La identificación con el rol materno es una de las dimensiones más importantes en el proceso de adaptación al embarazo, ya que condicionará la práctica e implementación de hábitos saludables por parte de la futura madre, lo que beneficiará a su vez al bebé que espera. En general, se han registrado unas puntuaciones bastante altas, las cuales influirán positivamente en la adaptación de la adolescente al embarazo. Prácticamente la mitad de las participantes siente afecto por el bebé, todo ello a pesar de que aún no lo tiene entre sus brazos. Además, nuestras gestantes estiman que disfrutarán del bebé cuando éste nazca, esta resolución satisfactoria también es vital para que la adolescente vaya preparándose y adaptándose a la maternidad.   280     Ellas por lo general, se sienten felices con el embarazo, aproximadamente el 40% “con frecuencia” así lo confirma, desafortunadamente, muy próximas a este porcentaje situamos a otras gestantes que sólo “a veces” se sienten felices (aproximadamente el 30%). Fruto de las entrevistas, fue posible comprobar cómo su principal preocupación era la de ser feliz a lo largo de su vida, y por tanto, tener un bebé constituía un medio para lograrlo (en detrimento de las metas académicas). La felicidad no suele ser permanente y más aún en su gestación tan precoz, por ello, es ciertamente normal, que algunas embarazadas reconozcan que sólo “a veces” se sienten felices. Entre estas conclusiones podemos incorporar también que la muestra en general, se identifica con el rol materno desde la gestación del hijo. Experiencias personales y sociales se sucederán antes del nacimiento del bebé, y probablemente, y si las circunstancias y el entorno lo permiten, favorecerán dicha identificación. Las gestantes focalizarán en el bebé, un nuevo futuro proyecto de vida, en ese momento, “el rol materno”, ocupará para ellas un rol específico, insustituible y único. Si bien, la personalidad de la gestante, junto con su forma de resolver conflictos durante el embarazo, podrán ejercer una función clave en el quehacer diario, favoreciendo en mayor o menor medida, el proceso de identificación con el rol materno. Dimensión complementaria: calidad de relación con el padre Para obtener evidencias en relación a esta dimensión, la atención se focalizará en los ítems 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50 y 51. Estos ítems han sido introducidos de forma complementaria al cuestionario y a partir de ellos, podremos medir la calidad de la relación que la gestante mantendrá con su padre. Ya a simple vista, observamos que las puntuaciones de los ítems son superiores a 4, pero inferiores a 5 sobre 10, lo que indicaría un notable grado de desacuerdo con respecto a los mismos. Las puntuaciones no son nada elevadas, dado que hay gestantes que no tienen una figura paterna de referencia con la que poder interactuar diariamente. El ítem que cuenta con menor grado de acuerdo es el que alude al entusiasmo que manifiesta el padre de la gestante ante el embarazo de su hija (con una puntuación de 4,063).   281     Tabla 11.51: Estadísticos de medias Calidad de relación con el padre Calidad de relación con el padre N Válidos 56 Perdidos 0 Media 4,871032 Mediana 5,555556 Moda ,0000 Desv. típ. 2,7355191 Tabla 11.52: Estadísticos de medias Calidad de relación con el padre Ítem 43: Mi Ítem 46: Ítem 48: Ítem 50: Mi padre está No me Cuando mi Ítem 49: Mi padre me ilusionado Ítem 44: Mi Ítem 45: cuesta Ítem 47: padre y yo padre me anima a con el padre está Mi padre hablar con Mi padre estamos da ánimos que haga Ítem 51: Mi bebé que contento me da mi padre ya juntos, cuando las cosas padre critica espero con mi buenos sobre mis espera a discutimos dudo sobre a mi mis embarazo consejos problemas su nieto a menudo mí misma manera decisiones N 56 56 56 56 56 56 56 56 56 Válidos 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Media 4,866 4,063 4,688 4,866 4,464 5,911 4,821 4,821 4,375 Mediana 5,000 3,750 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 5,000 Moda 5,0 2,5 5,0 5,0 5,0 5,0 5,0 5,0 5,0 Desv. 3,1050 2,9218 3,0919 3,2129 2,7267 3,3698 3,0097 2,9717 3,0245 Típica Asimetría -,131 ,360 ,007 ,050 -,253 ,067 -,247 -,262 ,184 Curtosis -,847 -,647 -,836 -,802 -,607 -1,079 -,864 -,764 -,796 Las adolescentes debían responder a todos los ítems del cuestionario, independientemente de la relación positiva o negativa que mantuvieran con su figura paterna. Pues aunque en algunos casos la relación era estrecha, en otros podía ser conflictiva pero aún así esporádica, pudiendo existir relación entre ellos en ciertos momentos de la gestación.   282     Tabla 11.53: Estadísticos de frecuencias Ítem 43. Mi padre está ilusionado con el bebé que espero Mi padre está ilusionado con el bebé que espero Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos No relación 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 8 14,3 14,3 32,1 A veces 19 33,9 33,9 66,1 Con frecuencia 13 23,2 23,2 89,3 Mucho 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 En el ítem: “mi padre está ilusionado con el bebé que espero”, localizamos a diez gestantes que reconocen no mantener relación alguna con ellos. Lo más destacable de los casos examinados, es que únicamente 6 gestantes percibieron que sus padres estaban muy ilusionados con el nacimiento de su nieto. Tabla 11.54: Estadísticos de frecuencias “Mi padre me da buenos consejos” Mi padre me da buenos consejos Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos No relación 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 10 17,9 17,9 35,7 A veces 19 33,9 33,9 69,6 Con frecuencia 11 19,6 19,6 89,3 Mucho 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 En lo que respecta a los consejos proporcionados por los padres (“mi padre me da buenos consejos”), una parte importante de las gestantes respondió que sus progenitores les proporcionaban consejos ocasionalmente (33,9%), mientras que otras 10 gestantes no los recibían “nunca” (17,9%). A continuación, investigaremos cómo los padres esperan a sus nietos, recordemos que el papel del padre constituye una figura de apego clave, pues como indican los   283     autores  Ávila, Maldonado, Saldarriaga, Veja & Díaz (2004), “la maternidad a esta edad se enmarca dentro de lo que algunos autores denominan sistemas familiares de tres generaciones, conformados por abuelos, madres adolescentes y bebés (Ávila et al., 2004, p. 411). En esa relación padre/hija durante el embarazo será trascendental cómo el futuro abuelo comienza a prepararse para la llegada de su futuro nieto. Es casi indiscutible el que la relación futura entre el abuelo y el nieto fomentará importantes beneficios psicológicos para ambos, pero también para las futuras madres adolescentes, quienes pueden verse más respaldadas y experimentar mayor bienestar con su maternidad. Tabla 11.55: Estadísticos de frecuencias Mi padre ya espera a su nieto Mi padre ya espera a su nieto Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos No relación 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 8 14,3 14,3 32,1 A veces 24 42,9 42,9 75,0 Con frecuencia 12 21,4 21,4 96,4 Mucho 2 3,6 3,6 100,0 Total 56 100,0 100,0 Tal y como se puede apreciar en Tabla 11.55, la mayor parte de las gestantes ha respondido que “a veces” su padre “espera a su nieto”, mientras únicamente 2 de ellas han reconocido que lo espera “mucho”. Como podemos advertir, no se daría un rechazo evidente hacia el nieto, pero tampoco habría lugar para una espera cargada de expectativas. Más bien se trataría de una espera ocasional, limitada a determinados momentos del embarazo. A continuación se acometerá el análisis de dos ítems vinculados a la comunicación que se establecerá entre el padre y la gestante. Uno de ellos se refiere al diálogo sobre los problemas y el otro a las discusiones paterno-filiales.   284     Figura 11.35: Estadísticos de frecuencias No me cuesta hablar con mi padre sobre mis problemas Tabla 11.56: Estadísticos de frecuencias “Cuando mi padre y yo estamos juntos discutimos a menudo” Cuando mi padre y yo estamos juntos, discutimos a menudo Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos No relación 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 11 19,6 19,6 37,5 A veces 16 28,6 28,6 66,1 Con frecuencia 9 16,1 16,1 82,1 Mucho 10 17,9 17,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 Si indagamos sobre la comunicación que mantienen padre e hija durante este período prenatal, podemos verificar cómo algunas gestantes “a veces” no les cuesta conversar con sus padres sobre sus problemas (39,3%) y “a veces” discuten con ellos (28,6%). Otra parte de la muestra reconoce que “nunca” discute con su padre (19,6%) mientras otras participantes “con frecuencia” y “mucho” sostienen mantener discusiones con ellos (el 16,1% y el 17,9% respectivamente).   285     Tabla 11.57: Estadísticos de frecuencias Mi padre me da ánimos cuando dudo sobre mí misma Mi padre me da ánimos cuando dudo sobre mí misma Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos No relación 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 8 14,3 14,3 32,1 A veces 18 32,1 32,1 64,3 Con frecuencia 16 28,6 28,6 92,9 Mucho 4 7,1 7,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 Tras inspeccionar la heterogeneidad de respuestas que ofrecen las participantes en cuanto a las discusiones y problemas que se originan entre ellos, averiguaremos cómo es el apoyo emocional que dispensan estos padres a sus hijas cuando ellas dudan de sí mismas. En este caso, sólo 4 gestantes perciben el apoyo incondicional de sus padres, es decir, únicamente 4 de ellas seleccionaron la respuesta “mucho” a este ítem. El 32,1% restante mostró conformidad en considerar que sólo “a veces” recibe de él, el aliento suficiente que necesita cuando le surgen dudas. Tabla 11.58: Estadísticos de frecuencias “Mi padre me anima a que haga las cosas a mi manera” Mi padre me anima a que haga las cosas a mi manera Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos No relación 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 7 12,5 12,5 30,4 A veces 20 35,7 35,7 66,1 Con frecuencia 15 26,8 26,8 92,9 Mucho 4 7,1 7,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 En cuanto al estudio de la autonomía que los padres conceden a sus hijas gestantes, podemos advertir cómo “a veces” estos les permiten hacer las cosas a su manera (35,7% de la muestra), sin embargo, para otro 26,8% esta concesión de   286     autonomía se produciría “con frecuencia”. Estos resultados evidencian que en general, las adolescentes son apoyadas, aunque no en el mismo grado. Figura 11.36: Estadísticos de frecuencias “Mi padre critica mis decisiones” Además, como se puede interpretar de la Figura 13.36, los padres critican las decisiones de las gestantes “a veces” en un 30,4% de los casos. Una vez que hemos descrito todas las dimensiones, vamos a conocer la media general de todo el cuestionario que se obtendría considerando todo el conjunto de puntuaciones medias extraidas de cada una de estas dimensiones. Nuestro propósito es averiguar si considerando la dimensión: “calidad de relación con el padre” disminuiría la puntuación final relativa a la “adaptación al embarazo”. Si conservamos las dimensiones originales del Cuestionario de Armengol et al. (2007), observaremos que la media obtenida de todos los ítems es de 6,41 sobre 10. Esta puntuación, a pesar de no ser próxima a 10, muestra cómo las gestantes en general se adaptan al embarazo. Si además de familiarizarnos y conocer la adaptación al embarazo teniendo en cuenta las dimensiones originales de Armegol et al. (2007) (ver Tabla 11.59), queremos incorporar la dimensión relativa a “la calidad de relación que mantienen con el padre”, la media descendería a un 6,19 sobre 10 (ver Tabla 11.59).   287     Tabla 11.59: Estadísticos de medias Adaptación del embarazo sin tener en cuenta la figura paterna Adaptación del embarazo N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,411633 Mediana 6,725198 Moda 3,2879a Desv. típ. 1,6529233 Asimetría -,209 Curtosis -,856 Percentiles 25 4,966601 50 6,725198 75 7,579572 Estas diferencias entre ambas puntuaciones indican que, por lo general, nuestra muestra se adaptaría bien al embarazo, pero no tan satisfactoriamente cuando se considera la relación que mantienen con el padre. Si bien, desde una perspectiva descriptiva, no existirían grandes diferencias entre ambos resultados, siendo las dos puntuaciones medias aceptables en cuanto al nivel de adaptación que reflejan. Tabla 11.60: Estadísticos de medias Adaptación del embarazo teniendo en cuenta la figura paterna Estadísticos Adaptación del embarazo+ calidad de relación con el padre N Válidos 56 Perdidos 0 Media 6,191547 Mediana 6,391227 Moda 2,8719a Desv. típ. 1,6558956 Asimetría -,160 Curtosis -,881 Percentiles 25 4,797477 50 6,391227 75 7,517184 a. Existen varias modas. Se mostrará el menor de los valores.   288     Discusión de resultados: calidad de relación con el padre Los resultados que se derivan de esta dimensión evidencian cómo el embarazo adolescente parece haber repercutido en la ilusión que manifiestan los futuros abuelos por sus nietos, pues aproximadamente solo un 10% de las gestantes indicó que sus padres varones estaban muy ilusionados con el nacimiento de su futuro bebé. Por esta razón, deducimos que esa frágil ilusión, está afectando al apoyo que confieren a sus hijas durante la gestación. Al mismo tiempo, a partir de las respuestas recogidas, somos conscientes de que las adolescentes no depositan excesiva confianza en sus padres. Además, a ellas también les costaba gran esfuerzo hablar específicamente sobre sus problemas con sus padres. Estos resultados pueden deberse a que algunas gestantes pertenecen a familias con graves problemas familiares. En relación a las discusiones que mantenían padres e hijas, se puede intuir la presencia de desacuerdos y problemas de comunicación. Sería interesante observar cómo eran las discusiones antes del embarazo para observar si son verdaderamente más significativas durante la gestación. En lo que respecta a la sobreprotección paterna, no hemos identificado en absoluto resultados positivos, sino más bien, bastante heterogeneidad. En este sentido, los futuros abuelos no aprueban algunas de las decisiones que ellas han tomado, de hecho las critican “a veces” en el aproximadamente 30% de los casos. Por otra parte, es evidente que los padres de las gestantes esperan a sus nietos durante el embarazo, si bien casi el 43% de las gestantes expresó que sólo ocurría “a veces” por consiguiente, identificamos ciertas carencias de apoyo paterno en esos momentos previos al nacimiento del bebé. Fruto de las entrevistas efectuadas, se pudo esclarecer también cómo las relaciones entre la gestante y la figura paterna no fueron del todo satisfactorias durante la gestación, y en muchos casos tampoco lo fueron con anterioridad a la misma. Discusión final de resultados: adaptación al embarazo Cabe argumentar, en último término de análisis descriptivo, que estas puntuaciones medias positivas en “adaptación al embarazo” han sido en gran medida, precipitadas por las motivaciones e ilusiones que exhibieron las gestantes con “el nuevo   289     ser” (prueba de ello son las puntuaciones obtenidas en identificación con el rol materno), pues independientemente de los apoyos que reciban y carezcan (gran parte de ellas carecen de soportes consistentes), es evidente que la mayoría al final sí termina adaptándose. De hecho se protegen y focalizan el interés en el bebé, pues éste, tal y como hemos detectado les permite poder ilusionarse, motivarse y aceptar el embarazo. Asimismo se puede inferir de los resultados, que a pesar de que algunas de estas gestantes nunca han planificado el embarazo, tampoco han deseado no estar embarazadas. Esto es un indicio de que a pesar de que el embarazo no haya sido planificado, tal vez inconscientemente el nuevo ser sí ha podido ser deseado. Por tanto, éste ha podido dar sentido de algún modo a un vacío emocional o ha podido dar respuesta a sus motivaciones inconscientes, tal y como indicó Langer (1983). Es esencial tener en cuenta, que podemos llegar a estas conclusiones no sólo por los resultados de este cuestionario, sino también por las entrevistas. Esta aceptación o no aceptación, como si de un continuo se tratase, ha tenido un papel determinante en la adaptación general al embarazo, pues ha supuesto poder situarnos en un polo positivo o negativo durante el mismo. Tras esta disertación más o menos pormenorizada de cada una de las dimensiones se impone una nueva necesidad de investigación, observar qué ocurre a nivel inferencial en cuanto a las relaciones que pueden darse entre algunos ítems ya descritos. 11.2.2 Análisis inferencial: Cuestionario de Evaluación Prenatal En este apartado se formulan y comprueban las hipótesis que fueron planteadas inicialmente en torno a este cuestionario. Si bien, la confirmación o rechazo de las mismas se complementarán con nuevas hipótesis que fueron contrastadas cuando se correlacionaron todos los ítems. Hipótesis 1: “El hecho de que la gestante considere que el momento en el que se quedó embarazada fue en general un buen momento, correlacionará positivamente con la aceptación de su gestación”. En este caso, al igual que en el resto de hipótesis, aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación existente entre el ítem 1 “el momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento” y la dimensión general “aceptación del embarazo”.   290     Tabla 11.61 Correlación de Spearman Ítem 1 y aceptación del embarazo Correlaciones ÍTEM 1 Aceptación Rho de Spearman ÍTEM 1 Coeficiente de correlación 1,000 ,810** Sig. (bilateral) . ,000 N 56 56 Aceptación Coeficiente de correlación ,810** 1,000 del embarazo Sig. (bilateral) ,000 . N 56 56 **. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral). Tal y como podemos ver en Tabla 11.61, el valor de sig es 0,000 y además es menor que α (0,05), lo que nos indicaría que tendríamos que rechazar la hipótesis nula, trabajando con un Nivel de Confianza del 95%. Confirmamos entonces, la hipótesis de trabajo en nuestra muestra. A continuación se analizará si el ítem 1 puede predecir la dimensión general “aceptación del embarazo”. Tabla 11.62 Variables predictoras y dependientes Ítem 1 y aceptación del embarazo Resumen del modelob R cuadrado Error típ. de la Modelo R R cuadrado corregida estimación 1 ,810a ,656 ,650 1,4024 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 1. El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento b. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Regresión Como podemos contemplar en Tabla 11.63 y 11.64, el valor de p es 0,000, rechazaríamos entonces la hipótesis nula y sí podríamos considerar que el ítem 1 tiene capacidad para predecir la dimensión “aceptación del embarazo”. El hecho de que la gestante considere que el momento en el que se ha quedado embarazada es un buen momento, revelará mayor aceptación del embarazo. De esta información podemos extraer que, estar satisfecho con el momento de afrontar la gestación, será esencial dado su impacto sobre la aceptación del mismo. Las tablas que   291     se exponen a continuación detallan el análisis inferencial que nos ha facilitado poder aseverar tales conclusiones. Tabla 11.63 Tabla de Anova Ítem 1 y aceptación del embarazo ANOVAb Modelo Suma de cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 202,720 1 202,720 103,070 ,000a Residual 106,208 54 1,967 Total 308,929 55 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 1. El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento. b. Variable dependiente: Aceptación del embarazo. Tabla 11.64 Variables predictoras y dependientes Ítem 1 y aceptación del embarazo Coeficientesa Coeficientes Coeficientes no estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) 3,360 ,365 9,215 ,000 Ítem 1. El momento en el que me he quedado embarazada es ,641 ,063 ,810 10,152 ,000 en general un buen momento a. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Figura 11.37 Variables predictoras y dependientes Ítem 1 y aceptación del embarazo   292     Hipótesis 2: “El que las gestantes puedan afrontar las molestias del embarazo sin problemas correlacionará positivamente con la aceptación del mismo”. En este caso, también aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación existente entre el ítem 2 “las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas” y la dimensión general “aceptación del embarazo”. Tabla 11.65 Variables predictoras y dependientes Ítem 2 y aceptación del embarazo Correlaciones ÍTEM 2 Aceptación Rho de Spearman ÍTEM 2 Coeficiente de correlación 1,000 ,833** Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Aceptación Coeficiente de correlación ,833** 1,000 Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **.  La  correlación  es  significativa  al  nivel  0,01  (unilateral).   El valor de sig en Tabla 11.65 es 0,000 y además, es menor que α (0,05), lo que nos indicaría que deberíamos rechazar la hipótesis nula, trabajando con un Nivel de Confianza del 95%. Por tanto, confirmamos la hipótesis de trabajo en nuestra muestra. A continuación se examinará si el ítem 2 puede predecir la dimensión general “aceptación del embarazo”. Tabla 11.66 Variables predictoras y dependientes Ítem 2 y aceptación del embarazo Resumen del modelob Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida Error típ. de la estimación 1 ,833a ,695 ,689 1,3216 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 2. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Regresión Las tablas y el gráfico que se exponen a continuación, detallan el análisis inferencial que nos ha posibilitado poder aseverar las conclusiones que vamos a   293     efectuar. Tal y como podemos deducir de Tabla 11.67, el valor de p es de 0,000, rechazaríamos la hipótesis nula y sí podríamos considerar que el ítem 2 tiene capacidad para predecir la dimensión “aceptación del embarazo”. El hecho de que la gestante pueda afrontar fácilmente las molestias de la gestación revelará mayor aceptación del embarazo. Tabla 11.67 Tabla de Anova Ítem 2 y aceptación del embarazo ANOVAb Modelo Suma de cuadrados Gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 214,611 1 214,611 122,871 ,000a Residual 94,318 54 1,747 Total 308,929 55 Tabla 11.68 Variables predictoras y dependientes Ítem 2 y aceptación del embarazo Coeficientesa Coeficientes Coeficientes no estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) ,816 ,545 1,495 ,141 Ítem 2. Las molestias del ,811 ,073 ,833 11,085 ,000 embarazo puedo hacerlas frente sin problemas a. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Figura 11.38 Variables predictoras y dependientes Ítem 2 y aceptación del embarazo   294     Tabla 11.69 Variables predictoras y dependientes Ítem 2 y aceptación del embarazo Estadísticos sobre los residuosa Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 2,843 8,925 6,536 1,9754 56 Residual -4,9251 2,6023 ,0000 1,3095 56 Valor pronosticado tip. -1,869 1,210 ,000 1,000 56 Residuo típ. -3,727 1,969 ,000 ,991 56 a. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Hipótesis 3: “El que la pareja y la gestante hablen del bebé con frecuencia correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo”. En este caso, también aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación entre el ítem 3 “mi pareja y yo hablamos con frecuencia del bebé que esperamos” y la “adaptación al embarazo”. Tabla 11.70 Correlación de Spearman Ítem 3 y adaptación del embarazo Correlaciones ÍTEM 3 Adaptación Rho de Spearman ÍTEM 3 Coeficiente de correlación 1,000 ,804** Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Adaptación Coeficiente de correlación ,804** 1,000 Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **. La correlación es significativa al nivel 0,01 (unilateral). Como podemos advertir en Tabla 11.70, el valor de p es de 0,000, rechazaríamos entonces la hipótesis nula y sí podríamos confirmar la hipótesis de trabajo. Es decir, el que la pareja y la gestante conversen con frecuencia sobre el bebé correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo.   295     Regresión A continuación de este análisis se procederá a esclarecer si el ítem 3 puede predecir la adaptación al embarazo. Tabla 11.71 Variables predictoras y dependientes Ítem 3 y adaptación del embarazo Resumen del modelob Error típ. de la Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida estimación 1 ,804a ,647 ,640 ,9913173 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 3. Mi pareja y yo hablamos con frecuencia del bebé que esperamos b. Variable ependiente: Adaptación del embarazo Tabla 11.72 Tabla de Anova Ítem 3 y adaptación del embarazo ANOVAb Suma de Modelo cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 97,202 1 97,202 98,912 ,000a Residual 53,066 54 ,983 Total 150,269 55 Los resultados que aparecen en Tabla 11.72 reflejan cómo el ítem 3 tiene capacidad para predecir la adaptación al embarazo. El hecho de que la adolescente hable con su pareja con frecuencia del bebé que esperan, revelará mayor adaptación al mismo. De esta información, podemos argumentar también, que será esencial mantener una buena comunicación con la pareja dado su impacto sobre la adaptación al embarazo.   296     Una buena comunicación en el seno de la pareja favorecerá su unión y su habilidad para poder adoptar soluciones y decisiones importantes comunes. Las tablas que se mostrarán a continuación de estas conclusiones, detallan el análisis inferencial que ha posibilitado poder aseverar y a afirmar la hipótesis planteada y además, determinar y confirmar la predicción propuesta. Tabla 11.73 Variables predictoras y dependientes Ítem 3 y adaptación del embarazo Coeficientesa Coeficientes no Coeficientes estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta T Sig. 1 (Constante) 4,739 ,214 22,132 ,000 Ítem 3. Mi pareja y yo ,329 ,033 ,804 9,945 ,000 hablamos con frecuencia del bebé que esperamos a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tabla 11.74 Variables predictoras y dependientes Ítem 3 y adaptación del embarazo Estadísticos sobre los residuosa Desviación Mínimo Máximo Media típica N Valor pronosticado 4,738688 8,025877 6,411633 1,3294033 56 Residual -2,2726219 1,9428591 ,0000000 ,9822639 56 Valor pronosticado tip. -1,258 1,214 ,000 1,000 56 Residuo típ. -2,293 1,960 ,000 ,991 56 a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo   297     Figura 11.39 Variables predictoras y dependientes Ítem 3 y adaptación del embarazo   Hipótesis 4: “El que la gestante pueda contar con el apoyo de su pareja durante el parto correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo”. En este caso, también aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación existente entre el ítem 20 “puedo contar con el soporte de mi marido o novio durante el parto” y la “adaptación al embarazo” por parte de la gestante. Tabla 11.75 Tabla de correlación de Spearman Ítem 20 y adaptación al embarazo Correlaciones ÍTEM 20 Adaptación Rho de Spearman ÍTEM 20 Coeficiente de 1,000 ,784** correlación Sig. (unilateral) . ,000 N 47 47 Adaptación Coeficiente de ,784** 1,000 correlación Sig. (unilateral) ,000 . N 47 47   298     Tal y como informa Tabla 11.75, el valor de p es 0,000, rechazaríamos la hipótesis nula y aceptaríamos la hipótesis de trabajo: “el que la gestante pueda contar con el apoyo de su pareja durante el parto correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo”. Regresión Posteriormente a este análisis, comprobaremos si el ítem 20 puede predecir la adaptación al embarazo. Basaremos nuestros análisis en los resultados que nos aportan Tabla 11.76, 11.77, 11.78 y 11.79. Tabla 11.76 Variables predictoras y dependientes Ítem 20 y adaptación al embarazo Resumen del modelob R cuadrado Error típ. de la Modelo R R cuadrado corregida estimación 1 ,784a ,615 ,606 1,0593307 Tabla 11.77 Tabla de Anova Ítem 20 y adaptación al embarazo ANOVAb Modelo Suma de cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 80,618 1 80,618 71,841 ,000a Residual 50,498 45 1,122 Total 131,117 46 a. Variables predictoras: (Constante), b. Ítem 20. Puedo contar con el soporte de mi marido o novio durante el parto b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo En los resultados que refleja Tabla 11.77 se aprecia cómo el ítem 20 puede predecir la adaptación al embarazo. Por tanto, el hecho de que la gestante adolescente pueda contar con el soporte de su pareja durante el parto, revelará mayor adaptación.   299     Tabla 11.78 Variables predictoras y dependientes Ítem 20 y adaptación al embarazo Coeficientesa Coeficientes Coeficientes no estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) 4,799 ,239 20,065 ,000 Ítem 20. Puedo contar con ,285 ,034 ,784 8,476 ,000 el soporte de mi marido o novio durante el parto a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Gracias al proceso inferencial efectuado con la finalidad de encontrar relaciones entre ambas variables, podemos confirmar el papel acuciante que sostiene el apoyo que proporciona la pareja sobre la adaptación de la adolescente al embarazo. Las tablas y el gráfico que se observan a continuación, así como los que recientemente han sido mostrados, reflejan el proceso que se ha llevado a efecto para poder determinar si ese ítem podía predecir la adaptación al embarazo. Tabla 11.79 Variables predictoras y dependientes Ítem 20 y adaptación al embarazo Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 4,798536 7,650033 6,345625 1,3238478 47 Residual -2,9364209 1,8830115 ,0000000 1,0477530 47 Valor pronosticado tip. -1,169 ,985 ,000 1,000 47 Residuo típ. -2,772 1,778 ,000 ,989 47 a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo   300     Figura 11.40 Variables predictoras y dependientes Ítem 20 y adaptación al embarazo   Hipótesis 5: “El que a la gestante le cueste aceptar el embarazo correlacionará negativamente con la adaptación al mismo”. Tabla 11.80: Tabla de correlación de Spearman Ítem 31 y adaptación al embarazo Correlaciones ÍTEM 31 Adaptación Rho de Spearman ÍTEM 31 Coeficiente de 1,000 -,805** correlación Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Adaptación Coeficiente de -,805** 1,000 correlación Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **.  La  correlación  es  significativa  al  nivel  0,01  (unilateral).   En este caso, aplicaremos también el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación existente entre el ítem 31 “me cuesta aceptar este embarazo” y la “adaptación al embarazo”.   301     Como podemos distinguir en Tabla 11.80, el valor de p es de 0,000, por ello, rechazaríamos la hipótesis nula y sí aceptaríamos la hipótesis de trabajo: “el que a la gestante le cueste aceptar el embarazo correlacionará negativamente con la adaptación al mismo”. Regresión Además de aceptar la hipótesis que hemos planteado, indagaremos a continuación, si el ítem 31 puede predecir la adaptación al embarazo. Tabla 11.81 Variables predictoras y dependientes Ítem 31 y adaptación al embarazo Resumen del modelob Error típ. de la Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida estimación 1 ,805a ,648 ,642 ,9893822 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 31. Me cuesta aceptar este embarazo b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Los resultados de Tabla 11.82 muestran cómo el ítem 31 tiene capacidad para predecir la adaptación de la adolescente. De esta información podemos deducir que será esencial aceptar el embarazo. Las tablas y el gráfico que se presentan a continuación, reflejan todo el análisis inferencial efectuado, el cual nos ha posibilitado poder confirmar nuestra hipótesis de trabajo, así como también, poder hallar una predicción a partir de la misma. Tabla 11.82 Tabla de Anova Ítem 31 y adaptación al embarazo ANOVAb Modelo Suma de cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 97,409 1 97,409 99,511 ,000a Residual 52,859 54 ,979 Total 150,269 55   302     Tabla 11.83 Variables predictoras y dependientes Ítem 31 y adaptación al embarazo Coeficientesa Coeficientes Coeficientes no estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) 9,214 ,310 29,6 ,000 79 Ítem 31. Me cuesta aceptar -,487 ,049 -,805 - ,000 este embarazo 9,97 6 a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tabla 11.84 Variables predictoras y dependientes Ítem 31 y adaptación al embarazo Estadísticos sobre los residuosa Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 4,348187 7,997227 6,411633 1,3308178 56 Residual -2,9859841 2,4735720 ,0000000 ,9803466 56 Valor pronosticado tip. -1,551 1,191 ,000 1,000 56 Residuo típ. -3,018 2,500 ,000 ,991 56 Figura 11.41 Variables predictoras y dependientes Ítem 31 y adaptación al embarazo   303     Hipótesis 6: “El que la gestante considere que su embarazo está siendo fácil de afrontar correlacionará positivamente con la aceptación del mismo”. Con la finalidad de poder corroborar esta hipótesis, mediante el conocimiento de la relación existente entre el ítem 33 “hasta el momento éste ha sido un embarazo fácil” y la “aceptación del embarazo” aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman. Tabla 11.85 Tabla de correlación de Spearman Ítem 33 y aceptación del embarazo Correlaciones ÍTEM 31 Aceptación Rho de Spearman ÍTEM 33 Coeficiente de correlación 1,000 ,936** Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Aceptación Coeficiente de correlación ,936** 1,000 Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **.  La  correlación  es  significativa  al  nivel  0,01  (unilateral).   Como podemos advertir en Tabla 11.85, el valor de p es 0,000, rechazaríamos la hipótesis nula y sí podríamos confirmar la hipótesis de trabajo planteada. Además de comprobar la hipótesis formulada, analizaremos si es posible que la consideración por parte de la gestante de que este embarazo está siendo fácil de afrontar podría predecir la aceptación de su embarazo. Regresión Para tal efecto, verificaremos a través de un análisis empírico de los datos, si el ítem 33 puede predecir esta aceptación. Tabla 11.86 Variables predictoras y dependientes Ítem 33 y aceptación del embarazo Resumen del modelob Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida Error típ. de la estimación 1 ,936a ,877 ,875 ,8391 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 33. Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil b. Variable dependiente: Aceptación del embarazo   304     Tabla 11.87 Tabla de Anova Ítem 33 y aceptación del embarazo ANOVAb Modelo Suma de cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 270,911 1 270,911 384,803 ,000a Residual 38,017 54 ,704 Total 308,929 55 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 33. Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil b. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Tabla 11.88 Variables predictoras y dependientes Ítem 33 y aceptación del embarazo Coeficientesa Coeficientes no Coeficientes estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) ,999 ,304 3,288 ,002 Ítem 33. Hasta el ,832 ,042 ,936 19,61 ,000 momento, éste ha sido un 6 embarazo fácil a. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Tabla 11.89 Variables predictoras y dependientes Ítem 33 y aceptación del embarazo Estadísticos sobre los residuosa Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 3,080 9,323 6,536 2,2194 56 Residual -1,8229 1,7582 ,0000 ,8314 56 Valor pronosticado tip. -1,557 1,256 ,000 1,000 56 Residuo típ. -2,173 2,095 ,000 ,991 56 a. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Gracias a los datos que aportan Tabla 11.87, 11.88 y 11.89, sabemos que el ítem 33 tiene capacidad para predecir la aceptación del embarazo. El hecho de que la gestante adolescente considere que el embarazo está siendo fácil de afrontar revelará mayor aceptación del mismo.     305     Figura 11.42 Variables predictoras y dependientes Ítem 33 y aceptación del embarazo Hipótesis 7: “El que la gestante no desee estar embarazada correlacionará negativamente con la aceptación al embarazo”. En este caso, también aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación existente entre el ítem 34 y la “aceptación del embarazo”. Dado el resultado que nos ofrece Tabla 11.90, el que la gestante no desee estar embarazada correlacionará negativamente con la aceptación del embarazo. Tabla 11.90 Correlación de Spearman Ítem 34 y aceptación del embarazo Correlaciones ÍTEM 31 Aceptación Rho de Spearman ÍTEM 34 Coeficiente de correlación 1,000 -,861** Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Aceptación Coeficiente de correlación -,861** 1,000 Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56   306     Tabla 11.91 Variables predictoras y dependientes Ítem 34 y aceptación del embarazo Resumen del modelob Error típ. de la Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida estimación 1 ,861a ,742 ,737 1,2147 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 34. Ojalá no estuviera embarazada b. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Regresión Para poder delimitar unas conclusiones en torno a esta hipótesis, determinaremos si el deseo por parte de la gestante de no estar embarazada predice su aceptación. Como podemos apreciar en Tabla 11.92, el valor de sig. es 0,000, entonces, sí podríamos afirmar que el ítem 34 tiene capacidad para predecir la aceptación del embarazo. El hecho de que la gestante adolescente no desee estar embarazada revelará menor aceptación del embarazo. De esta información se extrae que será esencial desear el embarazo para poder aceptarlo. Tabla 11.92 Tabla de Anova Ítem 34 y aceptación del embarazo ANOVAb Suma de Modelo cuadrados Gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 229,250 1 229,250 155,367 ,000a Residual 79,679 54 1,476 Total 308,929 55 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 34. Ojalá no estuviera embarazada b. Aceptación del embarazo   307     Tabla 11.93 Variables predictoras y dependientes Ítem 34 y aceptación del embarazo Coeficientesa Coeficientes Coeficientes no estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) 10,302 ,343 30,036 ,000 Ítem 34. Ojalá no estuviera -,721 ,058 -,861 -12,465 ,000 embarazada a. Variable dependiente: Aceptación del embarazo Tabla 11.94 Variables predictoras y dependientes Ítem 34 y aceptación del embarazo Estadísticos sobre los residuosa Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 3,091 8,499 6,536 2,0416 56 Residual -2,9992 3,1059 ,0000 1,2036 56 Valor pronosticado tip. -1,687 ,962 ,000 1,000 56 Residuo típ. -2,469 2,557 ,000 ,991 56 Las tablas que acabamos de presentar y el gráfico que se muestra a continuación, reflejan el proceso de análisis inferencial efectuado que nos ha posibilitado poder aseverar y confirmar la predicción propuesta. Figura 11.43 Variables predictoras y dependientes Ítem 34 y aceptación   308     Hipótesis 8: “El que la gestante considere que su embarazo está siendo fácil de afrontar correlacionará positivamente con la adaptación al mismo”. Para poder confirmar o rechazar la hipótesis: “el que la gestante considere que su embarazo está siendo fácil de afrontar correlacionará positivamente con la adaptación al mismo”, también se aplicará el Coeficiente de Correlación de Spearman. Tabla 11.95 Correlación de Spearman Ítem 38 y adaptación al embarazo Correlaciones ÍTEM 31 Adaptación Rho de Spearman ÍTEM 38 Coeficiente de correlación 1,000 ,780** Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Adaptación Coeficiente de correlación ,780** 1,000 Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **.  La  correlación  es  significativa  al  nivel  0,01  (unilateral).   En Tabla 11.95 se observa una relación significativa y positiva entre el ítem “puedo contar con mi marido o novio para compartir el cuidado del bebé hasta que haya nacido” y la “adaptación al embarazo”. Aceptaríamos entonces la hipótesis de trabajo, ya que se observa una sig. de 0,000 para un Nivel de Confianza del 95%. Regresión A continuación, la prueba de regresión facilitará la comprobación de si el ítem 38 puede predecir la adaptación al embarazo. Tabla 11.96 Variables predictoras y dependientes Ítem 38 y adaptación al embarazo Resumen del modelob Error típ. de la Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida estimación 1 ,780a ,608 ,600 1,0448662 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 38. b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo   309     Tabla 11.97: Tabla Anova Ítem 38 y adaptación al embarazo Suma de Modelo cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 91,314 1 91,314 83,641 ,000a Residual 58,954 54 1,092 Total 150,269 55 a. Variables predictoras: (Constante), Ítem 38. b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tabla 11.98: Variables predictoras y dependientes Ítem 38 y adaptación al embarazo Coeficientesa Coeficientes no Coeficientes estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) 4,746 ,229 20,684 ,000 Ítem 38. Puedo contar ,301 ,033 ,780 9,146 ,000 con mi marido o novio para compartir el cuidado del bebé hasta que haya nacido Tabla 11.99: Variables predictoras y dependientes Ítem 38 y adaptación al embarazo Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 4,746254 7,754679 6,411633 1,2885107 56 Residual -2,9626031 2,1938555 ,0000000 1,0353239 56 Valor pronosticado tip. -1,292 1,042 ,000 1,000 56 Residuo típ. -2,835 2,100 ,000 ,991 56 a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tal y como se puede verificar en Tabla 11.97 y en Tabla 11.98, el ítem 38 tiene capacidad para predecir la adaptación al embarazo. El hecho de que la gestante adolescente cuente con su pareja para compartir el cuidado del bebé revelará mayor   310     adaptación al mismo. Es decir, estos datos recogidos demuestran que será esencial que la adolescente cuente con la pareja para compartir el cuidado del bebé   para   poder adaptarse al embarazo. Figura 11.44 Variables predictoras y dependientes Ítem 38 y adaptación al embarazo Hipótesis 9: “La aceptación del embarazo correlacionará positivamente con la adaptación al mismo”. En este caso, al igual que en el anterior, se aplicará el Coeficiente de Correlación de Spearman. De ese modo, se comprobará si existe relación significativa entre la “aceptación del embarazo” y la “adaptación al mismo”. Tabla 11.100 Correlación de Spearman Aceptación y adaptación al embarazo Correlaciones Aceptación Adaptación Rho de Aceptación Coeficiente de 1,000 ,901** Spearman correlación Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Adaptación Coeficiente de ,901** 1,000 correlación Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **.  La  correlación  es  significativa  al  nivel  0,01  (unilateral).     311     Tal y como muestra Tabla l1.100, el valor de p es 0,000, por tanto, rechazaríamos la hipótesis nula y sí podríamos confirmar la hipótesis: “la aceptación del embarazo correlacionará positivamente con la adaptación al mismo”. Regresión A continuación, la prueba de regresión pondrá de manifiesto si la aceptación puede predecir la adaptación al embarazo. Tabla 11.101 Variables predictoras y dependientes Aceptación y adaptación al embarazo Resumen del modelob Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida Error típ. de la estimación 1 ,901a ,812 ,809 ,7232251 Tabla 11.102 Tabla de Anova Aceptación y adaptación al embarazo ANOVAb Modelo Suma de cuadrados Gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 122,024 1 122,024 233,290 ,000a Residual 28,245 54 ,523 Total 150,269 55 a. Variables predictoras: (Constante), Aceptación del embarazo b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tabla 11.103 Variables predictoras y dependientes Aceptación y adaptación al embarazo Coeficientesa Coeficientes no Coeficientes estandarizados tipificados Modelo B Error típ. Beta t Sig. 1 (Constante) 2,304 ,286 8,063 ,000 Aceptación del ,628 ,041 ,901 15,274 ,000 embarazo   312     Figura 11.45 Variables predictoras y dependientes Aceptación y adaptación del embarazo Tal y como se puede apreciar en el análisis de datos realizado, la aceptación del embarazo tendría capacidad para predecir la adaptación al mismo. El hecho de que la gestante adolescente acepte mejor el embarazo revelará también mayor adaptación. De esta información evidenciamos que para conseguir una mayor adaptación al embarazo será vital empezar por aceptarlo. Hipótesis 10: La identificación satisfactoria con el rol materno correlaciona positivamente con la adaptación al embarazo. En este caso, al igual que en los anteriores, aplicaremos el Coeficiente de Correlación de Spearman para conocer la relación existente entre la “identificación con el rol materno” y la “adaptación al embarazo”. Tabla 11.104 Correlación de Spearman Identificación con el rol materno y adaptación al embarazo Correlaciones Identificación Adaptación Rho de Identificación Coeficiente de 1,000 ,863** Spearman con el rol correlación materno Sig. (unilateral) . ,000 N 56 56 Adaptación Coeficiente de ,863** 1,000 correlación Sig. (unilateral) ,000 . N 56 56 **.  La  correlación  es  significativa  al  nivel  0,01  (unilateral).     313     Tras observar la información que muestra Tabla 11.104 se puede comprobar que el valor de p es de 0,000, por tanto, rechazaríamos la hipótesis nula y sí podríamos considerar que   la identificación satisfactoria con el rol materno correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. Regresión Aún desconocemos si la identificación con el rol materno puede predecir la adaptación al embarazo, por ello comprobaremos a través de la prueba de regresión si en nuestra muestra es posible. Tabla 11.105 Variables predictoras y dependientes Identificación con el rol materno y adaptación al embarazo Resumen del modelob Error típ. de la Modelo R R cuadrado R cuadrado corregida estimación 1 ,863a ,745 ,740 ,8429261 a. Variables predictoras: (Constante), Identificación satisfactoria rol materno b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tabla 11.106 Tabla de Anova Identificación con el rol materno y adaptación al embarazo ANOVAb Suma de Modelo cuadrados gl Media cuadrática F Sig. 1 Regresión 111,900 1 111,900 157,490 ,000a Residual 38,368 54 ,711 Total 150,269 55 a. Variables predictoras: (Constante), Identificación satisfactoria rol materno b. Variable dependiente: Adaptación del embarazo   314     Figura 11.46 Variables predictoras y dependientes Identificación con el rol materno y adaptación al embarazo Tabla 11.107. Variables predictoras y dependientes Identificación con el rol materno y adaptación al embarazo Estadísticos sobre los residuosa Mínimo Máximo Media Desviación típica N Valor pronosticado 2,768579 8,537528 6,411633 1,4263764 56 Residual -2,4773846 1,9657371 ,0000000 ,8352280 56 Valor pronosticado tip. -2,554 1,490 ,000 1,000 56 Residuo típ. -2,939 2,332 ,000 ,991 56 a. Variable dependiente: Adaptación del embarazo Tras este análisis inferencial efectuado con el fin de determinar si la identificación con el rol materno tenía capacidad para predecir la adaptación al embarazo, podemos confirmar finalmente que sí. Pues el hecho de que la gestante adolescente, por ejemplo, piense en el bebé, se imagine como será, o si será buena madre, le posibilitará adaptarse mejor al embarazo.   315     11.3. “Cuestionario de Valoración del Matrimonio de los Padres y Experiencia Afectiva en la Infancia” (Vallejo, 1998). La valoración que durante la gestación realizan las gestantes del matrimonio de sus padres cuando eran niñas, así como del afecto que recibieron de ellos, son dos fuentes de estudio fundamentales que nos facilitan el conocimiento y la comprensión de cómo era el núcleo familiar de la adolescente y cómo este ha podido influir en su vida actual. Dada la importancia, que a nivel teórico adquieren estos aspectos a la hora de aproximarnos a esta realidad, se analizarán de forma descriptiva los 15 ítems que conforman esta entrevista en forma de cuestionario, propuesta y diseñada por Vallejo (1998) y específicamente dirigida a gestantes adolescentes. La escala de valoración de respuestas comprende: “sí, muy a menudo”, “sí, a menudo”, “a veces”, “raramente” y “nunca”. Todas ellas indican la frecuencia con la que la gestante valora cada ítem recordando su infancia entre los 7 y los 12 años. En este sentido, se efectuará un análisis descriptivo de este cuestionario, analizando en primer lugar, la valoración que las adolescentes realizan del matrimonio de sus padres, y posteriormente, su experiencia afectiva en la infancia. Como ya referimos en anteriores capítulos del marco teórico, son numerosos los autores que acentúan la importancia de la actitud que adopta el contexto familiar más próximo ante el inesperado embarazo. 11.3.1. Análisis descriptivo sobre la valoración del matrimonio de los padres En este apartado se describirán los resultados más sobresalientes de cada uno de los ítems de la investigación, así como se realizará un análisis inferencial con el objetivo de conocer el tipo de matrimonio que conformaron los padres de las adolescentes cuando éstas eran niñas. En este sentido y respecto a este tema, podemos mencionar a Serrano (2013) que citando a Moreno (1988) apuntaba: “un matrimonio es capaz de sobrevivir a los más terribles desastres pero no a un proceso de pequeñas destrucciones cotidianas” (Serrano, 2013; p.35). El matrimonio estará expuesto a continuos cambios diarios que lo afectarán de algún modo.   316     Ítem 1: ¿Discutían de forma exagerada tus padres? El ítem 1 de este cuestionario tiene como propósito dar a conocer la existencia de faltas de acuerdo exageradas entre ambos progenitores. Tabla 11.108 Estadísticos de frecuencias Ítem 1: ¿Discutían de forma exagerada tus padres? Ítem 1. ¿Discutían de forma exagerada tus padres? Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 12 21,4 21,4 21,4 Nunca 7 12,5 12,5 33,9 Raramente 4 7,1 7,1 41,1 Sí, muy a menudo 10 17,9 17,9 58,9 Sí, a menudo 23 41,1 41,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 Esta información puede revelar cierta conflictividad o disarmonía marital, especialmente, en lo que a comunicación conyugal se refiere. En este caso, gran parte de la muestra (41,1 %) afirma que “a menudo” sus padres discutían exageradamente y únicamente 7 gestantes reconocen que “nunca” discutieron de forma excesiva. En este sentido, Arce, Novo y Carballar (2003) sostienen que las discusiones excesivas, así como la crítica de un progenitor a otro pueden considerarse una forma de alienación perjudicial para el menor. Las discusiones a veces son inevitables y resultan ser: “una fuente de escape para la pareja, sin embargo, se debe evitar la presencia de los menores en las discusiones al tiempo que no se deben utilizar como confidentes de críticas y reproches” (Arce, Novo y Carballar, 2003; p. 223). Estas discusiones y sentimientos hostiles que pueden derivarse de ellas pueden situar a los hijos en una situación difícil. A continuación examinaremos un ítem que informará sobre la confianza que existía entre ambos progenitores durante la infancia de la adolescente. Ítem 2: ¿Confiaban uno en el otro? Respecto a esta confianza parental, el 30,4% de la muestra recuerda que solo “a veces” se producía una confianza mutua entre sus progenitores cuando eran niñas, y   317     solo 6 gestantes reconocieron que no predominó “nunca” dicha confianza entre ambos. Tras la revisión de los resultados que emanan de este estudio, la confianza entre ellos podríamos alegar que no fue muy sobresaliente, a juzgar por lo que opinan las gestantes. Tabla 11.109 Estadísticos de frecuencias Ítem 2: ¿Confiaba uno en el otro? Ítem 2. ¿Confiaba uno en el otro? Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 17 30,4 30,4 30,4 Nunca 6 10,7 10,7 41,1 Raramente 13 23,2 23,2 64,3 Sí, a menudo 12 21,4 21,4 85,7 Sí, muy a menudo 8 14,3 14,3 100,0 Total 56 100,0 100,0 Cuando desde el noviazgo existen ya problemas de desconfianza o de celos, a partir del matrimonio o del nacimiento de un bebé, estos problemas pueden agravarse e incluso, incrementarse al ir progresivamente incorporándose nuevos cambios a la convivencia. Los conflictos en las relaciones amorosas de parejas jóvenes son comunes, pues a menudo no poseen experiencias de convivencia, y aflora el miedo hacia la infidelidad, la inseguridad o la desconfianza (de Pedro y Fernández, 2014). Una parte importante de la muestra, recordemos procede de familias con padres que habían tenido un hijo antes de los 19 años, esto demuestra que dada la juventud de los padres, pueden prevalecer este tipo de inseguridades y desconfianza en el matrimonio. Ítem 3: ¿Pasaban mucho tiempo juntos? Sánchez (2015) define paternidad a través de términos como: “responsabilidad, disponibilidad de tiempo, educador y proveedor económico familiar”. Las gestantes recuerdan en su infancia cómo “a veces” sus padres pasaban mucho tiempo juntos (30,4%). En esta línea, únicamente seis de ellas consideraron que era insuficiente o inexistente el tiempo que sus padres se dedicaban. Tal y como comenta Vallejo (1998), la esfera emocional suele aparecer relacionada con el tipo de juicio que las gestantes pueden hacer de sus padres.   318     Tabla 11.110 Estadísticos de frecuencias Ítem 3: ¿Pasaban mucho tiempo juntos? Ítem 3. ¿Pasaban mucho tiempo juntos? Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 17 30,4 30,4 30,4 Nunca 3 5,4 5,4 35,7 Raramente 10 17,9 17,9 53,6 Sí, a menudo 13 23,2 23,2 76,8 Sí, muy a menudo 13 23,2 23,2 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 4: ¿Recuerdas manifestaciones de cariño (se decían que se querían se besaban)? En nuestra muestra las manifestaciones de cariño que se profesaban los padres de las adolescentes se representan así: el 32,1% de ellas afirma que “a veces” se producían estas manifestaciones, mientras que, junto a este porcentaje descrito, subrayamos el de aquellas que recuerdan que “muy a menudo” tenían lugar (21,4%). Únicamente 7 gestantes responden que “nunca” recuerdan este tipo de cariño entre ambos. De acuerdo a este análisis podemos citar a Serrano (2013), quien afirmaba que la reciprocidad en el afecto era fundamental para la armonía conyugal. Tabla 11.111 Estadísticos de frecuencias Ítem 4: ¿Recuerdas manifestaciones de cariño (se decían que se querían se besaban)? Ítem 4. ¿Recuerdas manifestaciones de cariño (se decían que se querían se besaban)? Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 18 32,1 32,1 32,1 Nunca 7 12,5 12,5 44,6 Raramente 8 14,3 14,3 58,9 Sí, a menudo 11 19,6 19,6 78,6 Sí, muy a menudo 12 21,4 21,4 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 5: ¿Cómo calificarías el matrimonio de tus padres? Los resultados procedentes de la valoración del matrimonio de los padres que las gestantes han efectuado, muestran cómo para 24 adolescentes el matrimonio de sus   319     padres fue “en unas cosas positivo y en otras negativo”, mientras que para únicamente dos de ellas fue extremadamente positivo. No podemos decantarnos por respuestas comunes a todas ellas, pero sí podemos descartar puntuaciones excesivamente positivas, ya que las gestantes han tendido en sus respuestas a unas puntuaciones medias bastante negativas. En definitiva, tal y como podemos examinar en Tabla 11.112, la relación que mantendrían ambos progenitores de las gestantes cuando éstas eran niñas, era una relación débil, y en general, sometida a desconfianzas y a continuas discusiones. Además, la falta de cariño diario, siendo más bien ocasional, es frecuentemente percibida por las gestantes como una condición negativa que ha mediatizado sus vidas. Si bien, tampoco podemos generalizar nuestras conclusiones y extrapolarlas al grueso de la población, pues este análisis es simplemente una aproximación psicosocial a una muestra adolescente. Estos problemas a menudo surgen de una convivencia, en este caso inexperta, ligada a problemas económicos, psicológicos o incluso de drogadicción. Tabla 11.112 Estadísticos de frecuencias Ítem 5: ¿Cómo calificarías el matrimonio de tus padres? Ítem 5. ¿Cómo calificarías el matrimonio de tus padres? Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos En unas cosas positivo y 24 42,9 42,9 42,9 otras negativo Extremadamente negativo 8 14,3 14,3 57,1 Extremadamente positivo 2 3,6 3,6 60,7 Muy negativo 14 25,0 25,0 85,7 Muy positivo 8 14,3 14,3 100,0 Total 56 100,0 100,0 11.3.2. Análisis descriptivo de la experiencia afectiva en la infancia Una vez que ya hemos profundizado en la valoración que realizan las gestantes sobre el matrimonio de sus padres, a continuación, se presentan los resultados recogidos a partir del afecto que recibieron de ellos. Identificaremos cómo este afecto parece   320     vincularse a la valoración que realizaron del matrimonio de sus padres. Del mismo modo que en el caso anterior, se analizarán los datos más sobresalientes. Ítem 6: Podía confiar fácilmente en ellos En lo que a “confianza depositada en los progenitores” respecta, este ítem revela cómo la confianza de las adolescentes depositada en los padres, difiere entre ellas, siendo las opciones “a menudo” (39,3%) y “muy a menudo” (21,4%) las más elegidas. Únicamente 6 gestantes señalaron que “nunca” (2 gestantes) o “raramente” (4 de ellas) podían confiar fácilmente en ellos. Por tanto, es un resultado bastante optimista, que refleja cómo sólo 6 de ellas o bien “nunca” o “raramente” habían confiado en sus padres cuando eran niñas. Esta desconfianza puede estar relacionada con la desconfianza que también describimos entre ambos progenitores. Tabla 11.113 Estadísticos de frecuencias Ítem 6: Podía confiar fácilmente en ellos Ítem 6. Podía confiar fácilmente en ellos Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 16 28,6 28,6 28,6 Nunca 2 3,6 3,6 32,1 Raramente 4 7,1 7,1 39,3 Sí, a menudo 22 39,3 39,3 78,6 Sí, muy a menudo 12 21,4 21,4 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 7: Me pegaban aunque no lo mereciera En el análisis del ítem “me pegaban aunque no lo mereciera” las gestantes han manifestado en su mayoría que o bien “nunca” o “a veces” sus padres les pegaban aunque no lo merecieran (73,2 %). Del total, únicamente 15 consideraron que “raramente” (9 gestantes) o “muy a menudo” (6 de ellas) recibieron castigos físicos sin merecerlos.   321     Como afirma Linares (2002), citado por Serrano (2013), el maltrato físico al igual que el psicológico, configura una forma de relación perjudicial para la salud de los hijos, pudiendo incentivar la aparición de psicopatologías. Tal y como corroboran estos autores, la persona que maltrata a un hijo, probablemente no se siente amada. Tabla 11.114 Estadísticos de frecuencias Ítem 7: Me pegaban aunque no lo mereciera Ítem 7. Me pegaban aunque no lo mereciera Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 20 35,7 35,7 35,7 Nunca 21 37,5 37,5 73,2 Raramente 9 16,1 16,1 89,3 Sí, muy a menudo 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 Por último, estos autores sostienen que “la parentalidad adecuada” será aquella que posibilite el desarrollo biológico social y psicológico de los hijos, y la parentalidad deficitaria sería la que conllevaría daño en este desarrollo. Es por eso, que el maltrato infantil es consecuencia de la parentalidad más dañina y además, la que más trastornos genera en los hijos (Serrano, 2013, p.53). Ítem 8: Me prestaban muy poca atención Respecto a si sus padres les prestaban atención cuando eran niñas, las gestantes reconocieron que “a veces” (21 gestantes) o “a menudo” (13 gestantes) los padres les prestaron muy poca atención. Por otra parte, el resto de porcentajes se reparte entre las que sostuvieron que “muy a menudo” (16,1%), “nunca” (14,3%) o “raramente” (8,9%) recibieron una escasa atención. Esta escasa atención puede constituir una forma de maltrato infantil. En el caso de nuestras gestantes y basándonos en los resultados que manifestamos, no podemos llegar   322     a realizar tal aseveración, sino simplemente poner acento en esa escasa atención recibida, la cual se produce de forma más bien ocasional. Tabla 11.115 Estadísticos de frecuencias Ítem 8: Me prestaban muy poca atención Ítem 8. Me prestaban muy poca atención Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 21 37,5 37,5 37,5 Nunca 8 14,3 14,3 51,8 Raramente 5 8,9 8,9 60,7 Sí, a menudo 13 23,2 23,2 83,9 Sí, muy a menudo 9 16,1 16,1 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 9: Decían cosas agradables de mí. El afecto es un pilar fundamental sobre el cual deben asentarse y crecer las relaciones parento-filiales. Respecto a si los progenitores decían cosas agradables de sus hijas, la mayoría de las gestantes señalan que “a veces” y “a menudo” escuchaban de sus padres cosas agradables cuando tenían entre 7 y 12 años (33 gestantes en total). Tabla 11.116 Estadísticos de frecuencias Ítem 9: Decían cosas agradables de mí Ítem 9. Decían cosas agradables de mí Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 19 33,9 33,9 33,9 Nunca 8 14,3 14,3 48,2 Raramente 9 16,1 16,1 64,3 Sí, a menudo 14 25,0 25,0 89,3 Sí, muy a menudo 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 En cuanto al porcentaje de resultados restante, podemos representarlo del siguiente modo: por un lado, están las que “raramente” (9 gestantes) experimentaron   323     cosas agradables por parte de ellos, y por otro, las que afirman que “nunca” (8 gestantes) o “muy a menudo” (6 gestantes) sus padres les profesaron cosas agradables. Este ítem desvela una falta de reconocimiento y afecto por parte de los progenitores hacia sus hijas, lo que posiblemente ha afectado a la propia valoración que éstas realizaron de sí mismas a lo largo de su infancia y adolescencia. Ítem 10: Disfrutaban teniéndome cerca de ellos Continuando en la misma dirección descriptiva, cabe argumentar respecto a estas relaciones afectivas, que para que una adolescente recuerde momentos de disfrute desarrollando actividades compartidas con sus padres, estos últimos deben haberles concedido la oportunidad de realizarlas. La muestra en este caso, no quedaría tan repartida como en casos anteriores, así un 41,1% de ellas declara que “a menudo” sus padres disfrutaban teniéndolas cerca de ellos, y otro 26,8% sostiene que ocurría con menos frecuencia, es decir, “a veces”. Este ítem refleja cómo en general las gestantes disfrutaron de momentos en los que también observaron a sus padres disfrutar de ellas. Figura 11.47 Estadísticos de frecuencias Ítem 10: Disfrutaban teniéndome cerca de ellos Ítem 11: Eran excesivamente protectores conmigo En lo que respecta a la protección que conferían a sus hijas, podemos examinar una gran heterogeneidad de respuestas en la muestra.   324     Figura 11.48 Estadísticos de frecuencias Ítem 11: Eran excesivamente protectores conmigo En este caso, las respuestas más comunes asociadas a las manifestaciones paternas de protección expresadas por las participantes fueron las siguientes:  “a veces” (para 14 de ellas) y “muy a menudo” (para 13 adolescentes). Dado que el resto de porcentajes está bastante repartido no resulta fácil poder llegar a una conclusión común sobre si se produjo o no cierta sobreprotección general. Ítem 12: Me veían como una carga Tras este breve análisis anterior, y en consonancia con lo que venimos argumentando, vamos a comprobar si las gestantes se vieron como una carga para sus padres cuando eran niñas. Para ello, observaremos el gráfico 11.117, donde se puede apreciar cómo la muestra se encuentra bastante repartida, pues, 16 gestantes declaran que “nunca” experimentaron verse como una carga para sus padres y 9 de ellas “raramente” lo percibieron de tal modo. Desafortunadamente, el resto, 31 gestantes, sí compartieron ese sentimiento, pues 7 de ellas declararon que “muy a menudo” se veían como una carga, 13 de ellas “a menudo”, y otras 11 gestantes “a veces”. De esta información podemos dilucidar que en general, las gestantes durante su infancia no se sintieron suficientemente valoradas por sus padres, puesto que percibieron que su presencia podía resultar en cierto modo incómoda para ellos.   325     Tabla 11.117 Estadísticos de frecuencias Ítem 12: Me veían como una carga Ítem 12. Me veían como una carga Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 11 19,6 19,6 19,6 Nunca 16 28,6 28,6 48,2 Raramente 9 16,1 16,1 64,3 Sí, a menudo 13 23,2 23,2 87,5 Sí, muy a menudo 7 12,5 12,5 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 13: Hacían que me sintiera querida y deseada En lo que respecta a la demostración de sentimientos de afecto, algunas adolescentes (21 gestantes) percibieron cariño por parte de sus padres cuando eran niñas, si bien, éste fue restringido a ocasiones determinadas, es decir se sintieron queridas “a veces”. De hecho, 3 de ellas no lo experimentaron “nunca” y otras 9 gestantes sólo “raramente”. Tabla 11.118 Estadísticos de frecuencias Ítem 13: Hacían que me sintiera querida y deseada Ítem 13. Hacían que me sintiera querida y deseada Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos A veces 21 37,5 37,5 37,5 Nunca 3 5,4 5,4 42,9 Raramente 9 16,1 16,1 58,9 Sí, a menudo 13 23,2 23,2 82,1 Sí, muy a menudo 10 17,9 17,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 El hecho de que el 58,9% de la muestra no disfrute “a menudo” o “muy a menudo” del cariño de sus padres, de un cariño que les posibilite sentirse queridas y   326     deseadas, constituye un dato no muy optimista que evidencia ciertas carencias afectivas en la infancia de estas gestantes. Esa falta de cariño suele dejar fuertes huellas en su personalidad, pues notarán que “les falta algo”, y por tanto, en un futuro próximo pueden llegar a tener dificultades para poder desarrollar relaciones afectivas de calidad. Es evidente que la familia debe ser el lugar donde desde niños, los hijos comiencen a aprender cómo se construyen y se mantienen las relaciones afectivas con personas de su entorno. Ítem 14: Hacían que sintiera que lo que yo hacía eran cosas importantes Continuando con el análisis de cómo fueron tratadas en la infancia, la muestra en este caso, quedaría también bastante repartida, pues 18 adolescentes afirmaron que “a veces” sentían que lo que hacían eran cosas importantes, seguido de otras 15 que por el contrario, alegaron “a menudo” sentirse valoradas por sus padres. Sin embargo, 18 gestantes en total reconocieron que “nunca” (8 de ellas) o “raramente” (10 de ellas) se podían identificar con este ítem. Tabla 11.119 Estadísticos de frecuencias Ítem 14: Hacían que sintiera que lo que yo hacía eran cosas importantes Ítem 14. Hacían que sintiera que lo que yo hacía eran cosas importantes Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 18 32,1 32,1 32,1 Nunca 8 14,3 14,3 46,4 Raramente 10 17,9 17,9 64,3 Sí, a menudo 15 26,8 26,8 91,1 Sí, muy a menudo 5 8,9 8,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 De nuevo un 64,3% de las gestantes reconoce que sólo ocasionalmente sus padres hacían que se sintiera valorada. Esta información constituye un nuevo indicador de la escasa atención que recibían en cuanto a la valoración de los logros alcanzados. Estos padres pasivos, que no estimulan, que no valoran o que no motivan a sus hijos pueden condicionar la competencia social de los mismos, teniendo implicaciones diversas en su forma de relacionarse con los demás.   327     Ítem 15: Hacían que me avergonzara de mi misma cuando hacía algo mal Antes de dar por término el análisis descriptivo de este cuestionario, examinaremos si durante su infancia vivieron experiencias infantiles en las que experimentaron vergüenza de sí mismas o de sus propios actos. Dados los resultados obtenidos, podemos extraer que, en nuestra muestra el 35,7% de las participantes “a menudo” experimentó vergüenza, seguido de 11 gestantes que la experimentaron “muy a menudo”. A pesar de que estos ítems han reflejado una gran variabilidad de respuestas y que no podemos revelar resultados exclusivamente pesimistas, es evidente que los resultados reflejan datos no muy positivos, lo que a su vez pone de manifiesto la existencia de carencias afectivas. Estas carencias han dado lugar a que las gestantes se perciban como una carga, o que incluso se avergüencen de sus propios actos. Estos resultados resultan más comprensibles si atendemos a que calificaron no muy positivamente el matrimonio de sus padres. Tabla 11.120 Estadísticos de frecuencias Ítem 15: Hacían que me avergonzara de mi misma cuando hacía algo mal Ítem 15. Hacían que me avergonzara de mi misma cuando hacía algo mal Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos A veces 10 17,9 17,9 17,9 Nunca 10 17,9 17,9 35,7 Raramente 5 8,9 8,9 44,6 Sí, a menudo 20 35,7 35,7 80,4 Sí, muy a menudo 11 19,6 19,6 100,0 Total 56 100,0 100,0 Discusión final de resultados: valoración del matrimonio de los padres y del afecto recibido por ellos en la infancia Dada la amplia variabilidad de respuestas obtenidas en estos ítems, no resulta sencillo poder generalizar los resultados a nuestra muestra objeto de estudio. Si bien, sí que podemos percibir que, en general, existen ciertos desajustes conyugales así como podemos reconocer que no se obtienen resultados excesivamente satisfactorios en la valoración general que ellas efectúan del matrimonio de sus padres. El indicador más claro de que estos matrimonios están de alguna manera dañados, es que en la   328     calificación general del matrimonio, el mayor acuerdo se dio en la valoración de éste como positivo y negativo a la vez. Las disputas exageradas entre los progenitores pueden alterar progresivamente la estabilidad relacional de la pareja y causar en los hijos sufrimiento, que como afirman Serrano, Moreno y Galán (2014), pueden traducirse en problemas conductuales y en una falta de adaptación del niño al ambiente. La confianza entre ambos padres tampoco es sobresaliente, pues el mayor porcentaje de la muestra coincidió en afirmar que sólo a veces sus padres confiaron el uno en el otro. En lo que respecta al tiempo que pasaban juntos ambos progenitores, el mayor acuerdo en la muestra también se produjo en “a veces mis padres pasaban mucho tiempo juntos”. Si atendemos al afecto que recibieron de estos cuando eran niñas, podemos de nuevo estimar que existe gran variabilidad de respuestas. Además, en cuanto a la confianza que depositaron en ellos hallamos cómo una gran mayoría de ellas, o bien “a menudo,” o bien “muy a menudo” sí confiaron. Asimismo, a la mayoría de la muestra o bien “nunca” o “a veces” sus padres les pegaron sin merecerlo, y en lo que a atención recibida respecta, el mayor acuerdo muestral se dio en que “a veces mis padres me prestaron muy poca atención”. A esta realidad muestral cabe añadir, que las gestantes se han sentido como una carga al menos alguna vez y además, solo a “a veces” una gran parte de la muestra se sentía querida y deseada. En este sentido, únicamente diez gestantes “nunca” se sintieron avergonzadas de sí mismas cuando hacían algo incorrecto. Es evidente que las vivencias familiares están de algún modo condicionadas por el tipo de vínculo conyugal que existe entre ambos progenitores. En estas familias no se observan resultados de relaciones muy estables y adaptativas, sino relaciones donde predominan desavenencias y algunos desajustes. Esa situación ha podido condicionar la presencia de problemas de competencia social en las niñas que ahora son adolescentes. 11.4. Cuestionario de Valoración de rasgos emocionales de personalidad para la gestante adolescente (Vallejo, 1998). A continuación se describirá la valoración que las gestantes realizan sobre aspectos de su personalidad, es decir, sobre rasgos vinculados a la sociabilidad, la depresión o la ansiedad. La escala de valoración de respuestas a las que podían optar las   329     gestantes comprende: “sí”, “no” y “a medias”. La respuesta dependerá del grado de acuerdo que presente la gestante con el ítem formulado. 11.4.1. Análisis descriptivo del Cuestionario de Valoración de rasgos emocionales de personalidad (Vallejo, 1998). En este apartado se analizarán de forma descriptiva los ítems más importantes de los 45 que conforman en total esta entrevista en forma de cuestionario, propuesta y diseñada por Vallejo (1998). Ítem 3: Por regla general me asusto por cualquier cosa En este ítem, la variabilidad de respuesta es muy amplia y cada una de las respuestas manifiesta su forma peculiar de afrontar las situaciones y los miedos. Figura 11.49 Estadísticos de frecuencias Ítem 3: Por regla general, me asusto por cualquier cosa Basándonos en los resultados obtenidos, podemos identificar que hay 20 gestantes que niegan asustarse por cualquier cosa, 23 gestantes que alegan asustarse solo “a medias”, y finalmente, otras 13 que sí reconocen asustarse por cualquier cosa. Ítem 5: Algunas veces se me ocurren ideas espantosas En lo que respecta al ítem: “algunas veces se me ocurren ideas espantosas” podemos identificar cómo 21 adolescentes niegan totalmente esta afirmación, frente a   330     35 de ellas que confirman que es “cierto” o “a medias” (17 y 18 gestantes respectivamente). En “algunas veces se me ocurren ideas espantosas” las respuestas han sido bastante heterogéneas y repartidas entre las diferentes opciones. Tabla 11.121 Estadísticos de frecuencias Ítem 5: Algunas veces se me ocurren ideas espantosas Ítem 5. Algunas veces se me ocurren ideas espantosas Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 21 37,5 37,5 37,5 A medias 18 32,1 32,1 69,6 Cierto 17 30,4 30,4 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 8: Algunas veces me siento completamente inútil Si nos interesa conocer cómo han podido repercutir esas carencias afectivas en el sentimiento de competencia y en la propia imagen personal que han elaborado de sí mismas, este ítem: “algunas veces me siento completamente inútil”, podría revelarnos información valiosa. Tabla 11.122 Estadísticos de frecuencias Ítem 8: Algunas veces me siento completamente inútil Ítem 8. Algunas veces me siento completamente inútil Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 12 21,4 21,4 21,4 A 19 33,9 33,9 55,4 medias Cierto 25 44,6 44,6 100,0 Total 56 100,0 100,0 En este sentido, el 78,5% de la muestra “a medias” o “completamente” se reconoce en el ítem. Por tanto, la autoestima es negativa en este sentido y deberían fomentarse prácticas parentales más positivas que permitieran eliminar este tipo de sentimientos.   331     Ítem 11: Soy muy impulsiva En el análisis de la posible impulsividad que pueden presentar las gestantes, concluimos que únicamente 5 de ellas no se identifican con este ítem, frente a 25 adolescentes que señalan que “a medias” están de acuerdo y otras 26 quienes están “totalmente de acuerdo”. Por tanto, en este caso sí que podríamos confirmar que una gran parte de la muestra se reconoce como impulsiva. Tabla 11.123 Estadísticos de frecuencias Ítem 11: Soy muy impulsiva Ítem 11. Soy muy impulsiva Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 5 8,9 8,9 8,9 A medias 25 44,6 44,6 53,6 Cierto 26 46,4 46,4 100,0 Total 56 100,0 100,0 Esta impulsividad puede entenderse mejor si atendemos a la falta de planificación del embarazo, tan común y tan frecuente en muchas de ellas. Ítem 15: Soy una persona sin cambios de carácter En lo que respecta a este ítem: “soy una persona sin cambios de carácter” casi la mitad de las gestantes (42,9% de la muestra), es decir, 24 adolescentes niegan poder identificarse con dicha afirmación. Es decir, consideran que su carácter fluctúa bastante, y ello puede tener parte de su origen en los cambios propios de la adolescencia donde es común la presencia de ambivalencias. Estos cambios frecuentes de carácter pueden generar problemas en la convivencia familiar o en las relaciones que establecerá la gestante con otras personas de su entorno más próximo.   332     Tabla 11.124 Estadísticos de frecuencias Ítem 15: Soy una persona sin cambios de carácter Ítem 15. Soy una persona sin cambios de carácter Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos Falso 24 42,9 42,9 42,9 A medias 18 32,1 32,1 75,0 Cierto 14 25,0 25,0 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 18: Por lo general, soy violenta y destemplada En el análisis del ítem “por lo general soy violenta y destemplada” identificamos cómo gran parte de ellas (42,9%), es decir, 24 gestantes, consideran falsa esta afirmación. Si bien, más de la mitad muestral se describe “a medias” como violenta y destemplada, o directamente considera “cierta” dicha afirmación. Por consiguiente, en la muestra identificamos cierta agresividad. Además, según la OMS, desafortunadamente, dadas las construcciones de género y las características de algunas parejas de adolescentes, la situación de vulnerabilidad puede desembocar en que algunos adolescentes lleguen a aceptar relaciones violentas. Figura 11.50: Estadísticos de frecuencias Ítem 18: Por lo general, soy violenta y destemplada.   333     Ítem 23: Nunca he saltado de alegría Respecto al estado de júbilo y satisfacción que pueden experimentar las gestantes, llama nuestra atención cómo 6 de ellas sostienen que “nunca” han experimentado esa dicha o alegría, lo que nos indicaría que tal vez mienten o no son conscientes de los momentos en los que han sido felices. El 75% de la muestra niega esta afirmación, ya que en algún momento de su existencia han experimentado emociones positivas. Esto coincide con el hecho de que, como afirma la OMS, en torno al embarazo adolescente, existe una gran diversidad de escenarios que nos llevan a concluir que estaríamos ante un fenómeno complejo, que a menudo va vinculado a emociones diferentes: alegría, esperanza, dolor… Tabla 11.125 Estadísticos de frecuencias Ítem 23: Nunca he saltado de alegría Ítem 23. Nunca he saltado de alegría Porcentaje Frecuencia Porcenstaje Porcentaje válido acumulado Válidos Falso 42 75,0 75,0 75,0 A medias 8 14,3 14,3 89,3 Cierto 6 10,7 10,7 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 26: No me considero una persona cariñosa Continuando con el análisis de la personalidad de las gestantes, y atendiendo específicamente a si se perciben cariñosas, es decir, si muestran afecto y son tiernas, hallaremos cómo una mayoría muestral (51,8%) no se considera especialmente cariñosa (no suelen ser efusivas en las muestras de cariño), frente a un 48,2% que reconoce que “a medias” o “totalmente” sí podrían definirse así. Sobre esta afectividad, algunos países promueven estrategias que incluyen la promoción en estas habilidades junto con otras como el control de la impulsividad, el autocontrol y la capacidad de negociación (OMS). En Figura 11.51 podemos observar la distribución de los porcentajes en relación a este ítem.   334     Figura 11.51 Estadísticos de frecuencias Ítem 26: No me considero una persona especialmente cariñosa Ítem 27: Soy una persona muy idealista Si pretendemos conocer esa tendencia o inclinación de nuestras gestantes a idealizar su realidad, observaremos cómo en el ítem 27 las puntuaciones se mantienen bastante repartidas entre las tres opciones posibles, donde 22 gestantes se identifican con ser idealistas, frente a otras 18 que no se reconocen como tal. En estas respuestas encontramos grandes disparidades. En Tabla 11.126 podemos identificar de forma gráfica cómo son de idealistas nuestras gestantes participantes. Tabla 11.126 Estadísticos de frecuencias Ítem 27: Soy una persona muy idealista Ítem 27. Soy una persona muy idealista Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 18 32,1 32,1 32,1 A medias 16 28,6 28,6 60,7 Cierto 22 39,3 39,3 100,0 Total 56 100,0 100,0   335     Ítem 33: Establezco una intensa relación afectiva con mis amigos El ítem “establezco una intensa relación afectiva con mis amigos” nos da a conocer el grado de implicación afectiva que exhiben las gestantes con ellos. Como podemos comprobar, el 51,8% reconoce establecer relaciones intensas y otro 42,9% lo reconoce sólo “a medias”. Por tanto, en general, descartamos frialdad en las relaciones de amistad y evidenciamos la existencia de afecto en las relaciones que establecen con ellos, a pesar de que con el embarazo, posiblemente han tenido que dejar de realizar determinadas actividades que antes compartían. Tabla 11.127 Estadísticos de frecuencias Ítem 33. Establezco una intensa relación afectiva con mis amigos Ítem 33. Establezco una intensa relación afectiva con mis amigos Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos Falso 3 5,4 5,4 5,4 A medias 24 42,9 42,9 48,2 Cierto 29 51,8 51,8 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 37: Me suelen aparecer ideas malas en la cabeza Este ítem aporta información útil, ya que gracias a él sabemos que únicamente 10 gestantes consideran que “no les suelen aparecer ideas malas en la cabeza”. Como afirma Loscertales (2015), una persona dotada de salud mental no está totalmente libre de ansiedad o de sentimientos de culpabilidad. Sin embargo, este ítem puede ser un indicador de que algunas gestantes puedan estar afrontando un embarazo difícil y lleno de obstáculos. Tabla 11.128 Estadísticos de frecuencias Ítem 37: Me suelen aparecer ideas malas en la cabeza Ítem 37. Me suelen aparecer ideas malas en la cabeza Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos Falso 10 17,9 17,9 17,9 A medias 21 37,5 37,5 55,4 Cierto 25 44,6 44,6 100,0 Total 56 100,0 100,0   336     Ítem 38: Últimamente he perdido interés por las cosas que me ilusionaban El análisis de este ítem puede facilitarnos el reconocimiento en la gestante de una pérdida de interés e ilusión por determinadas cosas. En este caso, casi la mitad de las gestantes (24 de ellas) reconoce haber perdido interés. Gran parte de esta pérdida de interés es generada a menudo por la llegada de un nuevo miembro a la familia y probablemente, por la asunción de nuevas responsabilidades o exigencias derivadas del nacimiento del bebé. Tabla 11.129 Estadísticos de frecuencias Ítem 38: Últimamente he perdido el interés por las cosas que me ilusionaban Ítem 38. Últimamente he perdido el interés por las cosas que me ilusionaban Porcentaje Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado Válidos Falso 8 14,3 14,3 14,3 A medias 24 42,9 42,9 57,1 Cierto 24 42,9 42,9 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 41: Tengo sueños tan malos que me levanto agotada Respecto al ítem “tengo sueños tan malos que me levanto agotada”, algo más de la mitad de las gestantes (51,8%) reconoce que alguna vez ha sufrido este tipo de pesadillas. Estos sueños pueden ser reflejo de la serenidad o de las perturbaciones que pueden estar aconteciendo en la vida de estas adolescentes. Tabla 11.130 Estadísticos de frecuencias Ítem 41: Tengo sueños tan malos que me levanto agotada Ítem 41. Tengo sueños tan malos que me levanto agotada Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 5 8,9 8,9 8,9 A medias 22 39,3 39,3 48,2 Cierto 29 51,8 51,8 100,0 Total 56 100,0 100,0   337     Ítem 42: No me considero una persona sociable y amistosa El ítem 42 nos informa de la percepción que posee la gestante sobre su propia sociabilidad. De todas ellas, 21 gestantes argumentaron que “a medias” se consideraban sociables y otras 20 indicaron que no se reconocían como personas amistosas ni sociables. Por tanto, aunque los porcentajes están muy repartidos, en general predomina una escasa sociabilidad. Esta escasa sociabilidad contrasta con el afecto que afirmaron mantener en sus relaciones de amistad. Este resultado puede ser indicador de que en sus relaciones íntimas tal vez muestren mayor habilidad para entregarse y ser afectuosas, mientras que para entablar nuevas relaciones sociales sean menos habilidosas y les cueste mayor esfuerzo. Tabla 11.131 Estadísticos de frecuencias Ítem 42: No me considero una persona sociable y amistosa Ítem 42. No me considero una persona sociable y amistosa Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 20 35,7 35,7 35,7 A medias 21 37,5 37,5 73,2 Cierto 15 26,8 26,8 100,0 Total 56 100,0 100,0 Ítem 43: Mucha gente piensa de mí que soy fría y distante Este ítem nos permite verificar si es posible que predomine cierto grado de calidez en la personalidad de la gestante, o si por el contrario éstas suelen ser más frías o distantes en sus relaciones. Tabla 11.132 Estadísticos de frecuencias Ítem 43: Mucha gente piensa de mí que soy fría y distante Ítem 43. Mucha gente piensa de mí que soy fría y distante Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado Válidos Falso 18 32,1 32,1 32,1 A medias 25 44,6 44,6 76,8 Cierto 13 23,2 23,2 100,0 Total 56 100,0 100,0   338     Esta frialdad o calidez tendrá repercusión en el tipo de relación que establezcan con los demás. El 44,6% de la muestra señala que la gente “a medias” piensa de ella que es fría y distante, mientras otro 32,1% no se identifica nada con esa frialdad. Los porcentajes están muy repartidos y reflejan la heterogeneidad que existe en cuanto a personalidad y la imposibilidad de poder clasificarlas bajo los mismos términos. Ítem 45: Últimamente siempre espero lo peor aunque no sé lo que puede ser “El esperar lo peor, aunque se desconozca lo que puede ser” refleja el pesimismo que puede estar presente en la gestante, más aun teniendo en cuenta que en su mayoría, afrontan un embarazo no planificado. Los porcentajes están muy repartidos, identificamos gestantes que sí esperan lo peor, mientras otras son más optimistas. Superan ligeramente el porcentaje de las adolescentes optimistas (41,1%). Tabla 11.133 Estadísticos de frecuencias Ítem 45: Últimamente siempre espero lo peor aunque no sé lo que puede ser Ítem 45. Últimamente siempre espero lo peor aunque no sé lo que puede ser Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos Falso 23 41,1 41,1 41,1 A medias 16 28,6 28,6 69,6 Cierto 17 30,4 30,4 100,0 Total 56 100,0 100,0 Discusión final de resultados: valoración de rasgos de personalidad A pesar de las dificultades a las que han tenido que hacer frente algunas gestantes y aunque puedan ser conscientes de que no han sabido superar correctamente ciertos obstáculos que se han presentado durante la gestación, la imagen que devuelven a la investigación no es la más desfavorable, aunque tampoco es la más próspera. Si bien es cierto, en lo que respecta a aspectos emocionales, nuestros resultados evidencian que el embarazo ha tenido repercusiones importantes en la esfera de la personalidad, al igual que ocurre en la investigación de Vallejo (1998). Pues, la presencia de cambios emocionales ha sido ineludible, y además, éstos se han agudizado debido a los desajustes afectivos propios de la adolescencia. En este sentido, hemos identificado la presencia de impulsividad en muchas de ellas o el rechazo a la norma, los   339     cuáles, al igual que apuntaba Vallejo (1998), pueden haberse intensificado durante el embarazo al no disponer de un apoyo familiar de calidad. Asimismo, se ha detectado en las gestantes cierta calidez, a la vez que han reconocido la presencia de ciertos temores, inquietudes y pensamientos autoinculpatorios, que aunque no son generalizables a toda la muestra, sí han predominado en ella. Por otra parte, aunque la mayoría ha experimentado alegría en algún momento, sí que observamos en muchas de ellas cierto pesimismo, así como una incapacidad para poder concentrarse. 11.5. Análisis inferencial de correlaciones: “Cuestionario de Valoración de Matrimonio de los padres y Experiencia Afectiva en la infancia” y “Cuestionario de Rasgos emocionales de Personalidad”. Con el fin de identificar posibles correlaciones significativas positivas o negativas entre los diferentes ítems que hemos ido analizando a lo largo de estos dos últimos cuestionarios, van a ser interrelacionados todos mediante análisis inferencial. Damos comienzo a este análisis inferencial explorando si los progenitores de la gestante confiaban el uno en el otro, hallamos en este caso, que la valoración que realiza la gestante sobre esa confianza, va a correlacionar positivamente, con la descripción que ella realice sobre las manifestaciones de cariño que se dispensaban, la valoración que pueda realizar de su matrimonio, y también, con la valoración que ha realizado sobre si se sintió querida y deseada durante esa infancia (ver Tabla 11.134). Tabla 11.134 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 2 con ítems 1, 4, 5, 8, 13 y 45. Ítem 4. Ítem 5. Ítem 45. ¿Recuerdas ¿Cómo Últimamente manifestaciones calificarías Ítem 13. siempre Ítem 1. de cariño (se el Ítem 8. Me Hacían que espero lo ¿Discutían de decían que se matrimonio prestaban me sintiera peor aunque forma exagerada querían se de tus muy poca querida y no sé lo que tus padres? besaban)? padres? atención deseada puede ser Ítem 2. Correlación ¿Confiab de -,631** ,572** ,741** -,503** ,526** -,508** a uno en Spearman el otro? Sig. ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 (bilateral) N 56 56 56 56 56 56   340     Así mismo, tal y como identificamos en Tabla 11.134, la valoración que la gestante pueda realizar sobre la confianza que sus padres se tenían, correlacionará negativamente con las discusiones que mantendrían éstos durante su infancia, con la escasa atención que prestaban a ésta y con el hecho de que últimamente la gestante siempre espere lo peor aunque no sepa definir lo que puede ser. Tabla 11.135 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 4 con ítems 5, 6,8, 9, 10, 11, 13 y 14 Ítem 6. Ítem 9. Ítem 10. Ítem 11. Ítem 13. Ítem 14. Ítem 5. ¿Cómo Podía Ítem 8. Me Decían Disfrutaban Eran Hacían Hacían que me calificarías el confiar prestaban cosas teniéndome excesivame que me sintiera que lo matrimonio de fácilment muy poca agradable cerca de nte sintiera que yo hacía tus padres? e en ellos atención s de mi ellos. protectores querida y eran cosas conmigo. deseada importantes Ítem 4 – Correlac ,726** ,614** -,594** ,560** ,530** ,611** ,553** ,561** Spearman ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 Sig. (bilateral) 56 56 56 56 56 56 56 56 N En lo que respecta a si las gestantes recuerdan manifestaciones de cariño entre sus progenitores durante su infancia, hallamos en Tabla 11.135, que el recordar dichas manifestaciones de amor, correlaciona positivamente con la calificación positiva que pueden efectuar las gestantes del matrimonio de sus padres, con el poder confiar fácilmente en ellos, así como con la valoración que puedan realizar sobre si éstos decían cosas agradables de ellas, si disfrutaban teniéndoles cerca, o si eran excesivamente protectores, si lograban que se sintieran queridas y deseadas, y también, con el sentir que lo que hacían sus hijas eran cosas importantes. Este ítem correlaciona negativamente con la baja atención que les dedicaron sus padres en su infancia. Tabla 11.136 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 6 con ítems 10, 13 y 14 Ítem 10. Disfrutaban Ítem 13. Hacían Ítem 14. Hacían que me   teniéndome cerca de que me sintiera sintiera que lo que yo hacía ellos querida y deseada eran cosas importantes Ítem 6. Podía confiar Correlación  de   ,693** ,594** ,512** fácilmente en ellos   Spearman   Sig.  (bilateral)   ,000 ,000 ,000 N   56 56 56 En lo que respecta a si ellas podían confiar fácilmente en sus padres cuando eran niñas (ver Tabla 11.136), podemos identificar algunas correlaciones positivas, por un lado con respecto al disfrute de los padres con sus hijas, por otro lado, con el sentirse queridas y deseadas por ellos, y por último, con el experimentar que las cosas que hacían eran importantes.   341     Tabla 11.137 Correlaciones de Spearman Correlación ítem 7 con ítem 12 Ítem 12. Me veían como una carga Ítem 7. Me pegaban aunque no lo mereciera Correlación de Spearman ,565** Sig. (bilateral) ,000 N 56 En cuanto a los castigos físicos que pudieron recibir las gestantes cuando eran niñas aunque no lo merecieran (Tabla 11.137), observamos que correlacionarán positivamente con el que las gestantes se viesen como una carga durante esa infancia. Es una correlación débil, pero para nosotros interesante. Por otro lado, en Tabla 11.138, podemos verificar cómo el que las gestantes recibieran palabras agradables de sus padres cuando eran niñas correlaciona positivamente con que también ellas se sintieran queridas y deseadas por ellos en su infancia, y también, con el hecho de que sintieran que lo que hacían eran cosas importantes. Tabla 11.138 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 9 con ítems 13 y 14 Ítem 13. Hacían Ítem 14. Hacían que me que me sintiera sintiera que lo que yo querida y hacía eran cosas deseada importantes Ítem 9. Decían cosas Correlación de Spearman ,650** ,667** agradables de mi Sig. (bilateral) ,000 ,000 N 56 56 Por último, también existe una correlación positiva entre el hecho de que los padres lograsen que sus hijas se sintieran queridas y deseadas cuando eran niñas, con el sentimiento por parte de éstas de que lo que hacían eran cosas importantes (Tabla 11.139).   342     Tabla 11.139 Correlaciones de Spearman Correlación ítem 13 con ítem 14. Ítem 14. Hacían que me sintiera que lo que yo hacía eran cosas importantes Ítem 13. Hacían que me Correlación de Spearman ,805** sintiera querida y deseada Sig. (bilateral) ,000 N 56   11.6 Análisis inferencial, correlación de ítems correspondientes a todos los cuestionarios y discusión de resultados. A partir de los datos que se recopilaron de todos los ítems formulados en cada uno de los cuestionarios empleados en esta investigación, se optó por correlacionar todos los resultados con el propósito de observar posibles relaciones significativas entre ellos. Las correlaciones que se van a originar, aunque sean muy débiles, nos van a posibilitar tanto el conocimiento como la identificación de relaciones significativas que pueden existir entre determinados factores de interés para el estudio. Tabla 11.140 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 1 con ítem 53 y 55 Ítem 53. Últimamente siempre espero lo peor Ítem 55. Siento que he aunque no sé lo que puede decepcionado a las personas ser que confiaban en mí Ítem 1. El momento en el Correlación de -,522** -,547** que me he quedado Spearman embarazada es en general Sig. (bilateral) ,000 ,000 un buen momento N 56 56 Como podemos identificar en Tabla 11.140, la consideración por parte de la adolescente, de que el momento en el que se ha quedado embarazada sea un buen momento, correlacionará negativamente con esperar lo peor aunque no sepa exactamente definir qué es y con sentir que ha decepcionado a personas que confiaban en ella.   343     Tabla 11.141 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 4 con ítems 67, 75, 77 y 85 Ítem 67. Mi pareja Ítem 75. Mi pareja habla conmigo de lo me explica por qué Ítem 77. Puedo Ítem 85. Me que me preocupa o me una cosa está bien fiarme de mi acepta como interesa. o por qué está mal. pareja soy. Ítem 4. Cuando Correlación de ,878** ,874** ,828** ,892** estoy muy nerviosa y Spearman alterada mi pareja Sig. (bilateral) ,000 ,000 ,000 ,000 me apoya N 56 56 56 56 Por otra parte, si analizamos el apoyo que proporciona la pareja a la gestante cuando ésta se siente nerviosa y alterada, podemos confirmar que ello correlacionará positivamente con el poder hablar con él de lo que a ella le preocupa o interesa, con el hecho de que éste le explique por qué una cosa está bien o está mal, con el hecho de que ella pueda fiarse de él y con la aceptación por parte de la pareja respecto a la forma de ser de la gestante (ver Tabla 11.141). En Tabla 11.142, apreciaremos también una correlación positiva si vinculamos el ítem que se refiere al ánimo que proporciona la madre de la gestante a su hija cuando lo necesita, con otro ítem que afirma que la madre habla con la gestante de lo que le preocupa y le interesa. Asimismo, el que la madre de ánimos a su hija también se relaciona de igual forma con otro ítem vinculado a la aceptación de la forma de ser de la gestante por parte de su madre. Tabla 11.142 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 11 con ítems 65, 81, 82 y 83. Ítem 65. Mi madre habla conmigo de lo que me preocupa Ítem 81. Mi madre me o me interesa. acepta como soy. Ítem 11. Mi madre Correlación de ** ** me da ánimos Spearman ,533 ,590 cuando dudo sobre Sig. (bilateral) mí misma ,000 ,000 N 56 56 Tal y como muestra la Tabla 11.143, una difícil aceptación de este embarazo se relacionará positivamente con el recuerdo de recibir castigos físicos inmerecidos cuando era niña, y por otra parte, correlacionará negativamente con el recordar manifestaciones   344     de cariño entre sus padres cuando era pequeña. Asimismo, también correlacionará negativamente con el hecho de que la adolescente pueda fiarse de su padre. Tabla 11.143 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 12 con ítems 25, 27, 71 y 78 Ítem 25. ¿Recuerdas Ítem 27. Me manifestaciones de cariño (se pegaban Ítem 71. Puedo decían que se querían se aunque no lo fiarme de mi besaban)? mereciera padre. Ítem 12. Me cuesta Correl Spearman -,526** ,583** -,540** aceptar este embarazo Sig. (bilateral) ,000 ,000 N 56 56 56 La consideración por parte de la gestante de que este embarazo está siendo fácil de afrontar (ver Tabla 11.144) se relacionará positivamente con el que la pareja demuestre a la gestante que la quiere y acepta su forma de ser. Tabla 11.144 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 13 con ítems 84 y 85 Ítem 84. Mi pareja me Ítem 85. Me demuestra que me acepta como quiere. soy. Ítem 13. Hasta el momento, Correlación de Spearman ,534** ,517** éste ha sido un embarazo fácil Sig. (bilateral) ,000 ,000 N 56 56 En lo que respecta al ítem “ojalá no estuviera embarazada” (ver Tabla 11.145), encontramos nuevas correlaciones que llaman nuestra atención, pues este ítem se relaciona positivamente con el hecho de que se percibiera como una carga para sus padres, y negativamente, con el que su pareja le demuestre actualmente que la quiere tal y cómo es.   345     Tabla 11.145 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítems 14 con ítems 32, 84 y 85 Ítem 32. Me Ítem 84. Mi pareja veían como me demuestra que Ítem 85. Me una carga me quiere. acepta como soy. Ítem 14. Ojalá no estuviera Correlación de Spearman ,558** -,550** -,590** embarazada Sig. (bilateral) ,000 ,000 ,000 N 56 56 56 Tal y como observamos en Tabla 11.146, el hecho de que la gestante crea que podrá ser buena madre correlacionará positivamente con que su padre le demuestre que la quiere. Tabla 11.146 Correlaciones de Spearman Correlación ítem 16 con ítem 78 Ítem 78. Mi padre me demuestra que me quiere. Ítem 16. Creo que puedo ser una buena Correlación de Spearman ,505** madre Sig. (bilateral) ,000 N 56 Si pretendemos encontrar ítems que correlacionen con el sentimiento de felicidad con el embarazo, hemos de hacer mención a Tabla 11.147, pues en ella identificaremos una relación significativa positiva entre esta felicidad con el hecho de que las gestantes puedan fiarse de sus padres, de sus parejas, también con el que sus padres demuestren que las quieren, así como también correlaciona de igual modo con el hablar con ellos de lo que les preocupa o les interesa. El estar feliz con el embarazo correlacionará negativamente con el haber recibido castigos físicos por parte de sus padres en la infancia. Tabla 11.147 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 18 con ítems 27, 63, 71, 77 y 78 Ítem 27. Me Ítem 63. Mi padre Ítem 71. Ítem 77. Ítem 78. Mi pegaban habla conmigo de lo Puedo Puedo padre me aunque no lo que me preocupa o me fiarme de fiarme de demuestra que mereciera interesa. mi padre. mi pareja me quiere. Ítem 18. Estoy Correl de -,541** ,542** ,569** ,507** ,549** feliz con este Spearman embarazo Sig. (bilateral) ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 N 56 56 56 56 56   346     El que el padre de la gestante esté contento con el embarazo de su hija (ver Tabla 11.148) se relacionará positivamente con el ítem “puedo fiarme de mi padre” , también con otros ítems como: “mi padre me da ánimos cuando dudo sobre mí misma”, “mi padre habla conmigo de lo que me preocupa o me interesa”, “mi padre me explica por qué está bien o está mal una cosa”, “mi padre me acepta cómo soy” y “mi padre me apoya en todo lo que hago”. Tabla 11.148 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 20 con ítems 21, 63, 69, 71, 79 y 80 Ítem 21. Mi Ítem 69. Mi Ítem padre me da Ítem 63. Mi padre me 71. Ítem 80. Mi ánimos padre habla explica por Puedo Ítem 79. padre me cuando dudo conmigo de lo qué una cosa fiarme Mi padre apoya en sobre mí que me preocupa está bien o por de mi me acepta todo lo que misma o me interesa. qué está mal. padre. como soy. hago. Ítem 20. Mi Corr ,678** ,736** ,695** ,686* ,571** ,756** padre está Spearman * contento con mi Sig. ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 embarazo (bilateral) N 56 56 56 56 56 56 En lo que respecta a si las gestantes recuerdan manifestaciones de cariño entre sus progenitores cuando eran niñas, estas manifestaciones, tal y como parece indicar Tabla 11.149, se relacionarán negativamente con una baja aceptación del embarazo, y positivamente, con la aceptación por parte del padre de la forma de ser de su hija. Tabla 11.149 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 25 con ítems 12 y 79 Ítem 12. Me cuesta aceptar este Ítem 79. Mi padre me embarazo acepta como soy. Ítem 25. ¿Recuerdas Correlación de Spearman -,526** ,508** manifestaciones de cariño (se Sig. (bilateral) ,000 ,000 decían que se querían se besaban)? N 56 56 El que las gestantes reconozcan que fueron pegadas en la infancia se relacionará positivamente con una costosa aceptación del embarazo, y negativamente, con la experiencia de felicidad con el mismo.   347     Tabla 11.150 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 27 con ítem 12 y 18 Ítem 12. Me cuesta aceptar Ítem 18. Estoy feliz este embarazo con este embarazo Ítem 27. Me pegaban aunque Correlación de Spearman ,583** -,541** no lo mereciera Sig. (bilateral) ,000 ,000 N 56 56 El hecho de que los padres prestasen muy poca atención a las gestantes cuando eran niñas (ver Tabla 11. 151), se relacionará positivamente con la percepción que ellas mantendrán de que fueron una carga para ellos. Este ítem también correlacionará negativamente con la valoración que realizarán del disfrute que experimentaron sus padres cuando ellas estaban cerca de ellos, también con la percepción que tienen de haberse sentido queridas por ellos en su infancia y con el establecer una relación intensa con sus amigos en la actualidad. Tabla 11.151 Correlaciones de Spearman Correlación ítem 28 con ítems 30, 32, 33, 34 y 46. Ítem 30. Ítem 34. Disfrutaba Ítem 33. Hacían que me n Ítem 32. Hacían que sintiera que lo Ítem 46. Establezco teniéndome Me veían me sintiera que yo hacía una intensa relación cerca de como una querida y eran cosas afectiva con mi ellos carga deseada importantes amigos Ítem 28. Corr -,553** ,555** -,557** -,544** -,504** Me Spearman prestaban Sig. ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 muy poca (bilateral) atención N 56 56 56 56 56 Tal y como refleja Tabla 11.152, el hecho de que la gestante sintiera que era una carga para sus padres cuando era niña se relacionará positivamente con el recibir castigos físicos sin merecerlo por parte de ellos, así como con la escasa atención que recibió por su parte y con el hacer que se avergonzase de sí misma cuando hacía algo mal.   348     Tabla 11.152 Correlaciones de Spearman Correlaciones del ítem 32 con ítems 27, 28 y 35 Ítem 35. Hacían que me Ítem 27. Me Ítem 28. Me avergonzara de pegaban aunque prestaban muy mi misma cuando no lo mereciera poca atención hacía algo mal Ítem 32. Me veían como una carga Correlación de ,565** ,555** ,534** Spearman Sig. (bilateral) ,000 ,000 ,000 N 56 56 56 Por otra parte, el hecho de que la gestante se sienta querida por sus padres correlacionará positivamente con la calificación positiva que ésta puede hacer del matrimonio de éstos, de sus manifestaciones de cariño, de recibir palabras agradables de ellos, de su capacidad de disfrute con ella, y también con el sentimiento de que lo que hacía durante su infancia eran cosas importantes. En Tabla 11.153 se pueden observar las diferentes correlaciones que acabamos de describir. Tabla 11.153 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 33 con ítems 5, 25, 26, 28, 29, 30 y 34 Ítem 25. Ítem 5. ¿Recuerdas Ítem Ítem Ítem 34. ¿Cómo manifestacio 26. 29. Hacían que calificarías nes de cariño Podía Ítem 28. Decían Ítem 30. me sintiera el (se decían confiar Me cosas Disfrutaban que lo que yo matrimonio que se fácilme prestaban agradab teniéndome hacía eran de tus querían se nte en muy poca les de cerca de cosas padres? besaban)? ellos atención mi ellos importantes Ítem 33. Corr.Spearma ,578** ,553** ,594** -,557** ,650** ,664** ,805** Hacían que n me sintiera Sig. (bilateral) ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 ,000 querida y deseada N 56 56 56 56 56 56 56 Si atendemos a los datos que nos ofrece Tabla 11.154, aunque la correlación no es muy elevada, el ítem relativo a la vergüenza que experimentaba la gestante cuando era una niña y hacía algo mal correlacionará positivamente con que últimamente la adolescente espere lo peor aunque desconozca qué puede ser.   349     Tabla 11.154 Correlaciones de Spearman Correlación de ítem 35 con ítem 53 Ítem 53. Últimamente siempre espero lo peor aunque no sé lo que puede ser Ítem 35. Hacían que me avergonzara de Correlación de Spearman ,545** mi misma cuando hacía algo mal Sig. (bilateral) ,000 N 56 El que a las gestantes “les aparezcan ideas malas en la cabeza” correlaciona positivamente con el hecho de que últimamente han perdido interés por las cosas que antes les ilusionaban y también correlaciona con el hecho de que últimamente esperen lo peor aunque no sepan definir lo que puede ser. En Tabla 11.155 se pueden observar las correlaciones que acabamos de identificar. Tabla 11.155 Correlaciones de Spearman Correlaciones de ítem 47 con ítems 48 y 53 Ítem 48. Ítem 53. Últimamente he Últimamente perdido el interés siempre espero lo por las cosas que peor aunque no sé me ilusionaban lo que puede ser Ítem 47. Me suelen aparecer ideas Correlación de Spearman ,539** ,504** malas en la cabeza Sig. (bilateral) ,000 ,000 N 56 56 Si atendemos a la Tabla 11.156, observaremos cómo el que la gestante perciba que ha decepcionado a personas que confiaban en ella correlacionará negativamente con la valoración positiva que ésta podrá realizar del momento en el que se ha quedado embarazada. Tabla 11.156 Correlaciones de Spearman Correlación ítem 57 con ítem 1 Ítem 1. El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento Ítem 57. Siento que he Correlación de Spearman -,547** decepcionado a las personas que Sig. (bilateral) ,000 confiaban en mí N 56 En cuanto al pesimismo de la gestante, es decir, por ejemplo, el creer que la vida no merece la pena correlacionará positivamente con una costosa aceptación del embarazo, con tener ideas malas en la cabeza y con el haberse percibido como una carga   350     para sus padres cuando era niña. Por otra parte, correlacionará negativamente con una valoración positiva del matrimonio de los padres y con el poder confiar fácilmente en ellos (ver tabla 11.157). Tabla 11.157 Correlaciones de Spearman Correlaciones ítem 58 con ítems 12, 5, 26, 32 y 47 Ítem 26. Ítem 47. Me Ítem 12. Ítem 5. ¿Cómo Podía suelen Me cuesta calificarías el confiar Ítem 32. Me aparecer ideas aceptar este matrimonio de fácilmente veían como una malas en la embarazo tus padres? en ellos carga cabeza Ítem 58. Creo Corr. ,408** -,467** -,423** ,443** ,464** realmente que la Spearman vida no merece la Sig. (bilateral) ,002 ,000 ,001 ,001 ,000 pena N 56 56 56 56 56 11.7. Diseño factorial. Análisis del efecto de diferentes variables independientes sobre una variable dependiente: Adaptación al embarazo Según Pereda (1987) citado por Cubo et al. (2011), el diseño factorial es el diseño de investigación que nos permite estudiar el efecto de dos o más variables independientes sobre un fenómeno (en nuestro caso la adaptación al embarazo), así como saber si estas variables independientes interactúan entre sí sobre esa variable dependiente. En este apartado se van a llevar a efecto diferentes diseños factoriales con el objeto de explorar las variables independientes que pueden estar afectando a la variable dependiente: “adaptación al embarazo”. Como variables independientes tomaremos las siguientes: el efecto del apoyo materno, el apoyo de la pareja, el apoyo del padre, la identificación con el rol materno, la preparación al parto, la edad, la preocupación por el embarazo, la decepción, la aceptación del embarazo y el pesimismo durante el embarazo. Nuestro objetivo es conocer qué factores podemos identificar como facilitadores de dicha adaptación, para posteriormente, poder diseñar un programa de intervención que facilite esa anhelada adaptación al embarazo y maternidad.   351     11.7.1. Diseño factorial de las variables: efecto del apoyo materno y de pareja en la adaptación al embarazo En primer lugar, procederemos a analizar desde un diseño factorial experimental, el efecto que puede tener el apoyo que proporcionan la pareja y la madre de la gestante sobre la adaptación a la gestación. Para ello, se seleccionaron gestantes al azar de la muestra siempre que pudieran acogerse a las condiciones experimentales que se establecieron. Las variables independientes estudiadas fueron: el apoyo de la pareja (nula relación, relación con altibajos o buena relación) y el apoyo materno (pésima, regular o buena relación). - V. independiente 1: apoyo de pareja. Valores: 1. Buena relación 2. Relación con altibajos 3. Nula relación - V. independiente 2: apoyo de la madre. Valores: 1. Buena relación 2. Regular relación 3. Nula relación Nuestras hipótesis de trabajo fueron las siguientes: Hipótesis 1: Las adolescentes que disfrutan del apoyo de sus parejas durante el embarazo y mantienen además buena relación, reflejarán una adaptación al embarazo mayor que las gestantes que mantienen una relación de pareja con altibajos, y éstas a su vez, mayor que las gestantes que no mantienen ninguna relación de pareja con los que serán los futuros padres de sus bebés. Hipótesis 2: Las gestantes que disfrutan del apoyo de sus madres manteniendo con éstas una buena relación, reflejarán una mayor adaptación al embarazo que las que mantienen una relación regular, y éstas a su vez mayor que las gestantes que mantienen una relación pésima. Hipótesis 3: Existe interacción entre el apoyo de la pareja y el apoyo materno en relación a la adaptación al embarazo.   