Identificador persistente para citar o vincular este elemento: http://hdl.handle.net/10662/13655
Títulos: La reducción secular de la laicidad religiosa
Otros títulos: Secular reduction of religious secularity
Autores/as: Lázaro Pulido, Manuel
Anchústegui Igartua, Esteban
Palabras clave: Catolicismo;Comunidad;Secularización;Delitos de odio;Pluralismo;Bien común;Persona;Ciudadano;Laicismo;Laicidad;Religión;Democracia;Estado;Catholicism;Hate crimes;Pluralism;Common good;Community;Person;Citizen;Secularisation;Secularism;Secularity;Religion;Democracy;State
Fecha de publicación: 2021
Editor/a: Instituto de Teología “San Pedro de Alcántara”
Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones
Resumen: Este artículo analiza cómo las democracias europeas están tolerando –cuando no promoviendo– la proliferación de mensajes denigrantes hacia aquellos ciudadanos que viven su religión, especialmente la católica, y reclaman la presencia de esta experiencia en el ámbito público; sufriendo por todo ello una discriminación que es amparada sistemáticamente por las instituciones políticas, alcanzando niveles de delitos de odio que en ningún caso serían admisibles en relación al género, la raza, la discapacidad o la orientación sexual. Los delitos de odio por motivos religiosos hacia el catolicismo se han convertido en norma, legitimando las afrentas hacia una religión que se caricaturiza como colonialista y a unos seguidores a los que se etiqueta como privilegiados explotadores, siendo todo ello producto de una confusión interesada entre el fenómeno de la secularización y el del laicismo. Así, desde la premisa jurídico-político de la laicidad del Estado, se demoniza como fundamentalista cualquier manifestación de un creyente católico que, desde el respeto absoluto a los valores democráticos, proponga sus principios como valores propositivos para la sociedad y la vida pública; aptitud que, en aras de la paz social y como manifestación de un laicismo que se ha convertido en una ideología que busca erradicar del ámbito púbico cualquier vinculación de Dios en las vidas humanas y en sus estructuras, es tole-rada paradójicamente en relación a religiones objetivamente fundamentalistas o respecto a posiciones visceralmente hostiles hacia la religión. Consideramos que este trato es aplicado al catolicismo con el fin de acallar su influencia moral, ya que, además de agente fundamental en el proceso histórico de institucionalización del poder temporal, constituye un baluarte frente a cualquier abuso de intromisión política en la vida de las personas. En definitiva, en aras de instaurar el pensamiento único del Estado, se trataría de deslegitimar el mensaje evangélico de la Iglesia en su denuncia a todo tipo intervencionismo, dependencia y control estatal que vulnere el pleno desarrollo de la libertad y la dignidad humana.
This article analyses how European democracies are tolerating - if not promoting -the proliferation of denigrating messages towards those citizens who live their religion, especially Catholicism, and demand the presence of this experience in the public sphere; suffering discrimination that is systematically protected by political institutions, reaching levels of hate crimes that would never be admissible in relation to gender, race, disability or sexual orientation. Religiously motivated hate crimes against Catholicism have become the norm, legitimising affronts towards a religion that is caricatured as colonialist and followers who are labelled as privileged exploiters, all of this being the product of a self-interested confusion between the phenomenon of secularisation and that of secularism. Thus, from the legal-political premise of the secularity of the State, any manifestation of a Catholic believer who, with absolute respect for democratic values, proposes his or her principles as propositional values for society and public life, is demonised as fundamentalist; An attitude that, for the sake of social peace and as a manifestation of a secularism that has become an ideology that seeks to eradicate from the public sphere any link to God in human lives and their structures, is paradoxically tolerated in relation to objectively fundamentalist religions or in relation to positions that are viscerally hostile to religion. We consider that this treatment is applied to Catholicism in order to silence its moral influence, since, in addition to being a fundamental agent in the historical process of institutionalisation of temporal power, it constitutes a bulwark against any abuse of political meddling in people's lives. In short, in order to establish the State's single way of thinking, the aim would be to delegitimise the Church's evangelical message in its denunciation of any kind of state interventionism, dependence and control that violates the full development of freedom and human dignity.
URI: http://hdl.handle.net/10662/13655
ISSN: 1886-4945
DOI: 10.17398/2340-4256.16.421
Colección:Cauriensia Vol. 16 (2021)

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