Socialización familiar y autoconcepto en niños de 2-3 años

Abstract

Cada uno de nosotros tiene una opinión de sí mismo que es reflejo de nuestros pensamientos, del afecto que hacia nosotros sentimos y de las conductas u objetivos que nos fijamos como adecuados o apropiados para nuestro nivel. Esa idea que tenemos concebida respecto a "la persona que soy", no siempre coincide con criterios objetivos de las cosas que hemos vivido o de nuestras capacidades reales. Ello es debido, entre otras cuestiones, a que se trata de un conjunto de pensamientos, sentimientos y comportamientos que cada uno de nosotros construimos no sólo a través de la experiencia, sino especialmente a partir de lo que otros refieren hacia mí. Pues bien, esa imagen que de uno mismo tenemos, que puede variar a lo largo del tiempo y a través de nuestras experiencias, comienza a forjarse a edades tempranas, notoriamente influida por lo que nuestros familiares –en especial nuestro padre y nuestra madre, o quién/es se establezcan como figuras de apego– y otras personas significativas, nos transmiten sobre nosotros, sobre quiénes somos y, fundamentalmente, sobre qué esperan ellos de mí. Con el tiempo, esas influencias procederán también de otras personas, como nuestros amigos y profesores. Numerosos autores y corrientes teóricas postulan al autoconcepto como pieza clave del desarrollo de la personalidad –resultando además ser un constructo tradicionalmente objeto de estudio, que ha generado cuantiosa documentación–; por lo que resulta conveniente que tanto padres y madres, como educadores u otros profesionales del ámbito infantil, cuidemos de su crecimiento armónico en los niños, probablemente desde abordajes transversales a otras áreas de intervención. Las particularidades de los servicios y programas enmarcados dentro de la disciplina de Atención Temprana son, por diversos motivos, un entorno particularmente favorable para el desarrollo de esta área de crecimiento personal. La cercanía de la intervención, la naturaleza de las experiencias terapéuticas, el contacto frecuente con la familia del niño, o las edades de participación en el servicio, argumentan la conveniencia de contemplar este factor como elemento imprescindible en la labor desarrollada.

Each of us has an opinion of himself which is a reflection of our thoughts, that the affection we feel toward and behaviors or goals that we set as adequate or appropriate for our level. We conceived the idea about "the person I am," not always coincide with objective criteria of what we have experienced or our actual capabilities. This is because, among other issues, this is a collection of thoughts, feelings and behaviors that each of us to build not only through experience, but especially from what others refer to me. Well, that image of ourselves that we have, which may vary over time and through our experiences, it begins to build early, notoriously influenced by what our family-especially our father and our mother, or who / s is established as attachment figures and significant others, give us about us, about who we are and basically what they expect of me. Over time, these influences also come from other people, as our friends and teachers. Many authors postulate the theoretical cornerstone of the self as personality development, besides proving to be an object of study traditionally construct, which has generated large-documentation, making it desirable for both parents, educators and other professionals field of child care for their harmonious growth in children, probably from cross approaches to other areas of intervention. The particularities of the services and programs within the framework of the discipline of Early Care are, for various reasons, a particularly favorable environment for the development of this area of personal growth. The closeness of the intervention, the nature of the therapeutic experience, the frequent contact with the child's family or the age of participation in the service, they argue should include this factor as an essential element in the work.