352     Figura 11.53 nos muestra el efecto principal de la variable “relación que mantiene con la pareja”. Los resultados parecen estar en la línea de la hipótesis 1, en la que las gestantes que valoran su relación de pareja como buena tienen una adaptación a la gestación mayor que las que las valoran con altibajos. Figura 11.52 Medias marginales estimadas de adaptación Relación con la pareja El gráfico 11.54 nos muestra el efecto principal de la variable “relación que mantienen con las madres”. Los resultados parecen estar en consonancia con la hipótesis 2. El análisis inferencial nos aclarará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. Figura 11.53 Medias marginales estimadas de adaptación Relación con la madre   353     Figura 11.54 Medias marginales estimadas de adaptación Interacción relación con la pareja y relación con la madre Este gráfico que acabamos de observar (Figura 11.55), muestra la posible interacción que puede existir entre la relación que la gestante mantiene con la pareja y con la madre respecto a la adaptación al embarazo. El análisis inferencial concluirá si existe o no interacción entre ambas variables sobre la adaptación a la gestación. Desde un punto de vista inferencial, se van a presentar los diferentes elementos del fichero de resultados que conforman el análisis factorial de la investigación. Tabla 11.158 Factores inter-sujetos Relación con la pareja y con la madre Factores inter-sujetos Etiqueta del valor N Relación con la pareja 1,00 Nula relación con futuro padre del 9 bebé 2,00 Relación de pareja conflictiva con 9 altibajos 3,00 Buena relación de pareja 9 Relación con la madre 1,00 Pésima relación con la madre 9 2,00 Regular relación con la madre 9 3,00 Buena relación con la madre 9   354     Tabla 11.159 Contraste de Levene Adaptación del embarazo Contraste de Levene sobre la igualdad de las varianzas errora Variable dependiente: Adaptación al embarazo F gl1 gl2 Sig. ,711 8 18 ,679 Contrasta la hipótesis nula de que la varianza error de la variable dependiente es igual a lo largo de todos los grupos. a. Diseño: Intersección + apoyopareja + apoyomaterno + apoyopareja * apoyomaterno La Tabla de contraste de Levene indica que se aceptaría la hipótesis nula, se cumpliría por tanto, el principio de Homocedasticidad, resultando apropiado el análisis de la varianza. Este resultado implica también que el modelo elegido para la prueba post hoc está bien seleccionado. Además de la Tabla de contraste de Levene también se ajuntarán algunas tablas que complementan el diseño factorial efectuado. Tabla 11.160 Estadísticos descriptivos Adaptación del embarazo Variable dependiente: Adaptación al embarazo Relación con la pareja Relación con la madre Media Desviación típica N Nula relación con Pésima relación con la madre 4,4433 ,95731 3 futuro padre del bebé Regular relación con la madre 4,1667 ,80649 3 Buena relación con la madre 5,6833 ,98333 3 Total 4,7644 1,05960 9 Relación de pareja Pésima relación con la madre 6,1100 ,86470 3 conflictiva con Regular relación con la madre 6,9067 1,11554 3 altibajos Buena relación con la madre 6,3867 ,89310 3 Total 6,4678 ,90562 9 Buena relación de Pésima relación con la madre 6,8767 ,39954 3 pareja Regular relación con la madre 6,9233 ,61027 3 Buena relación con la madre 7,6800 ,42000 3 Total 7,1600 ,57413 9 Total Pésima relación con la madre 5,8100 1,27152 9 Regular relación con la madre 5,9989 1,56691 9 Buena relación con la madre 6,5833 1,12004 9 Total 6,1307 1,32342 27   355     A continuación observaremos el análisis de la Anova. Esta prueba nos indica que: 1. El análisis de la varianza efecto principal de la variable independiente: “apoyo de la pareja” ofrece una F= 20,409 y una p = 0,000. Dado este resultado, rechazaríamos la hipótesis nula, aceptando que existen diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. El análisis post hoc, nos muestra además, que no existen diferencias significativas entre mantener una buena relación de pareja y una relación de pareja con altibajos. No podemos confirmar totalmente que la hipótesis 1 se cumpla, pero sí en parte, pues la hipótesis 1 quedaría así: “las gestantes que no disfrutan de una relación de pareja mantendrán una adaptación al embarazo menor que las que sí la tienen”. 2. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “apoyo materno” ofrece una F= 2,183 y una p= 0,142. Aceptamos la hipótesis nula rechazando que existan diferencias significativas entre las medias de los valores de la variable. La hipótesis 2 quedaría rechazada. 3. El análisis de la interacción entre las dos variables independientes en relación a la variable dependiente ofrece una F=1,190 y una p= 0,349. Aceptamos la hipótesis nula rechazando que existan diferencias significativas entre las medias de los valores de la variable. La hipótesis 3 quedaría rechazada. Tabla 11.161 Pruebas de efectos inter-sujetos Adaptación del embarazo Pruebas de los efectos inter-sujetos Variable dependiente: Adaptación al embarazo Origen Suma de cuadrados tipo III gl Media cuadrática F Sig. Modelo corregido 33,474a 8 4,184 6,243 ,001 Intersección 1014,822 1 1014,822 1514,148 ,000 apoyopareja 27,358 2 13,679 20,409 ,000 apoyomaterno 2,926 2 1,463 2,183 ,142 apoyopareja * 3,190 4 ,798 1,190 ,349 apoyomaterno Error 12,064 18 ,670 Total 1060,359 27 Total corregida 45,538 26 a. R cuadrado = ,735 (R cuadrado corregida = ,617)   356     Tabla 11.162 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo (I)Relación con la pareja (J)Relación con la pareja Intervalo de confianza 95% Diferencia de Límite Límite medias (I-J) Error típ. Sig. inferior superior Nula relación con futuro Relación de pareja -1,7033* ,38593 ,001 -2,7323 -,6743 padre del bebé conflictiva con altibajos Buena relación de pareja -2,3956* ,38593 ,000 -3,4245 -1,3666 Relación de pareja Nula relación con futuro 1,7033* ,38593 ,001 ,6743 2,7323 conflictiva con altibajos padre del bebé Buena relación de pareja -,6922 ,38593 ,228 -1,7212 ,3368 Buena relación de pareja Nula relación con futuro 2,3956* ,38593 ,000 1,3666 3,4245 padre del bebé Relación de pareja ,6922 ,38593 ,228 -,3368 1,7212 conflictiva con altibajos Tabla 11. 163 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo (I)Relación con la (J)Relación con la Diferencia Intervalo de confianza 95% madre madre de medias (I- Error Límite Límite J) típ. Sig. inferior superior Pésima relación con Regular relación con la -,1889 ,38593 ,888 -1,2179 ,8401 la madre madre Buena relación con la -,7733 ,38593 ,163 -1,8023 ,2557 madre Regular relación con Pésima relación con la ,1889 ,38593 ,888 -,8401 1,2179 la madre madre Buena relación con la -,5844 ,38593 ,340 -1,6134 ,4445 madre Buena relación con la Pésima relación con la ,7733 ,38593 ,163 -,2557 1,8023 madre madre Regular relación con la ,5844 ,38593 ,340 -,4445 1,6134 madre Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = ,670.   357     Tabla 11.164 Subconjuntos homogéneos Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Relación con la pareja Subconjunto N 1 2 Nula relación con futuro padre del bebé 9 4,7644 Relación de pareja conflictiva con altibajos 9 6,4678 Buena relación de pareja 9 7,1600 Sig. 1,000 ,228 Se muestran las medias de los grupos de subconjuntos homogéneos. Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática(Error) = ,670. a. Usa el tamaño muestral de la media armónica = 9,000 b. Alfa = ,05. Tabla 11.165 Variables predictoras y dependientes Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Relación con la madre Subconjunto N 1 Pésima relación con la madre 9 5,8100 Regular relación con la madre 9 5,9989 Buena relación con la madre 9 6,5833 Sig. ,163 Se muestran las medias de los grupos de subconjuntos homogéneos. Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = ,670. a. Usa el tamaño muestral de la media armónica = 9,000 b. Alfa = ,05. El coeficiente de determinación nos indica la proporción de varianza explicada por el modelo. En este caso, nos informa de que las dos variables independientes explican el 73,5 por 100 de la variabilidad obtenida en la variable adaptación al embarazo.   358     El no mantener una relación de pareja con el futuro padre de sus hijos se relacionará significativamente con una adaptación al embarazo menor en comparación con las gestantes que mantienen una relación de pareja con altibajos y con las que mantienen una buena relación. Es aquí sobresaliente la información que se extrae, ya que no existen diferencias significativas en cuanto a adaptación se refiere, entre las que mantienen una relación con altibajos y las que mantienen buena relación. Puede ser que las gestantes que sufren altibajos con sus parejas se hayan habituado a tener discusiones y consigan adaptarse al embarazo casi tanto como las que afirman mantener una buena relación, sin que predominen diferencias significativas entre ambas. 11.7.2. Diseño factorial de variables: valoración del matrimonio de sus padres y el afecto recibido por ellos cuando eran niñas sobre la adaptación al embarazo. A continuación vamos a analizar el efecto que tienen sobre la adaptación a la gestación, la valoración actual que pueden realizar de cómo era el matrimonio de sus padres en su infancia y el afecto recibido por ellos cuando eran niñas. Seleccionamos nuevamente gestantes al azar siempre que cumplieran las condiciones experimentales establecidas. Las variables independientes fueron: “valoración del matrimonio de sus padres” (pésimo, en unas cosas bueno y en otras malo, y bueno) y “afecto recibido por ellos” (nada querida ni deseada, querida y deseada a veces, muy querida y deseada). - V. independiente 1: valoración del matrimonio de los padres. Valores: 1. Pésimo 2. En unas cosas bueno y en otras malo 3. Bueno - V. independiente 2: afecto recibido por parte de sus padres. Valores: 1. Nada querida ni deseada 2. Querida y deseada a veces 3. Muy querida y deseada Nuestras hipótesis de trabajo en este diseño factorial cuentan con nueve condiciones experimentales. A continuación vamos a plantear tres hipótesis:   359     Hipótesis 1: Las gestantes que valoran muy positivamente el matrimonio de sus padres tendrán un nivel de adaptación al embarazo mayor que las que lo valoran en unos ámbitos positivo y en otras negativo, y éstas a su vez mayor que las que lo valoran muy negativamente. Hipótesis 2: Las gestantes que han experimentado sentirse queridas y deseadas por sus padres en la infancia manifestarán un nivel de adaptación al embarazo mayor, que las que sólo se han sentido queridas y deseadas algunas veces, y éstas a su vez presentarán mayor nivel de adaptación al embarazo que aquellas que no se han sentido nada queridas ni deseadas en su infancia. Hipótesis 3: Existe una interacción entre la valoración que realizan del matrimonio de sus padres y el afecto que recibieron de éstos en relación a la adaptación al embarazo. El gráfico 11.55 nos muestra el efecto principal de la variable “valoración del matrimonio de sus padres.” Observamos diferencias entre los distintos valores, pero son diferencias que podemos observar desde un punto de vista descriptivo. Los resultados están en la línea de la hipótesis 1. El análisis inferencial nos aclarará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente, por ello, a continuación complementaremos esta información con tablas y figuras. Figura 11.55 Medias marginales estimadas de adaptación Valoración gestante sobre el matrimonio de los padres   360     Figura 11.56 nos muestra el efecto principal de la variable “afecto recibido por los padres en la infancia”, en ella observamos diferencias entre los distintos valores, pero son diferencias que podemos observar desde un punto de vista descriptivo, no inferencial. Los resultados no están en la línea de la hipótesis 2, ya que las gestantes que se sienten queridas y deseadas a veces, tienen una adaptación mayor al embarazo que las que se sienten muy queridas y deseadas por sus padres. Figura 11.56 Medias marginales estimadas de adaptación Afecto recibido por sus padres en la infancia El gráfico que se observa a continuación, muestra la posible interacción que puede existir entre la valoración del matrimonio de los padres y el trato que recibieron en la infancia en relación a la adaptación al embarazo. El análisis inferencial concluirá si existe o no interacción entre ambas. Figura 11.57 Medias marginales en adaptación Interacción entre la valoración gestante sobre el matrimonio y el afecto de éstos.   361     Desde un punto de vista inferencial, analizaremos los diferentes elementos del fichero de resultados. La primera tabla nos ofrece información sobre los sujetos que hay por condición experimental. Tabla 11.166 Factores intersujetos Adaptación del embarazo Factores inter-sujetos Etiqueta del valor N Valoración gestante sobre el matrimonio de 1,00 Pésimo 9 sus padres 2,00 En unas cosas bueno y en otras malo 9 3,00 Bueno 9 Afecto que recibe la gestante de sus padres en 1,00 Nada querida o deseada por sus padres 9 la infancia 2,00 Querida y deseada algunas veces 9 3,00 Muy querida y deseada por sus padres 9 Tabla 11.167 Estadísticos descriptivos Adaptación al embarazo Valoración gestante Afecto que recibe la gestante de sus sobre el matrimonio de padres en la infancia Desviación sus padres Media típica N Pésimo Nada querida o deseada por sus padres 4,1133 ,65310 3 Querida y deseada algunas veces 6,8433 ,42712 3 Muy querida y deseada por sus padres 6,1500 1,13053 3 Total 5,7022 1,40782 9 En unas cosas bueno y Nada querida o deseada por sus padres 4,8200 1,20801 3 en otras malo Querida y deseada algunas veces 7,2033 ,60451 3 Muy querida y deseada por sus padres 6,5067 ,83512 3 Total 6,1767 1,32546 9 Bueno Nada querida o deseada por sus padres 7,7100 2,76697 3 Querida y deseada algunas veces 7,6600 ,24980 3 Muy querida y deseada por sus padres 7,9167 1,58863 3 Total 7,7622 1,60451 9 Total Nada querida o deseada por sus padres 5,5478 2,26029 9 Querida y deseada algunas veces 7,2356 ,52745 9 Muy querida y deseada por sus padres 6,8578 1,33393 9 Total 6,5470 1,65778 27   362     Tabla 11.168 Contraste de Levene Adaptación del embarazo Contraste de Levene sobre la igualdad de las varianzas errora Variable dependiente:Adaptación al embarazo F gl1 gl2 Sig. 4,139 8 18 ,006 1. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “valoración del matrimonio de los padres” ofrece una F= 6,434 y una p= 0,008. Rechazaríamos entonces la hipótesis nula y aceptaríamos que sí existen diferencias significativas. No podemos aceptar la hipótesis de trabajo 1, pero sí podemos reformularla afirmando que existen diferencias significativas en la adaptación de las gestantes al embarazo entre las que valoran el matrimonio de sus padres como bueno cuando eran niñas y las que lo valoran como pésimo. 2. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “afecto que recibieron de los padres en la infancia” ofrece una F= 4,337 y una p=0,029. De nuevo rechazaríamos la hipótesis nula y aceptaríamos la presencia de diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. El análisis post hoc nos informa que además, existen diferencias significativas entre las que consideran que no fueron nada queridas ni deseadas por sus padres en la infancia, y las que alegan sentirse queridas y deseadas algunas veces cuando eran pequeñas. No podríamos aceptar totalmente la hipótesis 2, pero sí reformularla y afirmar que existen diferencias significativas en la adaptación de las gestantes entre las que no se sentían queridas y las que se sentían queridas y deseadas sólo a veces. 3. El análisis de la interacción entre las dos variables independientes en relación a la variable dependiente ofrece una F= 1,087 y una p= 0,392. Aceptamos la hipótesis nula. Si observamos el valor de R cuadrado, el coeficiente de determinación, podremos identificar la proporción de varianza explicada por el modelo, en nuestro caso,   363     explicaría el 59,90 por 100 de la variabilidad obtenida en la variable dependiente “adaptación al embarazo”. Además de mostrar el valor de R Cuadrado, a continuación también se adjuntarán algunas tablas que complementan el diseño factorial efectuado. Como podemos comprobar en nuestra muestra, las gestantes que valoran el matrimonio de sus padres como pésimo reflejan una menor adaptación al embarazo que las que lo valoran como satisfactorio. Tabla 11.169 Pruebas de los efectos intersujetos Adaptación del embarazo Variable dependiente: Adaptación al embarazo Origen Suma de cuadrados tipo III gl Media cuadrática F Sig. Modelo corregido 42,151a 8 5,269 3,237 ,018 Intersección 1157,320 1 1157,320 710,910 ,000 matrimoniopadres 20,948 2 10,474 6,434 ,008 afectoinfancia 14,122 2 7,061 4,337 ,029 matrimoniopadres 7,081 4 1,770 1,087 ,392 * afectoinfancia Error 29,303 18 1,628 Total 1228,774 27 Total corregida 71,454 26 a. R cuadrado = ,590 (R cuadrado corregida = ,408) Tabla 11.170 Comparaciones múltiples de Scheffé Adaptación del embarazo (I)Valoración (J)Valoración gestante gestante sobre el sobre el matrimonio de Intervalo de confianza matrimonio de sus padres Diferencia 95% sus padres de medias Error Límite Límite (I-J) típ. Sig. inferior superior Pésimo En unas cosas bueno y en otras malo -,4744 ,60147 ,736 -2,0781 1,1292 Bueno -2,0600* ,60147 ,011 -3,6637 -,4563 En unas cosas Pésimo bueno y en otras ,4744 ,60147 ,736 -1,1292 2,0781 malo Bueno -1,5856 ,60147 ,053 -3,1892 ,0181 Bueno Pésimo 2,0600* ,60147 ,011 ,4563 3,6637 En unas cosas bueno y en otras malo 1,5856 ,60147 ,053 -,0181 3,1892   364     Tabla 11.171 Subconjuntos en Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Valoración gestante sobre el matrimonio de sus padres Subconjunto N 1 2 Pésimo 9 5,7022 En unas cosas bueno y en otras malo 9 6,1767 6,1767 Bueno 9 7,7622 Sig. ,736 ,053 Tabla 11.172 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffe (I)Afecto que recibe la (J)Afecto que recibe la gestante de sus padres en gestante de sus padres en Intervalo de confianza 95% la infancia la infancia Diferencia de Límite Límite medias (I-J) Error típ. Sig. inferior superior Nada querida o deseada Querida y deseada * por sus padres algunas veces -1,6878 ,60147 ,038 -3,2915 -,0841 Muy querida y deseada por sus padres -1,3100 ,60147 ,122 -2,9137 ,2937 Querida y deseada Nada querida o deseada * algunas veces por sus padres 1,6878 ,60147 ,038 ,0841 3,2915 Muy querida y deseada por sus padres ,3778 ,60147 ,823 -1,2259 1,9815 Muy querida y deseada Nada querida o deseada por sus padres por sus padres 1,3100 ,60147 ,122 -,2937 2,9137 Querida y deseada algunas veces -,3778 ,60147 ,823 -1,9815 1,2259 Asimismo, existen diferencias significativas entre las gestantes que expresan que no se han sentido nada queridas ni deseadas por sus progenitores y las que se han sentido sólo a veces queridas y deseadas, siendo la adaptación al embarazo mayor para las primeras.   365     Tabla 11.173 Subconjuntos en Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Afecto que recibe la gestante Subconjunto de sus padres en la infancia N 1 2 Nada querida o deseada por sus 9 5,5478 padres Muy querida y deseada por sus 9 6,8578 6,8578 padres Querida y deseada algunas 9 7,2356 veces Sig. ,122 ,823 11.7.3. Diseño factorial de variables: el pesimismo y la decepción sobre la adaptación a la gestación. En este diseño factorial se analizará el efecto que pueden tener sobre la adaptación a la gestación, la valoración actual que las gestantes pueden realizar sobre si la vida merece la pena y el sentimiento de decepción que pueden presentar ante personas que confiaban en ellas. Las variables independientes son: “creo que la vida no merece la pena” (cierto, a medias y falso) y “siento que he decepcionado a personas que confiaban en mí” (cierto, a medias y falso). Veamos ahora el procedimiento de análisis de los datos a través de este ejemplo: - V. independiente 1: “creo que la vida no merece la pena”. Valores: 1. Cierto 2. A medias 3. Falso - V. independiente 2:“siento que he decepcionado a personas que confiaban en mí”. Valores: 1. Cierto 2. A medias 3. Falso   366     A continuación vamos a plantear tres hipótesis en torno a estas variables seleccionadas: Hipótesis 1: Las gestantes que creen que la vida merece la pena tendrán un nivel de adaptación mayor que las que lo consideran a medias, y éstas a su vez mayor, que las que niegan dicha afirmación. Hipótesis 2: Las gestantes que sienten que no han decepcionado a personas que confiaban en ellas, manifestarán un nivel de adaptación mayor que las que sólo lo han experimentado a medias, y éstas a su vez presentarán mayor nivel de adaptación al embarazo, que aquellas que sienten que se identifican completamente con dicha decepción. Hipótesis 3: Existe una interacción entre la creencia de la gestante en torno a que su vida no merece la pena y el sentimiento de que ha decepcionado a las personas que confiaban en ella en relación a la adaptación al embarazo. Tabla 11.174 Factores intersujetos Adaptación del embarazo Factores inter-sujetos Etiqueta del valor N Creo que la vida no merece la pena 1,00 Falso 9 2,00 A medias 9 3,00 Cierto 9 Siento que he decepcionado a personas 1,00 Falso 9 que confiaban en mí 2,00 A medias 9 3,00 Cierto 9 A continuación vamos a observar desde un punto de vista descriptivo, los gráficos de medias de cada una de las variables propuestas, así como la interacción entre ellas. Este gráfico (ver Figura 11.59) nos muestra el efecto principal de la variable “creo que la vida no merece la pena”. Observamos diferencias entre los distintos valores, pero son diferencias que podemos identificar desde un punto de vista descriptivo. El análisis inferencial nos aclarará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. Es llamativo el hecho de que las gestantes que creen que la vida   367     no merece la pena tienen una mejor adaptación al embarazo que las que lo creen únicamente a medias. Figura 11.58 Medias marginales estimadas en adaptación Creencia de que la vida no merece la pena Figura 11.59 Medias marginales en adaptación Sentimiento de decepción a personas que confiaban en ellas Este gráfico (Figura 11.59) nos muestra el efecto principal de la variable “siento que he decepcionado a las personas que confiaban en mí”. Observamos diferencias entre los distintos valores pero son diferencias que podemos observar desde un punto de vista descriptivo, no inferencial. Los resultados no están en la línea de la hipótesis 2, ya que las gestantes que no sienten que han decepcionado a personas que confiaban en ellas manifiestan menor adaptación al embarazo que las que solo “a medias” sienten que les han decepcionado.   368     Figura 11.60 Medias marginales en adaptación Interacción entre la creencia y sentimiento de decepción. Este gráfico muestra la posible interacción entre las dos variables independientes en relación a la adaptación del embarazo. El análisis inferencial concluirá si existe o no interacción entre ambas. Analizaremos a continuación desde un punto de vista inferencial los diferentes elementos del fichero de resultados que conforman el análisis factorial. Tabla 11.175 Estadísticos descriptivos Adaptación del embarazo Creo que la vida no Siento que he decepcionado a merece la pena personas que confiaban en mí Media Desviación típica N Falso Falso 8,7700 ,35157 3 A medias 7,8100 1,75009 3 dimension2 Cierto 6,8667 1,22509 3 Total 7,8156 1,36054 9 A medias Falso 4,7400 1,46010 3 A medias 7,0833 ,84180 3 dimension2 Cierto 5,2167 1,60004 3 dimensio Total 5,6800 1,58130 9 n1 Cierto Falso 5,6733 1,90148 3 A medias 6,5667 1,88810 3 dimension2 Cierto 5,1000 1,37503 3 Total 5,7800 1,63632 9 Total Falso 6,3944 2,19213 9 A medias 7,1533 1,45832 9 dimension2 Cierto 5,7278 1,48999 9 Total 6,4252 1,77997 27 Si analizamos los resultados que aporta Tabla 11.176 sobre el contraste de Levene, sí aceptaríamos la hipótesis nula, lo que implicaría que el modelo elegido para la prueba post hoc está bien seleccionado.   369     Tabla 11.176 Contraste de Levene Adaptación del embarazo Contraste de Levene sobre la igualdad de las varianzas errora F gl1 gl2 Sig. 1,291 8 18 ,308 Contrasta la hipótesis nula de que la varianza error de la variable dependiente es igual a lo largo de todos los grupos. a. Diseño: Intersección + VARIABLE1 + VARIABLE2 + VARIABLE1 * VARIABLE2 1. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “creo que la vida no merece la pena” ofrece una F= 6,140 y una p= 0,009. Rechazaríamos la hipótesis nula y aceptaríamos entonces que existen diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. No podemos aceptar la hipótesis de trabajo 1, pero sí podemos reformularla afirmando que existen diferencias significativas entre las que consideran que la vida merece la pena y las que sólo lo consideran a medias y entre las que creen que la vida merece la pena y las que niegan totalmente dicha afirmación. 2. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “siento que he decepcionado a personas que confiaban en mí” ofrece una F=2,151 y una p=0,145. Aceptaríamos la hipótesis nula, por lo que no existirían diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. 3. El análisis de la interacción entre las dos variables independientes en relación con la variable dependiente ofrece una F=1,028 y una p= 0,419. Aceptaríamos la hipótesis nula por lo que no existirían diferencias significativas. Por otro lado, el valor de R cuadrado, coeficiente de determinación, nos indica la proporción de varianza explicada por el modelo, en nuestro caso, explicaría el 53,5 por 100 de la variabilidad obtenida en la variable dependiente “adaptación al embarazo”.   370     Tabla 11.177 Pruebas de efectos intersujetos Adaptación del embarazo Pruebas de los efectos inter-sujetos Variable dependiente: Adaptación al embarazo Origen Suma de Media cuadrados tipo III Gl cuadrática F Sig. Modelo corregido 44,057a 8 5,507 2,587 ,045 Intersección 1114,641 1 1114,641 523,602 ,000 VARIABLE1 26,142 2 13,071 6,140 ,009 VARIABLE2 9,158 2 4,579 2,151 ,145 VARIABLE1 * VARIABLE2 8,757 4 2,189 1,028 ,419 Error 38,318 18 2,129 Total 1197,017 27 Total corregida 82,375 26 a. R cuadrado = ,535 (R cuadrado corregida = ,328) Como hemos podido comprobar, existen diferencias significativas entre las gestantes que afirman que la vida merece la pena y las que sólo lo creen a medias, o entre las primeras y las que definitivamente no lo creen. En el último caso será mayor la adaptación de aquellas que ofrecen sentido positivo a la vida. Por otra parte, podemos deducir que el sentimiento de decepción no va a determinar la mayor o menor adaptación al embarazo. Tabla 11.178 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo (I)Creo que la (J)Creo que la vida Intervalo de confianza vida no no merece la pena 95% merece la Límite pena Diferencia de superio medias (I-J) Error típ. Sig. Límite inferior r Falso A medias 2,1356* ,68780 ,021 ,3017 3,9694 dimension3 Cierto 2,0356* ,68780 ,028 ,2017 3,8694 A medias Falso -2,1356* ,68780 ,021 -3,9694 -,3017 dimension2 dimension3 Cierto -,1000 ,68780 ,989 -1,9339 1,7339 Cierto Falso -2,0356* ,68780 ,028 -3,8694 -,2017 dimension3 A medias ,1000 ,68780 ,989 -1,7339 1,9339 Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = 2,129. *. La diferencia de medias es significativa al nivel ,05.   371     Tabla 11.179 Subconjuntos en Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Creo que la vida no merece la Subconjunto pena N 1 2 A medias 9 5,6800 Cierto 9 5,7800 dimension1 Falso 9 7,8156 Sig. ,989 1,000 Tabla 11.180. Subconjuntos en Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Siento que he decepcionado a personas Subconjunto que confiaban en mí N 1 Cierto 9 5,7278 Falso 9 6,3944 dimension1 A medias 9 7,1533 Sig. ,146 11.7.4. Diseño factorial de variables: la calidad de relación con el padre y la edad de la gestante en la adaptación al embarazo A continuación se muestra el análisis del efecto que la calidad de la relación que las gestantes mantienen con el padre, así como su edad, tienen sobre la adaptación a la gestación. Para ello, se seleccionaron gestantes al azar quedando repartidas entre las diferentes condiciones experimentales, donde las variables independientes fueron: “calidad de relación con el padre” (buena, regular o mala y nula) y “edad de la gestante” (entre 14 y 16 años, entre 17 y 18 años, y entre 19 y 20 años). Veamos ahora el procedimiento de análisis de los datos a través de este ejemplo: - V. independiente 1: “calidad de relación con el padre”. Valores: 1. Nula 2. Regular o mala   372     3. Buena - V. independiente 2:“edad de la gestante”. Valores: 1. Entre 14 y 16 años 2. Entre 17 y 18 años 3. Entre 19 y 20 años Nuestras hipótesis de trabajo en este diseño factorial contaron con nueve condiciones experimentales. A continuación vamos a plantear tres hipótesis: Hipótesis 1: Las gestantes que disfrutan de una “buena relación” con su figura paterna manifestarán un nivel de adaptación al embarazo mayor que las que mantienen una “relación mala” o “regular” y éstas a su vez mayor que las que niegan mantener relación alguna con sus padres. Hipótesis 2: Las gestantes entre 19 y 20 años manifestarán un nivel de adaptación al embarazo mayor que las que tienen entre 17 y 18 años, y estas a su vez presentarán mayor nivel de adaptación que las menores de 17 años. Hipótesis 3: Existe una interacción entre la calidad de relación con el padre y la edad de la gestante en relación a la adaptación al embarazo. Figura 11.61 Medias marginales en adaptación Calidad de relación con el padre   373     Como podemos comprobar, este gráfico ha reflejado el efecto principal de la variable “calidad de relación con el padre”. Identificamos diferencias entre los distintos valores, pero son diferencias que podemos detectar desde un punto de vista descriptivo. Los resultados están en la línea de la hipótesis 1, el análisis inferencial confirmará si existen o no finalmente diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. A continuación, se muestra el efecto principal de la variable “edad de la gestante” a través de otro gráfico. Deducimos que existen diferencias entre los distintos valores, pero son diferencias que podemos observar desde un punto de vista descriptivo. Los resultados no están en la línea de la hipótesis 2, ya que las gestantes de entre 14 y 16 años manifiestan mayor adaptación al embarazo que las que tienen entre 17 y 19 años. El análisis inferencial nos aclarará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. Figura 11.62 Medias marginales en adaptación Edad de la gestante El gráfico que aparece a continuación (ver Figura 11.63) representa la posible interacción entre las dos variables independientes sobre la variable dependiente. Con el análisis inferencial se determinará si las diferencias generadas son significativas o no.   374     Figura 11.63 Medias marginales en adaptación Interacción calidad de relación con el padre y edad de la adolescente. Tabla 11.181 Factores intersujetos Adaptación del embarazo Factores inter-sujetos Etiqueta del valor N Calidad de relación con el 1,00 Nula 9 padre 2,00 Mala o regular 9 3,00 Buena 9 Edad de la adolescente 1,00 Entre 14 y 16 9 años 2,00 Entre 17 y 18 9 años 3,00 Entre 19 y 20 9 años   375     Tabla 11.182 Estadísticos descriptivos Adaptación del embarazo Estadísticos descriptivos Variable dependiente:Adaptación al embarazo Calidad de relación con Edad de la adolescente Desviación el padre Media típica N Nula Entre 14 y 16 años 5,3767 ,86512 3 Entre 17 y 18 años 4,6200 1,47238 3 dimension2 Entre 19 y 20 años 6,1900 1,03116 3 Total 5,3956 1,20718 9 Mala o regular Entre 14 y 16 años 7,7400 ,95567 3 Entre 17 y 18 años 6,4267 1,23699 3 dimension2 Entre 19 y 20 años 6,9467 ,42829 3 Total 7,0378 ,99237 9 dimension1 Buena Entre 14 y 16 años 6,8833 1,25033 3 Entre 17 y 18 años 7,7767 1,21858 3 dimension2 Entre 19 y 20 años 7,9367 1,06978 3 Total 7,5322 1,13570 9 Total Entre 14 y 16 años 6,6667 1,37110 9 Entre 17 y 18 años 6,2744 1,78245 9 dimension2 Entre 19 y 20 años 7,0244 1,08316 9 Total 6,6552 1,41931 27 Observamos en las pruebas inter-sujetos que: 1. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “calidad de relación que mantienen con el padre” ofrece una F=9,384 y una p= 0,002. Se rechazaría la hipótesis nula y se aceptaría la existencia de diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. El análisis post hoc también refleja que existen diferencias significativas entre las gestantes que mantienen una mala o regular relación con el padre y las que no mantienen ningún tipo de relación. No podemos aceptar la hipótesis de trabajo 1, pero sí podemos reformularla. 2. El análisis de la varianza del efecto principal en la variable independiente: “edad” ofrece una F=1,056 y una p=0,369. Aceptaríamos la hipótesis nula y   376     rechazaríamos la existencia de diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. 3. El análisis de la interacción entre las dos variables independientes en relación a la variable dependiente ofrece una F=1,193 y una p=0,348. Aceptaríamos la hipótesis nula y rechazaríamos la existencia de diferencias significativas. Por otra parte, el valor de R cuadrado, es decir, el coeficiente de determinación, nos indicaría la proporción de varianza explicada por el modelo, en nuestro caso explica el 58,8 por 100 de la variabilidad obtenida en la variable dependiente “adaptación al embarazo”. Por otra parte, la Tabla de Levene y sus resultados nos indican que aceptaríamos la hipótesis nula y que se cumpliría el principio de homocedasticidad. Resulta apropiado el análisis de la varianza atendiendo a los resultados. Tabla 11.183 Contraste de Levene Adaptación del embarazo F gl1 gl2 Sig. ,593 8 18 ,772 Tabla 11.184 Pruebas de efectos intersujetos Adaptación del embarazo Pruebas de los efectos inter-sujetos Variable dependiente:Adaptación al embarazo Origen Suma de cuadrados tipo III Gl Media cuadrática F Sig. Modelo corregido 30,777a 8 3,847 3,206 ,019 Intersección 1195,870 1 1195,870 996,632 ,000 VARIABLE1 22,520 2 11,260 9,384 ,002 VARIABLE2 2,533 2 1,267 1,056 ,369 VARIABLE1 * VARIABLE2 5,724 4 1,431 1,193 ,348 Error 21,598 18 1,200 Total 1248,245 27 Total corregida 52,375 26 a. R cuadrado = ,588 (R cuadrado corregida = ,404)   377     Tabla 11.185 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo Comparaciones múltiples Adaptación al embarazo Scheffe (I)Calidad de (J)Calidad de Intervalo de confianza relación con el relación con el Diferencia 95% padre padre de medias Error Límite Límite (I-J) típ. Sig. inferior superior Nula Mala o -1,6422* ,51638 ,018 -3,0190 -,2654 regular dimension3 Buena -2,1367* ,51638 ,002 -3,5135 -,7599 Mala o Nula 1,6422* ,51638 ,018 ,2654 3,0190 dimension2 regular dimension3 Buena -,4944 ,51638 ,639 -1,8713 ,8824 Buena Nula 2,1367* ,51638 ,002 ,7599 3,5135 dimension3 Mala o ,4944 ,51638 ,639 -,8824 1,8713 regular Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática(Error) = 1,200. *. La diferencia de medias es significativa al nivel ,05. Tabla 11.186 Subconjuntos de Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Calidad de relación con el padre Subconjunto N 1 2 Nula 9 5,3956 Mala o regular 9 7,0378 dimension1 Buena 9 7,5322 Sig. 1,000 ,639 Se muestran las medias de los grupos de subconjuntos homogéneos. Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática(Error) = 1,200. a. Usa el tamaño muestral de la media armónica = 9,000 b. Alfa = ,05.   378     Figura 11.187 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffe (I)Edad de la (J)Edad de la Intervalo de confianza adolescente adolescente Diferencia 95% de medias Error Límite Límite (I-J) típ. Sig. inferior superior Entre 14 y 16 Entre 17 y 18 ,3922 ,51638 ,753 -,9846 1,7690 años años Entre 19 y 20 -,3578 ,51638 ,789 -1,7346 1,0190 años dim Entre 17 y 18 Entre 14 y 16 -,3922 ,51638 ,753 -1,7690 ,9846 ens años años ion Entre 19 y 20 -,7500 ,51638 ,369 -2,1268 ,6268 2 años Entre 19 y 20 Entre 14 y 16 ,3578 ,51638 ,789 -1,0190 1,7346 años años Entre 17 y 18 ,7500 ,51638 ,369 -,6268 2,1268 años Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = 1,200. Antes de poner fin a este diseño factorial y aunque no puedan aceptarse todas las hipótesis planteadas, sí que hemos podido identificar diferencias significativas en cuanto a adaptación al embarazo se refiere, entre las gestantes que mantienen una mala o regular relación con sus padres y las que mantienen una nula relación, siendo mayor para las primeras. No podemos evidenciar que la edad correlacione significativamente en nuestra muestra con la adaptación al embarazo. 11.7.5. Diseño factorial de variables: la preocupación y aceptación del embarazo en la adaptación al mismo Nuestro propósito al efectuar un diseño factorial sobre la preocupación y aceptación del embarazo es analizar el efecto que tienen sobre la adaptación a la gestación, la aceptación del embarazo por parte de la gestante y la preocupación que mantiene por el bebé. Para tal efecto, tendremos que precisar cuáles serán las variables   379     independientes: “aceptación del embarazo” (alta, media y baja) y “preocupación por el embarazo” (alta, media, baja). Veamos ahora cuáles serán las variables independientes y dependientes. - V. independiente 1: “aceptación del embarazo”. Valores: 1. Alta 2. Media 3. Baja - V. independiente 2:“preocupación durante el embarazo Valores: 1. Alta 2. Media 3. Baja Nuestras hipótesis de trabajo en este diseño factorial son: Hipótesis 1: Las gestantes que muestran una alta aceptación del embarazo manifestarán un nivel de adaptación mayor que las que mantienen una aceptación media y éstas a su vez mayor que las que mantienen una baja aceptación. Hipótesis 2: Las gestantes que mantienen una baja preocupación por el embarazo manifestarán un nivel de adaptación mayor que las que “a medias” manifiestan preocupación, y estas a su vez, presentarán mayor nivel de adaptación al embarazo que las que declaran mantener una excesiva preocupación. Hipótesis 3: Existe una interacción entre la aceptación y la preocupación por el embarazo sobre la adaptación a esta gestación. A continuación, vamos a observar desde un punto de vista descriptivo los gráficos de medias de cada una de las variables propuestas. Como podemos comprobar, en Figura 11.64 observamos diferencias entre los distintos valores, si bien, son diferencias identificadas desde el punto de vista descriptivo. Los resultados están en la línea de la hipótesis 1, si bien, el análisis inferencial confirmará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente.   380     Figura 11.64 Medias marginales en adaptación Aceptación del embarazo Figura 11.65 nos muestra el efecto principal de la variable “preocupación por el embarazo”, los resultados están en la línea de la hipótesis 2. El análisis inferencial nos aclarará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. Figura 11.65 Medias marginales en adaptación Preocupación por el embarazo Figura 11.66 nos muestra la posible interacción entre las dos variables independientes sobre la variable dependiente. Con el análisis inferencial que se efectúe,   381     se determinará si estos análisis descriptivos y las diferencias generadas son significativas. Figura 11.66 Medias marginales en adaptación Interacción entre la aceptación del embarazo y la preocupación por el embarazo Tabla 11.188 Factores intersujetos Adaptación del embarazo Factores inter-sujetos Etiqueta del valor N Aceptación del embarazo 1,00 Aceptación baja 9 (puntuaciones inferiores a 5) 2,00 Aceptación media 9 (puntuaciones entre 5 y 7) 3,00 Aceptación alta 9 (puntuaciones superiores a 7) Preocupación por el bebé 1,00 Excesiva preocupación en 9 el embarazo 2,00 Preocupación media en el 9 embarazo 3,00 Baja preocupación en el 9 embarazo   382     Tabla 11.189 Estadísticos descriptivos Adaptación del embarazo Estadísticos descriptivos Variable dependiente: Adaptación al embarazo Aceptación del embarazo Preocupación por el bebé Desviación Media típica N Aceptación baja Excesiva preocupación en 4,0067 ,57204 3 (puntuaciones inferiores a el embarazo 5) Preocupación media en el 5,1767 ,66275 3 embarazo Baja preocupación en el 5,2600 ,22716 3 embarazo Total 4,8144 ,75687 9 Aceptación media Excesiva preocupación en 5,8900 ,84042 3 (puntuaciones entre 5 y 7) el embarazo Preocupación media en el 5,4133 ,91817 3 embarazo Baja preocupación en el 6,8267 1,00062 3 embarazo Total 6,0433 1,01262 9 Aceptación alta Excesiva preocupación en 6,8233 ,34588 3 (puntuaciones superiores a el embarazo 7) Preocupación media en el 7,1233 ,29738 3 embarazo Baja preocupación en el 7,8000 1,40096 3 embarazo Total 7,2489 ,85464 9 Total Excesiva preocupación en 5,5733 1,35361 9 el embarazo Preocupación media en el 5,9044 1,09036 9 embarazo Baja preocupación en el 6,6289 1,40910 9 embarazo Total 6,0356 1,31996 27 A continuación se muestra la tabla de Levene, sus resultados nos indican que aceptaríamos la hipótesis nula y se cumpliría el principio de homocedasticidad. En este sentido, resultaría apropiado el análisis de la varianza e implicaría que el modelo elegido para la prueba post hoc está bien seleccionado.   383     Tabla 11.190 Contraste de Levene Adaptación del embarazo Contraste de Levene sobre la igualdad de las varianzas errora Variable dependiente: Adaptación al embarazo F gl1 gl2 Sig. 1,523 8 18 ,218 Contrasta la hipótesis nula de que la varianza error de la variable dependiente es igual a lo largo de todos los grupos. a. Diseño: Intersección + VARIABLE1 + VARIABLE2 + VARIABLE1 * VARIABLE2 Observamos en las pruebas inter-sujetos que: 4. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “aceptación del embarazo” ofrece una F=21,666 y una p= 0,000. Rechazaríamos la hipótesis nula y aceptaríamos la existencia de diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. El análisis post hoc nos muestra que existen diferencias significativas entre todos los valores de la variable. Podemos aceptar la hipótesis de trabajo 1. 5. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “preocupación durante el embarazo” ofrece una F=4,262 y una p=0,031. Rechazaríamos la hipótesis nula y el análisis post hoc muestra que existen diferencias significativas en “la adaptación al embarazo” entre las gestantes que manifiestan una excesiva preocupación y las que manifiestan una baja preocupación. 6. El análisis de la interacción entre las dos variables independientes en relación a la variable dependiente ofrece una F=,936 y una p=0,465. Aceptaríamos la hipótesis nula y rechazaríamos la existencia de diferencias significativas. En la prueba de efectos intersujetos podemos identificar el valor de R cuadrado o coeficiente de determinación. En nuestro caso, explicaría el 75,5 por 100 de la variabilidad obtenida en “adaptación al embarazo”. A continuación se mostrarán algunas tablas que complementan todo el diseño factorial efectuado que ha sido preciso realizar para la comprobación de las tres hipótesis formuladas.   384     Tabla 11.191 Pruebas de efectos intersujetos Adaptación del embarazo Pruebas de los efectos inter-sujetos Variable dependiente:Adaptación al embarazo Origen Suma de cuadrados tipo Media III gl cuadrática F Sig. Modelo corregido 34,221a 8 4,278 6,950 ,000 Intersección 983,554 1 983,554 1598,005 ,000 VARIABLE1 26,670 2 13,335 21,666 ,000 VARIABLE2 5,246 2 2,623 4,262 ,031 VARIABLE1 * 2,305 4 ,576 ,936 ,465 VARIABLE2 Error 11,079 18 ,615 Total 1028,854 27 Total corregida 45,299 26 a. R cuadrado = ,755 (R cuadrado corregida = ,647) Tabla 11.192 Comparaciones múltiples de Scheffé Adaptación del embarazo (I)Aceptació (J)Aceptación del embarazo Intervalo de confianza n del Diferencia 95% embarazo de medias Error Límite Límite (I-J) típ. Sig. inferior superior Aceptación Aceptación media -1,2289* ,36983 ,013 -2,2150 -,2428 baja (puntuaciones entre 5 y 7) (puntuacione Aceptación alta -2,4344* ,36983 ,000 -3,4205 -1,4484 s inferiores a (puntuaciones superiores a 5) 7) Aceptación Aceptación baja 1,2289* ,36983 ,013 ,2428 2,2150 media (puntuaciones inferiores a 5) (puntuacione Aceptación alta -1,2056* ,36983 ,015 -2,1916 -,2195 s entre 5 y (puntuaciones superiores a 7) 7) Aceptación Aceptación baja 2,4344* ,36983 ,000 1,4484 3,4205 alta (puntuaciones inferiores a 5) (puntuacione Aceptación media 1,2056* ,36983 ,015 ,2195 2,1916 s superiores (puntuaciones entre 5 y 7) a 7)   385     Tabla 11.193 Subconjuntos de Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Aceptación del embarazo Subconjunto N 1 2 3 Aceptación baja (puntuaciones 9 4,8144 inferiores a 5) Aceptación media (puntuaciones 9 6,0433 entre 5 y 7) Aceptación alta (puntuaciones 9 7,2489 superiores a 7) Sig. 1,000 1,000 1,000 Tabla 11.194 Comparaciones múltiples de Scheffé Adaptación del embarazo Comparaciones múltiples Adaptación al embarazo Scheffe (I)Preocupación por el (J)Preocupación por Diferencia Intervalo de confianza 95% bebé el bebé de medias Error Límite Límite (I-J) típ. Sig. inferior superior Excesiva Preocupación media -,3311 ,36983 ,676 -1,3172 ,6550 preocupación en el en el embarazo embarazo Baja preocupación en -1,0556* ,36983 ,035 -2,0416 -,0695 el embarazo Preocupación media Excesiva ,3311 ,36983 ,676 -,6550 1,3172 en el embarazo preocupación en el embarazo Baja preocupación en -,7244 ,36983 ,176 -1,7105 ,2616 el embarazo Baja preocupación en Excesiva 1,0556* ,36983 ,035 ,0695 2,0416 el embarazo preocupación en el embarazo Preocupación media ,7244 ,36983 ,176 -,2616 1,7105 en el embarazo Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática(Error) = ,615. *. La diferencia de medias es significativa al nivel ,05.   386     Tabla 11.195 Subconjuntos de Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Preocupación por el bebé Subconjunto N 1 2 Excesiva preocupación en el embarazo 9 5,5733 Preocupación media en el embarazo 9 5,9044 5,9044 Baja preocupación en el embarazo 9 6,6289 Sig. ,676 ,176 Se muestran las medias de los grupos de subconjuntos homogéneos. Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = ,615. a. Usa el tamaño muestral de la media armónica = 9,000 b. Alfa = ,05. Tras estos análisis efectuados, podemos determinar que se confirmaría la hipótesis: “las gestantes que muestran una alta aceptación del embarazo manifestarán un nivel de adaptación mayor que las que mantienen una aceptación media y éstas a su vez, mayor que las que mantienen una baja aceptación”. Asimismo, también existen diferencias significativas entre las que manifiestan excesiva preocupación (la adaptación será menor) y las que manifiestan baja preocupación. 11.7.6 Diseño factorial de variables: identificación con el rol materno y la preparación al parto en la adaptación al embarazo. A continuación, vamos a analizar el efecto que pueden tener sobre la adaptación a la gestación, la identificación con el rol materno y la preparación al parto. En primer lugar, definiremos cuáles serán las variables independientes: “identificación con el rol materno” (alta, media y baja) y “preparación al parto” (alta, media, baja). - V. independiente 1: “identificación con el rol materno”. Valores: 1. Alta 2. Media 3. Baja - V. independiente 2: “preparación al parto”. Valores: 1. Alta 2. Media 3. Baja   387     Nuestras hipótesis de trabajo en este diseño factorial son: Hipótesis 1: Las gestantes que muestran una alta identificación con el rol materno manifestarán un nivel de adaptación mayor que las que mantienen una identificación media, y éstas a su vez, manifestarán una adaptación mayor que las que mantienen una baja identificación. Hipótesis 2: Las gestantes que se sienten muy preparadas para el parto manifestarán un nivel de adaptación mayor que las que no están muy preparadas para el parto, y éstas a su vez presentarán mayor nivel de adaptación al embarazo que las que declaran no estar nada preparadas. Hipótesis 3: Existe una interacción entre la identificación con el rol materno y la preparación al parto sobre la adaptación al embarazo. Tras estas hipótesis planteadas vamos a observar desde un punto de vista descriptivo, los gráficos de medias de cada una de las variables propuestas, así como la interacción posible entre ellas. En Figura 11.67, se puede apreciar el efecto principal de la variable “identificación con el rol materno”. Tal y como podemos comprobar, se observan diferencias entre los distintos valores, pero son diferencias halladas a nivel descriptivo. Los resultados están en la línea de la hipótesis 1 y el análisis inferencial confirmará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. Figura 11.67 Medias marginales Identificación con el rol materno   388     El gráfico correspondiente a “la preparación al parto” nos muestra diferencias entre los distintos valores de la variable, pero son diferencias que podemos identificar desde un punto de vista descriptivo. Los resultados están en la línea de la hipótesis 2. El análisis inferencial nos aclarará si existen o no diferencias significativas entre los valores de esta variable independiente. Figura 11.68 Medias marginales en adaptación Preparación al parto Figura 11.69 Medias marginales Interacción entre la identificación con el rol materno y la preparación al parto   389     Este último gráfico refleja la posible interacción entre las dos variables independientes sobre la variable dependiente. Con el análisis inferencial que acometeremos a continuación, se comprobará si estos análisis descriptivos y las diferencias generadas son significativas. Tabla 11.196 Factores intersujetos Adaptación del embarazo Factores inter-sujetos Etiqueta del valor N Identificacion con el rol materno 1,00 Identificación baja (puntuaciones inferiores a 5) 9 2,00 Identificación media (puntuaciones entre 5 y 7) 9 3,00 Identificación alta (puntuaciones superiores a 7) 9 Preparación al parto 1,00 Nada preparada para el parto 9 2,00 No muy preparada para el parto 9 3,00 Muy preparada para el parto 9 Tabla 11.197 Estadísticos descriptivos Adaptación del embarazo Estadísticos descriptivos Variable dependiente:Adaptación al embarazo Identificacion con el rol materno Preparación al parto Media Desviación típica N Identificación baja (puntuaciones Nada preparada para el parto 3,7667 ,66335 3 inferiores a 5) No muy preparada para el parto 3,7467 ,62067 3 Muy preparada para el parto 4,3233 ,83512 3 Total 3,9456 ,67899 9 Identificación media (puntuaciones Nada preparada para el parto 5,7933 ,35642 3 entre 5 y 7) No muy preparada para el parto 4,7200 ,30199 3 Muy preparada para el parto 6,4100 ,22716 3 Total 5,6411 ,78486 9 Identificación alta (puntuaciones Nada preparada para el parto 6,2667 1,66308 3 superiores a 7) No muy preparada para el parto 7,1433 ,85979 3 Muy preparada para el parto 7,1833 ,80513 3 Total 6,8644 1,11339 9 Total Nada preparada para el parto 5,2756 1,46830 9 No muy preparada para el parto 5,2033 1,61201 9 Muy preparada para el parto 5,9722 1,41096 9 Total 5,4837 1,48334 27   390     Tabla 11.198 Contraste de Levene Adaptación del embarazo Contraste de Levene sobre la igualdad de las varianzas errora Variable dependiente: Adaptación al embarazo F gl1 gl2 Sig. 2,803 8 18 ,033 Según los resultados de la tabla de Levene, rechazaríamos la hipótesis nula y no se cumpliría el principio de homocedasticidad. Las pruebas inter-sujetos nos indican que: 1. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “identificación con el rol materno” ofrece una F= 29,270 y una p= 0,000. Rechazaríamos la hipótesis nula y aceptaríamos la existencia de diferencias significativas entre las medias de los valores de esta variable. Podemos entonces aceptar la hipótesis de trabajo 1. 2. El análisis de la varianza del efecto principal de la variable independiente: “preparación al parto” ofrece una F=2,456 y una p=0,114. Aceptaríamos la hipótesis nula. 3. El análisis de la interacción entre las dos variables independientes en relación con la variable dependiente ofrece una F=1,285 y una p=0,313. Aceptaríamos la hipótesis nula y por tanto, no existirían diferencias significativas. Tabla 11.199 Pruebas de efectos intersujetos Adaptación al embarazo Pruebas de los efectos inter-sujetos Origen Suma de cuadrados tipo III gl Media cuadrática F Sig. Modelo corregido 45,316a 8 5,664 8,574 ,000 Intersección 811,917 1 811,917 1228,971 ,000 VARIABLE1 38,674 2 19,337 29,270 ,000 VARIABLE2 3,245 2 1,623 2,456 ,114 VARIABLE1 * 3,396 4 ,849 1,285 ,313 VARIABLE2 Error 11,892 18 ,661 Total 869,125 27 Total corregida 57,207 26   391     R cuadrado, el coeficiente de determinación, nos indica la proporción de varianza explicada por el modelo, en nuestro caso explicaría el 79,2 por 100 de la variabilidad obtenida en la variable dependiente “adaptación al embarazo”. Tabla 11.200 Comparaciones múltiples de Scheffé Adaptación del embarazo Comparaciones múltiples Adaptación al embarazo Scheffe (I)Identificacion con el (J)Identificacion con el Intervalo de confianza 95% rol materno rol materno Diferencia de Error Límite Límite medias (I-J) típ. Sig. inferior superior Identificación baja Identificación media -1,6956* ,38316 ,001 -2,7172 -,6739 (puntuaciones inferiores (puntuaciones entre 5 y a 5) 7) Identificación alta -2,9189* ,38316 ,000 -3,9405 -1,8973 (puntuaciones superiores a 7) Identificación media Identificación baja 1,6956* ,38316 ,001 ,6739 2,7172 (puntuaciones entre 5 y (puntuaciones inferiores 7) a 5) Identificación alta -1,2233* ,38316 ,018 -2,2449 -,2017 (puntuaciones superiores a 7) Identificación alta Identificación baja 2,9189* ,38316 ,000 1,8973 3,9405 (puntuaciones (puntuaciones inferiores superiores a 7) a 5) Identificación media 1,2233* ,38316 ,018 ,2017 2,2449 (puntuaciones entre 5 y 7) Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = ,661. *. La diferencia de medias es significativa al nivel ,05. Estos últimos datos revelan que podríamos aceptar la hipótesis de trabajo 1, es decir, es posible afirmar que las gestantes que muestran una alta identificación con el rol materno manifestarán un nivel de adaptación significativamente mayor que las que mantienen una identificación media, y éstas a su vez mayor, que las que mantienen una baja identificación.   392     A continuación se presentarán diferentes tablas que complementan el análisis inferencial realizado para poder comprobar las hipótesis planteadas. Tabla 11.201 Subconjuntos de Scheffé Adaptación del embarazo Adaptación al embarazo Scheffea,b Identificacion con el rol materno Subconjunto N 1 2 3 Identificación baja (puntuaciones 9 3,9456 inferiores a 5) Identificación media (puntuaciones entre 9 5,6411 5 y 7) Identificación alta (puntuaciones 9 6,8644 superiores a 7) Sig. 1,000 1,000 1,000 Tabla 11.202 Comparaciones múltiples Scheffé Adaptación del embarazo (I)Preparación al (J)Preparación al Intervalo de confianza 95% parto parto Diferencia de medias Límite (I-J) Error típ. Sig. inferior Límite superior Nada preparada No muy preparada ,0722 ,38316 ,982 -,9494 1,0938 para el parto para el parto Muy preparada -,6967 ,38316 ,219 -1,7183 ,3249 para el parto No muy Nada preparada -,0722 ,38316 ,982 -1,0938 ,9494 preparada para el para el parto parto Muy preparada -,7689 ,38316 ,163 -1,7905 ,2527 para el parto Muy preparada Nada preparada ,6967 ,38316 ,219 -,3249 1,7183 para el parto para el parto No muy preparada ,7689 ,38316 ,163 -,2527 1,7905 para el parto Basadas en las medias observadas. El término de error es la media cuadrática (Error) = ,661. No podemos corroborar que las gestantes de la muestra que no se sientan preparadas para el parto puedan directamente manifestar un nivel de adaptación al embarazo significativamente menor. Sin embargo, sí podemos concluir, que la identificación con el rol materno será una variable clave en la adaptación al embarazo.   393       394     Capítulo 12 CAPÍTULO 12: DISCUSIÓN DE RESULTADOS En capítulos iniciales manifestamos que nuestro propósito con este trabajo era: “conocer el proceso gestacional de nuestra muestra desde un punto de vista psicosocial”. Es por ello que en este apartado se discuten y contrastan los resultados derivados de los cuestionarios y entrevistas con investigaciones precedentes revisadas por autores vinculados a esta temática. Será preciso en primer lugar, efectuar una discusión de resultados, de forma que se ilustren fehacientemente los objetivos específicos propuestos en un principio. Posteriormente en las conclusiones, estos resultados se complementarán con nuevos datos, que fueron hallados a medida que paulatinamente avanzaba y se enriquecía el proceso de investigación. Descripción de las características sociodemográficas de las gestantes Los resultados sociodemográficos presentados son la prueba irrefutable de cómo las gestantes adolescentes están fuertemente condicionadas por el entorno sociocultural y familiar en el que están inmersas. Sin embargo, como ya sugería Vallejo (1998), los elementos contextuales que tradicionalmente se han relacionado con estos embarazos, -entornos desfavorables desde el punto de vista sociocultural y económico-, no se asocian directamente a la realidad de todas las gestaciones exploradas. Es decir, en nuestra muestra se han identificado gestantes con un nivel sociocultural y económico bajo, mientras que otras han alegado tener un nivel cultural y/o económico medio o incluso alto. Además, el acceso a los recursos tecnológicos, ha posibilitado a muchas de ellas poner en funcionamiento nuevas formas de comunicación con otras gestantes. Al igual que Vallejo (1998), corroboramos el hecho de que problemas familiares, como los que hemos identificado en la investigación (alcohol, falta de afecto, graves discusiones…) están presentes y pueden determinar con mucha fuerza ese inesperado embarazo. De forma complementaria, una parte de las participantes (25%) coincide en manifestar que en su familia no se dan ninguno de los problemas citados   395     (problemas de drogas, problemas económicos o de salud psicológica…). Sin embargo, el 19,6% de ellas sí alude a problemas económicos, al igual que otro 19,6% que reconoce en sus padres formas de ser o actuar conflictivas.  Tampoco podemos obviar el hecho de que en nuestra muestra el 30,4% de las gestantes son hijas de madres adolescentes. En esta investigación se han recopilado datos que no se han estudiado con anterioridad en España en relación a la gestación adolescente. En este sentido, nos referimos al lugar de residencia y al uso de las redes sociales. La mayor parte de las participantes aseveró continuar viviendo con sus padres (57,1%) y casi la mitad de ellas (44,6%) utilizaba las redes sociales con distintos fines lúdicos. Hemos advertido también, datos que otros autores de esta temática no han registrado con anterioridad, y es que una parte de ellas (un 41,1% muestral) como figura imprescindible de apoyo durante el embarazo eligió a su pareja. La segunda persona más significativa para ellas fue la madre (23,2%), y después citaríamos al padre (12,5%). Sin embargo, la persona que más apoyo proporcionó a las gestantes durante el embarazo fue la figura materna, y la que menos, la paterna. El padre ha sido la persona que más ha decepcionado a un 25% de las participantes. Gracias a este cuestionario sociodemográfico, pudimos argumentar cómo aproximadamente un 25% de ellas situaba la causa de su embarazo en “un despiste” o en haber mantenido “relaciones sexuales sin protección”. Por otra parte, otro 19,6% reflejó que “uno o ambos miembros de la pareja estaban bajo los efectos del alcohol” y únicamente el 16,1% afirmó que fue buscado, seguido de las que sostuvieron que “directamente no lo pensaron” (14,3%). Cada gestante ha aportado una respuesta particular a por qué se quedó embarazada, no existiendo un claro consenso entre ellas. Descripción de los principales cambios experimentados por las adolescentes en su gestación, desde su vulnerabilidad y fortaleza percibidas. El afrontamiento del embarazo no parece ser una tarea excesivamente fácil para gran parte de las adolescentes entrevistadas, coincidimos con autores como Figueiredo, Tendais y Dias (2014). Simultáneamente, también sostenemos que en el embarazo adolescente van a sucederse cambios biológicos, psicológicos y sociales (Vallejo, 1998; Mirabal, Martínez y Pérez, 2002; Fernández y Sánchez Cabaco, 2005; Chase et al., 2006; Calesso, 2007; Savio et al., 2009; Álvarez et al., 2012; Pires, 2010; Macleod,   396     2013), cambios que a menudo, no serán fáciles de asumir sin delegar responsabilidades en otros adultos (Álvarez et al., 2012). Nuestras gestantes han experimentado cambios psicológicos (estado de ánimo, sentimientos, estrés, autoestima, alegría, tristeza...) y cambios físicos (aumento de peso, estrías...). La intensidad de cada tipo varía en función de cómo cada una perciba estas modificaciones. Los cambios más significativos percibidos están vinculados a la anticipación del rol materno, esto concuerda con lo expuesto por Moyeda et al. (2006) y Fernández (2013). Este rol materno va a depender del ejercicio de responsabilidad que realice la gestante, (Della Mora, 2006), de su implicación personal y de la implicación familiar. Gran parte de las adolescentes, o no es partícipe de reconocer abiertamente que precisa delegar responsabilidades en otras personas respecto al cuidado del bebé, o bien, no es consciente de las propias necesidades de apoyo. Las participantes, en su mayoría, exhiben tener competencia suficiente como para llevar a efecto su embarazo y maternidad sin excesivas dificultades. Sin embargo, sus respuestas a otras cuestiones ponen de relieve cómo una falta de soporte por parte de figuras importantes para ellas condicionará un difícil afrontamiento del embarazo. No obstante, no podemos generalizar estos resultados, pues existen diferencias dentro de la propia muestra. Todas las gestantes, de un modo u otro, han experimentado rupturas familiares y/o dificultades en sus respectivas relaciones con personas del entorno. Dada la información extraida a merced de estos resultados, coincidimos con Zárate (2013), pues casi todas ellas han protagonizado profundas transformaciones psicológicas, sociales e individuales y también han percibido cambios en el contexto familiar y social que les rodea. El embarazo no es independiente de la historia de vida previa, coincidimos con Vallejo (1998); Ellis, Bates y Dodge (2003); Fergusson y Woodward (2004); Kait (2007); Lang, Rieckmann, DiClemente, Crosby, Brown, Geri (2012) y Zárate (2013). Al igual que Zárate, (2013) y también Kait, (2007), reconocemos que el embarazo puede responder a un vacío emocional, estaríamos confirmando lo que en nuestra muestra también se ha detectado, pues algunas gestantes reflejan con frecuencia carencias afectivas y necesidades de apoyo y afecto sincero. De esta forma, el tránsito a la maternidad va a depender en parte, de las condiciones del entorno social y familiar   397     específico, pero también de la experiencia vital y de las estrategias de afrontamiento individual propias de la gestante. En lo que respecta al entorno académico, las adolescentes expresan indiferencia, desplazando el eje de prioridades hacia otros objetivos, pudiendo desvincularse momentáneamente del sistema educativo cuando tienen posibilidades y recursos para continuar. La posibilidad de recibir orientación pasa a ser relegada a un segundo plano y en lugar de un asesoramiento como tal, les hubiera gustado recibir una atención igualitaria donde poder sentirse “una más en la comunidad”. Caballero y Méndez (2005) hacían referencia al abandono de estudios como un factor común que solía anteceder a un embarazo, pero como hemos podido concluir en la muestra, también es posible como consecuencia. Por último, cabe argumentar, que las gestantes reconocen en general, comunicarse durante el embarazo con el bebé de formas múltiples (a través del tacto, hablándoles, acariciándoles, a través del oído, como la música…) y múltiples son las respuestas que reciben de ellos y su forma de interpretarlas. La gran mayoría de nuestras adolescentes ha experimentado bienestar al percibir estos movimientos, que son además explorados por autores de esta temática (Buchholz y Gol, 1986; Lesser, Anderson y Koniak-­‐Griffin, 1998; Gutierrez, Ramos, Ramirez, & Damaris, 2009; Trejos, 2010). Análisis del proceso de adaptación a la gestación mediante la aceptación del embarazo, preparación al parto, identificación con el rol materno, calidad de relación con la madre, con el padre y calidad de relación con la pareja. En general, las gestantes que han participado en esta investigación sí se han adaptado al embarazo. Las cinco dimensiones que conforman su adaptación al proceso de gestación muestran por lo general, puntuaciones individuales moderadamente positivas. En lo que respecta a la aceptación del embarazo, predomina cierta heterogeneidad de respuestas entre ellas. La puntuación más alta es la asociada al afrontamiento de las molestias del embarazo con facilidad, y la menor, la que se corresponde al inoportuno momento de acontecer el embarazo, así como al deseo de no estar embarazada, que es ligeramente superior al anterior.   398     Tal y como afirmamos (Casanueva, Fajardo y Bermejo, 2013) muchas adolescentes manifiestan una actitud de aceptación general frente a su incipiente embarazo, por tanto, la aceptación del embarazo es posible, independientemente de que el embarazo no fuera planificado, ni aceptado en un principio. Además, las gestantes que contaban con el apoyo de sus parejas podían también contar con ellos para compartir el cuidado del bebé, de hecho, a una gran mayoría les gustaba conversar con la pareja sobre el hijo que esperaban. Las madres han constituido figuras clave de referencia, tanto para el proceso gestacional, como para la preparación al parto. Coincidimos entonces con publicaciones anteriores (Fajardo Caldera, Casanueva y otros, 2011). Si bien, las relaciones con las madres tampoco son completamente armónicas, pues son frecuentes las discusiones, las rivalidades e incluso las faltas de acuerdo entre ambas. Al igual que en nuestra investigación anterior, Fajardo y Casanueva (2011) y en   Casanueva, Fajardo y Bermejo (2013), no podemos confirmar que las adolescentes no estén preparadas para el parto, sin embargo, hemos comprobado que aún queda mucho por investigar en este ámbito, ya que las gestantes precisan información más clara, consistente y científica. Respecto a esta información, a menudo recurren a las redes sociales donde encuentran apoyo social de otras adolescentes en su misma situación. Durante la gestación, las adolescentes estarán preocupadas por el bienestar de su futuro bebé y por las dificultades que pudieran acontecer durante el parto, si bien estas preocupaciones no serán muy frecuentes, siendo el mayor miedo reconocido, el miedo a perder el bebé. Este miedo a perder el bebé no armonizaría sin embargo, con lo evidenciado en el estudio de un caso (ver estudio de un caso en Anexos). Análisis de determinados aspectos vitales de su infancia y del matrimonio de sus padres para conocer los antecedentes familiares a esa prematura gestación. La descripción que realizan las adolescentes de sus familias, a menudo guarda relación con las experiencias vividas en el seno de éstas cuando eran niñas (Calesso, 2007) constituyendo así, los vínculos afectivos que se establecieron en la infancia, una importante fuente de estudio para conocer el presente de las adolescentes (Martínez- Álvarez, Fuertes-Martín, Orgaz-Baz, Vicario-Molina y González-Ortega, 2014). En este sentido, en lo que respecta al rol que ejercieron sus padres, hallamos al igual que en Zárate (2013) vivencias de abandono, descontrol y falta de cuidados.   399     Los abuelos, tíos y amigas suelen ser personas importantes para ellas (Miller, Benson y Galbraith, 2001; Parra et al., 2004; Shermann & Greenfield, 2013). En algunos casos concretos se percibe además un cambio de actitud más positivo por parte de los padres e incluso un cambio de hábitos por parte de las gestantes (ver en anexos el estudio de un caso). En lo que respecta a su relación con la figura paterna, hallamos gran variabilidad de vínculos. La relación entre ambos dependerá en gran medida de las experiencias que hayan tenido lugar antes de la gestación, siendo claves el amor y el afecto que recibieron de ellos durante su infancia (Updegraff, Perez-Brena, Umaña-Taylor, Jahromi, y Harvey-Mendoza, 2013). Identificamos pues, mayoritariamente padres ausentes, poco cariñosos y con problemas de adicción, y también algunos padres afectuosos, comprensivos y generosos con sus hijas. En general, no hemos podido aseverar que los roles que adopten los padres sean siempre los tradicionales, como ocurre en Zárate (2013); donde la figura paterna aporta autoridad en casa y satisface las necesidades económicas. En este trabajo, se refleja un intercambio de roles, es decir, identificamos madres autoritarias y padres complacientes, y viceversa. En este caso, sí que podríamos ratificar, que es difícil hallar gestantes sin problemas familiares identificados o donde los dos padres ejerzan su rol de forma óptima y equilibrada, pues a menudo falla uno u otro, dejando caer el peso de uno sobre el otro, lo que provoca que parezca que uno de los dos apoya intensamente y por los dos. Algunas de ellas no son conscientes de ello, ni tampoco de las carencias en esa educación recibida, y por consiguiente, no consideran imprescindible disponer de ambas figuras para afrontar situaciones adversas venideras, pues se han habituado a afrontar situaciones desfavorables con ausencias. La mayor parte de las gestantes se ha identificado más con la figura materna, sin ser ésta, sin embargo, una figura muy significativa para ellas. De Mestre, Samper, Tur, Malonda y Santolaria (2010) citados en Zárate (2013), revelan que es muy importante la presencia de ambos padres en la familia para la educación y cuidado de los hijos. La expresión de afectos y sentimientos es esencial, y en las entrevistas ellas subrayan esa necesidad de sentirse queridas. En algunos casos específicos, los progenitores son especialmente conflictivos, les cuesta ponerse de acuerdo, o no están juntos residiendo en el hogar.   400     Al igual que en Zárate (2013), hemos registrado factores como el alcohol (Haldre et al., 2009) o relaciones entre los progenitores conflictivas, como indicadores de la necesidad de escape que precisan experimentar estas adolescentes ante una realidad que con frecuencia se desvela difícil. Por último, en lo que concierne a la relación con los hermanos, suelen empatizar y tener relaciones armónicas con hermanos pequeños y mayores. En algunos casos, las hermanas, las primas o las cuñadas también están embarazadas. Si bien, el tipo de relación que establecen con ellas es bastante variable y a pesar de las posibles discrepancias que puedan existir fruto de la adolescencia o de la gestación, los conflictos se solventan fácilmente. Identificación de características de la personalidad de las gestantes que pueden estar relacionadas con la propia gestación. Nuestros resultados evidencian que el embarazo ha tenido repercusiones sustanciales en la esfera de la personalidad de la adolescente, al igual que exhibe Vallejo (1998) en su estudio. Pues, la presencia de cambios emocionales ha sido indiscutible y además estas modificaciones se han agudizado, debido a desajustes afectivos propios de la adolescencia. Hemos advertido cierta impulsividad en muchas de ellas, pérdida de interés e incluso agotamiento, los cuales al igual que apuntaba Vallejo (1998), pueden haberse incrementado si además cuentan con un escaso o limitado apoyo familiar (ver en anexos el estudio de un caso). Podemos constatar que las relaciones de amistad son una fuente de apoyo importante para las gestantes, hemos referido decepciones y desencuentros dentro de la pandilla fruto del embarazo. Sin embargo, ellas admiten desde una perspectiva optimista, que ello ha contribuido a valorar sus amistades y a saber discernir quiénes son sus verdaderos amigos de los que no lo son (Álvarez et al., 2012). Algunas de ellas alegan no disponer de una proyección profesional como la de otras adolescentes de su edad (Phipps, Salak, Nunes y Rosengard, 2014). Desafortunadamente, tal y como sugieren Phipps et al. (2014) y nosotros armonizamos con ellos, las adolescentes con embarazos no deseados son más propensas a reducir sus expectativas y aspiraciones laborales. Esta realidad puede ser consecuencia y causa de unos niveles educativos bajos. Según Zárate (2013), esta situación imposibilita además, que sean económicamente independientes y por ende, genera una dependencia excesiva   401     de la pareja, de la familia o de fundaciones sin ánimo de lucro; aspecto que también ha sido detectado en nuestra investigación. Los sentimientos ante una separación o divorcio son difíciles de expresar y verbalizar por las gestantes, lo que nos lleva a intuir que necesitan sentirse cómodas y seguras para poder expresar lo que les preocupa. Esta necesidad también la identificaron Bute, Comer, et al. (2014), quienes a través de “diarios” podían favorecer en ellas un autoanálisis personal y un conocimiento de las propias experiencias. Cada una de nuestras gestantes además, ha experimentado alguna vez una pérdida significativa, pero son reticentes a pronunciarse respecto al tema. Asimismo, han tenido que separarse temporalmente de sus familias y parejas, y los sentimientos implicados futo de estas separaciones, son los propios de un proceso que se vive con dolor. Además, no describen con alto nivel de exactitud esos procesos de duelo. En lo que respecta al conocimiento de sí mismas, y en detrimento de los cuestionarios, en las entrevistas las respuestas de las gestantes a “cómo son o cómo se perciben” suelen ser más optimistas, proyectándose con más autoestima y competencia cuando se les posibilita poder expresarse libremente con sus propias palabras. Esto no es garantía de que necesariamente, gocen de una buena autoestima, pues muchas adolescentes lo que hacen es exteriorizar una parte positiva de sí mismas en la investigación. Realmente toda esta disertación de resultados perfila una realidad, donde se atisba fácil intuir que a las adolescentes no les resultará fácil organizar o planificar sus vidas. De hecho, admiten cierta impulsividad en sus actos y además son proclives a dejarse llevar por el momento, incluso tenderán a posponer sus estudios, focalizando su atención en el bebé. Asimismo, identifican la maternidad como un paso decisivo en sus vidas, siendo esta identificación una realidad bastante generalizada en la muestra. Lo cierto es que, efectuadas dichas aclaraciones, no podemos apresurarnos a aseverar que conocemos bien cómo son estas adolescentes sin partir antes, de un conocimiento de sus representaciones, motivaciones y deseos más profundos. La formación maternal en estas adolescentes se erige esencial, pues supone que tomen conciencia sobre lo que significa e implica ser madre y con ello, poder trabajar ambos futuros padres para que sus hijos gocen de un buen desarrollo personal y social   402     futuro. Para tal efecto, hemos de facilitarles estrategias que les permitan comprender cómo la maternidad ha de ser un vehículo más para su desarrollo pero no el único. Como afirm    a  K  a  it  (2  0  0  7)  ,  m  uchas de las que afrontan una gestación: “son madres, no mujeres”. Antes de exponer las conclusiones conviene precisar… “Es arriesgado en ciencia, plantear conclusiones no basadas en evidencias empíricas directas” (Sánchez Cábaco, 2005). Sánchez Cabaco (2005) en el libro “El vínculo afectivo con el niño por nacer” (Fernández, 2005, pág. 16), con estas palabras, alude a la osadía que supone confirmar y demostrar hechos que no pueden medirse con total precisión y exhaustividad científica. A estas alturas, ante una muestra tan reducida de gestantes, nos ha resultado igualmente imprudente poder realizar aseveraciones generalizables al grueso de la población gestante adolescente. Por este motivo, exponemos prudencia a la hora de hacer extensa estas conclusiones, las cuáles además, vendrán acompañadas de una gran variedad de porcentajes, al no poder realizar en ocasiones generalizaciones, ni siquiera en nuestra propia muestra. Realizada esta aclaración, concluimos este apartado con una cita de Ainsworth: “la aceptación o no aceptación de su estado va a situar a la gestante en un polo directamente negativo o positivo de su embarazo” (Ainsworth, 1978).                                                           403                 404     Capítulo 13 CAPÍTULO 13: PRESENTACIÓN DE CONCLUSIONES En referencia a nuestros objetivos planteados, nuestras principales conclusiones van a ser estructuradas en diferentes apartados con el fin de facilitar su comprensión y sistematización. En primer lugar, partiremos de las hipótesis principales iniciales que dieron comienzo a la investigación efectuada. En función de sus resultados procederemos a rechazarlas o confirmarlas. Edad de la gestante • A medida que aumenta la edad de la gestante aumentará también su nivel de adaptación al embarazo. Rechazamos esta hipótesis, ya que la edad no es una variable que correlacione significativamente con la adaptación al embarazo. Calidad de relación que mantiene con personas significativas • A medida que la calidad de la relación de la gestante con la pareja sea mayor, también lo será significativamente su adaptación al embarazo. Confirmamos la hipótesis. • A medida que aumenta la calidad de la relación que mantiene la gestante con su figura paterna y materna, también lo hará su nivel de adaptación al embarazo. No podemos confirmar esta hipótesis, pero sí afirmar que la gestante que no disfrute de una relación de pareja con el padre de su futuro bebé, mantendrá una adaptación al embarazo menor que el resto de gestantes. Aceptación del embarazo, identificación con el rol materno, preparación al parto y preocupación por el bebé durante el embarazo • El hecho de que la gestante considere que el momento en el que se quedó embarazada fue en general un buen momento, correlacionará positivamente con la aceptación del embarazo. Aceptamos la hipótesis. • El que la pareja y la gestante dialoguen sobre el bebé antes de su nacimiento correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. Aceptamos la hipótesis.   405     • El que la gestante pueda contar con el apoyo de su pareja durante el parto correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. Confirmamos la hipótesis. • El que a la gestante le cueste aceptar el embarazo correlacionará negativamente con la adaptación al mismo. Aceptamos la hipótesis. • La identificación satisfactoria con el rol materno correlacionará positivamente con la adaptación al embarazo. Confirmamos la hipótesis. Valoración sobre el matrimonio de los padres y el trato recibido por ellos durante su infancia • La valoración que la gestante realiza sobre el matrimonio de sus padres, así como la percepción del afecto que recibió de ellos en la infancia, se relacionarán significativamente con la adaptación a su embarazo. No podemos confirmarla, pero sí expresar que la valoración que realicen del matrimonio se relacionará significativamente con la adaptación al embarazo. Valoración sobre los rasgos emocionales de personalidad durante la gestación • Las percepciones negativas que la gestante pueda mantener durante su embarazo relativas, por ejemplo, a “creer que la vida no merece la pena” se relacionarán significativamente con una adaptación más deficiente al embarazo. Aceptamos la hipótesis. A continuación van a ser desgranadas cada una de las conclusiones obtenidas en cada apartado de la investigación, en función del instrumento empleado para obtener datos, así como según el tipo de análisis efectuado. Estas conclusiones complementarán las ya expuestas. 13.1. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo sociodemográfico de la muestra objeto de estudio.   406     1. La muestra consta de 56 adolescentes españolas, de ellas 28 gestantes tienen entre 14 y 17 años y otras 28 se sitúan entre los 18 y los 20 años de edad. 2. La mayor parte de la muestra (83,9 %) no planificó el embarazo. 3. La mayor proporción de la muestra, (39,3%) ni estudia ni trabaja durante su embarazo. 4. Alrededor de la mitad de la muestra no ha finalizado Educación Secundaria Obligatoria durante su gestación, mientras que prácticamente la otra mitad (41,1%) sí. 5. Más de la mitad muestral, el 57% de las adolescentes, disfruta de la compañía de sus parejas, sin embargo, 18 futuras madres (32,1%) no disponen del apoyo que puede proporcionar el futuro padre de sus hijos. 6. Predomina en la muestra la relación de pareja “duradera” frente a la “esporádica”. 7. En lo que respecta a la variable “nivel cultural”, el 41,1% afirma poseer un nivel cultural medio, mientras que el 17,9% manifiesta tener un nivel cultural bajo. 8. El porcentaje más elevado de la muestra (37,5%), corresponde a las gestantes que manifiestan pertenecer a una familia con un nivel socioeconómico medio-bajo. 9. El 46,4% de las gestantes afirma pertenecer a una familia no numerosa y con graves problemas familiares, seguidas del 21,4% de las gestantes que pertenecen a una familia no numerosa y sin graves problemas familiares. 10. El 75% de las adolescentes alegó vivir con las mismas personas con las que residía antes del embarazo, mientras que únicamente el 25% restante modificó el lugar de residencia durante este período. 11. El 67,9 % de la muestra vivía con sus padres antes del embarazo, seguido del 16,1% quienes por el contrario, vivían con sus parejas. 12. La mayor parte de las adolescentes afirma continuar viviendo con sus padres (57,1%). 13. Casi la mitad de las gestantes (44,6%) pertenece a redes sociales en internet, independientemente de su participación activa en grupos de embarazadas y madres en la red. 14. La mayor parte de ellas (un 41,1% muestral) como figura imprescindible y deseable de apoyo eligió a la pareja. La segunda persona más elegida y significativa para ellas fue la madre (23,2%), y después citaríamos al padre (12,5%). 15. La persona que más apoyo real proporciona a las gestantes durante el embarazo es la figura materna (28,6%).   407     16. En lo que respecta a la persona que menos apoyo proporciona a las gestantes, el 21,4% de ellas considera que esta figura la conformaría su padre. 17. La figura paterna es la persona que más ha decepcionado a un 25% de las participantes. 18. En nuestra muestra, el 30,4% reconoce que su madre también tuvo un embarazo siendo adolescente. 19. El 25% de la muestra sitúa la causa de su embarazo en un despiste y también en mantener relaciones sexuales sin protección. Por otra parte, el 19,6% reflejó que uno o ambos miembros de la pareja estaban bajo los efectos del alcohol. Únicamente el 16,1% afirmó que fue buscado, seguido de las que sostienen que “directamente no lo pensaron” (14,3%). 20. El mayor porcentaje de la muestra (25%) coincide en manifestar que en su familia no se dan ninguno de los problemas citados (problemas de drogas, conflictos intrafamiliares, problemas económicos o de salud psicológica…), sin embargo, el 19,6% de ellas aluden a problemas económicos, al igual que otro 19,6% que reconoce tener padres con formas de ser o actuar conflictivas. 21. El 35,7% muestral mantiene una relación con su padre que calificaría como regular, el 25% considera que la relación es satisfactoria, seguido de un 14,3% que asevera no mantener relación alguna con él.   13.2. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo del Cuestionario de Evaluación Prenatal de Armengol et al. (2007) Las conclusiones extraídas a partir del análisis descriptivo del Cuestionario de Evaluación Prenatal de Armengol et al. (2007) son: 1. En general., las gestantes se han adaptado al embarazo. Las cinco dimensiones que conforman su adaptación al proceso de gestación muestran por lo general, puntuaciones individuales bastante positivas. 2. En lo que respecta a la aceptación del embarazo la puntuación más alta es la asociada al afrontamiento de las molestias del embarazo con facilidad, y la menor, la que se corresponde al inoportuno momento de acontecer el embarazo. 3. Si analizamos la dimensión: “calidad de relación con sus parejas”, el mayor porcentaje de gestantes que disfrutan de este apoyo, declara hablar mucho del bebé   408     que esperan. Si bien, las gestantes reconocen encontrar dificultades para ponerse de acuerdo con ellos. 4. En lo que respecta a la “preparación al parto”, no podemos determinar que no estén preparadas para el parto. Desconocemos la calidad de la información que reciben. 5. En la dimensión “calidad de relación con las madres”, nos consta que en general, las futuras abuelas ya esperan a sus nietos durante el embarazo de sus hijas. 6. En lo que respecta a la preocupación por el bienestar del bebé y de sí mismas, la mayoría de las gestantes ha experimentado ciertas preocupaciones, al menos en algún momento de su embarazo. Las adolescentes padecen ciertas dificultades y miedos aunque no excesivos, acerca de las posibles complicaciones que pueden tener lugar en el parto o a que le suceda algo al bebé que esperan. 7. En cuanto a la identificación con el rol materno, en esta dimensión existe un alto grado de acuerdo. De esta forma, las adolescentes embarazadas exhiben unas expectativas aceptables hacia su rol materno. 8. En la dimensión “calidad de relación con el padre” podemos concluir que los padres de las gestantes están ilusionados, aunque no de forma excesiva, con la llegada de su futuro nieto. 9. Los futuros abuelos no aprueban algunas de las decisiones que sus hijas toman, de hecho critican ocasionalmente algunas de estas decisiones (30% de la muestra). Casi el 43% de las gestantes entiende que se trata solo de una realidad esporádica el que los abuelos esperen a sus nietos, pues solo ocurre “a veces” y por tanto, identificamos que las gestantes necesitan sentirse más apoyadas por ellos. 13.3. Conclusiones obtenidas a partir del análisis inferencial de hipótesis formuladas en Cuestionario de Evaluación Prenatal. 1. El que la gestante adolescente considere que el momento en el que se ha quedado embarazada sea “un buen momento” se relacionará positiva y significativamente y además podrá predecir una mayor aceptación del embarazo. 2. El hecho de que la gestante adolescente pueda afrontar fácilmente las molestias del embarazo se relacionará positivamente y podrá predecir una mayor aceptación del mismo. 3. El que la gestante adolescente hable con su pareja con frecuencia del bebé que ambos esperan, se relacionará positivamente y podrá predecir mayor adaptación al embarazo.   409     4. El hecho de que la gestante adolescente pueda contar con el soporte de su pareja durante el parto se relacionará positivamente y predecirá mayor adaptación al embarazo. 5. El que a la gestante le cueste aceptar el embarazo se relacionará positivamente y predecirá una menor adaptación al embarazo. 6. El hecho de que la gestante considere que el embarazo está siendo fácil de afrontar se relacionará positivamente y predecirá mayor aceptación del mismo. 7. El que la gestante adolescente desee no estar embarazada se relacionará positivamente con una menor aceptación del embarazo. 8. El hecho de que la gestante adolescente cuente con la pareja para compartir el cuidado del bebé predice una mayor adaptación al embarazo. El que la gestante adolescente acepte mejor el embarazo predice también una mayor adaptación al mismo. 9. El que la gestante adolescente se identifique con el rol materno revelará significativamente mayor adaptación al embarazo. 13.4. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo de la valoración del matrimonio de los padres de las gestantes y el afecto recibido por ellos en la infancia (Vallejo, 1998). Aunque estéticamente habría sido mejor simplificar las conclusiones que a continuación se señalan, nos ha sido imposible, debido a la gran variabilidad de respuestas recibidas en la muestra. Ante esta circunstancia, nos vemos obligados a exponer la información de forma pormenorizada, sin poder en muchos casos generalizar.   v Gran parte de la muestra (41,1%) asiente que “a menudo” sus padres discutían exageradamente, mientras únicamente 7 de ellas reconocieron que “nunca” discutían de ese modo. v Respecto a la confianza mutua parental, encontramos diferencias entre gestantes. Destacamos por ejemplo, que el 30,4% de la muestra expone que “a veces” sus padres confiaban el uno en el otro. v Algunas gestantes recuerdan cómo en su infancia “a veces” sus padres pasaban mucho tiempo con ellas (30,4%).   410     v El 32,1% declara que sólo “a veces” se producían manifestaciones de cariño por parte de sus padres, seguido de las que recuerdan que “muy a menudo” tenían lugar dichas manifestaciones (21,4%). v En lo que concierne al matrimonio de los padres, 24 gestantes manifiestan que “en unas cosas fue positivo y en otras negativo”. Únicamente dos de ellas lo consideraron extremadamente positivo. v De toda la muestra, solo 6 gestantes señalan que “nunca” (2 gestantes) o “raramente” (4 de ellas) podían confiar fácilmente en sus padres. v En el análisis del ítem “me pegaban aunque no lo mereciera” las gestantes han respondido en su mayoría que, o bien “nunca” o “a veces” recibían castigos físicos de sus padres sin merecerlos (73,2 %). v Respecto a si sus padres les prestaban atención cuando eran niñas, gran parte de las gestantes enunciaron que “a veces” (21 gestantes), o “a menudo” (13 gestantes) los padres les prestaban una escasa atención. v Las gestantes “a veces” y “a menudo” escuchaban de sus padres cosas agradables sobre ellas cuando tenían entre 7 y 12 años (33 gestantes en total). v El 41,1% de las adolescentes declaró que “a menudo” sus padres disfrutaban estando cerca de ellas, seguidas del 26,8% que sostuvo que ocurría con menos frecuencia, es decir, solo “a veces”. v Las manifestaciones paternas de protección expresadas por las participantes queda representada de forma muy heterogénea. Destacamos cómo 14 de ellas opinan que sus padres eran “a veces” excesivamente protectores y otras 13 expresan que lo eran “muy a menudo”. v Respecto al sentimiento de sentirse como una carga, 16 gestantes proclamaron que “nunca” experimentaron verse como una carga, desafortunadamente, el resto, 31 de ellas, sí compartieron ese sentimiento. De esto se puede deducir, que las gestantes durante su infancia no se sintieron suficientemente valoradas por sus padres, incluso percibían que su presencia podía resultar en cierto modo incómoda. v En lo que respecta a la demostración de sentimientos de afecto, gran parte de las adolescentes (21 gestantes) percibieron cariño por parte de sus padres, si bien, este cariño fue restringido a ocasiones determinadas. v En cuanto a si lo que hacían era valorado por sus padres, únicamente 8 gestantes mantuvieron que “nunca” habían sentido que lo que hacían eran cosas importantes para sus padres y 10 de ellas manifestaron que “raramente” lo experimentaron.   411     v En lo que concierne a cómo fueron tratadas en la infancia, el 35,7% de los casos sintieron vergüenza “a menudo”, únicamente del total, 10 gestantes “nunca” se avergonzaron de sí mismas cuando hicieron algo inadecuado. El experimentar dificultades en el seno familiar es una realidad bastante común   entre las embarazadas adolescentes de la muestra. Si bien, y a pesar de que estos ítems han plasmado una gran variabilidad de respuestas, es evidente que los resultados prueban la existencia de carencias afectivas, que han podido desembocar en que las gestantes a veces pudieron percibirse como una carga o se avergonzaron de sus propios actos cuando eran niñas. 13.5. Conclusiones obtenidas a partir del análisis descriptivo de los rasgos emocionales de personalidad (Vallejo, 1998) Nuestros resultados evidencian que el embarazo ha tenido repercusiones importantes en la esfera de la personalidad. En este sentido, hemos identificado la presencia de impulsividad en muchas de ellas y se ha detectado la presencia de ciertos temores, inquietudes y pensamientos autoinculpatorios, que aunque no son generalizables a toda la muestra, sí han predominado en ella. Por otra parte, aunque la mayoría ha experimentado alegría en algún momento de su existencia, sí que observamos en muchas de ellas cierta actitud pesimista ante situaciones que se plantearon en los cuestionarios. El recorrido descriptivo realizado a través de los datos recopilados en torno a los rasgos emocionales de personalidad, nos ha posibilitado poder estructurar algunas conclusiones que a continuación se presentan: - En cuanto al sentimiento de inutilidad que pueden experimentar, podemos verificar que el 78,6% de las gestantes se reconocen en él “a medias” o “completamente”. - En el análisis de la impulsividad que puede presentar la gestante, concluimos que la gran mayoría de nuestra muestra se describe como impulsiva. - En lo que concierne a si la gestante es violenta y destemplada, determinamos que gran parte de la muestra sí se considera así (42,9%). - En lo que respecta a si establecen una intensa relación afectiva con sus amigos, el 51,8% declara establecer relaciones intensas y otro 42,9% lo manifiesta “a medias”.   412     - Si analizamos el ítem relacionado con la aparición de “ideas malas en la cabeza”, a únicamente 10 de ellas no les suelen aparecer este tipo de ideas. - En el análisis de la pérdida de interés en aspectos cotidianos (“últimamente han perdido el interés por las cosas que les ilusionaban”), confirmamos que casi la mitad de las gestantes (24 de ellas) sí han perdido interés. - En el análisis de los sueños, algo más de la mitad muestral (51,8%) alega tener sueños tan malos que se levantan agotadas. - En la exploración de los afectos, en torno a la calidez y frialdad de la gestante, el 44,6% de ellas enunció que “a medias” se percibían frías y distantes, frente al 32,1% que no se reconoció en esa frialdad. - En lo que concierne al pesimismo durante la gestación (“últimamente siempre espero lo peor aunque no sé lo que puede ser”), los porcentajes están muy repartidos e identificamos gestantes que sí esperan lo peor y otras que no. Superan ligeramente el porcentaje de las adolescentes optimistas (41,1%). Asimismo debemos dejar constancia de que algunas características propias de la adolescencia se van a reflejar irremediablemente en nuestras gestantes. Por esta razón, algunas participantes encuentran cierta dificultad para definirse a sí mismas, así como con frecuencia, se exhiben ambivalentes al caracterizar relaciones o al describir personas (ver en anexos estudio de un caso). En este sentido, dadas las experiencias y predisposiciones biológicas propias de la adolescencia (Foelsch, 2014), y en nuestro caso, unidas a las experiencias relacionadas con la gestación que están experimentando, a algunas adolescentes les resulta bastante difícil lograr una identidad integrada y adaptable, perdiendo cierta capacidad para definir su personalidad. A partir de la información cualitativa recogida (ver entrevistas y estudio de un caso en Anexos), aunque no es posible aseverar directamente la presencia de “patologías de personalidad graves” sí que se percibe cierto “caos” en la muestra en cuanto a su capacidad para funcionar y adaptarse a determinados contextos (familiares, educativos, de amistad…). Pamela A. Foelsch sostiene en este sentido que, consolidar la identidad sería una de las tareas más importantes en el desarrollo de una adolescencia normal. Esta identidad le permitirá al adolescente entablar amistades gratificantes (no se   413     han identificado muchos casos en las entrevistas) interactuar con sus padres y profesores de manera adecuada, y también, establecer nuevas relaciones. 13.6. Conclusiones extraídas a partir del análisis de las correlaciones en: Cuestionario de Evaluación Prenatal, Cuestionario de Valoración de Matrimonio de los padres y afecto recibido por ellos en la infancia y Cuestionario de Rasgos Emocionales de Personalidad. Basándonos en los resultados presentados en anteriores capítulos, a continuación se reflejarán algunas conclusiones que revelan diferentes aspectos psicosociales del matrimonio de sus padres y del afecto recibido por ellos en la infancia. Todas estas conclusiones han sido efectuadas a partir de correlaciones que aunque no fueron muy altas, sí contribuyeron a esclarecer datos interesantes para la investigación. Toda la información que se detalla sobre el matrimonio de los padres y el afecto que recibieron de ellos en la infancia procede de su propia percepción o valoración.   v La valoración positiva que realizan sobre el matrimonio de sus padres va a correlacionar positivamente con la descripción positiva que efectúen de las manifestaciones de cariño que se dispensaban sus progenitores, y también con la valoración que han realizado sobre si se sintieron queridas y deseadas por éstos durante esa infancia. v La percepción de que sus padres confiaban el uno en el otro cuando era una niña correlacionaría negativamente con las discusiones que de forma exagerada mantendrían los padres durante la infancia de su hija, con la escasa atención que prestaban a la misma y con el hecho de que últimamente la gestante espere lo peor aunque no sepa qué puede ser. v En cuanto a si las gestantes recuerdan manifestaciones de cariño entre sus progenitores en la infancia, hallamos que éstas correlacionarían positivamente con la calificación que puedan hacer del matrimonio de sus padres durante su infancia, así como con el poder confiar fácilmente en ellos y con la valoración que pueden realizar sobre si éstos decían cosas agradables de ellas. Este ítem correlacionaría negativamente con el hecho de que los padres prestasen muy poca atención a sus hijas y con el hecho de que a la gestante le cueste aceptar el embarazo. v En lo que respecta a si recibían castigos físicos sin merecerlos, éstos correlacionarían positivamente con el que las gestantes se viesen como una carga   414     para sus padres durante su infancia y con una mayor dificultad para aceptar su embarazo. v El hecho de que las gestantes percibieran que sus padres decían cosas agradables de ellas cuando eran niñas correlaciona positivamente con el que también se sintieran queridas y deseadas en su infancia y también con el hecho de sentir que lo que hacían por aquel entonces, eran cosas importantes. v El que la gestante considere que el momento en el que se ha quedado embarazada es en general un buen momento, correlaciona negativamente con esperar lo peor en el embarazo y con sentir que decepcionó a personas que confiaban en ella. v Respecto al apoyo que proporciona la pareja cuando la gestante en su embarazo se siente nerviosa y alterada, observamos que correlaciona de forma positiva con el poder hablar con la pareja de lo que le preocupa o interesa, con la confianza que manifiesta hacia su pareja y con la aceptación por parte de ésta sobre su forma de ser. v El ánimo que proporciona la madre de la gestante a su hija cuando ésta lo necesita durante el embarazo correlaciona positivamente con el que la madre hable con ella de lo que le preocupa y le interesa a su hija y con el que acepte a su hija tal y cómo es. v El hecho de que a la gestante le cueste aceptar este embarazo se relacionará positivamente con el que durante su infancia sus padres la castigaran físicamente aunque no lo mereciera y por otra parte, correlaciona negativamente con el recordar que sus padres se manifestaban cariño cuando era una niña. v El considerar que esta gestación está siendo una gestación fácil de afrontar va a correlacionar positivamente con el que la pareja acepte a la gestante tal y cómo es. v En lo que respecta al ítem “ojalá no estuviera embarazada” podemos afirmar que se relaciona positivamente con el que la gestante cuando era niña se percibiera como una carga para sus padres, y negativamente, con el hecho de que la pareja demuestre a la gestante que la quiere tal y cómo es. v El hecho de que la gestante crea que puede ser una buena madre correlaciona positivamente con que su padre le demuestre que la quiere. v El que la gestante se sienta feliz con el embarazo, se relaciona positivamente con el hecho de que pueda fiarse de sus padres, de su pareja, así como se relaciona positivamente con el que los padres demuestren a su hija que la quieren. El estar   415     feliz con el embarazo correlaciona significativamente y negativamente con el haber recibido daño físico en la infancia. v El que el padre esté contento con el embarazo se relaciona significativamente y positivamente con que la gestante pueda fiarse de él, con que su padre pueda darle ánimos cuando duda de sí misma y con el hecho de que hable con ella de lo que le preocupa o le interesa. Asimismo, también correlaciona positivamente con el hecho de que pueda apoyarla en todo lo que hace. v El hecho de que la gestante se sintiera querida y deseada por parte de sus padres durante su infancia correlaciona positivamente con la valoración positiva que ésta puede hacer del matrimonio de sus padres y también con sentir que lo que hacía cuando era niña, eran cosas importantes. v El que a la gestante le aparezcan “ideas malas en la cabeza” correlaciona positivamente con el hecho de que últimamente ha perdido interés por las cosas que le ilusionaban y que últimamente espere lo peor aunque no sepa lo que puede ser. v El creer que realmente la vida no merece la pena correlaciona positivamente con la dificultad para aceptar el embarazo y con la aparición de “ideas malas en la cabeza”. Por otra parte, correlaciona negativamente con el valorar positivamente el matrimonio de los padres y con el poder confiar fácilmente en ellos. 13.7. Conclusiones extraídas a partir del diseño factorial Basándonos en los resultados que ya formulamos en anteriores capítulos, a continuación serán delimitadas algunas conclusiones relacionadas con ellos, que además emanan de los distintos diseños factoriales. Conclusiones  extraídas  a  partir  del  diseño  factorial  realizado  en  torno  al  apoyo   materno  y  de  pareja  en  relación  a  la  adaptación  al  embarazo     La gestante que no disfrute de una relación de pareja con el padre de su futuro bebé, mantendrá una adaptación al embarazo menor que el resto de gestantes. No obstante, no existen diferencias significativas en cuanto a adaptación al embarazo se refiere, entre las gestantes que mantienen una relación con altibajos y las que mantienen buena relación. La razón de que no existan diferencias significativas entre las que mantienen “buena relación” y una “relación con altibajos”, podría deberse a que las gestantes que no gozan de una buena relación pueden haberse habituado a tener   416     discusiones y haberse adaptado igualmente al embarazo, tanto como las que dicen mantener buena relación con ellos.   Conclusiones  extraídas  a  partir  del  diseño  factorial  realizado  en  torno  a  la  valoración   del  matrimonio  y  el  afecto  recibido  en  la  infancia  por  parte  sus  padres  en  relación  a   la  adaptación  al  embarazo   Existen diferencias en cuanto a adaptación a la gestación se refiere, entre las gestantes que valoran el matrimonio de sus padres como pésimo y las que lo valoran como satisfactorio, siendo esta adaptación mayor para las últimas. Asimismo, existen diferencias significativas entre las gestantes que expresan no haberse sentido nada queridas ni deseadas por sus progenitores y entre las que se han sentido sólo a veces queridas y deseadas, siendo la adaptación mayor para las segundas. Conclusiones  extraídas  a  partir  del  diseño  factorial  realizado  en  torno  al  pesimismo  y   decepción  gestante  en  relación  a  la  adaptación  a  la  gestación   Existen diferencias significativas entre las gestantes que piensan que la vida merece la pena y las que únicamente lo creen a medias, o entre las primeras y las que definitivamente no lo consideran. En ambos casos, es mayor la adaptación en aquellas que ofrecen sentido positivo a la vida. Por otra parte, podemos dilucidar que el sentimiento de decepción gestante con personas significativas para ellas, no va a determinar la mayor o menor adaptación al embarazo que puedan experimentar. Conclusiones  extraídas  a  partir  del  diseño  factorial  realizado  en  torno  a  la  calidad  de   la  relación  que  mantienen  con  el  padre  y  la  edad  en  relación  a  la  adaptación  al   embarazo   Existen diferencias significativas en cuanto a adaptación al embarazo se refiere, entre las gestantes que mantienen mala o regular relación con sus padres y las que no tienen ninguna relación, siendo la adaptación mayor para las primeras. Simultáneamente, no podemos evidenciar que la edad correlacione significativamente en nuestra muestra con la adaptación al embarazo. Conclusiones  extraídas  a  partir  del  diseño  factorial  realizado  en  torno  a  la  aceptación   y  preocupación  por  el  parto  en  relación  a  la  adaptación  al  proceso  gestacional   Las gestantes que muestran una alta aceptación del embarazo manifestarán también un nivel de adaptación mayor que las que mantienen una aceptación media y estas últimas, a su vez mayor que las que mantienen una baja aceptación. Al mismo   417     tiempo, existen también diferencias significativas en cuanto a adaptación se refiere, entre las gestantes que manifiestan una excesiva preocupación por el parto (su adaptación será mayor) y las que reflejan una baja preocupación (su adaptación será menor). Asimismo es posible inferir, que la preocupación durante el embarazo va a determinar la adaptación al igual que la aceptación. Conclusiones  extraídas  a  partir  del  diseño  factorial  realizado  sobre  la  identificación   con  el  rol  materno  y  preparación  al  parto  en  la  adaptación  al  proceso  gestacional   La adaptación al embarazo de aquellas gestantes que hayan alcanzado un alto nivel de identificación con el rol materno durante su embarazo, será significativamente mayor que la adaptación de aquellas que mantienen una identificación media, y éstas a su vez menor, que las que mantienen una baja identificación. No podemos confirmar que las gestantes que mantengan una baja preparación al parto manifiesten un nivel de adaptación significativamente menor al embarazo. Dado que nos situamos en una temática especialmente compleja y heterogénea, todas estas conclusiones ofrecidas junto a las que a continuación se van a aportar, pueden no ser extrapolables a todo el grueso de la población, al menos, hasta que no sean ampliamente replicadas por futuros autores.   El embarazo en la adolescencia no siempre es “no planificado”. Asumir el rol materno como proyecto de vida se atisba difícil, pero se da en la mayoría de los casos estudiados. La adaptación al embarazo es posible y no lo impide de forma irrevocable la corta edad de la gestante o la no planificación inicial de su embarazo. Gracias al estudio del caso (ver en anexos el estudio de un caso) y a las entrevistas, podemos dilucidar que en algunas familias de gestantes es posible hallar diferencias de roles entre sus miembros. Las gestantes no valoran el matrimonio de sus padres y el afecto recibido por parte de ellos de forma excesivamente positiva. Muchas gestantes de la muestra no se sintieron muy valoradas por ellos en su infancia.   418     Predomina una ambivalencia afectiva: gestantes que aman y odian a la vez y se sienten vacías y llenas en la misma medida. Las gestantes a menudo revelan sentirse apoyadas, pero por otra parte, no dudan en expresar que podían estarlo más y mejor. La maternidad en la adolescencia tiene consecuencias sociales, económicas y de salud importantes no solo para ellas, sino también para sus familia, para sus hijos y para la sociedad en general (Milán, Ickovics, Kershaw, Lewis, Meade y Ethier, 2004; Savio et al., 2009). Algunas gestantes compartieron opiniones sobre lo arduo y dificultoso que resultaba ser madre. Sin embargo, contra todo pronóstico, también reflejaron alegría, ilusión e incluso plenit  u  d  a  l  ap  roximarse el momento de dar a luz (ver en Anexos el estudio de un caso). A través de Figura 13.1 se puede obtener una visión general de todo lo explorado en este trabajo, tanto a nivel descriptivo como a nivel inferencial. Figura 13.1 Adaptación al embarazo. ADAPTACIÓN AL EMBARAZO ENTORNO INDIVIDUALIDAD GESTANTE R E DES DE FORTALEZA GESTANTE DEBILIDAD GESTANTE APOYO MOTIVACIONES Y EMOCIONES PREOCUPACIONES Y TEMORES EN TORNO POSITIVAS AL BEBÉ: miedo a que padezca anomalías, prematuridad. REPRESENTACIONES MATERNALES E IMAGINARIO PREOCUPACIONES Y TEMORES EN TORNO SOBRE EL FUTURO A SÍ MISMA: cambio de imagen corporal, cambios psicológicos, emociones negativas, miedo a la PERCEPCIÓN DE MOVIMIENTOS soledad. FE TALES Y CONTACTO CON EL NUEVO SER PREOCUPACIONES Y TEMORES EN TORNO AL NÚCLEO FAMILIAR AFECTADO: NUEVO PROYECTO DE VIDA percepción de inestabilidad familiar. A fecto de los padres Historia personal Afecto de la pareja Fuente: Elaboración propia a partir de la información proporcionada en el marco teórico y resultados obtenidos mediante análisis de datos. Los resultados han puesto de manifiesto cómo la adolescencia influye en el modo de expresión y en la verbalización de la situación y circunstancia de gestación, así como también influye, la presencia de contextos condicionantes en la gestación, contextos en los que los problemas familiares interactuarán junto con otros problemas sociales, culturales, económicos y personales. Todos ellos influyen por implicación, en lo que significa una gestación en la adolescencia.   419                 420     Capítulo 14 CAPÍTULO 14. LIMITACIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN La información revelada en capítulos precedentes, a merced del presente diseño de investigación, ha posibilitado poder ir desgranando toda una serie de conclusiones relevantes que nos han orientado a alcanzar nuestras metas iniciales. En este capítulo se argumentarán, por un lado, las principales limitaciones que se derivan de esta investigación y que han de ser tenidas en consideración al valorar e interpretar los datos, y por otro lado, las futuras líneas de investigación que emanan de estas conclusiones. Esta investigación plantea una limitación principal fundamentada en que la muestra ha sido bastante heterogénea y reducida. No se trata de una muestra representativa de la población general, por lo que sus resultados no pueden generalizarse a toda ella. Resultaría interesante replicar este estudio con una muestra mayor y con una mayor diferencia muestral en cuanto a variables como la etnia o la disponibilidad de recursos tecnológicos. Sería interesante incluir al mismo tiempo, la exploración de modificaciones que pueden tener lugar en estas adolescentes tras haber dado a luz, lo que posibilitaría tener una visión más amplia de la importancia e influencia de los cambios que se producen en la gestación, respecto a la futura maternidad y al desarrollo infantil. Los resultados de este trabajo resaltan la imperiosa necesidad de formar en materia de sexualidad a la población adolescente y joven. Una forma de lograrlo sería mediante una inclusión en la docencia reglada de programas formativos más atractivos y eficaces, que tengan además como finalidad prevenir embarazos no deseados. Tras esta argumentación, podemos advertir además, que un apoyo psicopedagógico personalizado o incluso un programa basado en reuniones grupales destinado sólo a adolescentes embarazadas, puede ser un factor esencial en el proceso gestacional. Este apoyo psicopedagógico podría condicionar y anticipar la identificación de la gestante con el rol materno antes del nacimiento del bebé y favorecer así, su ilusión y preparación al parto y maternidad.   421     De todo este conjunto de realidades explicitadas, se constata que la atención a estas gestantes no debe reducirse exclusivamente al ámbito familiar y social más próximo. Profesores y orientadores han de renovar también su atención a la diversidad, no quedándose anclados en atender a la diversidad fundamentada esencialmente en alumnos con necesidades educativas especiales. Además, en el caso de que el embarazo sea una realidad en un centro, éste debería poner en marcha una intervención a tiempo, haciendo eficaz y posible un compromiso serio hacia nuevas líneas de trabajo más abiertas y enriquecedoras. En este sentido, este trabajo de investigación ha posibilitado sentar las bases del diseño de un programa psicosocial que está destinado a estas gestantes adolescentes. El programa propone ayudar a cada una de ellas a lograr la ansiada adaptación a la vida maternal, y con ello, facilitar su acceso a formación en materia de maternidad. Este programa fomentaría una orientación eficaz y de él se esperaría que las gestantes alcanzasen mayor nivel de optimismo de cara a la maternidad, y fuesen más autónomas e independientes. Por tal motivo, asumimos con él, el objetivo modesto de mejorar su adaptación a la vida maternal, y por consiguiente, empoderar su competencia materna evitando negligencias en el futuro cuidado de su bebé. Puedo apuntalar sin temor a equivocarme, que explorar el desarrollo psicosocial de una gestante adolescente, junto con el resto de variables que la implican y afectan, constituye toda una hazaña de investigación, que limita por un lado al investigador, al no poder profundizar en toda su realidad y complejidad; y por otro, al no poder aseverar ni generalizar a la población, las conclusiones que se derivan de una realidad tan diversa. Indagar en este ámbito de estudio, tan concreto y tan amplio a la vez, tan heterogéneo, pero con tantas cosas en común, supone todo un reto. Razón de ser, para que cualquier investigación que arroje la más mínima luz al tema, se convierta en un “pequeño-gran avance” para ellas, no sólo a nivel psicoeducativo o social, sino también a nivel personal. De este modo, el participar activamente como muestra en una investigación de este tipo, permite a la futura madre “sentirse escuchada”, pudiendo además así, expresar libremente sus deseos y expectativas. Solo de este modo, favorecemos que la investigación se concrete en “un relato fiel de lo que ellas desean revelar y de lo que son”.   422     Como apuntaba Kait (2007), es difícil hacer un recorrido preciso que delimite qué es embarazo y qué es adolescencia. Si bien, una vez que nos hemos adentrado en el tema de “la gestación en la adolescencia”, hemos podido comprobar cómo algunas de sus características convivirán en perfecta sintonía, siendo conscientes de que gestación y adolescencia se vuelven una realidad única cuando confluyen en la misma persona. Más allá de constituir un tema complejo, serio y profundo, “la gestación en la adolescencia” no deja de ser un tema profundamente emocional, donde las gestantes no se muestran frías, indiferentes en sus respuestas, pues, relatan un hecho tan vivo y natural como es “ser madre”, y tan delicado a su vez, como es reconocer y asistir durante nueve meses a una gran evolución personal, tan poco común y tan trascendental como su propia idiosincrasia. Si bien, muchas “pasarán de puntillas” por estos nueve meses, “no pudiendo o no queriendo ser conscientes” de lo que les depara el futuro y de los cambios que se aproximan. En este caso, la investigación supone para ellas, una “pista en el camino”, es un “abrir los ojos”, una “apertura a una trascendencia”, para muchas, desconocida hasta el momento. Nuestra realidad objeto de investigación ha venido marcada por el reflejo de unas mujeres adolescentes, que por sus necesidades vitales y sociales de progreso, ante un inesperado y prematuro embarazo, han podido sentirse de algún modo frustradas o desesperanzadas, así como han visto truncados sus proyectos vitales (Casanueva, 2013). Sin embargo, a lo largo del proceso de gestación, “algo ha sucedido” para que muchas de ellas consigan aceptar el embarazo y por tanto, lleguen a considerar a su futuro hijo como “su nuevo proyecto de vida” y además “origen de sus deseos”. Nuestro esfuerzo, por tanto, emanaba de dar respuestas de aproximación a ese “algo”, tan difícil de delimitar o concretar como el hecho de ser capaz de generar una imagen única particular de la “gestación en la adolescencia”. En este proceso de investigación, la variable “tiempo” se ha impuesto. Pues, el ser madre requiere su tiempo, “tiempo” para que la gestante progresivamente pueda ir tomando conciencia de que ese futuro hijo tendrá vida propia y “tiempo” para poder ser consciente de que será su hijo, quien la ha de necesitar a ella, a pesar de que ella, tal y como ocurre en frecuentes ocasiones, necesite también al propio hijo para dar respuesta a su existencia (Kait, 2007).   423                         424     REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Abad, V., & Williams, K. (2006). Early intervention music therapy for adolescent mothers and their children. British journal of music therapy, 20(1), 31-38. Agostini, C. A., & Willington, M. (2016). Acceso y uso de internet: evolución y factores determinantes. Persona y sociedad, 26(1), 11-42. Aguiar, A.M. (2009). Fazer um ser pelo nascer! A influencia do método psicoprofiláctico na preparação para o nascimiento. (Tesis de doctorado). Universidad de Évora, Évora. 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Jung).         486     Anexo I ESTUDIO DE UN CASO El caso que a continuación será objeto de análisis puede servir de ejemplo para profundizar en cómo la aceptación de la gestación, no tiene por qué depender de una variable o factor único. En las próximas líneas se reflejarán algunos detalles que han podido mediar en el desarrollo prenatal de la gestante adolescente y que han condicionado su aceptación y adaptación a este nuevo proceso. A través de las palabras de la participante, podemos comprender no sólo la importancia que adquiere en la aceptación del embarazo, la presencia de una figura de apoyo que posibilite exteriorizar su problemática y ser escuchada, sino también, principalmente, cómo esa aceptación dependerá en gran medida de ella misma. La adolescente fue observada y acompañada durante cinco meses: desde el cuarto mes de gestación hasta el octavo mes, que concluyó con un parto prematuro. La gestante mantuvo comunicación y contacto directo con la investigación, no sólo durante los cinco meses de embarazo en los que se sintió acompañada, sino también después del parto. Este proceso de comunicación se ponía en funcionamiento a través de medios tecnológicos que facilitaron las llamadas telefónicas y comunicaciones vía mensajería instantánea. Se efectuó un seguimiento personalizado a la adolescente, siendo voluntaria participante, al mismo tiempo, que podía aportar información útil a la investigación, así como sugerir propuestas. Gomes, Amazarray, Machado y Oliveira (1998) investigaron la participación de las adolescentes en intervenciones realizadas durante el periodo prenatal. Las adolescentes en estas investigaciones reconocieron haber vivido una experiencia positiva y útil, mediante intervenciones que posibilitaban la aclaración de numerosas dudas sobre el embarazo, el parto y el desarrollo del niño. A continuación, se expondrá la descripción del caso de Ana, con esta descripción ponemos de relieve la importancia que adquiere una intervención oportuna en la gestación de cara a mejorar la adaptación a la maternidad.   487     Se presentará su caso a partir de fragmentos de conversaciones mantenidas entre enero y abril de 2013. Algunas aseveraciones no están realizadas en función del comentario reflejado, sino de todo el proceso de investigación efectuado, ya que a partir de un fragmento, sería difícil llegar a delimitar tales conclusiones. Descripción del caso Ana es una chica adolescente embarazada de 16 años, que ante su difícil situación familiar es atendida por Fundación Red Madre. Ana ha decidido no abortar, pero psicológicamente no se encuentra preparada para afrontar los cambios que se aproximan fruto del embarazo. Es decir, a Ana le cuesta aceptar su incipiente embarazo. Cuando se inició el contacto con Ana, ésta se encontraba en el tercer mes de gestación y es en ese momento, cuando anticipamos que Ana se encuentra en una situación complicada a nivel familiar, “la madre de Ana ha rechazado a su hija por estar embarazada”, en ese momento Ana se pone en contacto con la investigación e iniciamos un contacto ocasional vía email, para posteriormente, complementarse con contactos periódicos vía móvil. La familia de Ana no presenta graves dificultades económicas. Ana acude a un colegio no público y está cursando primero de Bachillerato. Al mismo tiempo, convive en el seno de una familia donde la figura paterna está ausente, y donde la madre es la única figura autoritaria que ejerce el papel de madre y padre. “Gracias  por  tu  comprensión,  ahora  tengo  una  situación  compleja,  ya  yo  supongo  que  él   (  se  refiere  a  su  novio)  hasta  que  no  coja  a   la  niña  en  brazos  no  lo  tendrá  tan  claro  como  yo,   pero  me  duele  su  incomprensión  y  su  falta  de  tacto.”   Ana, refiriéndose al futuro padre de su hija, subraya en él una falta de comprensión, intenta asimismo revelar que espera de él mayor sensibilidad, más “tacto” ante su inesperado embarazo. Sin embargo, a raíz de otras situaciones relatadas por Ana, especialmente por sus experiencias vividas, llega a vivenciar como “normal” el comportamiento de su pareja, respaldándose especialmente en el prejuicio de que “todos los hombres son así”. Por tanto, no le sorprende tal reacción. Su relación de pareja sufre altibajos, pues se distancian y luego vuelven a estar juntos, y así sucesivamente. “Espero  que  todo  esto  mejore  porque  si  no,  no  sé  a  dónde  voy  a  ir  a  parar,  es  el  único  que   me   queda   si   él  me   falla   estoy   sola   y   no   sé   si  me   asusta  más   quedarme   sola   y   en   la   calle   o     488     perderle…  Gracias  a  ti  por  escucharme.  Pero  yo  cuando  tenía  a  él,  dentro  de  lo  malo  sentía  que   me  quería  y  que  me  apoyaba  y  que  alguien  estaba  de  mi  parte”   “No  quiero  estar  sola  porque  me  siento  sola,  a  veces  tengo  ganas  de  tirar  la  toalla  y  decir   que  otro  se  encargue  de  ella,  pero  sé  que  ella  no  tiene  culpa.  Ha  sido  mi  primero,  y  el  que  me   ha  dado  una  ilusión,  me  ha  dado  a  mi  hija”.   “Él  no  quiere,  dice  que  va  a  pedir  la  custodia  compartida  cuando  nazca,  pero  sé  que  no  se   la  van  a  conceder  y  si  se  la  conceden  hasta  que  no  tenga  seis  o  siete  años  la  niña  no  podrá.   Ana manifiesta que su situación es crítica, especialmente por la soledad que experimenta. Tal y como describe, el apego que puede unirla a su madre, sería de tipo evitativo. Recordemos que los adolescentes con apego de tipo evitativo se muestran bastante distantes y fríos en las relaciones que mantienen con sus padres, y también con los iguales. Este distanciamiento y frialdad constituyen una estrategia defensiva. En el caso de Ana, el rechazo es directo por parte del padre e indirecto por parte de su madre, ambos han influido en las dificultades que Ana manifiesta actualmente en sus relaciones afectivas y en su necesidad de búsqueda de apoyo. Gran parte de las conversaciones mantenidas con Ana se desarrollan en torno a su necesidad de afecto. Es decir, la soledad, el sentimiento de sentirse fuera de lugar, la necesidad de comprensión, todo ello, está por encima de la asunción de responsabilidades o de conocer las consecuencias que implica su embarazo. Ana siente miedo al pensar que su pareja pueda “abandonarla”, esto le impide poder plantearse aspectos vinculados a la futura maternidad. Ana verbaliza ciertos miedos, entre ellos a quedarse completamente sola. “Porque  cada  vez  que  me  veo  la  barriga  y  estoy  de  bajón  me  deprimo,  tengo  toda  la  cara   hinchada  y  estoy  llena  de  estrías…Pero  no  es  para  tanto”   Dada esta situación difícil familiar, evidentemente las molestias físicas quedan relegados a un segundo plano. -­‐  Mi  único  pasatiempo  es  coger   los   libros  de  mi  antiguo  colegio  y  estudiar,  ver   la  tele  y   poco  más  pero  casi  todo  el  día  en  la  habitación,  menos  cuando  voy  a  sacar  a  la  perra.   -­‐  Ya,  bueno  me  echaron  del  colegio.  Estaba  en  primero  de  bachiller.  No  sé  solo  sé  que  le   dijeron  a  mi  madre  que  me  sacara  del  colegio.  Vamos  se  lo  "aconsejaron".     489     Simultáneamente, podemos reconocer una falta de orientación y apoyo por parte del entorno académico en el que se encuentra la gestante. Tal y como sostiene Ana, el colegio aconsejó a su madre que ella debía abandonar las clases dado su estado de gestación. Además, a raíz de esta situación, según la adolescente, no se inició ningún tipo de conversación, no se le proporcionó información, orientación o alternativas para continuar sus estudios. Al no poder ocupar su tiempo con rutinas que ya tenía adquiridas y no poder retomar su vida cotidiana estudiantil, le abrumaron preocupaciones, sentimientos y pensamientos que por la noche se traducían en sueños. El miedo al parto pudo manifestarse también, como en este caso, en forma de pesadillas. -­‐      “Yo  al  principio  tenía  una  pesadilla  horrible,  hasta  los  cuatro  meses  o  cinco  que  deje  de   tenerla  (…)  Soñaba  que  tenía  a  mi  hija  en  otra  época,  creo  que  la  Edad  Media,  que  paría  en  una   casa  en   ruinas   y  que   venían  unos  hombres   como   salvajes,  me   la  quitaban  de   las  manos   y   la   degollaban  delante  mía,   (…)   sí   lo  pasaba   fatal,  encima  yo   soy  asmática  y  me  daban  crisis  de   asma  cuando  despertaba  y  me  ahogaba...”.   -­‐  “¿Te  da  miedo  el  parto?”   -­‐     “Bueno,  ya  pero  quiero  hacerlo  como  mi  madre:  sin  nada,  porque  yo  quiero  saber   lo   que  es  un  parto  de  verdad:  mi  madre  me  ha  enseñado  a  que  o  eres  fuerte  o  te  comen”.   Progresivamente, a medida que avanzaba el embarazo, y con él, las comunicaciones entre Ana y la investigación, la situación de Ana fue mejorando. A este cambio optimista podemos atribuirle un cambio de residencia, el retomar sus estudios en otra ciudad y el sentirse escuchada y apoyada desde esta investigación. Progresivamente, se hace cada vez más notable la confianza que Ana deposita en ella misma y así lo refleja en su seguimiento. Es a partir de este momento, cuando comienza a ser más consciente de su embarazo y de los cambios que se aproximan. Si bien, esta toma de conciencia del embarazo, no la exime de dejar a un lado las preocupaciones y el miedo a no poder alcanzar un futuro prometedor. Al mismo tiempo, manifiesta cierto miedo a no poder continuar sus estudios y a no poder ir a la universidad con sus amigas. Ella observa cómo se aproxima el final de Bachillerato y desconoce lo que le puede deparar el futuro y qué acontecerá respecto a su futuro profesional.   Ana se plantea también si podrá ser “buena madre” e incluso si podrá ejercer como madre.   490     -­‐       A:   Yo   quiero   estudiar   veterinaria.   Pero   no   creo   que   pueda   ya.   Pero   yo   me   estoy   planteando  darla  en  adopción  para  que  tenga  un  mejor  futuro  y  sea  feliz  y  tenga  mejor  vida.   -­‐      A:  Mi  hija   lo  será  (feliz)  y  yo  sólo  pienso  en  ella,  no  quiero  ser  egoísta  y  quedármela   para  que  sufra,  aunque  me  ha  dicho  mi  madre  que  a  lo  mejor  hay  posibilidad  de  una  adopción   abierta   -­‐       A:   Cada   día,   cada   noche,   cada  minuto   lo   pienso   en   hacerla   feliz.   Ante   todo   es   su   felicidad,  ella  es  la  que  importa  no  yo   -­‐      A:  Si  para  que  sea  feliz  tengo  que  renunciar  a  ella,  que  no  te  quepa  duda  que  lo  haré.   -­‐      A:…Porque  en  eso  consiste  ser  madre  en  hacer  todo  lo  posible  para  que  tus  hijos  sean   felices.  Ya  lo  sé.  Pero  y  si  me  arriesgo  y  no  es  así.  Me  apoyan  que  lo  hacen  pero  yo  me  siento   sola  con  ellos  y  ellos  tienen  sus  vidas.   Cuando se aborda el tema del futuro bebé, Ana suele terminar hablando de ella misma. Lo que más le preocupa e inquieta no es afrontar un embarazo, sino someterse a la maternidad. Estar embarazada no implica ser madre. Tampoco tiene por qué ayudar el hecho de que cuente con el “apoyo materno”, pues verdaderamente, tal y como lo percibe ella, no existen lazos afectivos sólidos que le permitan poner fin a una relación en cierto modo ambivalente. Probablemente, desde el entorno familiar tampoco se le está proporcionando una ayuda eficaz desconsiderada o desinteresada, así como una relación estable afectiva, recordemos sus palabras: “ellos tienen sus vidas” y “me ayudan por no dejarme en la calle”. En lo que respecta al miedo a ser madre, estas son sus respuestas: “No   es   que   yo   no   me   crea   capaz,   porque   aunque   no   lo   creas   siempre   soñé   con   el   momento   de   quedarme.  Mi   sueño   de   siempre   ha   sido   ser  madre.   Pero   quiero   darle   todo,   lo   mejor  y  pienso  que  no  podré  y  que  la  voy  a  hacer  sufrir”   “Estoy  sola,  mi  madre  casi  ni  me  habla,  discutí  con  mi  novio  y  me  dejó,  yo  no  tengo  padre   ni  a  quién  recurrir”.   Ana se refugia en aseverar que estar embarazada era el sueño de su vida, pero “no en este momento”; puede ser que “ser madre” haya formado parte de su fantasía cuando era niña. Sus metas y objetivos a lo largo de la investigación sufren una clara   491     evolución, pasan de girar en torno a ser una buena madre hasta recuperar la relación con su pareja para no sentirse sola. A medida que avanza el embarazo ella va experimentando los primeros movimientos fetales. Cada vez que habla de su bebé, de la maternidad, progresivamente Ana va siendo consciente de que está aceptando su embarazo y con ello, va mejorando también sus relaciones con el entorno. Si bien, todavía necesita una estabilidad exterior que le ayude a estabilizarse interiormente. Ana es consciente de lo difícil que resulta aceptar inicialmente el embarazo y cómo esta aceptación ha ido evolucionando. Progresivamente, va centrándose en su maternidad y en el rol que va a desempeñar. Es capaz de recordar y verbalizar cómo fueron sus primeros días tras conocer que esperaba un bebé. “La  verdad  es  que  me  costó  hacerme  a  la  idea  de  que  iba  a  ser  madre,  no  me  lo  creía,  me   hice  un  montonazo  de  test  de  embarazo  y  todos  salían  positivos,  no  sé  por  qué  pero  buscaba   ese   negativo   que   lo   aclarase   todo   y   nunca   llegó   me   tire   dos   meses   haciéndome   tests   de   embarazo  y  ya  me  decidí,  se  lo  conté  a  mi  ex  y  fuimos  al  médico  y  me  hicieron  unas  analíticas  y   me   preguntó   cuándo   fue   la   última   vez   que   tuve   la   menstruación   (…)ya   habían   pasado   tres   meses,  me  dio  cita  con  la  matrona”.   Uno de los aspectos fundamentales que se extrae de toda la información aportada por Ana, es la “toma de conciencia”, pues es evidente que ella va siendo consciente de que va a ser madre a medida que avanza su embarazo y afronta con éxito las adversidades. Esta aceptación progresiva del embarazo estuvo afortunadamente acompañada de una identificación con el rol materno. En esta identificación, Ana descubre la importancia de mantener una buena relación con su madre. “Estando  juntas,  el  otro  día  fuimos  a  comprar  la  cuna,  el  moisés  y  el  tacatá,  me  fui  yo  a   mirar  cosas  y  al  rato  la  vi  llorando  y  me  dijo  que  sabía  que  cuando  más  la  necesitaba  me  había   dejado   sola   y   que   lo   sentía  mucho  pero  que   ella   se   esperaba  que   esto  pasaría   cuando   fuese   más  mayor,  además  no  es  algo  que  planeara  simplemente  pasó.  Pues  sí  me  puse  súper   feliz.   Además,  es  un  nombre  muy  bonito  feo  no  es…  y  tampoco  es  muy  común”.   Durante todo este tiempo y a tan solo un mes de que Ana dé a luz, ella confirma que su madre está embarazada también. Aunque al principio manifiesta una aparente felicidad, luego se siente desprotegida y reconoce su desilusión, pues ve peligrar el   492     protagonismo de su futura hija en el núcleo familiar, así como el suyo propio, más aun habiendo logrado una reconciliación con su madre. “Si  estoy  súper  feliz,  madre  mía,  ya  no  voy  a  ser  la  pequeña.  Pues  sí,  pero  dos  bebés  que   se  van  a  llevar  un  año,  va  a  ser  un  follón.  Mi  madre  es  una  copiota,  me  vio  a  mí  embarazada  y   eso  se  lo  voy  a  decir  cuando  venga  a  casa.”   “Estoy  súper   triste,  ya  no  podré  ser  veterinaria  como  quería.  Carla  ya  no  se  va  a  sentir   orgullosa  de  mí  y   la  recuperación  aunque   las  recupere  solo  podré  sacar  un  5.    En  segundo  ya   tendré  un  bebe  que  me  ocupará  todo  el  tiempo.  Si  me  siento  orgullosa,    pero  a  veces  cuando   me  dan  bajones  pienso  que  sería  mejor  que  hubiese  llegado  más  tarde.  Encima  ahora  con  lo  de   mi  madre...”   Como fortaleza de Ana, cabe destacar no sólo su esfuerzo en el afrontamiento de situaciones difíciles, sino también, el poder mantener siempre una disposición favorable ante las metas que ella misma se establecía. “Me  gusta  esto  que  he  cogido  de  un  libro,  “la  mayoría  de  recién  nacidos  son  deseados,  o   sea,  que  arriba  en  el  espacio  las  almas  vuelan  en  busca  de  cuerpos  en  los  que  vivir  hasta  que   aquí  abajo  en  la  Tierra  dos  personas  que  'se  aman'  practican  el  sexo  y,  el  deseo  se  cumple,  es   cierto   que   se   oyen   historias   sobre   como   planifican   los   hijos   esas   familias   perfectas,   pero   la   verdad  es  que  la  mayor  parte  de  los  niños  son  producto  de  noches  de  borrachera  y  de  falta  de   anticonceptivos,  son  'accidentes',  solo  la  gente  a  la  que  le  cuesta  tenerlos  es  la  que  realmente   los  planifica”   Ana ha afrontado un desafío, probablemente el mayor de su vida. Si bien, “todo ha merecido la pena”, la entrada a esta prematura maternidad ha supuesto una nueva ilusión, una nueva esperanza que gira en torno a no volver a sentirse sola y poder estar con su hija. “Lo  he  pasado  mal  en  mi  vida,  pero  el  25  de  marzo  me  di  cuenta  que  todo  por   lo  malo   que  he  pasado  ha  merecido  la  pena.  Entendí  a  mi  madre,  y  entendí  lo  duro  que  debió  ser  que  tu   pareja…  entendí  lo  que  es  que  te  abandonen  y  te  quedes  sola,  porque  todo  lo  que  ha  logrado   sola”.   “Cada  día  que  pasa  desde  que  ella  nació,  me  repito  a  mí  misma  que  gracias  al  destino,   Dios...  o  quien  fuese  que  hizo  que  ese  día  Jorge  y  yo  nos  acostásemos  porque  gracias  a  ello  mi   cosita  guapa  está  aquí   conmigo,  y  además  es  el  bebé  más  bonito  que  vi  en   toda  mi  vida.  Ya     493     estoy  deseando  salir  porque  estoy  harta  del  hospital  y  ahora  tengo  que  ir  una  vez  al  día  a  verla:   soy  una  adolescente  orgullosa  de  su  bebe    y  cansada”.   Ana, a través de la escritura, puede expresar desde sus sentimientos y sensaciones, hasta sus experiencias de superación. De hecho, a menudo escribe en un blog sus reflexiones. “Después  de  horas  de  agonía,  llegaba  el  momento  de  ver  tu  rosto  inmaculado,  y  con  las   últimas  contracciones  pensaba  que  nadie  que  amase  a  alguien  como  como  tú  supuestamente     harías,    podría    hacer    que    alguien    sufriera    como    yo    sufría    en    ese  momento.  De  repente  el   dolor   cesó  y  escuche   como  el  maullido  de  un  gatito,   estaba  desconcertada,  agotada.  Cerré  y   abrí   los   ojos   y   te   vi   la   cara,   se   paró   el   tiempo...   Todas   esas   horas   de   intenso  dolor   cobraron   sentido  en  ese  instante,  esa  madrugada.    Es  de  mi  libro.”   Ana desconoce hasta qué punto es importante ser capaz de reflejar a través de la escritura, lo que acontece en su día a día, ya que esto puede mejorar su motivación, puede incluso promover la reflexión sobre las situaciones, así como posibilitar la toma de conciencia sobre lo que le ayuda o le perjudica. Ella misma sabe que su propio aprendizaje implica conocerse a sí misma. “Porque  quieras  o  no  depende  del  funcionamiento  de  tu  cabeza,  así  eres  de  una  forma  u   otra”.   Antes de poner fin a este apartado, hemos de centrar nuestra atención en el foco del conflicto durante la gestación: la relación de Ana con su madre. Ana considera que su madre “le hace la vida imposible”, pero a su vez, es la persona que según ella, “más la quiere y de la que dependen económicamente su hija y ella”. De esta forma, Ana pasa de experimentar odio a un amor muy fuerte, tal y como ella misma expresó. Continuamente está hablando de su madre, mencionando a ésta en casi todas las conversaciones. “Ella se relaciona con su madre con ansias de poseerla, temor de perderla y odio por no poder alcanzarla, odiándola también y temiendo entonces su venganza” (Fajardo y Vicente, 1998, p.281). De acuerdo a esta afirmación, no podrá lograr una identificación con la función materna de su madre (Fajardo y Vicente, 1998, p.281). El apoyo percibido por Ana desde la investigación, el seguimiento efectuado durante su embarazo, los movimientos fetales, así como el sentirse escuchada,   494     permitieron a Ana progresivamente ir aceptando su embarazo, siendo progresivamente más consciente del mismo. Una deteriorada relación con la madre hizo que tambalease su estado de ánimo en muchos momentos; simultáneamente, la ausencia del padre en el hogar familiar también acentuaba esta difícil situación. Si bien, el déficit de apoyo que percibía junto a su corta edad no fueron determinantes en la aceptación de su embarazo. Su propio esfuerzo, su capacidad para superar dificultades y cambios (de residencia, de relaciones), así como su motivación de logro en la resolución de situaciones adversas, hicieron que creciera en Ana el sentimiento de que podría ser feliz al tener al bebé y que éste podría ser feliz con ella, alcanzando una nueva forma de ver la vida que ahora daría comienzo. La familia puede concebir en un principio el embarazo no planificado como una ruptura en la confianza que había depositado en la hija. El embarazo se convierte así en un gran desafío para ellas y las familias. Al principio, necesitan regresar a su vida anterior, e incluso pueden sentir que quieren abortar. Si bien, el momento de escuchar el corazón del bebé en su vientre, suele ser un punto clave de inflexión a partir del cual no serán capaces de renunciar al afecto que comenzará a crecer. Con el nacimiento del bebé puede ser que la adolescente tenga que adaptarse a nuevos cambios y situaciones derivadas del cuidado del bebé. Sin embargo, la mayoría de ellas creen que escogieron el camino correcto porque no imaginan una vida sin él.   495       496     Anexo II RECOLECCIÓN CUALITATIVA DE DATOS: ENTREVISTAS A pesar de que en el diseño de investigación de este trabajo se haya optado por un enfoque metodológico científico riguroso, no deja de tener por ello, un marcado carácter contextualizador y holístico; y por tanto, las conclusiones que emanan de él, no solo proceden de información observable directamente, sino también, de información que arrojan las propias gestantes. En este sentido, Según Jones (1985), la entrevista sería considerada: “la mejor manera de acceder al mundo del individuo” (Sánchez Casado, 1998; p.621). Tanto es así, que este tipo de técnica de recolección de información posibilita a todo investigador poder extraer datos cualitativos, -por ejemplo, del pasado o presente de una persona-, siendo éstos fundamentales para cualquier estudio. Las entrevistas, además de constituir un medio fundamental de acceso a información relevante, promueven la reflexión acerca de aspectos de interés para el investigador. De ese modo, y en nuestro caso, las entrevistas cualitativas electrónicas realizadas, aportaron datos generales concernientes a la vida de las adolescentes como: hijas, hermanas, amigas o alumnas; pero también, y en segundo lugar, a través de ellas fue posible acceder a vivencias específicas que acontecieron a raíz de la gestación (molestias, dificultades, motivaciones, ilusiones, movimientos fetales…). Para estructurar y sistematizar toda esta información recopilada, se definieron dos entrevistas diferentes que a continuación serán objeto de análisis. Entrevista I: Historia personal y vida familiar, relaciones con personas significativas para la gestante La descripción que las futuras madres van a realizar de sí mismas y de sus familias va a caracterizarse en gran medida, en función de las relaciones y carencias afectivas experimentadas con sus familiares desde su infancia, especialmente con sus progenitores (Moyeda et al., 2006).   497     El tipo de familia, el nivel socioeconómico, así como las relaciones que se generan en el seno de la misma, son factores a tener en cuenta en esta descripción. De ese modo, algunos estudios, como ya fueron presentados en el marco teórico, han demostrado que las tasas de embarazo adolescente son mayores en las familias con problemas socioeconómicos (Coley y Chase-Lansdale 1998; Garrett y Tidwell, 1999) en historias familiares donde prodomina el consumo de alcohol (Haldre et al. 2009) y también en madres con bajos niveles educativos (Miller et al. 2001; Pereira et al. 2005). Figura materna: experiencias infantiles con sus madres y trato recibido por ellas ¿Qué palabras usarías para describir a tu madre? ¿Puedes describir cómo era la relación con tu madre cuando eras pequeña?, ¿Te sentías cercana a ella?, ¿Cuándo ella se enfadaba, cómo lo demostraba? ¿Cómo ejercía su disciplina? ¿Cómo te premiaba, alababa o castigaba? ¿En esa época hubo alguna circunstancia inusual en la vida de tu madre que podría haber afectado a cómo ella te trataba? El compendio de aportaciones surgidas a tenor del legado de recuerdos que las participantes poseen de cuando eran pequeñas, ha posibilitado poder disponer de información relevante sobre su vida y entorno familiar. En este sentido, en la muestra identificamos por ejemplo, a una adolescente que, rememorando su infancia, describe a su madre como una persona resolutiva y “solucionadora” de problemas: “mi madre me tuvo con 16 años y cuando era pequeña siempre recuerdo que me dejaba hacer lo que quería si algo me preocupaba podía solucionarlo siempre y si hacía algo mal me lo decía bien sin castigarme nada, siempre agobiada con las tareas”, algunas de ellas, a juzgar por lo que piensan sus hijas, no han recibido un reconocimiento suficiente por su labor como madres: “he sido yo la que muchas veces no me he puesto en su lugar y ahora que soy madre soltera me doy cuenta de lo importante que es para mí y lo que me había alejado de ella, nadie nunca le ha dicho lo que ha hecho bien”. Asimismo, también podemos describir a madres que ejercen su rol de forma no autoritaria: “mi madre lo ha pasado muy mal y tiene siempre depresión por culpa de mi padre de pequeña, la he visto contenta siempre trabajaba mucho y lo que quería me lo compraba”, “es buena, amable, sincera, cariñosa… buena madre y nunca me castiga siempre me explicaba las cosas, a veces me riñe pero lo hacía por mi bien”. A raíz de sus aportaciones, también se presentan madres que premiaban a sus hijas cuando éstas lo merecían: “me daba premios con chuches o con juguetes, o ropa cuando sacaba buenas notas, y castigar, no castigaba. Mi madre me trataba así porque mi padre la dejó y ella seguía enamorada de él”, “mi madre siempre ha sido muy cómoda y que yo hiciese lo mismo que ella en la vida, es muy buena y siempre perdona sabe que todos tenemos problemas, ella más que nadie me lo dice”,   498     madres que ejercían su rol con esfuerzo y además, intentaban satisfacer las necesidades de sus hijas: “cuando era pequeña con 5 años siempre se ocupaba de que no me faltara nada y eso que teníamos poco”, “fuerte, con mucha resistencia a los problemas, muy trabajadora”, “mi madre es simpática, tiene mucho carácter pero al final olvida todo lo que haces mal como cuando de niña hacía travesuras”, “mi madre cuando tenía diez o así, cuando le molestaba una cosa siempre se enfadaba conmigo y me dejaba de hablar un rato y luego se le pasaba. Sí me he sentido cercana a ella y me daba premios cuando hacía bien las cosas, pero no me castigaba mucho”. Otras adolescentes de la muestra, al describir a sus madres, expresan su afecto hacia ellas: “una madre buena, me premiaba mucho, la amaba siempre”. En este sentido, algunos autores llegan a afirmar que, el aumento del apoyo o afecto por parte de la abuela materna no sólo durante la infancia, sino en la gestación, conduce a una disminución de la depresión materna, y posteriormente, tras el nacimiento, favorece el sentimiento y la competencia necesarios en la mujer para reconocerse como buena madre (Benson, 2004; Shanok y Miller, 2007). Al mismo tiempo, podemos identificar entre las madres de las participantes, a mujeres provocadoras, dominantes o competidoras con sus hijas: “mi madre siempre me comparaba con lo que hacía ella de pequeña y así como todo, a veces parece que me quiere y otras me odia, ya me he acostumbrado solo que ya la he terminado odiando siempre”, “¿cómo describiría a mi madre? Loca” (14 años),  “mi madre siempre quería mandar y controlar con sus paranoias, pero luego es cariñosa, era de pequeña muy pegada a mí para que no me pasara nada”, “mi padre y mi madre estuvieron a punto de separarse y mi madre se volvió más intolerante con mi hermano y conmigo, lo pagaba con nosotros” madres perfeccionistas, exigentes y controladoras en la educación que dispensaban: “mi madre es muy perfecta, quiere hacerlo todo bien y si algo no es lo que ella cree se enfada. Era muy estricta conmigo y con mi hermano pero sobretodo conmigo porque me decía siempre que si seguía así iba a acabar muy mal”, “sí me daba premios y me castigaba depende de las cosas que hacía, hacía gestos como de creerse mejor que yo”,  “mi madre es súper ama de casa, trabajadora, un poco obsesa con el orden y con controlarlo todo, mi padre es más permisivo. A veces me castigaban sin salir o sin tele, no me alababan nunca pero me premiaban a ratos”, “mi madre siempre ha sido muy de estar encima no me dejaba espacio y no respetaba que creciese pero siempre me ha querido mucho. Me premiaba cuando sacaba buenas notas, pero no era de comprar muchas cosas sino de demostrarlo”. Autores como Serrano (2013), quien cita a otros como Bradford, Barber, Olsen, Maughan, Ericsson, Ward y Stolz (2004) coinciden en afirmar que “las prácticas parentales median la relación entre los conflictos parentales y el ajuste psicológico de los hijos” (Serrano, 2013, p.472).   499     Otras gestantes de la muestra perfilan un perfil de madre con múltiples conflictos, ya sean conflictos con sus maridos o con personas de su entorno, esta situación les ha podido afectar psicológicamente: “tiene muchos problemas, es muy especial, se agobia y cuando se piensa que tiene la razón no le puedo llevar la contraria”, “nunca me crió mi madre aunque vivía con ella”, “mi madre es muy cariñosa y no para nunca de decirme lo importante que soy para ella, de pequeña, a veces cuando ella se acordaba de mi padre tenía mal humor y pudo pagarlo conmigo y con Eva, pero siempre la he visto bien”, No recuerdo de pequeña que me riñeran mucho ni que me premiaran pero es porque estaban agobiados con el trabajo y el dinero era el problema siempre, mi padre siempre reguñía a mi madre”, Mi madre siento que mi padre ya no la quería y eso hizo que me quisiera mucho más”, “mi madre es una persona muy fácil de manipular, se deja llevar y hace mucho caso de mi padre”, “mi madre casi nunca me castigaba, pero nos hacíamos mucho daño discutiendo y diciendo cosas a la cara y cuando me castigaba mi padre las broncas eran más fuertes también con mi madre. Cuando se enfadaba se iba de casa se quedaba sola y luego volvía como si nada. En esa época ya mi padre bebía y ella aguantaba sus días de descontrol y no quería que nos metiéramos para bien o para mal”. Las prácticas educativas familiares, según Alonso y Román (2005), nos llevan a poder clasificar tres grupos de padres diferentes entre sí: autoritarios, equilibrados y permisivos. Por un lado, la práctica educativa autoritaria es la propia de padres y madres que se caracterizan por presentar bajos niveles de expresión de afecto y comunicación, y por el contrario, altos niveles de control disciplinar. Por otra parte, según Isaza (2013) la práctica educativa equilibrada es aquella en la que los padres presentan niveles altos de manifestación de afecto y comunicación, y satisfacen sus necesidades de forma flexible y equilibrada.  Por último, los padres permisivos se caracterizarían por una ausencia de autocontrol, una falta de regulación emocional y dependencia. En este sentido, algunas respuestas describen por un lado, a madres que en sus prácticas educativas no ejercieron su rol materno de forma equilibrada, y por otro lado, a otras que fueron más o menos autoritarias o permisivas ante la maternidad: “me acuerdo que a los 6 años estaba siempre sola en casa. Iba al colegio sola, comía sola, casi vivía sola, así que mi madre era la que me despertaba y me dejaba la comida en un tapper”, “cuando se enfadaba no le duraba mucho porque me perdonaba al rato para que la dejase en paz, era gracioso”, “¿Mi relación con mi madre? Pésima”, “nunca”, “la disciplina era pegándome” (14 años). Si bien, aunque alguna gestante reconozca carencias puntuales en cuanto a la educación y cuidados recibidos, se puede detectar cierta actitud conciliadora y compasiva hacia ellas. Identificamos un perfil de madre protectora, pero que también, castiga a su hija cuando no se comporta de forma correcta: “si la molestaba ella me reñía y me decía lo que tenía   500     que hacer”, “a veces me cuesta decirle te quiero a mi madre pero luego ella sabe que la quiero”, “mi madre siempre es súper estricta y discutimos mucho pero porque ella siempre quiere razón”. Asimismo, podemos hallar en la muestra a una gestante que no cree parecerse a su madre: “mi madre y yo no nos parecemos me parezco más a mi padre en la personalidad”. Como hemos puesto de manifiesto con esta información presentada, la relación entre las gestantes y sus madres cuando eran niñas ha sido muy dispar. De hecho, la heterogeneidad de los planteamientos de cada una de las participantes así lo refleja. Entendemos que, esos conflictos matrimoniales, que se detallaban en el marco empírico, no pasan desapercibido en esta relación, pues han podido afectar también a la imagen que las gestantes han elaborado de sus madres, y a su vez, esta imagen ha podido condicionar el ajuste psicológico de nuestras gestantes. Figura paterna: experiencias infantiles con sus padres y trato recibido por ellos ¿Qué palabras usarías para describirlo? ¿Cómo fue tu relación con él cuando eras pequeña? ¿Te sentías cercana a él? ¿Cómo era él cuando se enfadaba? ¿Qué pasaba si hacías algo que a él le molestara? ¿Cómo ejercía disciplina? ¿Cómo te premiaba, alababa o castigaba? ¿En esa época hubo alguna circunstancia inusual en la vida de tu padre que podría haber afectado en cómo él te trataba? La relación que las gestantes mantienen con sus padres difiere mucho entre las participantes, y a menudo, esta relación está condicionada por el trato que recibieron de ellos durante su infancia. Aproximándonos a estas experiencias infantiles, se puede observar cómo una parte de las gestantes muestra afecto hacia su padre y no duda en describirlo positivamente: “amable, tranquilo, y siempre escuchaba”, “mi padre hace muchos favores a la gente, él sabe que lo quiero. Cuando algo le molesta cualquiera se enfada habla mal pero luego se da cuenta y volvemos a hablar normal como si tal cosa”, “bien, pero antes mi relación con él era mejor porque estaba en casa. A mi padre es que le encanta salir y a mi madre es lo contrario”, Yo no hablaba mucho porque tampoco era de hablar mucho pero siempre que necesitaba algo estaba allí”, “mi padre es muy bueno conmigo aunque lo pasaban muy mal por el dinero”, “mi padre es una persona a la que admiro porque me acepta como soy, me quiere y dice que soy siempre muy como él y que esta vida hay que ser así”, “lo pasé fatal cuando mi padre viajó por trabajo un verano entero porque con mi madre era una discusión y otra sin parar"," Algunos padres presentan problemas de adicción: “mi padre se fue de casa porque tenía problemas con alcohol y era una persona pues muy inteligente siempre perdonaba y a mí me quería pero luego se fue y rehízo su vida con otra mujer”. “Yo siempre he pensado de pequeña que él era la persona que más quería, pero quería beber es lo que quería”. “la relación con mi padre era buena y a la vez mala. Nunca me ha dejado decir las cosas claras porque lo tengo que guardar un respeto y cuando era   501     pequeña quería decirle cosas que nunca pude. Cuando hacía cosas que a él le molestaban gritaba y yo me iba a la habitación. El alcohol creo que hacía mucho”, otros progenitores son descritos por sus hijas como “inconsistentes” o “débiles” en cuanto a la educación que dispensaron: “mi padre es lo contrario a mi madre es súper blando y hace todito lo que ella dice, entonces mi madre manda. Los dos me quieren pero me castigan más que me premian”, “yo he sido muy independiente y creo que no soy la niña que está en casa pegada a sus padres y mi padre nunca me lo ha echado en cara, ahora me arrepiento un poco de haber perdido eso, ahora que voy a ser madre”, otros padres, a juzgar por lo que sostienen las gestantes, se caracterizan por ser cariñosos y comprensivos: “mi padre era más cariñoso y nos entiende y sabía hacer los cosas más fáciles. Mi padre es muy bueno con nosotros porque sus padres fueron muy estrictos con él”, “mi padre está siempre dando abrazos tenía un buen trabajo cuando yo chica pero discutía mucho con mi madre por el dinero y se separaron cuando yo tenía 11 años”, “mi padre siempre ha sido serio con sus cosas y muy humilde y siempre lo da todo por los suyos, y sí le quería mucho y le quiero y siempre aunque me castigaba era por mi bien” Asimismo, podemos hallar entre los progenitores de las participantes, a hombres ausentes o padres que no han sabido establecer relaciones satisfactorias con sus hijas: “no he tenido”, “con mi padre desde que dejó a mi madre no tengo mucha relación aunque no tenemos problemas así fuertes”, “es igual que mi madre solo que él tiene más genio”,  “mi padre ha decidido que él también quiere revivir su paternidad con su pareja, con la que está desde que mis padres se divorciaron", “nadie me ha desanimado ni criticado, al contrario, todos me apoyan y me felicitan, pero mi padre maltrató a mi madre (psicológica y físicamente)", “mi padre se divorció y se separó de mi madre",  “de mi padre y le veía más o menos cada dos semanas y me acostumbré a no estar con él y a no quererle igual", “porque llevo cinco años sin ver a mi padre, pero mi padre no quiere ni verme, por eso me duele tanto que mi hija vaya a crecer sin padre”; “yo empecé a ser feminista como me llaman algunos porque mi padre pegaba a mi madre”. Simultáneamente, en otros casos queda caracterizado un perfil de padre “extremo” a la hora de reforzar: “me premiaba mucho mi padre pero también me castigaba mucho. Unas veces no nos entendíamos bien y otras almas gemelas”. Sin embargo, para otras gestantes, sus padres fueron cercanos, aunque si bien, no solían confiar en ellos para reconocer algunos problemas o cambios en sus vidas: “siempre tengo relación cercana igual que con mi madre, solo que a mi padre me da corte contarle problemas con que con el padre de mi hijo a veces discutimos y no nos entendemos, cuando era pequeña mi padre siempre me ayudaba en todo”,  “yo me sentía hasta los 11 años más cercana a mi padre, pero desde que se fue con otra me enfrié con él y no tenemos una confianza normal de un padre y un hijo, ahora con el embarazo menos, porque no entiende de eso".   502     De todos los casos analizados, también localizamos gestantes que han optado por no pronunciarse sobre lo que opinan de sus padres y lo expresan así: “no quiero hablar”, “no sé”, “no”. Otras adolescentes sostienen que sus padres están decepcionados con su precoz embarazo: “mi padre le ha sentado mal el embarazo y mi madre lo lleva mejor, pero mi padre quería que esperara más, soy su decepción". La forma en la que los padres educan a sus hijas difiere de una familia a otra, si bien, podemos agrupar las respuestas de las gestantes bajo perfiles comunes. Por un lado, están las gestantes que describen unos padres que ejercen la disciplina de forma no democrática, sino más bien autoritaria: “de pequeña a mi padre le veía muy poco siempre estaba de un pueblo a otro y así nunca lo veía, cuando el venía nunca me castigaba pero muy pocas veces tenía ganas de jugar, solo se hacía lo que él mandaba”. “Me premiaba con ir al cine o alquilar peli y me castigaba a lo mejor mucho pues en mi habitación o a la de mi hermana sin ir a ver a mis amigos al parque”, “Si me portaba mal se enfadaba muchísimo cinco o hasta diez horas y me castigaba pero luego al final después de mucho me perdonaba, no había quien le tosiera, mi madre era más razonable”. Recordemos, que en ocasiones, los embarazos responden a un marco familiar común, estas familias suelen estar encabezadas por un padre autoritario, distante, poco afectivo, donde la madre es la figura que ejerce el control sobre los hijos. Estas madres, suelen desarrollar vínculos afectivos inestables. Las hijas por su parte, serán susceptibles de sentirse inseguras y dependientes respecto a la figura materna (Vallejo, 1998). Por otra parte, no solo presenciamos padres autoritarios en la muestra, sino también padres débiles: “Es más flojo mi padre que mi madre y sólo acepta lo que quiere mi madre, se deja llevar por ella”, “en el fondo no podía con todo”. Padres, que al igual que algunas madres, desean controlar lo que ocurre en el seno familiar: “mi padre siempre me reñía porque yo hacía lo que quería y ahora que voy a ser madre le entiendo, pero él siempre ponía las normas y los castigos”. En esta línea, según Sheehan y Watson (2008), citados por Serrano (2013), una disciplina agresiva junto con un razonamiento bajo, y un alto grado de agresividad física, verbal y emocional desencadenaría en los hijos comportamientos agresivos. La disciplina que ejercen los padres que se han separado de su núcleo familiar, es percibida por las gestantes del siguiente modo: “mi padre se separó cuando tenía 10 años y ha rehecho su vida con otra. Siempre él ha ido mirando para él y a lo suyo con su trabajo, no se preocupaba por mi madre ni por mí. No me sentía muy muy cercana cuando tenía esa edad y cuando se fue y luego venía a verme a casa no me sentía cercana a él, si algo le molestaba no me castigaba porque me veía a ratos. Premio no me daba y creo él es así de naturaleza”. En la muestra aparecen gestantes que   503     describen a sus padres desligados de su propio rol paterno: “nunca se comportó como un padre, sino más como un colega”, “mi padre dejaba los castigos para mi madre”. Como hemos podido observar, los padres en general, presentan diferentes formas de ejercer su labor como padres (unos son más autoritarios, mientras otros son más permisivos). Asimismo, entre ellos existen problemas de adicciones, problemas afectivos y diferentes formas de comunicarse con sus hijas. Es escasamente viable, a raíz de la información obtenida, poder generar una única imagen de cómo es el progenitor de una gestante adolescente, pues cada uno responde a un perfil determinado. Proximidad con la figura materna y/o paterna: preferencias ¿Sentías más cercanía con tu padre o con tu madre? ¿Por qué piensas que era así? ¿A quién te pareces más físicamente? ¿A quién te pareces más en la manera de ser (personalidad)? ¿Con cuál de ellos te identificas más? ¿Qué hacía tu madre si estabas enferma? ¿Qué hacía tu padre si enfermabas o estabas herida? Respecto a la proximidad que mantienen las gestantes con sus progenitores, hallamos adolescentes que se identifican preferentemente con sus madres. Si bien, no es una identificación muy clara o evidente, ya que a menudo la eligen porque entre las opciones posibles (madre o padre) prefieren identificarse con ella: “con mi madre porque aguantaba mucho, pero a la vez me daba rabia de que no dijera siempre las cosas como eran y las quisiera ver de otra manera. Yo creo que ella siempre ha vivido para mi padre y nada más. Yo no sé si me parezco a ella físicamente pero a mi padre no me parezco”, “más cercana con mi madre aunque a los dos quiero, no me identifico con ninguno de los dos, cuando me pasaba algo corriendo me ayudaba y me enseñaba bien las cosas”, “con mi madre pero de pequeña con mi padre, porque hasta que nacieron mis hermanos pequeños yo era su ojito derecho. Si mi madre veía que estaba enferma siempre me cuidaba, se preocupa por mí” “me parezco más a mi abuela que pasó muchos problemas como yo y los ha superado. Si estaba enferma mi padre a veces no se enteraba y si se enteraba hablaba por teléfono pero no venía a verme. “más cercanía con mi madre, no tenía ningún rol”, “Porque mi papá trabajaba. A mi tío y a mi abuelo. Personalidad de mi mamá. Me identifico más con mi mamá. Me cuidaba y me mimaba, si estaba herida me curaba.”, “más con mi madre pero siempre he peleado mucho con ellos, yo siempre he hecho lo que he querido pero tengo buen fondo”, “con mi madre que es la que me escucha y es también mi amiga, con mi padre no tengo relación”. Cuando se planteó la pregunta de con quién se identificaban más, si con su madre o con su padre, algunas adolescentes presentaban cierta dificultad para posicionarse. Al tener que efectuar una elección, ya optaban por el padre o la madre, pero generalmente, esta decisión se llevaba a efecto sin entusiasmo. Una de las razones o motivos de esta difícil elección, era que a menudo las adolescentes ansiaban modelos femeninos no   504     similares a las propias madres, pues éstas no eran percibidas como figuras felices y satisfechas por las gestantes. Si bien es cierto, algunas gestantes se identificaron más con la figura paterna que con la materna y así lo expresaron: “con los dos más o menos, con mi madre discuto más pero es porque con ella estaba más tiempo y chocábamos en carácter ella y yo somos parecidas y ninguna quiere quedar por debajo, siempre defendemos lo que creemos que es lo que pensamos…”, “ ya lo he dicho con mi padre, a mí no me alababan nunca”, “Yo creo que me parezco en personalidad a mi padre y algo del cuerpo a mi madre. Me identifico con él porque soy valiente ante las trampas que pone la vida. Yo era la pequeña o la enana de la familia “yo me sentía hasta los 11 años más cercana a mi padre, pero desde que se fue con otra me enfrié con él y no tenemos una confianza normal de un padre y un hijo”. En la muestra también hallamos adolescentes que, o bien no se identifican con ninguno de ellos o con los dos por igual: “con ninguno de los dos. Me parezco más a mi padre físicamente. No me identifico con ninguno, soy una mezcla”, “Mi padre estaba poco por casa, y nunca se preocupó o me lo demostró. Si se enfadaban yo me iba al pc y ya.”, “con los dos, mi madre entiende mejor ciertas cosas, no sé si me identifico más con mi padre. “Mis padres nunca me entendían cuando les decía que quería cambiar”, “con ninguno de los dos, con quien mejor estoy es con mis tíos”, “con mi padre más porque con mi madre hay días que es muy intolerante. Si he sentido muchas veces que no me entendían y que se entusiasmaban poco con mis cosas. Con mi hermano es distinto siempre le tratan mejor y se toman las cosas mejor”. “con los dos más o menos igual”. “Yo de pequeña era la más bonita de la familia y la única, yo creo que me parezco físicamente a mi madre y en personalidad a ninguno de los dos, mi hermana se parece más a ellos, yo soy más alocada”. La identificación es relevante para todo adolescente. El conocer su historia personal, así como la contribución de los padres a su infancia, va a ser relevante a la hora de poder conocer y comprender algunos aspectos de la gestación actual. En esta línea, como recoge Serrano (2013), el ser humano va a ser el producto de la historia de sus vínculos y de sus identificaciones. Proximidad con los hermanos: conflictos ¿Cómo era la relación con tus hermanos? ¿De quién te sentías más cercano? (señala las razones) ¿Con quién tenías más problemas? A continuación, se presentan algunos problemas acontecidos a raíz de la relación que mantienen con sus hermanos: “con mis hermanos me llevo bien, con quien mejor me llevo es con la pequeña porque con la mayor choco mucho y es muy diferente…Yo la quiero pero siento que somos muy distintas como para que me entienda”, “con mi hermanita pequeña porque jugamos juntas, sin parar de reír por tonterías y ella quería parecerse a mí”  “buena, a mi hermano pequeño lo adoro aunque a veces le cuesta entenderme porque tenemos siempre otras opiniones de las cosas y problemas.   505     Él dice que es más realista pero yo creo que es pesimista”, “mi hermano pequeño dos años menos, se lleva fenomenal conmigo y mi relación es fenomenal le quiero y él me cuenta todo yo soy como una madre para él”, “muy buena y los dos iguales porque estábamos siempre todos juntos”, “mi hermana siempre ha estado conmigo es la persona a la que más quiero ella me ha hecho tía y tiene cinco años más que yo pero para mí es como una madre”. En la muestra, también podemos hallar adolescentes que no mantienen una relación muy satisfactoria con sus hermanos: “mis hermanos siempre me tenían envidia porque siempre querían estar como yo y recibir los caprichos míos”, “muchas veces nos peleábamos y llamaban a mis padres desde el cole y siempre estamos discutiendo”. Algunas gestantes manifiestan que los problemas en la convivencia familiar se producen, en mayor medida, con los hermanos mayores: “con mi hermana mayor bien, solo que ella siempre conmigo me intenta explicar todo como si yo no supiera nada y eso me da rabia”, “con mi hermana bien, pero nos peleábamos muchísimo, ella siempre lloraba y me reñían a mí aunque fuera la pequeña, era la mala”, “con mi hermano mayor me llevo bien aunque siempre era más responsable y yo más desobediente y él pasaba mucho de mí”, “más cercana a mi hermano mayor porque al tener solo dos años más siempre jugábamos juntos, con la pequeña me llevo seis años solo y la adoro pero estoy más cercana a él”. En general, las gestantes revelan no tener excesivos conflictos con sus hermanos, sino más bien, posibles desencuentros que tienen una escasa significación o impacto en sus vidas: “no tengo problemas porque es pequeño y lo mejor que tengo en mi vida”, “buena con todos con el chico discutía más”, “muy bien con mi hermana peque es la que más quiero y la que me escucha cuando peor estoy o me siento vacía, no tengo más hermanos y los problemas son con ella”, “mi hermano es especial ha estado siempre pero de pequeños nos pegábamos mucho”, “si buena, piques con algunos pero lo normal en niños”, “como son dos chicos y mucho más mayores que yo no he tenido muchísima confianza como para contarle todo”, “tengo una y es diferente a mí pero la ayudo a solucionar problemas a enfrentarse a las cosas, le doy ánimos y al revés…”, “no tengo hermanos, mis primos son como mis hermanos, con ellos muy bien”, “no quiero hablar de eso”. Para que exista una buena comunicación entre hermanos, es importante que los padres eduquen estableciendo un ambiente adecuado de simetría que no perjudique a nadie (González, 2004). Relación con los amigos: conflictos ¿Cómo eras con los amigos cuando eras pequeña? ¿Jugabas con niños fuera de tu familia? ¿Tenías amigos durante la educación primaria? ¿Tuviste un mejor amigo? ¿Cómo fueron tus relaciones durante la educación secundaria? ¿Cómo fue la escuela en general? ¿Qué clase de experiencia fue para ti? ¿Hubo otros adultos, aparte de sus padres, que fueran significativos para ti? ¿Podrías contar algo breve acerca de esas personas?   506     Hemos de poner acento en que, en ocasiones, la influencia de los amigos en el adolescente puede ser tóxica o negativa, especialmente cuando éstos se ven inmersos en conductas de riesgo, o cuando por ejemplo, los adolescentes perciben escaso apoyo familiar. Si bien, la pandilla ofrece a todo adolescente, un sentimiento de pertenencia y de unión ante situaciones complicadas (Coleman, 1980; Musitu, et al. 2001). Los amigos de las gestantes son descritos como personas: “alegres”, con quienes jugaban y disfrutaban: “siempre estaba en la calle y siempre en pandilla, he cambiado muchas veces de pandillas” “mis amigos eran como yo, eran amigos con los que salir por el barrio y lo pasábamos bien”, “mis amigos son como yo, nos encanta el deporte, escuchar música...en el cole lo pasé bien aunque no me gustaban los exámenes, gracias a ellos”, “pues yo cambie las amigas a los diez años porque me hacían todo imposible cambié y ahora sigo con las mismas, las mejores”, “mis amigas era un grupo de 7 niñas y siempre estábamos de cachondeo en el colegio pero a veces nos castigaban porque hablábamos tela…”. La presencia de la mejor amiga se perfila decisiva en la infancia de las participantes: “no tuve mejor amigo pero tuve una mejor amiga y una persona importante para poder pasar para adelante cosas de mi familia”, “yo era de las que tenía unas amigas fijas a veces me metía en broncas y en el cole era bastante quinqui pero tengo buen recuerdo porque éramos una peña inseparable”, “la verdad es que me disgustaba porque no me entendían y era muy enfadona con mi amiga del colegio. Tuve un mejor amigo que ese me entendió muy bien”. Se describe esta infancia como una etapa feliz al lado de los amigos: “cuando era chica jugaba mucho y tenía muchos amigos y también era muy feliz haciendo lo que me daba la gana”, “mis amigos y amigas pues gente como yo, con ganas de disfrutar de estar con ellos para lo bueno y para lo malo”, “yo es igual que ahora solo que con más energía, creo que perdí energía con la edad. Mi mejor amiga de la infancia es la misma que la de ahora. He sido de tener pocos amigos pero buenos…” Los amigos constituyen para ellas un pilar básico en sus vidas: “mis amigos siempre para mí han sido lo más importante”, “buena pero me gustaba jugar siempre fuera de casa nunca dentro, en primaria tenía amigos y mi mejor amigo era un niño súper guapo, fue de lo mejor”, “mi tía fue importante cuando era pequeña porque me llevaba con los primos y lo pasaba genial”, los amigos no constituyen un soporte clave para algunas de ellas: “ jugaba con niños pero siempre he sido muy rara para hablar con los otros niños”, “muchas veces prefería meterme en las cosas de los mayores", "mis amigos y amigas pero antes que ellos estaba mi familia”, "mis amigos pues como yo, tenía mi pandilla pero ya cada uno se fue por su lado. Tuve un mejor amigo, otros me fallaron y bueno, me cabreé mucho”. Algunas gestantes revelan acontecimientos vitales que fueron criticados por sus propias amigas: “que yo con catorce jugaba con barbies aún, a los trece me vino la regla y se reían de mí mis amigas porque perdí la "pardi" con 15 años”. Para otra parte de la muestra, sus amigos eran familiares y vecinos: “mi hermano y yo jugábamos en la calle siempre me ha gustado jugar a   507     futbol con los chicos y las niñas me hacían bromas con eso”, “sí con mis vecinos, con mis primos”, “sí jugaba pero con mis primos en casa de mi tita”. Constituye una necesidad básica acentuar que, la “inclusión” de estas adolescentes en su contexto más próximo, no sólo ha de producirse desde su núcleo familiar y de amistad, sino también desde ese núcleo social que conforma, por ejemplo, la comunidad escolar. El centro educativo al que asisten o al que han dejado de asistir, es descrito por las participantes en los términos siguientes: “la escuela en general fue bien. Muy buena, la volvería a repetir”, “me encantaba jugar con mis amigos del colegio y mi mejor amigo fue un chico de mi barrio. Con los estudios de pequeña bien, pero en la ESO fui peor”, “las clases nunca me gustaron pero también digo que aprendí muchas cosas importantes para mi vida”, “la escuela me fue bueno regular porque me costaba concentrarme”, “en el colegio era buena estudiante y creo que lo sigo siendo”, “bien la escuela bien tenia amigas pero yo siempre he sido muy cortada”, algunas gestantes no han obtenido buenas experiencias de él: “el cole nunca se me ha dado muy bien pero tampoco mal, no me agobiaba porque sabía que lo mío no era estudiar”, “no muy buena, estudie en un público no tuve experiencias pero en el instituto mejor, se aprovechaban de la minoría”, otras, incluso no han podido finalizar sus estudios: “tenía muchas ganas de irme a estudiar pero he tenido este problema y no me queda otra que afrontarlos”, “para mí la escuela fue bonita peor me agobiaban los exámenes”. Al mismo tiempo, algunas gestantes reflejan rechazo hacia el centro educativo donde estudiaron: “pero entre que me echaron "sutilmente" del colegio por el embarazo, luego no estuve”. Algunas experiencias escolares fueron difíciles de afrontar: “en el colegio me maltrataban, me pegaban, y me insultaban. Empecé a hacer pellas con 7 años, en segundo de primaria, y también dejé de comer (estaba apuntada al comedor). Mi primera mejor amiga fue Lucía, a la que le debo la vida. Fue a los 12 años, hasta entonces siempre estaba sola. Y cuantas más amigas tenía, mas "mala" tenía que ser para conservarlas. Dejé de estudiar, de ir a clase, de ser la "niña buena" y empecé a fumar con 13, a salir con chicos mucho más mayores que yo. Con 14 tuve una relación con un hombre de 33”. Simultáneamente, describen acontecimientos vitales asociados a una rebeldía adolescente: “mi mejor amiga era una “quinqui” y mis padres me dijeron que me llevaría por mal camino, ella es rebelde y yo no lo era tanto, pero nos llevábamos muy bien porque nos entendíamos mucho”. Es común entre las gestantes, el compartir experiencias no muy gratificantes durante sus años de estudio en el centro escolar. La adolescencia, en algunos casos, es decisiva en lo que respecta a las vivencias que pueden experimentar. El embarazo es un   508     acontecimiento vital que ha podido sumarse a otros que ya se estaban produciendo con anterioridad al mismo. ¿Estuviste alguna vez separada de tus padres cuando eras pequeña? (separación, divorcio, enfermedad). ¿Qué sentimientos tuviste? Las adolescentes, que además han iniciado su separación con respecto a los adultos, sentirán que ese proceso de individuación se rompe con la llegada del bebé. Este bebé puede “romper esa individuación”, pues la adolescente va a necesitar de nuevo a esos adultos, que pueden colaborar en las tareas de cuidado y crianza. Recordemos que: “cuanto más inseguro está uno mismo de su propia identidad, mayor es su temor” (Rank, citado en Fajardo y Vicente, 1998, p. 280). Una parte de las gestantes de la muestra no recuerda ninguna separación: “no sé”, “no recuerdo”, “noooooo no nada”, “no pero siempre estaban discutiendo o fuera de casa, me crié con mi abuela que falleció”, “ninguno de estos”, “nunca”, “no, pero el problema de mi padre con el alcohol sí hizo que nos distanciáramos muchas veces cuando recaía”, “no nunca he estado separado”, “no, ninguno”, “no”, “no, sólo que mi padre cuando bebía teníamos que ir a por él y mi madre y mi hermano y yo lo pasábamos muy mal. Hay veces que no podíamos ni subir la escalera”. En otra instancia, hallamos gestantes que sí recuerdan estas separaciones, las cuales además, vinieron acompañadas de sentimientos diferentes que describen así: “sí. Cuando nos echaron del piso en el que estábamos mi madre y yo, hasta que le dieron la casa de protección oficial, viví con mi padre y mis hermanastros, fueron 4 meses, y fui la más feliz del mundo”, “muy mal cuando perdí a mi padre, me sentí mal”, “sí de mi padre y fue horrible, y mira que lo llevamos mal antes de que se fuese”, “por una enfermedad mal, pero los superamos como todo”, “mi padre, pero por mi madre no por mí”, “a veces se han separado pero han vuelto después. Discuten pero luego se perdonan”, “de mi padre y no se lo perdono aunque lo superé”, “de mi padre porque se divorció de mala forma”, “mi padre enfermó y sufrí”, “mi padre falleció cuando yo tenía 4 años y tengo pocos recuerdos”, “sí, separada de ellos porque tenían épocas en las que estaban muy mal psicológicamente, sentía que ya nada era igual pero que todo podría mejorar con el tiempo”, “lo pase fatal cuando mi padre viajó por trabajo un verano entero porque con mi madre era una discusión y otra,”, “sí, muy fuertes, estaba con mi madre no con mi padre, mi padre se fue y lo pasamos mal, solo hablábamos por teléfono”. En otros casos analizados, los padres de las ahora gestantes son los que abandonaron el núcleo familiar, ante este abandono o separación, ellas experimentaron sentimientos, que en la investigación les costó verbalizar.   509     ¿Experimentaste alguna pérdida significativa o alguna separación cuando eras niña? ¿Alguien cercano a ti murió durante tu infancia? ¿Qué edad tenías cuando ocurrió? ¿Cómo te sentiste acerca de eso? Un embarazo no planificado en la adolescencia, puede responder a un vacío producido por una pérdida de una figura que puede ser importante para la futura madre (Svoboda, Shaw, Barth y Bright, 2012).   Si las redes de apoyo social tienden a ser pequeñas, la falta de una figura puede representar una pérdida muy significativa para las gestantes. Una parte de la muestra sí reconoce haber experimentado una pérdida significativa o separación de algún ser querido: “cuando mi madre estuvo enferma y lo superamos y estuvo en hospital, tenía yo 11 años o así”, “cuando murieron mis abuelos”, “solo que se fue mi padre”, “sí, pero no me importaba porque sabía que lo que tenía mi padre con el alcohol era un problema”, “no recuerdo, mi vecino tuvo un accidente muy fuerte de pequeña me marcó”, “cuando murió mi abuelo me dolió mucho y tenía yo 9 años creo”, “cuando falleció mi abuela y mi tía por cáncer casi las dos a la vez. Me agobio mucho pero especialmente por mi madre que se vino muy abajo y pensaba que todo era horrible”, “sí cuando falleció mi mejor amiga me he sentido muy sola, nada fue igual porque yo estaba muy unida a ella”, “cuando murió mi abuela y me afectó a los estudios”, “el accidente de mis tíos a los 8 años y pico”, “no lo recuerdo aunque cuando murió mi abuelo por parte de padre lo pase mal, tenía 9 años”, “el fallecimiento de mi abuela paterna que vivía en casa y es con la que pasaba las tardes enteras viendo la tv”, “sí separarme de ellos dos”, “mi abuelo, lo pase fatal”, “solo cuando mi padre se fue sentí que estábamos solas mi madre y yo”, “sí mis padres estaban fuera y tenía una criada se encargaba de mí, pero había muchos problemas de dinero y de mis tíos con los que hay problemas”, “si cuando tenía 12 años me afectó”, “no quiero hablar de ello”, “solo cuando mi padre se fue que tenía yo 11 años”. Toda institución familiar sufre continuas transformaciones fruto de acontecimientos externos, como puede ser, por ejemplo, el de perder a un ser querido (García Zabaleta, 2004), esto sin duda, afectará al adolescente y a su modo de relacionarse con el entorno. En este sentido, también podemos subrayar un caso dentro de la muestra, en el que se había producido una pérdida de una persona significativa (fallecimiento del abuelo) durante la infancia, situación que llega a condicionar una forma de actuación determinada: “no era muy pequeña, pero siempre tuve el suicidio en mente desde que tengo uso de razón (4-5 añitos) lo que pasa es que lo dejaba a un lado pensando en mi abuelo, vivía por él, y cuando murió yo tenía 15 años, murió 4 días antes de que cumpliera los 16. Ahí ya me descompuse, vivía por no hacerle sufrir, porque no quería   510     que supiera que su única nieta se había suicidado. Él era lo más importante para mí y lo había sido durante toda mi infancia. Busqué un nuevo objetivo. Bienvenida edad del pavo y del... "vamos a liarla y a ver con cuantos me acuesto esta semana". ¿Qué palabras usarías para describir tu propia personalidad? ¿Cómo otros la describirían? ¿Cuán importante ha sido alcanzar logros y conseguir cosas durante tu vida? ¿Cómo piensas que tus experiencias de infancia han afectado tu personalidad de adulto? Tendais & Dias (2014) exponen que durante el embarazo, las adolescentes muestran un ajuste inferior materno (imagen corporal pobre y peor relación matrimonial) y actitudes maternales más negativas (actitudes más negativas hacia el sexo) que las mujeres embarazadas adultas. A continuación, especificaremos cómo se describen las propias adolescentes y a partir de ahí, podremos inferir el concepto que tienen de sí mismas. Algunas gestantes no exhiben excesivas dificultades para definirse: “soy muy nerviosa, alegre, impulsiva, voy siempre de cara”, “sensible, fuerte, amiga de sus amigos. Mis logros son acabar los estudios”, “soy una persona torpe, muy sociable, simpática no sé,”, “enfadona, insoportable, inaguantable. Siempre he alcanzado mis logros solo he faltado a mis estudios”, “soy una persona sencilla, me encantan los ordenadores y los móviles, estar conectada a mis amigos, soy muy inquieta”, “sincera, fuerte, miedosa, bipolar, llamo la atención ”, “soy lanzada, atrevida, pero un poco preocupada por la gente que es falsa conmigo o con los que me decepcionan”, “soy extrovertida con mis amigas, abierta, amiga de mis amigos y soy tímida con quien no conozco, creo que no soy rencorosa, soy clara y a veces un poco egoísta”, “soy de mucho carácter, amiga de mis amigos, y creo que a la gente a la que quiero nunca la fallo”, “pues no sé describirme, me gusta salir, ir de compras con mis amigas, ir a conciertos... Creo que es importante conseguir logros para seguir adelante”, “soy graciosa, gamberra, tengo buen sentido del humor, un poco impulsiva y valiente”, “me considero alegre, simpática, confiada y por eso muchas veces me la juegan”, “dicen que soy fácil de manipular y convencer pero yo creo que les tengo engañados porque siempre hago lo que creo que es mejor para mí, soy divertida, me gusta salir, conocer gente y la gente me ve así. No he tenido logros ahora pero sí quiero ser la mejor madre”, “soy buena persona, no sé qué más decir de eso”, “me encanta ver la tele y el internet, salir de fiesta... los demás me describen como que estoy loca y que hago lo primero que se me pasa por la cabeza.” Mientras unas gestantes carecen de una férrea confianza en sí mismas, otras reflejan todo lo contrario. Una parte de la muestra está constantemente buscando confianza y atención: “me gustaría conocer gente pero no salgo de casa, soy muy rara, mi sueño sería conocer otros países, y para mí si es importante conseguir lo que me propongo, ahora me propongo   511     ser buena madre y espero conseguirlo”, “pues creo que soy fuerte, amiga de mis amigos, a veces con mucho genio y me ponen nerviosa las injusticias, lo daría todo por mi bebé” “soy presumida, orgullosa, nada miedosa, soñadora pero con los pies en el suelo”, “alegre, vaga, un poco despegada, y me cuesta perdonar”, “soy muy rara, no me gusta nada”. Muchas de ellas experimentan frecuentes cambios en su estado de ánimo, que son a menudo, característicos de su adolescencia: “pues soy bastante presumida, un poco bipolar a veces, estoy súper feliz y otras súper mal, me doy bastante a la gente, y no sé, creo que todos los logros no los he conseguido, pero creo que más o menos he hecho lo que he podido y lo que me ha dejado la vida hacer, cuando veo en las redes sociales a otras chicas y lo que hacen pienso que por qué he tenido tan mala suerte, que ya no puedo hacer mil cosas que me encantarían, porque ya no lo voy a vivir igual y es así”. En esta línea, también localizamos a gestantes a quienes les resulta complicado describirse brevemente: “pues no sé cómo describirme soy muy normal”, “la mía, ni idea, estoy loca. Los demás me describirían como tranquila, agradable, buena persona, pero dependiendo de la persona que me conozca. Si es un completo extraño tengo otra personalidad. Si es amigo de o conocido, soy tal y como me conoce mi familia”, “mis experiencias han hecho que sea una persona en la que la gente se fía, y con razón, pero yo no me fío de nadie. No puedo”, “para describir la personalidad usaría palabras como nerviosa, controladora, alegre, amante de la naturaleza y los animales y también plantas. Los demás me describen como más adelantada para mi edad, siempre tengo prisa por vivirlo todo...no sé cómo ha afectado mi infancia en mi personalidad pero creo que el crecer en una familia que te ha apoyado siempre hace que yo también apoye a mis hijos igual y eso es bueno”, “soy insegura algo cambiante de carácter, soy bastante perfeccionista y no me gusta que las cosas se me vayan de las manos. Eso me agobia mogollón”, “soy una persona que le gusta estar con la gente, con su familia y amigos, practicar deporte no soporto la hipocresía, la gente que va por detrás, la gente que miente. No he pensado nunca en mis logros”. El que el embarazo haya influido en la percepción que las gestantes tienen de sí mismas, es una realidad escasamente cuestionable: “este año ha cambiado mi vida totalmente, no soy la misma”,   “mi madre siempre está restregándome que soy su constante decepción”. Los padres a menudo influyen negativamente en el propio autoconcepto de los adolescentes. No olvidemos que la depresión se relaciona significativamente con problemas de autoestima, estrés, culpa y pensamientos confusos (Gretchen, Flaherty y Cuddeback, 2010). Ahora me gustaría que me contaras algo de tus relaciones actuales. ¿Cómo es tu relación con tu padre ahora? ¿Cómo es la relación con tu madre ahora? ¿Cómo te   512     llevas con tus hermanos? ¿Hay personas en tu vida actual, aparte de miembros de tu familia, a quienes consideras cercanas y significativas? Las relaciones actuales que mantienen las gestantes con sus respectivos padres, han sido estructuradas en diferentes aspectos que tienen en común. Las relaciones que mantienen las gestantes con sus madres son descritas en los siguientes términos: “mi relación con mi madre es buena y ahora mejor después del embarazo porque creo que le he dado mucha guerra desde los 14 años”, “con mi madre fenomenal, para mí es cercana y siempre está conmigo apoyándome esté donde esté” “con mi madre bien y con mis hermanos también”. Respecto a las relaciones que mantienen con ambos progenitores en la actualidad, las participantes revelan lo siguiente: “yo con mis padres ahora me llevo igual que me llevaba antes”, “muy buena, muy buena, muy bien”, “mi relación con ellos es buena, pero por lo del embarazo les ha sentado mal y les tengo que demostrar que ellos me tienen”, “es buena porque desde que saben que voy a tener un bebe quieren apoyarme cuidándome el bebé, ellos tienen miedo a que no pueda hacer frente los gastos pero si podemos”, “ ahora me llevo bien con mis padres aunque hemos tenido broncas fuertes porque no soporto que me controlen o critiquen”, “me apoyan los dos aunque a mi madre le cueste más decirlo porque creo que tiene miedo de que vuelva a equivocarme y que me confíe que estén conmigo de mi parte en mis fallos”, “ahora me llevo regular con mi padre y mi madre y hermanos no tengo, por eso no les queda más remedio que estar conmigo”, “con mi madre y mi padre pues sigo viéndolos muy poco , siento que les he defraudado pero a mí me importa mi niña ahora”. Figura 1. Opiniones de las gestantes sobre su relación con las parejas. “Con mi padre normal aunque discutimos mucho y pienso que no me quiere, no somos iguales” “Muy buena, como lo ha sido siempre”. “Bien pero un poco distanciada y con él mejor que con mi madre”. Gestantes que mantienen una relación “Con mi padre fenomenal, él me escucha, me entiende y siempre actual estable con el padre, exceptuando está cuando lo necesito. A veces pasa de mí porque esta liado con distanciamientos no significativos. otra cosa pero por lo demás sé que lo tengo. Para mí cercano y significativo es mi pareja”. “Mi relación con mi padre ahora no es mala, hablamos mucho y los dos respetamos la vida de cada uno”. Relaciones inestables afectadas por la “A mi padre le ha dolido lo del embarazo, cuando eso es una cosa gestación. mía que no quiero que me ayuden ni nada, y con mi madre igual a los dos les ha dolido mucho pero ha sido cosa mía, mi abuela me entiende mucho mejor, a ella le pasó lo mismo”.   513     Relaciones inestables que tienen su “Con mi padre no tengo relación porque vive lejos y con mi madre origen antes de la gestación. no vivo porque no somos capaces de entendernos, ella se ha decepcionado conmigo desde hace dos años y hemos decidido que tenía que vivir con mis tíos en Granada”. “Con mi padre bueno, depende con las rachas buenas el mejor pero las rachas malas el peor. Así que me quedo con regular”. Fuente: Elaboración propia. Hemos de acentuar que las relaciones más significativas familiares para las gestantes no tienen por qué emanar de sus padres y madres: “con mi madre, mejorando, aunque sigue con sus cosas católicas y a veces me castiga mucho con eso,”, “ni con mi padre ni con mi madre me siento bien”, “mis tíos y mis amigos son las personas con las que tengo más relación”. La gestación para las adolescentes puede constituir una forma de consolidar la relación que iniciaron con sus parejas. Además, las satisfactorias relaciones entre la adolescente y su familia y/o pareja que se iniciaron antes del embarazo, pueden tener continuidad en la gestación: “muy buena, ahora mejor, el hecho de que me dejara mi pareja ha hecho que mis padres y yo nos sentáramos juntos para hablar y creo que es una alegría para mis padres porque estaban un poco solos”, “con mi novio estoy muy bien lo que no nos mata nos hace más fuertes”, “buena, no sé qué más decir”, “muy buena, él puede contar conmigo para todo ya pasaba antes del embarazo”, “igual me llevo igual y les quiero mucho a los dos”. ¿Cómo describirías la personalidad de tu pareja? ¿Cómo caracterizarías la relación con tu pareja? ¿Cómo te ves a ti mismo en términos de relaciones de pareja? No podríamos presentar una descripción única de la personalidad de la pareja de la gestante porque cada sujeto es descrito de forma diferente. Los futuros padres son descritos como hombres: tranquilos, cariñosos, generosos, al servicio de las adolescentes, buenas personas; pero también, son identificados como padres egoístas y egocéntricos, nerviosos, manipuladores e inestables, desde el punto de vista emocional. Es decir, por un lado encontramos parejas queridas y valoradas por las gestantes, aunque reconocen las dificultades a las que ellos se enfrentan: “mi pareja me quiere me cuida le gusta estar con su gente y es muy niñero, le maltrataron de pequeño”, “es una persona a la que adoro no podría dormir un solo día sin él es la mejor persona después de mi padre”, por otro lado, también aparecen parejas percibidas como egoístas o egocéntricas: “solo mira por él, muy celoso desconfiado, desconfió de mí en la mejor oportunidad que tenía para estar conmigo, es un poco desconfiado”, otras parejas con las que mantienen una relación bastante satisfactoria: “es una persona súper buena, y tranquila, le gusta estar con su familia en el campo, siempre esta cuando lo necesito, tiene pocos amigos que son para él lo mejor. Nuestra relación es muy buena, nos vemos juntos   514     dentro de muchos años. La pareja que tenía yo no se parece a la que tengo y que va a ser el padre. En caso de problemas que pudiéramos tener pues no sé los hemos tenido y no pasa nada todo se puede hablar”, así como otras parejas que tienen problemas de comunicación: “pues yo lo paso mal pero si empezamos una discusión empezamos a gritar y perdemos la razón él más que yo. En mis relaciones siempre busco a alguien que tenga menos genio que yo porque si no es imposible y es que nos cuesta entendernos”. “Nos queremos mucho pero a veces parece que hablo en chino porque no me entiende o no me hace caso”. Otras gestantes aluden a que lo que más les gusta de sus parejas es el papel de padre que sus parejas ya anticipan antes del nacimiento del bebé: “es muy sincero, habla mucho peor de los temas que le gustan, es muy familiar muy padre, tiene muchas ganas de que nazca el bebé”, “tiene cosas que no soporto pero luego lo veo tan pendiente de la barriguita, con cariñitos que no me resisto”. En las entrevistas también se observa cómo en algunos casos, el padre de sus hijos ejercerá como padre pero no como pareja: “el padre de mi hijo nunca fue mi pareja”. “No tengo relación ya con él, al principio fue buena la relación pero luego se asustó con el bebé y se fue. En mis relaciones siempre busco alguien como yo. Una relación ideal sería que el hombre con el que esté que sea de verdad y que no tenga que estar pendiente de lo que hace”. “El padre de mi hijo pues era un poco como yo, con mucho carácter siempre defiende lo que es justo. Nosotros nunca pegábamos será porque él tiene 17 y yo 15 pero yo quería estar y tener una vida propia”. “Ya no es mi pareja, se largó y solo se va a hacer cargo del bebé. El futuro padre me hizo daño, pero la culpa fue de los dos que no dábamos el brazo a torcer. Mi hijo espero que en un futuro tenga padre”. Al mismo tiempo, también se observan parejas que intentan en la medida de lo posible compartir el tiempo del que disponen con las gestantes. Si bien, a menudo éstas necesitan su espacio: “nuestra relación es buena aunque yo le he pedido un poco de distancia porque él siempre está tras de mí.”, “me quiere tanto que me da miedo, me lo dicen mis amigas, mis abuelos, no sé si es amor o es que está obsesionado”. Otras gestantes, sin embargo, describen muy positivamente a sus parejas: “mi novio es bueno, sabe escuchar, tiene paciencia. Mi relación es muy buena pero a ratos discutimos por tonterías. Fue mi primer novio”. Por último, la asunción de responsabilidades como consecuencia de la gestación vuelve a condicionar la relación de pareja: “está pasando un poco del tema, me dicen que tontea con otras aunque sí que a veces está pendiente de mí, es bastante inmaduro y eso que tiene 18 años, y bueno, mi madre creo igual que yo que cuando nazca la niña espabilará”, “no es una persona conflictiva pero creo que el problema es que pasa mucho de todo, y eso tampoco quiero en mi vida. La persona ideal sería una persona que me entienda y me comprenda”.   515     ¿Has tenido la experiencia de perder a alguien cercano? La mayor parte de las participantes ha reflejado que sí ha experimentado alguna vez pérdidas significativas de personas cercanas. Si bien, no detallan el proceso de duelo ni su resolución. La pérdida de alguien cercano no es similar a la de un ser querido, una parte de las gestantes ha descrito cómo la pérdida de ese ser querido le generó tristeza, miedo, rabia… En ocasiones estas pérdidas vienen acompañadas de sentimientos de culpa. Gracias a las gestantes que reconocen que han tenido experiencias de perder a alguien cercano, podemos recopilar la siguiente información: “mis abuelos, sólo a mi abuelo, me sentía mal de que mi padre se fuera, pero porque era pequeña y todavía no sabía nada de la vida”, “a mi padre, mal”, “mi abuela”, “  mi amiga ,mi mejor amiga y no lo he superado y han pasado ya dos años”, “sí a mi padre biológico que nunca tuve relación con el pero fue muy duro es una cosa que nunca se supera aunque no hayas tenido relación te duele si es tu padre tenía 18 años”,   “mi abuelo, ya lo describí antes”, Ya no me siento tan mal pero si me dio mucho cuando pasó”, “sí. 15 años, pues triste porque me gustaría poder hablar otra vez, sentir sus abrazos...”, “pues cuando se murió mi perrita mucho porque me acompañaba siempre a todos los sitios”, “sí cuando tenía 12 años”, “mi abuela , la quería mucho, la perdí hace dos años y ese hueco no lo ha llenado nadie”, “cuando se murió mi abuela cuando tenía 5 años pero era muy niña”, “a una tía que vivía fuera pero la quería desde chica, vivía en EE.UU. pero cuando se puso bien la volví a ver”, “sí a mi abuelo por parte de padre, me sentí rara y triste pero luego pude afrontarlo porque para mí sigue vivo.”, “perdí a mi abuelo con 12 años y fue una sensación rara y algo desagradable”, “perdí a mi abuela con 14 años”, “no sé es una sensación rara cuando a los 4 años le perdí”. ¿Habitualmente tienes que separarte temporalmente de tu pareja o familia, por ejemplo por viajes de trabajo? ¿Cuán frecuente ocurre esto? ¿Qué te sucede con eso? Una gran parte de las gestantes reconoce no haber tenido que separarse temporalmente de su pareja o familia: “no, la única separación es que él vive con sus padres y yo con los míos hasta que tenga trabajo, sí porque él vive con sus padres y yo con los míos”, “mis padres siempre ocupados”, “para mí sería duro si yo estoy muy apegada a mi familia”, “de mi padre, ya me he acostumbrado llevo 5 años sin que viva en casa”, ”no, pero sí tener a otras personas de mi familia cerca”,  “no tengo pareja, ya que el padre de mi futuro hijo se ha desentendido de todo”, “pues me imagino una discusión tremenda con mi pareja en la que me tacha de infiel”,  “no de mi madre, porque hemos estado juntas siempre menos en las excursiones”. En la muestra se describen gestantes que manifiestan grandes dificultades para poder expresar cómo vivieron esa separación temporal. Esa dificultad se generaliza a   516     otras situaciones que también fueron complicadas de verbalizar: “no sé, no me acuerdo, mi padre viajaba por trabajo pero no sé”, “no vivo con mis padres pero eso me ayuda a que nos llevamos mejor”, “mi padre y me sentí como si me faltase aire”, “de mi padre y le veía más o menos cada dos semanas y me acostumbré”, “no, sólo me he separado para estudiar ciclo formativo”, “muy mal, no soporto las separaciones y menos de mi novio porque un niño creo que necesita a sus padres para vivir”, “no, pero de mi madre y mi hermano ahora en la universidad y con el niño que espero se echa de menos”, “de mi parejas a veces porque es camionero y llevo algunos días sin verle pero sé que lo hace por el bien del bebe”. Un factor de riesgo familiar importante es cuando los hogares son rotos por divorcios, abandonos y separaciones. Ello implica la necesidad de que la familia vuelva a reequilibrar los desajustes acontecidos con el objetivo de estabilizar el clima familiar. Di algo acerca de tu trabajo o estudios y cómo organizas diariamente tu vida En general, de las respuestas reveladas en las entrevistas, se puede inferir cierto desajuste en lo que respecta a la organización diaria que protagonizan las adolescentes. Esta desorganización puede estar vinculada a la relativa importancia que concede la gestante a su futuro profesional en el momento de su embarazo. Entre las gestantes que se prestan a hablar de cómo planifican su rutina de trabajo habitual, acentuamos cierta desorganización e indecisión: “voy llevando la universidad al día poco a poco y organizándome las cosas como van saliendo sin presiones”, “quiero estudiar este año, pero aún estoy que no sé entre fotografía, administración, informática, caracterización... me quedan pocos meses para poder decidirlo, mientras estoy juntando todo lo que necesita mi niña”,  “pues intento estudiar, hacer las cosas del piso y dejar las cosas listas que necesitara mi hijo pero no sé las horas de cada cosa”,  “intento seguir la vida normal pero me agobio cuando me empiezo a venir abajo”, “pues voy al instituto y por la tarde estudio y los fines de semana salgo y hago vida normal, los fines de semana mi madre y yo preparamos la ropita, la cuna y lo que va a necesitar”, “intento seguir el ritmo aunque a veces me distraigo no puedo organizar mi vida totalmente igual que antes”, “pues no me gusta mucho estudiar aunque las clases sí porque siempre tenemos algo que contar y bueno, pero cuanto más se me nota el embarazo más me miran y aunque yo no puedo pedir que dejen de mirarme algunos podría disimular. Yo organizo mi vida como antes solo que hay cosas que no puedo hacer salir hasta tarde, beber o fumar.” Durante el embarazo, la preparación de los útiles del bebé, ropa o mobiliario prevalece sobre la rutina de acudir a clase diariamente. En general, las gestantes no organizan sus vidas en función de horarios estrictos:   “me despierto y ayudo a hacer el piso, limpiarlo, hago la compra y después salgo a pasear con mi amiga y preparamos la cosas del bebe. Después de los nueve meses y cuando el bebé ya esté más o menos criado empezaré a estudiar”. “con el embarazo lo he dejado aparte pero necesitaría mucha ayuda para   517     concentrarme”, “pues intento repartirme por la mañana voy a trabajar a una pastelería y luego por la tarde hago la casa y ayudo en casa a mis padres, salgo los fines de semana e intento llevar una vida normal”, “ayudo en las tareas y si tengo tiempo libre voy a clases de inglés y en mi tiempo libre pinto y salgo con mi novio”, “pues por la mañana voy al colegio a estudiar hago los deberes, llevo una vida normal”, “pues más o menos lo que me dicen mis tíos”,  “voy a clase siempre y como muchas veces me cuesta más me ayudan compañeros a los apuntes y eso...”,” voy a trabajar después a la hora de comer como con mi novio si no le toca viajar y por la tarde vuelvo a trabajar. Si me da tiempo veo a mis amigos un rato. Los domingos o sábados voy a ver a mis padres”, “pues me levanto hago la casa y ahora no trabajo pero por estoy en reposo y después me voy al parque a respirar aire puro”, “intento organizar el tiempo lo mejor que puedo aunque no me da tiempo a hacer todo lo que quiero hacer”. Para lograr un entorno familiar armónico es necesario establecer un orden en horarios y tiempos de ocio. El resto de gestantes reconoce no planificar su tiempo destinado a estudiar o planificar su futuro académico/laboral durante la gestación: “pues ahora no trabajo pero en un futuro me gustaría”, “organizo siempre bien las cosas aunque a veces no cumpla con lo que me propongo, intento tener un orden en mi vida”, “pues estoy con mi madre voy a trabajar y luego estoy con mi pareja. los fines de semana me gusta ir con mis amigos”, “no me organizo mi vida y voy al instituto estudio como todo el mundo”, “pues dejé los estudios porque lo mío no era ir a clase y estudiar y ahora trabajo a tiempo parcial y más o menos me va bien”, “no me planifico sólo si tengo hacer cosas importantes como ir al ginecólogo o al médico o hacer exámenes”, “pues trabajo y vengo a casa igual que antes”, “pues ahora no trabajo pero todos los días estudio dos horas o así con la ayuda de mi prima que es profe y me viene a casa a prepararme los exámenes”. Esa falta de organización puede también aparecer junto a una falta de control: “lo he tenido que dejar ahora para hacerlo después de tener mi hijo, tampoco nadie me ha dicho que lo haga mal, en mi casa cada uno hace lo que puede”, “no quiero hablar de ello”, “no me organizo el día, ni mis padres se organizan”, “no trabajo ni estudio, mi vida diariamente es fregar mientras mi mamá trabaja.”, “pues creo que después del embarazo volveré a buscar trabajo y ya está”, “acabé mis estudios de bachillerato y de momento no voy a hacer nada hasta que tenga mi bebé”, “al principio del embarazo trabajaba y luego iba a casa con mi madre, por la tarde tomaba algo y luego ya después de haber dejado de trabajar voy a andar con mi madre, hago la compra, hago las cosas de mi casa…”. Esta desorganización puede estar relacionada con una desorganización familiar que puede además, venir acompañada de problemas afectivos en el hogar.   Entrevista II: Fortaleza y debilidad en la gestación adolescente Es imprescindible conocer la descripción que las gestantes realizan sobre su propio proceso gestacional, y sólo así, podremos profundizar en la imagen que tienen   518     sobre él y por tanto, lograremos aportar respuestas adecuadas a sus potencialidades y debilidades. Ante estos embarazos podemos plantearnos: ¿qué factores conducen o limitan a las adolescentes a una pronta gestación?, ¿qué les condiciona querer abortar o continuar con el embarazo?, ¿en el embarazo coexisten cambios físicos y sociales que harán aparición? Nuestra pretensión, está en la línea de ofrecer respuestas a estas preguntas, pues sólo un conjunto de factores pueden dar sentido completo a esta pronta gestación. Las informaciones vertidas a raíz de las entrevistas, ponen de manifiesto características que fueron significativas en las gestantes y que nos obligan a evidenciar que, algunas de ellas presentan comportamientos y actitudes propios de sus circunstancias. Motivación para continuar el embarazo. Entre los motivos principales que las gestantes sostienen y que favorecen la continuidad de su embarazo, podemos citar, por un lado, el apoyo que reciben de sus familias, especialmente de sus madres y parejas, y por otro lado, el significado que han conferido a la maternidad. Este deseo no se exterioriza libremente con facilidad y puede tener origen en la más tierna infancia. En ocasiones, un embarazo puede responder a una forma de evitar un aborto, entendiéndose éste como un acto de responsabilidad, e incluso como una salida para ellas optimista a una situación desfavorable. En otros casos, el embarazo se convierte indirectamente, en un vehículo para lograr otro deseo, como por ejemplo, el de contentar a una pareja. Parte de estas motivaciones adquieren sentido si comprendemos el apoyo que recibieron y reciben actualmente de sus padres. Ellas justifican que gracias a ese apoyo, continúan su embarazo, si bien, esto no es condición única para afrontarlo de forma óptima, sino más bien, algo complementario, ya que condiciona, pero no determina su continuidad: “porque tenía que asumir lo que venía ya… y mis padres me ayudaron”,  “mis padres me apoyan y yo quiero claro, mi madre sobretodo”, “mis padres van a estar conmigo y tengo a mi madre, la tengo de lado mío, y menos mal si no es por ellos no sigo”. En el desarrollo de la niña, que ahora es adolescente, puede tener lugar la identificación con la madre, y por tanto, las gestantes podrían aún desear permanecer en esa niñez, pues, necesitan situarse al lado de la madre y del padre, para que les “ayuden” a afrontar su embarazo.   519     A partir de estas entrevistas, reconocemos a gestantes que exhiben aptitud para afrontar la maternidad, reflejando de ese modo, un sentimiento de autoeficacia, y éste se convierte en un motor para continuar con el embarazo: “es que tampoco soy una niña y sé que puedo ser madre…” “que es lo que siempre he querido, recuerdo a mi madre cogiéndome, como ella me quería…”. En este caso, podemos remitir a la cita: “la niña al convertirse en madre podrá realizar sus tendencias activas frente a sus hijos” (Fajardo et al., 1998, p.89). Asimismo, evitar un aborto suele ser otro motivo para afrontar el embarazo: “el niño no tiene culpa de no tener un padre que se haga cargo y no quiero abortar, eso no está en mi cabeza”, “porque me enteré de dos meses y medio ya y que me entiendas, no me atreví a abortar”, “lo decidimos y porque no iba a abortar tenía poco tiempo para pensarlo y tenía de seguro”, “me da miedo abortar, como a mucha gente que conozco que luego pasa pero…”,  “porque no acepté ni por asomo abortar es que ya soy mayorcita, hay otras con menos años que salen para adelante”, “no quiero abortar, como lo hizo mi madre que no abortó”, “porque estoy en contra del aborto, me sentiría horrible, como cuando se meten conmigo”. En ocasiones, el aborto es evitado por las adolescentes debido al deseo que presentan de prescindir de un sentimiento de culpa que podría hacer aparición si abortasen. Por otra parte, el embarazo puede construirse a través de la asunción de la responsabilidad respecto a las consecuencias de sus actos: “porque hay que apechugar de lo que se hace”, “por mi pareja (siempre ha sido él, que quería tenerlo desde que empezamos insistía)”, “los dos estamos juntos en esto y tenemos ganas de tener el bebé y es lo que hay …”, “porque yo y mi novio venga a quererlo muchas veces y llegó un momento en el que ya vino y todo bien, fue a los dos meses después…”,"porque quiero hacerme cargo de él” (14 años). En otros casos, la gestación temprana responde a un sentimiento de culpa: “porque es cosa mía y es mío el problema”, “me da igual porque mi pareja está conmigo y me va a ayudar a mantenerlo”. En este último caso, se puede apreciar cómo la gestante se siente respaldada por su pareja y eso le conduce a no interrumpir su embarazo. En lo que respecta al impulso del deseo de ser madres y tener a sus bebés, las participantes exponen: “porque mi bebé es una vida que llevo dentro y para mí es como matar a alguien, es mi personita desde el minuto uno que la sientes, no sería capaz de abortar jamás”, “lo pensé al principio, pensé que mi madre, mi padre, mi abuelo, les sentaría mal pero les dije que lo quería tener y ellos me respetaron”, “el bebé que llevo es mío, aunque mis padres digan que no puedo”, “porque quiero ser madre”, “porque quiero tener a la niña”, “he decidido seguir porque aunque es pronto ya no voy a mirar atrás al pasado,”, “quiero tenerla, puedo hacerlo bien más o menos, no todo…pero sí y confían en mí, desde pequeña me gustaba ser madre”. A veces el deseo de ser madres, aún sin saber de la existencia de este deseo, favorece la óptima continuidad de la maternidad. La   520     adolescencia gestante puede caracterizarse por una indefinición personal, pero puede estar compensada con un entusiasmo resultante de la anticipación de su futuro rol materno.   El propio amor que sienten hacia sus parejas, conforma otro factor identificado y expresado por ellas, pues también deciden comenzar y afrontar la maternidad acompañadas por ellos: “porque estaba enamorada de él y quería saber lo que era tener un hijo”, “ha sido muy muy buscado por mí y por él, porque nos hacía ilusión y teníamos ganas de ser padres”. En el caso de que el objetivo de la gestante con su embarazo no fuera el de tener un hijo, sino el de alcanzar el amor de su pareja; es decir, que el niño fuera un medio para obtener algo, -como es la unión de la pareja o evitar una separación-, ello evidenciaría una auténtica falta de responsabilidad por parte de la madre. Un hijo debe ser fruto del amor y consentimiento mutuo. En otra instancia, la gestación puede llegar a constituir una salida optimista a una situación, o bien suponer todo lo contrario, una salida problemática: “porque es lo mejor para mí, lo pienso y no imaginas lo que estaba pasando”. Asimismo, también puede implicar un nuevo reto vital a afrontar: “he sido valiente cuando alguien me ha necesitado he ido, pues esto igual…”, “tardamos 18 largos meses en conseguirlo, así que arrepentirme es imposible”. Una gestante refleja con claridad qué le ha motivado a continuar el embarazo: “Tengo una amiga que la violaron, y se quedó embarazada de mellizas y hoy en día son preciosas, siguió adelante y esa chica vale oro, yo también“(16 años). ¿Qué ha supuesto y qué crees que puede suponer ser madre? ¿Qué es para ti una madre? Las adolescentes brevemente han dado respuesta a la significación que para ellas ha supuesto aproximarse a la maternidad. Algunas gestantes han realizado desplazamientos de su propio eje de prioridades a favor del nuevo ser, y a cambio esperan obtener su amor incondicional: “ver las cosas y que tú, ya no eres la principal”, “significa todo, es ser lo que nunca he sido, es apoyar y criar a una hija y ser la persona más importante para ella”, “ser madre significa mirar por tu hijo porque nadie lo va a hacer mejor que tú, ni siquiera tus padres”, porque nadie lo va a querer como yo, y la niña no querrá a nadie como a mí y a su padre”, “el embarazo es un cambio más en mi vida y no sé, como una superación, como cuando has dicho me propongo esto y lo haces“, “ser madre es una responsabilidad,   para mí y también para mis padres, ser madre es lo que siempre había querido ser, pero me gustaría que mi pareja estuviera conmigo”.   521     El embarazo implica un progreso, una evolución, significa dar un paso más en la vida, y tal vez, también afirmarse en una maternidad, que probablemente será diferente a la efectuada por la madre: “alguna vez te toca y a mí me toca ahora”, “yo siempre he querido ser madre joven no como mi madre que me tuvo con 36”, “estar siempre pendiente de él, que no le falte nada, y estar con él en todo lo que pase, yo no tuve esa suerte”. “para mí ser madre es una cosa que me hace sentir que voy a hacer lo que siempre he querido hacer y que no he tenido con mi madre, vamos ni con mi padre”. Las gestantes sostienen que “ser madre” ha supuesto un cambio satisfactorio en sus vidas: “una nueva superación en mi vida porque voy a intentar ser buena madre”, “lo mejor que le puede pasar a una mujer”, “ser madre lo es todo, lo más importante para los hijos”, “dar la vida y dejar mi herencia biológica, mi huella en el mundo, para mí es la mejor que podía pasarme” (16 años). Entre los comentarios que realizan en torno a la maternidad, identificamos el papel que ellas perciben del rol materno observado en la figura materna, pues éste probablemente, sea el que desearán asumir en el caso de ser positivamente percibido y valorado por ellas: “Ser madre es dar la vida por tu hijo y ser capaz de afrontar los problemas sin que te los solucionen otros, los tienes que solucionar tú y ya eres tú, quien decide para bien o para mal”, “ser mamá es grande no podría ni explicarlo, es que no sé”, “pues que ahora mi vida será mi hijo y tendré que ser buena madre”, "complicaciones, confusiones, problemas y depresión" (14 años). Ser madre para las gestantes supone experimentar lo que sus madres fueron para ellas y revivirlo: “para mí significa mucho por mi madre me gustaría ser como ella”. En algunas gestantes podemos detectar cierta anticipación en su identificación con el rol materno y así dan significado y sentido a su propia existencia: “el significado es que tengo muchas ganas de que me quiera y que me necesite y yo la ayude y sepa que puede contar con su mami”, “ser madre es estar con tu hijo para todo, si necesita eso, lo otro y si no, no seas madre”, “ser madre ahora junto con mi pareja que es lo más grande”,  “es el mejor regalo que me ha pasado en la vida, es que es difícil explicarlo, pero es increíble”. Asimismo “ser madre” implica para ellas una pérdida de costumbres adolescentes (no pueden salir hasta tarde, no pueden excederse en la actividad física, tienen que tener cuidado con lo que ingieren…): “no sé, supone cambiar de salir con mis amigos y estar todo el día en la calle a tener que quedarte en casa, salir solo a unas horas…y si es que te dejan”, “ser madre es tener una familia y ocuparte de tu hija y saber que tienes que darlo todo por ella, hasta tu vida porque eso es ser madre”, “te quedas sin un poco de libertad”. “Ser madre” puede constituir una forma de alcanzar un sueño infantil: “No eres la primera que me lo dice, pero vamos para mí siempre fue un sueño ser madre, llegase cuando llegase, y si llega ahora mi hija no será rechazada”, “la verdad es que me   522     costó hacerme a la idea de que iba a ser madre, no me lo creía me hice un montonazo de tests de embarazo y todos positivos” (16 años). Como podemos identificar, en ocasiones se hace difícil aceptar una realidad tan compleja. Significación del nuevo ser en la vida de la gestante ¿Qué ha supuesto para ti? Nuestras futuras madres han manifestado a través de comentarios, el significado que confieren al nuevo ser que están gestando. Ese nuevo ser, ese futuro hijo en sus vidas, constituye para algunas un pilar fundamental en su existencia: “mucho, es lo más importante que te puede pasar en la vida y lo mejor hasta diría yo lo único bueno”, “es una ilusión y ganas de que nazca y ver su carita, sus manos, si saca los ojos del padre”, “supone algo que cuesta decir con pocas palabras porque te llega al corazón y además si ya lo llevas pensando desde los 18 como yo…”, “ha supuesto toda la suerte que hoy tengo, porque todo me sale torcido”, “va a suponer porque todavía no ha nacido lo mejor de mi vida, mi familia o lo único, es todo él y él”, “los dos mi pareja y yo estamos como locos, sentirme diferente especial y sentirme mujer” ,“todo porque antes nada tenía sentido” “supone una nueva vida y ser más adulta”. Una gestante de hecho, desconoce o no quiere expresar el significado que le concede al nuevo ser, afirmando que: “no ha nacido todavía, no ha nacido, no sé”. Esto ha sido un claro ejemplo de que la gestante puede no haber forjado todavía una identificación con el rol materno y posiblemente, todavía no le ha conferido al nuevo ser la significatividad que merece. En la misma línea, otra gestante sostiene: “como lo tengo en la barriga no puedo decir nada, pero sé que el futuro será distinto para mí”. Desconocemos si es en sentido positivo o negativo. El significado que le confieren al nuevo ser, puede estar a menudo vinculado al sentido de responsabilidad: “tengo que ocuparme de él”, “pasaré de cuidar de mis primos a cuidar a mi hijo, no es un gran cambio, antes eran 9 horas, ahora serán 24”, “pues es hacer lo que mi madre hizo conmigo, pues ser un ejemplo, criarlo, mantenerlo, ponerle un plato de comida todos los días”, “no sé, supone ser mujer adulta y cuidar y educar a un hijo que es lo más difícil de todo, no el embarazo”  , " más de madurez" (14 años) . Esta responsabilidad se puede afrontar con un mayor o menor grado de esfuerzo, dependiendo de cómo haya sido efectuada la experiencia vital de resolver problemas de forma autónoma con anterioridad al mismo.   523     La gestación puede ser percibida como una experiencia de felicidad, además esta experiencia puede ser algo que las gestantes habían ansiado desde hacía tiempo: “era volverme loca de contenta de que alguien me quisiera, de saberlo”, “felicidad, mucha felicidad… no sé”, “cambio de vida, mejor porque ahora me hace tener un motivo para tirar del carro”. Esta felicidad puede tener su culminación cuando nazca el hijo, no obstante, puede que ocurra el efecto contrario, que con el nacimiento las expectativas que habían depositado no se alcancen y la frustración sea mayor. El nuevo ser implica para la madre una asunción de cambios importantes: “es como un cambio en mi vida”, “el bebé, aunque el principio lo veía negativo, como un peso encima, ya lo veo bien y puede ser una oportunidad en mi vida para empezar otra vez de nuevo, lo que no quiero es que se parezca al papá”, “ser madre un cambio enorme, piensa que pasas de preocuparte por el instituto, instagram, salir, a pensar cómo cambias pañales o echa el aire”, “ha supuesto que deje de ser una niña para hacerte cargo de otro”, “pues yo no quería tener hijos, ahora mi familia se ha bloqueado también por mí, pero la que tengo que luchar con todo, soy un problemón”, “supone pensar más las cosas estar más asentada, estar pensando en cosas distintas, no sé es que no lo noto tanto”. La gestación puede llegar a constituir un obstáculo, una dificultad para aquella gestante que no se perciba preparada para afrontarla: “un inconveniente porque no me veo capaz de educarlo bien y de sus abuelos tampoco puedo pensar…”, “no estoy animada porque soy joven desde mi punto de vista es ser feliz con quien tú quieres y amas pero me gustaría casarme antes”. “Pero no sé, siento que estoy cada vez más sola, siento que quiero retener a mi hija unos años en mi vientre, siento que no estoy preparada, quiero a su padre y no está, no sé qué he hecho mal”(16 años). Cambios que observa la gestante en sí misma. ¿Cómo piensas, sientes, actúas? Las gestantes identifican heterogéneos cambios vinculados a los modos de pensar, de sentir y de actuar que caracterizarán este periodo prenatal. La experiencia de emociones diferentes en las gestantes va influir en sus mecanismos de decisión: “actúo siempre pensando más las cosas, a veces lloro con cosas que no tienen importancia”, sostienen además, que anteponen el propio hijo a su interés personal; “pues pensando primero en mi bebé y luego en los demás, antes que yo misma”, “pienso y siento siempre en cómo va a ser, si se parecerá a mí ...”, “en que hay que ahorrar dinero para el bebé y dedicarle el   524     tiempo” observan así, que determinados comportamientos son más propios de una futura madre adulta que de una adolescente: “siento que no hago cosas de personas de mi edad, sí de más edad como ver revistas, leer en internet cosas, ya no bebo alcohol, no fumo...me cuido más” ,“ actúo igual aunque cuando voy por donde vivo tengo más cuidado con lo que como o a no salir mucho, como si estuviera mala, también siempre veo cómo lo voy a hacer si voy a ser buena madre, y que la pondré, dónde viviremos..” ,“siento que esto me ha venido antes de lo que yo planeé pero mi novio es mucho mayor que yo, 24 y tiene trabajo fijo y me apoyará y no nos irá tan mal”. Experiencias gestantes de preparación a la maternidad también se reflejan en sus respuestas, ya que son acontecimientos vitales que comparten con la pareja o la familia, en quienes delegan parte de la responsabilidad que supone aproximarse a la maternidad: “ahora mi novio y yo tenemos que comprar la cuna, preparar la ropita, los juguetes, más él porque yo no me puedo ni mover...”, “mi novio es más maduro y menos mal y lo que pienso y lo que siento es bueno porque tengo a mi hijo y antes no lo sentía”. Asimismo, el nuevo ser forma parte de sus pensamientos: “sientes que tienes que ser más adulta, más mujer porque hay una personita que va a depender de ti, lo pienso mucho, le doy vueltas”. Las gestantes aluden a cambios psicológicos y emocionales entre los que subrayan actitudes optimistas vinculadas al cuidado del nuevo ser: “pues estoy más contenta porque la gente me hace más caso y confían en mí”, “no me como la cabeza por tonterías, ahora te das cuenta de lo que importa”, “sigo igual solo que me preocupo de que me nazca bien”, “cambios como que soy más madura, aunque me den consejos yo puedo decir que sí o que no” ,“más carácter y menos ganas de salir, me tocan más las narices”,  “mi madurez creo”(14 años). Como podemos deducir, ellas perciben con cierta nitidez todos esos cambios. Modificaciones que implican una nueva forma de ver y actuar en la vida: “más ganas de vivir porque ahora vives por la niña que esperamos”, “pues estoy más tranquila y él igual, aunque a veces estoy muy nerviosa, la mayoría estoy muy bien, mis amigos me cansan mucho”  , a veces ese cambio vital implica un mayor cuidado de sí misma:  “la desgana, te apetece comer más, salir más pero a sitios tranquilos”, “tengo muchos cambios de humor y hasta me arrepiento de haber seguido tanto con mi pareja, que debí de haberle dejado antes de quedarme embarazada”. Los cambios físicos también son una realidad en este periodo prenatal, aunque no son el foco principal de atención, podemos citar los que ellas han evidenciado en mayor medida: “pues últimamente como mucho, otras veces no tengo ni hambre ni nada y otras veces me da un cosquilleo de que el bebé no para de moverse, los dientes me duelen mucho fíjate que raro”,  “se me cae el pelo, y algunas comidas no puedo ni olerlas”, “estoy más gorda y suelo tener mucha hambre, unas veces estoy maravillosamente y otras por los suelos”. Como podemos identificar, el aumento de peso es el cambio físico al que más hacen referencia: “pues he puesto 5 kilos   525     más aunque dicen que no se me nota y mal humor, que paso de la sonrisa al llanto en menos de una hora”, “es como un descontrol, miedo a que no saber lo que me espera, el cambio de cuerpo y el parto”, “el peso, estoy más cansada...”, “el cuerpo y carácter”. Por último, hallamos también gestantes que no reconocen grandes cambios en sí mismas fruto de la gestación: “no sé qué cambios decir”, “es que no noto cambios muchos, soy igual lo llevo bien” “soy la misma que antes, es que no ha pasado tiempo”, “actúo igual aunque ya tengo más cuidado los fines de semana, no salgo hasta tan tarde, pienso más en mi nueva vida y en lo que es ser madre”. Desconocemos si su objetivo es restarle importancia a las transformaciones propias y normales de cualquier periodo prenatal, o realmente no han percibido dichos cambios; también puede ocurrir que ellas mismas no los perciban con una suficiente significatividad como para posibilitar el poder identificarlos y verbalizarlos en la investigación. “Pero es que mi vida ha cambiado totalmente, no sé si para bien o para mal, creo que es porque ahora soy madre, quiero ver a mi padre, ahora más que nunca, me gustaría decirle aquí está tu nieta, mi hija, carne de mi carne, lo que más quiero en el mundo antes que tú y mamá”(16 años). Cambios psicológicos (estado de ánimo, sentimientos, estrés, autoestima, alegría, tristeza...) o cambios físicos (aumento de peso, estrías...) percibidos. Cómo actúas, piensas y sientes. Los sentimientos que van surgiendo a lo largo del embarazo, ayudan a las gestantes a construir su propia vida afectiva, ellas necesitan vincularse afectivamente a los otros, al mismo tiempo que su cuerpo está experimentando continuas transformaciones. Existe una gran variabilidad de cambios que van a hacer aparición durante los aproximadamente nueve meses durante los cuales se prolongará la gestación. Las gestantes que afirman que los cambios psicológicos son más fuertes que los físicos sostienen: “los psicológicos más fuertes me rallo mucho y a mí el peso, pues como soy muy flaca peso 43 kg me da un poco más igual, pero otras estoy de bajón”,  “los psicológicos más fuertes porque los físicos sabes que los vas a tener sí o sí”, “psicológicos”, “los psicológicos, los físicos me dan igual”, “no he subido de peso y las estrías no me han salido aunque tengo miles de moratones”, “siempre he sido "grande" el físico me es lo de menos, y los psicológicos han sido muy, muy fuertes no sé decirte”, “pues los dos aunque la gente nota más los físicos, yo creo que los psicológicos son peores”, “al principio hasta que te haces es duro porque no sabes bien, para mí lo bueno es que tengo a mi   526     familia y en cambio, lo físico te haces a ello”, "los más fuertes son los psicológicos tengo una depresión muy grande, no duermo bien me acuesto como a las 4 y me despierto a las diez muy cansada”(14 años). Las gestantes que manifiestan que los cambios físicos son más fuertes lo expresan así:  “lo peor es el peso”,  “no sé si estoy cambiando pero sí que peso mucho, la gente dice que estoy engendrando”, “los dos, los físicos hasta más porque muchas cosas no me reconozco”, “unas semanas estoy muy bien, otras tengo dolores que tela… otras muy bien, depende...” ,“lo de las estrías y el peso es algo que ya sabía que me pasaría como a mi madre y que es un coñazo”, “me está cambiando mucho mi figura y los kilos he subido más de seis kilos”   ,“sólo el peso, pero no noté mucho cambio, lo único los suegros me dan todo hecho, sin moverme del sofá y eso te hace engordar más”, “no tengo nada no sé, ni síntomas ni cambios”. Las gestantes que consideran que los cambios físicos y psicológicos se producen con la misma intensidad declaran: “los dos, pero mi padre dice que el carácter me está cambiando mucho”, “los dos igual”,  “los dos cambios son fuertes”, “los dos son cambios fuertes cuando tienes 19 años“, “no sé cuáles son más fuertes pero los físicos son insoportables”, “no sé los dos a la vez”, “pues fuertes han sido todos los cambios, el aumento de peso sí también”, “iguales, los físicos porque te haces mujer y psicológicos porque es una nueva vida”, “cambios psicológicos sí, porque estoy algo más estresada pero también físico, porque sí que he engordado unos cuantos kilos...”. “Supongo que las hormonas también te hacen sentir mal con los cambios de humor” (16 años). Cambios significativos observados en su entorno social de amistad. Cómo actúan, piensan y sienten A continuación presentamos los cambios más significativos que las gestantes han identificado en su grupo de amigos. Las respuestas han sido estructuradas en tres partes: en primer lugar, la de las gestantes que perciben que se han producido cambios positivos en su grupo, en segundo lugar, la de aquellas que perciben que éstos no han sido nada optimistas, y finalmente, se analizarán las respuestas de las gestantes que no perciben grandes cambios en este entorno social. Hay gestantes adolescentes que residiendo en diferentes puntos de la geografía mantienen contacto con otras gestantes a través de redes sociales. Las adolescentes suelen recurrir a estos lugares de encuentro, no sólo para establecer amistades y formar   527     parte de una comunidad de apoyo a través de internet, sino también para solicitar asesoramiento relacionado con el embarazo. En la muestra, hallamos gestantes que perciben de forma positiva los cambios que han acontecido en el entorno de amistad, y por tanto, son optimistas respecto a ellos. Otras gestantes, sin embargo, ante estos cambios identificados no buscan tanto un apoyo sincero o de calidad sino simplemente solicitan respeto: “que va, mis amigos siempre me traen antojos y me cuidan, algunos me miran mal y otros como con asco, pero me da igual, los de verdad siempre están”, “mis amigos defienden a mi novio porque mis padres no reaccionaron bien y saben que mi madre y mi padre y hasta mi hermana aunque me quieren no les parece buena la idea”, “yo no lo busqué quiero que me respeten, quiero seguir adelante, cada uno ha hecho sus cosas y nadie ha dicho nada”. A menudo para ellas, los amigos que permanecen durante los momentos más difíciles son los que representan la verdadera amistad: “mi mejor amiga y los demás van a estar conmigo siempre. Tengo pocos amigos pero con los dedos de la mano me sobran”, “mi amiga de verdad sigue conmigo y los que no lo eran se están descubriendo”, les sirve para poder confirmar amistades “verdaderas” :“mis amigos me apoyan y me dicen que me tienen para cuando los necesite”, “mis amigos bromean con el tema pero me van a ayudar porque siempre lo han hecho…”, “aunque ellos dicen que sería mejor esperar pero no sé a qué hay que esperar si los dos tenemos trabajo” “mis amigos buenos los tengo, los que no eran tan verdaderas se han ido”,  "saber quiénes son mis verdaderas amistades" (14 años),     con frecuencia, estos amigos según las gestantes, también esperan al bebé: “todos me defienden por eso son mis amigos”, “mi mejor amiga tiene hasta más ganas que yo de ver a mi bebé, nos quiere mucho”. Por otra parte, también encontramos gestantes que han observado cambios no optimistas en este entorno, así como conflictos dentro del grupo: “pues muy mal porque a ellos les da vergüenza salir a la calle conmigo y las tías que si estoy loca que si no sé qué, doy vergüenza”, “mis amigas están igual a lo mejor pueden estar más frías y todo y eso, de mí porque no puedo estar como ellas… ”, “si cambiaron porque decían que era niña hasta ellos tienen mi edad”, a menudo no se sienten comprendidas por sus amigos de siempre: “conseguí hace poco que una amiga no abortara y siguiera a delante con su embarazo, pero lamentablemente, tuvo un aborto y yo me quedé un par de meses después, pasó de mí y hablo por los grupos de madres”, “dejas de salir de bares y te vas quedando más sola en casa esa es la verdad”. La experiencia de soledad comienza a ser frecuente incluso en aquellas que disfrutaban de tener mejores amigas antes de la gestación: “mis amigos no mucho pero mi mejor amiga sí, porque ella ha perdido el contacto conmigo porque le doy pena o no sé”,  “ellos me apoyan aunque al principio les chocaba y me decían qué mala suerte o no pasa nada” reconocen que al ser las circunstancias diferentes a las de sus   528     amigos, se sienten de algún modo excluidas: “pues que todos están con carreras y yo no puedo salir, puedo seguir estudiando pero no igual, prefiero no hablar”. Las adolescentes que apenas han percibido grandes cambios expresan: “están igual conmigo”, “no observo cambios porque el embarazo es mío. Ellos nos apoyan y aunque somos jóvenes muchos también son padres como yo, es lo que hay”, a menudo los amigos también esperan o han esperado un hijo: “mis amigas no cambian”, “en mi barrio todo es lo mismo, la que he cambiado soy yo que no puedo hablar de las mismas cosas, solo puedo hablar de lo que pasa aquí en donde yo vivo”, “ tengo una mejor amiga y ella no cambiará conmigo o eso dice ahora”, para algunas gestantes, el embarazo no ha modificado la relación que mantenían con sus amigos: “mis amigos son para mí lo más importante después de mi madre”, “mis amistades, es que ellos no tienen por qué cambiar, si yo no cambio con ellos...”,“mis amigas pasan del tema, ya se lo toman como algo que me incumbe a mí”,  “mi amiga está a muerte y sé que puedo contar con ella”, “no les he dejado aunque no puedo hacer cosas en mi vida iguales o como las de otras chicas”, “el embarazo no tiene por qué cambiar mi forma de ser”, ”nada”, “mis amigos igual lo único que no puedo a lo mejor andar todo el día en la calle y hay que quitarse de eso más pero ya está”. Es evidente, que las adolescentes no pueden mantener ciertas rutinas y hábitos, que sí serán habituales en su núcleo de amigos. “Iba al colegio, montaba a caballo, iba de compras, viajaba por muchos sitios, antes era todo distinto” (16 años). Cambios más significativos observados en los progenitores. Cómo actúan, piensan y sienten Como plantea García Zabaleta (2004), la adolescencia es un periodo del ciclo vital familiar en el que se producirán modificaciones en las relaciones familiares que pueden implicar además cierto grado de estrés, “la familia se encuentra en un periodo de desafío”. Esta realidad tiene lugar por una parte, porque los padres tienen que responder al deseo de autonomía de sus hijos, y por otro, porque la familia debe mantener también cierto grado de cohesión o unidad. Las gestantes, además de observar cambios en ellas mismas, también identifican cambios en su entorno familiar más inmediato. Las respuestas que se obtienen de las entrevistas se han estructurado en función de cómo los padres se han adaptado a la nueva experiencia de embarazo. Las adolescentes que han percibido que sus padres han tenido que hacer frente a una situación difícil que se ha incrementado con su gestación expresan que: “están más   529     distantes, prefieren no decir nada. Saben que la cosa está mal ahora, pero yo no lo busqué y ya no tengo la culpa”, podemos inferir un sentimiento de culpa en las gestantes, y éste a menudo puede ser paralizante, pudiendo determinar la forma de regular la propia conducta: “ellos siempre querían que me casara muy tarde y todo eso… que fuera más responsable con mi vida sobretodo mi madre…”, “mis padres me respetan más pero mi padre se lo ha tomado fatal yo siempre era su niña”, los padres revelan cierta desilusión ante un embarazo inesperado: “mis padres están enfadados con mis tíos porque me hablaron mal”, “mis padres piensan en el dinero y el gasto”, “mi madre está fatal pero yo ya tenía mala relación antes del embarazo, creo que cuando nazca el bebé todo ese enfado se le pasará y se ilusionará, habla más del bebé que de mí”. “Mi padre dice que era pronto pero cuento con él”, algunos de ellos independientemente de su decepción, apoyan a sus hijas, ahora también pensando en sus nietos: “mi madre está más preocupada que yo por el bebé, me pega su agobio y yo no lo soporto más”, “mi padre le da un poco igual, me da charlas del embarazo y bueno, no queda más remedio que oír”, “mi madre lo ha pasado peor por mí, porque piensa que se me van muchas cosas”, “que están más estresados”. Al mismo tiempo, podemos observar cómo en algunos casos, el que las embarazadas sean adolescentes favorece el que los padres ofrezcan apoyo. Si bien, estos padres no dudan en mostrar que no se sienten preparados para presenciar cómo sus hijas se exponen a tal experiencia vital. Esto supone decepción en las gestantes y en ocasiones, incluso frustración: “mi padre esta últimamente mal porque tienen miedo que no lleguemos a final de mes, y piensa que tener un bebé es una ruina”, “mi madre me ayuda con todo y sale conmigo de tiendas, pero me controla muchísimo más que cuando no estaba embarazada, no se fía de mí”, “a mis padres les he decepcionado, saben que dependo de ellos y para ellos ha sido un baño de agua fría, dicen que me echo a perder yo solita”, “mi padre se enfureció pero no me culpó y aunque está separado de mi madre habló con ella y sé que a los dos les dolió”, “mi padre pasa de mí”, “también porque soy muy joven y ellos piensan que voy por la vida sin pensar en nada”, “mis padres me ignoran desde que tengo 15 años, y ahora más”, “mi padre se lo ha tomado mejor que mi madre, para ella ha sido un problema gordo, ella quería que estudiara “. En la muestra se identificó cómo en algunos casos se producía una actitud favorable al embarazo por parte de los padres de las gestantes: “están más blandos, parece que le gusta la idea de ser abuelos jóvenes”, “mi madre ha estado mucho tiempo rara que he visto que no me hacía caso porque estaban siempre trabajando y me llamaban de vez en cuando, pero cuando he sabido lo del bebé y el padre de mi niña se ha desentendido me he dado cuenta que en las malas están”. Algunos progenitores son además muy sensibles a las necesidades que ellas presentan: “se quedaron amargados pero luego ya lo aceptamos más o menos bien”, “mi padre está más preocupado que mi madre, me pasa eso desde hace 5 años”, “ellos están siempre viendo y preparando las cosas, ayudándome para que no me deprima y acompañándome a todos los sitios al instituto, a casa de mi amiga”, “mi padre no, pero mi madre siempre pendiente en todo momento y me dice que mi padre   530     también me habría apoyado como lo hizo cuando tuve 12 años pero ahora imposible”, “mi madre está más tiempo conmigo, mi padre no puede y ni quiere”. Parte de las madres de las gestantes comprenden la situación, dado que ellas han transitado por esta tipología de embarazo, e incluso a una edad menor que las de sus hijas: “mi madre está esperando a su nieto y no veas, se nota mucho porque habla con las vecinas, con sus tías y aunque al principio fue un poco incómodo ahora lo llevamos bien. Ella me tuvo cuando tenía 19 años”. En la muestra también predominan gestantes que no han percibido cambios en el entorno familiar: “ninguno, sólo que están más contentos”, “mi madre sigue igual que siempre, criticando cada cosa de mi vida, y mi padre ha decidido que él también quiere revivir su paternidad, con su pareja, con la que está desde que mis padres se divorciaron”, “igual”, “mis padres van a dejarme libertad pero si yo los necesito los voy a tener, parece egoísta pero es la verdad”, “vivo sola”, “yo a mi padre no lo tuve conmigo no teníamos relación pero mi madre ha sido todo para mí”, “mi padre y mi madre saben que es mi hija y no se meten, ni se alegran, ni les da pena de mí”  ","mi padre maltrató a mi madre y a mí y todo sigue igual" (14 años). “No es que yo no me crea capaz, porque aunque no lo creas siempre soñé con el momento de quedarme. Mi sueño de siempre ha sido ser madre. Pero quiero darle todo, lo mejor y pienso que no podré y que la voy a hacer sufrir”, “Estoy sola, mi madre casi ni me habla, discutí con mi novio y me dejó, yo no tengo padre ni a quién recurrir” (16 años). Cambios más significativos percibidos en el entorno académico. Cómo actúan, piensan y sienten. El entorno académico constituye un ejemplo de entorno social en el que la adolescente puede establecer relaciones afectivas además de recibir orientación y formación académica (Estupiñán-Aponte y Rodríguez-Barreto, 2009). Las gestantes son más reticentes a contestar preguntas sobre su entorno académico, y somos partícipes de que un gran número de ellas ha abandonado los estudios. Como resultado, reflejan una baja motivación a hablar del tema y perciben este entorno como problemático. Algunas gestantes parecen no desear pronunciarse respecto a este tema: “no entiendo no sé, yo dejé de estudiar”, otras han experimentado obstáculos en su incorporación a este entorno: “no me hablan a la cara, a mí me hablan bien, pero me consta que por detrás me   531     ponen verde”, “ en mi trabajo pues no les hace tanta gracia, trabajo en un bar de amigos míos pero no me van a echar por eso…”, “estoy trabajando porque hice un ciclo formativo que no he terminado pero con el bebé voy poco a poco”, “nada”, “en mi colegio dicen que cómo he podido descuidarme y tener tan mala suerte yo también lo pienso igual”, “la gente de allí no sé si está diferente conmigo porque falto mucho a clase o llego tarde”, “mis compañeros me miran raro me da igual”,” muchas sienten pena por el padre de mi hijo como si la culpa de tenerlo y de no abortar fuera mía o mía y de mis padres, ellos dicen que tenía que abortar pero luego en el barrio hay muchas que se quedan con 19 y 18 y por 3 o 4 años no tengo que abortar”, “pues ahora me quieren más desde que estoy embarazada no sé si es por pena”. En general, las gestantes no se encuentran bajo una situación normalizada en el centro educativo, se sienten en cierta medida, observadas y señaladas. La presencia aunque indirecta de los padres en el ámbito académico y laboral es evidente: “ellos quieren que estudie como siempre pero eso tampoco porque ahora tendré que prepararme para tener al bebé, y eso y me quita mucho tiempo”, “estaba trabajando los fines de semana en un pub y no iba a ningún colegio, mis padres pasaban de mí”, “no estudio”. Como hemos identificado, hay padres que no prestan atención a los estudios de sus hijas, mientras otros sí lo hacen y además desearían que continuasen estudiando. Algunas gestantes quieren posponer sus estudios e incluso abandonarlos: “no tengo entorno académico ahora, pero cuando termine el embarazo quiero ponerme con los estudios y empezar una carrera”, “en la universidad lo único que me dejan en sitios donde puedo ir al servicio mejor pero nada más, soy como cualquiera de los que está”, “yo tendría que estar haciendo un módulo pero con la barriga lo he dejado para otro momento”, “estudio hasta que pueda terminarlos”, “no voy a clases yo trabajo”, “nada lo dejé”, “no he vuelto a ir a clases”. La identificación de cambios optimistas en este entorno no es fácil para muchas de ellas, ya que el tema de los estudios, incluso antes de conocer su embarazo, era un tema tabú. Sin embargo, para otras gestantes el entorno académico no ha cambiado significativamente: “yo sigo estudiando igual y no noto cambio, a lo mejor algún día me tiene que cambiar la clase o algo o dejarme las preguntas que han dado pero cuando tengo consulta intento que sea por la tarde” ,“se han acostumbrado a verme así y mejor porque ya no lo paso mal”, “pues mis profesores me ayudan y me están ayudando mucho y si falto pues no están tan encima”, “mi entorno académico no cambia, yo estoy estudiando un ciclo formativo y vivo con unas compañeras y la gente me habla como si no estuviera embarazada no mencionan el tema”, “ninguno”. “Yo quiero estudiar veterinaria. Pero no creo que pueda ya. Pero yo me estoy planteando darla en adopción para que tenga un mejor futuro y sea feliz y tenga mejor vida.” (16 años).   532     ¿Te gustaría haber recibido orientación en tu instituto o centro académico/laboral? En lo que respecta a si les hubiera gustado recibir orientación académica en su centro académico regular, las respuestas reflejan cierta indiferencia y rechazo. Una parte de las adolescentes expresa cierto interés por recibir asesoramiento u orientación en su entorno académico, dada su situación: “sí, un poco, que me digan o me pregunten si la gente me mira mal, porque a nadie le interesa escucharme”, “sí, yo ya contaba con el apoyo de mis padres, pero sí me hubiera gustado que me ayudaran por ejemplo a que muchos no me criticasen. Igual que cuando viene alguien de fuera y se siente marginado pues yo a veces me siento así”, “sí que me hablaran más del tema del bebé pero me dijeron que había que tener cuidado de que otras chicas no me vean y quieran hacer lo mismo”, “sí pero como mi madre me apoya no me importa”. En muchas de estas reacciones identificamos un entorno académico que a juzgar por las propias gestantes, no apuesta por la inclusión de las mismas. Negarse a recibir un apoyo de ese tipo, también constituye una realidad en nuestra muestra, siendo el embarazo considerado una experiencia íntima, personal y en todo caso familiar, que les incumbe a ellas y a sus familias en exclusividad: “pues no sé, qué orientación, me dieron cursos de educación sexual”, “no”, “no la verdad”, “pues no sé, en qué pueden decirme o charla, porque a mí me las da mi ginecólogo”, “noo” porque ya soy mayorcita”, “noo”, “estoy en la universidad cuando iba al instituto si me dieron educación sexual esto ha sido por un desliz mío”, “no”, “no ya soy adulta”, “recibí orientación sobre el aborto y eso pero ya está y que si tenía un problema podía contar con ellos”. Ante el rechazo a recibir formación en este entorno, las gestantes alegan no tener por qué recibir ningún asesoramiento: “no porque ya soy mayor de edad y yo decido lo que hago con mi vida”, “no, porque es asunto mío y si hay cosas que no sé, mi familia me apoya”, “pues no porque ya he acabado instituto”, “no”, “no, porque mis padres me han orientado bien”, “no me la han dado no la echado en falta”, “no porque yo ya me entero de las cosas con mi matrona que me conoce mucho, no porque es una cosa mía”. Aunque no en gran número, en la muestra hallamos gestantes que sí recibieron educación sexual en el instituto: “la he recibido y se han portado muy bien”, “la recibí, pero quería ser madre joven, orientación sobre el embarazo no, porque nos dieron charlas de sexología en instituto”, “he recibido orientación en mi colegio y me hubiera gustado que me apoyaran más sinceramente”.   533     El hecho de que las gestantes no sean conscientes de la importancia de esta orientación en el instituto o no la deseen, e incluso la obvien, pone de relieve la necesidad de trabajar directa o indirectamente en este ámbito. “Mientras mis compañeras del colegio empezaban a hacer cosas yo tenía pánico” (16 años). Comunicación madre e hijo durante la gestación. Muchas gestantes coinciden en afirmar que percibieron los primeros movimientos del bebé a partir de los cuatro primeros meses y reconocen poder expresarles cariño a través del tacto o la voz. A continuación se exponen algunas de las respuestas que mantienen las gestantes en los primeros contactos que se producen durante los primeros meses de embarazo: “yo le acaricio mucho y siento que se mueve”  “sí mucho porque es muy grande y nacerá con mucho peso”, “sí, aunque aún es pronto pero es como si pudiera escuchar el corazón como una sensación rara”,  “sí le hablo y le pongo música”, “sí porque se mueve”, “sí me da patadas, me hace vibrar la barriga yo la hablo y acaricio y creo que lo entiende”, “sí y además desde los primeros meses es una niña y muy guerrera como yo”, “sí mucho y le hablo todos los días, mi novio y yo le ponemos música y en el coche se mueve”, “sentimos que aunque somos dos es como si fuéramos uno, no quiero que salga de mí”, “me comunico con ella acariciándola”, “nos comunicamos yo le hablo y él se mueve y yo puedo sentir que me quiere, esto podría durar siempre”, “si, a veces me da patadas”, “si pero no se mueve mucho todavía, mi ginecólogo dice que es pronto y tengo ganas de que se mueva más”. Una gestante percibe el movimiento como algo incómodo:  “me resulta un poco difícil encajarnos”, “no digo que no lo quiera, pero a veces me incomoda en el día a día con lo que se mueve”. A partir de la séptima semana existen señales de sensibilidad en el bebé y progresivamente irá adquiriendo mayor sensibilidad al tacto. Las gestantes en función del momento del mes de gestación en el que se sitúen, percibirán mejor o peor los movimientos del bebé: “sí nos comunicamos aunque él no me puede responder, yo le hablo”, “la siento a veces y eso me preocupa pero de vez en cuando sí que se mueve, me han dicho que es pronto y es normal”, “bueno él se mueve pero le noto yo a él, él no sabe ni busca decirme algo pero yo sí le digo cosas que aunque no se entera yo creo que él se da cuenta de que la quiero”, “si estás enfadada te duele la barriga chillando mueve mucho y dormida te relajas se acomoda, y ella te escucha mucho”, ”cuando entro en sitio con música le gusta”. Es posible que las gestantes aún no perciban los movimientos del bebé, y que experimenten únicamente leves sensaciones.   534     Los movimientos del bebé permiten a la gestante experimentar felicidad: “lo que siento me hace sentir bien, cuando se mueve o cuando escucha mi voz y la siento dentro”, “aún es pronto” y además, anticipar el rol materno. Para otras adolescentes, sin embargo, estos movimientos les generan angustia: “sí, pero a veces me angustia porque pienso que puede que lo haga mal”. “Sentir dos corazones dentro de ti y poder sentir movimientos en tu barriga y sentir a tu bebé” (16 años). Temores, ansiedades y estrés ¿Cuál es tu miedo más intenso durante el embarazo? Los miedos descritos y experimentados con mayor intensidad durante el embarazo fueron: el miedo a experimentar dolor en el parto, a que algo inesperado pudiera acontecer al bebé, o que les suceda a ambos algo perjudicial para la salud. Se puede evidenciar cierto miedo a la soledad: “a que me quede sola”, "me da miedo que mi novio me deje como ya lo ha hecho quinientas veces”, “Cuando mi novio me amenazó que si le dejaba, también dejaría a mi hijo, que nos abandonaría a los dos”, ”a sentirme que no pueda ya ser yo misma”, “a que esté sin el apoyo de mi madre porque con mi padre ya no cuento”, “quedarme sin apoyo y que tuviera que buscarme la vida sin ayuda de nadie, ahora con la crisis me agobia mucho me dan miedo las contracciones y el quirófano”, “a que mi novio se enamore de otra y quedarme sola con el bebé”, ”a que me quede sola sin dinero y no lo pueda mantener”. Estas adolescentes que experimentan miedo a sentirse solas reflejan una escasa confianza en sus capacidades personales para afrontar el embarazo y se sienten inseguras respecto a las personas que conviven con ellas, y presentan además, miedo a ser traicionadas o ignoradas. Las gestantes tienen que aprender progresivamente a ser más autónomas. En esta línea, además del miedo a la soledad, inferimos cierto miedo a que a les pueda suceder algo a su futuro hijo: “perder a mi bebé”, “el miedo más intenso es a que le pase algo, a mí no tengo miedo de que me pase nada”, “a no saber si va a tener enfermedades en el cerebro o en otra parte”, “mi miedo más fuerte es el pensar que el bebé pueda salir con una enfermedad”. Estos miedos descritos son los más frecuentes y se presentan en gestantes de todas las edades. Uno de los miedo más frecuentes es el miedo al parto: “al parto”, “a que pase un dolor que no pueda calmarme”, “a que me pase algo grave, que pierda mucha sangre, que me duela muchísimo”, “a perder el bebé cuando esté de parto”, “a que la niña tenga cualquier problema”, ”a que el parto no sea como espero”, “miedo a que todo no termine como me han preparado, a que mis padres me den de lado como me pasa siempre y me quede sola con la niña, me da miedo no poder mantenerla y me da miedo no ser la buena madre que quiero ser”, “mi miedo más intenso es no poder ser la misma de siempre y que el parto no sea fácil”, “que tenga problemas en el parto, con el bebé”, “miedo a no saber,   535     o a que el niño salga mal”   ,   "el parto y las contracciones" (14 años). A menudo este miedo subyace al desconocimiento de información sobre el tema o puede tener origen en el miedo intrínseco y normal que las mujeres suelen experimentar cuando se aproxima el momento del nacimiento de su bebé. Si bien, es útil conocer si este miedo procede de la imagen transmitida por una persona significativa. El miedo más intenso para otra parte de la muestra, es el que hace referencia al miedo a crecer, a madurar antes de tiempo y a dejar cosas en el camino que ellas estiman que no podrán disfrutar: “miedo a que no pueda ser joven después y me pierda cosas que sí viven mis amigas”. ¿Te sientes triste cuando algo sucede inesperadamente? ¿Tensa y nerviosa? Una parte de las gestantes de la muestra niega experimentar tristeza cuando algo sucede inesperadamente. Sin embargo, otra parte de la muestra declara que ello depende de lo que esté aconteciendo y de su estado anímico en ese momento. Las gestantes que afirman sentirse tensas y nerviosas cuando algo sucede inesperadamente manifiestan: “sí porque me gusta que las cosas estén controladas, como mi mis cosas, mis amigos, y si no me pongo muy nerviosa sí”, “sí” “sí, cuando sucedió el embarazo me puse tensa y nerviosa porque era lo menos me podía pensar que me pasase a mí“, “sí luego se me pasa cuando pienso en lo que será cuando la tenga en brazos”, “sí como todo el mundo”, ”sí aunque ya cada vez con los palos vas aprendiendo a remontarlo y te haces de piedra”, ”sí porque me gusta saber lo que va a pasar”, “sí, casi por instinto”, “sí cuando pienso en que le pueda pasar algo al bebe el corazón me estalla”, “sí, si hay algo que no estaba en mis planes me pongo nerviosa y no me aguanta ni mi chico”, “si siento que todo va muy mal cuando me entran las paranoias de que no voy a poder ser madre, pero mi madre me va ayudar mucho a diferencia de mi padre”, “cuando supe que sería madre, me sentí tensa y nerviosa y también histérica y todo exagerado”, “mucho” (14 años).  Experimentar agitación, temblores, miedos y/o tensión ante el embarazo es común, más aún en las adolescentes de corta edad; si bien, su excesiva manifestación o la imposibilidad de realizar actividades cotidianas, supondría un problema mayor y no tan común como el que se describe. Simultáneamente podemos encontrar gestantes que experimentan tensión o nervios diferentes: “si no es bueno, me pongo triste”, “no me gustan las cosas que no se planean, pero no me siento siempre tensa y nerviosa, me siento bien, estar embarazada no es tan malo como lo critican…”.   536     El conocimiento de estas causas que conducen a las adolescentes a alcanzar mayor índice de tensión, nos ayuda a saber cómo reducirla y que ésta no implique consecuencias desfavorables en el bebé. ¿Te has sentido incapaz de controlar las cosas más importantes de la vida? ¿Por qué? Algunas gestantes de la muestra se han sentido capaces de controlar las cosas más importantes de sus vidas, se ven por tanto, capaces de afrontar las dificultades que se les presentan: “no”, “las más importantes no, pero lo del embarazo si sentí que no podía controlar”, “no”, “a veces lo conseguí pero otras no”, “no , creo que soy capaz de controlar y no dejo que las cosas que no son importantes me afecten”, “no, mi padre tenía problema con el alcohol y eso era difícil controlar, mi abuelo tuvo cáncer y tampoco se controlaba. Las cosas más importantes son difíciles de controlar”, “no creo me siento capaz”, “si voy controlando las cosas”, “si no lo sé siempre me ocurre”, “no sé porque creo que algunas si y otras no, depende de lo que era importante en ese momento. Hay veces que porque no controlas una cosa eso es importante para ti”. A menudo esta competencia puede tener origen, como afirman Whitehead (2009) y Jutte et al. (2010), en el gran número de adolescentes que afrontan una gestación siendo hijas de madres adolescentes, como es en nuestro caso. Para las hijas, el ser madres en un futuro próximo no constituiría tanto un estigma; es probable además, como indicaron Creatsas et al. (2009) que la hija se sienta más segura y con mayor competencia en su embarazo, en comparación a otras adolescentes embarazadas de su edad. En la muestra, sin embargo, también identificamos adolescentes que sí se sienten incapaces de afrontar las dificultades que surgen en el día a día de su gestación: ”sí”, sí porque muchas veces en casa he tenido problemas que no he podido controlar y mi padre pasa olímpicamente de mí”, “sí porque hay gente que tiene la vida más fácil que yo”, “sí, porque esto me ha pasado y ya no lo he controlado pero creo que en un futuro controlaré mejor”, “sí muchas veces”, “a veces sí pero en la vida es difícil controlarlo todo”, “sí he podido controlar las cosas pero hay cosas en la vida que no puedes pararlas y no puedes agobiarte por eso”, “sí porque ser muy floja, no sé”, “sí, por ejemplo no puedo evitar que mi madre lo pasara mal con la separación cuando mi padre se fue con otra, tampoco el embarazo ya lo he podido controlar y volver para atrás en el tiempo…”, ”sí siempre me ha pasado”, “sí porque siempre las cosas más duras son las que no he podido hacer nada”, “sí muchas veces porque todo era rápido”, “si, menos lo del bebe”, “sí porque a lo mejor no era lo bastante madura para ello”, “no que más o que menos puedas hacer nada con los problemas que me van apareciendo”, “sí porque era una sensación rara”, “las más importantes creo que las controlo pero no controlé no quedarme embarazada”, ”no, siempre lo había tenido todo bajo control”  ","porque soy una inútil” (14 años). En ocasiones, las creencias que poseen sobre el embarazo o maternidad no son   537     exhibidas, no suelen verbalizar cómo se sienten, lo que les preocupa y ello les genera cierta inseguridad. ¿Has experimentado que no podías con todas las cosas que debieras? ¿Puedes controlar tu irritación? ¿Te sientes harta de todo? El contexto sociocultural de la adolescente, y específicamente la ayuda que la familia pueda proporcionar durante el embarazo, así como la forma en la que la familia fomenta la adquisición de la responsabilidad de ser madre, son dignos de recibir la atención que precisan (Szigethy y Ruíz, 2001; Rosengard et al., 2006; Álvarez et al., 2012) pues jugarán un papel importante en el optimismo de las adolescentes. Las gestantes han experimentado alguna vez que no podían con las cosas que tenían que lidiar, si bien, son adolescentes optimistas: “sí, pero de todo no me canso porque mi hermana me apoya y tengo a otras personas que hacen que me sienta normal”, “más o menos sí aunque si me hacen daño pues me irrito como cualquier persona”, “es mi madre la que me ayuda porque vive conmigo y hace que esté bien”, “no es que no tengo problema”, “si muchas veces, pero puedo controlar mi irritación cuando es algo que no me duele mucho, si me toca mucho sí”, “sí cuando estoy harta de todo mis padres están conmigo y mi pareja”, “puedo controlar mi irritación cambiando de tema o salgo y tomo el aire, he aprendido a ser capaz de solucionar las cosas yo y mis problemas”, “si pero eso creo que le pasa a todo el mundo”. En esta línea, Langer (1983) exponía que “en la medida que progresa la gestante, una puede llegar a aceptar su responsabilidad por lo que se hace a sí misma” (p.48). Por otra parte, otras gestantes de la muestra sostienen que no pueden afrontar todas las cosas que debieran: “sí lo he experimentado y a veces no controlo mi irritación”, “sí muchas veces, “a veces no controlo mi genio y mi novio aguanta, pero es porque a veces me superan las cosas”, “cuando no me entienden lo que quiero decir como mi padre empeñado con los estudios”, “si muy harta de que no se pongan en mi situación para todo el mundo esto es fácil y todo lo llevarían mejor que yo”,, “sí, demasiado a menudo estoy derrumbada” ,“unas veces sí puedo y otras veces es imposible”, “muchos días me canso de que me critiquen mis vecinas y cuñadas sin conocerme solo por estar embarazada, te juzgan como si fueras una fresca”, “no” “cuando algo no es normal o la gente no hace lo que tendría que hacer”, “sí he podido controlar las cosas que debía y mi rabia, y gracias a la niña que hace que sea más responsable y más calmada”, “sí muchas veces no podía con ellas pero sí puedo controlar la irritación”. Algunas adolescentes con embarazos no planificados experimentan no poder afrontar la adversidad y la responsabilidad ante el nuevo ser, exhibiendo una actitud de pasividad y resignación ante un futuro incierto. En esos casos, los futuros abuelos o personas de su entorno se perciben fundamentales.   538     En otros casos, podemos inferir lo complicado que será para la gestante poder controlar la irritación: "Estoy sumamente harta de todo desde el primer mes pero es culpa mía y lo tengo que soportar", "todos los días” (14 años).                                     539                             540        Anexo III CUESTIONARIO  AUTOEVALUACIÓN  PRENATAL  (Armengol  et  al.  2007)   Las siguientes afirmaciones están realizadas con la intención de que te muestres tal y como eres. Lee detenidamente cada una de las siguientes afirmaciones y escoge la respuesta que mejor describa tus sentimientos, tu manera de actuar, de ver las cosas. En la columna de la derecha, escribe A, B, C, D, correspondiente teniendo en cuenta que: A = Mucho B = Con frecuencia C = A veces D = Nunca 1. El momento en el que me he quedado embarazada es en general un buen momento 2. Las molestias del embarazo puedo hacerlas frente sin problemas 3. Mi pareja y yo hablamos con frecuencia del bebé que esperamos( si no tienes pareja deja esta casilla blanco) 4. Cuando estoy muy nerviosa y alterada mi pareja me apoya ( si no tienes pareja deja esta casilla blanco) 5. Confío en el parto se producirá sin problemas y con normalidad 6. Mi madre está ilusionada con el bebé que espero 7. Me preocupa que el bebé pueda tener alguna enfermedad o problemas físicos o mentales 8. Soy pesimista, me pongo en lo peor cuando me duele algo 9. Mi madre está contenta con mi embarazo 10. Mi madre me da buenos consejos 11. A pareja le gusta hablar conmigo sobre el embarazo( si no tienes pareja déjala sin contestar) 12. Estoy bien informada de lo que me espera en el parto 13. Sé lo que debo hacer cuando tenga contracciones 14. No me cuesta hablar con mi madre sobre mis problemas 15. Como pareja nos comunicamos muy bien entre nosotros (los problemas, dificultades) 16. No dejo de pensar en los problemas que el bebé pueda tener 17. Mi madre ya espera a su nieto 18. Me preocupa que el parto se alargue más de lo normal y eso le afecte al bebé 19. Mi marido o novio me ayuda en casa cuando lo necesito ( si no tienes pareja deja esta casilla blanco) 20. Puedo contar con el soporte de mi marido o novio durante el parto ( puedes dejarla en blanco) 21. Tengo miedo a que puedan hacerme daño en el parto 22. Cuando mi madre y yo estamos juntas, discutimos a menudo 23. Estoy preparada para el parto 24. Sé de cosas que pueden ayudarme durante el parto 25. Me angustian las posibles complicaciones del parto 26. Pienso que podré resistir las incomodidades del parto 27.En el momento de tomar decisiones, mi marido siempre nos ponemos de acuerdo (dejarla en blanco) 28. Mi madre me da ánimos cuando dudo sobre mí misma 29. Me siento bien informada sobre el parto 30. Me preocupa que algo pueda ir mal en el parto 31. Me cuesta aceptar este embarazo 32. Mi madre me anima a que haga las cosas a mi manera 33. Hasta el momento, éste ha sido un embarazo fácil 34. Ojalá no estuviera embarazada 35. Tengo miedo de perder el bebé durante el parto 36. Mi madre critica mis decisiones 37. No puedo dejar de pensar en los problemas que pueden surgir en el parto 38. Puedo contar con mi marido o novio para compartir el cuidado del bebé hasta que haya nacido (en blanco) 39. Ya siento afecto por el bebé 40. Creo que puedo ser una buena madre 41. Tengo la sensación de que disfrutaré del bebé 42. Estoy feliz con este embarazo   541       542     Anexo IV CUESTIONARIO  DE  VALORACIÓN  DEL  MATRIMONIO  DE  SUS  PADRES  Y   AFECTO  RECIBIDO  EN  LA  INFANCIA    (VALLEJO,  1998)   Las siguientes afirmaciones están realizadas con la intención de que valores el matrimonio de sus padres y el afecto recibido por ellos en tu infancia. Lee detenidamente cada una de las siguientes afirmaciones y escoge la respuesta que mejor describa tu manera de ver las cosas. En la columna de la derecha, escribe A, B, C, D o E.  Escribe A, B, C, D, E correspondiente teniendo en cuenta que: A = Sí, muy a menudo B = Sí, a menudo C = A veces D = Raramente E= Nunca ÍTEM  1:  ¿Discutían  de  forma  exagerada  tus  padres?       ÍTEM  2:  ¿Confiaba  uno  en  el  otro?         ÍTEM  3:  ¿Tus  padres  pasaban  mucho  tiempo  juntos?         ÍTEM   4:   ¿Recuerdas   manifestaciones   de   cariño   (se   decían   que   se     querían  se  besaban)?       ÍTEM  5:  ¿Cómo  calificarías  el  matrimonio  de  tus  padres?       ÍTEM  6:  Podía  confiar  fácilmente  en  ellos       ÍTEM  7:  Me  pegaban  aunque  no  lo  mereciera       ÍTEM  8:  Me  prestaban  muy  poca  atención       ÍTEM  9:  Decían  cosas  agradables  de  mi       ÍTEM  10  Disfrutaban  teniéndome  cerca  de  ellos       ÍTEM  11  Eran  excesivamente  protectores  conmigo       ÍTEM  12  Me  veían  como  una  carga       ÍTEM  13  Hacían  que  me  sintiera  querida  y  deseada       ÍTEM   14   Hacían   que   me   sintiera   que   lo   que   yo   hacía   eran   cosas     importantes     ÍTEM  15.  Hacían  que  me  avergonzara  de  mi  misma  cuando  hacía  algo     mal     543       544     Anexo V CUESTIONARIO  RASGOS  EMOCIONALES  DE  PERSONALIDAD  (VALLEJO,  1998)   Las siguientes afirmaciones están realizadas con la intención de que valores aspectos de tu personalidad. Lee detenidamente cada una de las siguientes afirmaciones y en función de cómo te sientes y cómo te ves, escoge la respuesta que mejor te describa y se acerque a tu forma de ser y sentir. En la columna de la derecha puedes contestar: cierto, a medias o falso. A  menudo  me  siento  tensa  y  nerviosa           Raramente  siento  temores  o  ansiedades           Por  regla  general,  me  asusto  por  cualquier  cosa           A  menudo  temo  cosas  que  podrían  ser  malas           Algunas  veces  se  me  ocurren  ideas  espantosas           Rara  vez  tengo  temores  por  el  futuro           Soy  menos  temerosa  que  mucha  gente           Algunas  veces  me  siento  completamente  inútil           Algunas  veces  me  siento  muy  culpable           Suelo  culparme  por  las  cosas  negativas  que  me  ocurren           Soy  muy  impulsiva           Raras  veces  me  siento  sola  o  deprimida           Cuando  las  cosas  me  salen  mal,  me  desanimo  con  frecuencia           Raras  veces  me  pongo  triste           Soy  una  persona  sin  cambios  de  carácter           A  menudo  me  enfado  por  cómo  me  trata  la  gente           No  soy  una  persona  desconfiada           Por  lo  general,  soy  violenta  y  destemplada           Suelo  conseguir  las  cosas  "  por  la  tremenda"           Prefiero  llegar  a  un  acuerdo  que  enfrentarme  abiertamente  con  la  gente         Me  entiendo  bien  con  la  gente  con  la  que  trabajo           Hay  personas  a  las  que  realmente  odio           Nunca  he  saltado  de  alegría           Algunas  veces  he  sentido  una  inmensa  alegría           Hay  momentos,  en  los  que  cuando  me  siento  avergonzada,  me  gustaría  "esconderme"         No  me  considero  una  persona  especialmente  cariñosa           Soy  una  persona  muy  idealista           Raras  veces  empleo  la  palabra  "fantástico"  o  "  sensacional"           Suelo  reír  con  facilidad           Realmente  caigo  mejor  a  la  gente  de  lo  que  yo  creo           No  disfruto  mucho  hablando  con  la  gente           Puedo  conversar  fácilmente  con  personas  con  las  que  acabo  de  conocer         Establezco  una  intensa  relación  afectiva  con  mi  amigos           Me   entrego   en   cuerpo   y   alma   a   las   personas   con   las   que   trabajo   o   se   relaciona         conmigo   Siento  que  he  decepcionado  a  las  personas  que  confiaban  en  mí           Creo    realmente  que  la  vida  no  merece  la  pena           Me  suelen  aparecer  ideas  malas  en  la  cabeza           Últimamente  he  perdido  el  interés  por  las  cosas  que  me  ilusionaban           Tengo  dificultad  para  concentrarme  en  lo  que  hago           A  veces  creo  que  voy  a  "estallar"           Tengo  sueños  tan  malos  que  me  levanto  agotada           No  me  considero  especialmente  cariñosa             545       546     Anexo VI PROGRAMA DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN LA GESTACIÓN ADOLESCENTE: “IDENTIFICACIÓN CON EL ROL MATERNO”   547         PROGRAMA DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN LA GESTACIÓN ADOLESCENTE “IDENTIFICACIÓN CON EL ROL MATERNO”       2     ÍNDICE INTRODUCCIÓN……………………………………………………….............................Pág . 4 RESUMEN………………………………………………………………………………………........Pág. 5 OBJETIVOS GENERALES .……………………….………………………………………..……….Pág. 5 JUSTIFICACIÓN…………………………………..……..………......................................................Pág. 6 1. DATOS BÁSICOS DEL PROGRAMA……...............................................................Pág. 7 ¿CÓMO SURGE LA IDEA? …………………………………………………….…………………...Pág. 7 ¿EN QUÉ CONSISTE EL PROGRAMA?........................................................................................... Pág. 7 INTEGRANTES....................................................................................................................................Pág. 8 SOSTENIBILIDAD DE LA INTERVENCIÓN………..………………………..…………………...Pág. 8 2. CONTEXTUALIZACIÓN DEL PROGRAMA……..................................................Pág. 8 CONTEXTO DE DESARROLLO …………………………………………………………………...Pág. 8 PLANIFICACIÓN DE NECESIDADES…………..………………………………………………....Pág. 9 RESPONSABLES Y TAREAS……………………………………………………………………….Pág. 9 ¿QUÉ OFRECEMOS? …………………………….………………………………………………...Pág. 11 VENTAJA COMPETITIVA………………………………………………………………………...Pág. 11 COLABORADORES………………………………………………………………………………..Pág. 12 ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN……………………………………………………………Pág. 12 3. PLAN DE RECURSOS……………………………………………….............................Pág. 12 RECURSOS MATERIALES………………………………………………………..……………….Pág. 12 4. DISEÑO DE ESTRUCTURA DEL PROGRAMA……........................................Pág. 13 OBJETIVOS ESPECÍFICOS………………………………………………………………………...Pág. 13 CONTENIDOS………………………………………………………………………………………Pág. 14   3     METODOLOGÍA Y ESTRATEGIAS………………………………………………………………Pág. 23 EVALUACIÓN……………………………………………………………………………………...Pág. 23 5. PUESTA EN MARCHA……............................................................................................Pág. 25 TEMPORALIZACIÓN…………………………………………………………………..…………..Pág. 25 TAREAS A REALIZAR PARA LA APERTURA………………………………….………………Pág. 25 6. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………...Pág. 26 ANEXO PLAN DE ACCIÓN………………………………………………………......Pág. 27   4     DISEÑO DE UN PROGRAMA DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN LA GESTACIÓN ADOLESCENTE “IDENTIFICACIÓN CON EL ROL MATERNO” INTRODUCCIÓN El diseño de este “Programa de intervención psicosocial en la gestación adolescente: Identificación con el rol materno” surge a raíz de la elaboración de la Tesis Doctoral: “Adaptación psicosocial al proceso gestacional en la adolescencia. Un programa de intervención”. El programa que a continuación se presenta, está diseñado para ser efectuado con adolescentes gestantes, se trata de un programa que propone como reto fundamental: “anticipar la identificación de la adolescente con el rol materno antes del nacimiento de su bebé, preparándola así, para una maternidad positiva, responsable y regulada”. Es un programa totalmente abierto y flexible, no está estrictamente definido, dado que las gestantes destinatarias van a ser las que manifiesten y orienten hacia dónde queremos dirigirnos y por qué, en función de sus propias necesidades. La gestación en la adolescencia constituye un fenómeno que merece especial atención y en él se subraya cierta vulnerabilidad que puede manifestarse desde un punto de vista psicosocial. Son múltiples los factores que pueden mediar en esa gestación “vulnerable”, y por tanto, son numerosas las cuestiones que pueden acometerse desde un plano psicosocial. En este programa, no sólo la “individualidad” de la gestante será objeto de estudio e intervención, sino al mismo tiempo, el contexto social de apoyo en el que ésta se implique, pues este contexto va a condicionar su vida maternal. En este sentido, la repercusión del programa, también se extenderá indirectamente al contexto de la gestante a través de reuniones de formación en grupo. En estas reuniones las gestantes podrán ir comprendiendo la importancia de mantener relaciones afectivas óptimas familiares o sociales para el desarrollo del bebé que esperan. De este modo, las adolescentes aprenderán a identificar y reconocer que tal vez, precisan apoyo y/o formación, y que pueden ejercer una maternidad óptima si aprenden y “comprenden” el mejor modo de hacerlo. Con nuestro programa proponemos ofrecer una atención psicosocial complementaria al apoyo obstétrico que reciben de tipo sanitario. De esa forma, autores como Cohen, Lisles, Williams, Brunsdon, y Batstone (2011) consideran que podremos lograr maximizar el bienestar y desarrollo de la gestante. Abordamos pues, una intervención que podemos estructurar en dos ejes “individualidad de la gestante”, y “grupo de adolescentes gestantes”. Esto requiere que actuemos desde la prevención y la intervención, pues interviniendo con ellas directamente, también contribuiremos a que interactúen positivamente en el grupo. A ese grupo de embarazadas proporcionaremos facilidades que les posibiliten identificar las potencialidades y debilidades personales. Siendo   5     siempre “ellas”, las protagonistas verdaderas a la hora de responder de forma óptima a sus necesidades. Resumen Este programa pretende lograr que las gestantes adolescentes extremeñas, especialmente las menores de edad, encuentren en el programa un lugar de encuentro donde poder compartir experiencias con “sus iguales” y recibir apoyo y acompañamiento en su preparación para la maternidad. Las razones que subyacen a las dificultades que pueden presentar y que dan sentido a nuestra intervención, son de carácter social, económico y cultural. En Extremadura es imprescindible una intervención psicosocial de tal especificidad y, además, en este sector concreto de población será vital la repercusión social del mismo, pues no sólo se va a reflejar positivamente y exclusivamente en las gestantes, sino también en los núcleos familiares y sociales en los que éstas se inserten, e indirectamente también, en la sociedad extremeña y en sus generaciones venideras. Objetivos generales Los objetivos de dicho programa se exponen a continuación en función del plazo de tiempo en el que se espera que se alcancen óptimos resultados. Objetivos a largo plazo: Ø Lograr disminuir la tasa de embarazos entre adolescentes extremeñas mediante la difusión de información relativa a “embarazos no deseados” y a “educación sexual adolescente”, así como a través de la difusión del programa y sus objetivos en redes sociales. Ø Mejorar la formación en materia de maternidad de las futuras madres adolescentes extremeñas que participen en el programa. Ø Mejorar la calidad de vida de las futuras madres participantes. Objetivos a medio plazo: 1. Favorecer la adaptación a la maternidad de las adolescentes que participen en el programa, mediante la puesta en práctica de hábitos de salud positivos, necesarios y efectivos. 2. Promover educación sexual entre adolescentes extremeños con el objetivo de prevenir embarazos no deseados (a través de institutos, centros de ocio, centros juveniles...). Objetivo a corto plazo: 1. Organizar grupos interactivos entre las gestantes extremeñas asistentes al programa, donde puedan ir anticipando el rol materno e ir compartiendo experiencias y consejos de forma orientada por los profesionales responsables del mismo.   6     Justificación Este programa diseñado se podría incluir dentro un proyecto más general, que podría enfocarse desde una actuación dirigida a la mujer. Denise Foley y Eileen Nechas fueron mujeres que en los años 90, dedicaron su tiempo y esfuerzo a recopilar información sobre problemas y dificultades que impregnaban la vida de gestantes de diferentes edades. Planteamos pues, al igual que estas autoras en sus publicaciones, la necesidad de ofrecer una visión optimista sobre la adaptación a la maternidad, ya que somos conscientes de que no se atisba como un camino sencillo. Envuelto en una gran controversia, acometer teóricamente este tema, constituye al mismo tiempo, un verdadero reto, no es desdeñable, partir de un hecho “optimista” como es que un entorno deficitario no tiene por qué desembocar en una maternidad deficitaria. Este programa puede ser incluido dentro de un proyecto más general, donde no sólo la gestante sea objeto de intervención durante su embarazo, sino también ella misma durante el comienzo de su maternidad. Este programa, si bien, está dirigido específicamente a gestantes, y su finalidad es que éstas descubran por sí mismas la importancia de mantener relaciones afectivas óptimas familiares o sociales para su propio futuro, pero también para el desarrollo óptimo del bebé que espera. En los últimos años, hemos sido testigos de las trasformaciones que están aconteciendo en nuestra sociedad y dentro de las estructuras familiares, las cuales van generando nuevas necesidades y planteando nuevos retos. La mujer va adoptando cada vez mayores roles, imponiéndose en los diferentes ámbitos y desencadenando simultáneamente, nuevas relaciones con el contexto social. A menudo, esa identificación con el rol materno es la que más contribuye a que las gestantes puedan adaptarse a su maternidad. Hemos considerado en este programa partir de una “debilidad” pero también de una “fortaleza”, para poder así, acompañar a la gestante psicológicamente y socialmente durante el periodo prenatal. Nuestra intención es proporcionar una atención adaptada a su etapa adolescente, a su lenguaje, a su interés y a sus motivaciones. 1. DATOS BÁSICOS DEL PROGRAMA ¿Cómo surge la idea? La idea de diseñar este tipo de programa surgió a raíz del proceso de elaboración de la Tesis Doctoral:   “Adaptación psicosocial al proceso gestacional en la adolescencia. Un programa de intervención”. A través de su marco empírico, se da a conocer la realidad de algunas adolescentes españolas y su necesidad de encontrar motivaciones que les posibiliten alcanzar una maternidad más responsable y por qué no, un futuro más próspero.   7     ¿En qué consiste el programa? El programa presenta un carácter marcadamente social, se trata de “ganar” habilidades y competencias personales para que estas adolescentes puedan proporcionar una educación más óptima y responsable a sus hijos. Estos objetivos pueden lograrse mediante reuniones grupales, en las cuales las gestantes podrán ir anticipando el rol materno durante su embarazo. Con este programa plantemos los siguientes retos: - Facilitar el afrontamiento con éxito de las dificultades propias de su iembarazo mediante terapias de grupo o “grupos interactivos” con el fin de poner en práctica hábitos óptimos de salud psicosocial que podrán repercutir en una correcta identificación con el rol materno y en el desarrollo positivo del bebé que esperan. - Promover una maternidad regulada a través de la educación sexual, evitando nuevos embarazos no deseados y promoviendo una maternidad responsable. La gestación adolescente constituye un proceso que implica a la adolescente y al entorno; como afirmaban Dana y Marion (1983), toda gestación no es un acontecimiento aislado o independiente de la voluntad de la mujer, sino “una empresa que hemos de dirigir” (Dana y Marion, 1983; p.21). En asociaciones, fundaciones sin ánimo de lucro y otros sistemas de referencia social, los futuros padres adolescentes pueden hallar un punto de apoyo. Si bien, aún se necesita un seguimiento de carácter psicosocial más profundo y específico para este perfil de gestantes. Es un tema que a menudo, genera cierta complejidad pero enorme interés, dado que una intervención a tiempo con la futura madre va a repercutir en el óptimo desarrollo del futuro niño que espera. Tampoco obviamos el hecho de que “de cada diez embarazos, uno puede ser complicado” (Dana y Marion, 1983). Es a menudo, como apuntan las autoras, la propia lucha psicológica de la mujer la que impide a una gestante modificar el rumbo desfavorable de su embarazo. Integrantes En este programa se ha identificado como imprescindible la intervención de profesionales del ámbito de la educación, la psicología y la cultura. En forma de equipo, estos profesionales son los que mejor pueden poner en práctica este diseño, pues juntos y aunando formación y potencialidades, es como mejor se puede promover y alcanzar una maternidad responsable. Sostenibilidad de la intervención Es un programa que aborda la innovación social. Innovación social que atiende a la persona como sujeto individual, y en su relación con el contexto grupal (con su grupo de iguales).   8     Deseamos una innovación social sostenible, ya que nuestro programa no precisa instalaciones de grandes dimensiones, ni tampoco excesivas comodidades, sino más bien, una sede que pueda acoger a grupos de no más de treinta personas donde se favorezca un clima afectivo óptimo. Asimismo, no exige elevados recursos económicos, sino la labor de profesionales comprometidos con el tema. 2. CONTEXTUALIZACIÓN DEL PROGRAMA Contexto de desarrollo donde va a ser implementado: ¿Por qué Extremadura? Extremadura, es entre otras regiones, una comunidad autónoma con uno de los mayores índices de madres adolescentes. El Periódico Hoy de Extremadura a fecha de 19 de octubre de 2011 puntualizaba: “Las Comunidades Autónomas con un menor índice de desarrollo económico y educativo -Andalucía, Extremadura y Murcia- tienen una mayor tasa de madres adolescentes”. La maternidad adolescente extremeña puede conducir a “un abandono precoz de la educación y una incorporación más tardía e inestable al mundo laboral, especialmente en las Comunidades Autónomas menos desarrolladas” tal y como afirma Margarita Delgado, investigadora del CSIC. En esta misma línea, el Periódico de Extremadura bajo el titular: “Las adolescentes extremeñas tienen un 40% más de riesgo de embarazo” a fecha de 20 de octubre de 2011, advierte nuevamente que “las adolescentes extremeñas tienen un 40% más de riesgo que las vascas o navarras de quedarse embarazadas precozmente.” Tal y como recoge el artículo, ser madre en la adolescencia va a repercutir en la vida de estas adolescentes, algunos de los hándicaps más claros que se identifican son: “el acortamiento de la trayectoria educativa de los jóvenes y la falta de oportunidades profesionales", “…y es que en Extremadura, las madres precoces tienen más dificultades para estudiar y trabajar”. Planificación de necesidades La adolescencia conforma una etapa trascendental en la formación de la personalidad (Fajardo, 2003). Desde el punto de vista psicológico, las adolescentes podrán con este programa expresar y comunicar cómo son estos cambios, así como experimentar y expresar las diferentes vivencias que para ellas serán novedosas. Pues la adolescente, sea gestante o no, “está sometida a formas más complejas de exigencia social que van a determinar a su vez, el transcurso de su mundo psicológico en función de la autorregulación de su comportamiento.” (Caballero y Méndez, 2005, p.62). Como es fácil reconocer, la adaptación de la adolescente a su maternidad va a suponer una profunda reflexión respecto a la vulnerabilidad propia de esta etapa y de sus necesidades. Esta vulnerabilidad se explica dada la multitud de matices existentes entre las demandas de la sociedad y la manifestación de las necesidades que ellas mismas expresan y que coexisten en momentos determinados de su embarazo. Estudios recientes cualitativos y cuantitativos identifican la presencia de estereotipos y prejuicios. Dichos estereotipos conformarán también la vulnerabilidad a la que estará expuesta   9     la adolescente que va a ser madre y supondrá para nosotros un nuevo aliciente para implementar actuaciones en esa línea. En nuestro plan de actuación necesitamos partir de estas dificultades y necesidades para dar sentido a nuestra propuesta, pero al mismo tiempo, contamos con unas potencialidades y posibilidades: motivaciones, deseos, ilusiones acontecidas en la gestación (Casanueva, 2013). Responsables y tareas A continuación se reflejan los perfiles de los posibles responsables que podrían implicarse en el programa. Las habilidades con las que ha de contar la persona que va a “responsabilizarse” del grupo de gestantes, son numerosas. Este líder o responsable de “sustentar” el grupo, no sólo ha de desempeñar unas tareas determinadas, sino también debe contar con unas habilidades y características peculiares. Tabla 1. Responsables y tareas del programa Intervendrán en el programa Tareas 1. Favorecer dinámicas de grupo para facilitar el diálogo y las relaciones entre las adolescentes asistentes. Psicopedagogo/a con experiencia en el 2. Proporcionar formación en materia de maternidad y gestación. tema de gestación adolescente 3. Poner en marcha los grupos interactivos o terapias de grupo con gestantes. 4. Identificar debilidades y potencialidades en el proceso. 5. Gestionar potencialidades, así como necesidades de mejora. 1. Gestionar los cursos de formación en el caso de que se puedan impartir por voluntarios formadores. 2. Gestionar que se produce un óptimo contacto de culturas dado Gestor/a cultural con experiencia en que las madres pueden pertenecer a etnias diferentes. educación 3. Gestionar posibles conflictos entre las madres que puedan derivarse de los grupos interactivos. 4. Recoger información de cada uno de los miembros implicados, solucionar dificultades y obstáculos que pudieran surgir. Fuente: elaboración propia. Tabla 2. Responsables y tareas del programa. Intervendrán en el programa Tareas Proporcionar atención psicológica clínica a Psicólogo/a clínico/a gestantes que lo precisen, participando en los grupos interactivos. Voluntarios con formación y experiencia en el tema, que Acudir a reuniones o actos como ponentes o deseen por cuenta propia aportar formación o poner en formar a las adolescentes en un ámbito específico. práctica actividades puntuales (asistentes sociales, pedagogos, Poner en práctica actividades que favorezcan la maestros…) adaptación a la maternidad. Fuente: Elaboración propia En este programa proponemos a Loscertales (2015), ya que coincidimos con este autor, en que los responsables que van a liderar los grupos, han de cumplir con unas características que a continuación van a ser especificar literalmente, tal y como Loscertales las propone:   10     § Líder no directivo, no debe ir a la cabeza del grupo, sino sustentando “las actitudes y palabras del grupo hacia el objetivo”. § Líder congruente (“así soy y así me ofrezco”) aporta virtudes y defectos. § Líder que acepta incondicionalmente a las gestantes (conociendo sus debilidades y fortalezas) logrando así la desinhibición y evitando el hipercontrol. Las gestantes deben abrirse, mostrarse cómo son y con naturalidad. § Líder empático, pues hemos de poder posicionarnos en el otro comprendiéndolo, pero sabiendo dejar a un lado “el escucharse a uno mismo”, si se escucha uno a sí mismo continuamente como indica Loscertales, uno no podrá preocuparse plenamente por las gestantes. § Un líder con “calor humano” que sepa además tener sentido del humor en las relaciones interpersonales, tener sentido del humor es reflejo y síntoma de buena salud mental. § El líder no debe caer en un complejo de omnipotencia. § Mantener una autoestima o autoconcepto realista que module adecuadamente las aspiraciones. Este autor no especifica nada de gestantes en relación a estas características presentadas, las cuales se refieren a grupos en general, sin embargo nosotros nos hacemos eco de ellas porque nos sirven de base teórica a la hora de proponer qué tipo de líder se buscará en el grupo de gestantes. ¿Qué ofrecemos? Este proyecto propone ofrecer un servicio social una vez por semana y de forma continuada para hacer frente a las necesidades individuales detectadas en el grupo que se constituya. El servicio que ofrecemos es: § Poner en marcha un centro específico o sede que atienda a gestantes adolescentes, que pueden presentar dificultades en el afrontamiento de una gestación satisfactoria. § Poner en funcionamiento reuniones y terapias a través de grupos interactivos donde las gestantes se sientan escuchadas y donde puedan anticipar el rol materno y adaptarse a una maternidad responsable, regulada y realista. Este programa pretende ser pragmático en la forma de afrontar la adversidad a la que pueden estar expuestas las embarazadas. Nuestro objetivo es que las futuras madres a través de la formación se comprometan con su futuro. A través de actividades específicas para ellas podemos lograr que compartan expectativas, deseos, motivaciones… Pi y Tresaco (2015) reflejan perfectamente lo que pretende ser el objetivo de este programa, donde las gestantes, al igual que cualquier otra persona, van a ir transitando por momentos difíciles tanto sociales, familiares, personales… En los procesos personales o grupales es fundamental a veces “bajar a “esos infiernos” para “reencontrarnos con nuestros fantasmas y así volver de nuevo a poder emerger” (Pi y Tresaco, 2015).   11     Ventaja competitiva Nuestra principal ventaja competitiva consiste en que no hay ningún servicio público que centralice la atención en esta temática. Asimismo, el equipo que se prevé que participe en él debe ser ágil, flexible y formado específicamente en el tema, capaz de adaptarse a las transformaciones sociales. Un equipo capacitado para desplegar estrategias basadas en la cooperación, cohesión y trabajo en equipo, que opere por y para la diversidad, intentando eliminar las barreras que impidan la inclusión de las gestantes adolescentes extremeñas en la sociedad. La repercusión deseada que esperamos obtener es que las adolescentes que acudan al centro “sean felices con su maternidad”. Estas intervenciones ponen de relieve la necesidad de conocer las motivaciones y los deseos (deseos de comunicarse con sus iguales, deseos de ser madres, de poder llegar a cumplir sus propias expectativas respecto a la maternidad…) de estas adolescentes. Colaboradores El sistema sanitario extremeño, específicamente las matronas de Extremadura que así lo deseen, podrían recomendar nuestro programa a aquellas gestantes que se encuentren en una situación difícil desde un punto de vista psicológico y social. Fundaciones que prestan atención a la mujer como Red Madre y Provida, también pueden recomendar estos servicios. Estrategias de comunicación Es imprescindible emplear las nuevas tecnologías no sólo para contactar con gestantes, sino para mantener el contacto entre las asistentes una vez iniciadas las actividades. Para lograr este objetivo sería interesante tener un “community manager” que sea responsable de publicitar y ofrecer una correcta difusión de la información que pretendemos transmitir con el programa, y que además, promueva las relaciones entre todos los responsables Este profesional de la comunicación se encargaría de diseñar y gestionar la información que se desea transmitir desde el equipo a las redes sociales y también trataría de buscar métodos más eficaces y atractivos para promover la participación activa de las adolescentes en el programa. 3. PLAN DE RECURSOS DEL PROGRAMA Recursos materiales Para el desarrollo de este programa es importante disponer de una sede. En esta sede se prevé que serán necesarios los siguientes materiales: - Mobiliario adecuado: sillas cómodas para gestantes, así como mesas en las que puedan escribir determinados documentos como parte de las actividades del programa. Puede   12     resultar útil disponer de estanterías y pizarras donde se les proporcione información vinculada a la maternidad y hábitos de salud positivos. - Decoración atractiva y adecuada a este tema y que además, genere un ambiente tranquilo y natural apto para expresar sentimientos, vivencias e ideas. - Materiales de imprenta: folios, cartulinas, carpetas, bolígrafos y grapadora. - Materiales tecnológicos: ordenador, impresora, altavoces, cartuchos de tinta, proyector y espacio para poder visualizar vídeos y presentaciones. 4. DISEÑO DE ESTRUCTURA DEL PROGRAMA Objetivos específicos Entre nuestros objetivos generales del programa se encuentran: “favorecer la adaptación de la adolescente a la gestación mediante la identificación con el rol materno, que se anticipará antes del nacimiento del hijo”, así como “prevenir nuevos embarazos no deseados mediante una educación sexual de prevención”. Para alcanzar estos objetivos se han diseñado bloques de contenidos con sus respectivas sesiones, planificando otros objetivos específicos como son los siguientes: - Abordar los miedos y sufrimientos de las gestantes, pues como afirma Loscertales (2015), en las personas son dañinos y conducen a los miembros del grupo a “evitar el esfuerzo privado de crecer.” - Ofrecer formación sobre maternidad, que favorezca que la gestante pueda ir identificándose con el rol materno. - Atender al “yo” de cada una de las participantes como sigue apuntando Loscertales (2015). Es decir, atender a la fuerza del grupo, pero también a cada gestante desde el punto de vista individual. Los objetivos que pretendemos alcanzar desde el punto de vista individual y grupal son: Tabla 3. Objetivos individuales y grupales tomados de Loscertales (2015) para adaptarlos al programa. Intervención desde el punto de vista grupal Intervención desde el punto de vista individual Favorecer el apoyo en sus iguales, que ahora Mejorar autoestima y autoconcepto (ajustado a la son adolescentes gestantes realidad) Favorecer y estrechar lazos entre las asistentes Conocer y regular nuestro nivel de aspiraciones Contagiar el sentido del humor en las relaciones Fomentar el uso de espejos (personas de confianza que interpersonales nos reflejen lo que nos pasa) Aprender a cooperar en el trabajo Favorecer un diálogo interior positivo con autocrítica   13     equilibrada No caer en la trampa del complejo de Contribuir al mantenimiento psicoemocional y físico. omnipotencia Fuente: Adaptado y modificado a partir de Loscertales (2015). Salud emocional y estabilidad del yo. Implicaciones grupales. Pág. 41. Contenidos Nuestro plan de actuación se basa en poner en práctica diferentes contenidos de carácter psicosocial que tratarán de consolidar y potenciar la fortaleza de cada gestante, así como neutralizar y compensar las debilidades o vulnerabilidad asociadas a las dificultades en la identificación con el rol materno. Dada esta realidad, se vuelve más fuerte la necesidad, en nuestro plan de acción, de ahondar en la comprobación del grado de capacidad de autorregulación que poseen las adolescentes, pues esta autorregulación incidirá en su percepción para afrontar situaciones adversas y otros problemas de desadaptación. A) Autorregulación/Adaptación a la maternidad Nuestras adolescentes gestantes buscarán un equilibrio entre la vulnerabilidad y la fortaleza que disponen. Nuestra actuación por un lado, se fundamenta en aportar claves para lograr definir qué es lo que verdaderamente hace vulnerable a una gestante, y por otro lado, ofrecer estrategias para convertir esa vulnerabilidad en fortaleza y facilitar su transición a una óptima adaptación a la maternidad. Weed y Nicholson (2014) apuntan que en ocasiones, son los propios sentimientos de debilidad los que constituyen la verdadera vulnerabilidad. A continuación, se refleja la estructuración de los bloques de contenidos. El orden aún no está prefijado porque éste ha de ir en consonancia con las necesidades que manifiesten las gestantes y así poder priorizar unos frente a otros en función de sus intereses. Los bloques de contenidos están interrelacionados y no representan compartimentos estancos, simplemente han sido estructurados para facilitar su exposición, no obstante, hemos de ser flexibles en su orientación. Se ha planificado el desarrollo del programa teniendo en cuenta que contamos con aproximadamente nueves meses durante los cuales se prolongará la gestación de las adolescentes. Se organizarán las reuniones en sesiones donde se efectuará una sesión por semana, de este modo, en total contaríamos con cuarenta sesiones a lo largo de los nueve meses. En lo que respecta a los contenidos a abordar, se han estructurado en cinco bloques, cada bloque con una duración determinada. Cuando finalice el programa comenzará de nuevo y así sucesivamente, se realizarán diferentes incorporaciones y bajas a medida que éste se desarrolle. Se pueden flexibilizar también grupos en función del momento en el que se van incorporando al programa (dado que cada una de ellas se ha quedado embarazada en un momento determinado). La flexibilidad debe ser una premisa que posibilite incluso a la gestante continuar después del nacimiento del bebé si no lo ha finalizado en su totalidad.   14     Bloque 1: Conocimiento de sí mismas - Duración prevista del bloque de contenidos: ocho sesiones - Duración aproximada de cada sesión: hora y media Estos contenidos propuestos se basan en Loscertales (2014). Tabla 4. Contenidos a presentar en el programa recogidos de Loscertales. Contenidos Contenidos Autoestima y autoconcepto Espejos Aspiraciones Autocrítica equilibrada positiva Deseos Mantenimiento psicoemocional Miedos personales Sufrimiento y dolor personal Fuente: Loscertales 2015 Bloque 2: Conocimiento de las transformaciones propias de la adolescencia - Duración prevista del bloque de contenidos: seis sesiones. - Duración aproximada de cada sesión: hora y media. Tabla 5. Contenidos a presentar en el programa. Contenidos Cambios intensos reconocibles asociados a la adolescencia: sociales, psicológicos y físicos. Cambios familiares: cómo actúa la familia, figuras de autoridad y clima afectivo. Cambios en el círculo de amistad: quiénes son sus amigos, cómo es la relación con ellos y la calidad de la relación que mantienen. Cambios en el entorno académico o laboral: cómo lo perciben, así como si son incluidas o excluidas. Fuente: Elaboración propia. Bloque 3: Afrontamiento de cambios propios de la gestación y futura maternidad - Duración prevista del bloque de contenidos: diez sesiones. - Duración de cada sesión: hora y media. Tabla 6. Contenidos a presentar en el programa. Contenidos Cambio de planes y proyecto de vida.   15     Gestante y adolescente: interacción de cambios. Exteriorización de miedos relacionados con la gestación o maternidad: qué nos obstaculiza en el camino o cuál es el origen de los miedos o preocupaciones. Cambios económicos: relativizar el papel del factor económico, cómo afrontar la maternidad con bajos recursos, facilidades, ayudas o subvenciones. Debilidades y potencialidades en la gestación y maternidad: identificarlas y aprender a afrontarlas. Fuente: Elaboración propia. Bloque 4: Identificación con el rol materno - Duración prevista del bloque de contenidos: once sesiones - Duración de cada sesión: hora y media Tabla 7. Contenidos a presentar en el programa recogidos de Loscertales. Contenidos Nuevas relaciones con el bebé: motivaciones, movimientos fetales y contacto madre-hijo. Salud del bebé: qué podemos hacer para favorecer la salud del bebé antes de su nacimiento. Conflicto de sentimientos: dificultades en la relación con la pareja, familia o amigos en el afrontamiento del embarazo. Deseos: planes de futuro, aspiraciones, qué espera del bebé, cómo será, si será buena madre… Ilusiones y motivaciones: qué le ilusiona cuando piensa en el bebé, qué le ha motivado a seguir adelante… Acto bien hecho: por qué han hecho bien, qué han hecho bien, qué puede cambiar... Nuevo reto próximo: planificar objetivos y retos semanales para ir alcanzándolos. Nuevos planes de futuro: proponer retos lejanos en el tiempo. Fuente: Elaboración propia. Bloque 5: Prevención de nuevos embarazos no planificados: Educación Sexual - Duración prevista del bloque de contenidos: cuatro sesiones - Duración de cada sesión: hora y media Tabla 8. Contenidos a presentar en el programa Contenidos Educación Sexual. Prevención y anticoncepción: diferentes métodos.   16     Significado e implicaciones de la sexualidad en las gestantes, maternidad regulada y responsable. Fuente: Elaboración propia. B) Síntesis del desarrollo de sesiones Las sesiones individuales serán flexibles y se realizarán entre las gestantes y los profesionales que intervienen en el programa. Tabla 9. Sesiones de trabajo. Tipo de Contenido de la Sesión Tiempo estimado sesión Sesión de contacto Entrevista con cada gestante. 1 hora aproximadamente. Recogida de datos sobre la gestante y su Sesión situación familiar.Identificación de posibles Datos aportados por la gestante (20 minutos) informativa factores de riesgo, debilidades y pudiendo ser complementados por la familia (10 potencialidades. minutos) si así lo desea. Sesión de información Comunicación de la propuesta de intervención. Información sobre el desarrollo del programa (60 minutos) y su funcionamiento. A los 15 días aproximadamente de haber comenzado el programa, sesión de seguimiento Sesión de seguimiento Seguimiento de la gestante. entre el/la psicopedagogo/a, psicólogo/a y la gestante para valorar cómo es su primer progreso en el programa (30 minutos aproximadamente). Por cada bloque de contenidos finalizado por la Sesiones de control Seguimiento de la gestante. gestante se realizará una reunión de unos 20 minutos para valorar brevemente el avance y sus valoraciones pertinentes respecto al mismo. Fuente: Elaboración propia. A continuación vamos a sintetizar cómo se estructuraría el primer bloque de contenidos relativo al “Conocimiento de sí mismas”. Tabla 10. Sesiones de trabajo Nº de Objetivo de la Contenido de la Tiempo por sesiones sesión sesión Aspectos o contenidos a tratar durante las sesiones sesión Mejorar el Las gestantes a través de cuestionarios y conocimiento de actividades exhibirán en grupo: cómo son, cómo 1 una misma Autoestima y 1 hora se ven, cómo se reflejan, aspectos positivos y sesión favoreciendo también un autoconcepto. y negativos sobre ellas mismas… En esta sesión y media. basándonos en Loscertales (2015) trataremos de autoconcepto mejorar, mantener y conseguir una buena realista. autoestima y un autoconcepto realista. En esta sesión se trabajará con las gestantes el Aprender a conocimiento interpersonal, identificando empatizar e similitudes y aspectos que pueden ser comunes a 1 identificar en los Espejos/ 1 hora y algunas de ellas. De ese modo, empatizarán con Sesión demás partes de Empatía. media. situaciones que se exhiban en grupo. En esta uno mismo. sesión el objetivo fundamental es que desarrollen la empatía y descubran que pueden conocerse a sí mismas comunicándose con las compañeras. 1 Ser capaz de 1 hora Las gestantes expresarán cuáles son sus Sesión descubrir y exhibir Aspiraciones. y aspiraciones personales y las estrategias que las propias media. pueden diseñar para alcanzarlas. En esta sesión   17   Sesiones de trabajo en el bloque de contenidos 1 Sesiones de trabajo con psicopedagogo y/o Conocimiento de sí mismas psicólogo, sesiones de seguimiento   aspiraciones y puede proponerse el planteamiento y la aprender definición de unas metas generales vitales, de estrategias para forma que aprendan a autorregular su alcanzarlas. comportamiento para poder alcanzarlas. Mejorar la Las gestantes mejorarán su capacidad para 1 capacidad de Autocrítica 1 hora aceptar críticas a través de actividades Sesión autorregular la equilibrada y específicas. En esta sesión ellas deberán crítica con uno positiva. media. desarrollar una autocrítica positiva sobre sí mismo. mismas que les permita conocerse más. Las gestantes en esta sesión conocerán sus propios deseos y los de sus compañeras, 1 Conocer nuestros 1 hora identificarán aspectos que son comunes. Se sesión propios deseos Deseos. y fomentará el desarrollo de la capacidad de vitales y su origen. media. autoanálisis de sus propias ilusiones y deseos para favorecer experiencias formativas y de aceptación. Conocer la importancia de Mantenimiento Las gestantes a través de actividades, identificarán hábitos que están poniendo en 1 mantener buena psicoemociona 1 hora salud psicológica y l y físico. y práctica y que suponen un riesgo para su salud sesión también física. Regulación de media. psicológica, física o emocional. En esta sesión las Aprender a regular estrés. gestantes aprenderán a regular situaciones el estrés. estresantes de forma adecuada. Conocer los Las gestantes podrán identificar bajo situaciones 1 miedos y proponer Miedos 1 hora simuladas y dramatizadas cuáles son sus sesión estrategias que personales. y principales miedos. Entre todas ellas deberán puedan adoptar media. proponer estrategias adecuadas para poder para superarlos. afrontarlos. Las gestantes desarrollarán estrategias que les Aprender a resistir permitan tolerar frustraciones mediante 1 y tolerar Sufrimiento y 1 hora situaciones que serán expuestas y dramatizadas. sesión frustraciones. dolor personal. y Al mismo tiempo, aprenderán a superar el dolor Evitar el media. evitando el sufrimiento, ya sea debido a una sufrimiento. pérdida o abandono familiar que hayan podido experimentar. Puede darse el caso de que en el desarrollo de las sesiones de este bloque o de cualquier otro, las gestantes experimenten cierto grado de estrés, que deben aprender a autorregular para poder alcanzar una desinhibición efectiva dentro del grupo. Asimismo, también pueden experimentar estrés en sus contextos familiares y sociales más próximos, por ello a continuación, se abordarán ejemplos de actividades que pueden contribuir a reducirlo. Se solicitará a la gestante que se describa viéndose en un futuro. Se trata de que la adolescente no sólo valore y evalúe sus expectativas y el concepto que tiene de sí misma, sino también de sus metas. Por ello, una vez realizada esta actividad, podríamos proponerles establecer metas a corto plazo y cumplirlas. Por último, otra actividad que puede realizarse es la del “cambio de hábitos”, con esta actividad intentaremos que planifiquen actividades accesibles, para que ellas encuentren nuevos y mejores hábitos y reciban nuevas experiencias de éxito aun sabiendo que, siempre estamos expuestos a situaciones no siempre satisfactorias. Fuente: Elaboración propia. A continuación se va a exponer cómo se llevaría a efecto el segundo bloque relativo al “Conocimiento de las transformaciones propias de la adolescencia”.   18   Ejemplo de sesión   Tabla 11. Sesiones de trabajo Nº de sesiones Objetivo de la sesión Contenido de la por contenido sesión Tiempo Aspectos a tratar durante la sesión Las gestantes a través de actividades Mejorar el Cambios propuestas podrán conocer los cambios que conocimiento intensos son propios de la adolescencia para que de sobre los cambios reconocibles 1 hora ese modo, puedan dar sentido a muchos 2 sesiones propios de la de la y comportamientos, pensamientos o deseos adolescencia, adolescencia: sociales, media. que presentan. En estas sesiones trataremos identificarlos y psicológicos de identificar cuáles han experimentado y aceptarlos. y físicos. cuáles son las causas que ellas atribuyen a esos comportamientos. Mejorar el conocimiento Las gestantes en estas sesiones conocerán sobre los cambios que pueden darse 1 hora cómo suelen actuar las familias cuando éstas 2 sesiones en el núcleo Cambios y conviven con un adolescente, qué cambios se familiar en el que familiares media producen, cómo responden, figuras de vive una autoridad, clima afectivo que se genera en el adolescente entorno familiar… gestante Las gestantes a través de actividades propuestas podrán conocer los cambios que Mejorar el se producen dentro de la pandilla o en el conocimiento grupo de amigos y que son propios de la sobre los cambios Cambios en 1 hora adolescencia. De ese modo, pueden dar 1 sesión que suele el círculo de y sentido a conflictos que se hayan producido, experimentar el ambivalencias, cuestionamiento sobre círculo de amigos amistad: media quiénes son sus amigos, cómo es su relación al llegar la con ellos…Nuestro objetivo adolescencia consiste en aprender a identificar qué importancia tienen esos cambios en sus vidas y en ese momento específico del embarazo. Mejorar el Las gestantes a través de actividades podrán conocimiento conocer qué posibilidades ofrece el sistema sobre los cambios educativo y el mundo laboral de acuerdo a su que pueden Cambios en el entorno 1 hora edad, experiencias y circunstancia. 1 sesión acontecer en el En esta sesión identificaremos los cambios entorno académico académico o y media que ha experimentado el entorno académico y laboral evitando laboral o laboral: cómo lo perciben, si son incluidas el abandono o o excluidas…Se trata de promover e incentivar la continuidad académica evitando fracaso escolar que abandonen los estudios. Las estrategias de apoyo grupal dentro del programa, como por ejemplo, el respaldo de las compañeras ante situaciones adversas, constituyen importantes fuentes de apoyo. En este sentido, podemos poner en marcha entre otras actividades, algunas vinculadas al trabajo cooperativo con el fin de reforzar la unión grupal. Con el grupo podemos desplegar diferentes formas de abordar situaciones conflictivas características de la adolescencia, observando las consecuencias y la solución más idónea para ponerlas fin. En una de las sesiones se puede realizar un sililoquio donde la gestante junto a sus compañeras pueda desarrollar estrategias para abordar cambios que se puedan producir en el contexto social. El apoyo social de sus iguales en la etapa adolescente es fundamental, pues les ayudará a afrontar mejor la situación personal o las circunstancias que rodean su embarazo. Fuente: Elaboración propia. A continuación vamos a sintetizar cómo se pondría en marcha el tercer bloque de contenidos relativo al “Afrontamiento de cambios propios de la gestación y futura maternidad”.   19   Ejemplo de sesión Sesiones de trabajo en el bloque de contenidos 2: Conocimiento de las transformaciones propias de la adolescencia actual   Tabla 12. Sesiones de trabajo Nº de sesiones Objetivo de la sesión Contenidos Tiempo Aspectos a tratar durante la sesión Durante tres sesiones nuestro objetivo Exteriorizar qué consistirá en que las gestantes sean implica ser madre para conscientes de lo que significa ser madre y 3 sesiones cada una de ellas, así Cambio de 1 hora y sus implicaciones para el desarrollo del planes: nuevo nuevo ser. Las gestantes tratarán de como definir cuál es su media proyecto de vida de proyecto de vida identificar qué aspectos vitales pueden cara a la maternidad cambiar y cuáles no tienen por qué cambiar en sus vidas con la llegada de la maternidad. En estas sesiones trataremos de dar a conocer cuáles son los cambios que interactuarán específicamente en una gestación adolescente. Se trata de Conocer qué ocurre Adolescencia y identificar qué cambios físicos y 2 sesiones cuando una gestación gestación: 1 hora y psicológicos son los más frecuentes y se produce en la interacción de media cómo pueden afrontarse. En la adolescencia. cambios percepción de estos cambios es importante que la gestante desarrolle un sentimiento de competencia para abordar satisfactoriamente cualquier tipo de dificultad. Reconocer los miedos que pueden hacer En estas tres sesiones profundizaremos en aparición en la Exteriorización y las preocupaciones y miedos que se 3 sesiones gestación, o con la afrontamiento 1 hora y producen en torno a la gestación, el parto y proximidad del parto y de miedos en la media la maternidad. Simultáneamente en las maternidad, identificar gestación, parto sesiones se abordará qué les obstaculiza en su origen y cómo y maternidad el camino, cuál es el origen del miedo en la afrontarlos. gestación, recursos para poder afrontarlo… Identificar qué papel En esta sesión trataremos de relativizar en la puede jugar el factor medida de lo posible el papel que el factor económico en ser o no Cambios 1 hora y económico puede condicionar en una 1 sesión buenas madres, económicos media maternidad. Durante esta sesión conocer recursos, informaremos sobre fundaciones, materiales o ayudas subvenciones, ayudas y recursos a disposición de estas gestantes. En esta sesión trataremos de identificar Identificar debilidades debilidades y potencialidades, e intentaremos Debilidades y conocer cómo valoran el matrimonio de sus 1 sesión y potencialidades: cómo afrontarlas y potencialidades 1 hora y media padres en la infancia y cómo fueron tratadas reconocerlas en la gestación por ellos. Las gestantes pueden cuestionarse si su infancia ha condicionado en parte su forma de asumir o no la gestación. Nuestro objetivo consistirá en que cada gestante alcance a comprender y percibir adecuadamente el apoyo parental y de pareja que presenta para la superación de dificultades propias de la gestación. Podemos invitar a un miembro de la familia o a la pareja, (en función de la persona que la gestante decida) y entre ambos deberán reducir el impacto psicológico de los acontecimientos estresantes que se pudieran escenificar. La figura familiar deberá ayudar a la gestante a amortiguar el efecto. Estas visitas al programa por parte de los padres o parejas deben servir como punto de encuentro para evitar la descalificación, y por tanto tienen la pretensión de engrandecer o minimizar determinadas situaciones. Fuente: Elaboración propia. A continuación, vamos a sintetizar cómo se desarrollaría el cuarto bloque de contenidos relativo a la “Identificación con el rol materno”.   20   Ejemplo de Sesiones de trabajo en el bloque de contenidos 3: Afrontamiento de cambios sesión propios de la gestación y futura maternidad   Tabla 13. Sesiones de trabajo Nº de Objetivo de sesiones la sesión Contenidos Tiempo Aspectos a tratar durante la sesión Conocer la importancia En esta sesión, las gestantes podrán de la estimulación compartir con sus compañeras los prenatal e identificar los Relación con 1 hora y 1 Sesión primeros movimientos fetales, contactos beneficios que reporta el bebé media madre-hijo y se pondrán en común los una comunicación madre beneficios que reportan este tipo de e hijo en el embarazo. relaciones. Conocer cómo podemos En estas dos sesiones compartiremos 2 mejorar y cuidar nuestra hábitos de salud positivos para favorecer sesiones salud identificando su Salud del 1 hora y la salud del bebé antes de su nacimiento, repercusión en el bebé bebé media identificando los hábitos perjudiciales que están gestando. para poder evitarlos. Identificar conflictos y dificultades vinculados a La escucha activa, así como la la identificación con el rol identificación de dificultades en el seno de materno que acontecen Conflicto de 1 hora y la pareja, familia o amigos en el 1 Sesión en la gestación y adquirir sentimientos media afrontamiento del embarazo, se abordarán habilidades y estrategias en esta sesión. Es necesario haber creado para abordarlos un clima afectivo positivo y de confianza adecuadamente. mutua para favorecer la desinhibición. Deseos: Es fundamental que las gestantes puedan durante estas dos sesiones ser capaces de Expresar los deseos y planes de futuro expresar deseos y planes de futuro, qué planes de futuro que respecto a la 1 hora y esperan del bebé, cómo será, si serán 2 Sesiones mantienen con respecto a buenas madres… su maternidad. Identificar identificación media Estas expectativas pueden facilitar a las cómo poder alcanzarlos. con el rol gestantes cambiar aspectos de su vida materno cotidiana que no les aporten optimismo o satisfacción. Exhibir, disfrutar y En esta sesión, trataremos de que las valorar las ilusiones y Ilusiones y gestantes puedan disfrutar de aquello que 1 Sesión motivaciones 1 hora y motivaciones más les ilusione cuando piensan en el media bebé, qué les ha motivado a seguir relacionadas con en el rol adelante…Las motivaciones de unas y materno otras pueden ser compartidas. Durante estas dos sesiones nuestro Valorar los actos en los objetivo será que puedan ser capaces de que ellas son valorar los actos que protagonicen (qué protagonistas y hemos hecho bien, qué hemos hecho mal relacionarlos Acto bien 1 hora y y el por qué). Reflexionando y expresando 2 Sesiones directamente con una hecho media lo que cada uno sabe y puede hacer bien, adecuada identificación así como aprendiendo a ser más con el rol materno “competentes”. Esto puede posibilitar que otra persona descubra que también lo ha hecho bien, identificándose en el otro. Definir retos próximos En esta sesión cada gestante de manera en el tiempo con 1 Sesión respecto a la maternidad Nuevo y 1 hora y individual definirá los retos que desea y comprometerse en el próximo reto media marcarse y alcanzar antes del nacimiento de su bebé. Deben ser retos realistas pero logro de los mismos no excesivamente fáciles de alcanzar. Definir retos más Nuevos En esta sesión cada gestante de manera lejanos con respecto a la planes de 1 hora y individual definirá los retos que desea 1 Sesión maternidad y futuro: retos media marcarse alcanzar después del nacimiento comprometerse en el lejanos en el del bebé. Deben ser retos realistas y logro de los mismos. tiempo atractivos. Fuente: Elaboración propia. A continuación, se va a reflejar cómo se desarrollaría el quinto bloque de contenidos relativo a “Prevención de nuevos embarazos no deseados: Educación Sexual”.   21   Sesiones de trabajo en el bloque de contenidos 4: Identificación con el rol materno   Tabla 14. Sesiones de trabajo Nº de sesiones por contenidos Objetivos Contenido Tiempo Aspectos a tratar durante la sesión Recibir En esta sesión podemos abordar el tema información y de la anticoncepción para prevenir formación Educación embarazos no deseados, así como realizar sobre la Sexual: una charla coloquio sobre cómo se vive 4 Sesiones sexualidad en la prevención y 1 hora y la sexualidad en la adolescencia. Se puede adolescencia: anticoncepción: media tratar el tema de la sexualidad prevención de diferentes relacionándolo con otros temas como las prácticas de métodos drogas, la familia o la sociedad. riesgo para la Realizar dinámicas de grupo para crear salud. clima de distensión. En estas dos sesiones las gestantes Conocer las podrán conocer la importancia de implicaciones ejercer una maternidad responsable y 2 sesiones que conlleva no Maternidad responsable y 1 hora y regulada. Conocerán las implicaciones y ejercer una sexualidad no regulada media consecuencias que conlleva tener un hijo cuando las condiciones responsable económicas, sociales y personales no sean las más idóneas. Fuente: Elaboración propia. Metodología, estrategias de intervención Los responsables profesionales del programa deben trabajar juntos de forma cooperativa, implicándose cada uno específicamente más en aquellas tareas que tiene asignadas como propias. Los espacios que se emplearán para el desarrollo del programa deberán adaptarse pues, a la necesaria demanda existente. Los grupos necesitan al menos un espacio adaptado que facilite la creación de terapias de grupo, así como el ambiente debe ser cálido y óptimo para poner en marcha las actividades. Se llevarán a efecto terapias de grupo entre las adolescentes, esto no significa directamente trabajar de forma clínica y dirigida por un único profesional, sino trabajar de forma cooperativa teniendo en cuenta los diferentes requisitos para poder beneficiarnos de las potencialidades de cada uno. Las estrategias de asesoramiento a desarrollar por los profesionales ante adolescentes tan heterogéneas, deben basarse principalmente, en habilidades que garanticen una comunicación eficaz colaborativa y de cohesión, como por ejemplo, la escucha activa. Hemos de poner en marcha la reflexión y el razonamiento a cualquier tarea que se proponga. Consideramos que en función de cómo se gestionen esas estrategias conseguiremos en mayor o menor grado que tanto las adolescentes como el resto de profesionales involucrados se sientan competentes y que las futuras madres consigan mejorar su adaptación a la maternidad. Para evitar posibles obstáculos durante el desarrollo de las actividades intentaremos lograr una gestión eficaz de la participación de todos los integrantes del grupo a través de la cohesión grupal.   22   Sesiones de trabajo en el bloque de contenidos 5: Prevención de nuevos embarazos no deseados   Evaluación La evaluación será cualitativa valorando si estamos o no logrando la identificación con el rol materno que favorezca la adaptación de la gestante a su maternidad. Este proceso de valoración será continuo a lo largo del seguimiento regular de las adolescentes que acudan en las reuniones establecidas por los responsables de la intervención. Se realizarán cuestionarios para valorar cada uno de los objetivos propuestos. En cada bloque se valorará la satisfacción de las adolescentes con el servicio que se les proporcione, su opinión personal, los cambios que han percibido... En este proceso de recabado de información se recogerán propuestas de mejora. Los resultados aportados por los profesionales serán evaluados de forma continua en reuniones semanales. Los resultados del proyecto se publicarán ofreciendo un informe detallado de la distinta formación y actuación aportada por los agentes intervinientes. Tabla 15. Evaluación del programa EVALUACIÓN INICIAL • Se efectuará una evaluación inicial que contemplará la exploración de las experiencias, intereses y vivencias de las gestantes. • Es preciso en esta primera evaluación, entrevistar a las adolescentes individualmente a nivel personal, empatizando con su situación e identificando las primeras necesidades urgentes que puedan estar aconteciendo. EVALUACIÓN CONTINUA • Se realizarán valoraciones orales en grupo e individualmente, en cada sesión se expresará verbalmente las mejoras que se han producido a lo largo de la semana gracias al programa. OBJETO DE EVALUACIÓN Hemos de identificar si se han logrado los objetivos previamente planificados, tomando conciencia de los diferentes aspectos que han mejorado o han de mejorarse. Podemos establecer unas líneas objeto de evaluación final: Motivación hacia la maternidad : si se sienten o no motivadas. Identificación de necesidades, debilidades y potencialidades: si conocen lo que necesitan, sus debilidades y potencialidades. Implicaciones y consecuencias de la maternidad: si cada una de ellas es consciente o no de lo que implica y significa ser una madre responsable. Mejora de la autoestima, iniciativa personal: si las gestantes pueden valerse por sí mismas o si se quieren a sí mismas. Entre los factores que hemos de considerar en la evaluación del programa identificamos:   23     El grado de implicación de todos los responsables. El equipo ha de trabajar eficazmente, especialmente, el responsable principal. Evitar en la medida de lo posible coacciones por parte de la familia de la gestante participante. Puede ser que las familias de las gestantes que acudan al programa impidan o limiten la participación de las adolescentes por interés propio. EVALUACIÓN FINAL Resultados finales: previsión de aspectos positivos, negativos y propuesta de mejora. En el tiempo disponible para efectuar el programa hemos de ser eficaces sabiendo rentabilizar todos y cada uno de los aspectos del programa. Optimizar el tiempo es fundamental para aprender de experiencias positivas y de errores. Aspectos positivos a valorar: • Si se han alcanzado los objetivos vinculados a la identificación con el rol materno. • Si se ha reflejado en cada una de ellas una buena acogida de las actividades, así como la resolución de problemas y su tratamiento motivador. • Si se ha despertado el potencial de aprendizaje necesario para desarrollar estrategias que les permitan afrontar determinados problemas abordados. • Si las gestantes están motivadas con el tema (interés, actitud y desinhibición en la expresión de sus sentimientos). • Si relativizan sus puntos de vista, evitando el egocentrismo adolescente. • Si han mejorado su formación sobre maternidad responsable. Duración y periodicidad de las sesiones La duración de las sesiones será de aproximadamente una hora y media semanal y se extenderán durante los nueves meses en los que se prolongará la gestación (aproximadamente 45 sesiones en total). Si bien, esto solo ha sido un punto de partida, se podrán desarrollar también programas complementarios, como puede ser el programa de prevención de fracaso escolar o el de orientación vocacional que podrá enriquecer a este primero y ayudar a las gestantes a no abandonar sus estudios y poder encauzar su futuro profesional. 5. PUESTA EN MARCHA Previsión de apertura   24     Temporalización Aún no podemos disponer de gestantes que puedan formar parte del programa, ni de la fecha en la que se pronostica que dé comienzo. El programa se podrá prolongar durante el primer año de nacimiento del bebé, además de los nueve meses de gestación. La asistencia sería regular, una vez por semana. Tareas a realizar antes de la apertura Las tareas a realizar antes de que dé comienzo la apertura e inicio del programa: - Contabilizar el número de gestantes que se prevé que va a disfrutar del servicio de atención psicosocial. - Acordar y contratar a los profesionales necesarios (solicitar subvenciones). - Coordinar y gestionar el número de voluntarios que van a estar implicados en el proyecto, redefinir funciones y fijar competencias de cada uno de los miembros. - Realizar reuniones previas para coordinar y planificar actuaciones y su temporalización. - Diseñar el proyecto específico a poner en marcha partiendo del perfil concreto de las adolescentes participantes. - Acondicionar la sede que se destinará a las actividades planificadas. - Preparar el material que se precisa para poner en marcha el proyecto. - Hacer publicidad y difusión a través de internet en blogs, páginas web y redes sociales, así como en servicios públicos. 6. Referencias bibliográficas Álvarez Nieto, C., Pastor Moreno, G., Linares Abad, M., Serrano Martos, J., & Rodríguez Olalla, L. (2012). Motivaciones para el embarazo adolescente. Gaceta Sanitaria, 26(6), 497-503. Armengol. A., Chamarro, A. C., & García-Dié, M. (2007). Aspectos psicosociales en la gestación: el cuestionario de evaluación prenatal. Anales de Psicología, 23(1), 25-32. Calesso, M. (2007). Vínculo afectivo y estrés en la maternidad adolescente: un estudio con metodología combinada (Tesis de doctorado). Universidad de Barcelona, Barcelona. Recuperado de: http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/5459/mcm1de1.pdf?sequence=1 A fecha de 12 abril de 2015. Casanueva Carmona, N. (2013) Gestación adolescente: La importancia del apoyo social en la aceptación de un proceso gestacional (Proyecto de investigación) Universidad de Extremadura, Badajoz. Casanueva, N. y Fajardo, Mª. I (2013). Embarazo adolescente y desarrollo psicosocial: Un cuestionario de evaluación prenatal. 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Plan Estratégico “El grupo es el instrumento fundamental, vivencial, de espacio de práctica clínica y espacio teórico” “Se trata de facilitar el aprendizaje mediante la experiencia emocional”. (Arias, de Miguel, Ayerra y Pérez, 2015). Es fundamental que se recojan por escrito las modificaciones que pudieran surgir y que se elija un responsable encargado de comunicar las dificultades y fortalezas que van surgiendo en el desarrollo del programa para que quede todo reflejado por escrito.   27       28     Actividad a rellenar por la gestante Adaptación  a  la  maternidad   5   4   3   2   1   Alta Bastante Adaptación Baja No me he adaptación Adaptación aceptable Adaptación adaptado           Tema/as que consideras que te gustaría profundizar más específicamente Identificación con el rol materno Identificar  qué  supone  la  adaptación  a  la  maternidad.     Objetivos  para  mejorar  la  adaptación  a  la  maternidad   Dificultad Objetivos 5 4 3 2 1 ¿Qué problema crees que necesitas solucionar primero?     29       30     Plan de Acción Escribe  aquello  que  se  haya  planteado  en  las  sesiones  y  el  resultado  obtenido   Desarrollo de habilidades y Actuaciones planificadas competencias que se ponen en Fecha de la Resultados obtenidos en las sesiones sesión marcha en cada actuación Seguimiento del Plan Fecha de Seguimiento Resultados   31       32     SEGUIMIENTO  GESTANTE   Nombre: ________________________________________________ Fecha: ___________ Edad: _____________________________________________ Mes: _________________ Nivel de estudios: ____________________________________________________________ HABILIDADES Y COMPETENCIAS DESARROLLADAS 1º mes 2º mes 3º mes 4º mes 5º mes 6º mes 7º  mes       8º  mes       9º  mes         33       34     EVALUACIÓN   Gestante: ________________________________________________ Fecha: _____________________________________________ Actividad (Sesión): _____________________________________________________ MOTIVACIÓN NIVEL DE PARTICIPACIÓN PORQUE ... CON EL SATISFACCIÓN Y VINCULACIÓN EMBARAZO CON UNA MISMA CON EL GRUPO Fecha 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 PROPUESTAS DE MEJORA             35